Cuando los evangélicos hablan de los no nacidos, lo más común es que piensen en los bebés que se encuentran en el vientre de una madre embarazada. Incluso el mantra provida «del vientre a la tumba» presupone que hay un vientre que los contiene.
Por esa razón, a medida que continúa habiendo cifras récord de estadounidenses que consiguen tener hijos por medio de la fecundación in vitro (en adelante FIV), los cristianos que creen que la vida comienza al momento de la concepción —aun cuando eso suceda en una recipiente de cultivo— enfrentan nuevas preguntas y desafíos. En respuesta a los avances en la tecnología de reproducción artificial, los evangélicos provida están volviendo a examinar las inquietudes teológicas y éticas concernientes a la creación y al cuidado de la vida en sus primeras etapas del desarrollo.
Desearía haber considerado esto con más detenimiento en 2015, cuando comencé el tratamiento de FIV en un impulso desesperado por ser madre después de varios años de infertilidad [enlaces en inglés]. Pero incluso desde mi postura como cristiana provida, consideré primero las vidas que llevaría en mi vientre, y no en las consecuencias éticas con respecto a los embriones que potencialmente sobrarían. De hecho, ni siquiera sabía que se pueden crear muchos embriones al mismo tiempo, y los doctores en la clínica de FIV donde recibí el tratamiento no me informaron al respecto.
Otros cristianos cuyas creencias sobre la vida sí influyeron en su camino a través de la fecundación asistida han experimentado esa tensión de primera mano. Conversé con Jamie Skipper, quien consideró por primera vez hacer uso de tratamientos que podrían ayudarla a quedar embarazada hace quince años. Sus firmes convicciones provida rápidamente dificultaron el proceso.
Los Skipper estaban comprometidos a limitar el número de embriones que producirían. Si cada embrión creado era una nueva vida, ellos no querían que ningún embrión «extra» se quedara en un congelador o fuera destruido en el proceso. Pero el tratamiento de FIV es un proceso físicamente exigente y costoso, por lo que los doctores a menudo recomiendan fecundar varios óvulos para incrementar las posibilidades de que uno de ellos se desarrolle hasta convertirse en un bebé sano.
Jamie Skipper dijo que encontrar un doctor de fertilidad que fuera provida y que aceptara sus convicciones fue «como las vías del subterráneo»: una red muy secreta. Los Skipper buscaron y continuaron orando.
«La Biblia no dice: No hagas tratamientos de FIV o Haz tratamientos FIV» dijo Skipper a CT. «Lo que la Biblia sí dice es Oren sin cesar. Si tomas este camino sin oración, no podrás saber lo que Dios quiere para ti en particular».
Cuando finalmente encontraron un doctor de confianza, los Skipper decidieron dar el siguiente paso, y usaron el primer embrión para que Jamie quedara embarazada de su hija, y congelaron dos embriones más para usar más adelante.
Se convirtieron en una de los millones de familias de Estados Unidos que han acudido al tratamiento de FIV para concebir. El año pasado, Pew Research Center descubrió que el 42 % de los estadounidenses han empleado tratamientos de fertilidad como la FIV o conocen a alguien que lo ha hecho, comparado con el 33 % en 2018.
En los desgloses de la encuesta proporcionados a CT, los evangélicos blancos tenían la misma probabilidad que los estadounidenses en general de decir que ellos o algún conocido había recibido tratamientos de fertilidad. Más del 40 % de los evangélicos blancos, cristianos blancos de denominaciones tradicionales y católicos estuvieron de acuerdo, comparado con apenas el 26 % de los protestantes negros.
Aunque los evangélicos usan la fecundación asistida, a menudo la abordan de manera diferente. Algunos aspectos como los medicamentos de fertilidad para estimular la ovulación y la inseminación intrauterina (IIU) —ambos de los cuales ayudan a la concepción de un bebé en el vientre de la madre— son menos controversiales que la FIV, que crea embriones en un laboratorio antes de implantarlos en el cuerpo materno.
Cuando se trata de la FIV, una encuesta observó que la mayoría de los cristianos protestantes estaban a favor de la creación de embriones para una pareja casada, pero en contra de la donación de óvulos y esperma para los procesos de FIV. También estuvieron en desacuerdo con la prueba genética preimplantacional, que busca seleccionar cuáles de los embriones serán implantados.
Los argumentos éticos y las reservas de los evangélicos con respecto a la FIV se basan en la creencia de que la vida comienza en la concepción, que todos somos creados a la imagen de Dios, y que tenemos la responsabilidad de proteger y sostener la vida desde sus primeras etapas. Es el mismo fundamento del movimiento evangélico que se opone al aborto. Sin embargo, históricamente, la FIV ha sido excluida de la conversación sobre el aborto.
«Los evangélicos y otros grupos de protestantes han sostenido una claridad moral acerca del mal intrínseco en el aborto. Pero sigue habiendo confusión con respecto a la ética de la fecundación in vitro, un procedimiento que obtiene un óvulo del cuerpo de una mujer y lo fecunda con el esperma de un hombre en un laboratorio, y luego reinserta el embrión con vida en el útero de la mujer para el proceso de gestación», observó el teólogo y experto en ética Matthew Lee Anderson en una publicación de First Things en 2021.
Tal vez los defensores provida quisieron enfocarse más en aquellos que tenían la intención de poner fin a una vida, que en aquellos que buscaban crearla. Quizás dudaron en protestar porque conocían el dolor de la lucha de otros cristianos que habían recurrido a la fecundación asistida. De cualquier modo, los evangélicos no han sido claros en cuanto a las consecuencias éticas de la FIV como lo han sido sobre los procedimientos y los medicamentos usados en el aborto, o incluso la pastilla «Plan B».
Sin embargo, la conversación se ha ampliado, sobre todo después de la anulación del caso Roe v. Wade en 2022.
«Tengo contacto con muchas personas provida que han abierto los ojos sobre cómo la FIV viola los derechos de los niños, su derecho a la vida», dijo Katy Faust, fundadora evangélica de Them Before Us, una organización que defiende y promueve los derechos de los niños. «Creo que en la mayoría de los casos son cosas que simplemente no sabían, pero una vez que te das cuenta, no puedes ignorarlo».
Faust está en desacuerdo con la práctica de la creación no regulada de embriones en la FIV, que inevitablemente lleva a la destrucción o al abandono de embriones congelados. Cada embrión es, en términos científicos, una persona singular conformada con un código genético único, que determina cosas como el color de los ojos o el género, de la misma manera que un embrión concebido en el vientre en sus primeros días.
Faust notó cómo el fallo histórico de la Corte Suprema en 2022 reveló una conexión irrefutable entre la FIV y el aborto. «¿Por qué todos los doctores de fertilidad en los estados republicanos reaccionaron después de Dobbs?», preguntó. «Porque [quizás no puedan] continuar su negocio si no pueden destruir una vida humana».
Actualmente, las leyes contra el aborto no afectan a los embriones congelados, pero ha habido un par de proyectos de ley estatales que buscan cambiar esto. Por ejemplo, en el estado de Kansas, un proyecto de ley que criminaliza la «destrucción ilegal de un embrión fecundado» avanzó al Senado, aunque finalmente no fue aprobado.
Y sin embargo, a pesar de que la mayoría de los estadounidenses consideran que el aborto es un «asunto moral», la mayoría no piensa sobre la FIV de la misma manera. Existen pocos recursos para ayudar y guiar a los cristianos que están considerando los tratamientos de FIV. Una guía en internet ofrece este consejo: para el cristiano, «la decisión de concebir es siempre la decisión de implantar».
«Toward a Protestant Theology of the Body» [Hacia una teología protestante del cuerpo], una conferencia reciente nombrada en referencia a la catequesis pontificia sobre la sexualidad, el matrimonio, la concepción y la personalidad, abordó este tema emergente. El evento organizado por el Institute on Religion and Democracy mostró una capacidad creciente para abordar preguntas concernientes a la reproducción y el cuerpo.
«Si hablo de esto en otro lado, mucha gente simplemente asume que soy católica, porque durante las últimas décadas, los únicos que han hablado sobre esto son los católicos», dijo Faust.
Emma Waters, una investigadora asociada en The Heritage Foundation’s Center for Life, Religion and Family, dijo que ha notado un cambio en la postura de los cristianos, teólogos y pastores protestantes que han comenzado a reexaminar las cuestiones teológicas y morales relacionadas con la FIV.
«Muchas iglesias de los bautistas del sur, la Iglesia Luterana—Sínodo de Misuri, la Iglesia Anglicana de Norteamérica, y algunos dentro de la Presbyterian Church of America están trabajando para educar a sus miembros sobre el propósito del niño, y dónde los cristianos deberían establecer límites firmes sobre el uso de tecnología», Waters dijo a Christianity Today.
En los últimos años, he aprendido más sobre las cuestiones éticas de la tecnología de reproducción artificial y las verdades de la creación y mercantilización de una vida. Me ha hecho ver mi propia experiencia con la FIV de manera diferente, y me hizo desear haber estado mejor informada. A pesar de que en mi caso el tratamiento fue exitoso, y me ayudó a quedar embarazada con dos bebés sanos, los embriones que quedaron y que almacené congelados me han producido mucha angustia.
Las preocupaciones evangélicas más importantes acerca de la FIV tienden a enfocarse en la pérdida de los embriones en el proceso, a fin de que familias como los Skipper se comprometan a gestar y cuidar cualquier embrión creado.
Cuando Jamie Skipper decidió avanzar con la FIV, se preocupó por lo que pasaría con los dos embriones congelados si «moría en un accidente» o eventualmente no podía implantarlos por cualquier razón. Decidió preparar un testamento legal en el que otorgaba la custodia a unos amigos cercanos en caso de su fallecimiento. Después de terminar el testamento, los Skipper sintieron paz de que habían hecho todo lo que podían para proteger a sus hijos.
Dos años después de su primer implante exitoso, Skipper implantó los dos embriones restantes, que resultaron en el nacimiento de su segunda hija.
Actualmente, Skipper, al igual que algunos grupos evangélicos prominentes como Enfoque a la familia y Coalición por el Evangelio, apoya la FIV «ética», en la cual los embriones creados poseen el material biológico de los padres y son implantados en la madre biológica, y no se congelan ni se descartan embriones.
La verdad sobre más de un millón de embriones congelados se ha vuelto conocimiento general recientemente. Antes de eso, muchos cristianos no familiarizados con la FIV no tenían idea de esta realidad numérica. A medida que la discusión fue progresando, los partidarios provida se han vuelto más osados en su activismo contra los procedimientos de la FIV que crean embriones de más.
Hace varios años, la fundadora de Live Action, Lila Rose, que es católica, se pronunció en contra de este tipo de FIV, y muchos comentadores cristianos la criticaron por sus propias experiencias personales. Debido a que muchos cristianos han participado en tratamientos de FIV para poder procrear, puede ser difícil hablar en contra de ello en contextos provida.
Sin embargo, es más importante permanecer fiel a la convicción bíblica que evitar herir los sentimientos de otros. Quiero ofrecer a las mujeres el tipo de recurso que desearía haber tenido cuando comencé el tratamiento de FIV. Skipper y yo notamos una falta de recursos cristianos sobre la FIV, y estamos planeando escribir una guía para parejas que están considerando posibles tratamientos de FIV.
Pero algunos evangélicos tienen dudas morales que van más allá de la posible pérdida de embriones y no apoyan ninguna forma de FIV. Anderson, en una publicación para First Things, argumenta que «la doctrina del imago Dei ilumina el problema de la creación ilícita, no solo el problema del asesinato ilícito».
En su libro Conceived by Science, Stephanie Gray Connors escribe sobre cómo el proceso «mercantiliza» a los niños por medio del congelamiento y etiquetado de embriones seleccionados como «mejores» para ser implantados en el vientre materno.
«Con este motivo, la persona humana ya no es valorada como un ser único, ni por su naturaleza como portador de la imagen de Dios», escribió. «Por el contrario, la persona es valorada, querida y seleccionada por la posible utilidad que ofrece a otros».
Gray observa que el proceso de congelamiento en sí mismo presenta un riesgo para la vida del embrión, por lo que no puede ser ético «poner en peligro las vidas de algunos niños en un intento de crear otros niños».
Los cristianos que encabezan las organizaciones provida más importantes del país también están comenzando a expresar sus dudas sobre la FIV de forma más amplia.
Steven Aden, director de asuntos legales en Americans United for Life, dijo a The Guardian que cuando la gente comprenda completamente las implicaciones de la FIV tradicional, «se apartarán de esa creación y congelamiento de cientos de miles de seres humanos individuales y distintos que permanecen en un limbo para siempre o son descartados como basura».
Desde su experiencia con la FIV, Skipper se ha vuelto más apasionada en enseñar a otros sobre las verdades de la FIV y la creación excesiva de embriones. Como especialista en política nacional de cuidado de salud, Skipper se siente privilegiada de entender el negocio del cuidado de la salud. Según ella, la mayoría de la gente no conoce los detalles o las motivaciones monetarias detrás de ellos.
Las clínicas buscan tasas altas de éxito, puesto que esto atrae más fondos y pacientes.
Cuando las madres eligen rutas alternativas de FIV, como negarse a crear embriones de más, reducen las probabilidades de quedar embarazadas, y afectan a las tasas de éxito de las clínicas en general. Por eso, los evangélicos provida son malos clientes para ese negocio.
«Uno debería poder hacer preguntas específicas al especialista para asegurarse de que [todo] se haga de una manera que respeta completamente su postura provida», dijo Skipper. «Y si quieren explicarte que la ciencia no funciona de tal manera, corre hacia la puerta, porque esa es la primera señal de que no te apoyarán».