El huracán Helene, que ha devastado cientos de kilómetros desde la costa del Golfo de Florida hasta Georgia y las montañas de Carolina del Norte, ha creado una ecuación complicada para las organizaciones cristianas que responden a las catástrofes.
«En mis más de 20 años de experiencia en catástrofes, no se me ocurre ningún momento en el que una zona tan extensa haya estado en peligro», declaró en un comunicado Jeff Jellets, coordinador de catástrofes para The Salvation Army (Ejército de Salvación) en el Sur.
El director de operaciones de Samaritan’s Purse, Edward Graham, declaró a CT que la organización tuvo que recurrir a equipos y voluntarios de su rama canadiense para poder responder tras el huracán e incluso tuvo que ajustar parte de su trabajo en el extranjero. Tan solo para esta catástrofe, Samaritan’s Purse está operando en Florida, Georgia y Carolina del Norte.
«Estamos operando al máximo de nuestra capacidad de respuesta al interior del país», dijo Graham. Pero añadió: «Logísticamente, Dios nos ha dado los recursos y el talento para navegar».
Aun así, las organizaciones cristianas de ayuda, en colaboración con las iglesias locales, trabajaron para llevar ayuda a los lugares más difíciles de alcanzar. En el oeste de Carolina del Norte, donde las inundaciones sin precedentes destruyeron carreteras y otra infraestructura, las comunidades de las montañas han sido difíciles de acceder, incluida la ciudad de Asheville.
El lunes, Samaritan’s Purse estaba instalando un hospital de campaña de emergencia en el condado de Avery, en Carolina del Norte, una zona rural de los Apalaches donde los equipos de búsqueda y rescate estaban llevando a cabo operaciones en pueblos de montaña y valles remotos.
El hospital de campaña funcionará como sala de urgencias junto al hospital local, ya que se espera una alta afluencia de pacientes procedentes de las operaciones de rescate. Hasta la fecha, más de 100 personas han muerto en la tormenta.
Graham también dijo que un helicóptero de Samaritan’s Purse distribuyó alimentos y agua a los estudiantes varados en Lees McRae College, en las montañas de Carolina del Norte. Dijo que alertó a la Guardia Nacional de Carolina del Norte que sería necesario evacuarlos con helicópteros Chinook, y los militares transportaron a los estudiantes el domingo.
La catástrofe había afectado la sede misma de Samaritan’s Purse en Boone, Carolina del Norte, y su personal está batallando tras haber perdido sus casas en la tormenta.
El desastre también afectó personalmente a la familia Graham en Montreat, Carolina del Norte, donde el evangelista Billy Graham crió a sus hijos. Edward Graham, nieto de Billy Graham, forma parte del consejo de Montreat College, una universidad cristiana de la misma zona que también sufrió importantes daños. Graham dijo que desconocía el estado de la casa familiar, pero que no podía prestarle atención: «Mi abuelo vive en el cielo».
«No es que falten suministros y ganas de ayudar», dijo Amanda Held Opelt, autora y compositora que trabajó para Samaritan’s Purse durante una década. Vive en una zona rural cerca de Boone llamada Meat Camp y tiene familia en varios de los valles de los Apalaches en los alrededores.
La única carretera de acceso a Meat Camp ha desaparecido, y Opelt conoce a una mujer embarazada que está a punto de dar a luz y se ha quedado varada. «Lo que necesitamos son mil ingenieros con capacidad para construir puentes», dijo.
Graham señaló que las inundaciones en una llanura plana son una cosa, pero que ahora están viendo «el poder del agua en el valle».
Opelt destacó la resiliencia de los habitantes de los Apalaches y las pequeñas iglesias locales, aisladas del mundo, pero que se ayudan entre sí y traen agua para los enfermos y los ancianos. Ella consiguió entrar en la pequeña comunidad de Bakersville, Carolina del Norte, para ver cómo estaban sus dos tías.
«Estaban sentadas comiendo galletas saladas y verduras de su huerto y lavando su ropa interior en el arroyo», cuenta. «Me eché a llorar cuando las vi».
La mayor parte de las muertes y la destrucción se han producido en Carolina del Norte, pero las comunidades de Tennessee, Georgia y Florida también están sufriendo la destrucción de viviendas e infraestructuras.
Después de la tormenta, algunas iglesias de las zonas más afectadas se reunieron al aire libre para celebrar el servicio de culto el domingo, según informaron los lugareños. No obstante, algunos miembros y líderes de las iglesias no pudieron comunicarse entre sí debido a las deficiencias del servicio de telefonía móvil. Otros concentraron sus esfuerzos en la distribución de agua y alimentos desde sus iglesias, que se convirtieron en puntos naturales de reunión de la comunidad.
El Ejército de Salvación desplegó rápidamente 14 unidades móviles para proporcionar miles de comidas en Florida y Georgia.
Send Relief, el brazo de respuesta a catástrofes de la Convención Bautista del Sur, ha establecido 23 centros de respuesta en seis estados para responder a Helene, proporcionando alimentos, retirando escombros y ofreciendo duchas de agua caliente.
Convoy of Hope, una organización religiosa de respuesta a catástrofes que colabora con iglesias locales, llegó con suministros a Perry, Florida, el domingo. En el último año, Perry se ha visto afectada por tres huracanes. El lunes, la organización envió suministros a Morganton, Carolina del Norte, Tampa Bay, Florida, y Augusta, Georgia.
Las organizaciones e iglesias locales también han puesto manos a la obra. Las iglesias bautistas del oeste de Carolina del Norte han estado distribuyendo agua, la mayor necesidad en la zona.
Los científicos evangélicos del clima advierten que las iglesias locales y las organizaciones de ayuda tendrán que adaptarse a la nueva normalidad de este tipo de fenómenos meteorológicos en lugares inesperados.
Jessica Moerman es climatóloga y directora general de la Red Evangélica Medioambiental. También es de Knoxville, Tennessee, cerca de las zonas devastadas. Miembros de su familia perdieron una casa en el incendio forestal de 2016 en la cercana Gatlinburg.
«Lo que hemos visto en los últimos años es que estamos en una nueva normalidad», dijo. «Lo estamos viendo en todo el sureste y en los Apalaches, pueblos pequeños que dicen: “Esto no se parece a nada que hayamos visto antes”».
Moerman explicó cómo el calentamiento del agua del mar a causa del cambio climático empeoró estas tormentas. En el caso de Helene, las aguas más cálidas del golfo hicieron que la tormenta retuviera más agua en la atmósfera y tuviera fuerza para adentrarse más y descargar lluvias históricas en el oeste de Carolina del Norte, un lugar tan interior que pocos esperarían que fuera vulnerable a los huracanes.
El agua de mar caliente es «combustible para cohetes que hace que estas tormentas sean más fuertes e intensas», dijo. «El huracán adquiere mucha más energía, puede viajar más lejos… Es realmente, realmente desgarrador».
Las organizaciones cristianas de ayuda en catástrofes tendrán que prepararse para una situación «en la que esperamos tormentas peores que las que hemos vivido en el pasado y podemos anticipar que volveremos a vivirlas».
Las organizaciones que están respondiendo ahora se centran en las personas que todavía están desaparecidas por la tormenta, y el personal señaló que los primeros en responder en estas áreas todavía están teniendo problemas con la comunicación y están luchando contra su propia fatiga.
Graham dijo que Samaritan’s Purse permanecerá en las zonas afectadas mientras dure la catástrofe.
«Esta va a ser una recuperación muy larga», dijo. «Nosotros no abandonamos una comunidad sino hasta que todo esté hecho».