Por qué no es suficiente con solo saber de Jesús

El día en que leyendo Filipenses me reveló un conocimiento más profundo.

Christianity Today January 6, 2015
Lettering by Jill De Haan

Esta traducción fue publicada en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Hace tres años, CT lanzó el Proyecto Evangelio Global, una iniciativa multimedia explorando las verdades fundamentales del Cristianismo. En la revista, enmarcamos las doctrinas en términos de cómo surgen del pensar sobre las tres personas de la Trinidad—el primer año, doctrinas relacionadas con Jesús, el segundo con el Padre, el tercero con el Espíritu Santo. El proyecto continúa en línea, explorando enseñanzas que se conectan con el Padre Nuestro y los Diez Mandamientos. Mientras tanto, hemos iniciado un nuevo emprendimiento en la revista impresa: “Re-Palabra.” Esto nos permitirá incluir más exposición bíblica en nuestras páginas con artículos que combinan narrativa personal y comentario por maestros y eruditos respetados. Esta serie no solamente desempacará las riquezas de las Sagradas Escrituras, sino también mostrar como la verdad bíblica renueva nuestras vidas. —los editores

En una bella mañana en mayo del 1973, mi vida Cristiana dio un giro decisivo. Me había convertido al Cristianismo 18 meses antes, durante el otoño de 1971. Había sido un ateo agresivo, completamente convencido de la cosmovisión atea. Sin embargo, en mi primer semestre en la Universidad de Oxford, me di cuenta que el Cristianismo era superior intelectualmente a mi anterior ateísmo. El Cristianismo simplemente daba un sentido a la vida en una manera que el ateísmo no lo hacía.

Alrededor de un año de mi vida como Cristiano, las cosas no iban muy bien. Me inclinaba a pensar sobre la fe como un set de ideas solamente. Seguro, yo amaba a Dios con toda mi mente. ¿Pero qué de mi corazón? ¿Y qué de mi imaginación? Sentía que me encontraba parado frente a la puerta de algo enormemente rico y satisfaciente, pero yo solo lo veía a la distancia, inseguro de si algún día iba a poder arrebatarlo. Cómo Moisés en el Monte Nebo, estaba captando un destello de algo que parecía estar fuera de mi alcance. Yo sabía que tenía que liberarme del racionalismo frío de mi temprana fe. ¿Pero, cómo?

Fue por eso que salí temprano aquel día, en bicicleta, a Wyntham Woods, a unas cuantas millas del centro de la ciudad de Oxford. Encontré un lugar para sentarme en una loma donde podía ver las famosas “torres de ensueño” de Oxford. Habiéndole pedido a Dios que me ayudara a poner mi vida en orden, abrí mi Biblia y empecé a leer la carta de Pablo a los Filipenses. Uno de mis amigos me había dicho cómo le había ayudado en su fe haberse sentado a leer todo el libro completo sin parar. Decidí hacer lo mismo fuera de la ciudad, en el campo, donde no había distracciones.

Ese día descubrí dos temas que han transformado mi vida como Cristiano. Ambos temas vinieron a mí mientras leía Filipenses 3, saboreando cada frase, tratando de identificar y digerir cada perla de sabiduría.

Alas de fe

El primer descubrimiento vino mientras contemplaba la declaración de Pablo, “todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor” (v. 8 NVI). Después de leer y releer esas palabras, empecé a darme cuenta de la verdadera naturaleza de mi problema: Mi fe había afectado mi mente pero había dejado el resto sin tocar. Hasta ese momento, había pensado sobre el crecimiento espiritual en términos de acumulación de conocimiento. Así que había leído comentarios bíblicos y libros sobre teología sistemática. Pero eso no había profundizado la calidad de mi fe. Yo era como la persona que ha leído libros sobre Francia pero nunca ha visitado el país. O como alguien que ha leído sobre enamorarse pero nunca lo ha experimentado.

Todo lo que leí en la sección introductoria contribuyó a mi visión transformada de la vida Cristiana. Sin embargo, ese versículo por sí solo parecía resumirlo todo tan bien.

El contexto del versículo 8 es muy significativo. Pablo explica como su peregrinaje personal lo califica como un judío con distinción: “Si cualquier otro cree tener motivos para confiar en esfuerzos humanos, yo más” (v. 4). Pablo no estaba siendo irónico. Estaba haciendo una lista de sus muchos logros antes de llegar al punto: Dichos logros palidecen en comparación a la maravilla, el gozo, y el privilegio de conocer a Cristo. “Todo aquello que para mí era ganancia,” él dice, “ahora lo considero pérdida por causa de Cristo” (v. 7). A la luz de Cristo, vemos las cosas tal como son verdaderamente. Lo que pensábamos que era oro se desmorona en polvo.

Pablo explicó que sus logros pueden en realidad estorbar lo que verdaderamente importa: Conocer a Cristo. Las buenas cosas pueden ser una barrera a lo que es lo mejor. No creo que la palabra revaluación era parte del vocabulario de aquellos tiempos, pero eso era lo que estaba proponiendo Pablo—una revisión radical de lo que yo entendía sobre lo que verdaderamente importa en la vida.

Las palabras de Pablo me forzaron a reconsiderar mi sistema de valores. Dejo en claro que lo que importaba no era lo que yo lograra, sino lo que Cristo lograra dentro y a través de mí. Nuestro estatus es otorgado a través de Cristo, no se obtiene a través de las obras de la ley. Pablo sabía que conocer a Cristo eclipsaba y superaba toda y cada una de las cosas que él había conocido y valorado anteriormente.

¿Podía yo decir lo mismo? ¿Conocer a Cristo superaba todo lo demás que yo amaba y valoraba? ¿O era Cristo simplemente uno de mis intereses entre muchos?

Lo que me habló con mayor poder esa mañana fue la distinción que hizo Pablo entre saber de Cristo Jesus y conocer a Cristo Jesús. Muchos lectores, sin duda, sentirán que esto es algo muy obvio. Pero todo mundo tiene que descubrirlo en algún momento, y ese día capté la importancia de la “espiritualidad” para alimentar mi relación con Dios. Y el gran “himno de Cristo” (Fi. 2:5-11) me ayudó a ver mi necesidad de poner mi enfoque en la vida y la muerte de Cristo, en lugar de acercarme a él a través de un marco impersonal de ideas abstractas. Como resultado de esto, himnos como el de Isaac Watts “Al contemplar la excelsa cruz”—que yo había percibido como emotividad sentimental—tomaron un nuevo significado ahora que podía compartir y entrar en la experiencia de adorar a Cristo.

Empecé a pensar de mi fe como algo que era agarrado y sostenido por Cristo, y ajusté todo aspecto de mi vida respectivamente—mi mente, corazón, imaginación, y manos. Hice una conexión—quizás una conexión ingenua, pero que me habló en una manera profunda—con la poderosa imagen de Cristo tocando a la puerta de la iglesia en Laodicea, pidiendo entrar (Ap. 3:20). Cuando me convertí, había invitado a Cristo a que viniera a mi mente, pero allí se había quedado. Me di cuenta que yo tenía que permitir que cada “cuarto” de mi vida fuera llenado por la presencia de Cristo—presencia dadora de vida y que cambia la vida.

Por supuesto, nunca perdí de vista defender racionalmente la fe. Como ateo que había descubierto el Cristianismo, naturalmente me veía a mi mismo como un apologista—alguien que estaba dispuesto y que era capaz de responder a los retos contra la fe presentados por la cultura. Sin embargo seguí progresando en mi entendimiento de lo que significaba tener fe en Cristo. Empecé a leer a C.S. Lewis en 1974, y encontré en él alguien que reafirmaba lo razonable de la fe mientras que al mismo tiempo mostraba sus dimensiones ricamente imaginativas. También empecé a leer el clásico de Thomas à Kempis, Imitación de Cristo, acogiendo su reto a modelar mi vida alrededor del Cristo crucificado. Hasta entonces había visto el sermón del culto como el corazón del servicio de la iglesia; empecé a darme cuenta como la adoración nutría y enriquecía mi fe. Ya no tenía que trabajar más en mi fe activamente. Parecía ser como si mi fe hubiese desarrollado una vida y fortaleza propia, sosteniéndome. La frase, “alas de fe” repentinamente tuvo significado.

¿Por qué la iglesia?

Sin embargo, mi lectura de Filipenses me ayudó a contestar otra pregunta que me había estado inquietando: ¿Para qué se necesita la iglesia? Las congregaciones en Oxford a las que yo había asistido proveían un platillo raquítico—sermones enfocados en animarnos a leer nuestras Biblias y a confiar en Dios. Por lo tanto, yo pensé que podía obtener más leyendo libros o platicando con mis amigos que asistiendo a la iglesia. Ignoraba la vitalidad de la comunidad Cristiana. No había leído la famosa máxima de Cipriano de Cártago: “No puede tener a Dios como su Padre aquel que no tiene a la iglesia como su madre.” Si la hubiera leído, me hubiera desconcertado. La iglesia, desde mi perspectiva, jugaba meramente un papel social y educativo.

Por lo tanto me sorprendieron las palabras de Pablo en Filipenses 3:20: “nuestra ciudadanía está en los cielos.” Cuando asistí a una presentación en Oxford sobre el sistema colonial romano, fallé en conectarlo a este pasaje, que usa el término griego politeuma, que aquí se traduce como “ciudadanía.” Una lluvia de pensamientos brotaron en mi mente cuando empecé a conectar todo.

La iglesia es un “puesto de avanzada” del cielo en la tierra, lo que los romanos llamaban una colonia—que no se debe confundir con el término común en inglés colony [que se refiere a un lugar que se ha colonizado]. Filipo era en sí una colonia romana en ese entonces, un “puesto de avanzada” de Roma en la provincia alejada de Macedonia. Los lectores de Pablo fácilmente se hubieran podido relacionar con esa imagen que se pintaba. Los ciudadanos Romanos que residían en Filipo tenían el derecho de volver a casa a la metrópolis después de haber servido en la colonia. Para Pablo, uno de los beneficios de conocer a Cristo era ser un ciudadano de los cielos. Los cristianos viven en la tierra ahora, donde hay mucho que lograr para el reino de Dios. Pero nosotros somos ciudadanos de los cielos, y ese es nuestro verdadero hogar.

La iglesia es una comunidad de creyentes, un “puesto de avanzada” del cielo en la tierra, un lugar en el que mora “el espíritu de gracia” (Za. 12:10). De la misma manera que los romanos en Filipo hablaban el idioma de Roma y obedecían sus leyes, nosotros también obedecemos las costumbres y los valores de los cielos. Como cristianos, vivimos en dos mundos y debemos aprender a navegar ambos mientras que a final de cuentas somos fieles a nuestra patria.

Empecé a ver a la iglesia como un lugar que ayuda a los cristianos a navegar al mismo tiempo los dos mundos de la fe—donde estamos ahora y donde estaremos al final.

Esto me ayudó a finalmente entender lo que es una comunidad cristiana. Empecé a ver a la iglesia como un lugar que ayuda a los cristianos a navegar al mismo tiempo los dos mundos de la fe—donde estamos ahora y donde estaremos al final. Es como un oasis en el desierto, equipándonos para trabajar y servir en el mundo al mismo tiempo que promovemos y protegemos nuestra singularidad como cristianos.

Empecé a darme cuenta que la iglesia era un anticipo del cielo, imperfecta pero importante, cuya adoración y valores eran una parte integral de mi fe. La iglesia era una comunidad congregada alrededor de la lectura pública de la Palabra de Dios, su interpretación y aplicación a través de la predicación, y su representación en adoración y oración.

Muchos lectores acertadamente notaran que esto—mis pensamientos iniciales, les recuerdo—fallan en hacer justicia a la naturaleza completa de la iglesia. Pero ese no es el punto. Conforme fui creciendo en mi fe, leí obras como Vida juntos, de Dietrich Bonhoeffer, que me ayudaron a desarrollar una visión más rica y completa de la comunidad cristiana. Pero el leer Filipenses desató una serie de pensamientos que me ayudaron a resolver un problema serio que yo estaba enfrentando. No importa que tan imperfectos o inadecuados esos pensamientos de mayo de 1973 puedan haber sido, me encaminaron por la senda que me llevó a la ordenación en la Iglesia de Inglaterra, de tal manera que yo pudiera ministrar dentro del tipo de comunidad que en otro tiempo consideré irrelevante. Aunque mi responsabilidad primordial es enseñar en la Universidad de Oxford, me complace mucho poder ministrar entre las congregaciones en las aldeas en Cotswolds, cerca de mi hogar.

Quizás la lección más importante de mis reflexiones iniciales de hace 40 años fue cómo la Biblia puede hablarnos en tiempos de necesidad, transición, y discernimiento. Me encontraba en una encrucijada. Al igual que muchos otros antes que yo, descubrí que acudir a la Biblia con preguntas honestas y reales—y con la disposición para cambiar—abrió nuevas posibilidades de crecimiento. Sé que no seré el último en hacer ese descubrimiento.

Alister McGrath es Profesor Andreas Idreos de Ciencia y Religión en Oxford University, presidente del Centro Oxford de Apologética Cristiana, y autor recientemente de C. S. Lewis—A Life. Eccentric Genius, Reluctant Prophet [C. S. Lewis—Una vida. Genio excéntrico, profeta reticente] (Tyndale).

Cuidando las ovejas “robadas” en el floreciente cinturón bíblico de América Latina

Los católicos pueden estar convirtiéndose rápidamente al protestantismo, pero las creencias y la madurez pueden variar.

Christianity Today January 6, 2015

Esta traducción fue publicada en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Durante la mayor parte del siglo pasado, casi todos (más del 90%) los latinoamericanos eran católicos. Pero décadas de desgaste han dado lugar a un registro de 1 en 5 latinos que ahora se identifican como protestantes.

Guatemala, Honduras y Nicaragua lideran el camino, donde los protestantes constituyen 4 de cada 10 habitantes de cada nación. Pero los protestantes en esos 3 países divergen en muchas medidas de lo que es una creencia y práctica ortodoxa, de acuerdo con un estudio detallado de 19 países y territorios de América Latina por el Centro de Investigación Pew.

Los protestantes de Guatemala están discutiblemente entre los más maduros. De los 19 grupos encuestados, ellos tienen la mayor probabilidad de evangelizar semanalmente (53%), de creer que sólo Cristo lleva a la vida eterna (74%), y de exhibir un alto compromiso (75% oran diariamente, asisten a servicios semanalmente, y consideran la fe algo muy importante). Incluso los de su Generación del Milenio o Generación Y (aquellos que nacieron entre 1980 y 2000 aproximadamente) son los más religiosos (71% son altamente comprometidos).

Los protestantes en Nicaragua y Honduras son más variados. Sólo 1 de cada 3 comparten su fe cada semana. Cerca de 6 de cada 10 están muy comprometidos a asistir a la iglesia y a orar. En cuanto al acceso exclusivo del cristianismo a la vida eterna, sólo dos tercios de los hondureños y la mitad de los nicaragüenses están de acuerdo. Y sólo el 45 por ciento de la Generación del Milenio de Nicaragua está muy comprometido con su fe.

Además, los protestantes de Honduras se encuentran entre los más sincretistas de América Latina, con el 42 por ciento que exhibe medio a alto compromiso con las creencias y prácticas indígenas (una cifra que es superior a la de los católicos en la mayoría de los países de América Latina). Los protestantes nicaragüenses mostraron niveles elevados similares (35%), pero sólo el 24 por ciento de los guatemaltecos protestantes son igualmente sincréticos.

La demografía no explica las diferencias. En cuanto al sincretismo, por ejemplo, sólo el 7 por ciento de los hondureños son indígenas, mientras que más del 40 por ciento de los guatemaltecos lo son. Si las raíces indígenas llevaron al sincretismo, esos porcentajes serían revertidos para cada país.

La educación no resuelve el rompecabezas tampoco. Los guatemaltecos ocupan el tercer lugar entre los protestantes latinoamericanos con más bajos niveles de educación; sólo el 25 por ciento tienen educación secundaria. Pero justo detrás están los hondureños (30%) y nicaragüenses (33%).

El aspecto misionero también falla en explicar las diferencias. Aproximadamente 1 de cada 3 protestantes en Honduras y Nicaragua dice que su iglesia mantiene estrechos lazos con las iglesias de Estados Unidos. Sin embargo, sólo el 22 por ciento de los guatemaltecos dice lo mismo.

Queda una posible explicación: un crecimiento rápido versus uno lento. En 1996, una cuarta parte de los guatemaltecos se identificaba como protestante. Pero Honduras y Nicaragua no vieron un crecimiento protestante constante hasta 1997 y 1999, respectivamente, según la encuestadora chilena Latinobarómetro. Honduras cruzó la marca de 25 por ciento en 2 años, en 1999; Nicaragua lo hizo en 2003.

Kurt Ver Beek, director del Programa de Honduras de Calvin College, cuestiona la idea de que los protestantes hondureños practican una fe menos madura que sus contrapartes guatemaltecos. Él cree que las diferencias encontradas por Pew tienen más que ver con los diferentes énfasis de las más antiguas y más grandes denominaciones protestantes y sus medios de comunicación.

“Puede solamente ser que esos temas se han predicados con mayor firmeza [en Guatemala],” dijo Ver Beek, señalando que muchas iglesias hondureñas ponen un mayor énfasis en no fumar, beber o bailar.

Guatemala tiene más mega iglesias que los otros países, dice Todd Hartch, autor de El renacimiento del Cristianismo latinoamericano. “Cuando las iglesias llegan a este tamaño, pueden tener escuelas, conferencias, estaciones de radio y programas de televisión.”

Pero el tamaño y la familiaridad traen responsabilidades también. “En cierto sentido, la ‘madurez’ [en Guatemala], ha traído consigo la pérdida de la energía de la juventud,” dijo Daniel Carroll Rodas del Seminario de Denver. Le preocupa que los escándalos recientes de pastores pudieran descarrilar el testimonio público. “El respeto moral . . . claramente no está allí como antes.”

Puede ser que los protestantes no puedan seguir exitosamente “robando ovejas” de los católicos, dice Ver Beek, ya que los líderes católicos ahora se involucran más con los jóvenes, reclutan liderazgo más local, y ofrecen estudios más profundos de la Biblia y alcance a la comunidad.

“El crecimiento extremo en las iglesias protestantes ha empujado a la Iglesia Católica a volverse, en última instancia, más activa,” dijo. “Cosas buenas y emocionantes están sucediendo.”

Amnistía no es una mala palabra

Los cristianos, mejor que nadie, debemos saber esto.

Christianity Today January 6, 2015
Foto por iStock

Esta traducción fue publicada en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Incluso antes de que el presidente Obama anunciara su orden ejecutiva de este otoño para integrar unos 5 millones de inmigrantes ilegales a nuestra vida política, los ataques de “¡Amnistía” sonaron alto y claro.

Al igual que “El caso en contra de la Amnistía de Obama,” que el senador John Cornyn argumentó por la prensa en el National Review días antes. Después, los ataques sonaron todavía con mayor fuerza: “El Congreso no ha aprobado una ley de inmigración,” anunció la Fundación Heritage, “pero eso no ha impedido al presidente Obama emitir directivas que otorgan amnistía a los inmigrantes ilegales.”

La palabra ha sido tan tóxica que, grupos pro-reforma como la Mesa Evangélica de Inmigración (una coalición cristiana que incluye Visión Mundial, la Asociación Nacional de Evangélicos, y el Consejo de Colegios y Universidades Cristianas) evitan el término como al virus del Ébola. Incluso el presidente se distanció de esta terminología, diciendo que el dar status legal y permisos de trabajo a cerca de 5 millones de inmigrantes “ciertamente no es amnistía, no importa cuántas veces los críticos lo digan.”

¿Por qué muchos de nosotros estamos asustados de la amnistía—que se define como “un perdón general para los delitos, especialmente los delitos políticos, contra un gobierno”—para los inmigrantes ilegales?

Los opositores de la reciente orden de Obama lamentan una falta de respeto al “estado de derecho.” Como lo expresó el Secretario de Estado de Kansas—un fiel bautista y ferviente opositor de la reforma migratoria—“Yo creo en las reglas y la equidad . . . . Nosotros podemos argumentar sobre esto de un millón de formas, pero en realidad, ¿qué más hay que decir?” El argumento sigue: si nosotros perdonamos a los inmigrantes ilegales, la ley y el orden se deterioraran, y millones de inmigrantes más cruzarán nuestras fronteras, obstaculizando nuestra economía.

Otros cristianos se preocupan por la tiranía. Marcos Tooley, presidente del Instituto sobre Religión y Democracia, se refirió a otro líder evangélico, diciendo, “el presidente del Seminario Teológico Bautista del Sur, Albert Mohler, ha criticado la orden ejecutiva de Amnistia del presidente Obama para millones de inmigrantes ilegales como un ‘peligro para la separación de poderes’ lo cual ‘debe ser inconstitucional.’” El argumento de Tooley concluye: Si el Presidente se sale con la suya en esto, ya no tendremos el estado de derecho, sino el estado de un solo hombre.

La Amnistía ha sido concedida pocas veces en la historia norteamericana—con resultados más benignos de lo que algunos podrían imaginar. La primera amnistía fue otorgada por el presidente George Washington, en 1795, a los participantes en la Rebelión del Whisky a cambio de sus firmas en un juramento de lealtad a los Estados Unidos. Tres años después de la Guerra Civil, el presidente Andrew Johnson proclamó una amnistía incondicional a todos los confederados.

Del mismo modo, en 1977, el presidente Jimmy Carter emitió una amplia amnistía a los que se habían negado a servir en las fuerzas armadas durante la guerra en Vietnam. Carter argumentó que sus crímenes fueron perdonados. Este hecho puso en claro la finalidad de una amnistía: no borrar un acto criminal o consentirlo, sino simplemente facilitar la reconciliación política.

Aquí está el punto clave: los opositores de estos indultos ejecutivos pasados defendieron vigorosamente sus argumentos en contra de ellos, pero en ninguno de los casos condujeron dichos edictos al caos jurídico (a más rebelión o a más evasión al servicio militar)—o a la tiranía.

Si era políticamente conveniente o efectivo para el presidente Obama emitir su última orden ejecutiva; si se debe esperar algo (y cuánto) de los inmigrantes ilegales en el camino a la ciudadanía; cómo controlar las fronteras y dónde—todas estas cuestiones políticas detalladas las tienen que trabajar cuidadosamente los legisladores y los ciudadanos interesados. Pero una cosa de la que no debemos huir—los cristianos especialmente—es de cualquier acción a la que se le acusa de ofrecer “amnistía.”

¿Cómo podemos nosotros, mejor que nadie, insistir en algo tan inflexible como “el estado de derecho” cuando, de hecho, cargamos con la cupla todos los días de quebrantar las leyes más justas e inflexibles? ¿Cómo podemos nosotros, mejor que nadie, oponernos a la reconciliación de los inmigrantes ilegales con nuestro orden político y social cuando, ilegales ante Dios nosotros mismos, se nos ha concedido la amnistía del pecado en un acto gratuito de Gracia—sin condiciones? ¿Cómo podemos nosotros, mejor que nadie, rechazar una opción preferencial por la amnistía, siendo que “[Dios] nos perdonó todos nuestros pecados, habiendo cancelado la carga de nuestra deuda legal, que había contra nosotros, y no nos condenó; él la ha quitado, clavándola en la cruz “ (Colosenses 2: 13-14)?

Para que quede claro: no se puede traducir una rica verdad teológica—no importa cuán espléndida sea—y aplicarla directamente de tal manera que se convierta en una politica pública. Vivimos en un mundo caído, y sí, es cierto que necesitamos la ley y el orden para que la sociedad funcione. Pero toda sociedad necesita más que la ley y el orden. Cualquier sociedad que deveras valga la pena necesita practicar la misericordia. Porque al final, la ley básica del universo es la misericordia.

Nosotros, mejor que nadie, debemos saber esto.

Marcos Galli es editor de la revista Christianity Today.

Lo siento, Tertuliano

Investigaciones recientes ponen a prueba el famoso dicho sobre la iglesia perseguida.

Christianity Today December 4, 2014

Esta traducción fue publicada en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

“La sangre de los mártires es la semilla de la iglesia.” En 1988 el cantante y escritor de música cristiana Steve Green hizo de este dicho el coro de uno de sus cantos “The Faithful,” [Los fieles] como un poema en honor a los cristianos perseguidos. ¿Pero es cierto ese dicho?

En Cartago, África del Norte, el teólogo de la iglesia primitiva Tertuliano argumentó que la persecución verdaderamente fortalece a la iglesia; mientras los mártires valientemente mueren por la fe, los espectadores se convierten. Alrededor de 1,800 años más tarde, las restricciones en contra de la religión son mayores que nunca. De acuerdo al centro de investigaciones Pew Research Center, el 74 por ciento de la población mundial vive en un país donde las hostilidades que involucran la religión son bastante elevadas, y el 64 por ciento viven en lugares donde las restricciones gubernamentales de la religión son altas. ¿Explica esto el por qué el Cristianismo está creciendo a nivel mundial al mismo tiempo en que se vive esto?

No necesariamente, dice el experto en misiones Justin Long, quien recientemente comparó los datos más recientes de Pew sobre las restricciones a la libertad religiosa con los datos de crecimiento cristiano (vea la gráfica). Su conclusión: No hay una correlación “fuerte” entre el crecimiento de la iglesia ni con la persecución gubernamental ni tampoco con la persecución social. Sin embargo, el Cristianismo “tiende levemente” a cambiar más rápidamente (crecer o disminuir) cuando las restricciones gubernamentales son elevadas, y permanece relativamente estable cuando dicha presión es leve.

La historia ofrece “un record verdaderamente mixto,” dice William Inboden, un erudito afiliado con el proyecto de libertad religiosa de Georgetown University. “Aunque Cristo dio la Gran Comisión antes de su Ascensión, casi necesita que se desate la persecución inicial [en Hechos] para esparcir el evangelio,” dijo Inboden. Pero dentro de los siguientes 1,000 años, las hasta entonces “principalmente tierras cristianas” del Medio Oriente y del Norte de África se convirtieron predominantemente en tierras musulmanas, menciona. Y hoy, el remanente de comunidades cristianas en esas tierras “está siendo llevado a la extinción.”

Una de las razones por las que las cifras y la historia no están muy claras: El crecimiento y el decline de la iglesia no se debe sólo a las conversiones, dijo Albert Hickman del centro del estudio del cristianismo global de la universidad Gordon-Conwell. La migración, el nacimiento, y la muerte también cuentan. Dichos factores están en juego en la lista que hace Long de los países que presumen tanto de un nivel alto de persecución como de crecimiento: Siria, que hospeda a miles de refugiados de Iraq; Irán, dónde crecientes números de musulmanes se han convertido al cristianismo; y Afganistán, dónde de acuerdo a Hickman, más de dos terceras partes del crecimiento cristiano se debe a una alta tasa de nacimientos.

Long piensa que inicialmente la persecución hace daño a las iglesias porque interrumpe las redes y causa emigración. Pero dado que “en tiempos de persecución, la gente escoge lo que va a creer y refina su fe,” dijo, la persecución puede impulsar el crecimiento de la iglesia en cuanto termine el sufrimiento.

“Es el interrogante del huevo-y-la-gallina,” dice Todd Nettleton, vocero de Voice of the Martyrs [Voz de los mártires]. “La iglesia crece, así que hay más cristianos para ser perseguidos, por lo tanto hay una mayor persecución. Así que la iglesia sigue creciendo por la manera en que la persecución purifica la iglesia.”

Stuart George Hall, un historiador de la Universidad de St. Andrews, menciona que en la cita original de Tertuliano no se menciona a la iglesia. En lugar de eso, Tertuliano argumenta que los mártires han “hecho más para ganar a la gente a soportar pacientemente el dolor y la muerte que el trabajo de filósofos admirables cómo Cicerón,” dijo Hall. “Su sangre no es tanto la semilla de la iglesia como la semilla de vivir y morir virtuosamente.”

La persecución por si sola quizás no traiga crecimiento, pero frecuentemente trae unidad, dijo el vocero de Open Doors Emily Fuentes. “Usted ve iglesias de diferentes denominaciones trabajando juntas, haciendo a un lado diferencias para ayudar a los cristianos perseguidos en el área.”

Frank James, rector del Biblical Theological Seminary, dice que Tertuliano tenía la razón: El Cristianismo “creció exponencialmente” bajo la persecución romana. Pero puesto que el número de mártires lo más probable es menor de lo que imaginamos,” él piensa que el factor más significativo fue los actos compasivos de los cristianos, tales como rescatar a los bebés abandonados y cuidar de los enfermos y los ancianos. Aún el emperador romano Juliano comentó, “Los impíos galileos no sólo ayudan a sus propios pobres sino también a los nuestros.”

“El evangelio que perseveró en medio de la persecución fue un evangelio de palabra y de hecho,” dijo James. “Quizás los cristianos del día de hoy pueden aprender una o dos cosas de aquellos cristianos primitivos.”

El peso de Ferguson, ISIS, y Boko Haram

Cómo llevamos, gozosamente en algunas ocasiones, las cargas del 2014.

Christianity Today December 1, 2014
Eric Gill / Tate

Esta traducción fue publicada en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Es difícil probar que el 2014 ha sido peor que otros años, pero ciertamente así se siente. La guerra civil siria produjo otras 30,000 víctimas este año, llevando el total de muertos desde 2011 a más de un cuarto de millón. Más cerca de casa, la guerra de México en contra de las drogas se llevó otras 1,400 vidas, llevando el total de muertos a 150,000 desde 2006. Las cifras son igual de espantosas en Iraq, Sudán del Sur, y la República Democrática del Congo, para mencionar sólo unos cuantos lugares más.

Agréguele a esa cifra toda la gente que ha sido desplazada en dichos conflictos. En el 2013, la población mundial de refugiados superó los 50 millones, y en el 2014 siguió aumentando. Eso no incluye la gente que ha sido desplazada dentro de cada país, que las Naciones Unidas calculan que son otros 33 millones de habitantes.

El terrorismo parece haber tomado la delantera también. Un ejemplo horrible: En abril Boko Haram secuestró a 276 niñas en el estado de Bordo, Nigeria, con la intención de venderlas como esclavas. Y luego está ISIS, cuyas atrocidades contra civiles se han vuelto legendarias, matando y decapitando a aquellos que no comparten sus creencias.

Y en los últimos pocos meses, el nombre Ferguson se ha convertido en un símbolo resonante de continua confusión racial, injusticia, y dolor.

La tentación a desesperarse o a negar siempre está con nosotros. Sin embargo, es precisamente en esos momentos que recordamos la razón por la cual escogemos, en algunas ocasiones gozosamente, dejarnos sentir en todo su peso los sufrimientos del mundo.

Completados por el sufrimiento

Nuestros tiempos no son diferentes de los tiempos cuando nació nuestro Salvador del mundo. Durante el Sitio y la Batalla de Alesia en el año 52 A.C., el ejército de Julio César sufrió una baja de 13,000 soldados, y los galos, entre 50,000 y 90,000. El año 79 D.C., alrededor de 16,000 murieron a causa de la erupción del monte Vesubio. Y además existían las enfermedades incurables, que resultaban en un promedio de duración de la vida de alrededor de 30 años.

Uno de los errores que entendiblemente hacemos es el pensar que Jesús vino a aliviar el sufrimiento. Claro que, al final, “Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor” (Ap. 21:4). Pero por el momento, sin embargo, una gran parte de la vida Cristiana tiene que ver con aprender a sobrellevar el dolor del mundo.

¿Pero por qué? El poder compartir en el sufrimiento de alguien más verdaderamente trae cierta medida de consuelo a los que sufren. Pero no elimina el sufrimiento. Pablo dice que se trata más bien de cumplir con la ley de Cristo. En otra parte dice algo todavía más sorprendente: somos llamados a completar el sufrimiento de Cristo (Col. 1:24).

Pablo no dice que la muerte de Cristo falló en ganar la redención. Eso “consumado es,” después de todo (Juan 19:30). Pero aún no hemos terminado con nuestra participación en su sufrimiento, “llegar a ser semejante a él en su muerte” (Fil. 3:10).

Con frecuencia decimos que llegar a ser semejantes a Cristo significa vivir vidas santas y amar a nuestro prójimo. Sí y sí. Significa conocer el gozo de la salvación y la intimidad con el Padre. Sí y sí. Pero también significa hacer lo que Dios hizo en Cristo: entrar al sufrimiento del mundo. Cristo lleva el sufrimiento del mundo para redimirlo. Nosotros llevamos el sufrimiento del mundo como un acto de amor que completa nuestra redención. Es decir, llevar las cargas de los demás es el medio por el cual Dios nos santifica. Nosotros “completamos” esos sufrimientos cuando el sufrimiento nos amolda a la imagen de Cristo. El sufrimiento encuentra su meta cuando llegamos a ser semejantes a Cristo en su disposición para llevar las cargas.

Cuando Jesús se paró frente a la tumba de Lázaro, él lloró (Juan 11:35). El día de hoy, podemos pararnos con Jesús mientras contemplamos la tumba que es el mundo. Ser semejante a Cristo en momentos así significa llorar. No lloramos sin esperanza, porque sabemos que Jesús, igual que lo hizo con Lázaro, traerá nueva vida. Sin embargo, parte de lo que significa crecer hasta la estatura completa de Cristo es enfrentar el sufrimiento y aprender cómo llorar.

Durante esta temporada de Navidad, entonces, podemos meditar en ese mundo tan sufriente por el que Cristo murió. No tenemos que negar el sufrimiento o desesperarnos por su causa. Es cierto, tomar unos momentos para contemplarlo—llevar esta carga—es doloroso, pero un yugo ligero y fácil cuando estamos atados a Cristo (Mat. 11:30). Entonces, la carga que llevamos se une a su carga, y cuando se unen así, nos amolda a la semejanza de Cristo. Eso por consiguiente hace algo maravilloso para el mundo: entre más somos amoldados así, más moveremos montañas y piedras frente a las tumbas con el fin de traer el ungüento sanador de Cristo a un mundo con heridas abiertas.

Mark Galli es editor de Christianity Today.

El hombre que humanizó la guerra

150 años después, él todavía da forma a nuestros ideales en tiempos de guerra.

Christianity Today November 25, 2014
Corbis / AP

Esta traducción fue publicada en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

A veces un pequeño libro puede hacer una gran diferencia en la forma en que la gente piensa sobre lo correcto e incorrecto.

La novela de Harriet Beecher Stowe de 1852, “La cabaña del tío Tom,” afectó profundamente la forma en que los norteamericanos blancos percibían la esclavitud. Diez años más tarde y a través del Atlántico, Henry Dunant publicó otro libro revolucionario, Un recuerdo de Solferino: sus relatos presenciales cuentan de la secuela de una de las más sangrientas batallas de Europa.

El libro de Dunant es leído raramente hoy. Pero si usted se indigna cuando caen bombas, cohetes o proyectiles de artillería en hospitales, escuelas y lugares de culto, usted puede identificar la huella de Dunant en la suposición de que estos deben ser lugares seguros.

Dunant era un inversionista suizo que trabajaba en Argelia. No había podido obtener tierra y derechos de agua de las autoridades coloniales, por tanto apeló directamente al Emperador Francés Napoleón III.

Pero el Emperador estaba tratando de liberar el norte de Italia de la dominación Austríaca. Cuando Dunant llegó a Solferino—el cuartel general de Napoleón—el escenario estaba lleno de soldados muertos, moribundos y heridos. Sorprendido por la magnitud del escenario, dado que los dos ejércitos estaban completamente desprevenidos para enterrar a sus muertos, consolar a los moribundos, o atender a los heridos. Sus hospitales de campaña y suministros médicos eran lamentablemente inadecuados. La compasión por los enemigos heridos también era escasa: ambos ejércitos les disparaban o usaban sus bayonetas en su contra.

Dunant era un organizador natural. Cuando era adolescente, formó un grupo de estudio bíblico que trabajó con los pobres. A los 22 años, fundó el capítulo de Ginebra de la Unión Cristiana de Hombres Jóvenes (paralelo al YMCA inglés y americano). Cuando algunos planeaban crear una federación europea de YMCAs, él argumentó en cambio por una federación internacional. Así, a los 25 años, se trasladó a París para representar a Ginebra en la primera convocatoria internacional del YMCA.

Dunant utilizó sus dones organizativos en Solferino. Se apoderó de la iglesia más grande en un pueblo cercano, organizó a los heridos para atenderlos con máxima eficiencia, compró un gran cargamento de tela para usar como vendas, y convenció a las mujeres locales para cuidar de los heridos. Incluso les inspiró a dejar de lado su odio hacia el enemigo. Tutti fratelli (“Todos somos hermanos”) se convirtió en su lema.

Pero si se iba a atender a los heridos y a aliviar su dolor, Dunant sabía lo necesario que era proteger al personal médico, a los capellanes y a los hospitales de campaña. Antes de Solferino, los médicos eran considerados parte de uno de los bandos. Dunant propuso que los ejércitos enemigos consideraran a los médicos neutrales y trataran las instalaciones médicas como zonas seguras. Antes de Solferino, nadie ayudaba a enemigos heridos por temor a que estuvieran haciéndose pasar por heridos con el fin de apuñalar a cualquiera que se les acercara. Dunant creía que los médicos debían ayudar a los heridos, independientemente del lado al que representaban en la batalla. Antes de Solferino, el cuidado de los heridos era una idea de último momento. Dunant propuso la formación de una organización internacional para coordinar el personal médico y los suministros en tiempos de guerra.

El libro de Dunant despertó el entusiasmo popular. En 1863, justo un año después de que lo publicó, él y cuatro amigos convocaron a representantes oficiales de 16 países, que estuvieron de acuerdo en los puntos clave de la visión de Dunant. (Inspirado en la Proclamación de Emancipación, le pidió al presidente Lincoln que enviara un representante. Lincoln, sintiendo que su posición política era precaria, envió un observador en su lugar). Al año siguiente se reunieron de nuevo y redactaron formalmente la “Convención de Ginebra para el alivio de la condición de los heridos en los ejércitos en campo de batalla.” Como su símbolo, adoptaron una cruz roja sobre un fondo blanco.

En la actualidad, 196 países son firmantes de la Convención de Ginebra y sus elaboraciones posteriores. La Cruz Roja y organizaciones paralelas (la Media Luna Roja y Magen David Adom) están activas internacionalmente no sólo en situaciones de emergencia relacionadas con la guerra, sino también en los desastres naturales.

Dunant tuvo más éxito como visionario social que como hombre de negocios. En 1867, perdió su fortuna y se declaró en quiebra. No fue sino hasta 1895 que un periodista de vacaciones en los Alpes descubrió a Dunant viviendo en un albergue para personas mayores. El periodista trajo a Dunant de nuevo a la atención del público, y en 1901, el Primer Premio Nobel de la Paz fue otorgado a este visionario cristiano.

Nosotros podemos llamar fácilmente a los cuatro Convenios de Ginebra la revolución de Dunant. Se han multiplicado la lista de tabúes de guerra. Dunant entendió que todas las guerras son grandes tragedias humanas. Él tenía la esperanza que al atender a todos los heridos y moribundos, amigos y enemigos, las naciones aprenderían la verdad que habían descubierto en Solferino: Tutti fratelli. Todos somos una familia.

David Neff es el ex editor en jefe de la revista Christianity Today.

Alivio en el caos de tiempos de guerra

Cerca de 1.3 millones de sirios e iraquíes huyendo de la violencia están ahora viviendo en el Jordán. Cómo los líderes globales y locales están ayudándoles.

Christianity Today November 25, 2014
Warrick Page / Getty

Esta traducción fue publicada en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Son las 8:30 el martes por la mañana y la crisis está retumbando en la televisión en el salón de estudiantes del Seminario Teológico Evangélico el Jordán (JETS, por sus siglas en inglés), con sede en Ammán. Solo unos pocos estudiantes—principalmente varones egipcios, sudaneses, sirios y jordanos—están mirando. Todos los demás están alrededor de un café y té, poniendo azúcar en un vaso de papel mientras revisan el vocabulario griego y la teología de la trinidad.

Una coalición liderada por Estados Unidos recién había lanzado un ataque aéreo sobre la región de Siria controlada por los extremistas islámicos, un corresponsal anunció: El Estado Islámico (ISIS) está luchando contra el régimen del Presidente sirio Assad, contra militares curdos, el ejército Iraquí, y las fuerzas rebeldes en Siria. ISIS ha decapitado a periodistas y mantenido otras personas de rehenes. El Jordán ha participado en ataques aéreos y ha cerrado sus fronteras, tomando medidas enérgicas contra los islamistas, arrestando a sospechosos de terrorismo en todo el Reino Hachemita.

Un pastor de refugiados que huyeron de Siria hace dos años apaga el televisor.

“¡Yallah shabab [vamos muchachos] capilla!”

En la planta alta un estudiante de nombre Mounis, está dirigiendo a los empleados y a otros estudiantes en el servicio de adoración. “Astatih kullu shayin fil masih kuwati [todo lo puedo en Cristo que me fortalece],” canta un teclista egipcio, con los ojos cerrados, y el ceño fruncido.

“Ilahi yourid an ahya fi najahi [mi Dios quiere que viva en Victoria] Wa yuqimuni ila murtafaati [y El me permite caminar en lugares altos.]”

Después del servicio, Bryson Arthur, un teólogo sistemático escocés en JETS se acerca al pódium para leer en Mateo 8.

“Dios está durmiendo en la barca de los discípulos. ¡El creador del universo está durmiendo en la barca!” Arthur dice. “‘Hombres de poca fe’, dice el Mesías. ‘¿Por qué tienen tanto miedo?’”

Los creyentes pueden escoger entre dos tipos de temor, Arthur continua: temor al mundo o temor a Dios. “uno te deja apretado, desesperado y aterrorizado; el otro te da paz, uno busca el control; el otro rendir el control.”

“vamos a escoger el último,” Arthur dice. “no estén temerosos.”

La capilla se acabó. Afuera del seminario, las tormentas políticas y militares remolinean, dando a la comunidad JETS abundante temor. Pero después de clases y en domingo, los seminaristas y profesores recorrerán Ammán, ministrando en las iglesias de la ciudad, los albergues, y en las casas privadas para cuidar a la creciente población de refugiados en el país.

“La iglesia está en sufrimiento por lo que está pasando en siria e Irak,” dijo Yousef Hashweh, pastor de la Iglesia Alianza Jordana. “Necesitamos que nuestras iglesias hermanas en Occidente nos apoyen.”

Cuidado compasivo

En el 2010 Hanna Massad, profesor asistente de teología en JETS, lanzó un nuevo compañerismo en Ammán para los refugiados cristianos iraquíes.

Antes de la prolongada crisis siria, el compañerismo atendía sobre todo las necesidades físicas y espirituales de los iraquíes. Pero ya no. Complementando los esfuerzos de ayuda de las iglesias, los cristianos iraquíes han comenzado a ministrar a los sirios.

Más de la mitad de esos refugiados son mujeres y niños pequeños. La congregación de Massad tiene regularmente una casa abierta para que los niños sirios jueguen. “También visitamos a sirios en sus casas en el Jordán. Les escuchamos, tomamos té, oramos y a veces proveemos comida,” Massad, un ex pastor de la iglesia bautista de Gaza, dijo a CT.

Más de 619,000 refugiados sirios oficialmente registrados—junto con 2 millones de palestinos y miles más en Irak, Sudán, Somalia y otros países—han inundado Jordania. En cuatro años de conflicto sirio, la emergencia de refugiados de Jordania se ha convertido en una crisis nacional, agravando la capacidad del país para sostener a las masas que no saldrán en corto plazo. (Hoy, hay 3.2 millones de refugiados sirios en la región.)

A medida que el número de refugiados crece, también lo ha hecho el número de misioneros voluntarios cristianos que llegan de Europa, América, Corea del Sur, Japón, y de China. A finales del 2014, más de 50 agencias gubernamentales seculares y fundamentadas en la fe se han gastado más de $850 millones en el cuidado de los refugiados sirios en Jordania. En octubre, la sede en Estados Unidos del Cradle of Christianity Fund [Fondo la Cuna del Cristianismo] se comprometió a recaudar $25 millones para dar albergue a refugiados desplazados— cristianos iraquíes y sirios—durante el próximo invierno. La necesidad inmediata de alimentos, refugio, educación y atención médica es abrumadora. En promedio, una línea telefónica de las Naciones Unidas en Ammán recibe 2,500 llamadas buscando ayuda cada día.

Algunos cristianos procedentes de países extranjeros están dispuestos a evangelizar tan pronto como llegan. Pero los líderes de la iglesia jordana advierten contra el proselitismo. El artículo 150 del código penal jordano prohíbe cualquier acción que pueda conducir a “discordia sectaria,” un término vago que incluye proselitismo. La mayor parte de las iglesias tradicionales de Jordania no hacen proselitismo activamente. Jordania, al igual que otras naciones del Medio Oriente, tiene un servicio de inteligencia grande que monitorea la actividad religiosa.

La policía jordana ha detenido y deportado individuos americanos, coreanos, y otros cristianos extranjeros que supuestamente compartieron el evangelio con los musulmanes. En un caso, la policía obligó a un pastor a dejar Jordania ya que estaba atrayendo demasiada gente a su congregación. Incluso la interpretación pública de música de adoración puede desencadenar una investigación oficial.

Imad Shehadeh, presidente de JETS, dijo que a menudo es mejor dejar la evangelización a los jordanos, teniendo en cuenta la seguridad actual y las complejidades culturales. “Tiene mucho más sentido invertir en los árabes. Ellos son tan inteligentes y tan pidadosos como los occidentales.”

“Algo que ayuda estratégicamente a reducir la tasa sin precedentes de la migración de los cristianos del Medio Oriente es la educación teológica que toma lugar en el mismo Oriente Medio. Cuando los cristianos árabes son entrenados con eficacia, ellos desarrollan una convicción profunda y una visión duradera para alcanzar a sus países para Cristo, están armados con herramientas que nunca tuvieron antes, no pueden quedarse quietos sin ministerio, y saben que pueden hacer la diferencia, traer de vuelta la esperanza del Evangelio a multitudes.”

“Estos son hombres y mujeres piadosos e inteligentes que no necesitan aprender un nuevo idioma o una nueva cultura.”

Un converso, Ahmed, dijo que al compartir el evangelio con los musulmanes, es importante ayudar a las personas a que consideren el costo.

“¿Qué pasa si la gente que estás ayudando va a la cárcel? Esa decisión cambia toda su vida,” dijo. También comentó que los cristianos deben resistir cualquier presión del exterior de mostrar el progreso en términos de números. “Conectar con la gente de corazón a corazón, no de proyecto a corazón,” dijo Ahmed.

Massad dijo que la clave para cuidar a los refugiados es compasión. Muchas familias de refugiados llegan a Ammán después de haber agotado todas las demás opciones. Cuando las iglesias los reciben, se establece la confianza. Necesitas sabiduría de lo alto sobre cuándo hablar, cómo entregar un mensaje de amor a los demás,” dijo Massad.

Una familia llegó a su iglesia después que ISIS secuestró al padre. La madre y sus dos hijos aún no saben si está vivo. “Ellos han empezado a experimentar a Dios trabajando en sus vidas,” dijo Massad. “Oramos juntos. Nos reímos y lloramos. Podría escribir un libro acerca de cada familia y lo que han pasado.”

El actual conflicto se traduce en refugiados que llegan de Siria e Irak cada semana. “En estos días vemos que la historia está siendo escrita,” dijo Massad. “Debemos estar orgullosos que pertenecemos al cuerpo de Cristo. Podemos aprender unos de otros. Las necesidades son ilimitadas.”

Compromisos a largo plazo

A pesar de las necesidades urgentes de socorro, algunos de los más eficaces líderes cristianos de Jordania equilibran la ayuda de emergencia con los proyectos de desarrollo de largo alcance, como el discipulado, clínicas de salud, y el crecimiento económico.

Chung Nam Hyung está entre quienes creen que este enfoque se adapta bien a la cultura. Chung, un pastor coreano que ha trabajado en Jordania durante 20 años, dijo que ha tomado tres generaciones para que los coreanos puedan establecer raíces en el Medio Oriente.

Por ejemplo, cuando Chung llegó por primera vez a Bahrein en 1989, los cristianos coreanos no hablaban árabe. Eran en su mayoría hombres jóvenes solteros que trabajaban de día y se reunían en las tardes a orar. Era tentador juzgar su éxito contando su “fruto” (o la falta de) en la región.

“Pero Dios no mira con esa perspectiva” dijo Chung. “Él no está apurado. Él mira el cuadro grande.”

“Los seguidores de Jesús son bendecidos cuando bendicen a los demás. Mientras esperas como refugiado para saber el nuevo lugar donde vas a vivir, o la visa, o la paz para poder volver, eres una fuente de bendición,” dijo Chung. Los pobres y marginados—egipcios, iraquíes desplazados, criadas filipinas, y ahora sirios refugiados—entienden esto. “Los más poderosos misioneros en el Golfo son las trabajadoras filipinas. ¿Quién más puede entrar en los hogares saudíes y hablar con las mujeres en sus propias salas?”

Chung y otros líderes de la iglesia se enfocan en el reasentamiento. En muchos casos, los refugiados no pueden regresar sin peligro a sus hogares y se les concede residencia permanente. Por ejemplo, los Estados Unidos han reasentado a 85,000 iraquíes pero sólo 90 sirios hasta ahora. El año que viene puede aceptar hasta 2,000 sirios.

En otra zona de Ammán, varios cristianos chinos (que pidieron pseudónimos) se han asentado por largo plazo. Ellos están estudiando árabe en una universidad islámica que atrae a los extranjeros religiosos, incluyendo a los estudiantes chinos de la minoría musulmana Hui o Uygur. Li y su esposa, Jiayi, han estado en Jordania durante dos años. Provienen de una gran iglesia en hogar china que envía a los trabajadores a lugares donde los creyentes de Asia a menudo son mejor recibidos que los occidentales.

El mayor grupo de agencias de desarrollo en el país proviene de Norte y Sur América. Tan sólo Canadá y los Estados Unidos cuentan con más de 20 grupos en Jordania, y muchos de ellos centran su labor en la formación de líderes y en apoyar a nuevas iglesias.

Algunos cristianos de América del Sur también están sirviendo a través de la educación y de la microempresa. María y Juliana, dos mujeres brasileñas solteras, de alrededor de los 30 años, se cambiaron a Ammán hace dos años sin saber inglés o árabe. Después de aprender los dos idiomas, ahora visitan regularmente los refugiados sirios, enseñan a las mujeres ejercicios aeróbicos y cómo vender artesanías, y organizan campamentos juveniles. A pesar de la barrera del idioma, dijo María, ella se mueve fácilmente en la cultura árabe, especialmente entre otras mujeres.

El alcance es arriesgado

En su mayor parte, los líderes ortodoxos, católicos y protestantes en Jordania se han mantenido dentro de sus grupos respectivos desde hace años. Pero algunos pastores esperan que la crisis de los refugiados forje un nuevo sentido de unidad. “Tenemos que actuar como un solo grupo—un cuerpo de Cristo,” dijo Noor Sahawneh, pastor de la Iglesia Cristiana Nacional y Alianza Misionera de Mafraq.

Con sus puertas abiertas para todos, la clínica médica católica Madre de Misericordia en Zarqa—perfilada recientemente por la revista One (publicada por la Asociación Católica de Bienestar del Cercano Oriente)—es un ejemplo de la unidad cristiana en acción. El pequeño centro cristiano típicamente trata más de 100 pacientes diariamente, muchos de ellos madres gestantes remitidas por las ciudades del norte de Mafraq, Jerash, e Irbid para la atención prenatal.

“No podemos hablar de espiritualidad en nuestro trabajo,” dijo la hermana Najma a One. “Lo que hacemos y cómo lo hacemos demuestra nuestra espiritualidad. Hemos dedicado toda nuestra vida a ayudar a la gente. Este es nuestro mensaje.”

Cincuenta y seis por ciento de la población de Jordania tiene 24 años de edad o menos, y los jóvenes de Jordania, Palestina, Iraq, y las familias sirias luchan para encontrar atención médica de bajo costo. Ahí es donde el personal de la Madre de la Misericordia puede desempeñar un papel—atraer principalmente a los no católicos como pacientes.

Otra área de interés es el ministerio interreligioso, una zona extremadamente sensible entre los líderes de la iglesia. Cambiar de religión a alguien es ilegal, peligroso, y a veces mortal.

El ministerio a los perseguidos, llamado Puertas Abiertas, informa que la libertad religiosa en Jordania ha disminuido en los últimos 18 meses. Las crisis regionales han intensificado el conservadurismo, por lo que muchos jordanos se resisten a la interacción entre religiones. Al mismo tiempo, el dolor del terrorismo ha abierto a muchas personas a nuevas preguntas sobre su propia religión.

Si los creyentes pueden fortalecer su unidad en este momento, dijeron los líderes de Jordania, el evangelio arderá en el Medio Oriente más fuertemente que nunca. “No hay oriental, occidental, judío, o griego en Cristo,” dijo el pastor Hashweh de la Alianza Jordana. “Si un miembro se duele, todo el cuerpo está en dolor.”

Alice Su es una periodista que actualmente está informando desde Jordania e Iraq. Ha escrito para The Atlantic, Wired, y Columbia Journalism Review.

Dios siempre sana

Buenas nuevas para nuestros cuerpos—en esta vida y en la venidera.

Christianity Today November 25, 2014
Shutterstock

Esta traducción fue publicada en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Tarde o temprano, todo cristiano va a tener que decidir lo que piensa sobre la posibilidad de sanidad física en esta vida. El tema es especialmente apremiante para mí. Soy pastor de una iglesia grande, carismática, que presencia la sanidad física de decenas de personas cada año, hablo en conferencias carismáticas con regularidad, y he argumentado públicamente que el don de Cristo de la sanidad continúa el día de hoy.

También tengo un hijo y una hija con autismo regresivo. Ambos hijos han perdido lentamente la habilidad para cantar, aplaudir, pintar, y sostener una cuchara (aunque mi hijo ha recuperado algunas de estas habilidades). Hasta ahora, no han sido sanados. Para mí, hablar de sanidad no es algo teórico.

Perspectivas polarizadas sobre este tema abundan. En un lado están pastores quienes prometen salud y riquezas para todos aquellos que siguen a Jesús. Al otro lado, están los escépticos que piensan que la mayor parte de la gente que asegura haber vivido una experiencia física de sanidad o están mintiendo o delirando. Aún los cristianos que están de acuerdo en que Dios sana algunas veces—pero no siempre—enfrentan confusión. ¿Sana Dios si nosotros simplemente tenemos suficiente fe? ¿Debemos asumir que la enfermedad es un regalo de Dios, diseñado para enseñar sobre el sufrimiento, la perseverancia, y la soberanía misteriosa de Dios en medio de la maldad?

Antes de poder contestar este tipo de preguntas, primero necesitamos reconocer la sanidad por lo que es. Es decir, que existen más de un tipo de sanidad divina.

Primer tipo de sanidad: Un virus ataca mi cuerpo, y mis glóbulos blancos entran en acción, buscando al perpretador para eliminarlo. Cada segundo, pequeñisimos fragmentos de materia mineral y orgánica son enviados a aquellas partes de mi cuerpo que las necesitan, obrando reparaciones en una manera continua, hora tras hora, año tras año. Mi cuerpo se sana a sí mismo todo el tiempo. Es el resultado de la gracia de Dios, quien me creó, me busca, me conoce, y me ama.

En el segundo tipo de sanidad, un profeta judío pone sus manos sobre ojos ciegos y oídos sordos y causa que puedan ver y oír instantáneamente. Un joven que nació sordo asiste a un entrenamiento conmigo y es sanado inmediatamente después de que alguien oró por él en el nombre de Jesús. Inmediatamente llama a su prometida con su teléfono al oído (que hasta ese día era un oído sordo). Tienen una emocionante conversación, por decir lo menos. Una mujer que ha estado en una silla de ruedas por años, oran por ella en el nombre de Jesús, es sanada inmediatamente, y se levanta de su silla de ruedas. Meses después, solicitó que descontinuaran sus beneficios por discapacidad. El periódico Daily Mail y el BBC difundieron su historia.

Un tercer tipo de sanidad: A los 11 años de edad, guío mi bicicleta al centro de una calle con mucho tráfico. Mi tibia y peroné fueron aplastados entre mi bicicleta y un VW, y el filo del parabrisas me hizo una cortada de cuatro pulgadas entre mi hígado y mi bazo. Llega una ambulancia en minutos, y los paramédicos me entablillaron mi pierna. En el hospital, me recolocaron la pierna. Un cirujano remueve fragmentos del parabrisas de mi torso, y repara la cortadura. Después de 16 semanas, ando cómo si nada hubiera pasado. La ambulancia, los paramédicos, la habilidad del cirujano, los descubrimientos que hacen posible que haya salas de operaciones y anestesia—son todos regalos de un Dios amoroso, cuya misericordia permite que ocurran sanidades por todas partes del mundo que otras generaciones hubieran llamado sanidades milagrosas.

Un cuarto tipo de sanidad, cuando suene la trompeta y los muertos serán resucitado en un abrir y cerrar de ojos, para nunca más volver a perecer. Cuerpos corruptos se vuelven incorruptos; la enfermedad y la aflicción nunca más vendrán a nuestra vida. El olor estéril de la sala de operaciones no será más. A los octogenarios atados formalmente a los cuartos del hospital les será dada una nueva vida y una nueva juventud que nunca será robada por la marcha del tiempo. Todo oído sordo es desbloqueado, cada pierna o brazo dañado es reparado, cada ojo ciego ve. Autismo, síndrome de Down, esquizofrenia, y alzheimer serán envueltos por completo por la victoria. Y el último enemigo que tiene que ser destruido es la muerte (1 Co. 15:26). Nadia llora, excepto de alegría.

Dios nunca dice no a una petición de sanidad. El dice “Sí” o “Todavía no.”

El reconocer estos tipos de sanidad nos puede ayudar con las preguntas que frecuentemente nos hacemos. ¿Por qué Dios no sana siempre? Sí lo hace, eventualmente. ¿Nos sana Dios si estamos seguros que lo hará? No necesariamente. ¿Por qué no? Los efectos de la victoria de Cristo sobre la muerte todavía no se han consumado en su totalidad. ¿Debemos asumir que la enfermedad es un regalo de Dios? No, a menos que estemos preparados para dejar de tomar medicina o visitar al médico. ¿Cómo podemos ver más sanidad? Ore, ayune, tenga fe, persevere. ¿Cómo debemos orar? “Venga tu reino, hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10).

Dios nunca dice no a una petición de sanidad. Él dice “Sí”—como sucedió con dos personas en mi iglesia mientras escribía este artículo—o “Todavía no”—como ha sucedido, hasta el momento, con mis hijos. Un día, sus enfermedades, y la muerte misma, serán envueltos por completo en victoria. No puedo esperar ese momento.

Andrew Wilson es un anciano en la iglesia Kings Church en Eastbourne, Inglaterra, y autor del muy reciente libro Unbreakable [Inquebrantable].

El presidente Obama cita Éxodo en la reforma migratoria: ‘Nosotros también fuimos extranjeros alguna vez’

(Actualizado) Reacciones de Sam Rodríguez, Russell Moore, Jenny Yang, Noel Castellanos sobre el motivo vs el método de la acción presidencial.

Christianity Today November 20, 2014
White House screenshot

Esta traducción fue publicada en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Última actualización, noviembre 20: Esta noche el presidente Barack Obama delineó su acción ejecutiva sobre reforma migratoria, la cual impactará a 5 millones de inmigrantes. El presidente usó dos citas: una del ex presidente George W. Bush, y la otra de Éxodo 23.

“Las Escrituras nos dicen que no debemos oprimir al extranjero, porque sabemos en carne propia lo que se siente ser extranjero—porque nosotros mismos fuimos extranjeros también,” dijo Obama. “Mis compatriotas americanos, nosotros somos y siempre seremos una nación de inmigrantes. Nosotros fuimos, en algún momento, extranjeros también.”

Las tres partes de su plan son:

  1. “Edificaremos nuestro progreso en la frontera con recursos adicionales para nuestro cuerpo de seguridad, para que puedan contener el flujo de aquellos que cruzan ilegalmente y el pronto retorno de aquellos que logran cruzar.”
  2. "Haré más fácil y más rápido el que puedan quedarse y contribuir a nuestra economía los inmigrantes, graduados, y emprendedores con altas habilidades, como lo han propuesto tantos líderes de empresas.”
  3. “Tomaremos medidas para lidiar responsablemente con los millones de inmigrantes indocumentados que ya viven en nuestro país.”

El tercer punto suscitará mucho debate (Vox hace un resumen de los puntos principales de ambos lados). Para los detalles iniciales de la acción ejecutiva, le recomendamos que lea el discurso completo del presidente y el resumen de la Casa Blanca.

De entre las primeras reacciones, Jenny Yang de World Relief—una de las mujeres seleccionada por CT como “50 mujeres que usted debe conocer” y quien es la coautora de un influyente libro que hace alusión al mismo pasaje del Antiguo Testamento que usó el presidente Obama—dijo que la acción del presidente Obama “sólo proveerá una solución temporal” puesto que el Senado de los EE.UU. “dio el paso correcto en 2013 al aprobar la ley, pero el Congreso no pudo terminar la labor.”

“El Congreso debe ver las acciones del presidente como ímpetus para aprobar lo más pronto posible reformas de inmigración que suplanten la acción ejecutiva,” dijo Yang, vicepresidente de defensa y política de World Relief. “Cada día que esperamos, vemos consecuencias en la familia y los amigos. Lo que necesitamos es una respuesta permanente a un sistema que no funciona. La inmigración es un rasgo definidor en la historia de los Estados Unidos y seguirá siendo un factor importante para el futuro de la nación. El presidente Obama y los miembros de ambos partidos en el Congreso deben escuchar el llamado a no sólo cambiar nuestras leyes sobre migración sino a que dichas leyes se cumplan de manera que sea en el mejor interés de las familias y nuestra nación.”

Sam Rodríguez admitió que la acción ejecutiva de Obama “no era el mecanismo preferido,” pero la describió como “una acción misericordiosa” porque dicha acción “inicia una receta reconciliatoria para abordar una crisis humanitaria de facto dentro de nuestras fronteras: millones de los hijos de Dios creados a su imagen viviendo en las sombras.”

“Por años nuestro gobierno, bajo el liderazgo de ambos partidos, falló miserablemente en lo que tiene que ver con la inmigración,” dijo Rodríguez, presidente de la National Hispanic Christian Leadership Conference. “Por años, nuestros oficiales electos no dieron la medida en obrar redentoramente. Por años, nosotros como nación miramos, sin hacer nada, mientras las familias experimentaban separación, los niños sufrían, y la unidad nacional quedaba hecha añicos.”

“Como una organización comprometida tanto con la compasión cristiana como con el cumplimiento de la ley, hacemos un llamado al Congreso y al presidente Obama para que inmediatamente trabajen juntos en aprobar legislación que asegure permanentemente nuestras fronteras, que proteja nuestros valores, y que facilite una plataforma sobre la que una vez más podamos brillar como una ‘ciudad en la cima de una montaña,’” continuó Rodríguez. “Al unirnos en la inmigración podemos; mejor aún, brillaremos otra vez.”

Entre tanto, Rusell Moore explicó por qué está de acuerdo en reformar el “incoherente e injusto” sistema migratorio de los Estados Unidos, pero por qué está en desacuerdo con la decisión de Obama de “obrar unilateralmente.”

“En más de una ocasión, le pedí al presidente Obama que no convirtiera la reforma migratoria en un asunto de estado azul vs estado rojo,” dijo Moore, presidente de Ethics and Religious Liberty Commission. “Le pedí que no actuara unilateralmente, sino que trabajara por llegar a un consenso a través del proceso legislativo. Obrar unilateralmente amenaza dicho consenso, y es hacer la cosa equivocada.”

“Mi esperanza es que los republicanos en el Congreso no permitan que las acciones del presidente sobre este asunto se vuelvan un pretexto para permanecer en el estancamiento del statu quo,” continuó. “Y aún más importante, ruego que nuestras iglesias trasciendan estas posturas y maniobras que vemos en Washington. No importa los acuerdos o desacuerdos que tengamos sobre la política migratoria; nosotros, como el Cuerpo de Cristo, somos los que vemos a cada ser humano reflejando la imagen de Dios.”

Noel Castellanos por mucho tiempo le “ha rogado al Congreso que componga el roto sistema migratorio usando como fundamento los principios bíblicos de amor al prójimo y de dignidad humana,” así que aplaudió a Obama por “cumplir su promesa de dar alivio.”

“Ahora es el momento para que el Congreso termine la labor de aprobar una reforma migratoria completa,” dijo el director ejecutivo y presidente del Christian Community Development Association. “Nuestra nación en su totalidad, y nuestras comunidades de inmigrantes en particular, están en una necesidad desesperada de acción decisiva sobre la inmigración que impactará el bienestar de nuestra nación por generaciones en los años venideros.”

Leith Anderson reconoció que mientras que el “anuncio del presidente parece ofrecer ayuda temporal importante para muchas familias, no es un substituto para una acción del Congreso que arregle completamente nuestro roto sistema migratorio.”

“Los líderes del Congreso—tanto los que aplauden al presidente como los que se oponen a sus acciones—deben unirse para negociar soluciones bipartitas. Llamamos a los dos lados a reducir la retórica y a ponerse a trabajar,” dijo el presidente del National Association of Evangelicals.

David Beckman dijo que su “apoyo a la acción del presidente no es sobre política partisana.”

“Es sobre millones de familias que tendrán un respiro de la preocupación y nuevas oportunidades para trabajar y tratar de salir de su pobreza,” dijo el presidente de Bread for the World. “Es sobre nuestra fe; la Biblia es muy clara sobre cómo debemos tratar al inmigrante. Es una parte de nuestro compromiso a favor de la oportunidad para todo mundo.”

CT ha visto previamente cómo se aplican los versículos Bíblicos sobre “recibir al extranjero” al debate sobre la inmigración, y también ha hecho una reseña del libro del mismo nombre escrito por Yan y Matthew Soerens, como parte del reportaje sobre la reforma migratoria. Her.meneutics aborda el tema de qué hacer cuando usted no sabe el estatus migratorio de alguna familia. (Todos estos recursos son en inglés).

Cómo un ateo francés se convierte en un teólogo

Dentro de mi propia revolución.

Christianity Today November 17, 2014
Foto por Dan Bigelow

Esta traducción fue publicada en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Si los ateos franceses rara vez se convierten en cristianos evangélicos, cuánto más raro es que uno de ellos se convierta en un teólogo cristiano evangélico. Entonces, ¿qué pasó? Se podría argumentar que entre 66 millones de franceses, soy sólo una casualidad, una anomalía. Me inclino a ver esto como la obra de un Dios que dice: "Tendré misericordia del que yo tenga misericordia" (Ro. 9:15). Escuchar los hechos quizás le pueda ayudar a usted a decidir por sí mismo.

Crecí en una familia maravillosamente amorosa en Francia, cerca de París. Nosotros éramos católicos, una expresión religiosa que parecía surgir más por tradición y tal vez superstición que por convicción. Tan pronto como tuve la edad suficiente para decirles a mis padres que no creía nada de eso, dejé de ir a misa. Yo perseguí mi propia felicidad en todos los frentes, beneficiado por la dedicación amorosa de mis padres. Se me permitió asistir a una buena escuela, aprender a tocar el piano, y participar en muchos deportes. Estudié matemáticas, física, e ingeniería en la universidad, me gradué de una respetable escuela de ingeniería, y conseguí un trabajo como científico de la computación en el área de finanzas. En el área de los deportes, después de crecer y llegar a medir 6 pies 4 pulgadas, descubrí que podía saltar 3 pies de altura y terminé jugando voleibol en una liga nacional, viajando por el país cada fin de semana para los juegos.

Una parte importante de los ideales de los jóvenes varones ateos franceses consistía en el logro de las conquistas femeninas. En este aspecto yo estaba empezando a tener suficiente éxito para satisfacer los bajos estándares de los vestidores del equipo de voleibol. En general, yo estaba muy contento con mi vida, y en una cultura completamente secular, las posibilidades de que alguna vez yo llegara a escuchar el evangelio—y mucho menos creer en él—eran increíblemente escasas.

Una nueva meta en mi vida

Cuando yo estaba a mediados de mis años 20s, mi hermano y yo estábamos de vacaciones en el Caribe. Un día, caminando de regreso de la playa, decidimos “pedir un aventón” y ver si alguien nos llevaba de regreso a casa. Un coche se detuvo. Dos mujeres jóvenes visitantes de Estados Unidos estaban perdidas y necesitaban ayuda para llegar a su hotel. Por cierto, el hotel estaba justo al lado de nuestra casa, así que nos invitaron a ir en su carro.

Eran lo suficientemente atractivas que mi radar lo captó de inmediato, y empezamos el coqueteo. La chica en la que yo estaba interesado mencionó de paso que creía en Dios— lo que para mis estándares era un suicidio intelectual. También dijo que creía que el sexo pertenecía dentro del matrimonio—una creencia aún más problemática que el propio teísmo, si eso fuera posible. Sin embargo, una vez que las vacaciones terminaron, yo volví a París, ella a Nueva York, y empezamos a noviar.

Mi nueva meta en la vida era desengañar a mi novia de sus creencias para que pudiéramos estar juntos sin esas nociones anticuadas acerca de Dios—y del sexo.

Mi nueva meta en la vida era desengañar a mi novia de sus creencias para que pudiéramos estar juntos sin esas nociones anticuadas acerca de Dios—y del sexo. Empecé a pensar: ¿Qué buena razón había para pensar que Dios existe, y qué buena razón había para pensar que el ateísmo era cierto? Este paso era importante, porque mi propia incredulidad descansaba cómodamente en el hecho de que la gente inteligente a mi alrededor no creía en Dios tampoco. Era más una suposición razonable sobre la vida, que una conclusión basada en un argumento sólido. Pero, por supuesto, si yo iba a refutar el cristianismo, primero necesitaba saber lo que decía. Así que tomé una Biblia.

Al mismo tiempo, me di cuenta de que había por lo menos un experimento que podría llevar a cabo. Pensé: Si algo de esto es cierto, entonces podemos pensar que al Dios que existe le preocupa en gran medida este proyecto mío. Así que empecé a orar al aire: “Si hay un Dios, entonces aquí estoy. Estoy buscándote en esto. ¿Por qué no respondes y te revelas conmigo?” Estoy abierto. “Yo no lo estaba, pero me di cuenta de que si Dios existía, eso no lo iba a detener.”

Una o dos semanas después de mi oración incrédula, uno de mis hombros comenzó a fallarme—sin que mediara un accidente o lesión evidente. Mi hombro empezaba a arder después de diez minutos de iniciar cada práctica. Simplemente no podía clavar durante los juegos. El médico no podía ver nada mal, el fisioterapeuta no ayudó, pero me dijeron que tenía que descansar mi hombro y dejar de jugar voleibol durante un par de semanas. En contra de mi voluntad, yo estaba ahora fuera de la cancha de juegos.

Con mis domingos disponibles, decidí que iba a ir a una iglesia para ver lo que hacen los cristianos cuando se reúnen. Me dirigí a una congregación evangélica en París, visitando como se visita un zoológico: con el fin de ver animales exóticos de los que había leído en los libros, pero que nunca había visto en la vida real. Recuerdo haber pensado que si alguno de mis amigos o familia me podía ver en una iglesia, me moriría de vergüenza.

No recuerdo una palabra del sermón. Tan pronto como el servicio terminó, me levanté de un salto y corrí hacia la puerta de salida, eludiendo cualquier contacto visual, para evitar así el tener que presentarme. Llegué a la puerta trasera, la abrí, y, literalmente, tenía un pie fuera de la puerta cuando una ráfaga escalofriante subió desde mi estómago hasta mi garganta. Me oí a mí mismo diciendo: "Esto es ridículo. Tengo que resolver esto." Así que puse mi pie otra vez dentro del templo, cerré la puerta y fui directamente al pastor.

"Así que, ¿usted cree en Dios?"

"Sí", dijo, sonriendo.

"Entonces, ¿cómo funciona esto?" le pregunté.

"Podemos hablar de ello," dijo. Después de que la mayoría de las personas se había ido, fuimos a su oficina y hablamos durante horas. Yo le bombardeé con preguntas, y nos volvimos a encontrar de nuevo por varias semanas. Él con paciencia e inteligencia explicó su visión del mundo. Y yo nerviosamente empecé a considerar que todo esto podría ser cierto. Mis oraciones incrédulas cambiaron a "Dios, si eres real, es necesario dejar en claro esto, para que yo pueda entrar y no hacer el ridículo." Empecé a tener la esperanza de que Dios abriera el cielo y me enviara una luz de lo alto.

Por qué Jesús tuvo que morir

Lo que siguió fue menos teatral y más brutal: Dios reactivó mi conciencia. Esto no fue una experiencia agradable. Al mismo tiempo que había comenzado mis investigaciones sobre Dios, yo también había cometido un delito particularmente siniestro—incluso aún para los estándares ateos. A pesar de que sabía exactamente lo que yo había hecho, lo había empujado hacia lo profundo de mi interior. Pero Dios lo trajo de nuevo a mi mente con toda su fuerza, y finalmente vi mi acción tal y como era. Me azotó un intenso sentimiento de culpa, me paralizó un dolor en el pecho, y me disgustó la idea de lo que había hecho y las mentiras con las que lo había tratado de ocultar.

Yo estaba tumbado de dolor en mi apartamento, cerca de París, cuando, de repente, por fin se me prendió el foco. Es por eso que Jesús tuvo qué morir: por mí.

Yo estaba tumbado de dolor en mi apartamento, cerca de París, cuando, de repente, por fin se me prendió el foco. Es por eso que Jesús tuvo qué morir: por mí. “El que no conoció pecado, se hizo pecado en mi nombre, para que en él fuésemos hechos justicia de Dios” (2 Co. 5:21). Él tomó sobre sí el castigo que yo merecía, para que en la justicia de Dios, mis pecados fuesen perdonados—por la gracia como un regalo, y no por mis buenas obras o rituales religiosos. Él murió para que yo pudiera vivir. Puse mi confianza en Jesús, y le pedí que me perdonara en la forma en que la Escritura prometió que lo haría.

Ahora que todo estaba aclarado, asumí que Dios quería que me casara con mi novia cristiana, y me mudé a Nueva York. Aprendimos rápidamente que no estábamos hechos el uno para el otro. Pero ahora, desarraigado y solo, con tiempo libre en mis manos, yo estaba apasionado por estudiar mi nueva fe con el fin de explicarla a mis amigos y familiares. Leí un libro tras otro, observé conferencias y debates, y me encantó cada momento. Eventualmente eso era todo lo que hacía en mi tiempo libre. Llegué a la conclusión de que si iba a pasar todo mi tiempo y energía estudiando el cristianismo, lo mejor sería obtener un título mientras lo hacía. Así que apliqué al seminario, y finalmente obtuve una maestría en estudios del Nuevo Testamento. En el proceso, conocí a una mujer maravillosa, nos casamos, tuvimos dos hijos y seguí mis estudios en un programa de doctorado en teología filosófica.

Esta es la manera, en pocas palabras, cómo Dios toma un ateo francés y hace de él un teólogo cristiano. Yo no estaba buscando a Dios; ni lo busqué ni lo quería. Él extendió su mano, me amó cuando yo todavía era un pecador, rompió mis defensas, y decidió derramar su gracia inmerecida—para que su Hijo sea glorificado, y para que yo pudiera ser salvado de mi pecado por la gracia mediante la fe, y no por obras. Es el don de Dios, para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9).

Ese es el evangelio, y son buenas nuevas dignas de ser creídas.

Guillaume Bignon vive en Nueva York con su familia. Se puede localizar en Twitter @theoloGUI.

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