El debate sobre la teoría crítica de la raza ha aterrizado en Cru, uno de los ministerios paraeclesiales más prominentes del país. Una carta de 179 páginas ha agitado las tensiones que llevan años gestándose en silencio dentro de la organización al afirmar que hay un énfasis exagerado en temas de justicia racial.
Con el título “Seeking Clarity and Unity” [Buscando claridad y unidad, enlaces en inglés], el documento se presentó a Steve Sellers, presidente de Cru, en noviembre de 2020 y se difundió dentro de la organización antes de aparecer por primera vez en internet en mayo de este año. Sus autores, un grupo de miembros de base de Cru, plantean su preocupación de que la organización está dominada por “una cosmovisión de víctima y opresor”, dividiendo al equipo y restándole valor al verdadero evangelio.
“En la búsqueda [de la diversidad], sin darnos cuenta hemos adoptado un sistema de ideas no bíblicas que nos han conducido a la falta de unidad”, dice el documento. “Estos conceptos han creado desconfianza, desánimo y un sinnúmero de problemas más”.
Fundada en 1951 como Campus Crusade for Christ, la declaración de misión de Cru es “ganar, edificar y enviar discípulos multiplicadores centrados en Cristo” a través de sus conocidos ministerios universitarios y otros esfuerzos de evangelización. El reciente documento sugiere que hay un “vacío” entre lo que se afirma sobre la misión y su actual trabajo ministerial, y dice que el enfoque de Cru de tratar cuestiones de racismo y opresión ha conducido a “una desviación de la misión”.
El documento, contrario a la teoría crítica de la raza, dice que “al menos mil empleados” comparten estas preocupaciones y ofrece docenas de testimonios de trabajadores y donadores, aunque la mayoría de ellos son anónimos. Solo se menciona el nombre de once colaboradores, y no hay una lista completa de signatarios.
Cru sigue siendo, predominantemente, una organización blanca. De sus cerca de ocho mil empleados estadounidenses, el 22 por ciento se identifica como de raza negra, indígenas u otra gente de color, según los propios cómputos de la organización. Desde 2015 el ministerio ha puesto un énfasis creciente en la competencia cultural y la reconciliación racial.
Los líderes comenzaron a hablar del racismo más abiertamente durante las conferencias para el equipo, y el ministerio ofrece una formación para el personal llamada “Lentes” sobre la “unicidad” étnica y cultural. Ambos esfuerzos se señalaron en el documento como “enseñanzas sobre la justicia social”.
Varios testimonios anónimos han denominado la formación en competencia cultural de la organización como algo “político” y asegura que es “retórica contra los blancos estadounidenses”. Un miembro anónimo del equipo (al que se le menciona como Personal Minoritario n.º 30) dijo que la tendencia dentro de Cru y de la iglesia en general representa “una religión completamente nueva de racismo sistémico, privilegio blanco y sistemas de poder” que “etiqueta toda la teología cristiana como una ideología opresiva y racista de parte de los blancos”.
A lo largo del documento, los firmantes caracterizan el enfoque racial que adjudican al liderazgo de la organización como un “falso evangelio”, “no bíblico” y una amenaza para el evangelismo.
Perturbación de la unidad
Las personas dentro de Cru, tanto los autores del documento contrario a la teoría crítica de la raza como otros, han visto cómo el enfoque del ministerio en la raza ha provocado tensiones de larga duración que han escalado el último año. Lo que comenzó como una pequeña reunión cara a cara de cinco personas en la sede central de Cru en Orlando, Florida, para discutir el énfasis del ministerio en la justicia racial en enero de 2020, rápidamente creció hasta convertirse en una reunión semanal por Zoom con más de 350 empleados, blancos en su mayoría, en el escenario de la pandemia por COVID-19.
Dentro de ese grupo, sesenta personas se organizaron para escribir el documento contra la teoría crítica de la raza, con el telón de fondo de las llamadas a favor de la justicia racial que sacudieron el país tras los asesinatos de George Floyd, Ahmaud Arbery y Breonna Taylor en 2020.
Uno de los organizadores del grupo es Scott Pendleton, jefe del equipo del proyecto de la película sobre Jesús producida por Cru. A él le preocupa, como afirma el documento, que el énfasis en la justicia racial le reste valor a la obra evangelística de Cru.
“Podemos estar unidos y mostrarle al mundo que nos amamos los unos a los otros a través de nuestra identidad en Cristo”, dijo él. “No porque estemos tratando de desmantelar las estructuras racistas —aunque eso tiene su lugar—, sino al centrarnos en quienes somos en Jesús”.
Pendleton y los autores del documento dicen que comparten la preocupación por la necesidad de diversidad y reconciliación racial, pero que los esfuerzos durante los últimos cinco años en realidad han herido la antigua “unidad racial” de Cru. Pendleton dijo que algunos de los miembros del equipo que pertenecen a colectivos negros, indígenas o de color y que se unieron a la crítica fueron particularmente expresivos con sus preocupaciones.
Otros, sin embargo, creen que el impulso de la organización para subrayar la sensibilidad y la inclusividad étnica ha sido esencial en el crecimiento de su fe, ofreciendo pasos pequeños, aunque significativos, para enfrentarse a lo que se percibe como un problema más amplio dentro de Cru.
Darryl Smith fue uno de los muchos miembros del equipo a quienes el documento tomó por sorpresa. Smith ha sido parte de Cru desde 1996 y ha trabajado como director de unidad y diversidad para el ministerio durante los últimos cuatro años.
Smith dijo que ha dirigido varias iniciativas citadas y criticadas en el documento, aunque los autores no lo contactaron directamente para expresarle sus preocupaciones. Al ver que parte de la carta llamaba “mundana”, “engañosa” y “no bíblica” la formación de Cru en competencia cultural y sus esfuerzos para tratar los temas raciales, dijo que sintió como si “me hubieran dicho que mi misma presencia como hombre negro pudiera causar una desviación de la misión de Cru”.
El director nacional de Cru, Mark Gauthier, reconoció iniciativas como las de Smith en un video de marzo de 2021 compartido recientemente por la bloguera y académica Valerie Hobbs.
“La distribución del documento ha causado una brecha en la confianza entre algunos de los miembros de nuestro equipo, y en especial de los que pertenecen al colectivo de gente negra, indígena y de color. Aunque las preocupaciones del grupo puede sean bienintencionadas, la manera en la que se ha escrito el informe y la distribución de la información ha sido devastadora para muchos de los miembros de color. El documento cuestiona efectivamente todos los ámbitos en los que Cru ha estado hablando de diversidad”, dice él.
“Para los miembros negros, indígenas y de color de nuestro equipo, en particular, ha planteado la pregunta de si nos estábamos alejando… de si nos estábamos alejando o no de nuestra búsqueda bíblica de la unidad y la diversidad”, ha dicho. “Bien, en la medida en que la investigación plantea cuestiones reales, ya sea que nos gusten o no, es muy útil. Sin embargo, las implicaciones que se derivan del documento pueden llevar a uno a creer que gran parte de nuestras iniciativas a favor de la diversidad no son bienvenidas, son ineficaces y constituyen una desviación de la misión”.
Josh Chen, un director de área en Portland, ve el documento como un intento de “estrechar el alcance de la ortodoxia” al minimizar la importancia de la búsqueda de la justicia.
“Creo que el modo en que hemos hablado del evangelio durante décadas ha sido una contextualización del evangelio para la generación de los baby-boomers”, dijo Chen, quien ministra principalmente a jóvenes posgraduados. “Y a aquellos que están intentando realizar la dura tarea de reimaginar las buenas nuevas para esta generación se les juzga como antibíblicos”.
Pendleton le contó a Christianity Today que él y su grupo, que se compone de personas mayores, se sienten “dolidos” por las tensiones ocasionadas por la carta. “Queremos diversidad. Solo queremos ser fieles y hacerlo de un modo que se alinee con las Escrituras. Y sé que [aquellos que están en desacuerdo con nosotros] también lo quieren. Esto lo hace todo más complicado”.
Debate sobre la teoría crítica de la raza
La llegada de la teoría crítica de la raza a la primera fila del discurso público conservador, tanto dentro como fuera de la iglesia, ha sido reciente y rápida. Se originó en la década de 1970 como una teoría legal ad hoc que sugería que las desigualdades de poder están profundamente enclavadas en la sociedad y se fusionan con las líneas raciales, y se ha convertido en un frecuente punto de encuentro entre los expertos conservadores y republicanos.
El pasado noviembre, los seis presidentes de los seminarios de la Convención Bautista del Sur publicaron una declaración diciendo que la teoría es “incompatible” con el mensaje de la denominación, y provocaron que al menos cuatro pastores negros rompieran con la denominación. Oklahoma, Idaho y Tennessee, estados con legislaturas de mayoría republicana, recientemente prohibieron que se enseñara dicha teoría en las escuelas, y hay casi una docena de estados que han introducido una legislación similar.
El documento contra la teoría crítica de la raza compartido con los líderes de Cru saca su definición del término de un artículo del pastor John MacArthur, junto con recursos de apologetas contra la teoría como el químico teórico Neil Shenvi y el ateo James Lindsay. No menciona a los importantes expertos en esta teoría como el fallecido profesor de la Universidad de Harvard Derrick Bell o la profesora de derecho de la UCLA Kimberlé Crenshaw.
“Es una obra de propaganda”, dijo Matt Mikalatos, antiguo director de programa que ayudó a organizar la conferencia del equipo de Cru. “No está informando nada. No está diseñado para compartir los dos puntos de vista. Está diseñado para hacer avanzar una agenda muy específica”.
Muchos consideran la conferencia del equipo de 2015 como un punto de inflexión, cuando los oradores trataron el tema de la justicia y de la diversidad étnica más directamente. Mikalatos dijo que los organizadores querían asegurarse de que la conferencia fuera “importante y transformadora” para todos los asistentes, en vez de tener un programa para los miembros de la mayoría.
“Eso significa que la mayoría que está acostumbrada a tener todo el programa para ellos todavía tendrían cosas que les gustarían, pero otra persona, de un espectro teológico diferente, también se sentiría representada”, dijo.
La conferencia, misma que el documento de crítica asegura que “fue entregada a los comunicadores más radicales de la justicia social y la teoría crítica de la raza”, ofreció conferencias que incluían a Christena Cleveland —en aquel momento columnista de Christianity Today y profesora en la Duke Divinity School—, así como Andy Crouch, Francis Chan y John Perkins.
Algunas conferencias posteriores incluyeron a un grupo de cristianos nativos americanos que dieron la bienvenida al equipo a su tierra, un mensaje de la pastora Joyce Emery (la primera pastora a la que se le cedió la tarima en el evento bianual) y una llamada al arrepentimiento corporativo contra el racismo de la coach cristiana en competencia cultural Latasha Morrison, autora de Be the Bridge [Sé el puente].
“He aprendido mucho al escuchar las experiencias de mis hermanos y hermanas en Cristo que forman parte de la minoría, y me he dolido con sus experiencias”, dijo Pendleton. “Fue un mensaje que muchos de los empleados en la mayoría cultural necesitaban oír, pero después de cinco años repitiendo [el mismo mensaje] una y otra vez, no ha habido un mensaje de juntarnos para perdonarnos unos a otros”.
Los líderes principales de Cru dijeron que la teoría crítica de la raza no ha sido parte de las discusiones internas del liderazgo, y Gauthier señaló que la organización “no sostiene ni enseña ninguna ideología mundana”.
Revisión de los marcos bíblicos
Gauthier dice que se espera que en los próximos meses Cru divulgue un documento sólido hablando de la estructura teológica de la organización.
“No tenemos un marco bíblico claramente definido para saber cómo enfrentarnos a esto”, dice Gauthier. Destacó la importancia de cimentar el ministerio de la organización en la ideología bíblica, un énfasis que reconoce que puede que se haya perdido en su intento por combatir el racismo.
Aunque algunos temas son difíciles de discutir, particularmente entre un grupo que abarca múltiples generaciones, él espera que un énfasis mayor en las instrucciones directas de la Biblia con respecto al racismo ayude a los empleados de ambos lados de la discusión a encontrar un terreno común.
El documento contrario a la teoría crítica de la raza no es la única carta que ha circulado por el espacio virtual de Cru durante el último año. Tras la designación de tres individuos blancos para ocupar posiciones de alto liderazgo (incluyendo a Gauthier, que previamente había trabajado como director ejecutivo de Cru), una carta pública titulada “A Humble Request for Leadership Process Transparency & Organizational Fidelity” [Una humilde petición de transparencia en el proceso del liderazgo y de fidelidad organizacional] se publicó en el muro de mensajes en la página de trabajo de Facebook de la organización en octubre de 2020. Después de llamar a los ascensos “oportunidades perdidas” para elevar a líderes no blancos, la carta fue borrada y editada por 14 miembros del equipo, todos los cuales aparecen como firmantes en el documento.
En la carta (que se menciona en el documento contra la teoría crítica de la raza como “la revuelta del equipo”) se les pide a los líderes de Cru que muestren más transparencia en sus procesos de selección, y al mismo tiempo ofrece pasos concretos sobre cómo los nuevos contratados “deberían trabajar para combatir cualquier opresión contra gente negra o indígena”. En contraste con el documento contrario a la teoría crítica de la raza, que era en su mayoría anónimo, este documento lo firmaron 574 miembros del equipo públicamente.
“De muchas maneras, el documento [Buscando claridad y unidad] resultó dañino, porque fue muy sigiloso”, dijo Nich Beebee, un miembro del equipo que firmó el borrador inicial de la carta “Una humilde petición”. “No tenías ni idea de quién formaba parte más allá de los pocos que estaban al frente”.
Según Pendleton, los que han contribuido al documento contra la teoría crítica de la raza han permanecido en el anonimato principalmente porque muchos tenían “miedo” de que se les asociara con el grupo, y algunos se presentaban en las reuniones de Zoom con nombres falsos y con la cámara apagada.
Tensiones en ambos lados
Gauthier dijo que ambos documentos “capturan las tensiones que tenemos que enfrentar al perseguir nuestra misión”.
Los miembros del equipo contaron a CT que las publicaciones en el grupo de trabajo de Facebook subrayan las amplias divisiones de la organización. Tras el asesinato de George Floyd, el presidente de Cru, Steve Sellers, abordó el tema abiertamente en el foro acerca de cómo responder a la tragedia. “Si denuncio esto específicamente, por qué no también todos los demás ejemplos de racismo”, escribió. “¿Por qué no me manifiesto pública y explícitamente contra el pecado del aborto, los horrores de las mujeres traficadas o el asalto a la visión bíblica de la sexualidad humana?”.
Algunos comentaron que la publicación cayó en saco roto, provocando el sentimiento de “todos los pecados importan”.
Mientras estas tensiones se han ido haciendo cada vez más evidentes, los desacuerdos por el manejo de Cru de las cuestiones de justicia y diversidad han provocado que tanto líderes veteranos como recién reclutados renunciaran a sus cargos.
En una carta pública, Rasool Berry, miembro del equipo desde hace diecinueve años, escribió que “una avalancha de resistencia al trabajo de competencia cultural, justicia e integración de la fe” fue una de las razones para su renuncia a principios de este año. Citó al podcast Pass the Mic y su movimiento #LeaveLoud, una iniciativa que anima a los cristianos negros a compartir sus historias acerca de abandonar espacios evangélicos, como inspiración para su carta pública.
Dan Flynn, director de campus y miembro del equipo junto con su esposa, Paula, durante más de treinta años, optaron por dejar sus puestos en 2019 debido a su preocupación por el nuevo “valor central del movimiento wokeness” de la organización. En un testimonio personal, escrito en la carta contra la teoría crítica de la raza, Flynn cita una reciente conferencia de ponentes femeninas y el fracaso de Cru a la hora de “educar” a los empleados acerca de los roles de género tradicionales después de que una antigua miembro del equipo declarara públicamente su homosexualidad en 2019. (En aquel momento ella dijo que era célibe “por el bien de su ministerio” con Cru, aunque decidió dejar la organización varios meses después).
La trabajadora Jocelyn Chung, que llevaba dos años en la organización, publicó su propia carta de renuncia a principios de este año, señalando que perdió a personas que apoyaban su ministerio y que se vio obligada a cambiar a una jornada parcial después de “abrazar un evangelio más holístico” que enfatizaba “la peligrosa complicidad de la iglesia estadounidense con el supremacismo blanco, el nacionalismo cristiano y la desigualdad sistémica”.
Cru no es el único grupo paraeclesial centrado en las misiones que enfrenta un escrutinio de su respuesta a recientes cuestiones sociales. InterVarsity recibió críticas en 2015 después de invitar a Michelle Higgins, del ministerio Faith for Justice, para que hablara del movimiento Black Lives Matter en su conferencia de Urbana. Higgins recibió amenazas de muerte tras su charla e InterVarsity se vio obligada a clarificar que ellos “no respaldaban todo” el movimiento de Black Lives Matter.
La organización Navigators lanzó una declaración similar expresando su deseo de “empoderar a la gente de color”, aunque se distanciaban del movimiento Black Lives Matter después de publicar un cuadrado negro durante un “apagón” de las redes sociales que hubo después del asesinato de George Floyd, provocando preguntas acerca de la posición de la organización en cuanto a la justicia racial.
Las organizaciones paraeclesiales, históricamente, han ofrecido a cristianos de todas las denominaciones un espacio para colaborar en cuestiones consideradas de primera necesidad. Sin embargo, según van creciendo las tensiones culturales, la viabilidad de tales colaboraciones sigue poniéndose a prueba.
“Los ministerios a gran escala requieren una generosidad, un amor y una capacidad para aceptar la incomodidad que nosotros, en el evangelicalismo, aún no tenemos dominado”, dijo Mikalatos. “Y, de muchas maneras, Cru es en parte un reflejo del evangelicalismo”.
Curtis Yee es periodista de fe y cultura radicado en Sacramento, California.
Traducción por Noa Alarcón
Edición en español por Livia Giselle Seidel