En el mundo árabe actual, la guerra en Gaza domina las noticias, con su pequeña comunidad cristiana palestina atrapada en el fuego cruzado. Pero en la última década, las iglesias antiguas en Siria e Irak han enfrentado persecución, mientras que la inestabilidad política y el terrorismo han amenazado a los creyentes en Egipto, Líbano y Jordania.
Sin embargo, la actividad de la iglesia en esta región abarca mucho más que guerra y persecución, como lo demuestra el capítulo sobre Oriente Medio y África del Norte (MENA, por sus siglas en inglés) en el Informe sobre el Estado de la Gran Comisión del Movimiento de Lausana. Por ejemplo, las congregaciones han atendido a los refugiados y los ministerios en línea se han expandido.
Un avance notable es el aumento en el número de creyentes de origen musulmán.
El informe ofrece una descripción fatal del cristianismo en la región MENA: «Las perspectivas para todas las comunidades cristianas son negativas». Sin embargo, la sección sobre los cristianos de origen musulmán concluye con esperanza en medio de la devastación, y predice que «de entre la mayoría de la gente, una nueva iglesia surgirá de las cenizas de las estructuras tradicionales».
CT habló con Rafik Barsoum, coautor del capítulo de Oriente Medio y Norte de África, presidente de Message to All Nations y pastor de una iglesia digital lanzada en 2022, a fin de analizar en profundidad las ideas clave del informe. Barsoum describió las dificultades que enfrentan tanto los cristianos de origen musulmán como los creyentes de origen cristiano, el testimonio que ofrecen ambos grupos y por qué no le gusta esta distinción.
¿Por qué el informe comienza con una valoración negativa?
Por ejemplo, Irak está casi desprovisto de cristianos. La región está sufriendo guerras, hambruna, terrorismo, pobreza, inestabilidad y disturbios en todos los sentidos. Y como en cualquier disturbio en cualquier lugar, las minorías son las primeras en verse afectadas. En casi todos los países, si no se enfrentan a una persecución abierta, luchas como estas presionan a los creyentes para que abandonen la región.
Las iglesias antiguas están perdiendo a su gente. Oriente Medio fue en el pasado un faro de la historia cristiana; ahora corre el riesgo de perder su presencia cristiana.
Pero estas luchas no sugieren un panorama sombrío en lo que respecta a la obra de Cristo. Hemos visto señales de avivamiento en la última década como nunca antes, pero se ha pagado un precio que no suele ser cubierto por las noticias o los análisis políticos. No queremos que esta persecución continúe, pero están surgiendo nuevas señales de esperanza.
Una de estas señales de esperanza es la comunidad de cristianos de origen musulmán, a la que el informe llama un «movimiento».
La palabra movimiento es un término misiológico que describe una conciencia intangible de que Dios está atrayendo a la gente hacia sí mismo de maneras que no podemos explicar, más allá del trabajo de una iglesia u organización en particular. Es como Jesús le dijo a Nicodemo: el viento sopla donde quiere, y vemos sus efectos en la ola que se está formando. La gente está llegando a conocer la verdad a través de sueños y visiones, el trabajo de los misioneros, el testimonio de la iglesia y el ministerio de los medios de comunicación en línea.
En medio de la agitación política, la gente está desafiando tabúes y engaños del pasado —independientemente de este movimiento, pero también al presenciar el amor cristiano en acción—. Dios está haciendo algo único.
Sin embargo, el informe califica este movimiento de «pequeño». ¿Cómo debería medirse?
El movimiento cristianos de origen musulmán es pequeño comparado con nuestras aspiraciones.
Queremos ver más, aunque no podamos comprender su verdadera magnitud: solo la eternidad nos lo revelará. Nos encanta evaluar los números para alentarnos y evaluarlos, pero mientras hacemos nuestra debida diligencia, deberíamos pecar de cautelosos en cualquier cálculo. Después de todo, Jesús comparó el reino con un grano de mostaza, pequeño en apariencia, pero grande en importancia.
Pero tengo una preocupación más seria que plantear sobre la terminología que se usa con frecuencia sobre «creyentes cristianos de origen musulmán» y «creyentes de origen cristiano».
Vengo de una familia egipcia cuyas raíces se remontan a la época de Cristo. Y fuimos de los primeros evangélicos cuando llegaron los misioneros de Occidente. Pero clasificar a los creyentes en función de su origen no es saludable a largo plazo.
Todos tenemos diferentes trasfondos, salvo nuestra experiencia compartida del pecado y la muerte. Sin Cristo estamos perdidos, y con Él somos salvos para una vida abundante. Reconocemos que la comunidad de cristianos de origen musulmán tiene características distintivas, pero alentamos firmemente a la gente a no dividir el cuerpo de Cristo en categorías. En los últimos quince siglos, el mundo musulmán nunca ha visto surgir tantos testimonios como ahora. Sin embargo, nuestro informe no pretende aislarlos del panorama cristiano más amplio; más bien, se reconocen implícitamente en cada descripción.
Nuestro papel particular como creyentes de origen cristiano es quitar las etiquetas mientras enfatizamos la unidad.
Muchos cristianos de origen musulmán celebran sus cultos separados de otros cristianos. ¿Es esto apropiado?
Depende de las circunstancias.
En muchos lugares, es necesario celebrar cultos separados debido a preocupaciones de seguridad, presiones familiares y sociales, o prejuicios de ambas partes. En otros entornos, es posible que los cristianos de origen musulmán y los de origen cristiano se reúnan juntos. Pero en todos los casos, somos uno en Cristo y estamos unidos en el cielo. No podemos aconsejar que no se celebren reuniones separadas para los cristianos de origen musulmán, pero enfatizamos nuestra solidaridad ontológica.
Que ambos grupos celebren como un solo cuerpo solo se puede decidir a nivel local. No vivimos en un mundo ideal, pero bíblicamente hablando no hay judíos ni gentiles, ni cristianos de origen musulmán ni creyentes de origen cristiano. Quiero que nuestra eclesiología sea correcta en principio, pero que permita diferentes expresiones, ya que tenemos que hacer lo que sea posible cuando el ideal es esquivo.
Insto a los cristianos de origen musulmán y a los creyentes de origen cristiano a que se consideren unos a otros como amados compañeros. Estamos construyendo el reino de Dios juntos, unidos para siempre en la eternidad. Bien podríamos disolver nuestras diferencias ahora.
¿De qué otras maneras la vida trae desafíos particulares para los cristianos de origen musulmán?
El mundo musulmán es muy diverso: desde contextos fundamentalistas estrictos con una alta tasa de persecución hasta contextos más modernos y seculares que permiten una mayor variedad —al menos en teoría—. La persecución existe a gran escala.
Muchos cristianos de origen musulmán han perdido sus empleos, sus propiedades y su herencia. Se enfrentan a la disolución de sus familias. Cuando sus apellidos indican ser de origen musulmán, sus hijos reciben una educación islámica en lugar de cristiana en la escuela. Las mujeres suelen ser las más afectadas, ya que tienen menos protección social.
Pero también existe un desafío que surge de la comprensión que tienen los cristianos de origen musulmán con respecto a su identidad. La fe está entrelazada con lo que ellos mismos son, no se trata solo de un sistema de creencias como en muchos países occidentales. En la mentalidad oriental, yo existo gracias a que existimos todos. No se trata solo de cambiar de religión, sino de desprenderse de sus raíces. Es un gran desafío psicológico llegar a Cristo, y este factor no es fácil de abordar.
Admiro el valor de nuestros amigos cristianos de origen musulmán y me regocijo por la gracia que Dios les otorga. Muchos están madurando en su fe y asumiendo roles de liderazgo y servicio en la iglesia.
El informe también menciona su valentía, en particular en lo que respecta a la «aceptación pública» de la fe por parte de los cristianos de origen musulmán. En medio de la persecución, ¿es necesario que proclamen abiertamente su cristianismo?
Este es un tema polémico en los círculos misioneros. Pero Jesús dijo: «A cualquiera que me confiese delante de los demás yo también lo confesaré delante de mi Padre que está en el cielo» (Mateo 10:32). Y Jesús dijo lo mismo acerca de la negación. Seguir a Cristo tiene un costo. Él fue rechazado y nosotros seremos rechazados, pero Él ha vencido al mundo.
No puedo hablar en nombre de los cristianos de origen musulmán porque vengo de un contexto en el que puedo declarar mi fe en Cristo. Cómo hacerlo sabiamente es una cuestión diferente, y no hay una respuesta general. Si los nuevos cristianos han de crecer en Cristo, deben estar rodeados de un grupo sabio de creyentes maduros que los acompañen en el camino. Este es el papel del cuerpo de Cristo. Aquellos dentro de la iglesia entienden el contexto y Dios los usa para brindar consejo.
Pero cada nuevo creyente debe llegar a un punto donde confiese a Cristo públicamente.
El informe celebra que los creyentes de origen cristiano también sean audaces al compartir su fe.
Su testimonio va más allá de la evangelización directa. En la última década, presenciamos el martirio de cristianos coptos egipcios en Libia que se negaron a renunciar a su fe bajo el yugo de ISIS. Y cuando el régimen de la Hermandad Musulmana fue derrocado en Egipto, la iglesia respondió con amor y perdón, defendiendo la verdad. Es bueno ser valiente, pero debemos ser astutos como serpientes e inocentes como palomas.
La iglesia se enfrenta a una clara evidencia de oposición.
Lo que está sucediendo ahora es una continuación de una de las principales contribuciones de los cristianos de la región MENA al cuerpo global de Cristo. Los creyentes locales se han mantenido firmes en su fe en Jesús desde que los apóstoles iniciaron la iglesia. A Atanasio, un obispo del siglo IV de Alejandría, le dijeron: «El mundo entero está contra ti». Él respondió: «Sí, pero yo estoy contra el mundo».
Tenemos nuestros defectos, pero hemos resistido la persecución.
¿Qué probabilidad hay de que alguien que comparte su fe sea perseguido?
Ciertamente es posible. Tenemos que hacer hincapié en la sabiduría, el consejo sabio y la rendición de cuentas a la iglesia local, especialmente en el caso de los misioneros extranjeros, quienes, si trabajan de forma independiente, a veces pueden hacer más daño que bien. En algunos lugares, la predicación será pasada por alto. En otros, puede dar lugar a interrogatorios por parte de la policía estatal. La discriminación social es posible. También lo son la vigilancia y el encarcelamiento.
La gente de la región MENA se toma la religión muy en serio.
Pero estamos viendo que si los creyentes árabes viven un ejemplo cristiano y describen cómo su forma de vida se deriva de su fe personal, la gente quiere hacerles más preguntas. Este patrón de invitar a la indagación elimina muchas barreras sociales y da a los cristianos casi inmunidad frente a los servicios de seguridad pública. Y lo más importante, allana el camino para que se comprenda el evangelio, y para que su relevancia salga a la luz.
Otra tendencia positiva que resalta el informe es una mayor cooperación entre las denominaciones cristianas.
La cooperación está mejorando sin duda. Los cristianos de diferentes denominaciones pueden sentarse juntos y escucharse unos a otros, mientras que antes se generaba animosidad a partir de suposiciones. Mi oración es que esta creciente comunicación se desarrolle aún más para que nos entendamos y trabajemos juntos. Una señal de esperanza es que varios líderes se han demostrado amor entre sí.
Los evangélicos han sido vistos por la gente de las denominaciones católica y ortodoxa durante mucho tiempo como infieles o como lobos que roban ovejas. Pero ahora que estamos en comunicación, ven que amamos a Cristo y queremos servir a su reino, no destruir sus iglesias. Esto por sí solo es un gran resultado.
Los cristianos de origen musulmán son una señal de avivamiento. ¿Es posible que haya un resurgimiento de las iglesias de Oriente Medio?
Más allá de los cristianos de origen musulmán, vemos nuevas expresiones de fe en la iglesia digital. Y están surgiendo creyentes maduros de todos los grupos demográficos, jóvenes y mayores, litúrgicos y carismáticos. Pero lo esencial en medio de todo lo que presenciamos en nuestro mundo actual es el amor a Cristo, el amor a la verdad y el amor a la santidad. A menos que la iglesia se sostenga sobre estos pilares, toda esperanza es superficial.
Hay mucho que esperar de nuestra región, construida sobre los cimientos de quienes la han precedido. Las perspectivas no tienen por qué seguir siendo negativas.