Una joven china con una rara enfermedad crónica pasó gran parte de sus días en la oscuridad a principios del siglo XX. Mientras Christiana Tsai yacía en su habitación a oscuras, mes tras mes y año tras año, aprendió a orar. La historia de su viaje de oración, Queen of the Dark Chamber [La reina de la habitación oscura], dio forma a mi fe y me influyó profundamente cuando era joven. De Christiana aprendí acerca de la perseverancia y la pasión en la oración. Aprendí que la oración muestra amor y apoyo por las personas cuando no podemos estar con ellas. Vi la oración como un llamado de lo alto y lleno de gozo.
Christiana Tsai me inspiró mucho, pero su modelo se limitaba a un escenario único para la oración: el aislamiento, lejos de las distracciones y las responsabilidades de la vida. Ben Patterson describe el énfasis que solemos darle a esta clase de oración: «Crecí en una tradición que creía que el hombre solo de rodillas en su armario es la cima de la gran oración, una persona cara a cara con el Todopoderoso».
Un armario suena como un lugar extraño para orar, a menos que uno esté familiarizado con Mateo 6:6. Jesús insta a cada uno de sus discípulos a entrar en un cuarto (literalmente, un lugar cerrado donde se guardan o almacenan cosas), cerrar la puerta y orar «a tu Padre, que está en lo secreto» (NVI).
La oración a solas es, sin duda, un modelo bíblico de oración; sin embargo, si leemos la Biblia solo a través de la perspectiva de la oración en el armario, nos perderemos gran parte de la rica diversidad de la oración.
Las palabras de Jesús en la oración de Mateo 6, parte del Sermón del Monte, vienen precedidas por la enseñanza acerca de dar dinero y seguidas por las instrucciones acerca del ayuno. Jesús dice acerca de estos tres temas que se hagan «en secreto» o «en privado». En nuestra enseñanza y predicación acerca de la oración a menudo hemos puesto la oración en secreto por encima de otras formas de oración. Como resultado, nos hemos perdido los beneficios y el poder que viene de orar con los demás, y puede que no veamos todas las historias bíblicas en las que diversas personas oran en comunidad.
Comencé a ver el lenguaje de Mateo 6 acerca del dinero, la oración y el ayuno bajo una nueva luz cuando hice entrevistas para mi libro Fasting: Spiritual Freedom Beyond Our Appetites [El ayuno: libertad espiritual más allá de nuestros apetitos]. Entrevisté a docenas de personas que ayunaban y les pedí referencias de otras personas que ayunaran también. La mayoría de mis entrevistados estadounidenses citaron Mateo 6:16-18 como un pasaje fundacional, y hablaron de ayunar en secreto. Muy pocos de los estadounidenses con los que hablé habían ayunado en compañía de otros. Dos o tres habían ayunado con un pequeño grupo de personas y uno lo había hecho con los miembros de la familia para orar por un familiar con cáncer.
También busqué a cristianos de Hong Kong, Colombia y Uganda y tuve largos intercambios por correo electrónico con todos ellos. Todos me contaron que ayunaban con sus congregaciones. De hecho, ninguno de ellos ayunaba a solas. Saqué el tema de Mateo 6 y todos dijeron que la cuestión del pasaje no está en enfatizar el ayuno a solas. La cuestión principal, dijeron, se puede encontrar en Mateo 6:1, la introducción al contenido sobre la generosidad, la oración y el ayuno: «Cuídense de no hacer sus obras de justicia delante de la gente para llamar la atención. Si actúan así, su Padre que está en el cielo no les dará ninguna recompensa». No hay que dar dinero, orar ni ayunar con el propósito de impresionar a los demás, dijeron los entrevistados.
Todos ellos dijeron que ayunar a solas es difícil. Estaban seguros de que Dios siempre tuvo en mente que nos apoyáramos unos a otros en el ayuno y la oración. Uno de ellos dijo: «Ayunar a solas es demasiado difícil. Dios no quiere que tengamos que esforzarnos tanto para acercarnos a Él».
Yo he llegado a creer que sus palabras se aplican a la oración al igual que al ayuno. En muchos casos, orar con otros es mucho más fácil que orar a solas. Cuando oramos con los demás, oramos más tiempo. Oramos por una amplia variedad de necesidades mientras nuestros compañeros presentan nuevos temas o perspectivas. Podemos hacer oraciones de agradecimiento mucho más largas con los demás porque ellos ven la belleza de Dios en lugares que nosotros no hemos observado, así que nos encontramos a nosotros mismos teniendo más conciencia de los regalos de Dios. Puede que nos sintamos guiados a confesar nuestros pecados en nuevas áreas cuando escuchamos las confesiones de otros.
Las necesidades del mundo —y las necesidades de nuestros familiares y amigos— a veces nos sobrepasan. Sin embargo, cuando oramos haciendo intercesión o lamento junto con otros, no estamos solos en la tristeza que sentimos. Mientras oramos con los demás, afirmamos juntos que Dios es bueno, que Jesús camina con nosotros en nuestro dolor y que el Espíritu Santo nos guía y nos anima.
Las Escrituras presentan una variedad de modelos de oración. Mientras oraba y ayunaba a solas, Jesús se enfrentó a Satanás en el desierto (Mateo 4:1-11). También vemos a Jesús escabulléndose temprano en la mañana para pasar tiempo con su Padre (Marcos 1:35-39). Aunque muchos maestros señalan estos ejemplos de oración, nos olvidamos de que Jesús hace su elocuente oración de Juan 17 en presencia de sus discípulos. En el jardín de Getsemaní, Jesús lucha con su destino a solas en oración, pero solo después de haber pedido a sus amigos que lo acompañaran (Mateo 26:36-46). Jesús, el Hijo de Dios, pide el apoyo de sus amigos en un intenso momento de oración.
En muchísimas otras ocasiones, la Biblia muestra a grupos de personas orando juntas. David y sus hombres se lamentan juntos tras la muerte de Jonatán (2 Samuel 1:11-27). Salomón hace una larga oración en presencia del pueblo de Israel cuando el templo fue dedicado (1 Reyes 8:22-61). Cuando se le pidió a Daniel que interpretara el sueño del rey, él se va a casa con sus tres amigos y les pide «que imploraran la misericordia del Dios del cielo» para ayudarle a interpretar con exactitud el sueño del rey (Daniel 2:17-18).
Una de mis historias favoritas acerca del equilibrio entre la oración comunitaria y la puesta en acción está en Nehemías 4. El pueblo de Israel, recién llegado del exilio, se enfrenta a obstáculos a la hora de reconstruir el muro que rodeaba Jerusalén. Nehemías cuenta: «Oramos entonces a nuestro Dios y decidimos montar guardia día y noche para defendernos de ellos» (v. 9). El uso del «nosotros» implica que, para vigilar la ciudad, el esfuerzo de la oración era comunitario.
Hechos 13:1-3 describe una reunión de los seguidores de Jesús en Antioquía, quienes estaban alabando y ayunando cuando el Espíritu Santo los guió a encomendar a Pablo y a Bernabé para que llevaran el Evangelio a los gentiles. Los cristianos de Antioquía oraron juntos por esta nueva misión de sus amigos, una misión que daría forma a la iglesia de las siguientes generaciones. Hechos describe al menos otras once ocasiones en las que los cristianos oraron juntos, ya sea en parejas o en grupos. Hechos 4:24-30; 12:12 y 16:25 muestran ejemplos particularmente vívidos.
Yo he formado parte de un grupo de apoyo en oración por más de veinte años. Durante la pandemia, nuestras reuniones quincenales pasaron a ser por Zoom, pero nuestro patrón siguió siendo el mismo. Después de compartir lo que teníamos en mente, tanto alabanzas como necesidades, los cinco comenzábamos nuestro tiempo con oraciones de acción de gracias. La mayor parte del tiempo dábamos gracias a Dios por las cosas buenas en las vidas de cada uno. Yo experimento una alegría única cuando expreso gratitud por los dones que Dios le ha dado a estos amigos. Nuestras oraciones de gratitud se prolongan durante mucho más tiempo que cualquier tiempo de oración de gratitud que yo haya experimentado a solas.
En el grupo, nuestras oraciones de intercesión se centran en gran medida en las necesidades de los demás. A menudo me fascina cuando escucho las partes concretas de cada situación urgente por las que los otros miembros del grupo eligen orar.
Han surgido nuevos grupos que oran por la justicia racial y otras necesidades de la sociedad en los tumultuosos meses de 2020 y 2021. Estas reuniones por Zoom en las que nos unimos a orar por misioneros y por otros ministerios que trabajan por personas en necesidad han continuado con tradiciones de años de orar juntos por la participación de los cristianos en la obra de Dios en nuestro mundo. Dios nos pone en comunidades de creyentes porque todos sentimos que, de un modo u otro, seguir a Jesús por nuestra cuenta es desafiante.
A lo largo de la historia, los Salmos se han usado tanto en la alabanza comunitaria como en oraciones individuales. Los Salmos, a los que a menudo se llama «el libro de oración de la Biblia», son un indicador más de que Dios nos llama a orar de muchas maneras diferentes. Algunas de esas oraciones tendrán lugar en nuestros «armarios de oración» o en habitaciones a oscuras, y algunas se harán con otros, ya sea en parejas o grupos. Alabemos al Señor porque hemos sido invitados a acercarnos a Él con todo lo que somos y lo que tenemos.
Lynne M. Baab es autora de numerosos libros y guías de estudio bíblico, incluyendo Sabbath Keeping y Fasting: Spiritual Freedom Beyond our Appetites.
Traducción por Noa Alarcón.
Edición en español por Livia Giselle Seidel.