Es irónico que los pastores, quienes tanto hablan de la necesidad de vivir en comunidad, son quienes menos disfrutan de esa experiencia. Nuestros días y nuestras noches están llenas de llamadas, reuniones, y trato con otras personas. Pero a pesar del abundante trato con los demás, tenemos pocos colegas en quienes confiamos. Tenemos demasiadas relaciones, pero muy pocos amigos.
Muchos pastores no reconocen este aislamiento. Al contrario, la mayoría de ellos luchan con una sobre saturación de relaciones y sienten la necesidad de buscar momentos para poder estar solos durante el tiempo libre con que disponen. Pero al mismo tiempo, tienen una experiencia genuina de comunidad muy limitada.
He sido pastor por casi 20 años, consejero restaurativo por cinco años, y por estos últimos cinco años he dirigido grupos de entrenamiento de pastores en tres estados. Sé que los pastores, y allí me incluyo yo, tienen una tendencia alarmante a estar aislados emocional y espiritualmente. Para mí personalmente, no fue sino hasta que me topé con la pared proverbial, luchando con el agotamiento total y la adicción, que me di cuenta lo aislado que me encontraba. Había aprendido muy bien cómo relacionarme cariñosamente con la gente pero no con transparencia honesta. Algunas veces existen cosas que no podemos compartir con nuestros miembros en la iglesia. Pero iba más allá de eso. No tenía ningún verdadero amigo fuera de la iglesia, así que terminé no compartiendo con nadie las luchas por las que estaba pasando. Lo que necesitaba era comunidad genuina.
Los líderes aislados son un peligro para sí mismos y para sus iglesias. He identificado cinco peligros específicos:
1. Los líderes aislados son más susceptibles a sentimientos de tristeza y soledad. Los amigos traen gozo y energía.
2. Los líderes aislados son más susceptibles a la ansiedad y al estrés. Cuando nuestro mundo consiste totalmente de relaciones dentro de la iglesia y cuando hay conflicto o ansiedad en ese sistema relacional, nuestro estrés se multiplica. Tener un amigo fuera de dicho sistema nos ayuda a mantener la perspectiva y reduce nuestra ansiedad.
3. Los líderes aislados son más susceptibles al desánimo. Sin la oportunidad de hablar sobre nuestras frustraciones y desánimos perdemos el sentido de contexto. No es sabio ni útil hablar de estas cosas con los miembros de la iglesia, así que nos las guardamos.
4. Los líderes aislados son más susceptibles a la tentación. El aislamiento es un factor clave en la vulnerabilidad a la adicción o cualquier otro tipo de hábito pecaminoso. Los amigos nos ofrecen apoyo y sirven como personas a quien les rendimos cuentas.
5. Los líderes aislados son más susceptibles a hacer estupideces. Tendemos a sobre reaccionar o a tomar decisiones sin pensar cuidadosamente las cosas. Algunas veces los amigos nos ayudan cuando preguntan: “¿Estás seguro que quieres hacer eso?”
El por qué estamos aislados
Si es tan obvio que una comunidad significativa es algo importante para los líderes de la iglesia, ¿por qué es tan raro encontrarla? Creo que hay tres razones.
1. Asumimos equivocadamente que la gente en nuestra iglesia puede llenar nuestra necesidad de relaciones personales.
Cuando pregunto sobre amigos, la mayor parte de los pastores que entreno hablan de la gente en la iglesia con la que se llevan muy bien. Por años esa era mi respuesta también. Trabajaba por cultivar amistades con los varones de la iglesia. Pensé que estas amistades eran saludables y que me ayudaban—y hasta cierto punto así era. Pero no me había dado cuenta de las limitaciones de esas relaciones. ¿Podemos tener una relación transparente de amistad con alguien que nos mira como su líder? La gente en la iglesia siempre nos mira con la expectativa de que seamos sus líderes espirituales y maestros, y este es un sombrero que nunca nos podemos quitar. Debido a esta responsabilidad, por necesidad vamos a evitar compartir ciertas frustraciones o preocupaciones. Merodeando en un rinconcito de nuestra mente está la sensación de que si decimos algo ofensivo o que le duela a esta persona, o si expresamos las frustraciones que tenemos con la iglesia en una manera franca, que eso pudiera impactar la conexión que la persona tiene con la iglesia o que pueda llegar a dañar nuestro liderazgo.
Conozco a pastores que han sido despedidos a causa de algo que dijeron, durante un momento de apertura y vulnerabilidad, a alguien que consideraban un amigo. Es como el dicho que ofrecen como advertencia los periodistas cuando hacen una entrevista: Tenga cuidado lo que dice, porque todo lo que usted diga “queda en la grabadora.” Si usted es pastor, durante el tiempo que usted pasa con los miembros de su iglesia, todo lo que usted diga “queda en la grabadora.”
La mayor parte de los estados tienen leyes que prohíben a los pastores tener relaciones sexuales con algún miembro de la iglesia. Dichas leyes se basan en la suposición de que un pastor no puede tener una relación de igualdad con un miembro de su iglesia. El pastor tiene un puesto de autoridad, como líder espiritual y maestro, así que, el tener una relación sexual se mira como un abuso de poder. ¿Qué nos hace pensar que estas leyes tienen sentido y que al mismo tiempo pensemos que podemos tener amigos dentro de la iglesia?
Considere usted el reto de la confusión de papeles. Reconocemos el peligro de tratar de “ser amigos” de nuestros hijos. Ser un padre de familia es distinto de ser un amigo. Los papeles no deben confundirse. Las relaciones dentro de la iglesia son complicadas no solo por la dinámica de liderazgo espiritual, también lo son por los diferentes (y a veces conflictivos) papeles que desempeñamos en cuanto a supervisión. Frecuentemente pastores identifican como amigos a personas en la iglesia que son miembros de la mesa directiva de la iglesia. Dichos miembros frecuentemente tienen la tarea de fijar sueldo, y en ocasiones determinar la disciplina o el despido del pastor. ¿Podemos tener una relación recíproca y completamente transparente con una persona que nos mira como su líder espiritual o que sirve en un papel de supervisión? Es muy dudoso que así sea.
2. Verdaderamente no queremos comunidad.
Esta razón es mucho más difícil de admitir: No tenemos comunidad porque verdaderamente no la valoramos. Cuesta trabajo. No la valoramos lo suficiente para perseverar frente a los retos de construirla y mantenerla. Muchos de nosotros sentimos que ya tenemos demasiadas relacionas. El problema es que tenemos el tipo equivocado de relaciones. Necesitamos unas pocas relaciones de mutualidad y honestidad. Pero esto es difícil porque exige que invirtamos tiempo y energía, y no siempre estamos dispuestos a hacer eso.
Pero va más allá de eso: Resistimos la comunidad genuina porque exige que seamos vulnerables. Es difícil ser vulnerable en las relaciones cuando pasamos tanto tiempo ayudando a los demás a lidiar con sus debilidades y meticulosamente escondiendo las nuestras.
Al pasar del tiempo, como pastores, nos acostumbramos a ayudar a los demás y a sentirnos incómodos cuando alguien nos trata de ayudar. Nos acostumbramos a ayudar al necesitado. No nos agrada la idea de nosotros ser los necesitados. Batallamos siendo vulnerables. Y es sólo a través de esa vulnerabilidad que se puede edificar una relación auténtica.
Como parte de mi restauración y sanidad, me involucré en un grupo de varones dirigido por un consejero. Recuerdo lo difícil que se me hizo hablar de las cosas con las que estaba luchando (“¿Estas luchando con eso otra vez?”), o de las cosas que me molestaban (“¡Parece algo tan insignificante!”) Me di cuenta lo mucho que me censuro a mí mismo alrededor de otros, revelando solamente mi mejor perfil, “maduro y espiritual.”
Este sigue siendo uno de los grandes retos en mi vida—tener el valor para ser honesto sobre las cosas que me confunden, las que todavía son una lucha, las que me enojan, y en las que sigo fracasando. No quiero verme mal, y detesto sentirme “necesitado.” Me he vuelto muy bueno en dejar que la gente sólo mire la versión final editada de mis pensamientos y mi vida.
Pero si lo único que le ofreces a la gente es un perfil cuidadosamente editado, puede que tengas seguidores o aficionados, pero no vas a tener amigos. Este tipo de vulnerabilidad es exactamente lo que se requiere para descubrir quiénes son tus verdaderos amigos … y es el tipo de vulnerabilidad que los pastores tendemos a evadir.
3. Asociamos renovación con retiro.
Mi esposa acaba de terminar su tesis de maestría sobre la salud emocional de los pastores. En su investigación descubrió que los pastores tienden más a ser introvertidos que el resto de la población. Y eso tiene sentido: Muchos pastores se sienten atraídos a la profesión por el estudio y la preparación de mensajes. Cuando los introvertidos quieren ser renovados, ellos buscan soledad y experiencias no-relacionales. Esto sólo sirve para reforzar su aislamiento.
Las disciplinas espirituales que se suelen recomendar a los pastores—cosas como estudio de la Biblia, oración, meditación, silencio—los lleva más lejos de la comunidad en lugar de acercarlos. Por supuesto, no hay nada malo en estas disciplinas—son importantes y útiles. Pero si no son moderadas por las disciplinas que involucran a la comunidad como compañerismo, confesión, celebración, y servicio, tan sólo fortalecen una tendencia peligrosa.
Hay una línea delgadísima entre la soledad saludable y el aislamiento enfermizo. Veo a muchos pastores que están aislados emocional y espiritualmente, y decirles que necesitan más tiempo a solas es como decirle a una persona anoréxica que necesita cuidar su dieta.
Donde los pastores encuentran verdaderos amigos
Hay cuatro áreas que nosotros los líderes necesitamos seguir para poder obtener el tipo de comunidad que necesitamos.
1. El tipo correcto de apoyo profesional. A muchos pastores les ayuda grandemente relacionarse con alguien que sea talentoso, que esté bien entrenado, y que tenga como tarea ayudarles a ser abiertos y honestos. Un consejero, entrenador, o mentor. Este tipo de personas nos ayudan a abrirnos sobre cosas que quizás no haríamos de otra manera. Muchos de nosotros necesitamos alguien con quien reunirnos con regularidad para compartir nuestras cosas sin sentirnos juzgados.
2. El tipo correcto de amigos fuera de la iglesia. Amistades que nos nutren con personas en nuestra comunidad que no son miembros de nuestra iglesia son útiles en un todo tipo de maneras. Nos ayuda como líderes a recibir percepciones externas sobre co mo la comunidad percibe a nuestra iglesia. Pero es tan importante tener a alguien con quien usted se pueda relacionar de persona-a-persona, no de miembro-a-pastor. El asunto problemático en este caso surge cuando estamos cultivando amistades con personas que están fuera de la iglesia con el fin de evangelizarlos y/o hacer crecer la iglesia. “Evangelismo de amigos” o “amigos con el fin de reclutar” suelen no prestarse para una comunidad auténtica, porque frecuentemente operan motivos no declarados. Ayuda tener amigos donde no opera ningún motivo oculto o de segunda intención.
3. El tipo correcto de grupo de colegas. Los pastores pueden ser grandes amigos de otros pastores. Nos entendemos. A pesar de las diferencias de denominación y tamaño de iglesia, somos más parecidos que diferentes. Puede convertirse en una gran relación si encuentras pastores con quienes te gusta pasar tiempo. Pero seamos honestos: Las relaciones de colegas con otros pastores no siempre funcionan. Pueden estar infectadas por los celos y la competencia. Además, si los pastores están ministrando en iglesias que quedan cerca una de la otra, puede ser incómodo cuando miembros de su iglesia se van a las de ellos, o viceversa. Si podemos ser honestos sobre estos asuntos y podemos quitarnos las máscaras que acostumbramos usar, un grupo de pastores colegas puede ser algo maravilloso.
4. Grupos distantes. Hay que ser realistas: los pastores se mudan con frecuencia. La alta movilidad es un factor que lleva al aislamiento. Una manera de contrarrestar esto es siendo miembro de un grupo que se reúne cada pocos meses, aunque los miembros del grupo vivan en diferentes partes del país.
Yo fui miembro de un grupo así y me fue de gran ayuda. Requiere una inversión de tiempo y dinero: separan varios días seguidos, y se reúnen unas cuantas veces al año, lo cual involucra gastos de viaje.
Si no se reúnen con suficiente frecuencia, todo lo que hacen es ponerse al día cuando se ven.
Pero si se reúnen con suficiente frecuencia, y se mantienen en contacto entre las reuniones, pueden nutrir y edificar amistades muy significativas.
Si pudiéramos comprometernos a algunas amistades de este tipo, y si permanecemos como parte de la vida los unos de los otros aunque nos mudemos a otra parte del país, podemos tener amistades de por vida. Y qué regalo tan saludable es ese.
Mark Brouwer es pastor de Jacob’s Well Church Community en Evergreen Park, Illinois.
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