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Lea Mateo 25:31-46
En Mateo 24 y 25, Jesús enseña sobre su regreso y utiliza varias parábolas para describir cómo será «el reino de los cielos» (25:1). Quizá el elemento más inquietante de la enseñanza de Jesús en Mateo 25:31-46 sea la sorpresa de los dos grupos que están siendo juzgados. No protestan por ser juzgados en sí; después de todo, el Hijo del Hombre ha venido en gloria, asistido por una inmensa reunión de seres celestiales, e incluso su trono es glorioso. Esta entrada confirma y transmite su autoridad para juzgar. Tiene el derecho de llamar a todas las naciones ante Él, y estas deben venir a Él.
La sorpresa no se refiere al hecho del juicio ni a los derechos del Juez. En cambio, tanto los de la derecha como los de la izquierda están confundidos por la evidencia. Las ovejas miran a este Rey de gloria y piensan: Seguramente lo habríamos sabido si le hubiéramos servido. Él es inconfundible. Las cabras piensan lo mismo, pero al revés. ¿Cuándo habrían rechazado a alguien así? No se les ocurrió ninguna ocasión.
En respuesta, el Cristo glorioso revela la clave: siempre ha estado identificado y unido con sus hermanos. Esto es más que una simple afiliación, es una verdadera identificación. ¿Quiénes son sus hermanos y hermanas? Jesús enseñó claramente: «Mi hermano, mi hermana y mi madre son los que hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo» (Mateo 12:50). No importa la posición, la etnia, el género o la nacionalidad de una persona: si está unida a Cristo, entonces cuidar de ella es cuidar de Jesús mismo.
No se trata de una justicia obtenida por las obras, en la que cada persona recibe una recompensa o un castigo en función de sus actos. Esto es una revelación de lealtad o rebelión contra el Rey Jesús, por lo que solo hay dos destinos.
Sería más fácil, quizás, obedecer al glorioso Cristo si viéramos su poder con nuestros propios ojos. Pero Dios nos llama a la fe, no a la vista. De hecho, en Navidad recordamos que vino casi disfrazado. Incluso hoy, se identifica con su pueblo frágil y necio.
No basta con palabras vacías. La verdadera confianza en Jesús impulsa nuestra lealtad a Él y conlleva obediencia. ¿Le creemos a Jesús cuando afirma que el servicio a los cristianos humildes y despreciados es mejor prueba de nuestro discipulado que incluso los milagros y la profecía (7:21-23)? ¿Que no podemos cumplir el mayor mandamiento sin el segundo, ni el segundo sin el primero (22:37-40)? La verdadera lealtad de todos será revelada. Pongamos nuestra fe en Él.
Rachel Gilson forma parte del equipo de liderazgo de Cru para el desarrollo teológico y la cultura. Es autora de Born Again This Way: Coming Out, Coming to Faith, and What Comes Next.
Traducción por Sofía Castillo.
Edición en español por Livia Giselle Seidel.