Desde el jueves 9 de octubre, la policía ha detenido a casi 30 pastores y miembros del personal de la Iglesia Sión, una influyente red de iglesias chinas que se reúnen en casas, en lo que muchos temen que sea el comienzo de una nueva ola de persecución contra los cristianos en China.
Las detenciones tuvieron lugar en al menos seis ciudades de China. Más de diez agentes irrumpieron el viernes en el apartamento del pastor principal Jin «Ezra» Mingri en Beihai, en la provincia de Guangxi, y registraron su casa durante toda la noche antes de llevárselo esposado, según reporta la organización sin ánimo de lucro ChinaAid [enlaces en inglés]. Las autoridades detuvieron a otro pastor en el aeropuerto de Shenzhen. Los miembros de la iglesia han perdido contacto con más de una decena de congregantes en Beihai y no saben si también han sido detenidos.
La hija de Jin, Grace, que vive en Maryland, cerca de Washington D. C., se enteró de la redada el viernes 10 de octubre por la mañana cuando se despertó y vio una carta firmada por su padre pidiendo oración tras el arresto del pastor Wang Lin. Luego recibió una llamada de su madre, que también vive en Estados Unidos, quien le dijo que había perdido contacto con su padre. Más tarde se enteraron de que estaba detenido en Beihai.
Grace siempre supo que esto podía pasar. En 2018, el gobierno cerró el santuario de la Iglesia Sión en Pekín. Sin embargo, desde la pandemia, la iglesia ha crecido rápidamente gracias a su modelo híbrido de servicios de transmisión en vivo a pequeños grupos en todo el país. Hoy en día, la red de la iglesia incluye a casi diez mil personas repartidas en 40 ciudades.
Probablemente debido a este crecimiento, el gobierno chino ha tomado cada vez más medidas contra la iglesia, interrumpiendo en diversas ocasiones los servicios y deteniendo tanto a pastores como a miembros de la iglesia, aunque en el pasado los había liberado al cabo de algunos días. «No quería creer que esto estuviera sucediendo», dijo. Intentó restar importancia a la desaparición de su padre, pensando que tal vez los funcionarios solo lo habían invitado a «tomar el té» (un eufemismo en China para referirse a los interrogatorios policiales).
«No quería ver lo que eso implicaba».
Jin, de etnia coreana y procedente del noreste de China, se convirtió al cristianismo después de que la masacre de la plaza de Tiananmen lo dejara desilusionado con respecto al gobierno comunista del país. En una iglesia local, encontró la esperanza que no había podido encontrar en ningún otro lugar. En 2007, fundó la iglesia Sión con menos de 20 personas. Una década más tarde, Sión ya era una de las iglesias domésticas no registradas más grandes de China, con unos 1500 miembros y más de 20 pastores. Cuando visité la iglesia en Pekín en 2018, antes de la represión, la iglesia se reunía en el tercer piso de un edificio de oficinas, donde tenían un santuario moderno y espacioso, con su propia cafetería y librería cristiana.
El gobierno comenzó a amenazar con el cierre de la iglesia en agosto de 2018, después de que Jin se negara a instalar cámaras de seguridad en el santuario. Las autoridades presionaron a unos 100 miembros de la iglesia para que dejaran de asistir. En septiembre de ese año, el gobierno oficialmente prohibió la asistencia a la iglesia y cerró la propiedad. Ese año, la policía detuvo a Jin y a otros líderes durante unas horas antes de ponerlos en libertad.
La redada de esta semana fue diferente, dijo Sean Long, un pastor de Sión que cursa un doctorado en teología en la universidad Wheaton en Chicago. En una acción coordinada, la policía de ciudades de todo el país ejecutó órdenes de detención contra los líderes y el personal. Han sido acusados con cargos de «difusión ilegal de información religiosa a través de internet», dijo Long.
Sin embargo, Long señaló que Jin había anticipado desde hacía tiempo una represión. En 2018, incluso antes de que se cerrara la iglesia, Jin intuyó que se avecinaba una persecución y envió a Long y a su familia al extranjero para que la detención de los pastores no dejara a la iglesia sin liderazgo. La esposa y los tres hijos de Jin también se trasladaron a Estados Unidos para que el gobierno no pudiera utilizarlos como parte de la negociación.
Este año, Jin volvió a presagiar una tormenta. En una videollamada con Jin, Long le preguntó qué pasaría si arrestaran a todos los líderes de Sión. Jin respondió: «Aleluya, porque se avecina una nueva ola de avivamiento».
Una carta de oración de la Iglesia Zion publicada el sábado enumeraba otras iglesias domésticas que recientemente han enfrentado persecución: en mayo, la policía de Xi’an detuvo al pastor Gao Quanfu, de la iglesia Luz de Sión, por supuestamente «utilizar actividades supersticiosas para socavar la aplicación de la justicia». En junio, las autoridades encarcelaron a diez miembros de la iglesia Candelabro de Oro en Linfen por cargos de fraude, y condenaron al pastor Yang Rongli a quince años de prisión.
Ahora que los líderes de la iglesia Sión que vivían en China han sido detenidos, Long y varios otros pastores que residen en el extranjero, incluidos Corea del Sur y Canadá, seguirán pastoreando la iglesia en línea.
El domingo, tres días después de que comenzara la represión, las 100 iglesias fundadas por Sión y que cuentan con entre 5 y 50 personas, se reunieron para el culto como lo hacen todas las semanas, dijo Long. Algunos grupos se reúnen en salones, mientras que otros alquilan salones privados en restaurantes. En la reunión en línea, un pastor de Sión que reside en Corea del Sur predicó un sermón sobre el apedreamiento de Esteban (Hechos 7:54-60), el primer mártir cristiano, seguido de una breve palabra de aliento y bendición por parte de Long. Después, mantendrán conversaciones presenciales o estudios bíblicos. Algunos compartirán los alimentos juntos.
«Sin sufrimiento no hay gloria: ese es el ADN espiritual más importante del movimiento de iglesias domésticas chinas a lo largo de la historia», dijo Long. «Estamos dispuestos a pagar el precio del costo de ser discípulos».
Relacionado
