Falleció Ruth Montaño, luchadora por la libertad religiosa de los bolivianos no católicos

La abogada de Cochabamba logró la aprobación de la histórica ley de 2019 que protege a los evangélicos y otras minorías religiosas de la discriminación en la nación andina.

Christianity Today April 13, 2021
Morning Star News

Hasta su muerte el mes pasado a la edad de 63 años, la abogada boliviana Ruth Montaño había hecho quizás más que cualquier persona viva para promover los derechos de las minorías religiosas en su tierra natal andina.

Especialista en derecho constitucional y asesora legal permanente de la Asociación Nacional de Evangélicos de Bolivia (ANDEB), la abogada con sede en Cochabamba pasó más de dos décadas defendiendo a los creyentes y congregaciones cristianas contra la discriminación y la injusticia.

Su mayor logro profesional fue, sin duda, la aprobación en septiembre de 2019 de la Ley de Libertad Religiosa 1161.

Montaño fue la principal arquitecta legal de la histórica legislación, “uno de los mayores logros de la iglesia evangélica [enlace en inglés] y de la ANDEB en la historia de nuestro país con respecto a la libertad religiosa”, dijo el presidente de la ANDEB, Munir Chiquie.

Producto de nueve años de investigación, litigio y negociaciones con el gobierno del expresidente Evo Morales, la ley garantiza la independencia de las iglesias y otras comunidades religiosas de la interferencia del gobierno en sus asuntos internos.

La ley impide que los funcionarios seculares dicten a las iglesias no católicas cómo deben organizar sus actividades, elegir líderes y administrar sus finanzas. También restablece el derecho de las iglesias y organizaciones misioneras a abrir y mantener escuelas, clínicas y otros ministerios sociales integrales, un derecho que se les había negado durante casi una década.

Según Chiquie, la disposición más importante de la Ley 1161 fue la creación de una nueva identidad legal para iglesias, sinagogas, mezquitas y otras comunidades religiosas. Estos grupos ahora gozan del estatus oficial de “organizaciones religiosas”.

“Esta ley estableció un entorno judicial completamente nuevo para las organizaciones religiosas”, dijo Chiquie. “Reconoce su libertad para predicar, enseñar la Palabra y utilizar los medios de comunicación masiva. Además, garantiza la libertad de impartir educación religiosa de acuerdo con sus respectivas cosmovisiones”.

Los cambios radicales se produjeron en parte por una medida del gobierno de Morales hace ocho años para ejercer un control estricto sobre las iglesias no católicas del país.

En 2013, la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia aprobó la Ley 351: Ley de otorgación de personalidades jurídicas a las iglesias y grupos religiosos. En respuesta, la ANDEB presentó recursos legales ante el Tribunal Constitucional del país solicitando la anulación de dicha legislación.

Montaño, quien encabezó la apelación legal, argumentó que la Ley 351 otorgaba al gobierno un poder excesivo para interferir en los asuntos internos de las iglesias y agencias misioneras. El cumplimiento de la Ley 351, dijo, “obligaría a las iglesias a traicionar sus verdaderas tradiciones eclesiásticas. Esta medida les priva de toda autonomía para seguir sus convicciones de fe originales”.

A pesar de la impugnación constitucional de la ANDEB y las marchas que movilizaron a unos 20 mil manifestantes en cinco ciudades, los jueces designados por Morales ratificaron la Ley 351. Ese revés, junto con la insistencia del gobierno en que se observaran rituales animistas precolombinos [enlace en inglés] en las escuelas y otras esferas públicas, galvanizó a los líderes de la iglesia para presionar enérgicamente por una nueva ley que garantizara la libertad religiosa.

Montaño también encabezó esa iniciativa, redactando innumerables borradores legislativos y recorriendo el país de lado a lado para consultar con líderes religiosos.

“Me salieron canas”, dijo. “Fue una tarea enorme construir consenso entre los pastores evangélicos. Terminábamos un borrador en una parte del país y lo llevábamos a otra para su revisión. Y ellos decían: “No, no, no, deberíamos mejor hacer esto”.

“Se hizo evidente que algunos líderes de la iglesia tenían conceptos erróneos sobre lo que es realmente la libertad religiosa. Descubrimos actitudes discriminatorias contra otras religiones. Tuvimos que explicar que la libertad para algunos significa libertad para todos”.

Al final, fueron en gran parte las credenciales de Montaño como abogada constitucional y su incansable búsqueda de la justicia lo que llevó el proyecto a buen término.

“Ruth era una guerrera”, dijo Chiquie. “Tenía un corazón apasionado por Dios, completamente honesto, directo y sincero en todo lo que hacía”.

Jaime Huayta, socio menor del bufete de abogados de Montaño, estuvo de acuerdo.

“Era como una leona, una mujer feroz cuando se trataba de trabajar por causas justas”, dijo. “Con total franqueza, fue y les dijo a funcionarios gubernamentales de alto rango exactamente lo que tenía que decir. A veces, otros abogados y representantes le decían: “Cálmate, Ruth, pueden enfadarse con nosotros”. Pero ella siempre hablaba con respeto y profesionalismo, pidiéndoles que hicieran lo correcto.

“Así la recordaré, por su ética de trabajo y su impecable conducta”.

La pequeña madre de dos tenía otros intereses apasionados. En sus últimos años, dedicó una parte de su tiempo a la protección de la familia, representando a Bolivia ante las sesiones de la Organización de los Estados Americanos para testificar sobre el impacto de las políticas públicas en los derechos reproductivos, la condición de la mujer y la educación de los menores de edad.

Sin embargo, Montaño nunca se negó a ayudar a nadie que le pidiera ayuda, a menudo trabajando de forma gratuita.

“Se desempeñó como asesora legal de muchas denominaciones y organizaciones evangélicas en todo el país”, dijo Chiquie. “Ella ayudaba a cualquier persona que la buscara, sin importar quién fuera, y defendía su caso con todo su corazón y capacidad”.

En septiembre de 2020, exactamente un año y un mes después de la sanción de la Ley 1161, Montaño fue diagnosticada con cáncer de estómago. Falleció en su casa el pasado 12 de febrero. Le sobreviven dos hijos adultos, Lenz Mauricio y Jorge Luis, su anciana madre y tres hermanos.

“No será fácil reemplazarla”, dijo Chiquie. “No será fácil para otro tomar su lugar y hacer las cosas que ella hizo”.

Escrito por el corresponsal en Latinoamérica de Morning Star News.

Traducción por Iván Balarezo

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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La apologética puede prosperar tras RZIM. Pero algunos cambios son necesarios.

Para sus detractores, la caída de Ravi Zacharias significa el fin de un movimiento; sin embargo, su derrumbe nos recuerda que debemos profundizar nuestros compromisos fundamentales con la obra del evangelio.

Christianity Today April 8, 2021
Illustration by Mallory Rentsch / Source Images: Barry Daly / Lightstock / Courtesty of RZIM / Google Maps

Cuando RZIM ratificó los informes de que Ravi Zacharias era culpable de abusos calculados y en serie, me sentí destrozado. Recuerdo haber escuchado el programa de Ravi en la radio cuando estaba en bachillerato [high school] y haber visto cómo mantenía hechizado a un auditorio repleto en la universidad. Devoraba todo el contenido suyo que podía. Me parecía como un C. S. Lewis moderno, que casaba la razón y la imaginación, que satisfacía el corazón y la mente, pasando sin esfuerzo de Malcolm Muggeridge a The Moody Blues.

Tras reflexionar, me di cuenta de que parte del orgullo que sentía al escucharlo tenía que ver con lo mucho que Ravi se parecía a mí. Como descendiente de filipinos que ha crecido en un entorno predominantemente blanco, me parecía que Ravi, un americanocanadiense nacido en India, parecía ser el mejor ejemplo de lo que yo podría llegar a ser. Entre otras cosas, me dio la esperanza de ser aceptado por la cultura predominante, una cultura que se podía conquistar a través de la educación, la erudición y la elocuencia.

Recuerdo que Ravi una vez respondió a una pregunta citando el poema de Francis Thompson “In No Strange Land” [“En tierra conocida”], el cual describe un escenario imaginario en el que Jesús va caminando por la ribera del río Támesis en Londres. Cerró de forma magistral: “¡Él te encontrará allá donde estés!”. Pero, pasados todos estos años, me he sentido devastado al enterarme acerca de dónde estaba Ravi en realidad y de lo que estaba haciendo. Ha sido igualmente devastador enterarme de que Ravi había sido aislado y protegido de la rendición de cuentas por un círculo de personas cercanas, sobrepasadas en parte por su carisma y en parte por su tajante intimidación.

Como pastor y profesor al que le preocupa la revitalización de la apologética para el beneficio del evangelio, la historia de RZIM me hace poner los pies en el suelo para observar el futuro del movimiento desde una perspectiva más amplia. No hay duda de que la depravación de Ravi ha dañado irreparablemente su legado, así como al ministerio que ahora está cambiando su nombre y se está retirando de la apologética.

Como informó recientemente CT, la que una vez fue una gran organización de apologética a nivel mundial, ahora será reducida significativamente y encauzará parte de sus recursos a la reparación de los daños, financiando organizaciones que cuiden de las víctimas de abuso sexual.

Para algunos observadores, existe una conexión problemática entre la práctica contemporánea de la apologética y el potencial para el abuso. Nuestra idea de un apologeta tiende a ser la de un sabio sobre el escenario: un retórico preparado para responder a cualquier objeción posible. Pero idolatrar la brillantez oratoria quizá haga que nos contentemos con el dominio de los argumentos, mientras seguimos sin ser dominados por el Espíritu. Para los detractores, la caída de Ravi es el último clavo del ataúd de la práctica apologética tradicional.

¿La caída de Ravi ha revelado la inutilidad y el fracaso de la apologética popular? ¿Qué efecto, si acaso tiene alguno, tendrá sobre la comunidad de apologetas en general?

La apologética tradicional, que se ocupa de responder las objeciones a la fe cristiana, continúa teniendo gran aceptación dentro de los círculos evangélicos. Tanto las obras clásicas como las contemporáneas tienen grandes ventas; en los campamentos de perspectiva mundial abundan estudiantes a punto de entrar en la universidad; y nuevas voces están floreciendo en plataformas en línea como YouTube.

La mayoría de los textos contemporáneos sobre el tema incluyen una defensa de la apologética frente a sus cultos detractores. Dichos autores sostienen que los problemas no los tienen tanto con la apologética en sí, sino con su mala ejecución. Algunos quieren apartarse de una confianza exagerada en la racionalización y moverse hacia recursos que tengan más que ver con la revelación divina, las relaciones o la imaginación. Otros han defendido más bien los enfoques que se caracterizan por la virtudes del símbolo de la cruz: humildad, amabilidad, paciencia y amor.

Sin embargo, cada vez hay más recelo contra la disciplina, especialmente entre los evangélicos más jóvenes. Hace no mucho estaba dando una clase de apologética en un seminario evangélico y me sorprendió el número de estudiantes que buscaron una disculpa para no asistir. Mis estudiantes tenían preguntas difíciles: ¿Acaso no es imposible convencer a alguien de tener fe con base en argumentos? ¿Acaso la apologética no es solo eficaz para los que ya están convencidos? ¿Acaso no es la apologética un mal sustituto del evangelismo relacional y del discipulado?

La caída de Ravi ha dado un nuevo impulso a las críticas de los modelos tradicionales. A nosotros, debería servirnos para ser más humildes. Como ocurre con la caída de otros líderes célebres, esta historia representa no solo un fracaso individual, sino uno institucional.

El antiguo ministerio de Ravi está en proceso de arrepentimiento y reparación. Sin embargo, como líderes del pensamiento cristiano y miembros de la iglesia global, ¿cómo podemos sanar la cultura de la gran comunidad apologética? ¿Cómo podemos dejar de perpetuar los ciclos de celebridad, complicidad y abuso? Mientras pasamos el duelo y buscamos ser mejores, ¿qué lecciones deberíamos tomar en serio?

Escuchando las conversaciones que han tenido lugar entre los profesionales de la apologética, he logrado identificar cuatro temas.

1. Demostremos un compromiso con la verdad incluso cuando las consecuencias duelan.

Tradicionalmente, los apologetas se han presentado como valientes buscadores de la verdad. Pero cuando surgieron preguntas acerca del carácter y la conducta personal de Ravi, parte de la verdad estaba fuera de alcance. Aun así, como solía decir el fallecido Dallas Willard, la realidad es “aquello con lo que tropezamos cuando nos equivocamos, una colisión en la que siempre salimos perdiendo”.

En una época de tribalismo y polarización política, nos sentimos tentados a buscar la verdad siempre y cuando esta legitime nuestra posición como la correcta. Si nuestro único objetivo es ganar, la verdad se puede convertir en algo instrumental, o incluso innecesario, para esa aspiración. “Ganarles a los del otro bando” no requiere nuestra transformación, como tampoco a las dos hermanas de la verdad: la bondad y la belleza.

“En un Occidente poscristiano, que cada vez rechaza más la bondad y la belleza del cristianismo, deberíamos hacernos cargo del hecho de que demasiado a menudo la evidencia empírica sustenta este caso”, me contó Joshua Chatraw, director del Centro para el Cristianismo Público. “Aunque quizá también sea una oportunidad. En una cultura vertiginosa, donde la mayoría lucha por los recursos que motiven un arrepentimiento sincero, practicar el arrepentimiento público es nuestro primer paso para volver a sustentar nuestro propósito”.

2. Distingamos el mensaje del mensajero (pero no los dividamos).

Después de la caída de Ravi, las voces de la comunidad apologética procesaron sentimientos de duelo y traición en sus plataformas públicas. Surgió una voz a coro bastante consistente: miren a Jesús. Confíen en Jesús, que nunca fue culpable de abuso de ninguna clase. Como les dijo Alissa Childers a los seguidores de su popular canal: “No pongan su fe en su apologeta favorito de YouTube”.

Lo mejor que un apologeta puede hacer es dirigir a la gente hacia Cristo. Pablo les dijo a los corintios: “No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor” (2 Corintios 4:5, NVI). Hay una diferencia, sin embargo, entre hacer esta distinción antes o después de que haya salido a la luz un escándalo.

Cuando los líderes fallan, es tentador separar el mensaje del mensajero en nombre de la gestión de imagen, pero distinguir entre los dos no puede ser una maniobra de relaciones públicas. El mensaje siempre está encarnado en la vida de una persona (o una comunidad) que hace creíble la idea. Si somos parte de una organización o de una iglesia donde se descubre oscuridad, distanciarnos de una figura pública abusiva no nos deja libres de culpa. El carácter importa. Por esta razón, a los líderes se les debería apartar de su cargo y se debería revelar su cultura institucional tóxica.

Y para aquellos que se preguntan acerca de la ayuda que recibieron de parte de líderes en desgracia, la distinción importa también. Los estudiantes de Historia de la Iglesia recordarán a los donatistas, que defendían que el valor de los actos pastorales dependía de la pureza con la que uno los realizaba. Un ministro indigno invalidaría la gracia que viene a través de los sacramentos. La pregunta es obvia: ¿Cuán buena es la gracia cuando viene a través de las manos de los ministros que han caído?

En respuesta, la iglesia rechazó la línea de pensamiento donatista y adoptó la postura de que la gracia no depende de la dignidad del ministro, sino de Dios, quien obra a través de los débiles y los indignos. El fracaso moral puede invalidar un ministerio, pero nunca puede invalidar la gracia de Dios, que viene a nosotros a través de Jesucristo.

Mientras la iglesia se recupera de la caída de Zacharias y de RZIM, los líderes a quienes les importa el movimiento de la apologética cristiana pueden seguir adelante aferrándose a esta verdad: nosotros no nos encomendamos a la fe porque hayamos encontrado todas las respuestas, sino porque nos encontramos en desesperada necesidad del Salvador al que nos encomendamos.

3. Reclamemos la fe como un proyecto comunitario en vez de como un logro individual.

Es digno hacer preguntas sobre la apologética, no solo por aquellos que hablan desde el escenario, sino también por los que se dirigen a multitudes a través de las pantallas. De hecho, ¿qué clase de formación de carácter se les requiere a los apologetas de Internet? Un medio que privilegia los puntos de vista y la viralidad tienta a los líderes para que desarrollen una diferenciación cada vez mayor entre su vida pública y la privada.

No obstante, cualquier creador de contenido te dirá que construir una audiencia tiene tanto que ver con compromiso y dedicación, como con el valor de producción. Hasta el grado de que se puede cultivar una comunidad real en espacios en línea, los apologetas de Internet pueden seguir conectados orgánicamente con aquellos a los que buscan servir.

Pero ni siquiera esto es sustituto de un compañerismo corporal en una congregación local. En su reciente libro After Doubt [Después de la duda], A. J. Swoboda suplica a los que dudan que no reemplacen la iglesia local por voces incorpóreas.

“Pide pizzas y compra libros por Internet”, escribe él, “pero no lleves ahí tus dudas y preguntas más íntimas. Tráenoslas a nosotros, el pueblo de Dios que estamos en el campo. Por favor, no nos reemplaces. Cuestiona la suposición de que tener un doctorado es lo mismo que ser sabio, o la suposición de que ‘lo más visto’ o lo ‘viral’ tiene algo que ver con la veracidad”.

En otras palabras, la persuasión cristiana debe tener los pies en lo espeso y lo concreto de la comunidad cristiana. Como líderes de iglesia y líderes laicos, a menudo subestimamos lo importante que es que nuestra fe esté entrelazada con la fe de nuestras comunidades. La fe de nuestra comunidad puede sostenernos cuando es difícil sostenernos a nosotros mismos. No obstante, el peligro llega cuando nos parece bien intercambiar nuestro arraigo concreto en una comunidad local de creyentes por la fe aparentemente inasible de un forzudo. Le permitimos a una figura pública que piense y crea por nosotros.

Por el contrario, el mejor lugar para que la creencia se haga creíble es en la comunidad local y corpórea. El sabio del escenario (o de la pantalla) puede suplementar y preparar el camino, pero no debe reemplazar a los guías que están a nuestro lado.

4. Apoyemos tanto a los apologetas “con mayúscula” como a los apologetas “con minúscula” en el contexto de la iglesia local.

Hace unos diez años, el tercer congreso del Movimiento de Lausana para la evangelización mundial en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, juntó a 4,200 líderes evangélicos de 198 países y produjo el Compromiso de Ciudad del Cabo, que incluyó un llamado a “la dura tarea de una apologética sólida”. Parte de la invitación fue a equipar y orar por aquellos “que están en condiciones de abogar por la verdad bíblica y defenderla en el ámbito público”. A ellos los llamo “apologetas con mayúscula”.

Los apologetas con mayúsculas vienen equipados con respuestas, pruebas filosóficas y puntos de vista convincentes para las preguntas difíciles. Aunque a veces se les ha despreciado, juegan un importante papel en la sociedad y a menudo despejan el camino de barreras intelectuales para que una persona pueda avanzar mucho más en la fe o en la exploración de la fe. Por ejemplo, estoy agradecido por el ministerio de personas como William Lane Craig, que ha servido a la iglesia en ese espacio durante varios años.

Sin embargo, en general, asumir que los apologetas con mayúsculas son el modelo preferido para la persuasión cristiana establece un precedente peligroso. Si los practicantes cotidianos tienen el potencial de hacerse adictos a “tener todas las respuestas”, entonces nos podemos imaginar el peligro para los que ofrecen respuestas de manera profesional.

“Ravi viajaba por trabajo durante 200, 250 días al año; no era miembro de una iglesia”, dijo Sam Allberry [enlace en inglés], un conocido conferencista de RZIM. La presión de estar desconectado y siempre de viaje es algo arriesgado para cualquier líder, pero especialmente cuando eres un promotor público de la fe. A menudo, mantener un aura de invencibilidad se convierte pronto en parte de la descripción del puesto de trabajo.

En ese sentido, los profesionales con mayúsculas necesitan oración y rendición de cuentas. Necesitan amigos y colegas que los conozcan lo suficientemente bien como para no sentirse impresionados: gente que los ame tanto como para decirles la verdad. Los apologetas individuales deben estar arraigados y bajo la autoridad de congregaciones locales precisamente porque la apologética y la fe son en esencia empresas comunitarias.

El Compromiso de Ciudad del Cabo incluía un segundo componente en su compromiso apologético: “equipar a todos los creyentes con la valentía y las herramientas necesarias para relacionar la verdad con la conversación pública cotidiana, haciéndolo con relevancia profética, para así interactuar con cada aspecto de la cultura en que vivimos”.

Gracias a Dios, la mayoría de nosotros no tratamos, ni debemos tratar, de convertirnos en apologetas “con mayúscula”. En cambio, buscamos ser apologetas “con minúscula”, involucrados en las conversaciones del día a día. Buscamos llevar las preguntas, las esperanzas y las penas de nuestro prójimo, junto con las nuestras, ante el Salvador que nos llama a seguirle.

Justin Ariel Bailey es profesor de teología en la Universidad de Dordt y autor de Reimagining Apologetics (IVP Academic, 2020). También es ministro ordenado por la Iglesia Cristiana Reformada y ha servido como pastor en entornos filipino-americanos, coreano-americanos y caucásico-americanos en los Estados Unidos.

Speaking Out es una columna de opinión para invitados de Christianity Today y (a diferencia del editorial) no representa necesariamente la opinión de la publicación.

Traducción por Noa Alarcón

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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La sanación es un pequeño adelanto de la resurrección

Las vacunas nos parecen un milagro. ¿Cuánto más el milagro real de la vida eterna?

Christianity Today April 7, 2021
Illustration by Kumé Pather

Las noticias han sido implacablemente desalentadoras desde comienzos del año pasado. Cualquier destello de luz se desvanecía sin más en medio de un número creciente de muertes por la pandemia, la depresión por el distanciamiento social, la violencia racial, la discordia política e incluso los vórtices polares. Con todo lo que hemos sufrido, resulta difícil atreverse a encontrar deleite alguno.

En una entrevista para el New York Times, el destacado sociólogo y columnista Zeynep Tufekci atribuyó [enlace en inglés] este pesimismo colectivo actual en parte al hecho de que tanto los medios de comunicación como los encargados de la salud pública fallaron al no sonar la alarma de la pandemia con anticipación. Las noticias ambiguas que llegaban de Wuhan, reiteradas por la Organización Mundial de la Salud, dieron a entender que no había transmisión del coronavirus entre humanos, a pesar de que la evidencia demostraba lo contrario. La intención era evitar una reacción exagerada y no incitar al pánico. El resquemor persistente por ese error ha avivado una melancolía continua y, recientemente, una minimización de los descubrimientos positivos, ya sea el descenso de las tasas de infección o la maravilla del desarrollo de la vacuna.

Las primeras predicciones [enlace en inglés] anunciaban que las vacunas tardarían entre doce y dieciocho meses en aparecer, con un objetivo modesto de un cincuenta por ciento de eficacia contra la infección. Aproximadamente un año después, no se ha logrado desarrollar una, sino cuando menos cuatro vacunas, algunas con un 95 por ciento de eficacia, un logro sin precedentes en la historia de la medicina. Esta Pascua llegó trayendo consigo una luz mucho más brillante. La mayoría de las iglesias aún no se reúnen libremente para los cultos, pero la seguridad de las vacunas y la esperada inmunidad de rebaño significan que volver a reunirnos es ahora una realidad imaginable.

No obstante, en vez de celebrar este notable logro de la humanidad, Tufekci señaló que los medios y los encargados de la salud pública se están moviendo con mucha cautela por temor a volver a desinformar. Así que se centraron en dar a conocer acerca de la amenaza de las nuevas variantes del virus, la necesidad de continuar utilizando mascarillas y la preocupación por lo desconocido, en vez de informar del impresionante hecho que sí sabemos: que las vacunas contra el COVID-19 son una defensa casi perfecta para no morir de la enfermedad.

Por supuesto, al final todos moriremos, pero es aquí donde no se deben minimizar las sorprendentes noticias de la Pascua. “Yo soy la resurrección y la vida”, dijo Jesús. “El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás” (Juan 11:25-26, NVI). La versión parafraseada de The Message, en inglés, inserta un “al final” en este versículo para aclarar que Jesús no quería decir que no moriríamos en la tierra. Sin embargo, la vida eterna no está reservada solamente para el cielo. Pablo dejó claro que tenemos una vida nueva ahora (Romanos 6:4; Gálatas 2:20).

Los discípulos de Jesús creyeron con alegría estas buenas nuevas hasta que la situación se puso difícil. El arresto y el juicio de Jesús les causaron pánico, y huyeron para salvar sus vidas. Incluso después de su resurrección, los discípulos seguían reunidos en la clandestinidad, y restaron importancia al reporte de las mujeres que encontraron la tumba vacía, tachándolo de “tontería” (Lucas 24:11). Increíblemente, su falta de fe persistió incluso cuando el mismo Jesús resucitado se les apareció en persona (vv. 36-37). La resignación y la desesperanza, al menos, coinciden con la lúgubre realidad. Los humanos solemos minimizar las buenas noticias como un modo de protegernos contra la decepción.

Según la investigación de Pew Research [enlaces en inglés], tres de cada diez estadounidenses (el 28 %) afirmaron el pasado mes de enero tener una fe más fuerte a causa de la pandemia. El informe no distingue entre religiones, ni indica cuántos estadounidenses ya tenían una fe que fortalecer. Pero, si los estudios actuales sirven como indicativo, más de un setenta por ciento de los estadounidenses dicen ser cristianos, lo cual significa que hay muchos cuya fe no se ha fortalecido debido a la pandemia.

La fortaleza en medio de la adversidad es una marca del discipulado cristiano, si bien es cierto que la adversidad persistente también puede amenazar la fe cuando continúa incrementando en severidad. El discípulo Tomás, tras haberse perdido la primera aparición del Jesús resucitado, es conocido por haberse negado a creer a menos que pudiera verlo por él mismo. Jesús apareció de nuevo y entonces, como mensaje para el resto de nosotros, dijo: “Dichosos los que no han visto y sin embargo creen” (Juan 20:24-29).

Sabiendo que sus discípulos seguirían batallando con la incredulidad y, por extensión, también el resto de nosotros, Jesús sopló sobre ellos el Espíritu Santo (v. 22). Es el Espíritu Santo quien le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios (Romanos 8:16), y que “en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros” (v. 18).

Al ser voluntario en una residencia de ancianos, recibí mi vacuna a comienzos de la cuaresma. Hice fila con muchas personas que esperaban con ansia regresar a la vida anterior. Salí por las puertas de la clínica no solo con inmunidad, sino con cierta sensación de ligereza y valor. No solo estaba dispuesto a recuperar mi vida anterior, sino que sentí la fuerza para amar, servir y deleitarme en la nueva vida, sin importar los problemas que vengan.

Si tal es el caso con meras vacunas, ¿cuánto más con el Espíritu Santo que nos asegura una vida eterna?

Daniel Harrell es editor ejecutivo de Christianity Today.

Traducción por Noa Alarcón

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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Cómo ser buenos samaritanos para con nuestros hermanos brutalmente perseguidos por Beijing

La iglesia estadounidense no debe dejar pasar la oportunidad de dar la bienvenida y ayudar a los hongkoneses y uigures.

Christianity Today April 2, 2021
Anthony Kwan / Stringer / Edits by Rick Szuecs

China sufrirá “repercusiones” por sus abusos contra los derechos humanos, advirtió [todos los enlaces en este artículo redirigen a contenido en inglés] el presidente Biden en un evento de CNN en el ayuntamiento el mes pasado. Pero además de asegurar que habrá amonestaciones públicas, no dijo mucho más sobre a qué repercusiones se refiere.

Quizás la reticencia de Biden se debe a la dificultad de “hablar de las políticas públicas en relación a China en tan solo 10 minutos por televisión”, como bromeó en el ayuntamiento. O puede deberse al hecho de que Estados Unidos tiene muy pocas opciones realistas en cuanto a este tema. Sin embargo, hay una alternativa que Biden puede y debería procurar poner en marcha inmediatamente: dar la bienvenida a los uigures, a los hongkoneses y a otros que están llegando a los Estados Unidos como solicitantes de asilo y refugiados que huyen de la opresión de Beijing.

Sin duda Biden ha considerado esta opción. En una declaración por el Día Mundial del Refugiado el verano pasado, prometió “trabajar con nuestros aliados y socios para levantarnos frente al ataque que China ha infringido contra las libertades de Hong Kong, así como la opresión y las detenciones masivas de los uigures y otras minorías étnicas, y abrir un camino para que aquellos que son perseguidos encuentren un refugio seguro en los Estados Unidos y otros países”. Esto suena como si hubiera cierta apertura a imitar el programa del Reino Unido que ofrece ciudadanía a ciertos hongkoneses y que estima atraer a 300 mil personas desde la antigua colonia británica al Reino Unido en los próximos cinco años. Sin embargo, en el evento de CNN en el ayuntamiento, Biden mencionó la conversación sobre China claramente a partir del diálogo precedente sobre la admisión de refugiados. Había conversado con el presidente chino Xi Jinping sobre los uigures, según dijo Biden, lo cual “no [se trata] tanto sobre los refugiados”.

Pero puede ser, y los cristianos deberían esperar que Biden elija la opción del “refugio seguro” como una herramienta única para responder a los abusos de Beijing. Sería una decisión sabia tanto en términos de política práctica como de principios bíblicos.

La realidad política es esta: es fácil hablar de que habrá “repercusiones” por el autoritarismo general de China, por sus medidas enérgicas de represalia en Hong Kong y por el trato genocida del pueblo uigur, el cual incluye, según denuncias, abortos forzados, violaciones, reeducación, campos de concentración, y más. Pero es mucho más difícil definir el alcance de las repercusiones que impondría los EE. UU. considerando que tendrían que cumplir con tres criterios fundamentales: (1) que no causen daño a inocentes; (2) que no generen un riesgo inaceptable de conflicto de altos poderes que pueda extenderse al improbable, pero no imposible, riesgo de iniciar una guerra nuclear; y (3) que efectivamente sirvan para cambiar el comportamiento del gobierno chino.

Consideremos las opciones de siempre. La presión diplomática y las amonestaciones que Biden mencionó son buenas, pero seguramente producirían pocos cambios. Eso no se debe a que la diplomacia sea inefectiva, sino al hecho de que para Beijing, el autoritarismo es uno de los intereses nacionales centrales. Las sanciones generalmente cumplen con el segundo criterio mencionado, pero a menudo causan gran daño a los civiles que no tienen influencia sobre las acciones de su gobierno. Además, la efectividad de las sanciones para cambiar el comportamiento de sus objetivos es sorprendentemente baja. Un estudio importante reveló que, de 85 sanciones aplicadas a regímenes, solo cuatro fueron exitosas y concluyó que “no garantizan el cumplimiento de objetivos cruciales en la política internacional”. Intensificar las sanciones económicas al máximo posible o amenazar con repercusiones militares solo significaría dar inicio a una guerra catastrófica entre las dos fuerzas militares más poderosas del mundo. La guerra no reduciría el sufrimiento ni tampoco aplacaría a Beijing.

Ofrecer refugio a los que huyen de la violencia de Beijing es una opción muy diferente. Es una repercusión sin confrontación. No perjudica a inocentes ni amenaza con empezar una guerra. Si el éxodo de ciudadanos fuera lo suficientemente grande, en especial si son de la comunidad financiera de Hong Kong, con el tiempo podría persuadir a Beijing para que intente apaciguar el deseo de sus ciudadanos de huir. Lo más probable es que Estados Unidos no pueda coercer la política interna de China; sin embargo, nosotros sí podemos brindar a los hongkoneses, uigures y otras víctimas del gobierno chino un refugio si así lo quieren. (Incluso podríamos hacer esto en un contexto político relativamente calmo. Un proyecto de ley sobre una versión reducida de esta idea que estuvo cerca de ser aprobada el año pasado recibió amplio apoyo bipartidista.)

Hay una gran riqueza de principios bíblicos que respaldan la idea de recibir a los oprimidos y perseguidos para que puedan reconstruir una vida nueva con libertad, seguridad y paz. Darles refugio a los uigures y hongkoneses es una forma de “mostrar amor por los extranjeros” (Deuteronomio 10:19), de invitar al forastero y de cuidar “aun al más pequeño”, de “atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones” (Santiago 1:27), y de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Si Washington gobernara como Beijing, ¡probablemente nosotros también querríamos tener un lugar al cual huir!

A los lectores regulares de CT les resultarán conocidos estos argumentos bíblicos. Pero existe otra concordancia que pienso que no proviene tanto de los mandatos acerca de la hospitalidad, sino de nuestro llamamiento general como cristianos a seguir a Jesús con amor abnegado (Efesios 5:1-2).

Existen buenas razones para pensar que recibir a los refugiados de China podría traer beneficios a los Estados Unidos, incluso beneficios económicos. Sin embargo, ubicar refugiados puede ser difícil y costoso. Nos puede parecer que esta propuesta nos exige tomar parte en algo que “no es nuestro problema”. Pero en la medida en que nos da la oportunidad de imitar a Cristo al poner los intereses de otros por sobre los nuestros y al convertir sus problemas en nuestros (Filipenses 2:3-4), podemos destilar la misma esencia del amor de Cristo. Como leemos en Primera de Juan 3:16, “Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos”.

También tenemos el ejemplo del buen samaritano. Nuestra atención al leer esta parábola (Lucas 10:30-37) tiende a estar en que debemos cruzar las fronteras de la enemistad nacional, pero el samaritano también ayudó a solucionar un problema que él no había causado, ni le había perjudicado y que no podía, en un sentido amplio, esperar resolver. No podía hacer nada para que el peligroso camino de Jerusalén a Jericó fuera más seguro. No podía asegurarse de que nadie más fuera asaltado y golpeado allí en el futuro. Pero sí podía hacer algo para ayudar al hombre herido que encontró en el camino, y lo hizo aunque esto le implicó un costo personal.

Nosotros podemos hacer lo mismo en esta situación. No existe un camino despejado hacia el fin de los abusos del gobierno chino, y mucho menos sucederá por orden de los EE. UU. Pero Washington sí puede abrir las puertas del país a los hongkoneses, uigures y a otros que son perseguidos en China, y la Iglesia estadounidense puede estar preparada para recibirlos y servirles cuando lleguen.

Bonnie Kristian es columnista en Christianity Today.

Traducción por Sofía Castillo

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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¿Conoce el pecado de la acedia?

Cómo el pecado de la acedia podría interferir con sus mejores hábitos espirituales en preparación para la Pascua.

Christianity Today March 30, 2021
Illustration by Rick Szuecs / Source images: Samson Katt / Errin Casano / Pexels / Envato

Cuando el mundo entero pareció cerrarse en marzo del año pasado, yo me refugié en la cocina. Hice rollos de canela y muffins de moras azules. Freí donas y trencé un pan dulce finlandés. Para muchos, hornear pan se convirtió en el privilegio colectivo del confinamiento. Teníamos tiempo para esperar a que se elevara la masa.

Pero esos días cubiertos de harina ahora me parecen lejanos. Cientos de miles han fallecido desde entonces. Miles de negocios han cerrado para nunca abrir otra vez. Muchos niños no han podido volver a la escuela de forma presencial. Muchas iglesias, incluida la mía, no han vuelto a tener reuniones presenciales. Nuestro año de pandemia, aunque fue diferente para cada uno, nos ha desarmado, limitado y enseñado de muchas maneras a través de las pérdidas.

Nos plantea una pregunta urgente: ¿De dónde podemos sacar la fuerza de voluntad para poner en práctica los hábitos espirituales de preparación para la Pascua, con sus privaciones y renuncias, después de un año que se sintió como «cuaresma permanente»?

Por fuera, estos 40 días de abnegación pueden parecer lo último que necesitamos. Y, sin embargo, yo argumentaría lo contrario. Nuestras vidas durante la pandemia nos han enfrentado cara a cara con la misma tentación que consternó a los monjes siglos atrás: el pecado de la acedia, esto es, la incapacidad de «provocar en nosotros mismos el más mínimo interés», como lo describe Kathleen Norris en Acedia & Me [La acedia y yo]. En este contexto, la estructura de la Cuaresma representa para nosotros no solo una piedra de molino (Lucas 17:2), sino que se convierte también en una fuente de vida. Nos proporciona una salida de las oscuras aguas de la acedia.

Durante el siglo IV, Evagrio Póntico escribió la primera lista formal de los ocho vicios mortales que acechaban a los eremitas del desierto. En esa lista de pecados reconocibles (gula, lujuria, avaricia, orgullo), Evagrio también incluyó la tristeza y la apatía, las cuales siglos después fueron entendidas en conjunto como la acedia.

Rebecca DeYoung explica en Glittering Vices [Vicios relucientes] que la acedia no se refiere solo a la pereza como podemos llegar a suponer. Se manifiesta de dos formas casi idénticas: es el espíritu incansable que llama al monje a alejarse de su lugar de aislamiento y de su dedicación a la oración y el estudio; y es también el espíritu indolente que produce la languidez espiritual y vocacional.

La acedia puede ser un acto de movimiento, o puede ser un acto de inercia, pero según lo explica DeYoung, siempre es la «resistencia a las demandas del amor». En otras palabras, la pereza de la acedia no es tanto un fracaso de trabajar sino un fracaso de amar.

En su primera forma, el monje querrá salir de su lugar de aislamiento. Inventará razones buenas para evadir su trabajo. ¡Seguramente habrá alguna viuda que visitar, un lecho de muerte que atender! En la segunda forma, la acedia produce languidez, una falta de disposición para involucrarse en el trabajo que Dios le ha encomendado al monje. La única cura para la acedia, escribe Evagrio, es permanecer donde uno está y perseverar. En palabras de Norris, «la perseverancia cura la languidez».

La acedia nos ofrece un lente útil para mirar nuestro año de pandemia. Las restricciones que nos fueron impuestas han cancelado automáticamente el tipo de acedia que probablemente habríamos satisfecho en otras circunstancias. Cuando la vida se tornaba aburrida (y nos aburríamos de nosotros mismos), planeábamos vacaciones, salíamos a cenar, y nos manteníamos ocupados con mandados y con las actividades de nuestros hijos, incluso con eventos de la iglesia: cualquier cosa que nos mantuviera lejos de la peligrosa quietud donde Dios podría hablarnos. Nos escapábamos de nuestro lugar de aislamiento y de su llamado a ocuparnos de la turbulencia que tiene lugar dentro de nosotros.

Pero aunque la pandemia nos ha impedido «escapar de la escena», por así decirlo, ha magnificado las condiciones de la otra forma de acedia: la inercia y la pereza. Hay tantas cosas que simplemente no nos sentimos motivados a hacer. Después de meses de sobrellevar la vida en sus formas más tediosas y banales, nos sentimos exhaustos. Conozco a personas que están rindiéndose y abandonando sus iglesias, sus matrimonios, o su fe porque sienten que todo es mucho trabajo y esfuerzo, pero poca diversión. «Tengo un deseo intenso de algo nuevo», me dijo una amiga hace poco.

Entonces, ¿cuál es la cura para la acedia?

Durante el último año, la mayoría de nosotros ha renunciado de manera involuntaria a formas preciadas de convivencia y comunión, y probablemente ha experimentado poco progreso en su crecimiento espiritual. ¿Debemos persistir en este esfuerzo de abnegación? La respuesta es: sí. Como escribió Benito de Nursia, la vida cristiana es una «cuaresma permanente». Nuestra tarea diaria es «odiar las insistencias de la propia voluntad».

A medida que pienso en mi propia lucha con la acedia en este año de pandemia, parece que aún tengo más pecados que eliminar, incluso el pecado de sentirme en pleno derecho a algo más que la banalidad. Me parece que incluso tengo muchas más razones para volverme a Dios en estos 40 días y dedicarme una vez más a la confesión y al arrepentimiento.

Quizás lo más importante que la Cuaresma me recuerda es que no he de mirar solo hacia mi interior, sino que tengo que mirar a Cristo. Esta mirada fija en Él es la idea central del libro de los Hebreos, dirigido a cristianos que sufrían, no por una pandemia, sino por las pruebas de la persecución, prisión, la pérdida de propiedad y mucho más.

Mire a Cristo, exhorta el escritor de Hebreos, quien corrió su carrera con paciencia (o perseverancia, Hebreos 12:1-2, LBLA). Mire a Cristo, nuestro hermano y fiel sumo sacerdote, siempre dispuesto a ayudarnos (2:14-17). Mire a Cristo, el Hijo de Dios, quien «aprendió obediencia por lo que padeció» (5:8).

«Por tanto, no desechéis vuestra confianza, la cual tiene gran recompensa. Porque tenéis necesidad de paciencia (o perseverancia), para que cuando hayáis hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa» (Hebreos 10:35-36).

Si la perseverancia es la cura para la acedia, debemos pedírsela a Cristo. ¿Por qué? Porque la mayoría de nosotros es hábil para evadir el trabajo que la gracia hace posible, estemos o no confinados en nuestras casas. Donde sea que nos encontremos, queremos lo más glorioso y extraordinario de la vida: no lavar los platos, ni la tarea, ni la reunión por Zoom con nuestro grupo pequeño. Con frecuencia nos sentimos tentados a pensar «quizás no vale la pena el esfuerzo», escribió [enlace en inglés] J. L. Aijian. «La acedia lanza a sus víctimas pensamientos como estos en un esfuerzo estratégico para impedir que persigan su vocación espiritual».

En contraste, los hábitos de la Cuaresma simplemente nos piden que permanezcamos, y que perseveremos con paciencia en la monotonía diaria del amor.

Jen Pollock Michel es autora de Teach Us to Want, Keeping Place, Surprised by Paradox y, recientemente, A Habit Called Faith. Vive con su esposo y sus cinco hijos en Toronto.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Luis Palau: «Cuando se trata de evangelismo, ¡sueña en grande!»

Las preguntas de un pastor para un evangelista veterano.

Christianity Today March 26, 2021
Courtesy of Luis Palau Association / Flickr

Esta entrevista fue publicada originalmente en CT Pastors en julio de 2014.

En una reunión en Portland, Oregón, cientos de pastores locales se reunieron en el abarrotado auditorio de una iglesia para escuchar al veterano evangelista Luis Palau, quien compartió de la sabiduría que obtuvo durante toda una vida de predicación del Evangelio. El pastor Rick McKinley tenía preguntas para Palau, tanto sobre «soñar grandes sueños», como sobre los difíciles detalles que una aspiración tan elevada conlleva en una cultura que se estremece ante el proselitismo.

McKinley: Hace veinticinco años, le oí predicar sobre «soñar grandes sueños». En ese momento, usted iba a predicar el evangelio a la reina de Inglaterra, algo con lo que había soñado toda su vida. ¿Cómo está Dios haciendo crecer ese deseo en usted?

Palau: Sigo citando a los misioneros. ¿Sabe? Nos enseñaron que debemos predicar «al mundo entero». Ese es un gran sueño. Pero probablemente la mitad del mundo todavía no ha escuchado Juan 3:16 bien explicado. Así que sigo esperando más oportunidades, más puertas abiertas, más posibilidades.

Ese sueño no está solo allá en Asia o en Europa, sino alrededor de nosotros aquí mismo. Llevo una carga de culpa por mi comunidad, como cualquier otra persona. Miro a mis vecinos y pienso: «A mucha de esta gente no le he dado claramente el evangelio. Saben quién soy por los periódicos y todo eso, pero hablamos de sus perros cuando los pasean por la calle. Asisto a una iglesia a una milla y media de mi casa, y sin embargo algunos de mis vecinos son dulces paganos».

Así que mi sueño es que el Señor me siga usando en el área local. Es fácil exhortar a otros creyentes a hacerlo. Pero, ¿lo estoy haciendo yo? Así que lo hacemos, lo intentamos. En nuestro propio barrio, encendiendo nuestra propia iglesia.

Así que sigo soñando. En casa y en el extranjero. Desde mi punto de vista de evangelista de masas, el Señor no me ha dado las grandes ciudades. Sigo soñando con París. Tenemos que predicar en París. Tenemos que predicar en Pekín, pero su gobierno no nos deja. Pennsylvania… Miami.. hemos tenido uno o dos eventos allí, pero fueron mínimos.

¡Así que sigan soñando mientras que el Señor les dé vida! ¡Mantengan el fuego encendido!

A menudo, usted predica a grupos demográficos que no parecen responder a una simple invitación a la fe: los jóvenes, los urbanos. ¿Qué ha aprendido de toda una vida de llamados a creer en el evangelio?

Bueno, al principio comencé con cierta desconfianza hacia estos llamados e invitaciones. En mi iglesia local nunca daban una «invitación». Sentían que era algo manipulador. ¿Sabe? De alguna manera, tenemos la idea de que la gente no quiere escucharlas.

Pero de hecho, muchos de ellos están esperando que alguien con humilde autoridad les diga: «Entrega tu vida a Cristo ahora. ¿No lo entiendes todo? No te preocupes. Lo entenderás después».

Sí, los jóvenes, los urbanos. Pero también gente más dura. Uno de mis sueños cuando era niño era evangelizar a los presidentes, a los militares. Teníamos muchos dictadores en América Latina; todavía los hay en todo el mundo.

Solía pensar que estos tipos me aceptarían sólo porque había multitudes cada vez que yo venía. Pero luego fui a hablar con el presidente de Bolivia. Este tipo era un criminal. Un asesino. Era un derechista… bueno, ya sabes. Fui todo nervioso. Recuerdo haber hablado con él. Me dijo: «¿Así que eres un evangelista?» «Sí.» Dijo: «¿Qué vienes a decirme?» Pensé: «Bueno, él sabe lo que quiere hacer un evangelista». Le dije: «Bueno, tengo buenas noticias para usted». Él dijo: «¿De verdad?» Le dije: «Sí, señor. Tengo muy buenas noticias». Dijo: «Bueno, mi hijo fue asesinado por los comunistas en la universidad. Los odio a muerte y estoy dispuesto a matar a cualquier comunista que me encuentre. Ellos mataron a mi hijo mayor. ¿Qué puede hacer Dios por mí?» Le dije: «Bueno, creo que Dios perdonará tu odio hacia los comunistas y te ayudará a perdonar a los asesinos de tu hijo». Me dijo: «Nunca», y lo juró. Le dije: «Él puede hacerlo por ti». Él dijo: «No creo que esté preparado para eso». Y de repente, comenzó a preguntarme qué era lo que yo creía que Jesucristo podía hacer por él. Él no recibió al Señor ese día, pero lo hizo la segunda vez que hablamos.

En otra ocasión estaba con otro dictador, un militar de cierto país. No mencionaré cuál. Y me dijo: «Palau, ¿puedo hablar contigo en privado?». Yo estaba a punto de decirle lo mismo. Así que pidió a todo el mundo que saliera de la sala, a mis hombres y a sus secretarios y a todos los demás que estaban alrededor. Y me dijo: «Palau», con su uniforme militar y todo. Me dijo: «Palau, todo el mundo se cuadra y me llama “Mi General, Mi General”. Me tienen miedo. Pero, por dentro, soy un niño asustado de doce años». Y dijo: «¿Qué me puedes decir?». ¡Ja! Dios me dio las Cuatro Leyes Espirituales. Por cierto, no me avergüenzo de las Cuatro Leyes, así que no me acuses solo porque no las entiendes. Creo que son el Evangelio dicho de forma rápida. Él recibió al Señor.

Otro presidente, también un dictador. Alguien de poder que probablemente odiaba mis entrañas… bueno, alguien le convenció de que tenía que verme. Tuvimos un desayuno presidencial de oración, y después de eso él dijo: «Ven a verme». Así que me imaginé que el Espíritu Santo estaba trabajando en él. (Para entonces, yo ya me estaba convenciendo de que incluso estos dictadores duros tienen agujeros abiertos en el alma). Me dijo: «Palau, en el desayuno dijiste que Dios perdonaría todos nuestros pecados por la sangre de Cristo. Él nunca podría limpiarme». Le dije: «Claro que puede». ¡Ja! Pensé, aquí vamos… Quiero decir, aquí hay un asesino, y estoy discutiendo con él. Y le dije: «¿Por qué dices que nunca te perdonará?» Él dijo: «Palau, he cometido crímenes terribles. He matado a mucha gente. Tengo las manos manchadas de sangre. Dios puede perdonar a mi madre. Puede perdonar a mi abuela. Pero a mí no me puede perdonar. Palau, si yo te contara, no estarías aquí a solas conmigo». Le dije: «Me alegro de estar aquí a solas». Y le di las Cuatro Leyes.

Hombre, yo soy un gran creyente de aquello de que Dios te ama y tiene un plan maravilloso para tu vida, pero eres un pecador y no puedes tener plenamente ese amor y ese plan a menos que conozcas la Cruz y la Resurrección. Y siempre he recordado lo que dijo Spurgeon: «Predicar a Cristo sin su Cruz es traicionarlo con un beso». Y por eso siempre hay que predicar la Cruz y la Sangre. Pero nos da miedo hablar de ello normalmente. El tipo, ¡pff!…, cayó de rodillas. Puse mi brazo alrededor de él. Dicen que no hay que hacer eso con los peces gordos. Me importó muy poco. Lo rodeé con mi brazo y le dije: «Señor, General, haga esta oración». Y se convirtió en el acto.

Más tarde, un misionero me trajo noticias de él: «Dile a Palau que estoy caminando con Dios». Y eso me convenció de que si eres un pastor, una persona de Dios, entonces la gente, incluso la gente de las altas esferas, espera que estés allí para decirles algo. No estás ahí para matar el tiempo. No estás ahí para pedir permiso para salir al aire. ¡Así que simplemente dales el evangelio! Te sorprendería saber cuántos de ellos están listos.

Así que la cosa es esta. Nosotros los cristianos, especialmente los anglosajones, tenemos esta noción de que sabemos lo que el otro está pensando antes de siquiera empezar a hablar con él. Realmente no es así. El Espíritu Santo dijo que convencería al mundo de pecado, de justicia y de juicio. ¿Usted lo cree? Yo lo creo.

¿Puede dar algunos consejos prácticos para los pastores?

Por supuesto. Primero, use su propia historia. Mi historia es muy sencilla. Yo era hijo de un hombre de negocios y una madre muy religiosa. Ella se convirtió. Me llevaron a la iglesia cuando era pequeño. Fui a la escuela dominical. Fui al campamento. En el campamento, un misionero me guió a los pies de Cristo. Todavía no había matado a nadie. Todavía no me había emborrachado. No había hecho ninguna de esas cosas malas, pero recibí a Cristo. Cuento mi historia para que la gente se dé cuenta de que la conversión es personal.

Lo primero que se hace en un mensaje evangelístico, en especial en un día especial como la Pascua, es decir: «Hoy es un día especial, y al final de mi mensaje les voy a dar una invitación para que conozcan al Señor Jesucristo resucitado por ustedes mismos. Y si llegas a conocerlo, ni te imaginas, nunca serás el mismo». Entonces, presentas el evangelio. Durante el mensaje, especialmente cuando te sientas inclinado a dar una invitación fuerte, sigue recordándoles: «Dentro de veinte minutos, cuando dé la invitación para que abras tu corazón a Cristo, hazlo. Y el Señor entrará en tu vida». Y sigue con el sermón. Otros diez minutos, hazlo de nuevo y di: «Al final de este mensaje, te voy a dar la oportunidad de rendirte a este Señor Jesucristo resucitado, que está aquí hoy esperando entrar en tu vida». Y al final, haz la invitación. Conéctala con tu historia.

Es algo muy sencillo, en realidad. George Whitefield lo dijo tan bien como nosotros podemos decirlo ahora, 350 años después: «Deja que Jesucristo entre en tu vida. Él se convertirá en tu gobernante. Él implantará el reino en ti. Deja que entre. Ven. Ven. Ven».

¿Estás preocupado porque no quieres exagerar? No hay peligro de eso en la iglesia anglosajona en América en estos días. Nadie exagera. Tenemos que darle a la gente una clara oportunidad de recibir a Cristo el Salvador. Te sorprendería saber cuánta gente responderá al evangelio.

Puse esto a prueba durante la Pascua que acaba de pasar, aquí en la cínica y posmoderna ciudad de Portland. Lo apreciaron. Incluso hice que se levantaran y dijeran: «Creo». Eso es algo muy importante, porque mucha gente convertida en nuestro contexto se avergüenza de ello. No pueden negar que han experimentado al Señor, pero también están como: ¿Estás bromeando? Pero mucha gente respondió. Se pusieron de pie. Y creo que apreciaron la claridad.

Eso es maravilloso. La mayoría de nosotros los predicadores tenemos miedo de que si damos una invitación, nadie vendrá al frente y nadie levantará la mano. Pensamos: «Oh, no tengo la unción», o «El Espíritu Santo está enojado conmigo», o «¿Por qué nadie dio su vida a Cristo?». Todos lo sentimos, incluso yo. Pero la responsabilidad de salvar no es tuya. No eres tú; es Jesucristo llamando a la gente a sí mismo.

Simplemente no te preocupes por eso. Invítalos a Cristo. Diferentes personas lo hacen de manera diferente. El método no es lo importante. Es el Espíritu Santo el que actúa. Eso es lo que realmente cuenta.

Es obvio que esto te toca el corazón. ¡Te emocionas con solo hablar de ello! ¿Cuál es esa área donde el Espíritu Santo te sigue tocando, aun cuando ya tienes ochenta años?

Las almas sin Cristo están perdidas. Eso me toca. ¿Sabes? Y cuando tengo tantas vidas cambiadas y bendecidas, eso es lo único que me importa.

Tal vez algunas personas tienen el don de evangelismo. Tal vez por eso parece más fácil que el Espíritu Santo los use. Pero al pastor, la Biblia le dice, como a Timoteo: “Haz la obra de un evangelista”. Puede que no tengas el don de evangelismo, pero haz la obra de un evangelista. Da una invitación.

Mantén tu corazón mirando a la gente. Cuando me siento en una cafetería o en cualquier restaurante, miro a la gente. Trato de mantener mi corazón tierno mirando a la gente y pensando en ellos, ¿sabes?

La salvación es la cosa más asombrosa del mundo. Cuando piensas: «Dios me acaba de usar para llevar a una persona del reino de las tinieblas al reino de la luz; del infierno al cielo; de la soledad al Espíritu Santo, no hay nada como eso». Pero hay que mantener un corazón tierno. Es necesario seguir viéndolos, seguir soñando.

Leadership Journal agradece a Kevin Palau y a la Asociación Luis Palau por compartir esta conversación con nuestros lectores.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel

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News

Beth Moore inspiró a un sinnúmero de mujeres bautistas del sur. Ellas no la culpan por marcharse.

Otras líderes de la SBC oran para que su decisión guíe a la dividida denominación a alguna clase de análisis introspectivo.

Christianity Today March 24, 2021
Courtesy of Baptist Press

Una generación entera de maestras de escuela dominical, autoras y líderes de ministerios descubrieron que había un lugar para ellas dentro de la Convención Bautista del Sur (SBC, por sus siglas en inglés) gracias al ejemplo de Beth Moore.

Ahora que Moore ha declarado que ya no puede identificarse con la denominación, ellas continúan defendiendo las convicciones que Moore inspiró en ellas y esperan que esta situación sirva como un llamado de atención.

La líder de un ministerio bautista del sur para mujeres tuiteó [enlace en inglés] el 10 de marzo: “Pastores, espero que estén viendo a las mujeres de la SBC y su respuesta a Beth Moore…”.

Moore era, de muchas maneras, una figura ejemplar en el ámbito de los bautistas del sur: su nombre es bien conocido entre los cristianos y sus estudios bíblicos alcanzaron [enlace en inglés] a 21 millones de mujeres durante los veinte primeros años de ministerio. Pero también era cercana, hasta el punto de ofrecerse a dar abrazos y fotografiarse con sus seguidores en los eventos, y responder en Twitter para ofrecer sus condolencias a alguien que acababa de perder a su abuela o dar consejos sobre cómo cuidar una sartén de hierro forjado.

Muchas bautistas del sur están tristes, aunque no sorprendidas, por su decisión de dejar la SBC. Las mujeres que siguieron sus pasos en zapatos de tacón saben bien de las tensiones por las que atravesó Moore, consternadas por cómo temas como el abuso, el racismo, el nacionalismo cristiano y la presidencia de Trump estaban dividiendo a la denominación en vez de avanzar su testimonio en favor del evangelio. Todos estos asuntos salieron a la luz en una historia reciente de Religion News Service [enlace en inglés] acerca de su decisión.

Sus seguidores dentro de las iglesias bautistas del sur han visto a Moore, que acaba de cumplir los 63 años, pasar de ser una autora de estudios bíblicos con altos niveles de ventas, a, durante los últimos cinco años, ser una abierta defensora de las víctimas de sexismo, y sincerarse acerca de la misoginia que había enfrentado [enlace en inglés] en círculos evangélicos.

Además de mostrarse en desacuerdo con su rol de predicadora y maestra en las iglesias, sus críticos interpretaron la franqueza de Moore acerca de los temas de actualidad como algo divisivo. Creen que calumnió con malicia a la iglesia en los últimos años cuando denunció a pastores que defendían a Donald Trump o desafió [enlace en inglés] la supremacía blanca en la iglesia.

Christine Hoover, maestra de escuela dominical y esposa de un pastor de la SBC, recuerda hacerse esta pregunta: “Si a Beth la tratan con tanto desdén en espacios públicos, ¿qué se estará diciendo en privado, y qué dice eso acerca de cómo, en la práctica, valora la SBC la contribución de las mujeres al reino de Dios?”.

“No puedo exagerar acerca del impacto que Beth ha tenido en las mujeres de nuestras iglesias”, dijo Hoover. “Durante aquellos años, estuve en reuniones con una gran cantidad de mujeres de la SBC, las cuales dijeron que ellas también estaban prestando atención a lo que estaba sucediendo. La mayoría de nosotras nos preguntábamos si las mujeres realmente teníamos un lugar de honor dentro de la Convención.”

El presidente de la Comisión para la Ética y la Libertad Religiosa de la SBC, Russell Moore —quien no tiene relación con Beth, aunque a menudo bromea [enlace en inglés] con que son familia—, dijo una vez: “Una Convención Bautista del Sur que no tiene espacio para Beth Moore, no tiene espacio para muchos de nosotros”.

El comentario fue pronunciado hace dos años, cuando Moore había estado en el centro de otra discusión acerca del rol de la mujer, provocada por un tuit que hacía referencia a que iba a dar un mensaje en la iglesia durante el Día de la Madre.

Estos debates recurrentes son otro punto de presión. A las mujeres como Moore, que no aspiran a un púlpito y comparten las convicciones complementaristas de la SBC, les preocupa que este tira y afloja sobre si las mujeres pueden predicar o ser pastoras le reste valor al esfuerzo de levantar a mujeres para muchos otros roles ministeriales.

La noticia de la salida de Moore ha inspirado a muchas mujeres de dentro y fuera de la SBC a ofrecerle tributos, dándole el mérito de haberlas inspirado a ingresar al ministerio o agradeciéndole por levantar la voz cuando temieron que algunos los líderes permanecerían en silencio acerca de temas relativos al abuso.

“Siento un profundo amor y respeto por Beth Moore. Ella me hizo saber que esto pasaría porque es humana, y ama a los demás con pasión. Mientras pienso en nuestra tendencia a analizar y despedazarnos unos a otros, espero que resistamos esa tentación y que, en cambio, oremos”, tuiteó Trillia Newbell.

“Gracias, Beth Moore, por la luz que aportas, por la compasión que te empuja y por la constancia que te caracteriza. Yo no estaría enseñando hoy si no te hubiera visto a ti primero. Habría abandonado si no te hubiera visto perseverar. Qué deuda tan grande tengo contigo”, tuiteó Jen Wilkin.

“Esto fue cierto ayer y seguirá siendo cierto mañana, Beth Moore. La verdad bíblica y el amor por el prójimo creado a imagen de Dios seguirá siendo más importante que las instituciones y denominaciones. Gracias por mostrar esto en un mundo caído, Beth Moore. Que nuestra lealtad se parezca a la tuya”, dijo Megan Lively citando uno de sus tuits que mostraba una fotografía con Moore y que decía: “¡Feliz Día Internacional de la Mujer 2021! Cuando pienso en lo que significa este día, inmediatamente pienso en Beth Moore”.

Jacki King, que trabaja en el comité de la Red para el Liderazgo de Mujeres de la SBC, dijo que Moore iluminó el camino para que las mujeres sirvieran como líderes en la SBC y que, a pesar de las actuales luchas internas de la denominación, ve mucho que celebrar. Un número récord de mujeres se están inscribiendo en los seminarios de la SBC y son elegidas para servir en los comités denominacionales, además de su fiel compromiso en las misiones y en las iglesias locales.

King menciona que la próxima reunión anual en Nashville, en junio, será una gran oportunidad para que las mujeres que comparten las preocupaciones de Moore elijan a líderes que apoyen sus creencias y que aboguen por el papel de la mujer.

“Necesitamos que las mujeres que lideran y sirven en la iglesia local se conviertan en mensajeras, se familiaricen con los nominados a la presidencia de la institución, y voten por aquel que crean que liderará nuestra convención tanto en humildad como en unidad”, dijo King, líder de un ministerio para mujeres y esposa del pastor de una iglesia de la SBC en Arkansas.

“Pastores, espero que estén viendo a las mujeres de la SBC y su respuesta a Beth Moore. Sean cuales sean sus pensamientos o sentimientos, existe una profunda gratitud hacia ella y es una pérdida que muchos lamentan. No lo desechen sin más. Observen, escuchen y pregunten”, dijo Jacki King en un tuit el 10 de marzo.

El presidente saliente de la SBC, J. D. Greear, dijo en una declaración que ora para que la salida de Moore haga que los líderes bautistas del sur se lamenten y oren por la reunión de junio. “Siento pena cada vez que alguien que cree en la inerrancia de las Escrituras, que comparte nuestros valores y desea cooperar dice que no se siente acogido por nuestra convención”, dijo Greear, quien reconoció el ministerio y el apoyo de Moore.

Precisamente, el mes pasado Greear predicó en contra de las divisiones secundarias que están separando a los bautistas del sur, y le dijo a su Comité Ejecutivo: “Cada mentira debilita nuestra determinación de llevar el evangelio a las naciones, y cada momento que paso enzarzándome en debates ridículos o desmintiendo falsedades es un momento que no estoy enfocado en la Gran Comisión”.

A las mujeres les preocupa que la decisión de Moore de marcharse represente otra detracción del testimonio evangelístico de la SBC.

“Al perder a Beth, hemos perdido un gran regalo para nuestra convención”, dijo Hoover. “Oro para que su decisión, junto con la salida de algunos de nuestros pastores de color más reverenciados [enlace en inglés], lleve a la introspección a los líderes y pastores de la SBC. Parece que siempre estamos luchando para mantener fuera cualquier percepción de liberalismo, pero me temo que nuestros métodos están echando fuera a los mejores de los nuestros”.

Traducción por Noa Alarcón

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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Tres preguntas bioéticas sobre las vacunas contra el COVID-19

Tras analizar la nueva tecnología ARNm, expertos cristianos se pronuncian a favor de las vacunas.

Christianity Today March 24, 2021
Matt Slocum / AP

A medida que la aplicación de las vacunas contra el COVID-19 en los EE. UU. avanza del personal de atención médica a los ciudadanos mayores y los trabajadores esenciales, los estadounidenses están sopesando si recibir o no la vacuna cuando se les dé la oportunidad.

Aunque las vacunas de Moderna y Pfizer contra el coronavirus representan un nuevo tipo de vacuna, la cual utiliza ARNm (Ácido Ribonucleico mensajero) en lugar de una forma debilitada del virus para desencadenar la respuesta inmunitaria, algunas de las preguntas éticas básicas en torno a las mismas provienen de preocupaciones previamente existentes sobre la vacunación.

La reticencia contra las vacunas fue considerada una de las diez principales amenazas contra la salud mundial en 2019, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, aún antes de que la pandemia comenzara. Algunos cristianos estadounidenses han rechazado las vacunas en general debido a preocupaciones éticas y religiosas [enlace en inglés] sobre su formulación, mientras que otros [enlace en inglés] comparten preocupaciones sobre la seguridad y los efectos secundarios de las vacunas.

Algunas de las vacunas contra el COVID-19, hasta ahora, han demostrado tener entre el 94 y el 95 por ciento de efectividad, con efectos secundarios que desaparecen en pocos días. Aún así, el 50 por ciento de los evangélicos blancos y el 59 por ciento de los protestantes negros dicen que no se la pondrán, mientras que la mayoría de la población estadounidense en general (60 %) dice que sí lo harán, según la última encuesta del Pew Research Center [enlace en inglés].

A pesar de esta ambivalencia, históricamente los cristianos han abogado por la vacunación como una expresión de amor hacia el prójimo [enlace en inglés], aduciendo que los beneficios superan con creces la posibilidad de daño. En los años 1700, el predicador puritano Cotton Mather instó a su congregación a ser vacunada contra la viruela [enlace en inglés] antes de que la primera vacunación se hubiera desarrollado con éxito. Hoy en día, destacados profesionales médicos y éticos cristianos promueven las vacunas.

En la actualidad, cuando los fieles estadounidenses una vez más están analizando si una vacuna es segura y ética, muchas organizaciones y expertos evangélicos ya han evaluado esta situación. Algunas de las siguientes preguntas se centran en si las vacunas en sí son seguras y éticas para que las personas las usen, comenzando por el tema del uso común de líneas celulares derivadas de fetos abortados en el desarrollo de vacunas, mientras que otras echan un vistazo más de cerca a la ética de la distribución de las vacunas para el beneficio del prójimo local y global.

1. ¿Aplicarse una vacuna hecha con células de fetos abortados va en contra de las convicciones provida?

La Asociación Médica y Dental Cristiana elogió [enlace en inglés] las vacunas de Moderna y Pfizer, que utilizan tecnología de ARNm, porque no contienen células fetales y no dependen de células fetales para su producción.

Las compañías usaron líneas celulares fetales en las pruebas realizadas durante la etapa de pruebas a fin de verificar posibles efectos secundarios o daño a las células, como es la práctica estándar para la revisión de las vacunas. Las líneas celulares fetales en sí no contienen tejido fetal: se cultivaron en laboratorios a partir de células fetales obtenidas hace décadas.

Para producir muchas de las vacunas actuales, los fabricantes utilizan líneas celulares fetales obtenidas a través de dos abortos que tuvieron lugar en la década de 1960 y que se han cultivado, congelado y mantenido en almacenamiento para su uso a largo plazo. En ese momento, se pensaba que las células fetales eran la mejor manera de alojar el virus en una célula viva, y se han utilizado para el desarrollo de vacunas contra la rubeola (la “R” en la vacuna MMR), la rabia, la hepatitis A, la varicela, el herpes zóster y la poliomielitis (aunque no la versión que hoy se utiliza en los Estados Unidos).

Las vacunas más nuevas se están alejando del uso de las líneas celulares fetales, ya que los científicos han encontrado alternativas tales como células animales y células humanas no fetales para crear tratamientos viables. El Instituto Charlotte Lozier, que es el área de investigación de la organización provida Susan B. Anthony List, creó un gráfico que muestra en qué parte del proceso del desarrollo de vacunas las compañías fabricantes hicieron uso de dichas células fetales. (El gráfico incluye solo a los laboratorios que trabajaron en el desarrollo de vacunas contra el COVID-19 y que recibieron financiamiento de la Operación Warp Speed, el programa de desarrollo de vacunas del gobierno estadounidense.)

El instituto distingue vacunas como las de Moderna y Pfizer, que utilizaron este tipo de células en la etapa de evaluación solo para confirmar la respuesta de los anticuerpos, de las de otros laboratorios, las cuales dependen de las células fetales derivadas del aborto para producir la vacuna en sí.

Aunque aún no están aprobadas para su uso en los EE. UU., las vacunas de AstraZeneca y Johnson & Johnson sí utilizaron las viejas líneas celulares fetales para desarrollar y crear la vacuna en sí, así como durante el periodo de pruebas de laboratorio. Ambas compañías han firmado un acuerdo con el recientemente formado consorcio global COVAX para distribuir vacunas a países de ingresos bajos y medios. Estas vacunas también son más baratas [enlace en inglés], lo que las hace más accesibles para algunos países.

Otros dos candidatos en el desarrollo de vacunas, Novavax y Sanofi Pasteur, todavía están en periodo de pruebas, pero es probable que eventualmente también se utilicen sus vacunas. No utilizan las líneas celulares fetales en el desarrollo de las mismas. Ambas son vacunas de "subunidad de proteínas", es decir, que utilizan una proteína del virus para desencadenar una respuesta inmunitaria.

Pero incluso en el caso de aquellas que requieren líneas celulares fetales para su producción, muchos líderes provida dicen que no se oponen a la aplicación de la vacuna. La Iglesia Católica dice que aquellos que eligen la inmunización no son culpables del pecado de aborto. La Comisión de Libertad Ética y Religiosa de la Convención Bautista del Sur también dijo que aplicarse la vacuna es moralmente permisible [enlace en inglés].

El Centro de Bioética y Dignidad Humana (CBHD, por sus siglas en inglés), ubicado en la Universidad Internacional Trinity, sugiere que la manera de corregir el mal del pasado es abogar por líneas celulares derivadas éticamente, así como por mejores métodos de producción de vacunas. La Asociación Médica y Dental Cristiana se unió a otras tres asociaciones médicas provida [enlace en inglés] en un llamado a los investigadores para desarrollar vacunas éticas contra el COVID-19, que no hagan uso de células fetales abortadas en ninguna de sus etapas de desarrollo.

2. ¿Es segura y ética la tecnología de ARNm?

El pasado mes, Matthew Arbo, C. Ben Mitchell y Andrew T. Walker escribieron, desde su posición como éticos cristianos, para Public Discourse [enlace en inglés] lo siguiente: “Debido al rápido ritmo de desarrollo bajo la Operación Warp Speed [enlace en inglés], parece natural preocuparse de que las vacunas contra el COVID-19 no sean tan seguras y eficaces como lo habrían sido si se hubieran desarrollado más lentamente”.

“Aunque es cierto que las vacunas se han desarrollado rápidamente, se ha seguido el mismo proceso científico”, dijeron. “De hecho, debido a que hay tanto en juego, el escrutinio y la supervisión nunca han sido más intensos”.

Los científicos han estudiado el ARNm para producir tratamientos de inmunoterapia desde la década de 1990, sin embargo, no ha sido sino hasta ahora que se está utilizando en el desarrollo de vacunas. A partir de lo que aprendieron sobre los coronavirus durante los brotes del virus del SARS entre el 2002 y el 2004, y del brote de MERS de 2012, los científicos sabían que podían usar ARNm para atacar los picos proteicos del virus que son los que causan la transmisión.

Menos de dos semanas después de informar sobre el nuevo coronavirus a la Organización Mundial de la Salud, investigadores chinos secuenciaron el ADN del virus y lo pusieron a disposición del público [enlace en inglés]. En cuestión de días, los investigadores de Moderna aplicaron sus investigaciones anteriores y finalizaron la secuencia para la vacuna usando el ARNm.

Las vacunas de Pfizer y Moderna contra el COVID-19 utilizan una cadena sintética de ARNm, la cual les dice a las células humanas cómo producir la proteína de los picos que se encuentra en la superficie del nuevo coronavirus, activando una respuesta inmunitaria. Esto no es ADN; es ARN, por lo que se degrada fácilmente y no puede insertarse en el código genético humano.

Por lo general, cualquier problema importante con las vacunas aparecerá durante los primeros meses de prueba, según afirma el director de los Institutos Nacionales de Salud y genetista cristiano Francis Collins. Hasta ahora, ninguno de los efectos secundarios o riesgos ha sido muy diferente a los de otras vacunas. Pero los científicos no conocerán los efectos a largo plazo de las vacunas de ARNm sino hasta que haya pasado más tiempo.

El CBHD cree [enlace en inglés] que las compañías fabricantes de vacunas y las agencias reguladoras estadounidenses han mitigado el riesgo tanto como ha sido posible, a pesar de la velocidad récord del descubrimiento. La Comisión de Libertad Ética y Religiosa de la Convención Bautista del Sur está de acuerdo[enlace en inglés], entendiendo que la priorización por parte del gobierno de Estados Unidos es fundamental en la agililzación del proceso regulatorio.

3. ¿Tenemos la obligación cristiana de recibir una vacuna contra el COVID-19?

El CBHD exploró esta pregunta [enlace en inglés], concluyendo que los científicos necesitan saber más sobre las vacunas contra el COVID-19 para proporcionar una respuesta adecuada. La organización sugirió que, en el futuro, la obligación moral podría ser similar a la de recibir una vacuna anual contra la influenza. Sin embargo, en este momento muchos ven un imperativo moral respecto a la aplicación de la vacuna debido a la continua propagación del virus SARS-CoV-2 y el aumento en el número de muertes. Algunos suponen que la inmunidad del rebaño (la cual sucede cuando el número de personas que alcanzan la inmunidad después de haber tenido COVID-19 es tan alto que es suficiente para proteger a aquellos que aún no han tenido la enfermedad), se puede lograr sin la vacuna, pero probablemente no será sin pagar el alto precio de muchas más muertes, dijo Collins.

Los científicos no saben con certeza qué porcentaje de la población necesita ser vacunada para lograr la inmunidad de rebaño. Inicialmente se estimó en un 70 por ciento, pero el inmunólogo Anthony Fauci ha declarado recientemente que tal vez se necesite un número más alto. Para enfermedades muy contagiosas, como el sarampión, ese porcentaje es del 95 por ciento y aún así pueden ocurrir pequeños brotes.

Albert Mohler, presidente del Seminario Teológico Bautista del Sur, sugirió que las personas que abordan el tema de la vacunación como una elección personal, con consecuencias que solo les afectan a ellos, deberían pensar más ampliamente en aquellos susceptibles de contagio que están a su alrededor.

“Hay terceros, personas que no pueden tomar la vacuna o que aún no tienen acceso a ella que podrían ser infectadas por aquellos que se niegan a aplicarse la vacuna”, escribió. “El principio general del bien común se reduce a la benevolencia, el amor, el cuidado de las personas y a renunciar a las prioridades personales con tal de servir a los demás. Los cristianos que están pensando en el tema de la vacuna deben sopesar este principio bíblico clave como parte de su decisión”.

Mohler dijo que se vacunará y alentó a otros cristianos a hacer lo mismo, pero se opuso a cualquier esfuerzo gubernamental para coaccionar a la gente para que se ponga la vacuna.

Algunas universidades cristianas, que ya requerían que los estudiantes se vacunaran contra la influenza, podrían requerir una vacuna contra el COVID-19 cuando haya dosis disponibles, en conjunto con el seguimiento de protocolos de seguridad para evitar el contagio por COVID-19 . Queda por ver si los empleadores u otros entornos, incluso las iglesias, podrían considerar los beneficios de requerir la vacunación.

“Así como los estados y los condados tienen requisitos de vacunación para ingresar a guarderías y escuelas públicas, es posible que pronto veamos que se requiera estar vacunado contra el COVID-19 para participar en muchas áreas de la vida comunitaria, tal vez incluso en las iglesias”, escribió [enlace en inglés] Joe Carter para The Gospel Coalition. “Las discusiones sobre tales mandatos deben estar arraigadas en el amor al prójimo (Marcos 12:31) y la sabiduría (Proverbios 4:7). Pra hacer esto bien, se requiere buscar la información más precisa posible y basar nuestro juicio en la razón y prudencia dadas por Dios”.

Traducción por Pedro Cuevas

Edición en español por Livia Giselle Seidel

News

La denominación de Ravi Zacharias revoca su ordenación

La Alianza Cristiana y Misionera de los Estados Unidos reconoce “un patrón de comportamiento depredador” pero defiende la forma en la que manejaron las acusaciones previas.

Christianity Today March 19, 2021
Illustration by Mallory Rentsch / Source images courtesy of RZIM and the CMA.

Ravi Zacharias fue conocido principalmente por el ministerio de apologética cristiana que lleva su nombre, pero durante su carrera de 46 años trabajó con licencia como evangelista nacional con la Alianza Cristiana y Misionera (CMA, por sus siglas en inglés). Recientemente, el ministerio ha revocado la ordenación de su ministro más conocido después de que su propia investigación privada confirmara un “patrón de comportamiento depredador”.

Se cree que Zacharias es la primera persona que ha sido expulsada póstumamente del ministerio en los 134 años de historia de la CMA.

La decisión fue anunciada por el vicepresidente Terry Smith a todos los ministros de CMA a través de un correo electrónico enviado el 12 de febrero, un día después de que Ravi Zacharias International Ministries (RZIM), que no está afiliada al ministerio ni a ninguna iglesia de la CMA, publicara los resultados de su investigación independiente.

La CMA realizó su propia investigación, pero los resultados no serán publicados. Dos investigadores contratados por la CMA hablaron con un número de entre 15 y 20 personas, pero ese total incluye a masajistas que se negaron a una entrevista y al editor de noticias de CT. Sin embargo, los limitados resultados de la investigación de la CMA constataron el informe de RZIM, dijo Smith.

En una declaración pública [enlace en inglés], la CMA reconoció “con gran pesar” que Zacharias “estaba involucrado en un patrón de comportamiento pecaminoso que ha causado un enorme dolor a muchos y que ha debilitado el testimonio de la Iglesia de Cristo”. La CMA también anunció que los ministros itinerantes tendrán que rendir cuentas a una oficina de distrito en vez de tener una licencia nacional, un cambio que tiene como intención asegurar una mayor transparencia y rendición de cuentas.

Debido a que Zacharias mantuvo su licencia como trabajador de la Alianza y fue considerado un ministro de buen testimonio desde 1974 hasta su muerte en 2020, los hallazgos recientes acerca de sus abusos han suscitado preguntas acerca de la respuesta de la CMA, especialmente entre las víctimas y los que defendían a Zacharias.

Cómo respondió la CMA a las acusaciones

La CMA recibió una denuncia de abuso sexual contra Zacharias en 2017, cuando se dio a conocer que Zacharias había iniciado una demanda contra una mujer canadiense que, según él, había intentado extorsionarlo con fotos y mensajes de texto sexualmente explícitos. La mujer, Lori Anne Thompson, había contactado a la Junta Directiva de RZIM diciendo que Zacharias la había seducido con intenciones de abuso y la había manipulado para que accediera a una relación de sexteo.

En 2018, la CMA dijo [enlace en inglés] que luego de “una indagación minuciosa sobre estas acusaciones”, que incluyó “una revisión de todo el historial y la documentación disponibles”, no encontró ninguna razón para disciplinar a Zacharias. El liderazgo de RZIM citó la respuesta del ministerio para defender su propia decisión en aquel momento, afirmando que Zacharias no había hecho nada incorrecto.

En una entrevista con CT esta semana, Smith aclaró que en esa ocasión la CMA no realizó una investigación, sino una indagación preliminar que concluyó en la decisión de no proseguir con una investigación. Smith también resaltó que la indagación fue llevada a cabo sobre la base de los historiales y documentación disponibles, es decir, disponibles al público. Dos miembros del personal de la CMA entrevistaron a Zacharias en 2017 sobre las acusaciones, pero no revisaron sus historiales de teléfono o de correo electrónico. Smith no dijo si la CMA solicitó tal evidencia.

“Tuvieron una conversación larga con Ravi”, dijo. “No tuvimos acceso a esa evidencia en ese entonces, y RZIM tampoco lo tuvo”.

En 2020, los investigadores contratados por RZIM encontraron en los teléfonos de Zacharias cientos de fotos de mujeres jóvenes, algunas de ellas desnudas. El informe dice que Zacharias solicitaba fotografías sexualmente explícitas a mujeres en los Estados Unidos y en el extranjero, al mismo tiempo que le aseguraba a su ministerio que no había nada que investigar.

Thompson le dijo a CT que ella llamó dos veces a los líderes de la CMA, pero que nunca le devolvieron la llamada para reunir evidencia antes de que concluyera la indagación.

“Nuestro equipo sí habló con ella y buscó cualquier forma de evidencia que ella pudiera brindar”, dijo Smith. “Por alguna razón, no se recibió ese material”.

La conclusión del ministerio de que no había un fundamento válido para ejercer disciplina fue considerada por los líderes en RZIM y por los muchos defensores de Zacharias como evidencia de que las acusaciones contra el ministro eran falsas. Smith dijo que esa no fue una evaluación precisa de la conclusión a la que llegó la CMA en 2018.

“No lo declaramos inocente. Simplemente no teníamos evidencia que respaldara las acusaciones, lo cual puede estar parcialmente relacionado con el acuerdo de confidencialidad”, dijo. “Fue una indagación. Podría haber dado lugar a una investigación si se hubiera presentado suficiente evidencia en ese momento o si hubieran surgido otras acusaciones. Esa había sido la única acusación que había surgido en 40 o 45 años de ministerio”.

LA CMA inició una investigación [enlace en inglés] sobre las acusaciones contra Zacharias en octubre de 2020, después de que se dieron a conocer las primeras acusaciones de que el apologeta había abusado a masajistas en los centros de spa de los cuales era copropietario en la zona de Atlanta. En ese momento RZIM también comenzó su investigación.

“La evidencia que fue puesta a disposición a fines del año 2020 y principios del 2021 es un conjunto de material totalmente diferente. De haber tenido esa evidencia desde el principio, entonces obviamente habríamos tenido razones sólidas para creer las acusaciones”, dijo Smith.

Uno de los investigadores de la CMA le dijo a CT que no habían entrevistado a nadie que tuviera información de primera mano sobre los hechos de abuso. Smith dijo que “buscaron hablar con cada víctima”, pero que algunas no estaban dispuestas a hablar.

Aun sin los relatos personales, los investigadores “encontraron más que suficiente evidencia para comprobar la investigación de RZIM”, agregó.

“Yo no diría que no le pedimos que rindiera cuentas”

El ministerio sostiene que no es responsable por lo que hizo Zacharias ni por los factores que contribuyeron a su abuso sexual o que permitieron que tuviera lugar.

“Si ‘responsable’ significa que nosotros lo ocasionamos o que nosotros establecimos las circunstancias que le brindaron la posibilidad de hacer lo que hizo, no, no creo que fuimos responsables”, dijo Smith. “Ciertamente somos responsables en cierta medida por todos nuestros trabajadores oficiales, pero no fuimos más responsables por Ravi Zacharias que por los demás. Ciertamente lamentamos lo que hizo”.

La CMA incluye 700 trabajadores en los Estados Unidos, de los cuales 12 son evangelistas nacionales o “ministros generales”, que no reciben un salario, pero se les paga cada vez que se les solicita predicar. Smith dijo que debido a que Zacharias tenía la obligación de seguir las mismas reglas que los otros evangelistas nacionales, el ministerio estaba haciendo lo que debía hacer, a pesar de que, según la evidencia, su comportamiento depredador se remonta al menos al año 2004.

“Yo no diría que no le pedimos que rindiera cuentas. Exigimos informes de aquellos que mantienen una licencia tal como la que él tenía, la cual era de evangelista nacional”, dijo Smith.

El informe de CT descubrió que Zacharias no era miembro de una iglesia y no tenía un pastor local. Smith dijo que desconocía los hechos acerca de la membresía de la iglesia de Zacharias.

“Nosotros sí queremos que vayan a la iglesia. Queremos que todos vayan a la iglesia. [Zacharias] tendría que haber estado asistiendo a la iglesia. No sabemos si lo hacía o no, pero debería haberlo hecho”, dijo.

Los próximos cambios en la CMA

La CMA anunció un cambio en sus políticas en el comunicado del 12 de febrero. A partir de ahora, todos los evangelistas tendrán una licencia a nivel local en vez de nacional. Según afirmó Smith, esto mejorará “la comunicación y la rendición de cuentas”.

El ministerio también dará lugar al Sensitive Issues Consultative Group (Grupo Consultivo sobre Asuntos Confidenciales) para que revise el manejo de la CMA de las acusaciones contra sus trabajadores y para que haga una evaluación cultural interna. Todavía no se ha empezado a hablar en la CMA sobre detalles específicos ni sobre el alcance que tendrá la evaluación del grupo.

Aun así, Smith sostiene que el ministerio siguió sus protocolos, que manejó bien las acusaciones contra Zacharias, y que hoy en día sus ministros están rindiendo cuentas responsablemente.

“Parte del pecado es el engaño. Entonces, ¿le es posible a una persona cubrir su pecado? Por supuesto que sí,” dijo Smith. “Pero puedo asegurar que cuando lo descubrimos, cuando ha sido expuesto a la luz claramente, no buscamos una alfombra para taparlo”.

Traducción por Sofía Castillo

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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Cuidado pastoral para las cañas quebradas y las mechas que apenas arden

Pablo nos enseña cómo restaurar el valor de los heridos y los cansados

Christianity Today March 18, 2021
Illustration by Rick Szuecs | Source images: David Suarez / Unsplash | Wikimedia Commons

“Me gustaría parecerme más a Epafrodito”, dijo un miembro del grupo después de la reunión por Zoom en la que estudiamos Filipenses 2. Epafrodito causa una gran impresión a pesar de las pocas referencias que tenemos de él en las Escrituras (2:25-30 y 4:18). Pablo lo describe en términos entusiastas: “mi hermano, colaborador y compañero de lucha, a quien ustedes han enviado para atenderme en mis necesidades” (2:25, NVI). A la luz de las palabras de Pablo, mi amigo se sentía inferior por comparación.

Pero cuando leemos la historia completa de Epafrodito con más detenimiento, surge una imagen bastante diferente, más humana. La iglesia de Filipos había enviado a Epafrodito para entregar un regalo económico y ayudar a Pablo mientras estaba en prisión. Pero después de su llegada, su salud empezó a deteriorarse rápidamente. No se nos dice qué enfermedad era, pero sí sabemos que estuvo al borde de la muerte (v. 27). En su convalecencia, Epafrodito empezó a sentir muchísima nostalgia de su hogar, y saber que todo el mundo en Filipos estaba preocupado por su condición solo aumentó su angustia.

La tristeza que Epafrodito estaba experimentando a su vez preocupó mucho a Pablo. El ayudante que le habían enviado ahora necesitaba ayuda. Pablo les dijo a los filipenses que tendría “menos preocupación” (v. 28) si enviaba a Epafrodito de vuelta.

Así que el viaje misionero de Epafrodito se acortó prematuramente. Aunque probablemente sintió alivio de saber que volvía a casa, posiblemente ese alivio se mezcló con sentimientos de inquietud. ¿Lo juzgarían por ser débil? ¿Se sentirían decepcionados o defraudados?

Si yo hubiera estado en el lugar de Epafrodito, sé que las voces de mi cabeza habrían estado llenas de acusaciones. Compararía mi falta de fortaleza con la aparentemente interminable resistencia de Pablo. Aun si nadie me menospreciara, yo estaría batallando con mis propios sentimientos de fracaso y vergüenza por haberme agotado antes de haber completado el trabajo. Epafrodito iba de regreso a Filipos con amplio espacio para la inseguridad, el desánimo y la duda.

El cuidado pastoral de Pablo

¡Qué regalo le dio Pablo a Epafrodito en su carta a los Filipenses! Epafrodito llevaba en sus manos palabras concretas de afirmación de parte de Pablo para contrarrestar cualquier mentira que estuviera dando vueltas en su cabeza. Y cuando Epafrodito volvió a la comunidad que lo envió, Pablo le abrió paso a través de su carta para ser recibido con honor y dignidad en vez de críticas y juicios.

Es muy probable que esta carta haya cambiado la trayectoria del futuro de Epafrodito. El hecho de que incluso lectores casuales en una llamada de Zoom de hoy en día lo consideren en tan alta estima dice más del cuidado que Pablo le brindó que del mismo Epafrodito. Pablo restauró el valor de alguien que podía haber sido desechado por no haber hecho su parte. El modo en que Pablo lo hizo nos proporciona un modelo excelente de cuidado pastoral.

Pablo permitió que Epafrodito viviera dentro de sus límites

Al comienzo de Filipenses 2, Pablo alaba la humildad de Jesús, describiendo cómo Cristo voluntariamente puso de lado todo aquello a lo que podría haberse aferrado como privilegio divino, eligiendo en cambio vivir dentro de los límites de la existencia humana (2:6-8).

En contraste, nosotros a menudo forzamos los límites. Queremos saber más; queremos tener mayor control; creemos que tenemos más capacidad y poder del que tenemos en realidad. La verdad es que todos tenemos límites. A veces son mentales o emocionales. A veces son económicos. Y a veces son físicos. Epafrodito se encontró con que su cuerpo no podía más. El esfuerzo era demasiado. Su mente y sus emociones también chocaron contra un muro. Él no se encontraba bien.

En ese momento, a Pablo, como pastor, le podría haber resultado tentador entrar en modo exhortativo. Ahí tenía a un discípulo listo para recibir una lección acerca de la importancia de seguir adelante y de la perseverancia en medio de las dificultades. Pero Pablo no llevó las circunstancias al ámbito espiritual ni usó la carta de la culpa. En vez de denunciar sus errores, miró la realidad de la condición de este hombre y le dijo: “Creo que ha sido suficiente”.

Erramos cuando asumimos que las limitaciones de los demás deberían ser las mismas que las nuestras. Piensa en el misionero pionero William Carey, a quien se le recuerda por escribir: “Puedo trabajar duro. Puedo perseverar en cualquier búsqueda definida. A esto se lo debo todo”. Y Carey pudo: tenía una tremenda capacidad y consiguió cosas asombrosas tras largos años de persistencia. Pero Carey nunca entendió la realidad de que su familia no compartía su robusto tesón. Trágicamente, varios de sus hijos murieron durante aquellos años, y su esposa sufrió un colapso nervioso.

Pablo sabía que los demás no estaban en la misma posición que él. No esperaba que todo el mundo permaneciera soltero, como él hizo. No le pidió a todo el mundo que se convirtiera en un predicador itinerante, sufriendo el mismo tratamiento brutal que él sufrió. Pablo vio a Epafrodito tal como era y le dio toda la libertad para vivir dentro de los límites que Dios le había dado.

Una razón por la que Pablo pudo hacerlo es porque él sabía que nuestros límites son dones y no pecados. A menudo vemos los límites como obstáculos que se interponen en nuestro camino para alcanzar nuestros sueños y objetivos. Sin embargo, la experiencia de Pablo con el aguijón en la carne le enseñó que las debilidades y los límites que percibimos son precisamente el lugar donde la fortaleza de Dios se vuelve más disponible (2 Corintios 12:7-10). Como pastores, cuando otorgamos a los demás la libertad de aceptar sus límites en vez de insistir en que los superen, damos espacio para que presten atención al lugar donde Dios está obrando.

Pablo restauró el valor al compartir el estatus

No hay nadie como Pablo en todas las Escrituras. Tenía un extenso pedigrí religioso (Filipenses 3:4-6). Si eso no fuera suficiente, durante años acumuló un currículo incomparable de dificultades, habiendo pasado por encarcelamientos, persecución, golpes, hambre y naufragios (2 Corintios 11).

Epafrodito, por otro lado, era un converso gentil, relativamente nuevo, y con un conocimiento bíblico limitado. El alcance de su “perseverancia en las dificultades” se limitó a pasar por una enfermedad severa y echar de menos su lugar de origen. Hasta donde nosotros sabemos, Epafrodito no recibió ninguna amenaza por causa de su fe ni ataques abiertamente espirituales. Simplemente experimentó la clase de desafíos que acompañan normalmente al ser humano.

Aun así, Pablo consideró la enfermedad de Epafrodito como una forma de sufrimiento por Cristo igualmente válida (Filipenses 2:30). No la juzgó como algo de menor valor por ser meramente física. Cuando llamó a Epafrodito “mi hermano, colaborador y compañero de lucha” (v. 25) elevó el prestigio de Epafrodito al de un colega.

Maya Angelou dijo una vez que solo los iguales pueden ser amigos. Pablo modeló este concepto aquí con mucha belleza. Aparte de sobrevivir a una horrorosa enfermedad, realmente Epafrodito no había hecho nada que lo elevara a la misma altura que Pablo para nosotros. Fue Pablo quien lo eligió como un igual, y lo hizo cuando esa gracia se merecía poco, pero se necesitaba mucho.

Es fácil asignarles a las personas un estatus mayor o menor basándonos en sus logros, su educación, riqueza o influencia… y a menudo lo hacemos sin darnos cuenta. Puede que sintamos gran admiración por miembros de la congregación que parecen tenerlo todo para contribuir (ya sean finanzas o talento), y que gravitemos alrededor de los Saúles que nos impresionan con su estatura mientras pasamos por alto a los Davides. Pero el ejemplo de Pablo nos recuerda que, como seres humanos, todos somos portadores de la imago Dei y, al mismo tiempo, todos estamos en igual necesidad de la Cruz. Permanecer anclados en ese punto central en donde compartimos el estatus nos brinda un mejor fundamento para construir relaciones verdaderas y para pastorear bien.

Pablo honró a la persona por encima del fracaso

Mientras Epafrodito iba de camino a casa con esta carta, Pablo mantuvo el enfoque en los aspectos honorables del ministerio de Epafrodito en vez de volver a insistir en los obvios defectos del breve viaje misionero.

He descubierto que yo soy bastante bueno para exaltar el fracaso. Me agarro a los dolorosos recuerdos de mis propios errores. Puede que diga que perdoné a alguien y aún continúe viéndolo bajo los lentes de cómo me defraudó.

Me conmueve una historia acerca de Clara Barton, la fundadora de la Cruz Roja estadounidense, quien enfrentó muchos desafíos y a muchos detractores para poder fundar la organización. Una vez una compañera le recordó cómo otra persona la había atacado años atrás. Clara no guardaba memoria del incidente, lo cual sorprendió mucho a su amiga. Cuando insistió al respecto, Clara dijo: “Recuerdo claramente haberlo olvidado”.

En Filipenses podemos ver que Pablo no se detuvo en cualquier debilidad física o emocional de la que otros habrían acusado a Epafrodito. Y debido a que Pablo decidió ver a Epafrodito como una persona de gran valor, esto a su vez impactó el modo en que Epafrodito fue recibido por la iglesia de Filipos.

Lo que Pablo hizo por Epafrodito encarna lo que Cristo hizo por cada uno de nosotros: Jesús, nuestro Salvador, quien no rompió la caña quebrada ni apagó la mecha que apenas arde (Isaías 42:3). Es debido a que Jesús eligió asignarnos valor que somos bienvenidos con gloria por el Padre.

Jesús nos permite vivir dentro de nuestros límites porque “Él conoce nuestra condición” y “sabe que somos de barro” (Salmo 103:14). Él también compartió estatus con nosotros, uniéndose a nosotros en nuestra baja condición y elevándonos hacia un nuevo lugar, llegando al punto de llamarnos sus amigos (Juan 15:15). Y aunque Él tendría grandes razones para recordarnos a todos que nos hemos equivocado, eligió en cambio honrarnos por encima de nuestros fracasos, y no tratarnos nunca como se merecían nuestros pecados (Salmos 103:10).

Demasiado a menudo me encuentro sobrepasado por la sensación de que mi deber pastoral es ofrecer una amonestación correctiva, señalar el error en defensa de la verdad. Eso es algo que viene con el oficio, pero no es la única prioridad, ni es la mayor. El modo más poderoso en que representamos al Buen Pastor a los demás es a través de la gracia que ofrecemos cuando el otro se encuentra en su momento más vulnerable.

La verdad es que cada uno de nosotros es Epafrodito, totalmente conscientes de nuestras debilidades, fracasos y vergüenzas. Y cada uno de nosotros tiene la oportunidad de ser como Pablo en la manera en que nos tratamos con gran cariño.

Como pastores, ¿podemos inclinarnos hacia un amor que cubra multitud de pecados? ¿Podemos preocuparnos menos por asegurarnos de que la gente aprenda de sus errores y pasar más tiempo recordándoles el gran valor que tienen para Dios? En eso consiste vivir el evangelio. Y puede cambiar la trayectoria de aquellos que cuestionan su importancia en el reino.

Jeff Peabody es escritor y pastor principal de la Iglesia New Day en Tacoma, Washington.

Traducción por Noa Alarcón

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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