Se suponía que este iba a ser un año histórico para la Iglesia Bautista Bethlehem de Minneapolis, ya que la histórica congregación, mejor conocida por los 33 años en que John Piper sirvió como pastor principal, celebró su 150.º aniversario.
El instituto de estudios bíblicos y seminario Bethlehem College and Seminary (en adelante el BCS), el cual pasó de ser el instituto de formación de laicos de la iglesia a un programa acreditado, también tiene motivos para celebrar. Este otoño, la escuela recibirá a su segundo presidente, diez años después de la graduación de su primera promoción.
Sin embargo, antes de llegar a los festejos conmemorativos, la comunidad se encuentra en medio de lo que los líderes actuales han llamado «un tiempo confuso y desafiante» y «una temporada dura y difícil en la vida de nuestra iglesia». En los últimos meses, tres pastores y un miembro del personal dimitieron del Campus Centro de la Iglesia Bethlehem, junto con docenas de miembros laicos. Otros cuatro profesores y miembros del personal dejaron el seminario en el último año.
Algunos de los rostros que aparecen en el video conmemorativo 150 años de la gracia de Dios en Bethlehem ya no pertenecen a la iglesia multicampus de las ciudades gemelas de Minnesota, entre los cuales resalta Jason Meyer, sucesor de Piper y pastor de Predicación y Visión de Bethlehem. Los miembros que pasaron 10, 20 e incluso 30 años adorando y sirviendo allí, y que esperaban ser parte de esa iglesia por el resto de sus vidas, se despidieron de su hogar espiritual.
«Permanecer en Bethlehem era nuestro plan hasta que el día en que fuéramos a estar en los brazos de Jesús. No podemos ni pensar en lo que sigue», dijo Debby Pickering, cuya familia dejó la congregación cuando su marido, Bryan, renunció a su puesto como pastor. Mientras él luchaba tratando de resolver el problema, ella no sabía a dónde ir con su propia frustración y ansiedad. «Nada en la clase para esposas que imparte el seminario te prepara para esto».
Dejan atrás una comunidad relativamente grande (2400 miembros, repartidos en tres campus), cuyos líderes también están decepcionados y apenados, tanto como para que la iglesia haya decidido posponer hasta noviembre la celebración de su 150.º aniversario, el cual estaba previsto para mediados de agosto.
A diferencia de otros escándalos evangélicos de gran repercusión en los titulares, la historia de Bethlehem no es tan clara. En una carta enviada por correo electrónico a su congregación, el pastor de uno de los tres campus de Bethlehem se refirió a «cuestiones matizadas y complejas en juego» cuando se refirió a la dimisión de Meyer el mes pasado. Incluso las personas que se han marchado frustradas coinciden en que no hay una única causa o persona detrás del conflicto.
Los que se van y los que se quedan reconocen algunas de las cuestiones que han dividido a Bethlehem, muchas de las cuales también están causando tensión en otras iglesias conservadoras: la justicia racial y la teoría crítica de la raza (CRT, por sus siglas en inglés); el movimiento #MeToo y el llamado a creer en las mujeres; y la naturaleza del trauma y el abuso.
Sin embargo, debajo de esta constelación de temas candentes, también hay un desacuerdo filosófico más profundo sobre cómo abordar los diversos conflictos en sí. En el fondo, se cuestiona si, cuándo y cómo los cristianos pueden desafiar a quienes dicen estar sufriendo, y cómo equilibrar el llamado a mostrar compasión, la búsqueda de la verdad y el arrepentimiento del pecado en tales situaciones.
«Si simplemente renuncio y finjo que creo que todo en Bethlehem está bien, sería deshonesto», escribió Meyer, quien dejó la iglesia el 1 de agosto. «Más bien, creo que nuestra cultura de liderazgo ha dado un giro en una dirección poco saludable mientras tratamos de navegar por el conflicto y la división».
Particularmente desde la presidencia de Donald Trump, ha habido una profundización de las divisiones entre los evangélicos estadounidenses, exponiendo grandes desacuerdos, no en la teología per se, sino en cómo los cristianos ven sus mayores prioridades y temores en la sociedad. Esto se ha visto acelerado por la polarización política, el ajuste de cuentas racial y el estrés causado por la pandemia.
Los comentaristas han tratado de analizar las líneas de falla, y los propios evangélicos —incluido el presidente y editor jefe de Christianity Today, Tim Dalrymple [enlace en español]— han generado sus propias categorías sobre cómo las personas que comparten una fe en común pueden encontrarse en desacuerdo.
En su carta de dimisión [enlaces en inglés], Meyer hizo referencia a la «fractura del evangelicalismo» descrita en un reciente artículo de Mere Orthodoxy, que detalla cómo ciertos grupos experimentarán «diferencias significativas en la filosofía del ministerio sobre cómo contextualizar el evangelio en la encrucijada que nuestra cultura está atravesando en este momento». Mientras se arremolinaban las acusaciones de cierta «deriva liberal» bajo su liderazgo, Meyer más bien observó a su congregación moverse en la otra dirección y sugirió que un pastor de la categoría «neofundamentalista» encajaría mejor en el puesto.
Varios líderes actuales de Bethlehem, así como el nuevo presidente del BCS, Joe Rigney, señalaron una taxonomía similar descrita por Kevin DeYoung en el sitio en inglés de The Gospel Coalition.
«Parte de lo que ha sucedido, especialmente en los últimos cinco años, es que han surgido líneas de fractura entre personas con principios teológicos razonablemente similares», dijo Rigney en una entrevista con CT. Al mismo tiempo, «se ha producido una escalada, una inflación del lenguaje, de tal manera que cuando una determinada cuestión se convierte en la prueba de fuego, cuando se convierte en “o estás con nosotros o estás contra nosotros”, —en lugar de ser considerado simplemente un instinto o una tendencia diferente dentro de un principio teológico compartido— es cuando hay verdaderos problemas, y se vuelve muy difícil trabajar juntos».
Rigney se ha dado a conocer por plantear su preocupación por el «pecado de la empatía», un tema sobre el que ha escrito en Desiring God y del que ha hablado en una serie de videos presentada por Doug Wilson. Sus preocupaciones se centran en lo que él ve como expectativas contemporáneas de que la gente se una a otros que están sufriendo en su dolor. Este tipo de sensibilidades, teme, puede amenazar la relación de los cristianos con la verdad.
«Dios nos manda ser compasivos. Nos manda mostrar simpatía, pero la gente exige esa empatía, y consideran una especie de traición si te niegas a unirte a ellos en su dolor o en su queja», dice en la serie con Wilson. En este contexto de «empatía desconectada de la realidad», argumenta, «se pierde la capacidad de emitir un juicio independiente sobre cualquier cosa que digan o hagan. En otras palabras, se pierde el contacto con la verdad».
Rigney reconoce que hacer una «crítica de la empatía» suena provocador, y se ha esforzado por explicar y defender su posición en internet. Pero su opinión también ha resonado. Más de 25 personas hablaron ampliamente con CT sobre sus experiencias en el conflicto dentro de Bethlehem para este artículo. Muchos mencionaron el concepto de «empatía desconectada de la realidad» como un factor que, en su opinión, determinó las respuestas de los líderes cuando se enfrentaron a acusaciones de acoso, protección institucional y abuso espiritual.
Tres pastores «empáticos»
La salida de Meyer el mes pasado siguió a la de otros dos en el Campus Centro de Bethlehem: Ming-Jinn Tong, pastor de Ministerio en el Vecindario, anunció su dimisión en mayo; y Bryan Pickering, pastor de Atención y Asesoramiento, en junio. Los tres habían entrado en conflicto de manera intermitente con el consejo de ancianos de Bethlehem, compuesto por más de 40 miembros, y finalmente vieron que sus propios ministerios y el enfoque de la iglesia iban en direcciones diferentes.
Uno de los puntos de tensión fue un proceso que duró meses en el que se evaluaron las quejas presentadas contra un anciano de Bethlehem y profesor del BCS, Andy Naselli, al que, tras haber expresado sus comentarios en una reunión de la iglesia, se le acusó de no ser «rápido para oír, lento para hablar y lento para la ira» y, por tanto, de no ser apto para sus cargos. El consejo de ancianos concluyó en abril que las acusaciones contra Naselli no eran ciertas, pero los pastores [antes mencionados] fueron tres de los cuatro ancianos que disintieron con la esperanza de que se llevara a cabo una nueva investigación.
Se sintieron presionados por no estar de acuerdo con el resto del consejo de ancianos, hasta el punto de que algunos ancianos dijeron que consideraban «insostenible» que Tong y Pickering se quedaran dado su desacuerdo.
Pero no era solo la situación en torno a Naselli. Durante una reunión celebrada en mayo, los pastores del Campus Centro se enfrentaron a más desafíos por parte de algunos miembros del consejo. «Otro anciano en la reunión dijo del pastor Jason, del pastor Ming-Jinn y de mí que cuando predicamos u oramos públicamente, o nos comunicamos públicamente con la congregación, estamos subordinando el evangelio a otras cosas», dijo Pickering a CT.
Mientras Meyer se encontraba en mayo en un periodo sabático, Pickering y Tong fueron retirados del programa de oración y predicación de los domingos. No tardaron en dimitir.
Meyer, cuya participación en Bethlehem se remonta a 1999, regresó de su periodo sabático con lo que, según él, fue un claro llamado de que era el momento de irse también. Describió las razones de su dimisión en una carta de renuncia de 3100 palabras que se filtró recientemente, casi un mes después de que la iglesia anunciara su salida en un breve correo electrónico.
Dice que las acusaciones contra él eran «(1) que he subordinado el evangelio, (2) que he dado poder a las víctimas (he sido llamado “mimador”), y (3) que he permitido que la compasión por los demás dirija y dicte la dirección de mi liderazgo».
«En un clima de sospecha, la compasión puede parecer un “mimo”», escribió Meyer.
Un miembro laico, que asistió a Bethlehem durante más de una década y pidió que no se publicara su nombre a fin de preservar las relaciones ministeriales, dijo a CT que tenía sentido que Meyer, Pickering y Tong fueran los que se fueran, ya que eran vistos como los «empáticos». Para algunos, la disposición de estos tres pastores a escuchar y defender a los feligreses, sus enseñanzas sobre la raza y el abuso, y su liderazgo en el Campus Centro eran particularmente valiosos para Bethlehem.
«He escuchado a varias personas que han dicho cosas como que cuando escuchaban a Jason predicar, o a Ming-Jinn predicar, o a mí orar públicamente, o cuando publicaba ciertas cosas en las redes sociales, se sentían cuidados, vistos, o se sentían en sintonía con nosotros», dijo Pickering, quien dirigió la iglesia en oración los domingos siguientes a la insurrección del Capitolio, la inauguración presidencial, los tiroteos en el spa de Atlanta y el asesinato de Daunte Wright. «Y si digo que ya no es un lugar donde uno pueda decir esas cosas públicamente y mantenerse a salvo, [muchos] están pensando: “Entonces tampoco es un lugar para nosotros”».
Pero para otros, el hecho de que los pastores se centraran en cuestiones de raza y abuso reflejaba una filosofía distinta acerca del ministerio.
«Creo que la cuestión no es si debemos o no mostrar compasión (debemos hacerlo), sino si nuestra compasión estará arraigada en el evangelio, desplegada con discernimiento y con la voluntad de proporcionar corrección o reprensión (Tito 1:13)», escribió Steven Lee, pastor del Campus Norte de Bethlehem, en una respuesta a la carta de renuncia de Meyer.
«Me preocupaba cada vez más que la compasión que carece de discernimiento terminaría por socavar sutilmente la sana doctrina. Observé patrones de liderazgo que buscaban ayudar a las personas que sufrían, pero que dejaban a esas mismas personas aún más frustradas y decepcionadas».
Repercusiones de Man Rampant
Piper ha acogido y defendido al pastor y autor Doug Wilson a lo largo de los años, incluso cuando se ha convertido en una figura cada vez más polémica en el evangelicalismo por sus enseñanzas sobre la esclavitud, las mujeres y otros temas. Rigney estudió en el instituto New Saint Andrews College, fundado por la iglesia de Wilson, Christ Church, en Moscú, Idaho, y ha mantenido vínculos con él.
La entrevista sobre el «pecado de empatía» de Rigney en la serie de Wilson, llamada Man Rampant [El hombre rampante], se estrenó en octubre de 2019 como su episodio debut. Un año después, Piper, en su papel de rector de la institución, anunció que Rigney, quien había enseñado teología y literatura en el BCS desde 2007, había sido nombrado el segundo presidente del centro de estudios. Aunque Rigney sirve como pastor en una iglesia plantada por Bethlehem en St. Paul llamada Cities Church, es el primer titular del BCS que no pertenece directamente a la propia Iglesia Bautista Bethlehem.
El centro de estudios teológicos Bethlehem College and Seminary surgió como una evolución del centro de formación interno de la iglesia Bethlehem, el cual se remonta a décadas atrás. Pasó por un periodo de transición como un programa de grado formal, y finalmente recibió acreditación en 2015. La institución sigue teniendo su sede en el Campus Centro de Bethlehem y, aunque el BCS tiene su propio consejo de administración, hay un importante empalme en el liderazgo de ambos.
«Nuestro decano académico es un anciano de la iglesia. Cinco de nuestros profesores son ancianos; cuatro de nuestros administradores son ancianos», dijo Rigney. «En términos de liderazgo de la escuela, encontramos a los mismos individuos. Son los mismos individuos los que están sentados en ambos lugares. Ahora bien, evidentemente, yo soy pastor de una iglesia distinta, pero esa iglesia tiene el mismo compromiso doctrinal que Bethlehem».
Cuando se anunció que Rigney dirigiría el instituto y el seminario, algunos temían que sus puntos de vista teológicos y sus afiliaciones se confundirían con los de Bethlehem, en particular sus preocupaciones sobre la empatía, presentados en la entrevista de una hora de duración con Wilson (que ahora está en YouTube).
Janette y Steve Takata, quienes han asistido y servido en Bethlehem desde 2003 y 1990, respectivamente, estaban preocupados [al respecto], y Janette presentó una moción en la reunión trimestral de la iglesia en enero. Pidió que, antes de que Rigney tomara posesión de su cargo, los ancianos hicieran una declaración para «separar» las opiniones presentadas por Rigney en el episodio acerca de «las opiniones y enseñanzas de la Iglesia Bautista Bethlehem».
Janette Takata señaló que Rigney había sido identificado como «de Bethlehem» en el video, y que un profesor del BCS y anciano de Bethlehem había publicado una crítica otorgando cinco estrellas al episodio. Preguntó cómo el mensaje, en el que Rigney y Wilson hablaban de ejemplos de mujeres que utilizan la manipulación emocional o que alegan falsamente haber sufrido abusos, encajaría con el propio ministerio de la iglesia de cuidar de las víctimas.
Naselli, profesor adjunto de teología y Nuevo Testamento en el BCS, alzó la voz para identificarse como el autor de la crítica de cinco estrellas y dijo que si la moción se aprobaba, renunciaría. La amenaza cerró efectivamente el debate. Los Takata se sintieron sorprendidos por la respuesta. En las semanas siguientes, mientras la iglesia intentaba hacer las paces entre ellos y Naselli, la pareja se sintió difamada en el proceso, ya que el profesor llegó a calificar su moción de divisiva e irrespetuosa.
La preocupación de los Takata no se limitó a la moción, sino que presentaron una queja en la que ponían en tela de juicio si Naselli cumplía con los requerimientos para ser anciano de la iglesia. Su disputa trajo a la luz cuestiones subyacentes y diferencias filosóficas, incluso sobre el tema de las propias observaciones de Rigney.
«La actitud que sustenta la moción se ofende o hiere con demasiada facilidad, y convierte esa herida u ofensa en una cruzada», escribió Naselli en un correo electrónico a sus compañeros ancianos en febrero, refiriéndose a la moción como una forma de «cultura de la cancelación».
Naselli declaró que reaccionó en la reunión porque le preocupaba desacreditar a Rigney antes de su presidencia, toda vez que el BCS ya había pasado por un cuidadoso y escrutador proceso de selección para elegirlo. Pero también vio el debate como una representación de las otras cuestiones que se agitaban en torno a Bethlehem.
Le dijo a los ancianos:
En los últimos años he tenido una gran carga por nuestra iglesia en lo que respecta a la forma en que abordamos la armonía étnica y otras cuestiones conexas en nuestra cultura, incluida la política partidista, la teoría crítica, la teoría crítica de la raza, la interseccionalidad, el movimiento Black Lives Matter, etc.
Siento que hemos enfrentado oleada tras oleada, y que en un esfuerzo de buena fe por mantener la paz y alguna forma de unidad, no hemos hablado con suficiente claridad sobre lo que es verdadero y lo que es falso y, en cambio, hemos intentado apaciguar a la gente que se orienta hacia una ideología de izquierda, los cuales son prácticamente inapaciguables…
Cuando los Takata se reunieron finalmente con Naselli y otros líderes de la iglesia, observaron que «aquí se están formando más líneas divisorias de las que esperábamos», dijo Janette a CT. Insistieron en que pecó contra ellos «al explicar y negar», en lugar de buscar el entendimiento. Declararon: «Nos acusó falsamente de insubordinación con un pastor y actuó de una manera intencionadamente divisoria».
Pero Naselli, según las transcripciones de los Takata, habló de la diferencia entre la intención y el impacto y, en última instancia, no consideró que su respuesta fuera pecaminosa. «Me siento terrible de saber que los he herido, y lo asumo y lo lamento, y lo siento mucho», dijo. «No estoy convencido de haber pecado contra ustedes. No tenía ninguna mala intención contra ustedes».
Más tarde se disculpó por no haber sido «pronto para oír» en el momento, así como en discusiones posteriores sobre el incidente, si bien en abril los ancianos consideraron infundados los agravios contra él. Naselli no respondió a las múltiples peticiones de CT para que ofreciera comentarios para esta historia.
El discurso directo de Andy Naselli
Las noticias de las quejas oficiales contra Naselli, uno de los profesores más conocidos del instituto BCS, llegaron a los oídos de sus más de 400 graduados. Él es muy respetado por sus conocimientos y su rigor, y obtuvo dos doctorados (de la Bob Jones y de la Trinity Evangelical Divinity School, respectivamente) antes de cumplir treinta años de edad. Escribe para The Gospel Coalition y trabajó durante mucho tiempo como asistente de investigación de D. A. Carson.
Naselli solía comenzar el semestre con una explicación de la terminología del discurso directo frente al discurso mitigado de Malcolm Gladwell: directo es las órdenes que das cuando un avión está a punto de estrellarse, y mitigado es las sutilezas que utilizas por cuestiones de cortesía. La conclusión estaba clara: él no iba a adornar esa clase con dulzura.
Incluso con esa advertencia, había momentos en los que el tono y la conducta en la clase se intensificaban en contraste con otras asignaturas en el BCS. Cuatro estudiantes recordaban los intensos debates que se dieron en su curso de 2019 sobre ética cristiana y apologética. En una de las clases, Naselli discutió con los que no estaban de acuerdo con él en si el mal era creado, hasta el punto de que él apretó los puños, gruñó y dijo que la posición contraria era «casi una herejía». Acusó al estudiante de «diluir la Biblia con su propia percepción del mal y su existencia», según Brax Carvette.
«Esto me resultó incomprensible. Habíamos aprendido la doctrina de San Agustín en clase», dijo Carvette. «Fue una conversación muy acalorada. Y muy decepcionante. Hasta ese momento pensaba que él era un tipo bastante agradable y autoritario en sus enseñanzas».
Cuando el debate escaló y se llegó a los insultos, Jeffrey Hall se unió al grupo de estudiantes que defendían la posición agustiniana del mal como privación, o el mal como ausencia del bien. Su experiencia en aquella clase lo llevó a escuchar a otras personas que habían sido desafiadas por Naselli, y recogió testimonios de preocupaciones de una docena de estudiantes y los presentó ante los líderes de la iglesia en el BCS el año siguiente.
El BCS es una escuela confesional en la que los profesores enseñan a partir de su confesión de fe de 52 páginas, pero pueden asistir estudiantes de otras tradiciones. La mayoría, no obstante, provienen del movimiento Young, Restless, and Reformed [Jóvenes, Inquietos y Reformados]. Se sienten atraídos por la teología reformada y el hedonismo cristiano de Piper, que se refleja en el lema de la institución: «La educación es un gozo serio».
«En una clase llena de hombres que darían su vida por el evangelio, escuchar a alguien, que supuestamente te está formando para el ministerio, dudar de tu compromiso con ese evangelio porque no estás convencido de que él tiene la razón es algo muy difícil con lo que lidiar», dijo Karl Grant, quien tuvo como profesor a Naselli en el seminario, cuando era el único luterano del programa. «Él tenía poder para aplastarme sin más. Yo solía preguntarme si yo era demasiado blando. Ahora me pregunto por qué él fue tan duro».
La queja de Hall fue una de las quejas oficiales presentadas contra Naselli el año pasado. Tabb y otros líderes del BCS llevaron a cabo la investigación de las quejas de los exalumnos, que concluyó en agosto de este año. Algunos de los estudiantes actuales del seminario dicen que están satisfechos con el resultado y que han visto arrepentimiento por parte de su profesor tras la investigación.
Aunque el proceso se llevó a cabo con la aprobación de los pastores de Bethlehem y la junta de ancianos, algunos querían que la iglesia realizara su propia investigación acerca de Naselli el último año. Antes incluso de la selección de Rigney y de la investigación a Naselli en el BCS, los líderes de la iglesia habían comenzado a reconsiderar lo que significaba para el instituto y el seminario ser una escuela «con base en la iglesia» cuando ahora esta tenía tres campus en vez de uno. Kenny Stokes, pastor y anciano en Bethlehem, y profesor adjunto y administrador del BCS, contó a CT que actualmente están debatiendo cómo clarificar protocolos y políticas entre las dos instituciones.
El año pasado, Pickering y Meyer renunciaron a sus puestos como profesores en el BCS, y Pickering citó las «ofensivas» quejas de un estudiante contra un «profesor y anciano» entre sus razones primordiales. También se opuso a la elección de Rigney como presidente por cómo complicaba la relación del BCS con la iglesia y por su afiliación con Wilson. Meyer también había dimitido de la junta de administradores del BCS.
Cuando Christina Boyum, graduada del BCS, comentó lo que había ocurrido en clase de Naselli con un compañero de iglesia en Bethlehem, este le dijo: «Que un estudiante se sienta herido no significa que se haya pecado contra él. No está mal sentirse agraviado».
La antigua alumna del BCS dijo que esa persona continuó diciendo: «Venimos de una generación para la que es completamente normal lo que enseña Naselli sobre filosofía—y Don Carson. Ellos están tratando de fortalecerte. Estás aprendiendo a no dejarte llevar por las emociones. Esta generación —de gente joven— no está preparada para sobrevivir en el mundo con el que se van a enfrentar».
Esta idea ha surgido en la conversación cultural con términos más capciosos y a menudo menos teológicos: la excesiva sensibilidad de la «generación copo de nieve», el debate sobre los avisos de contenido y el éxito de ventas de 2018 The Coddling of the American Mind [Los mimos de la mente estadounidense].
En Bethlehem, Rigney dijo: «Queremos dejar de consentir la mente estadounidense, o al menos la mente cristiana. No queremos que esté en juego esa clase de escalada, de inflación y fragilidad. Esto es parte de todo nuestro enfoque educativo». (Declinó hacer comentarios sobre Naselli o cualquier miembro específico de la facultad).
Boyum dijo que sentía que debía expresar sus quejas debido a su formación en Bethlehem. Después de todo, sus profesores y pastores «sirvieron de modelo de un modo de compromiso con el mundo no desde el miedo y la sospecha, sino con apertura y pensamiento crítico».
«Amo muchas cosas de Bethlehem. Francamente, mis preocupaciones vienen precisamente por haberme graduado en su programa. Creo que hay aspectos de la cultura del BCS que son inconsistentes con la misión y la visión que he llegado a amar», dijo ella. Hace referencia a los seis hábitos que dan forma a la educación del BCS: observar, comprender, evaluar, sentir, aplicar y expresar. «Cuando hablamos acerca de los seis hábitos del corazón y la mente [tenemos que] hacerlo de verdad».
Rigney dijo que, como cristianos hedonistas, sentir se convierte en un distintivo educativo en el BCS. «Ponemos en alta estima que la educación sea un gozo serio, y por lo tanto pensamos que las emociones son importantes», dijo él. «La clave, de muchas maneras —quizá ahora yo siento esto de manera más directa—, está en el modo en que nuestras respuestas emocionales a la realidad necesitan estar en concordancia con la realidad».
Rigney reconoce el abuso espiritual como algo que ocurre en contextos cristianos, pero también cuestiona lo que ha visto como la posibilidad de que la crítica o la corrección desde una posición de autoridad sea «exagerada» y calificada como abuso. Del mismo modo, el pastor Lee, en el Campus Norte de Bethlehem, se refirió a la acusación de abuso espiritual contra Naselli como el resultado de una «escalada de conceptos», y sugiere que el significado del abuso y de la calidad de víctima se han expandido demasiado.
Armonía étnica
El año pasado, cuando el decano académico del BCS Brian Tabb revisaba las acusaciones de los estudiantes contra Naselli, la escuela también se sometió a una investigación por separado en respuesta a un grupo de antiguos y actuales empleados que expresaron su gran preocupación por el liderazgo y la cultura laboral, incluyendo la posición de las mujeres y de las minorías en la escuela. La investigación descubrió que las políticas del BCS no violaban las leyes laborales. La escuela también contrató este año a su única profesora, Betsy Howard.
Al concluir ambas investigaciones, Johnathon Bowers —quien ha dado clases durante una década en el BCS— no se sintió mejor por las crecientes reservas que ha tenido con respecto a su posición en la institución. «No hay un único factor que me haya conducido a salir de esta escuela. Han sido muchos los factores que han influido con el paso del tiempo», escribió en su carta de renuncia el año pasado.
Bowers era un profesor que esperaba con ansias el primer día de clases cada año y al que le encantaba interactuar con los estudiantes. Tabb, en un correo electrónico de octubre de 2020 que anunciaba los últimos días de Bower en el BCS, le describe como «estimado por los estudiantes y colegas por su excelente enseñanza, el buen humor, la compasión por los marginados y una amistad leal».
Le ha costado mucho dejar atrás las clases. Dijo que sentía la convicción de que no podía seguir en el BCS en buena conciencia y a finales de 2020 su familia también dejó Bethlehem.
Entre sus preocupaciones, el antiguo profesor adjunto de Teología y Filosofía escribió que los líderes usaban «las Escrituras o el vocabulario cristiano para despreciar las quejas de los empleados y los estudiantes», y que se sintió presionado a «pasar de puntillas» por el tema del progreso racial. Bowers dijo que en el BCS «el movimiento de “Black lives matter” se percibe más como amenaza que el racismo mismo, que ha hecho esa frase necesaria».
También expresó sus recelos por cómo se trataba a las mujeres, cosa que él aseguraba que era el resultado de actitudes que iban más allá de las convicciones complementaristas, así como por los vínculos de Rigney con Wilson.
Piper respondió al relato de Bowers en un correo electrónico a la comunidad universitaria, diciéndoles que su descripción no se alineaba con la que él tenía en su calidad de rector.
«Si descubren con el tiempo que las percepciones de Johnathon son ciertas, será justo que busquen otro lugar en el que estudiar o trabajar. Y, en tal caso, será justo que la escuela se marchite y muera. Como debería ser», escribió. «Pero si ustedes ven lo que yo veo, y si experimentan esta comunidad (el liderazgo, la facultad y los estudiantes) como cariñosa, comprensiva y justa, y si ustedes comparten mi entusiasmo acerca del futuro con el liderazgo de Joe Rigney y bajo la providencia misericordiosa de Dios, entonces creo que juntos caminaremos en verdad y amor, y tendremos un gran impacto para la gloria de Cristo».
La sensibilidad por el movimiento Black Lives Matter y los diferentes enfoques hacia las cuestiones raciales contemporáneas golpean de manera particularmente dura a la comunidad de Bethlehem. Muchos en el BCS, incluyendo al mismo Bowers, se sintieron influidos por el libro de Piper de 2011 Bloodlines, la confesión de su propio racismo y su deseo de diversidad.
La conversación cristiana acerca del racismo ha recorrido un largo camino en estos últimos diez años desde la publicación de Bloodlines, y ha tomado más peso tras la reciente serie de asesinatos de alto perfil por parte de policías, de las cuales tres ocurrieron solo en el área de Minneapolis: Philando Castille, George Floyd y Daunte Wright. Al mismo tiempo, ha llegado al máximo la preocupación de que el pensamiento secular invalide los enfoques bíblicos de la raza, particularmente en lo relativo a la teoría crítica de la raza.
«No empecé a experimentar conflictos regulares hasta que comencé a defender cuestiones de justicia racial», le contó Bowers a CT.
Los tres pastores que se han marchado de Bethlehem vivían a pocos kilómetros de donde George Floyd murió en 2020. Tong lideró los esfuerzos de la iglesia para ayudar a la comunidad en la inquietud y el duelo que siguieron a la muerte de Floyd, e incluso ayudaron a montar tiendas de comestibles improvisadas.
Tong, taiwanés estadounidense, también llevó el atuendo tradicional chino cuando predicó el domingo siguiente al tiroteo en el salón de masajes de Atlanta. Pickering y él, que leyeron los nombres de las víctimas en oración esa semana, recibieron críticas de uno de los ancianos por poner sobre la mesa el tema de la raza como uno de los componentes del incidente.
Los estudiantes también vieron los efectos, ya que los profesores cada vez estaban menos dispuestos a darle mérito a conceptos que se habían asociado con la teoría crítica de la raza, como el prejuicio institucional. «Cada vez van un poco más lejos», dijo Josh Panos, alumno de BCS. «Hay cosas que los profesores habrían admitido en clase cuando comencé que ahora no estarían dispuestos a admitir».
Bethlehem usa la expresión «armonía étnica», creyendo que la etnicidad refleja mejor las categorías culturales que se describen en la Biblia que la palabra raza, que es algo principalmente biológico o físico. La iglesia conformó un equipo de trabajo para la armonía étnica en 2019 para revisar cuestiones como la representación y la diversidad dentro de la iglesia y el liderazgo.
El grupo enfrentó rechazo de parte de los ancianos y pastores, a quienes les preocupaba que su enfoque se centrara solo en los aspectos en los que Bethlehem no se estaba esforzando lo suficiente en cuestiones raciales. Después, lo que se descubrió no fue presentado a la iglesia en su totalidad sino hasta un año y medio después de que se le haya entregado el informe a los ancianos. Al final, siete de los diecisiete miembros originales del grupo de trabajo acabaron dejando Bethlehem, cosa que los ancianos vieron como una confirmación de que sus recelos acerca del grupo estaban justificados.
En febrero de 2021 la iglesia publicó una declaración sobre la armonía étnica que afirma el amor al prójimo de los cristianos más allá de las líneas étnicas, pero niega que «la diversidad étnica deba ser un fin en sí mismo» y rechaza «todos los sistemas de pensamiento que ven las relaciones en primer lugar a través del cristal del poder; es decir, que aquellos con más poder son inherentemente opresores, y aquellos con menos poder son inherentemente oprimidos».
Como ocurre en muchas iglesias evangélicas que son de mayoría blanca, algunos miembros de la congregación creen que la iglesia estaba esforzándose muy poco en abordar la armonía y la justicia étnicas, mientras que otros sentían que se le estaba prestando demasiado atención al tema.
El Campus Centro era el más diverso de los tres, en el cual las personas de color representaban el 21 por ciento de los asistentes. Meyer dijo a su congregación que esperaba que se siguiera hablando de la raza desde el púlpito. El domingo siguiente al asesinato de George Floyd, él predicó sobre el racismo y el llamado a sentarse en solidaridad con aquellos que están sufriendo. Meyer dijo: «Si a ustedes como iglesia no les gusta lo que he dicho hoy, tendrán que conseguir otro pastor, porque yo creo en esto con todo mi ser».
Repensar el abuso
La cuestión del abuso también tiene una resonancia particular en Bethlehem. En los años posteriores a que Piper se marchara en 2013, Bethlehem tuvo que reconocer el maltrato doméstico en matrimonios complementaristas. Meyer predicó en 2015 contra los peligros del «hiperliderazgo» y defendió que no hacer nada cuando uno se enfrenta a un caso de maltrato es como ponerse del lado del abusador. La iglesia continuó revisando sus posturas sobre el divorcio y comenzó un equipo ministerial de respuesta para cuidar de las víctimas.
Echando la vista atrás, Pickering, como consejero, desea que la iglesia hubiera establecido un entendimiento del abuso sistémico antes de centrarse en el maltrato doméstico en 2015.
Habría sido más sencillo, dijo, partir de entender el abuso dentro de las instituciones y los sistemas, como puede ser el caso con el abuso espiritual y el racismo, para llegar al modo en que el abuso se manifiesta en las relaciones matrimoniales. Pero es más difícil cambiar la manera de pensar de las personas del otro modo, aunque cada vez hay más recursos —libros como Something’s Not Right: Decoding the Hidden Tactics of Abuse [Algo no está bien: Descodificando las tácticas ocultas del abuso] y Freeing Yourself from Its Power [Libérese de su poder] de Wade Mullen y A Church Called Tov: Forming a Goodness Culture That Resists Abuses of Power and Promotes Healing [Una iglesia llamada buena: Formar una cultura de la bondad que resista los abusos de poder y promueva la sanación] de Laura Barringer y Scot McKnight— que están cambiando el modo en que la gente ve el abuso dentro de la iglesia.
Los líderes de la comunidad de Bethlehem, sin embargo, dijeron que a ellos les preocupaba que estas nuevas sensibilidades estuvieran dañando su capacidad para liderar y pastorear a aquellos que estaban bajo su cuidado. Rigney, en el BCS, se lamentó de lo complicado que resulta responder «si una palabra dura inmediatamente se convierte en abuso». Al pastor Lee, en el Campus Norte, le preocupa que incluso una crítica amable y de buen corazón esté en riesgo de ser ignorada. «¿Hay alguna manera de hacer cualquier clase de reprensión o amonestación cuando alguien está herido?», se preguntaba.
Sarah Brima y su marido eran miembros de Bethlehem y de la iglesia Cities Church de Rigney, pero se marcharon en parte debido a la afiliación de este con Wilson. Ella describió lo difícil que resultó dejar una iglesia que habían ayudado a plantar, incluso cuando surgieron desacuerdos acerca de la raza y el género. «Con estas iglesias tan centradas en la teología, consideramos nuestra teología en tan alta estima que cuando nos marchamos sentimos como si estuviéramos dejando la ortodoxia al dejar nuestra iglesia», le contó a CT. «Si así es como te sientes, probablemente haya un problema».
Brima, que es blanca, y cuyo marido es negro, dijo que vio que la idea del «pecado de la empatía» se usaba para protegerse de la crítica y cree que puede hacer «un daño único» a las mujeres y a las minorías, minimizando aparentemente sus sentimientos y experiencias. «Cuando nos encontramos con cuestiones que afectan al núcleo de la identidad de una persona, es natural tener respuestas viscerales», tuiteó ella. «Esta respuesta, por supuesto, se etiqueta como inmadura, manipuladora y reactiva».
El pasado domingo, los diferentes campus de Bethlehem comenzaron a reunirse para discutir la carta de Meyer y las razones para su renuncia. Las salidas afectan más directamente al Campus Centro, donde Stokes, pastor de plantación de iglesias de Bethlehem, ha asumido algunas de las tareas de Meyer a corto plazo.
Durante los difíciles momentos de los últimos meses, se ha acordado del versículo de Santiago 3:17: «En cambio, la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera». Mientras el Campus Centro se duele por la pérdida de los líderes y amigos que llevaban tanto tiempo allí, Stokes dice que continúa respondiendo preguntas, pero tiene la sensación de que casi todos los miembros que quedan están comprometidos a quedarse.
En el Campus Norte, Lee le contó a CT que su congregación, el campus más grande de Bethlehem, se ha visto incentivada por la franqueza de la discusión y está preparada para avanzar. Animó a su rebaño a considerar su propia experiencia a la luz de las afirmaciones de Meyer de que ha habido un giro hacia el «neofundamentalismo» y la «unidad cultural».
«Tenemos espacio para crecer, aunque sé que los ancianos de aquí en el Campus Norte han buscado pastorear no por obligación, sino voluntariamente, no por ambición de dinero, sino con entusiasmo, y no tratando de dominar a los demás sino con afán de servir como ejemplos para el rebaño (1 Pedro 5:2-3)», escribió Lee en su correo.
Abigail Dodds, que asiste al Campus Norte, dijo que la mayoría sigue confiando en el liderazgo de la iglesia —no por lealtad ciega, sino basándose en el conocimiento personal de su carácter— y que ella ha visto una «unidad renovada alrededor de la Palabra de Dios y una esperanza más profunda en Cristo entre nuestros miembros» en las últimas semanas.
«Bethlehem está en buenas manos», dijo ella. «Él no nos necesita, pero por su gracia, y a través de su Hijo, le pertenecemos. Continuaremos encomendándonos a Él en cada circunstancia».
Discernir la verdad
Las iglesias e instituciones evangélicas de todo el país están intentando salir adelante en medio de sus propias divisiones, pero el proceso puede ser doloroso. Stokes dijo que, incluso sin acusaciones de herejía o de un falso evangelio, por las meras diferencias de enfoque «la discusión puede parecer muy personal. Los desacuerdos en esta área pueden parecer ataques personales o ataques doctrinales, cuando no son ni una cosa ni la otra».
La situación en Bethlehem destaca no solo ciertos problemas que se están debatiendo, sino también las filosofías en conflicto que dan forma a las respuestas de los cristianos: ¿estamos dando tanta cabida a los sentimientos que estamos señalando un «pecado» donde no hay pecado? ¿Nos estamos preocupando lo suficiente por nuestra responsabilidad de llorar con los que lloran? ¿Y hay personas en ambos lados echando en cara del otro la verdad y la gracia, y distorsionando el camino de Jesús?
En Bethlehem, la mayor fuente de frustración y disgusto, en muchos casos, no viene de las mismas quejas, sino de la resistencia y las actitudes a las que las personas dicen que se enfrentan cuando intentan presentar esas quejas.
Ann Mekala y su marido, que estuvo en el grupo de trabajo de la armonía étnica, dejaron la iglesia hace un par de años. Ella también dejó su trabajo en el campus de Bethlehem después de informar de lo que ella vio como una conducta dominante y sexista de parte de un compañero de trabajo, y encontrarse con que los líderes echaban la culpa del conflicto a la personalidad y a las ambiciones de ella. Ella llamó a lo que ocurrió «un doble abuso».
Los Takata, al igual que el grupo de los antiguos estudiantes de Naselli, sentían como si también hubieran pasado por un complejo proceso de orar, informar, documentar, planear, reunirse y trabajar para resolverlo, solo para terminar el proceso sin la convicción de que se hubieran comprendido del todo sus preocupaciones y con la sensación de que nada cambiaría como resultado.
Mientras tanto, los ancianos de la iglesia y los administradores del BCS llegaron a la conclusión de que los procesos funcionaron, en gran medida, como se esperaba, pero llegaron a conclusiones diferentes que los acusadores. Para ellos, no siempre están justificadas las afirmaciones de conducta inapropiada o abuso. Los sentimientos heridos no siempre son una señal de que se ha pecado contra alguien. Ellos también estaban disgustados, puesto que su búsqueda de la verdad y la evidencia se había percibido como que no creían a las víctimas o no mostraban compasión.
«Una de las cosas que sale a flote en la conversación sobre el abuso es que los abusadores y sus comunidades hacen luz de gas y minimizan lo que han hecho», dijo Rigney. «Vas a tener a personas a ambos lados diciendo que están haciendo montañas de un grano de arena y después a otras personas además diciendo que tú estás haciendo granos de arena de montañas. Parte de lo que quiero decir es que realmente hay una respuesta a esa pregunta».
Las dos partes de un conflicto quieren llegar al fondo de lo que realmente ha ocurrido; como cristianos, están dispuestos a trabajar en busca de justicia y reconciliación donde les sea posible. Pero en los contextos en los que los creyentes ya están de acuerdo en tener la Verdad con mayúsculas, hay incluso más efectos secundarios cuando no consiguen ponerse de acuerdo con las muchas verdades con minúsculas de una situación.
Traducción por Noa Alarcón y Livia Giselle Seidel
Edición en español por Livia Giselle Seidel