Con la transmisión de la tercera temporada de The Chosen [Los elegidos, disponible en español], muchos cristianos están nuevamente cautivados por el tema de los milagros.
En una escena del episodio 6, Jesús comienza a realizar milagros en una plaza pública: sana a los ciegos, los mudos y los cojos. Rápidamente se enfrenta a un fariseo enojado que parece percibir sus obras como trucos maliciosos en lugar de intervenciones divinas. Este mismo líder religioso casi impidió que Jesús resucitara a la hija de Jairo de entre los muertos; y a pesar de ser testigo de lo innegable, persiste en su odio hacia Jesús y todo lo que Jesús afirma.
Mi esposa, mi hijo y yo hemos estado viendo la serie juntos, y es extraordinario pensar en Jesús y sus apóstoles realizando señales y prodigios que todo el mundo podía presenciar. ¿Cómo habrá sido ver a Jesús realizar un milagro frente a tus ojos? ¿Cómo se habrán sentido los discípulos al recibir la misma autoridad sobrenatural?
Lo que es aún más sorprendente es que tales maravillas no causaron adoración universal. Tanto los romanos como los fariseos vieron a Cristo sanar a personas por docenas, y en lugar de creer que era el Hijo de Dios, lo persiguieron de pueblo en pueblo, lo criticaron y finalmente lo crucificaron.
¿Sería diferente hoy?
Gran parte de la sociedad estadounidense cree en los milagros, teóricamente. Según las encuestas más recientes de Gallup, el 81 % de los adultos estadounidenses cree en Dios (aunque menos que el 87 % de hace unos años), y de ellos, el 42 % (incluida la mayoría de los cristianos) cree que Dios escucha las oraciones e interviene. [Los enlaces redirigen a contenido en inglés].
El autor Lee Strobel (quien escribió un libro crucial sobre el tema) encontró en sus encuestas que aproximadamente la mitad de los adultos estadounidenses creen que los milagros de la Biblia sucedieron tal como se describen, y dos tercios creen que los milagros ocurren hoy en día. Y sus estimaciones son conservadoras en comparación con encuestas anteriores de Pew que muestran que hasta el 80 % de los adultos estadounidenses creen en los milagros. Más impresionante aún, según el trabajo de Strobel, el 38 % dice que les han sucedido milagros personalmente.
De forma anecdótica, muchas personas e instituciones a menudo actúan y hablan como si las intervenciones divinas en la vida diaria fueran verdaderas. La iglesia católica investiga metódica y estructuralmente la evidencia de actividad sobrenatural como requisito para el grado de santidad.
Las iglesias pentecostales y otras denominaciones carismáticas afirman ser testigos regulares de casos de sanidad y otras obras milagrosas de Dios en sus congregaciones. Incluso Francis Collins, un distinguido científico y exdirector de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, dijo que cree en los milagros.
Creer en señales y prodigios es más común de lo que se piensa; sin embargo, para la mayoría de nosotros existen límites para dicha creencia.
El cristiano promedio parece tener confianza en ciertos tipos de intervenciones milagrosas (la sanación de seres queridos, por ejemplo, o la restauración de matrimonios rotos). Pero tendemos a sonrojarnos si alguien insinúa sucesos dramáticos y abiertamente sobrenaturales, tales como sueños que revelan el futuro, la restauración de la vista o la curación de la lepra. Somos reacios a aceptar estos hechos más obvios e innegables, aunque ocurren a lo largo de la Biblia.
En la era moderna, quizás parte de nuestra vacilación parte de la idea de que pensamos que milagros como estos dejarían tras de sí un rastro de evidencia imposible de ignorar. Muchos cristianos y no cristianos se preguntan, con bastante razón, por qué los milagros no se vuelven virales en línea todos los días, especialmente en la era de los teléfonos inteligentes y las redes sociales. Si realmente estuvieran sucediendo, nos preguntamos, ¿no sería la prueba tan omnipresente que todos nos veríamos obligados a creer?
Y, sin embargo, hay evidencia abrumadora de eventos milagrosos en la actualidad.
Craig Keener, quizás la principal autoridad sobre milagros en el mundo moderno, ha escrito una serie de libros de dos partes de más de 1100 páginas que documentan la evidencia histórica de los milagros, complementada con un volumen nuevo (y más accesible) de 2021 llamado Miracles Today [Milagros hoy].
Lo que hace que el trabajo de Keener sea único —junto con su brillante articulación de los tipos de milagros que ocurren, las razones teológicas para ellos e incluso cómo concuerdan con nuestra comprensión moderna de la ciencia— es la manera meticulosa y extensa en la que documenta estos eventos. Traza paralelos entre los relatos de los testigos oculares del Nuevo Testamento y cómo podemos registrar relatos similares hoy.
Estos no son fantásticos ni místicos, sino registrados con gran detalle por múltiples testigos presenciales, y Keener incluso afirma haber presenciado al menos dos actos de lo que él mismo llama «acción divina especial». Él nos aconseja que tengamos discernimiento con respecto a los relatos milagrosos y nos advierte que no nos acerquemos con incredulidad escéptica, incluso cuando algunos de ellos sean falsificados.
Más allá de la perspectiva de Keener, existen muchos otros relatos, incluidos casos completamente documentados en revistas médicas, como la mujer sanada de su ceguera o el hombre que se recuperó de un trastorno gastrointestinal, ambos después de la oración de intercesión. También hay numerosos videos de YouTube de supuestas intervenciones.
Personas de todo el mundo han registrado impresionantes eventos sobrenaturales a través de videos y testimonios de testigos presenciales. Innumerables iglesias han atestiguado la existencia de lo inexplicable. Algunas de estas historias incluso han sido amplificadas por autores de éxito como Lee Strobel y Eric Metaxas.
Sin embargo, muchas personas, incluidos los cristianos, continúan ignorando o descartando tales testimonios. Es difícil culparnos por preferir la comodidad del escepticismo y la incredulidad. Vivimos en el mundo de la «posverdad», donde todo parece digno de duda. Y en este contexto, a menudo es difícil saber qué creer, tal vez incluso más hoy que hace 2000 años.
Me fascinó este tema cuando comencé a escribir mi nueva novela, Miracles [Milagros]. Traté de imaginar lo que sucedería si una serie de eventos sobrenaturales imposibles de ignorar sucedieran ante nuestros ojos. Y una de mis conclusiones es que tales incidentes inspirarían al menos tanta ira como adoración, y tanta división como unidad.
Así como aquellos que fueron testigos de los milagros en el tiempo de Jesús no estuvieron de acuerdo con los mismos, y así como Faraón ignoró las señales y prodigios realizados a través de Moisés, es igualmente probable que descartemos la obra milagrosa de Dios en lugar de aceptarla, ya sea como sociedad o como individuos.
En verdad, las intervenciones sobrenaturales pueden apuntar hacia Dios, pero no pueden hacer que confiemos en Él o que lo aceptemos. Los milagros pueden despertar en nosotros la idea de que hay algo más allá del velo de nuestro mundo físico, pero no pueden hacer que persigamos fielmente esa verdad.
Ahora que mi hijo ha estado viendo la última temporada de The Chosen [Los elegidos], me ha estado preguntando cómo alguien podría ver a Jesús realizar señales y prodigios, y aun así no creer en Él. Tal vez esa pregunta —y la verdad que revela sobre nuestra naturaleza humana— sea tan relevante ahora como lo fue en el primer siglo.
¿Realmente creemos en los milagros? En el fondo de tu corazón, ¿crees en ellos?
John Coleman es escritor y vive en Atlanta, Georgia. Su novela más reciente, Miracles, explora el tema de los milagros en el mundo moderno.
Traducción por Sergio Salazar.
Edición en español por Livia Giselle Seidel.