Culture

Layla de la Garza, cantante de música cristiana, habla acerca del poder de la «teología cantada»

A pesar de los estereotipos, podemos demostrar que la alabanza moderna puede mantenerse fiel a la autoridad de las Escrituras y a la verdad del Evangelio.

Christianity Today August 3, 2021
IF: Gathering / Courtesy of Layla de la Garza

Para Layla de la Garza, la música de alabanza ha sido el medio que más la ha acercado a Jesús y a su Palabra.

Tras haber crecido en una iglesia tradicional y conservadora, Layla fue transformada al escuchar la música de adoración del grupo Passion en su adolescencia. Muchos años después, en 2015, conoció a la cantante de música cristiana moderna Christy Nockels, quien se convirtió en su mentora y la invitó a participar en IF:Gathering. Layla ha usado su talento en este ministerio sirviendo como líder de enseñanza y alabanza, multiplicando así el alcance de este ministerio entre la comunidad hispanohablante a nivel internacional.

En su natal Monterrey, ciudad con más de un millón de habitantes al norte de México, algunos no se sienten cómodos con la música de alabanza contemporánea, con sus luces brillantes y escenarios vistosos. Pero en la iglesia VIDAIN, donde Layla y su esposo Diego sirven como parte del equipo pastoral, están comprometidos a demostrar que un alto nivel de producción no significa sacrificar la verdad del Evangelio. Ella también lidera el podcast Notas con Dios , en el cual habla acerca de las diversas formas en que podemos tener un encuentro con Dios en la vida diaria.

CT conversó con Layla acerca de su visión para la iglesia, el papel de las mujeres en la Iglesia en México, y su llamado a la adoración, el ministerio y el cumplimiento de la Gran Comisión.

¿Cómo describirías a la iglesia evangélica en México para gente de otros países?

Los latinos en general somos muy apasionados. Para nosotros son muy importantes las relaciones y crear comunidad. Nuestras relaciones son muy cálidas: nos abrazamos y creamos intimidad fácilmente, incluso con personas que acabamos de conocer. Estas características de la cultura latina están muy presentes en la iglesia evangélica en México.

Es hermoso porque creo que tenemos el potencial de ser como la primera Iglesia que vemos en el libro de Hechos. Debemos ver este potencial y preguntarnos: ¿Hasta dónde nuestro corazón de latinos nos puede llevar a luchar por el otro, a amar al otro? ¿Cómo podemos encaminar esa pasión y ese deseo de estar juntos para hacer comunidad en la iglesia? Porque Dios mismo es comunidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, tres en uno en perfecta comunidad. ¿Cómo podemos llevar esa necesidad de comunidad y convertirla, por ejemplo, en atrevernos a pedir ayuda a otros hermanos? Vemos a nuestro Señor Jesús pidiendo ayuda a sus discípulos: «Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quédense aquí, y velen conmigo» (Mateo 26:38). Vemos esa humildad y esa autenticidad en Jesús y creo que es algo que la Iglesia en México debe buscar.

Como mujer, ¿enfrentaste dificultades para llegar a ocupar una posición de liderazgo? ¿Cómo se percibe el liderazgo de las mujeres en las iglesias evangélicas en México?

Creo que he sido afortunada al formar parte de iglesias que valoran, honran y enaltecen a las mujeres. He tenido la oportunidad de aprender, de hacer preguntas, de enseñar y de crear. Cuando te rodeas de personas que tienen el mismo corazón que Jesús tiene por las mujeres, inevitablemente experimentarás respeto y honra de una forma muy especial. Tristemente, esto no sucede en muchas iglesias, y México no es la excepción.

Hay mucho espacio para crecer en esta área en América Latina. La iglesia necesita ver a las mujeres, y nosotras mismas necesitamos vernos de la forma en que Dios nos ve. Me gustaría que como mujeres creyéramos y confiáramos en ese diseño especial y único con el que Dios nos creó, y apostemos por invertir nuestras vidas haciendo y siendo lo que fuimos llamadas a hacer. Me gustaría que hubiera más hombres deseando ver a las mujeres de la misma forma en que Jesús las ve.

¿Cómo fue que sentiste el llamado de Dios al ministerio de alabanza y adoración?

Nací y crecí dentro de una familia cristiana en la ciudad de Monterrey. Soy la menor de cinco hermanos y nací justo después de que mi familia pasó por una crisis y un encuentro con el Señor que los llevó a decidir cambiar y realmente seguir a Jesús. Entonces, durante mi infancia, mi familia estaba enamoradísima de Jesús. Orábamos juntos alrededor de la cama todas las noches. También tuve un gran ejemplo al ver a mis papás leyendo y estudiando la Palabra juntos, y crecí viendo a mis hermanos sirviendo a Jesús, y buscando conocerlo en verdad.

Mi mamá siempre me cantaba canciones para Dios, y me animaba mucho, me decía: «Vamos a cantarle a Dios». Recuerdo que siempre me conecté con Dios a través de la música; Dios me llamó desde que era niña. Recuerdo cómo me encerraba en mi cuarto a cantarle a Dios porque me daba pena que me escucharan. Desde los seis años estuve en el coro de niños y cantaba solos. Al crecer, fui descubriendo el gran poder que tiene la alabanza y la adoración, y no solo crecí en mi relación con Jesús a través de la música, sino que aprendí que puedo servir a otros a través de este ministerio en donde puedo declarar las verdades de Dios sobre la vida de las personas que me escuchan. Sé que no tengo la mejor voz, pero al posicionarme bajo la autoridad de Dios, aun mi debilidad puede servir para sus propósitos.

Cuéntame, ¿cómo pasaste del estilo de adoración tradicional que tenía la iglesia de tu infancia al tipo de alabanza que lideras hoy en día?

En la iglesia presbiteriana en la que crecí tenía un grupo de amigos, y todos sentíamos un deseo de alabar y adorar a Dios de una forma distinta. Queríamos levantar las manos, aplaudir y cantarle a Dios con otro tipo de música, pero eso no estaba permitido en esa iglesia. Había una brecha muy grande entre lo que nuestros corazones deseaban y lo que podíamos experimentar. Entonces llegó el momento en que un grupo de jóvenes y nuestro líder de alabanza nos salimos de esa iglesia y formamos otra. Fue así que empezamos a experimentar por nuestra cuenta lo que era cantarle a Dios libremente. Pasábamos horas y horas alabando a Dios. Si era una reunión en la mañana, nos quedábamos adorando a Dios hasta la tarde. Yo tenía 21 años en esa época y fue un periodo que me transformó profundamente.

Es importante aclarar que yo estoy muy agradecida con esa iglesia presbiteriana, porque tuve la oportunidad de ser enseñada en la palabra de Dios y de cantar himnos que estaban muy apegados a la palabra de Dios. Los himnos son teología cantada. Pero también agradezco la libertad que tenemos ahora de experimentar estos momentos íntimos con Dios en los que realmente puedo conectar mi espíritu con su Espíritu. Es muy difícil lograr esto cuando no hay libertad.

Es verdad que los himnos son teología cantada. ¿Crees que hoy en día existe la necesidad de música cristiana que esté mejor anclada en las Escrituras?

Yo creo que sí. Es muy importante que entendamos conceptos bíblicos básicos acerca de quién es Dios, y quiénes somos nosotros en Él. Verdades que no dependen de nuestro estado de ánimo o de nuestros sentimientos. He escuchado canciones que dicen «Dios, no me dejes ir, por favor», cuando como creyentes debemos saber que Él no nos deja ir nunca. Jesús dijo: «…Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:20, LBLA). La alabanza tiene un poder único. Al momento en que nuestros labios empiezan a hablar en voz alta o a cantar, algo sucede en nuestro espíritu. Por eso es importante cantar la Palabra, porque declaramos la verdad y nos recuerda acerca de La Verdad (Jesús). El enemigo nos bombardea con mentiras, y necesitamos reemplazar esas mentiras con la verdad. La Palabra de Dios es la verdad.

Algo que amo acerca de dirigir la alabanza es poder ponerme detrás de la Cruz, y ministrar a través de la autoridad que Dios nos da. Primera de Pedro 2:9-10 dice: «Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, a fin de que anuncien las virtudes de Aquel que los llamó de las tinieblas a Su luz admirable. Ustedes antes ni siquiera eran pueblo, pero ahora son pueblo de Dios…». Entonces, cuando yo dirijo la alabanza, me gusta recordar que somos sacerdotes de Dios y que podemos cantar sobre la gente la verdad acerca de Dios. Me posiciono en una actitud de servicio hacia la gente y simplemente dejo que el Espíritu de Dios haga lo que la música no puede hacer. Cuando comprendemos nuestra identidad como sacerdotes de Dios ya no deseamos cantar nada que no sea conforme a las Escrituras. Lo único que anhelamos es exaltar a Jesús.

La iglesia que formó el grupo de jóvenes del que hablabas, ¿es la misma en la que ahora eres líder de alabanza?

No. Pero fue en ese proceso donde el Señor empezó a trabajar de forma muy especial en mi vida. Recuerdo que la pregunta pasaba constantemente por mi cabeza: Esta pasión que siento por Jesús, ¿cómo puedo compartirla con otras personas? Entonces conocí al que ahora es mi esposo. Él me invitó a liderar la alabanza de una iglesia nueva, y me encantó su visión. Él soñaba con una iglesia para los que no van a la iglesia, para los que no les gusta la iglesia: una Iglesia para los de afuera.

Él me explicó algo que yo no había visto antes. Las iglesias gravitan naturalmente hacia hacer las cosas para los de adentro, para los que ya conocen a Jesús o son miembros activos de la iglesia. Muchas veces se nos olvida la gente que aún no conoce a Jesús. Él me retó a no vivir con un evento anual de evangelismo, sino a vivir nuestra vida llevando el Evangelio a los no creyentes, y a formar una iglesia con los ojos abiertos para ver a ese que viene por primera vez. ¿Qué pasa con el que está considerando por primera vez creer en Dios? ¿Qué pasa con el que no conoce la Palabra y está preguntándose si Dios realmente existe, o si debería quitarse la vida esta noche? Mi ahora esposo y yo empezamos a hablar mucho de eso, a ponernos en los zapatos de la gente que todavía no forma parte de la iglesia. Y cuando Dios me dio esa visión, yo ya no pude voltear atrás.

Casi puede parecer que nuestra visión es una locura. Hay quienes van a nuestra iglesia y dicen: «Es una iglesia de locos. Seguramente no predican la Palabra porque tienen luces y tienen pantallas». Si alguien va a nuestra iglesia por primera vez, tal vez le puede parecer muy superficial. Ahora en las iglesias en Estados Unidos es más común tener un buen sistema de audio, pantallas, luces y eso. Sin embargo, muchas iglesias en México no lo tienen. Entonces, el uso de la tecnología más moderna puede confundir a muchos y llevarlos a decir que «estamos diluyendo la Palabra de Dios».

Es verdad que en ciertos círculos existe la idea preconcebida de que una iglesia «moderna» y que usa luces en el servicio de adoración es una iglesia que no tiene un fundamento bíblico sólido. ¿Qué dirías al respecto? ¿Qué hacen ustedes para equilibrar ambas partes?

Mira, creemos que nada tiene que incomodar a las personas cuando llegan a la iglesia sino solo la verdad del evangelio. La verdad de que somos pecadores, que necesitamos arrepentirnos y que necesitamos a un salvador; que ese Salvador es Jesús, quien es Dios mismo que se hizo hombre para dar su vida por nosotros, y que hoy Él está vivo. Todo lo demás es periférico. En todo lo demás que rodea esa base de nuestra fe, nuestro objetivo es remover todos los obstáculos que sea posible para que la gente venga a Cristo.

Y esos obstáculos pueden ser pequeños o grandes. Nosotros ponemos atención hasta en los pequeños detalles: la forma en que recibimos a las personas en la puerta de la iglesia, la temperatura del aire acondicionado y la iluminación. Incluso entendemos que en los servicios de los domingos no podemos cantar horas y horas, porque eso es algo para los creyentes maduros. Alguien que no cree en Dios no puede estar mucho tiempo de pie cantando canciones que jamás había escuchado, a un Dios en el que posiblemente ni siquiera cree aún. Queremos salir de nuestra zona de confort, para que otros puedan sentirse cómodos.

La iglesia se puede disfrutar, y muchas personas jamás han tenido esa experiencia. Mi papá me decía: «¡Qué esperanza que en la iglesia nos pudiéramos reír, o que pudiéramos aplaudir! Yo llegaba a la iglesia y había una placa en el altar que decía “Calle delante de Él toda la Tierra”. Entonces, ¡pues ni hablábamos!». Ahora que mi papá está con nosotros, nos dice que disfruta mucho esta libertad. Creemos que definitivamente hay cosas que pueden sumar a crear ambientes irresistibles en donde la gente pueda realmente conectarse con Dios. Tratamos de quitar todos los obstáculos que sea posible para que la gente pueda acercarse con confianza.

Queremos ponernos en el lugar del otro y ofrecer una iglesia que sea una vía para que muchos vengan a Jesús. Queremos pensar más en los demás y no solo en los de casa. ¿Te imaginas cuánto vale la pena si se está salvando un alma? ¿Si alguien se está acercando a Jesús?

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