Alabar a Dios es un acto de rebelión política

El Libro de los Salmos nos enseña que la adoración requiere nuestra devoción y lealtad absolutas.

Christianity Today August 19, 2024
Ilustración de Mallory Rentsch Tlapek / Fuente de imágenes: WikiMedia Commons / Unsplash

Los Salmos capturan toda la gama de la experiencia humana: personal y colectiva; triste y de regocijo; y nos recuerda de la fidelidad de Dios a la vez que nos hace preguntarnos qué ha sido de ella. El libro bíblico, que ha sido elevado en oración por generaciones de creyentes, nos invita a entrar en la presencia de Dios con una honestidad penetrante.

Para aquellos de nosotros criados en la positividad del evangelicalismo moderno, los salmos de lamento pueden resultar sorprendentes. La autenticidad de su angustia traspasa los límites de lo que hemos presenciado en la oración colectiva, y nos llama a rechazar la positividad tóxica y a abrazar el dolor santo. Y si bien este llamado de atención para abrazar los salmos de lamento todavía es muy necesario, sospecho que necesitamos un análisis similar cuando se trata de los salmos de alabanza.

La afirmación de los salmos de alabanza es sorprendentemente única en su contexto y poderosamente relevante en el nuestro, especialmente en un año electoral cargado de energía política. Mientras los candidatos compiten por nuestros votos, los cristianos debaten acaloradamente qué contendiente refleja mejor nuestros valores y qué temas merecen más nuestra atención. Además de esto, como señaló Jared Stacy en un artículo reciente para CT, estamos experimentando un aumento de la violencia por motivos políticos.

Si bien el lamento es ciertamente apropiado en tiempos como estos, ¡tal vez lo mejor que podemos hacer es dedicarnos a alabar audazmente!

A menudo pienso que los salmos de alabanza se sienten como lo hace una madre que recibe una tarjeta del Día de la Madre comprada en una tienda que dice en letras mayúsculas que ella es la MEJOR MAMÁ DE TODAS. Sabemos que la imprenta ha hecho miles de estas tarjetas —y soy la única madre que mis hijos han conocido—, así que, ¿cómo podrían saberlo?

Pero cuando Israel exclamó: «¡Alabado sea el Señor!» estaban haciendo afirmaciones mucho más audaces que las de una tarjeta de felicitación genérica. Como señala el estudioso del Antiguo Testamento Walter Brueggemann en su excelente libro From Whom No Secrets Are Hid, «un acto de alabanza no es un acto “espiritual” inocuo. Es más bien tomar partido por este Dios contra todos los demás dioses». Él explica que «los himnos de alabanza son actos de devoción con connotaciones políticas y polémicas… [y] actos de desafío al mundo que tenemos frente a nosotros». [En adelante, los enlaces redirigen a contenidos en inglés].

Una razón por la que a menudo no apreciamos el poder de la alabanza presentada en los Salmos es que la mayoría de las traducciones al español traducen el nombre divino único, Yahvé o Yahweh, como SEÑOR (en mayúsculas). «Señor» en minúscula no es un nombre, sino un título que hace referencia a una persona de estatus. La mayoría de los lectores de la Biblia pasan por alto esta distinción. Y así, en nuestro intento de honrar el nombre de Dios llamándolo Señor, no nos damos cuenta y borramos su nombre divino, Yahvé. Entonces, la frase «Alabado sea el Señor» termina sonando como una tarjeta Hallmark, o una versión cristiana del credo que dice «vive, ríe, ama».

Una segunda razón por la que el impacto de la invitación de los Salmos a «Alabar a Yahvé» a menudo se diluye es que, en contextos monoteístas, donde muchos de nosotros crecemos siendo instruidos (con razón) en que hay un solo Dios, alabar al Señor puede parecer como afirmar lo obvio. Por supuesto que Él es el único digno de ser elogiado, porque, ¿qué otra criatura podría competir?

Pero los salmos de Israel eran mucho más osados de lo que creemos. Cada vez que cantaban un salmo, estaban haciendo una afirmación audaz que estaba simultáneamente a favor de Yahvé y en contra de los otros dioses.

Esto es significativo, porque los israelitas vivían en un mundo lleno de otras deidades a las que podían adorar. Varios libros gruesos en los estantes de mi oficina catalogan a estos dioses alfabéticamente, explicando por qué era conocido cada uno. En Egipto estaba Re, el dios sol; Isis, la diosa de la protección y la sanidad; Hathor, diosa de la fertilidad; Osiris, cuyo torrente sanguíneo se pensaba que era el Nilo; y muchas decenas más. En Canaán se adoraba a Baal y Asera, el dios y la diosa de la fertilidad, junto con El, el Dios supremo, y todo un panteón de opciones más. Los dioses de Mesopotamia incluían a Marduk, Isis, Ashur, Enlil, Ea, Tiamat y Adad, por nombrar algunos.

Más que eso, las culturas antiguas no adoraban a estas deidades para expresar afecto sino por necesidad. Creían que los dioses eran responsables del éxito de sus cosechas y de la supervivencia de sus hijos. Creían que los reyes gobernaban bajo el patrocinio divino y que la tarea de los gobernantes era cumplir las órdenes de los dioses y mantener el orden en su reino. La mayoría de los dioses del antiguo Cercano Oriente no eran dioses absolutos, sino que tenían una especialidad particular o una jurisdicción específica.

Cuando leemos los salmos de alabanza en ese contexto, se nos abre un mundo completamente nuevo: un mundo con el potencial de remodelar el nuestro. Consideremos el Salmo 96 como ejemplo. Hemos citado la NVI en español aquí, pero reemplacé «SEÑOR» con el nombre divino Yahvé para ayudarnos a experimentar el poder del hebreo original en su contexto:

¡Canten a Yahvé un cántico nuevo!
¡Canten a Yahvé, habitantes de toda la tierra!
¡Canten a Yahvé, alaben su nombre!
¡Proclamen día tras día su salvación!
Anuncien su gloria entre las naciones,
sus maravillas a todos los pueblos. (vv. 1–3)

El Salmo 96 no es genérico. No puede usarse en cualquier contexto de adoración, sino solo para adorar a Yahvé, el Dios de Israel. Pero eso es lo que hace que este salmo sea tan radical: ¡llama a «toda la tierra» a alabar a Yahvé, no solo a los israelitas! Todas las naciones deben escuchar la historia de «su salvación».

La salvación de Yahvé no es algo que Israel esperaba en el futuro sino algo que ya habían experimentado cuando Yahvé derrotó al faraón en el mar y los puso a salvo. La salvación de Yahvé no ofrece simplemente una sensación individual de tranquilidad, sino la derrota decisiva de Egipto y sus dioses en el escenario mundial (Éxodo 12:12; 15:2). El Salmo 96 continúa:

¡Grande es Yahvé y digno de alabanza,
más temible que todos los dioses!
Todos los dioses de las naciones son ídolos,
pero Yahvé ha hecho los cielos.
El esplendor y la majestad son sus heraldos;
hay poder y belleza en su santuario. (vv. 4–6)

El énfasis de este salmo es deliberado y obvio, una vez que lo conoces debes buscarlo. Exaltar a Yahvé es degradar a cualquier otro pretendiente a la prerrogativa divina. Yahvé tiene todo el esplendor, mientras que los dioses de las naciones no son más que objetos mudos. Cantar esto es negar la validez de los mitos fundacionales de todos los vecinos de Israel.

¡Tributen a Yahvé, pueblos todos!
¡Tributen a Yahvé la gloria y el poder!
¡Tributen a Yahvé la gloria que merece su nombre!
¡Traigan sus ofrendas y entren en sus atrios!
¡Póstrense ante Yahvé en la hermosura de su santidad!
¡Tiemble delante de él toda la tierra!
Digan las naciones:
«¡Yahvé reina!».
Ha establecido el mundo con firmeza;
jamás será removido.
Él juzga a los pueblos con equidad. (vv. 7–10)

Lo notable de estos versículos del Salmo 96 es que llaman a las naciones a adorar en el templo de Jerusalén. No les basta con admitir desde lejos el poder de Yahvé. Su reconocimiento tendría que traducirse en una acción de máxima humildad: hacer una peregrinación a una tierra extranjera supervisada por otro gobernante y ocupada por otro pueblo.

Decir que Yahvé reina no solo socava la autoridad de todos los demás dioses en los antiguos panteones de los vecinos de Israel, sino que también pone en duda la legitimidad de todo monarca humano que no sea el ungido por Yahvé. Dado que ningún rey gobernaba excepto por nombramiento divino, una de las primeras prioridades de cualquier rey era establecer la legitimidad de su gobierno mostrando cómo lo habían elegido los dioses. Si esos dioses fueron desbancados de sus tronos celestiales, entonces los reyes que se identificaban con ellos también eran ilegítimos. El Salmo 96 concluye con estas palabras:

¡Alégrense los cielos, regocíjese la tierra!
¡Brame el mar y todo lo que él contiene!
¡Canten alegres los campos y todo lo que hay en ellos!
¡Que canten alegres todos los árboles del bosque!
¡Canten delante de Yahvé porque ya viene!
¡Ya viene a juzgar la tierra!
Y juzgará al mundo con justicia
y a los pueblos con fidelidad. (v. 11-13)

Los vecinos de Israel representaban a sus dioses usando símbolos de animales y veían representaciones divinas en árboles y océanos, mientras que el Salmo 96 retrata cada cosa creada celebrando la autoridad de Yahvé y permaneciendo ante Él como el juez supremo. Al final, todos responderán ante Yahvé. ¡Estas son palabras de batalla!

Quizás una ilustración nos ayude a apreciar la audacia de los salmos de alabanza. La película clásica de 1965 The Sound of Music[La novicia rebelde] ofrece una analogía. El Capitán von Trapp es un oficial naval retirado en Austria que cría a sus siete hijos con la ayuda de una institutriz tras otra. Los niños son duros con estas madres sustitutas, por lo que el capitán recurre a un convento cercano en busca de ayuda. ¡Tal vez una monja pueda mantener a sus hijos a raya! El convento le envía una novicia, Fräulein María, que se gana el corazón de los niños y también el de su padre.

El romance del Capitán von Trapp y María tiene como telón de fondo una creciente amenaza de ocupación por parte de la Alemania nazi en 1938. Regresan a casa de su luna de miel y ven una bandera nazi ondeando sobre la puerta de su casa, junto con una convocatoria para servir en la marina de Hitler y una invitación (sin remitente) para que la familia de músicos actúe en el Festival de Salzburgo. Al intentar escapar a la neutral Suiza esa misma noche al amparo de la oscuridad, la familia es sorprendida en el acto. Pero, pensando rápidamente, fingen que se dirigen a actuar al festival de música.

Esa alegre velada musical se ve tensa por la presencia de soldados nazis custodiando las salidas. En primera fila se sienta el oficial que fue enviado para escoltar al capitán von Trapp a su nuevo puesto en la marina de Hitler. Mientras los jueces evalúan los resultados de la competencia, el capitán von Trapp canta solo bajo los reflectores, deleitando a la multitud que espera, con una sencilla canción que describe una flor blanca alpina originaria de Austria.

La letra no es en sí misma sediciosa, pero al ser cantada en este contexto, su audacia es evidente. La melodiosa melodía de «Edelweiss» evoca en la multitud el anhelo por la independencia de Austria de la Alemania nazi. El capitán se siente abrumado por la emoción y se ve incapaz de terminar la canción. María, los niños y todo el público se unen a él en las últimas estrofas, que terminan con una oración de esperanza: «¡Bendice mi patria para siempre!»

Los Salmos se parecen mucho al cántico del capitán. Por sí solos, no suenan rebeldes, pero en el contexto del dominio asirio o persa, representan una forma de insurrección espiritual, una especie de protesta activa ante los poderes dominantes. Los salmos de alabanza exaltan a Yahvé por encima de todos los gobernantes humanos y dioses rivales, disminuyendo su derecho a la soberanía. Tal como los leemos hoy, nos llaman a reimaginar nuestra ciudadanía fundamental, recordándonos que incluso nuestros funcionarios gubernamentales electos algún día deben doblar la rodilla ante Yahvé y que toda nuestra lealtad le pertenece solo a Él.

Durante este año electoral en los Estados Unidos, o dondequiera que nos encontremos, volvamos a escuchar los salmos de alabanza de la Biblia con los ojos bien abiertos, reconociendo su inquebrantable llamado a inclinarnos ante nuestro rey soberano.

Carmen Joy Imes es profesora asociada de Antiguo Testamento en la Universidad de Biola y autora de Portadores de su Nombre: La Importancia del Sinaí y Being God’s Image. Actualmente está escribiendo su próximo libro, Becoming God’s Family: Why the Church Still Matters.

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Theology

Un monumento teológico a la unidad en medio de la diversidad

Ante la división rampante entre los evangélicos, el Pacto de Lausana ve el plan de Dios detrás de las diferencias.

Christianity Today August 14, 2024
Illustration by Ibrahim Rayintakath

En la película Memento, del año 2000, el protagonista Leonard Shelby tiene una lesión cerebral específica que le impide formar nuevos recuerdos a largo plazo. Puede recordar información durante 30 segundos o un minuto como máximo, pero luego lo olvida todo.

La desconexión de Leonard con su pasado lo deja en un perpetuo estado de desconcierto sobre cómo ha llegado a su situación actual: ¿De qué enemigo huyo y por qué? ¿Por qué llevo una pistola? Su confusión es consecuencia de la amnesia: la incapacidad de recordar su propia historia. Si Leonard pudiera reaprender y recordar las partes más importantes de su pasado, podría por fin volver a tener una existencia estable, con una comprensión sana de sí mismo y de la gente que lo rodea.

Ser evangélico hoy en día es similar a esto. Nosotros también estamos desconectados de nuestro pasado, aunque por razones más reversibles que una lesión cerebral. Como resultado, los evangélicos están ahora más divididos que nunca, y muchos de nosotros luchamos contra enemigos que una vez fueron amigos.

Pero, ¿y si nos detuviéramos a recordar nuestra historia? No solo recordaríamos quiénes somos y cómo hemos llegado hasta aquí, sino que incluso podríamos redescubrir lo mejor que el evangelicalismo ha sido, es y puede volver a ser.

Por supuesto, uno de los mayores problemas hoy en día es que casi no parece haber consenso sobre lo que significa la palabra evangélico. Ojalá los evangélicos de todo el mundo pudieran ponerse de acuerdo sobre los parámetros básicos del evangelicalismo: algo lo suficientemente mínimo como para fomentar una sana diversidad, pero lo suficientemente sustancial como para garantizar la integridad doctrinal.

¿Y si ya existiera algo así?

Hace cincuenta años, en julio de 1974, unos 2700 líderes cristianos de 150 países viajaron a Lausana (Suiza) por iniciativa del evangelista estadounidense Billy Graham y el teólogo británico John Stott.

La conferencia se tituló oficialmente «Primer Congreso Internacional de Evangelización Mundial», pero pasó a conocerse como el primer encuentro de Lausana del 74. Y aunque solo incluyó a una parte de la iglesia mundial, la revista Time informó célebremente en su momento que el congreso era «posiblemente la reunión de cristianos de mayor alcance jamás celebrada».

Arriba: Los participantes llegan al Palacio de Beaulieu en Lausana, Suiza, en 1974. Abajo: Intérpretes traducen las sesiones plenarias de Lausana a las seis lenguas oficiales del congreso.Cortesía de la Billy Graham Evangelistic Association
Arriba: Los participantes llegan al Palacio de Beaulieu en Lausana, Suiza, en 1974. Abajo: Intérpretes traducen las sesiones plenarias de Lausana a las seis lenguas oficiales del congreso.

Quizá el resultado más importante y duradero de esta reunión fue el Pacto de Lausana, que con el tiempo se convertiría en uno de los documentos más influyentes del evangelicalismo moderno. El propósito del documento era responder a una pregunta clave: ¿Hasta qué punto debemos estar de acuerdo unos con otros para trabajar juntos en la tarea de las misiones mundiales?

En aquella época, como ahora, el evangelicalismo estaba sintiendo los efectos de la controversia fundamentalista-modernista, que provocó profundas escisiones en casi todas las principales instituciones y denominaciones cristianas. El enfoque fundamentalista buscaba resolver las diferencias por medio de rigurosas pruebas de fuego y rigidez doctrinal. La perspectiva progresista evitaba los límites doctrinales, arriesgándose a apartarse sustancialmente del cristianismo histórico.

El enfoque evangélico de la diversidad ejemplificado en Lausana se caracteriza tanto por (1) una cuidadosa negociación de la unidad por encima de las diferencias que se fundamenta en confesiones en común del cristianismo histórico como por (2) la celebración de la diversidad en sí misma como un bien intrínseco, e incluso como prueba de una expresión del plan previsto por Dios para la iglesia global y universal de todos los creyentes.

El Pacto de Lausana ofrecía una definición teológica de la palabra evangélico y evitaba intencionadamente cualquier elemento sociopolítico asociado al movimiento. Tampoco se pronunció sobre una serie de cuestiones importantes, aunque secundarias, relacionadas con la teología, la doctrina y la praxis. Por ejemplo, no habla del bautismo, de los roles de género en el ministerio, ni de la edad de la Tierra y la evolución.

Al mantenerse al margen de este tipo de cuestiones, el Pacto de Lausana incluyó a cristianos de ambos lados de las líneas de desacuerdo que, de otro modo, podrían estar divididos. En su lugar, los líderes del congreso trataron de crear una comunidad unida en torno a un pacto que pasara por encima de tales diferencias, al servicio de una misión compartida para que «toda la Iglesia lleve todo el Evangelio a todo el mundo».

En cierto sentido, el pacto es una declaración corporativa de creencias compuesta por 15 artículos, una introducción y una conclusión. Con poco más de 3100 palabras, el documento es lo suficientemente corto como para ser mecanografiado de forma legible en dos caras de una sola página. Stott, presidente del comité de redacción, explicó en su exposición el razonamiento que subyace a cada artículo, y es una lectura obligada que acompaña al pacto.

Sería un error considerar este documento como una mera declaración de fe, ya que se concibió como un pacto, escribe Stott, un «contrato vinculante» que compromete a sus firmantes a un propósito y una asociación comunes. Tras 10 días de debate, discusión y negociación, la mayoría de los asistentes (2300 en total) firmaron el documento. Como explicó Stott: «No queríamos limitarnos a declarar algo, sino hacer algo: comprometernos en la tarea de la evangelización mundial».

Incluso ahora, el pacto está destinado a ser firmado por quienes lo lean y estén de acuerdo con él, y al hacerlo, nos comprometemos a cooperar unos con otros en la misión de Dios.

Como la mayoría de los evangélicos, nunca había oído hablar del Pacto de Lausana durante mis años de formación, ni me pidieron que lo firmara sino hasta que fui adulto. Soy indio de piel oscura y nací en el sur de California en 1978, hijo de inmigrantes de primera generación que ya eran cristianos. Mi padre estudió en la Universidad de Biola.

Y mientras los que estudiaban en instituciones cristianas en ocasiones llegaban a estar familiarizados con el Pacto de Lausana, yo estudié la secundaria en una escuela pública y asistí a una universidad estatal laica. Las iglesias a las que crecí eran no denominacionales, lo que tenía sus ventajas, pero también cierta amnesia sobre la historia del cristianismo.

Conocí acerca del Pacto a finales del año 2000, hace 24 años, cuando era estudiante de posgrado y estudiaba para ser médico científico. Me aceptaron en la Harvey Fellowship (una beca ofrecida a cristianos que se incorporan a campos poco representados) y todos los solicitantes debían firmar el Pacto de Lausana. El verano siguiente fui a Washington, DC, a un evento de una semana de duración para reunirme con un pequeño grupo de otros nuevos becarios Harvey.

Ese evento amplió sustancialmente mi experiencia de la diversidad evangélica. Ben Sasse, historiador de Yale y presbiteriano reformado, fue el primer cristiano que conocí que era capaz de presentar un argumento plausible acerca del bautismo de niños, aunque él y yo no estuviéramos de acuerdo. Mac Alford, especialista en Botánica de Cornell, fue el primer cristiano que conocí que afirmaba la evolución, algo que yo rechazaba en aquel momento.

Y aunque estos desacuerdos eran incómodos, al menos para mí, todos habíamos firmado el Pacto de Lausana (que no se pronuncia sobre ninguna de estas cuestiones) y, por tanto, ya nos habíamos comprometido a cooperar.

El Pacto de Lausana ofrece una explicación teológica de nuestras diferencias, basada en la creencia subyacente de que estas diferencias pueden ser intrínsecamente valiosas. Los líderes del congreso no estaban satisfechos con una reducida comunidad que estuviera de acuerdo, sino que buscaban una comunidad expansiva a través de nuestras diferencias.

El pacto explica, utilizando lo que Stott llamó «una traducción literal de Efesios 3:10», que nuestros diferentes puntos de vista sobre las Escrituras son un mecanismo por el que se nos revela la sabiduría de Dios:

La revelación de Dios en Cristo y en las Escrituras es inmutable. A través de ella, el Espíritu Santo sigue hablando hoy. Ilumina las mentes del pueblo de Dios en todas las culturas para que perciban su verdad de una manera fresca, a través de sus propios ojos, y así revela a toda la Iglesia cada vez más de la sabiduría multicolor de Dios.

En lugar de reducir los límites doctrinales para lograr una paz falsa, la invitación evangélica nos llama a leer la Biblia juntos, a resolver nuestras diferencias y a negociar, y estos instintos estaban claramente presentes en la forma en que se llegó al Pacto de Lausana.

Aunque la conferencia en sí solo duró 10 días, el proceso de redacción del pacto llevó meses de diálogo y negociación. Pero con 2700 delegados en la conferencia, ¿qué tanta cooperación fue posible? Bastante, según parece. En la valoración de Stott: «Puede decirse verdaderamente, entonces, que el Pacto de Lausana expresa un consenso de la mente y el estado de ánimo del Congreso de Lausana».

La redacción del documento fue asignada a un pequeño comité que incluía a Stott; al entonces presidente del Wheaton College, Hudson Armerding; y a Samuel Escobar, un teólogo peruano de la InterVarsity Christian Fellowship.

Meses antes de la reunión de julio, se enviaron a los asistentes documentos de todos los ponentes de la reunión y se les pidió que enviaran sus comentarios por escrito. Redactado por J. D. Douglas, quien en aquel momento era editor de Christianity Today, el borrador preliminar se basó en los temas clave y las ideas de estas ponencias.

En su exposición, Stott explica: «Ya puede decirse verdaderamente que este documento surgió del Congreso (aunque el Congreso aún no se había reunido), porque reflejaba las aportaciones de los principales oradores cuyas ponencias se habían publicado con antelación».

Antes del Congreso, se envió un primer borrador a varios asesores, cuyos comentarios sirvieron para orientar la primera revisión del documento. A continuación, el comité supervisó una segunda revisión.

Pero los redactores también querían participar, escuchar y aprender de los propios asistentes. Así, a mediados de la reunión de julio, se entregó a cada asistente una copia del tercer borrador del pacto y se les pidió que enviaran sus respuestas y las debatieran en pequeños grupos que se organizaron cada día.

A partir de esta retroalimentación, se presentaron las objeciones y enmiendas sugeridas para que el comité de redacción las considerara. Según Stott, el congreso:

… respondió con gran diligencia. Se recibieron cientos de propuestas (en las lenguas oficiales), se tradujeron al inglés, se clasificaron y se estudiaron. Algunas enmiendas propuestas se anulaban entre sí, pero el comité de redacción incorporó todas las que pudo.

En última instancia, esta negociación influyó sustancialmente en el documento final en torno a tres temas principales. En primer lugar, se añadió una declaración cuidadosamente negociada sobre la inerrancia bíblica. En segundo lugar, se reforzó la declaración del pacto sobre la responsabilidad social. En tercer lugar, se introdujeron varios cambios para reflejar las preocupaciones y la sabiduría de la iglesia global fuera del mundo occidental. Creo que estos tres temas resumen las lecciones de Lausana para nuestro momento actual.

I. El artículo sobre la autoridad de las Escrituras se reforzó para incluir una declaración cuidadosamente negociada sobre la inerrancia, influida por las aportaciones de Francis Schaeffer y otros, que decía que la Biblia es «sin error en todo lo que afirma». Este cambio específico fue muy discutido, lo que supuso un reto importante para el comité de redacción.

Por un lado, las razones para incluir una declaración sobre la inerrancia eran poderosas. Una visión diferente de las Escrituras era la causa de muchos desacuerdos profundos entre evangélicos y cristianos progresistas. La afirmación modernista, impulsada por la alta crítica, era que la Biblia tenía «autoridad», pero que su mensaje estaba siempre sujeto a cambios debido a sus numerosos errores.

Junto con esta afirmación, muchos cristianos liberales rechazaban la creencia en la Resurrección, el Nacimiento Virginal y la historicidad de Adán y Eva. Y aunque estas tres afirmaciones clásicas del cristianismo no tienen la misma importancia, rechazar cualquiera de ellas supone una importante revisión con consecuencias de largo alcance.

Aclarar la naturaleza de este desacuerdo sobre las Escrituras estaba en el punto de mira de los organizadores de la conferencia. Por una buena razón, los evangélicos no podían colaborar fácilmente en las misiones mundiales con aquellos cuya interpretación del Evangelio no incluyera, por ejemplo, la resurrección corporal de Jesús, ya que se trataría de un Evangelio totalmente distinto (Gálatas 1:6-9). Como dijo el apóstol Pablo: «Y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es ilusoria y todavía están en sus pecados» (1 Corintios 15:17, NVI).

Pero también, en el contexto inmediato, la conferencia de Lausana fue una respuesta a la Conferencia de Bangkok sobre la Salvación Hoy, convocada el año anterior (1973) por el Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Incluso el lugar se eligió en parte por la proximidad de Lausana a Ginebra, donde tiene su sede el CMI.

En la Conferencia de Bangkok habían participado delegados evangélicos, así como cristianos liberales y convencionales, muchos de los cuales se habían alejado de la ortodoxia. Y aunque su informe final incluye una concesión a los evangélicos, afirmando con Hechos 4:12 que «no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres [excepto Jesús] mediante el cual podamos ser salvos», otras peticiones para reforzar la teología del Evangelio, haciendo eco de la Declaración de Frankfurt de 1970, en la que los cristianos alemanes se opusieron al «giro humanista» de las misiones en el CMI, fueron rechazadas como contribuciones occidentales que no hablaban en nombre de todos.

Además, el informe de Bangkok incluía declaraciones que calificaban cualquier liberación de la opresión social como una forma de salvación, incluyendo «la paz del pueblo en Vietnam, la independencia en Angola, la justicia y la reconciliación en Irlanda del Norte y la liberación del cautiverio del poder». En Christianity Today, Peter Beyerhaus escribió:

Aquí, bajo una cobertura aparentemente bíblica, el concepto de salvación se ha ampliado tanto y se ha despojado de su carácter distintivo cristiano que cualquier experiencia libertadora puede ser llamada «salvación». En consecuencia, cualquier participación en esfuerzos libertarios se llamaría «misión».

Beyerhaus añadió que la conferencia también presentó el maoísmo, es decir, el comunismo de China, como una alternativa aceptable al cristianismo. Del mismo modo, que la iglesia del profeta Simón Kimbangu, quien afirmaba ser la venida encarnada de Dios Padre y que su hijo era la segunda encarnación de Jesús, se presentó como un ejemplo loable de un ministerio indígena.

Más que comentarios improvisados, se trataba de atractivos presentados intencionalmente por los dirigentes del CMI a las iglesias asiáticas y africanas, y cualquier objeción teológica se desestimaba como un intento inútil de asimilar las iglesias indígenas al pensamiento occidental.

Aunque nadie puede dictar a quién se le permite autoidentificarse con el término cristiano o incluso evangélico, el Pacto de Lausana fundamenta la unidad cristiana en la misión compartida de proclamar todo el Evangelio a todo el mundo. Esta misión es la razón por la que nos unimos a esta comunidad, a menudo incómoda, conocida como la Iglesia, a pesar de nuestras diferencias.

Los serios desacuerdos sobre la naturaleza del Evangelio a menudo se remontan a dos formas fundamentalmente diferentes de entender las Escrituras. Todo el mundo en este debate podía estar de acuerdo en que la Escritura era «autorizada», pero ¿eran sus enseñanzas siempre cambiantes y llenas de errores?

Por otra parte, incluso para muchos cristianos ortodoxos, el término inerrancia seguía siendo un punto de fricción. Inerrancia era una palabra cargada, puesto que algunos fundamentalistas ya la utilizaban como prueba de fuego doctrinal. Para agravar el problema, el término estaba mal definido, ya que aún faltaban años para que se redactaran las declaraciones de Chicago sobre la inerrancia y la hermenéutica en 1978 y 1982, respectivamente. No es de extrañar, por tanto, que muchos asistentes se opusieran firmemente a que el pacto utilizara el término inerrancia en su declaración sobre las Escrituras.

La solución de Stott a este callejón sin salida se fraguó en el proceso de negociación y fue una solución sabia. En lugar de exigir la palabra inerrancia, la sustituyó por una definición concisa y destacada del término diciendo que la Escritura es «sin error en todo lo que afirma». Los evangélicos que se oponen al término inerrancia podrían afirmar esto, pero muchos progresistas no lo harían.

II.El congreso también reforzó el artículo del pacto sobre la responsabilidad social. Una vez más, los redactores se distinguieron tanto de los progresistas del CMI como de la reacción exagerada de los fundamentalistas al evangelio social del liberalismo.

Trazar el camino que Billy Graham siguió en cuestión de la justicia social proporciona algunos antecedentes importantes. En 1953, rompiendo con su educación tradicional del sur de los Estados Unidos, Graham empezó a insistir en que sus audiencias fueran «integradas», es decir, con negros y blancos sentados uno al lado del otro.

En 1960, Graham predicó en reuniones de avivamiento ampliamente publicitadas en varios países de África, en las que predicó el Evangelio a multitudes gigantescas en estadios abarrotados, pero no estuvo dispuesto a predicar el Evangelio a multitudes segregadas por el apartheid sudafricano.

Las acciones deliberadas de Graham fueron claras declaraciones sociopolíticas sobre la integración racial en la iglesia, lo que enfureció a muchos fundamentalistas, incluidos los de su propia denominación: los bautistas del sur.

Una semana después del desplante de Graham al apartheid en Sudáfrica, el evangelista fundamentalista y locutor Bob Jones padre respondió en un mensaje radiofónico de Pascua titulado «¿Es la segregación bíblica?». Con un argumento basado en una lectura torturada de Hechos 17:26, Jones enseñó que la respuesta era sí. Los esfuerzos por integrar las razas y acabar con la segregación, sostenía, iban en contra del orden creado por Dios y desviaban la atención de la tarea de compartir el Evangelio. En esto, Jones hacía eco de las opiniones de muchos cristianos del sur de Estados Unidos.

Aunque el apartheid continuó hasta la década de 1990, Graham predicó finalmente en Sudáfrica en 1973, justo un año antes de Lausana, quizá en una de las primeras grandes reuniones del país en las que se sentaron juntos negros, blancos y morenos. Ante una multitud integrada de 100 000 personas, el predicador sureño clamó: «El cristianismo no es una religión de blancos… Cristo le pertenece a todas las personas».

Arriba a la izquierda: A. Jack Dain y Billy Graham firman el Pacto de Lausana en la ceremonia de clausura de Lausana, 1974. Abajo a la izquierda: Los líderes del congreso de Lausana durante una rueda de prensa en 1974. Derecha: Martin Luther King Jr. y Billy Graham.Cortesía de la Billy Graham Evangelistic Association.
Arriba a la izquierda: A. Jack Dain y Billy Graham firman el Pacto de Lausana en la ceremonia de clausura de Lausana, 1974. Abajo a la izquierda: Los líderes del congreso de Lausana durante una rueda de prensa en 1974. Derecha: Martin Luther King Jr. y Billy Graham.

Graham era amigo de Martin Luther King Jr. y a veces un aliado público de la causa de King, y siguió creciendo en su deseo de ver la justicia racial a lo largo de su vida. Pero Graham se preguntaba si había hecho lo suficiente, y en 2005 expresó su arrepentimiento por no haber impulsado los derechos civiles con más fuerza, deseando haber protestado con King en las calles.

Este contexto da vida a la versión final del texto del pacto, que distingue la labor de proclamar el Evangelio —centrándose en el mensaje de Dios para nosotros específicamente en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo— de la tarea de la justicia social:

Aquí también expresamos arrepentimiento tanto por nuestra negligencia como por haber considerado a veces que la evangelización y la preocupación social se excluyen mutuamente. Aunque la reconciliación con el hombre no es la reconciliación con Dios, ni la acción social es evangelización, ni la liberación política es salvación, no obstante afirmamos que tanto la evangelización como involucrarse en materia sociopolítica forman parte de nuestro deber cristiano.

En respuesta a la Conferencia de Bangkok, el Pacto de Lausana deja claro que la liberación de la opresión no es sinónimo del concepto bíblico de salvación. Sin embargo, el Pacto también evitó el error fundamentalista de descuidar la justicia social e incluso pidió a los evangélicos que se arrepintieran de disociar el cristianismo de su legítima preocupación por el orden social.

Estas son lecciones fundamentales para nosotros hoy. Las dificultades que enfrentamos en el presente para hablar y pensar sobre la raza, la diversidad y la justicia social no son nuevas. El debate teológico sobre el evangelio y la justicia social es al menos tan antiguo como la controversia entre modernistas y fundamentalistas. Los evangélicos rechazaron con razón el evangelio social y las formas particulares de la teología de la liberación que se apartaron de la enseñanza cristiana histórica. Sin embargo, a menudo hemos sido demasiado condescendientes —y no nos hemos preocupado por ello— en nuestra búsqueda de la justicia.

En la actualidad, la teoría crítica de la raza (CRT, por sus siglas en inglés) y las iniciativas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) son objeto de una polémica batalla. Hay muchas maneras de definir y aplicar la CRT y la DEI, algunas de las cuales se aproximan a versiones secularizadas de la teología de la liberación. Sin embargo, el deseo motivado por incluir y fomentar la diversidad en la sociedad es admirable y, en última instancia, refleja el anhelo del reino de Dios. Esta es la razón por la que muchos llamados cristianos en favor de la justicia racial están impulsados por el lenguaje y las preocupaciones de las Escrituras e incluso se basan en la persona de Jesucristo.

Al menos a un alto nivel, los objetivos declarados de la CRT y la DEI no son el problema, si bien tememos que muchos enfoques para alcanzar esos fines sean erróneos o destructivos. Para aquellos de nosotros preocupados por las versiones antibíblicas de la CRT, el mejor antídoto podría ser seguir el ejemplo del Pacto de Lausana. Que articulemos una sólida teología de la justicia y la llevemos a la práctica en nuestras acciones, y que nos arrepintamos de nuestros fracasos pasados en la búsqueda de la justicia.

III.Al estudiar el Movimiento de Lausana, siempre me sorprende el orgullo, la alegría y el amor de sus miembros por la diversidad de la Iglesia mundial no occidental y su deseo de amplificar su voz. La conferencia está estructurada para incluir a personas de los países más remotos, menos representados y con menos recursos. Ofrece tarifas escalonadas para garantizar que los participantes con menos medios puedan asistir. Aunque los organizadores reúnen en cada encuentro al grupo de cristianos más diverso y global de la historia, siempre expresan su tristeza por los rincones de la Iglesia que no pueden asistir.

Dicho esto, el compromiso de Lausana con la participación mundial se enfrentó a varios obstáculos al principio de su historia, empezando por su primera reunión, en la que más de 1000 de los 2700 asistentes procedían de países en desarrollo.

Antes de Lausana, algunos líderes africanos pidieron una «moratoria» para los misioneros occidentales y el dinero recaudado a través de sus redes. Esto se debía en parte a que muchos se oponían a los modelos paternalistas que veían en las misiones, a menudo alimentados por grandes desequilibrios de riqueza.

Las misiones occidentales, aunque bienintencionadas, han sido a veces explotadoras y no han logrado crear relaciones sanas y de colaboración que beneficien a los países no occidentales. Y sin duda, la asociación de la cultura occidental con el cristianismo por parte del movimiento misionero distorsionó el Evangelio y a menudo fue un obstáculo para el resto del mundo.

Los organizadores de Lausana invitaron al congreso a cristianos de todos los bandos en cuanto a este debate, incluido el teólogo keniano John Gatu, autor de la moratoria. En el congreso, el grupo de la Estrategia Nacional para África Oriental, formado por unos 60 africanos, se ocupó de esta petición. Se produjo un debate sólido y razonable entre Gatu, que defendía la moratoria, y Festo Kivengere, un obispo anglicano de Uganda que argumentaba en contra. Al final de la semana, ambas partes habían limado sus diferencias lo suficiente como para ofrecer una declaración consensuada al congreso:

La idea que subyace a la moratoria se refiere a la excesiva dependencia de los recursos extranjeros, tanto de personal como financieros, que a veces obstaculiza la iniciativa y el desarrollo de la responsabilidad local. [Nuestro] grupo considera que la aplicación del concepto de moratoria debe considerarse en situaciones específicas y no de forma general.

Con la retirada efectiva de la moratoria, el resto del congreso —y el comité de redacción, mayoritariamente occidental— podría haber respondido triunfalmente evitando el tema por completo. Pero en lugar de eso, el comité reconoció la legitimidad de las preocupaciones africanas y modificó el borrador para que dijera: «También reconocemos que algunas de nuestras misiones han sido demasiado lentas a la hora de equipar y animar a los líderes nacionales a asumir las responsabilidades que les corresponden».

En otra parte, en su artículo sobre «Evangelización y cultura», el pacto también incluye el reconocimiento de que, aunque «el Evangelio no presupone la superioridad de ninguna cultura sobre otra», las «misiones mundiales han exportado con demasiada frecuencia con el Evangelio una cultura ajena».

El pacto distribuido por el Comité de Lausana para la Evangelización Mundial en la década de 1970.
El pacto distribuido por el Comité de Lausana para la Evangelización Mundial en la década de 1970.

En estas declaraciones, la Iglesia no occidental corrigió acertadamente a la occidental, y esta respondió con arrepentimiento. Una vez más, la «sabiduría multicolor de Dios», por recordar la frase del pacto, surgió, no a pesar de los desacuerdos, sino a causa de los que era necesario resolver.

En la raíz de esta cuestión estaba el deseo común de los cristianos no occidentales de ser acogidos como iguales. Y el Pacto de Lausana saludó abiertamente la belleza de esta visión:

Nos alegramos de que haya amanecido una nueva era en las misiones. El papel dominante de las misiones occidentales está desapareciendo rápidamente… demostrando que la responsabilidad de evangelizar pertenece a todo el cuerpo de Cristo.

Hace cincuenta años, los evangélicos empezaban a ser conscientes de cómo sufrían las iglesias no occidentales cuando el evangelio se vinculaba demasiado estrechamente a las culturas y países occidentales. Y en nuestros días, estamos viendo de primera mano los peligros y el daño que esta vinculación ha causado también en las iglesias occidentales.

Cuando identificamos el cristianismo con Occidente, Estados Unidos o cualquier otra entidad sociopolítica, nuestro testimonio y nuestra comprensión del evangelio se distorsionan. Y cuando ignoramos toda la diversidad de voces de la iglesia mundial, descuidamos la «sabiduría multicolor» de Dios.

Arriba a la izquierda: Festo Kivengere. Arriba a la derecha: John Stott. Abajo: Asistentes a Lausana II en 1989.Cortesía de Wheaton Archives & Special Collections, Wheaton College, IL.
Arriba a la izquierda: Festo Kivengere. Arriba a la derecha: John Stott. Abajo: Asistentes a Lausana II en 1989.

El Pacto de Lausana creó un tipo de movimiento inusual: una red de cristianos de todo el mundo procedentes de diversas denominaciones y organizaciones. Y aunque el propio congreso estaba compuesto exclusivamente por protestantes, el pacto que adoptaron estaba intencionadamente alineado con otras ramas del cristianismo. Al menos entre los compañeros de Harvey, muchos católicos y cristianos ortodoxos también lo han firmado.

Un cristiano de China me contó una vez que le pidieron que firmara el pacto, lo que le produjo verdadero temor y preocupación. En China, las firmas eran pruebas físicas que el gobierno utilizaba para identificar a los cristianos y perseguirlos, por lo que le habían enseñado a no firmar nunca algo que lo implicara tan profundamente. Aun así, tras mucho pensarlo, decidió firmar el pacto, la única declaración de fe que ha firmado nunca. Muchos de nosotros nunca sufriremos una persecución como la que él sufrió, pero al firmar el pacto nos solidarizamos con él y con tantos otros como él.

Especialmente fuera de Estados Unidos, la comunidad de Lausana ha seguido creciendo y, aunque sigue estando llena de desacuerdos, ha mantenido a la vista la misión de Aquel que es más grande que todas nuestras diferencias.

Arriba: Los asistentes discuten el programa de Lausana II, 1989. Abajo: Una sesión principal durante Lausana II.Cortesía de Wheaton Archives & Special Collections, Wheaton College, IL.
Arriba: Los asistentes discuten el programa de Lausana II, 1989. Abajo: Una sesión principal durante Lausana II.

La comunidad de Lausana sigue reuniendo a nuevas generaciones de líderes. Quince años después del congreso de 1974, en 1989, se celebró en Manila la Segunda Conferencia Internacional para la Evangelización Mundial, conocida como Lausana II. En este congreso participaron 4300 delegados de 173 países, incluida la Unión Soviética. Y en 2010, 21 años después, el Tercer Congreso de Lausana se reunió en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. En esta ocasión, 4000 delegados de 198 países se reunieron en persona, pero muchos más participaron virtualmente.

En septiembre de este año, se celebrará en Seúl el cuarto congreso, al que asistirán 5000 delegados en persona–entre los que me incluyo– y otros 5000 virtualmente. Decenas de miles más asistirán a reuniones satélite en todo el mundo.

Mucho ha cambiado desde la última reunión en 2010. Nuevas guerras asolan el mundo y hay rumores de guerra incluso en Corea, donde nos reuniremos. Estados Unidos se prepara para otras polémicas elecciones presidenciales, al igual que muchos otros países, y varias convenciones denominacionales siguen divididas por las tensiones entre el fundamentalismo y el progresismo.

Aún así, mi esperanza es que los evangélicos tengamos una vez más la oportunidad de recordar quiénes somos, de dónde venimos y por qué es vital que trabajemos para superar nuestras diferencias en lugar de ignorarlas, reprimirlas o dividirnos por ellas. Y tal vez, al reorientarnos hacia el trabajo de la misión global de Dios, podamos recuperar la mejor versión de lo que ha significado ser evangélico.

De cara a Seúl este año, insto a todos los creyentes –evangélicos o no– a que lean, discutan y consideren la posibilidad de firmar el Pacto de Lausana. Que los líderes de las iglesias lo enseñen desde el púlpito para que las congregaciones puedan luchar con lo que nos exige. Que nos recuerde la hermosa y querida comunidad de diferencias y desacuerdos a la que hemos sido llamados.

Hagamos juntos un pacto, una vez más, para asumir la gran tarea de las misiones mundiales, para que toda la Iglesia de Dios pueda llevar todo el evangelio a todo el mundo.

S. Joshua Swamidass es médico científico, profesor asociado de laboratorio y medicina genómica en la Universidad Washington de San Luis, fundador de Peaceful Science y autor de The Genealogical Adam and Eve.

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La foto más icónica de los Juegos Olímpicos tiene un mensaje cristiano

El dedo índice levantado del surfista que parece estar flotando en el aire pone en alto el testimonio público de los atletas evangélicos brasileños.

El brasileño Gabriel Medina reacciona tras conseguir una gran ola en surf masculino durante los Juegos Olímpicos de París 2024.

El brasileño Gabriel Medina reacciona tras conseguir una gran ola en surf masculino durante los Juegos Olímpicos de París 2024.

Christianity Today August 12, 2024
Jerome Brouillet / Colaborador / Getty

Un mensaje cristiano se oculta detrás de la que podría ser la imagen más célebre de los Juegos Olímpicos de 2024.

El 29 de julio, en la tercera ronda de las competencias de surf de tabla corta, el brasileño Gabriel Medina se enfrentó al japonés Kanoa Igarashi, quien eliminó a Medina en las últimas Olimpiadas. En su segunda ola, Medina salió exultante de un tubo, con los dedos de ambas manos en alto, sugiriendo que los jueces debían ofrecerle un diez por su actuación. (Dos de los cinco jueces estuvieron de acuerdo; su puntuación final promedió 9.9).

Medina giró entonces hacia la izquierda, hacia el oleaje, y saltó de su tabla, levantando la mano derecha y señalando con el dedo índice hacia arriba. Esta fue la imagen que captó el fotógrafo de Agence France-Presse Jérôme Brouillet.

Los evangélicos brasileños reconocieron inmediatamente la señal.

«Es como si dijera: “No es a mí a quien deben mirar, es a Dios. Este momento de gloria no es mío, sino suyo”», afirmó João Guilherme Züge, historiador de la religión residente en el Museu Paranaense de Curitiba.

https://www.youtube.com/watch?v=JdNDuAy-Bfo&t

A diferencia de Estados Unidos, donde los jugadores de béisbol suelen señalar al cielo después de batear un jonrón por diferentes motivos —algunos para expresar gratitud a Dios, otros para honrar a sus seres queridos fallecidos—, el gesto de los atletas brasileños se ha asociado estrechamente con los jugadores cristianos.

El dedo levantado, señalando al cielo, ha sido la marca registrada de los atletas evangélicos brasileños durante más de 40 años, una de las numerosas muestras públicas de fe tras la gloria competitiva que ha ayudado a afirmar y establecer la identidad evangélica, especialmente cuando el movimiento cristiano evangélico estaba apenas en sus inicios.

Nadie parece recordar quién usó inicialmente el gesto, pero ganó popularidad en la década de 1990, principalmente a través de jugadores de fútbol, como Kaká, que levantaban el dedo índice después de sus proezas en el campo, sabiendo que la cámara los enfocaría después de marcar un gol.

A pesar de su omnipresencia, la intención espiritual del mensaje no ha trascendido necesariamente de los círculos evangélicos.

Renata Vasconcellos, presentadora del Jornal Nacional de TV Globo, el noticiario más visto de Brasil, comentó en antena la semana pasada que «Medina realmente tiene el derecho y la autoridad de considerarse el número uno», con lo que interpretó el dedo levantado de una manera muy diferente.

Por su parte, el carácter discreto de este gesto, casi genérico, también ha contribuido a su popularidad. Al igual que la Copa Mundial de Fútbol y otras competencias internacionales, los Juegos Olímpicos prohíben cualquier «tipo de manifestación o propaganda política, religiosa o racial… en cualquiera de las ubicaciones, sedes y otras áreas olímpicas».

Esta normativa ha obligado a los atletas que buscan una plataforma para compartir su fe a hacerlo discretamente, o a expresar su gratitud a Dios en entrevistas o publicaciones en las redes sociales. Por su parte, Medina subió la foto de Brouillet acompañada del texto de Filipenses 4:13: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece».

Los atletas evangélicos brasileños han sido creativos en sus expresiones de fe durante los Juegos Olímpicos de este año. La medallista de bronce en monopatín Rayssa Leal y el medallista de plata en marcha Caio Bonfim utilizaron el lenguaje de signos para referirse a Jesús.

Medina, tras perder en semifinales contra el australiano Jack Robinson, compartió una foto suya en blanco y negro con el subtítulo «Josué 1», con lo que hizo referencia al capítulo de la Biblia en el que Josué amonesta a los israelitas a ser «fuertes y valientes» al menos cuatro veces, y acompañó el mensaje con la canción «Ousado Amor», una versión en portugués de «Reckless Love» [conocida en español como «Amor sin condición»] de Cory Asbury. El 7 de agosto, subió una foto suya en el exterior del Louvre recreando su icónica foto, una vez más levantando el dedo índice.

En la década de 1980, cuando los evangélicos representaban solo el 6.5 % de la población brasileña, el «portero de Dios» João Leite y el delantero Baltazar fundaron Atletas de Cristo, un ministerio cuyo objetivo era movilizar a los atletas para que compartieran el Evangelio en todo el mundo. Desde el principio —y de forma espontánea, dice Züge— el dedo señalando al cielo en las celebraciones de los goles se convirtió en una marca del movimiento.

Atletas de Cristo capacitó a los atletas para que se vieran a sí mismos como embajadores de su fe y los animó a predicar y compartir sus testimonios dondequiera que fueran. (Esta estrategia dio como fruto, por ejemplo, que el portero brasileño Alisson Becker bautizara a su compañero del Liverpool Roberto Firmino en 2020).

Atletas de Cristo también tuvo un enorme éxito al elevar la autoestima de los evangélicos brasileños. Un momento clave se produjo durante la final Brasil-Italia de la Copa Mundial de la FIFA 1994. Cuando ninguno de los dos equipos marcó un gol en el tiempo reglamentario ni en el tiempo extra, el partido se fue a una tanda de penaltis. Brasil ganó en el último lanzamiento.

«La mejor imagen de aquel Mundial fue cuando la estrella italiana Roberto Baggio falló su lanzamiento y el guardameta brasileño Taffarel, que había parado un tiro anterior, cayó de rodillas en oración, señalando hacia el cielo», explica Züge.

El guardameta brasileño Taffarel (derecha) celebra después de que Roberto Baggio de Italia (izquierda) fallara su tiro penal en la Copa Mundial de la FIFA.Getty / Editado por CT
El guardameta brasileño Taffarel (derecha) celebra después de que Roberto Baggio de Italia (izquierda) fallara su tiro penal en la Copa Mundial de la FIFA.

Tales testimonios impactaron a los evangélicos brasileños.

«Cuando los cristianos veían al jugador hacer una gran jugada, marcar un gol en un partido importante y luego celebrarlo con el dedo señalando al cielo, se sentían representados», afirma Reinaldo Olécio Aguiar, sociólogo y pastor de la Primeira Igreja Presbiteriana Unida de Vitória. «Aun sabiendo que formaban parte de una minoría [en aquella época], podían verse victoriosos».

Probablemente, Taffarel había recibido algunas instrucciones sobre cómo utilizar este logro de triunfo atlético como una oportunidad misional.

«Desde el principio, Atletas de Cristo supo cómo utilizar los medios de comunicación», afirma Züge. «Los atletas recibieron capacitación sobre cómo dar un testimonio en 30 segundos y cómo aprovechar una entrevista en vivo por televisión».

Este momento también cambió la forma en que los atletas evangélicos eran percibidos por sus compañeros de equipo.

«Antes de eso, todos se burlaban de nosotros», dijo Anselmo Reichardt Alves, un exjugador que se convirtió en pastor y capellán del equipo brasileño. «Decían que éramos bebés porque no tomábamos [alcohol] con ellos. También cuestionaban nuestra masculinidad porque no salíamos con varias mujeres a la vez».

Ver a las superestrellas expresar abiertamente su fe también inspiró a los evangélicos que enfrentaban críticas por intentar vivir su propia fe y evitar tradiciones populares como el Carnaval.

«Nuestras acciones eran como un espejo para otros cristianos; viendo los partidos, ellos también aprendían a demostrar su fe sin miedo», afirma Züge. «La gente se abrió más a hablar de Dios. [Decían:] “Si los jugadores pueden hacerlo, ¿por qué yo no?”».

Esta audacia también puede haber inspirado a los atletas contemporáneos a ser audaces en su fe.

«Los deportistas que dan gracias a Dios por sus victorias no son nada nuevo, pero el gran número que lo ha hecho en estas Olimpiadas es digno de mención, especialmente en Francia, que ha insistido en que sus propios atletas respeten las leyes laicistas del país», escribió la comentarista de The Guardian Emma John.

Atletas de Cristo ha sido criticado en ocasiones por animar a los atletas victoriosos a compartir su fe de manera que puede insinuar que sus logros son el resultado de tener más fe que los demás. Algunos han señalado que suelen pasar por alto las historias de los perdedores, muchos de los cuales también tienen una relación personal con Dios.

«¿Qué diría yo si hay cristianos fieles en ambos bandos [en un partido]?», dijo Aguiar.

Este fue el caso en los Juegos Olímpicos de París durante un combate por la medalla de bronce en judo femenino de 52 kilos entre la brasileña Larissa Pimenta y la italiana Odette Giuffrida. (CT destacó su historia en su cobertura de lo más destacado de los Juegos Olímpicos).

Tras ganar el combate y hacerse con el bronce, Pimenta se quedó llorando en la lona. Giuffrida se acercó y la abrazó. «Levántate», le dijo a Pimenta, según contaron ambas atletas más tarde, «todo el honor y toda la gloria se la tienes que dar a Él».

Giuffrida compartió más tarde en las redes sociales que recordaba la noche en que Pimenta la llevó por primera vez a un servicio de culto de la iglesia después de que empezaran a entrenar juntas. «Desde ese día, nuestras vidas han cambiado. Y hoy, estamos aquí, independientemente de lo que pasara en aquel tatami, independientemente de la victoria o la derrota, dándole las gracias a Él en una final olímpica, delante del mundo, por todo», escribió.

«Y eso es lo bonito. Puedo sentirme sincera, puedo sentir que Él está a mi lado».

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Theology

Estudiar la Biblia es conocer a Dios

Lejos de ser poco práctico, el estudio teológico cuidadoso es crucial para la vida cristiana en el día a día.

Christianity Today August 9, 2024
Illustration by Miriam Martincic

Este es un extracto y traducción del libro Knowing God’s Truth, que ganó el Premio al Mérito en la categoría de Jóvenes Adultos de los Premios del Libro 2024 de CT.

Probablemente la mayor crítica a la disciplina de la teología, incluso por parte de los cristianos, es que no es práctica.

No es de extrañar que las personas que no conocen a Jesús no quieran estudiar teología. Lo que a menudo resulta bastante decepcionante es que muchos cristianos ven la teología como algo inútil o como algo que realmente no importa en la vida cotidiana. Quizás aún no hayas oído esto, ¡pero lo oirás!

Hay un sentimiento muy real entre algunos cristianos de que el pensamiento y el estudio teológico cuidadoso son una pérdida de tiempo. Estas personas piensan que los cristianos deberían ayudar a la gente, predicar el evangelio y obedecer a Dios activamente en lugar de aprender acerca de Él y la Biblia.

Entonces, ¿por qué es importante la teología? ¿Por qué dedicar muchas horas a su estudio?

La razón más básica por la que la teología es importante es que se trata de Dios: es el estudio de nuestro Creador, Salvador y Rey. Entonces, en un sentido muy real, el estudio de la teología es el mejor y más importante estudio en el que jamás podamos participar.

No es una pérdida de tiempo aprender más sobre el Dios del universo. De hecho, es probablemente la cosa más valiosa a la que podríamos dedicar nuestro tiempo. Por supuesto, estudiar teología no debería impedirnos ayudar a las personas, compartir el evangelio y obedecer activamente a Jesús; en realidad, debería ayudarnos a realizar estas actividades con más conocimiento y con un amor aún mayor por Dios y por los seres humanos que Él ha creado.

La teología también afecta la forma en que vivimos. Mucha gente no se da cuenta de que cada decisión que tomamos es, en última instancia, una decisión teológica. Todo lo que hacemos es un reflejo de nuestras creencias, especialmente nuestras creencias acerca de Dios. Lo que decimos, cómo pensamos, la forma en que usamos nuestro tiempo, todo esto refleja en última instancia lo que realmente creemos que es cierto sobre el universo y el significado de la vida. Entonces, en este sentido, nuestra teología realmente afecta la forma en que vivimos. Lo que creemos acerca de Dios tiene un impacto en las decisiones que tomamos todos los días —incluso en las más pequeñas—.

Finalmente, una visión teológica del mundo basada en la Biblia nos ayuda a darle sentido al mundo que nos rodea. Dios, en su Palabra, nos revela las realidades más profundas de nuestro mundo: su papel en la creación, la pecaminosidad de la humanidad, su propósito y plan soberano, y la salvación que está disponible solo a través de Cristo Jesús, su Hijo. Entonces, el trabajo teológico cuidadoso es importante porque nos ofrece una manera de comprender y dar sentido al mundo.

Cuando estudiamos teología, llegamos a ver nuestro propósito al comprender el papel de Dios en el mundo al escuchar su Palabra. La teología sistemática comienza con un estudio de la doctrina de las Escrituras porque sin la revelación de Dios, no podemos saber nada acerca de Dios. Pero, ¿por qué no empezar examinando la existencia, el carácter y las acciones de Dios, ya que Dios obviamente ha existido durante (infinitamente) más tiempo que la Biblia?

Comenzamos con el estudio de las Escrituras porque somos criaturas débiles y finitas que no podemos confiar simplemente en la razón y el pensamiento cuidadoso para conducirnos a la verdad sobre el Dios del universo. Ciertamente se nos podrían ocurrir algunas buenas ideas acerca de Dios, pero no podemos empezar a recorrer este camino de la manera correcta sino hasta que hayamos sentado una base sólida para estudiarlo, discutirlo y pensar en Él. Las Escrituras son ese fundamento.

Podemos llegar a cierto punto en nuestra comprensión de Dios sin la Biblia; podemos ver que Él existe y que es poderoso. No obstante, necesitamos su Palabra para mostrarnos el resto de lo que podemos saber de Él: el resto de las verdades sobre su carácter, sus acciones y la vía de salvación que Él ofrece a través de su Hijo.

Nuestro punto de partida consiste en examinar lo que la existencia misma de las Escrituras nos dice sobre el Dios que creó este mundo: Él es un Dios que habla. Esto tiene implicaciones importantes para la forma en que abordamos las Escrituras. No nos acercamos a la Biblia como a un libro «muerto» en el que buscamos información, sino como la Palabra viva de Dios que tiene cosas importantes que decir sobre cada área de nuestras vidas.

Hay mucho que podemos aprender del simple hecho de que Dios, el Dios de la Biblia, es un Dios que le habla a la gente. Cuando nos referimos a la Biblia como la «Palabra» de Dios, estamos diciendo que el único Dios verdadero del universo es un Dios «que habla». Él no guarda silencio. Él no ha dejado a los seres humanos completamente a oscuras en cuanto a cómo pueden conocerlo, amarlo, adorarlo y servirlo. Él ha hablado a través de su Palabra.

Entonces, ¿qué aprendemos de la existencia misma de la Biblia? Primero, aprendemos que el Dios del universo quiere ser conocido.

Este es un punto clave que debemos considerar. El Dios que nos creó se ha esforzado por comunicarse con los seres humanos. Él se revela a las personas a través de su Palabra. Les enseña sobre su carácter, sus caminos y su plan. Les muestra cómo pueden entablar una relación adecuada con Él. Nuestro Dios habla porque está comprometido a invitar a las personas a tener una relación con Él, ¡para que realmente puedan conocer al Dios que los creó!

Además, Dios quiere relacionarse con su gente a través de su Palabra. A lo largo de la historia, desde las primeras palabras de Dios hasta Adán y Eva, vemos que la forma principal de Dios de relacionarse con los seres humanos es por medio de palabras. Dios le habló a Abraham, le dio la Ley a Moisés y se comunicó con su pueblo por medio de los profetas. Según Juan 1:14, «el Verbo se hizo hombre», y ese Verbo es Jesús, el Hijo de Dios.

Ahora, las Escrituras, su Palabra, guían a los cristianos a medida que lo siguen y se relacionan con Él. La Palabra de Dios es su forma principal de relacionarse con las personas. Por eso el pueblo de Dios siempre ha sido gente fiel a su Palabra.

Finalmente, desde la existencia de las Escrituras, aprendemos que debemos escuchar la Palabra de Dios. Dado que es la comunicación y revelación de nuestro Creador, el único Dios verdadero del universo, ¡la Biblia es la palabra más importante que podemos escuchar! Deberíamos esforzarnos por escuchar el mensaje de la Biblia porque el Dios que nos creó realmente ha hablado en ella.

Esto es lo que Pablo escribe sobre la Palabra de Dios:

Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra. (2 Timoteo 3:16-17).

Esta frase inspirada de Pablo ayuda a formar nuestra comprensión de la inspiración divina. La Biblia, según Pablo, en realidad es «exhalada» por Dios. En otras palabras, ¡la Biblia que leemos y estudiamos está tan estrechamente ligada a Dios como las palabras que hablamos están ligadas a nosotros!

¿Cómo exhaló Dios las Escrituras? Lo hizo por el poder de su Espíritu Santo. Esto es lo que queremos decir cuando hablamos de Dios inspirando a autores humanos a escribir los libros de la Biblia. Su Espíritu Santo estaba obrando activa y poderosamente en y a través de ellos mientras escribían. Hombres como Moisés, Samuel, David, Pablo, Pedro y Juan escribieron bajo la inspiración del Espíritu Santo.

Ahora bien, debemos hacer una distinción entre inspiración y dictado. ¡La inspiración no significa que Dios dictó cada palabra a los autores bíblicos o que de alguna manera mágicamente tomó sus manos y los obligó a escribir ciertas palabras sin que sus mentes estuvieran ocupadas en absoluto! La propia naturaleza de la Biblia nos dice que este no es el caso: fue escrita por medio de distintas personalidades humanas, con estilos y tonos que son representativos de los autores.

Sin embargo, la verdad de la inspiración nos dice que el Espíritu Santo de Dios estaba supervisando poderosamente cada parte escrita de las Escrituras, de modo que cuando Pablo escribió (desde su propia experiencia y con su propio estilo), estaba escribiendo palabras y verdades que completa y verdaderamente se alineaban con lo que Dios quería decir a los seres humanos.

Otro pasaje que debemos considerar aquí proviene de la segunda carta del apóstol Pedro. Pedro habla de los profetas, que escribieron y hablaron al pueblo de Dios, diciendo que fueron «impulsados» por el Espíritu Santo (2 Pedro 1:21). Esta es solo otra imagen que la Biblia nos da para dar a entender la inspiración divina.

Estos hombres hablaron y escribieron por su propio poder, pero fueron «impulsados» por el Espíritu Santo de una manera poderosa, de modo que sus palabras estaban perfectamente unidas con la Palabra que Él habló a su pueblo, tal como Él lo planeó.

Entonces, ¿qué significa inspiración cuando hablamos de la Biblia? Significa que Dios está directamente detrás de las palabras de las Escrituras. Él supervisó soberanamente su narrativa por el poder de su Espíritu Santo. Él «impulsó» a los autores bíblicos y «exhaló» su Palabra a través de sus escritos. Por esto, podemos decir verdaderamente que la Biblia es la Palabra de Dios. Podemos decir que cuando la Biblia habla, ¡Dios habla!

Gracias a la doctrina de la inspiración, podemos decir verdaderamente que la Biblia es la Palabra de Dios. Sabemos que, en las Escrituras, tenemos una fuente de verdad que proviene directamente del Dios soberano que inspiró poderosamente sus palabras.

Dios hizo esto a través de autores humanos, que escribieron a partir de sus propias situaciones y con sus propios estilos y personalidades. Podemos decir con precisión que la Biblia es totalmente humana (escrita por autores humanos) y también totalmente divina (inspirada por Dios el Espíritu Santo en cada palabra).

Si hay una realidad simple que observamos en cada parte de la Biblia, es esta: Dios gobierna a su pueblo por medio de su Palabra. Para decirlo de una manera ligeramente diferente, la Palabra de Dios siempre está ligada a la autoridad de Dios, a su gobierno sobre su pueblo, con poder y protección, y con instrucciones y mandatos. De hecho, siempre que Dios habla, habla con autoridad.

La doctrina de la inspiración necesariamente debe conducir a la doctrina de la autoridad de las Escrituras. Si la Biblia realmente está inspirada por Dios, si se trata de «Dios hablando» por el poder de su Espíritu Santo, entonces la Biblia es un libro con gran autoridad. Es la verdadera Palabra de Dios.

Esto significa, simplemente, que no existe palabra con mayor autoridad en todo el mundo que la Biblia. Debido a que es verdaderamente la Palabra de Dios, es una palabra de autoridad y poder; debemos escucharla, y debemos responder con fe y obediencia. El Dios del universo ha hablado, y hacemos bien al escuchar y obedecer.

Jon Nielson es pastor principal de la iglesia Christ Presbyterian Church of Wheaton en Wheaton, Illinois, y coeditor de Gospel-Centered Youth Ministry: A Practical Guide.

Contenido adaptado de Knowing God’s Truth by Jon Nielson, ©2023. Utilizado y traducido con permiso de Crossway, un ministerio de publicaciones de Good News Publishers.

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Una invitación renovada a buscar su Reino

En estos tiempos de división, queremos centrarnos en el llamado de Jesús a perseguir su voluntad.

Christianity Today August 2, 2024
Ilustración de Elizabeth Kaye / Fuente de imágenes: Unsplash

Piensa en esto como una reintroducción.

En nuestro número de marzo, expliqué que 2024 sería un año de transformación para Christianity Today. Nuestro número de julio y agosto es el primer depósito de esa promesa. Todo, desde el logotipo hasta los colores, las fuentes, el diseño y la estructura, ha sido reimaginado y remodelado. Esperamos que nuestros lectores coincidan con nosotros en que estos cambios ofrecen una experiencia más atractiva. Queremos que cada número sea una joya, una obra de arte: un festín de historias e ideas que transmita la riqueza de vivir y pensar con Cristo y su Iglesia.

A lo largo de lo que queda del año, explicaré por qué estamos trazando este rumbo. Por ahora, me gustaría explicar el lenguaje que verán a menudo junto a nuestro nombre de marca.

Antes de llegar a Christianity Today, dirigí una agencia creativa que ayudó a cientos de organizaciones a perfeccionar su marca y sus mensajes. Sin embargo, nunca he pensado en Christianity Today como una marca. Es un esfuerzo por iluminar lo que significa seguir fielmente a Jesús en nuestro tiempo.

No obstante, sí tenemos una invitación fundamental. No es un eslogan ni un lema, sino una invitación: Busca su Reino.

Hablaré más sobre el llamado al reino de Dios en números posteriores. Por ahora, quiero decir algo muy sencillo.

El reino de Dios es difícil de capturar y difícil de entender. Jesús lo compara con una semilla, una perla, un tesoro, un viñedo y un banquete. Habla de «los misterios del reino de los cielos» (Mateo 13:11) y nos llama a no perseguir las cosas del mundo, sino a «buscar primeramente el reino de Dios y su justicia» (6:33).

La primera canción que recuerdo haber cantado decía «Busca primero». Fue antes de mi bautizo, antes de conocer a Jesús, antes de saber lo hermosos y quebrantados que podrían ser tanto el mundo como la Iglesia. Pero, en su sencillez, esa canción fue la invitación que me llamó a Cristo y a servir al reino del amor de Cristo en el mundo.

Quizá no siempre reconozcamos el reino cuando lo vemos. Pero deberíamos saber lo que no es. El mundo actual está dividido por las guerras y el odio, la opresión y el abuso, y el desprecio por la verdad y la virtud. Nuestra imagen de portada de julio y agosto muestra una iglesia dividida por el poder y el beneficio propio, de la misma manera en que el manto de Jesús fue dividido al pie de la cruz. Ese no es el reino de Dios.

Pero te invitamos a buscarlo con nosotros. En las Escrituras. En la obra de Dios en todo el planeta. En las vidas de personas y familias, cercanas y lejanas, que llevan a Jesús a lugares quebrantados. Busca la esperanza, busca a Jesús, busca su Reino. Quizá juntos lo encontremos.

Timothy Dalrymple es presidente y director ejecutivo de Christianity Today.

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News

Iglesias venezolanas anticipan nueva ola migratoria tras dudosa elección de Maduro

Los evangélicos hacen un llamado a la paz en medio de la violenta represión contra los manifestantes opositores.

Manifestantes protestan en Venezuela contra la victoria de Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales tras el anuncio oficial de su triunfo.

Manifestantes protestan en Venezuela contra la victoria de Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales tras el anuncio oficial de su triunfo.

Christianity Today August 2, 2024
Jesús Vargas / Stringer / Getty

El pasado domingo, el pastor César Mermejo predicó sobre la esperanza en tiempos difíciles a los miembros de su iglesia en Maracay, una ciudad de 1.3 millones de habitantes situada cerca de la costa caribeña.

Pero lo hizo a través de un archivo de audio pregrabado que distribuyó por WhatsApp, siguiendo la advertencia del gobierno venezolano contra las reuniones presenciales el día de las elecciones del 28 de julio.

En su transmisión digital a los miembros de la iglesia Comunidad Cristiana Mizpa Dios de Esperanza, Mermejo les recordó el Salmo 98:1, que afirma que el Señor «ha hecho maravillas», mientras reconocía que algunos miembros de su congregación probablemente se sentían más como el orador del Salmo 43:5, que preguntaba: «¿Por qué estás tan abatida, alma mía? ¿Por qué estás tan angustiada?».

Muchos venezolanos estaban ansiosos esa noche, esperando un cambio que pusiera fin a los casi 12 años de gobierno de Nicolás Maduro y a los 26 años de gobierno socialista desde que Hugo Chávez subió al poder con el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Pero otros estaban temerosos, ya que Maduro había advertido que el país podría enfrentarse a un «baño de sangre» si no ganaba las elecciones [enlaces en inglés].

Tras un retraso en la divulgación de los resultados parciales, el Consejo Nacional Electoral, cerca de la 1 de la madrugada del lunes, declaró que Maduro era el ganador.

El candidato opositor Edmundo González Urrutia no admitió su derrota, sino que afirmó que se había cometido un fraude electoral y se declaró presidente electo. El lunes por la noche, la gente salió a las calles en ciudades de todo el país, exigiendo un recuento.

A lo largo de la semana han continuado las manifestaciones, y el gobierno ha resistido las protestas con gas lacrimógeno. También han aparecido informes de personas no identificadas que le han disparado a los manifestantes. Hasta el 1 de agosto, al menos 11 personas han muerto y más de 1000 han sido detenidas.

Muchas iglesias evangélicas venezolanas se han unido al coro de voces que rechazan el resultado proclamado por las autoridades electorales y sospechan que se cometió un fraude. Algunas, por el contrario, apoyan a Maduro, agradecidas por sus esfuerzos al proporcionar recursos tangibles a sus miembros.

En primer lugar, los líderes evangélicos han hecho un llamado a la paz. En su papel de presidente del Consejo Evangélico de Venezuela, Mermejo aconsejó a las iglesias locales cancelar los servicios de culto en el futuro previsible «por la seguridad de sus miembros».

El consejo también instó a los cristianos a orar por el país con «calma y cordura» y pidió «se produzca la revisión de las actas de escrutinio de las elecciones presidenciales en un proceso transparente, de acuerdo a lo previsto en la legislación».

Las protestas electorales suponen un reto más para un país que tuvo que hacer frente a un grave colapso económico, hiperinflación, inestabilidad política y una crisis humanitaria, a pesar de albergar las mayores reservas de petróleo del mundo. La Organización de las Naciones Unidas calcula que 7.7 millones de venezolanos viven actualmente fuera del país, una cifra que ha desestabilizado aún más a la nación y a sus iglesias. (La población que permanece en el país es de 29.4 millones).

La pérdida de tantos conciudadanos ha afectado personalmente a José de los Santos Rodríguez, expastor de la Primera Iglesia Evangélica Libre de Maracaibo. Su congregación, de apenas unos 50 miembros, estaba situada a 130 kilómetros de la frontera colombiana, en lo que fue una ciudad floreciente y un centro de negocios para las compañías petroleras.

Pero Maracaibo «se convirtió en un montón de basura», dijo. «Las personas comenzaron a salir casa por casa a pedir comida».

Hace dos años, la iglesia cerró sus puertas después de que todos sus miembros abandonaran la ciudad.

«La mayoría de las personas se fue del país sin ningún plan, sin siquiera consultar a Dios», dijo. «Se fueron porque no tenían trabajo y porque lo que ganaban no alcanzaba ni siquiera para pagar sus pasajes».

Rodríguez se mantiene en contacto con los antiguos miembros de su iglesia, y les graba y envía devocionales diarios de 20 minutos.

«Tengo gente en Colombia, Chile, Argentina, Uruguay, México, Estados Unidos, España y Perú», dijo.

Hoy, los miembros de su iglesia forman parte de los casi tres millones de migrantes venezolanos en Colombia, el millón y medio en Perú, y el medio millón en Brasil y Chile, respectivamente. Para muchos de estos inmigrantes, las organizaciones cristianas han desempeñado un papel clave al ayudarles a construir sus nuevas vidas.

Entre ellos está Darvin Delnardo Tehn, líder juvenil de Encuentro con Cristo, una iglesia evangélica de Santiago de Chile fundada por inmigrantes alemanes y que dirige una organización sin ánimo de lucro que ofrece alojamiento a corto plazo a familias migrantes. En 2017, a los 27 años, Delnardo, graduado universitario, dejó un trabajo sin futuro y su ciudad natal de Colonia Tovar, cerca de Caracas, para comenzar una nueva vida en Chile.

Muchos apoyaron el salto de fe de Delnardo.

«Me fui de Venezuela con la bendición de mi familia y mi iglesia», dijo. «Mi pastor siempre intercede por mí».

El pastor de Delnardo, Ender Urribarrí, confirmó que Delnardo le confió su plan de emigrar. Urribarrí no trató de disuadir a Delnardo, pero le pidió que se preparara para entender los retos culturales de un nuevo país. Y lo bendijo, no sin antes darle un mensaje: «No te olvides de quién eres en Cristo. Tienes una misión allá».

«Dios nos da la alegría de exportar líderes de la iglesia a otros países. ¿No es maravilloso?», dijo Urribarrí.

Como sus feligreses han empezado a emigrar, Urribarrí, que dirige la Iglesia Evangélica Encuentro con Dios en Colonia Tovar, ha ideado un plan para ayudarles a mantener una presencia pastoral en sus vidas mientras afrontan la incertidumbre y las dificultades. Durante los dos primeros años, se comunica constantemente con los emigrantes. Después de eso, espera que ya estén bien conectados en una nueva iglesia local y su comunicación disminuye a un llamado cada tres meses. Luego, les llama dos veces al año.

Su estrategia ha funcionado hasta ahora, afirma. «Cuando visitan Venezuela, vienen a nosotros. Siguen diciendo “esta es mi iglesia”», afirma.

Ahora Urribarrí está emocionado por el futuro: «Quiero seguir viendo lo que Dios hará en la iglesia y en mi país».

Rodríguez da gracias a Dios porque, a pesar de que su antigua congregación se dispersó, ha podido seguir sirviendo en el ministerio a tiempo completo. Él y su esposa reciben pensiones (aunque suman menos de 10 dólares al mes), y también recibe el bono de guerra, un subsidio que paga el gobierno a los jubilados y que añade 100 dólares a los ingresos mensuales de la familia. Sin él, se vería obligado a gastar todo su dinero en medicamentos para la hipertensión.

«Cada vez que necesitamos algo, hay alguien que nos ayuda», afirma.

Rodríguez no cree que el cambio en su país llegará por la presión ejercida por entidades extranjeras, tales como el gobierno estadounidense, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos. (El 1 de agosto, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Anthony Blinken, emitió una nota felicitando a González por su triunfo en las elecciones en Venezuela y afirmando que la pretensión de una victoria de Maduro no representa la voluntad del pueblo venezolano).

«El Señor y su justicia cambiarán el país», dijo Rodríguez. «No sé cuándo sucederá, pero sé que llegará».

Hasta entonces, los cristianos de Venezuela tendrán que seguir buscando formas de sobrevivir y ayudar a sus conciudadanos.

«Lo que nos mantiene aquí en este país, luchando, es el amor que le tenemos a esta tierra y la fe que tenemos en el Señor de que él puede traer una respuesta para Venezuela», dijo Yosleiker Pérez, pastor del Ministerio Extendiendo el Reino de Dios, una iglesia pentecostal en el norte de Caracas. «Y para los que creen, todo es posible».

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Las lecciones de la inauguración de los Juegos Olímpicos de París

Como director artístico, creo que los Juegos Olímpicos no consideraron a su público. Pero como cristiano, no me sorprende el desdén de quienes no pertenecen a la iglesia.

'La última cena' de Da Vinci y 'La fiesta de los dioses' de Jan van Bijlert

'La última cena' de Da Vinci y 'La fiesta de los dioses' de Jan van Bijlert

Christianity Today August 2, 2024
Ilustración por Christianity Today

Antes de los Juegos Olímpicos de París 2024, Thomas Jolly parecía seguro de lo que había preparado para las largas ceremonias de inauguración y clausura. El director artístico no dio a conocer los detalles de las actuaciones que había estado planeando durante dos años, pero en los días previos a los Juegos reveló que anticipaba que el espectáculo sería «muy significativo para los artistas» que actuarían. [Los enlaces redirigen a contenidos en inglés].

Ahora, con la ceremonia inaugural a sus espaldas, a Jolly no le queda más remedio que defender su visión.

Un segmento ha suscitado especial controversia: un retablo de activistas LGBTQ, artistas drag y bailarines lascivos sobre el que muchos espectadores interpretaron que recreaba sutilmente La última cena de Leonardo da Vinci. «Mi deseo no es ser subversivo, ni burlarme, ni escandalizar», dijo Jolly en respuesta al alboroto. «Más que nada, quería enviar un mensaje de amor, un mensaje de inclusión, y en absoluto causar división». Y sin embargo, la escena ha causado división, recibida con desdén por quienes la vieron como una parodia burlona de Cristo y sus discípulos.

Hay una gran disparidad entre lo que Jolly afirma que fueron sus intenciones artísticas y la forma en que su arte fue percibida.

Yo, como artista y director artístico en Christianity Today, batallo constantemente con lo que las imágenes comunican. Cuando reviso las propuestas de nuestros artistas colaboradores, evalúo no solo la ejecución técnica de sus imágenes, sino también cómo nuestros lectores podrían interpretar su significado. En una libreta, escribo notas y esbozo ideas mientras busco la forma correcta de transmitir una idea sin palabras. ¿Debe ser evidente el simbolismo? ¿Esta escena merece matices y ambigüedad? ¿Cómo podría el uso del color o de las formas ofrecer una nueva perspectiva?

En todo mi trabajo creativo, tengo intenciones con respecto a lo que deseo transmitir. Y luego miro hacia el futuro, intentando anticipar cómo esas intenciones serán percibidas en realidad.

Todos los creadores están sujetos a su público, ya sea la forma en que el lector percibe una novela, el oyente escucha un disco o el visitante de un museo entiende y experimenta su obra. El arte no existe de forma aislada: siempre es comunitaria. Y eso es una bendición, no una maldición. En el momento en que contamos una historia, lanzamos una canción o representamos una obra de teatro, ya no es exclusivamente nuestra. Esta es la hermosa, maravillosa y arriesgada forma en que todo arte es una colaboración entre el artista y el resto del mundo.

Al defender la polémica actuación olímpica, Jolly explica que sus intenciones eran distintas de la ofensa que se llevaron algunos espectadores. En otras palabras, argumenta, no es culpa suya. El público ofendido no interpretó correctamente su arte.

Jolly sostiene que la escena no está inspirada en Da Vinci, sino en Le Festin des Dieux (El festín de los dioses), un cuadro de Jan van Bijlert que representa un banquete en el Monte Olimpo. Apolo, el dios del sol, está de frente al espectador; Dioniso, desnudo, come uvas en primer plano. Es bastante plausible que esta obra haya sido su verdadera inspiración.

'Le Festin des Dieux' ('El banquete de los dioses') es un cuadro del pintor holandés Jan van Bijlert (1635-1640).Fuente: Wikimedia
‘Le Festin des Dieux’ (‘El banquete de los dioses’) es un cuadro del pintor holandés Jan van Bijlert (1635-1640).

Pero esa respuesta («No interpretaste correctamente mi arte») no absuelve al artista. Ese tipo de respuesta es perezosa y pretenciosa. Procede de un ego que asume que la perspectiva del artista es la única lectura adecuada de lo que se ha comunicado.

Al culpar al espectador de una interpretación errónea, el artista afirma que su intención prevalece sobre lo que su obra ha comunicado. Niega la realidad objetiva de cómo se sitúa su arte en el tiempo y el espacio, su contexto en la historia y la cultura.

Como dijo un historiador del arte y profesor emérito a The New York Times: «La idea de la figura central con un halo y un grupo de seguidores a ambos lados es tan típica de la iconografía de La última cena que leerla de otro modo sería un poco temerario».

Nuestras intenciones importan, pero no garantizan cómo reaccionarán los demás. Cuando Pablo advierte: «No den lugar a que se hable mal del bien que ustedes practican», no ordena a los romanos que se defiendan (Romanos 14:16). Les dice que cambien sus acciones, a fin de «no poner tropiezos ni obstáculos al hermano» (v. 13).

Nuestras intenciones no definen la realidad. Somos responsables de formar cuidadosamente nuestras creaciones. Y debemos ser lo bastante humildes para reconocer cuando no hemos acertado.

Los artistas son personas muy perspicaces. Como director artístico, Jolly debe haber considerado cuidadosamente las implicaciones de cada detalle de esta representación. No tener en cuenta las percepciones de 2000 millones de cristianos de todo el mundo fue, como mínimo, un descuido, y muy posiblemente una indiferencia intencionada.

A veces el arte debe ser escandalosa y provocadora. El arte debe llamar la atención y trastornar las suposiciones por buenas razones. Pero Jolly dice que ese no era su objetivo. Si pretendía comunicar inclusión, lo hizo por medio de la exclusión de cristianos y grupos religiosos que terminaron consternados por la representación. Al final, el mensaje que quería comunicar solo fue recibido de esa manera por una parte de los espectadores.

Así que los cristianos no se equivocan al sentirse ofendidos. Sin embargo, lo que hacemos con nuestra ofensa también importa.

Tanto si Jolly y los artistas en escena se arriesgaron, como si intencionalmente aprovecharon la oportunidad de escandalizar, es comprensible que los cristianos encuentren particularmente áspera una puesta en escena que recuerda a La última cena. Pero, más allá de las decisiones artísticas descuidadas, ¿debería sorprenderse la Iglesia por una afrenta como ésta, y eso por no mencionar la obscenidad del resto de la ceremonia inaugural?

En medio de un debate sobre la inmoralidad, Pablo le dice a la iglesia de Corinto que no pueden aislarse de la pecaminosidad de la sociedad secular. Tendrían que apartarse del mundo mismo para lograr tal inoculación (1 Corintios 5:10). Sí, deberían esforzarse por proteger la integridad del cuerpo de la iglesia, como deberíamos hacer nosotros también. Si hay alguien dentro de la iglesia que se niega a apartarse de su pecaminosidad, Pablo exhorta a los corintios a que no se relacionen con esa persona, a fin de mantener una norma moral dentro de su comunidad.

Pero esta no es la norma que Pablo espera de aquellos que están en el mundo y fuera de la Iglesia. Les recuerda a los corintios que solo a Dios le corresponde juzgar a «los de fuera», no a ellos, incluso en el contexto del pecado sexual más escandaloso (1 Corintios 5:13). Al parecer, la iglesia corintia se había distanciado del mundo, evitando cualquier interacción con los no creyentes de la ciudad de Corinto. Pero Pablo les dice que eso no está bien.

Este es el mismo patrón que llevó a los fariseos a cuestionar a Jesús por compartir la mesa con los recaudadores de impuestos (Mateo 9:10-13). ¿Compartiría Jesús la mesa con travestis, o con gente que podría ridiculizar a la Iglesia y sus símbolos sagrados? No debemos dudar de que lo habría hecho, ni de que nos llama a hacer lo mismo.

Tampoco deberíamos dudar de que Jesús llama a todos los pecadores al arrepentimiento. Su respuesta al pecado no fue rechazar o condenar, sino proclamar su perdón e invitar a la gente a seguirlo. Y esta sigue siendo su invitación para todos.

No debemos esperar que los no creyentes comprendan o respeten la solemnidad de una escena como la de la Última Cena. No debería sorprendernos la obscenidad de las representaciones en toda la ceremonia inaugural. Pero tampoco debemos permanecer indiferentes. Nuestra reacción debería ser de dolor y compasión. Nuestro mundo está caído. Nosotros también estamos caídos, y somos afortunados de haber escuchado y recibido la obra redentora de Jesús.

Y así, como un artista reflexivo que se debate sobre las implicaciones de su obra, debemos considerar lo que comunican nuestras acciones. ¿Cuál es nuestro mensaje? Cuando los cristianos condenamos y boicoteamos públicamente los Juegos Olímpicos en respuesta a la ceremonia de apertura, difícilmente transmitimos nuestra convicción de que Cristo murió por nosotros cuando aún éramos pecadores.

Y cuando Barbara Butch, la DJ en el centro de la actuación del retablo, recibe amenazas de muerte y acoso después de su actuación, nuestro silencio sobre la santidad de su vida, como alguien que también fue hecho a imagen de Dios, tiene mucho significado.

En vez de esto, ¿podríamos compartir la mesa? ¿Y quizás dar un paseo por los pasillos de un museo conversando acerca de lo que las obras en las paredes parecen comunicar? En ese precioso espacio compartido, podemos expresar cómo nuestra fe está en una esperanza que no nos avergüenza. No importa qué tanto seamos ridiculizados, nada supera el amor real que ha sido derramado en nuestros corazones por la gracia de Dios (Romanos 5:5).

Jared Boggess es el director de arte de CT.

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Culture

El baterista de tu iglesia hace más de lo que crees

Los músicos encargados del ritmo buscan adaptarse a los nuevos cambios en la música de adoración.

Christianity Today July 31, 2024
Rafael Oliveira / Unsplash / Edición por CT

A David Wagner le ocurrió la peor pesadilla de un baterista de iglesia. Mientras él y su grupo de alabanza tocaban la canción «Heaven Invade» de Kari Jobe en una reunión, sus monitores de oído (In Ear Monitors) dejaron de funcionar.

Wagner publicó un video en Instagram de lo que le pasó en esa reunión. En el video se oye la pista que Wagner debería haber escuchado por medio de sus monitores: el sonido de la banda, un poco de reverberación y, por supuesto, la pista de clic, que es un repiqueteo que ayuda a mantener el tempo y generalmente marca el ritmo. A la mitad del video, una de las vocalistas, la esposa de Wagner, le pasa un par de auriculares nuevos.

El papel del baterista de alabanza y adoración ha cambiado mucho en los últimos 20 años. Además de adaptarse a los cambios en el sonido de la música, los bateristas también se han venido adaptando a las nuevas estructuras de producción. En la actualidad, los bateristas son quienes se aseguran de que los músicos y la tecnología estén en perfecta sintonía.

Desde el surgimiento de los grupos de alabanza contemporánea a finales de los 90, muchas iglesias han incorporado tecnologías que en otro momento habían sido propias de conciertos en vivo en estadios y grandes auditorios donde los músicos necesitaban monitores de oído y pistas de clic debido al ruido del público y del eco.

Para los bateristas que han tocado en sus iglesias por muchos años, estos cambios los están llevando a desarrollar nuevas habilidades y a cambiar su enfoque musical. Algunos piensan que estos cambios hacen que la tarea del baterista sea más aburrida, menos exigente y más monótona. Para otros, en cambio, estas nuevas herramientas les permiten ser más creativos, probar otras formas de usar sus instrumentos, e incluso experimentar mayor libertad como adoradores sobre el escenario de una forma nueva, incluso si están detrás de paneles de acrílico.

Wagner, que tiene más de una década de experiencia como baterista, hace tres años se mudó a una iglesia en Murray, Kentucky, donde los músicos usan monitores de oído. En su iglesia anterior, el equipo de sonido tenía guitarras y una batería, pero no usaba una pista de clic. El estilo de la música también era distinto, más parecido al estilo de Chris Tomlin, con el sonido de una guitarra acústica, que a las canciones cargadas de sonidos sintetizados de Bethel o Elevation.

Le llevó un poco de tiempo acostumbrarse a escuchar la pista de clic constantemente en sus auriculares, pero Wagner dice que es una herramienta que hace su tarea mucho más fácil.

«Al principio, era un poco intimidante», dijo Wagner. «Pero tocar con la pista de clic en realidad lo hizo más fácil».

La mayoría de los músicos de iglesias que usan monitores de oído y pistas de clic no solo escuchan un metrónomo; en muchos casos, también hay señales de voz para la intro, las estrofas y el estribillo. Algunas iglesias incluso contratan a un director musical que usa un micrófono para comunicarse directamente con los músicos que están sobre el escenario a fin de avisarles sobre cambios o si algo está funcionando mal.

Al principio, asimilar todos esos detalles mientras uno toca música o canta puede ser abrumador. Pero la orquestación precisa que estas herramientas consiguen es necesaria para recrear los sonidos de las canciones de alabanza más famosas de la actualidad.

Drew Allen pasó de tocar la batería en una iglesia de las Asambleas de Dios en Misisipi a tocar en una iglesia grande afiliada a North Point en Gainesville, Florida.

Acostumbrado a un estilo de alabanza musical flexible y espontáneo, la precisión estructurada impuesta por la pista de clic y pistas preprogramadas en la nueva iglesia se sintió como un gran cambio. Pero al final, la predictibilidad y claridad hicieron que fuera más fácil meterse en la música sin la presión de mantener el ritmo o recordar si la estrofa siguiente es el puente o el estribillo.

«Antes pensaba: ¿tengo que aprender este arreglo con tanta exactitud? Va a ser muy difícil que pueda participar en la alabanza así. Pero de hecho descubrí que ocurre lo contrario», dijo Allen. «Cuando se sigue un arreglo fijo, uno termina teniendo más libertad».

El musicólogo Joshua Kalin Busman señala que, en los últimos diez años, el sonido de la música de adoración —piensa en nombres grandes como Hillsong, Bethel o Elevation— ha pasado a asemejarse más a la música de baile electrónico (EDM) que al rock.

Este cambio de estilo ha conducido a menos variaciones de tempo, a hacer énfasis en un «conjunto» musical unificado, y a un ritmo caracterizado por ser simple y repetitivo.

«A manera de broma, al culto de alabanza contemporáneo le decimos “la hora andante”», dijo Busman (andante es un término musical para referirse al movimiento moderadamente lento). «Hoy en día todo parece mantenerse en este tempo óptimo de 76 beats por minuto».

En la música de baile electrónico, la estabilidad rítmica y la continuidad del acorde (tocar las canciones en el mismo tono musical) ayudan a crear una continuidad infinita de canciones con las que la audiencia puede bailar y participar. El final de una canción puede conducir al inicio de otra con facilidad, y las transiciones pueden ser imperceptibles. Esta forma de participación musical está modificando la alabanza y la adoración en las iglesias.

«Esta combinación entre la estabilidad del tempo y la continuidad del tono siempre fue parte del estilo de la música de baile electrónico», dijo Busman. «Se trata de una trayectoria musical holística. En la música de alabanza, pasamos de enfocarnos en la canción a enfocarnos en todo el conjunto como una experiencia de 30 o 45 minutos».

Paradójicamente, la influencia de la música de baile electrónico —que es un género musical que se concentra en el beat—, no añadió tareas al trabajo de los bateristas. De hecho, la pista de clic ayuda al grupo de músicos a depender menos del baterista y más de los efectos de sintetización y de los vocalistas, ya que todos los que están sobre el escenario escuchan el mismo ritmo en sus auriculares. No se corre el riesgo de que alguien pierda el tempo.

«Muchas canciones de alabanza de la actualidad tienen menos ritmo en el arreglo musical de la canción», dijo Allen. «La canción no comienza con la batería, quizá hay un platillo suave que inicia la segunda estrofa, un bombo y tom de piso. En una canción de seis minutos, el tiempo que puedo llegar a tocar a un ritmo completo quizás sean unos 30 segundos».

Un buen ejemplo de esto es la canción «So Will I» [«Yo también»] de Hillsong. Durante la mayor parte de la canción, el vocalista principal y el riff de la guitarra eléctrica ayudan a dar una noción del tempo de la canción. La batería marca los cambios de estrofa a medida que la canción asciende lentamente. Pero este ascenso es muy lento, y la batería no añade ningún impulso sino hasta el puente de la canción.

Los músicos de las iglesias que han liderado la alabanza por algunas décadas saben que siempre hubo canciones lentas y otras más rápidas. Las canciones lentas quizás tengan algunos redobles de platillos y toda la batería en el estribillo, pero fuera de eso, el baterista no toca mucho más durante las estrofas. No obstante, hasta hace poco, las canciones rápidas tendían a basarse en sonidos del rock que involucraban más al baterista durante la canción.

Tim Whitaker, que durante sus años en el grupo de jóvenes tocaba la batería en la iglesia y también tocaba heavy metal, recuerda que el sonido de la batería en la música de grupos como Sonicflood y David Crowder Band a principios de la década de 2000 se asemejaba mucho al sonido del rock y el punk.

«La música de alabanza contemporánea se trata de intencionalidad», dijo Whitaker, refiriéndose a que aun cuando los bateristas no estén dirigiendo el tempo de la música, necesitan desarrollar sensibilidad y sutileza. «Uno tiene que reformular estos cambios como un nuevo desafío. Para tocar bien este tipo de música se necesita mucha madurez y habilidad musical».

Wagner descubrió que al contar con la seguridad de la pista de clic tiene mayor libertad para experimentar con diferentes ritmos e insertar ideas musicales tomadas de otros arreglos o canciones.

«Antes solía tocar la canción casi exactamente como sonaba en la grabación. Me gusta honrar las partes que los bateristas han ensamblado en la grabación, pero he llegado a un punto donde puedo tomarme algunas libertades creativas», dijo.

Por otro lado, para los bateristas que han desarrollado su habilidad en grupos musicales donde su papel indispensable era mantener y dirigir el ritmo, los cambios que están ocurriendo en los estilos musicales y el papel de la tecnología pueden dar la sensación de que restan importancia a su participación en un grupo.

«Para tocar este tipo nuevo de música se necesita mucho autocontrol y moderación», dijo Allen. También señaló que se necesita madurez espiritual para servir y adorar, ya sea que uno toque en el escenario o no.

La automatización de algunos aspectos de la tarea del baterista ha generado oportunidades para que músicos principiantes puedan integrarse y tocar sin la presión de tener tanta responsabilidad sobre sus hombros. De hecho, encontrar bateristas es una tarea difícil.

«Es probable que la simplificación de la batería esté conectada con el tipo de talentos disponibles que hay en la actualidad», dijo Busman, el musicólogo. «La reserva de bateristas es más pequeña».

Un equipo de batería es costoso y ocupa mucho espacio. Para que un niño comience a aprender a tocar, los padres tienen que hacer espacio, comprar el equipo, pagar las clases, y resignarse a vivir en una casa ruidosa. En muchos programas de grupos musicales escolares además se exige que los estudiantes aprendan a tocar el piano antes de poder tocar percusiones.

Los monitores de oído y la pista de clic le brindan a un baterista novato o a uno que ha perdido la práctica la tranquilidad de saber que puede subirse al escenario y aun si se pierde o se equivoca, el resto de la banda podrá seguir el ritmo y terminar la canción, incluso si la batería deja de sonar por completo.

Will Shine, baterista y estudiante de doctorado en la Universidad de Georgia, señala que las herramientas tecnológicas que facilitan la participación de los músicos principiantes también ayudan a que las iglesias puedan recrear las canciones más conocidas en sus reuniones de culto semanales.

«Hay que tocar con el mínimo común denominador en cuanto a destreza», afirma Shine. «Al mismo tiempo, para que una canción se vuelva famosa, tiene que ser una canción que se pueda replicar».

Las canciones envolventes que se han popularizado en la actualidad no serían fáciles de recrear sin un mayor uso de tecnología. Sin embargo, la nueva tecnología también hace posible automatizar la música, al punto que hace que los músicos se pregunten si ellos mismos son prescindibles. También limita la espontaneidad que puede haber en una sesión de adoración.

«Es una contradicción extraña», dijo Allen. «Muchos músicos y líderes quieren que el público experimente un tipo de alabanza envolvente y espontánea, pero al mismo tiempo buscan que cada segundo de la producción esté planificado».

El desafío para los músicos y líderes de las iglesias a medida que incorporan nuevas tecnologías es encontrar un equilibrio entre la planificación y la espontaneidad. Y mientras que los congregantes parecen valorar e incluso buscan oportunidades para participar en la alabanza que tiene el potencial de conducir a un profundo tiempo de adoración, las canciones famosas que muchas iglesias quieren cantar requieren un alto nivel de orquestación técnica.

Y también pueden tomar desprevenidos a músicos como Wagner cuando ocurre un problema técnico.

«Compré unos auriculares un poco más caros que los anteriores», dijo, «así que espero no volver a tener el mismo problema».

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Theology

Una alternativa a la opción Bonhoeffer

Los cristianos de hoy pueden aprender del teólogo K.H, Miskotte sobre la resistencia pacífica.

Christianity Today July 30, 2024
Ilustración de Lisk Feng

Nota del editor: Este artículo apareció en la versión impresa de la revista en inglés antes del intento de asesinato contra el expresidente Donald Trump. Lo publicamos en línea en inglés (y ahora en español) antes de lo previsto dada su relevancia en el momento actual.

Estados Unidos se encuentra en medio de otra elección presidencial que, en muchos sentidos, provoca un déjà vu de 2020, año que fue un punto álgido del malestar político y social que tal vez muchos desearían poder olvidar. Y si bien es posible que no estemos viviendo tiempos sin precedentes (sería útil un breve repaso de la no muy lejana década de 1960), nuestro país está experimentando un aumento en la violencia por motivos políticos.

Un estudio de 2023 del Centro de Política de la Universidad de Virginia encontró que el 40 por ciento de los partidarios de Biden y Trump «creían al menos parcialmente que la otra parte se había vuelto tan extrema que sería aceptable usar la violencia para impedirles alcanzar sus objetivos». En respuesta a hallazgos similares del Public Religion Research Institute, la National Association of Evangelicals emitió una declaración de líderes evangélicos condenando la violencia como una herramienta política justificable.

Respuestas como estas son bienvenidas y útiles. Es crucial que los líderes evangélicos y otros líderes eclesiásticos que ministran en la vida cotidiana hablen y actúen contra esta alarmante tendencia, así como la sensación de desesperación que la justifica.

Sin embargo, creo que el Espíritu de Jesús le ha dado a la iglesia algo aún mayor para enfrentar nuestro momento presente. La violencia política no es solo un problema sociopolítico que debe ser denunciado, sino que exige una nueva visión del discipulado cultivada y alentada desde el púlpito.

Tal como lo manifiesta el teólogo francés Jacques Ellul, «el papel del cristiano en la sociedad» es «hacer añicos las fatalidades y las necesidades» asociadas con la violencia. Una tarea tan amplia requiere una visión más sólida de la teología pastoral: una que rechace la pasividad para imaginar una presencia cristiana fiel al evangelio en un clima sociopolítico hostil.

Una posible fuente de esta visión renovada es el testimonio histórico de Kornelis Heiko Miskotte, pastor teólogo reformado holandés que pasó la guerra en Ámsterdam cuando esta fue ocupada por los nazis. Miskotte desafió el régimen político de Adolf Hitler y arriesgó su vida para albergar a judíos en su casa. Pero también participó en una forma singularmente teológica de resistencia a través de sus escritos, incluido un tratado bíblico ampliamente distribuido que, según sus editores, sirvió como una especie de «catecismo antinazi».

Miskotte fue contemporáneo del pastor y teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer, así como también admirador de Karl Barth. Sin embargo, su nombre ha sido relativamente olvidado en la historia, en parte porque sus obras no fueron traducidas al inglés sino hasta hace poco. Pero puede haber otra razón para la oscuridad que ha rodeado a Miskotte en comparación con Bonhoeffer: él no murió por su causa.

Cuando se trata de desafiar la pasividad cristiana, los cristianos a menudo recurren a la sabiduría de Bonhoeffer, quien fue una voz destacada en la Iglesia Confesante, un movimiento clerical que resistió la nazificación de las iglesias protestantes de Alemania. En lugar de huir a Estados Unidos, Bonhoeffer regresó a Alemania antes de la guerra. Se le prohibió dar conferencias y predicar y finalmente se unió a una conspiración para asesinar a Hitler, lo que condujo a su encarcelamiento y ejecución final.

Sin embargo, muchos hoy han fracturado y torcido el legado de Bonhoeffer al separar su biografía de su teología. Esta distorsión crea una «opción Bonhoeffer», que equivale a un permiso tácito para considerar la violencia política como una solución viable. En un artículo reciente que defiende el apoyo evangélico a Trump, el profesor Mark DeVine hace precisamente eso: «Bonhoeffer vio a la civilización misma en el punto de mira del mal. Los Trumpers ven lo mismo».

Sin embargo, el teólogo alemán Hans Ulrich, quien estudió con algunos de los contemporáneos de Bonhoeffer después de la guerra, tiene una perspectiva diferente que la de DeVine: «El testimonio de Bonhoeffer no es su muerte sino su deseo de cumplir la voluntad de Dios».

Después del fallido intento de asesinato, Bonhoeffer acogió libremente el juicio de Dios y escribió:

Si uno ha renunciado por completo a hacer algo de sí mismo, ya sea un santo, un pecador convertido o un líder de la iglesia… entonces uno se arroja completamente en los brazos de Dios.

La decisión de Bonhoeffer lo colocó más allá de los límites de los sistemas éticos, frustrando a quienes lo utilizarían como justificación moral para la violencia política. Más bien, debemos prestar atención a la teología que alimentó la fe de Bonhoeffer: una teología que nació de años de lucha con la voluntad de Dios en medio de la vida cotidiana, y mientras ayudaba a su iglesia a hacer lo mismo. Solo una teología pastoral robusta y arraigada en la fidelidad cotidiana puede imaginar una resistencia teológica fiel al mal.

Una teología pastoral bíblica debería brindar a los líderes eclesiales recursos para ayudar a los miembros de su iglesia a responder preguntas vitales como «¿En quién confiamos?» y «¿Qué esperamos?», que tienen un profundo impacto tanto en nuestra vida cotidiana como en los momentos más extremos. Y como diría Eugene Peterson, el trabajo principal de un pastor no es atizar a los feligreses en favor de una causa partidista, sino más bien, como escribió su biógrafo, «enseñarle a la gente a orar y enseñarles a tener una buena muerte».

La teología pastoral unidireccional hace esto posible al recordarle a la gente el poder de la Palabra de Dios, lo que nos lleva de regreso a Miskotte. Cuando sus conciudadanos holandeses enfrentaron la costosa elección de una inacción piadosa o una reacción violenta, Miskotte los invitó a una forma de resistencia teológicamente sostenida, pero políticamente activa. El creía que esto comenzaba con el acto simple pero radical de escuchar:

Muchos claman por la acción. Pero, ¿podría ser que la acción primordial sea escuchar? Esa escucha que surgió en tiempos pasados como resistencia contra los poderes mundanos y que hizo crecer el número de martirios, pero también elevó un canto nuevo. Esa escucha que hizo emerger un nuevo diaconado y una nueva confesión, pero también incrementó el sufrimiento.

Miskotte vio que la ocupación nazi en Ámsterdam produjo una renovada y sorprendente hambre por las Escrituras, incluido un brote de grupos de estudio bíblico en las ciudades ocupadas en el invierno de 1940. Miskotte personalmente facilitó algunas de estas reuniones clandestinas y, con su formación teológica, publicó y distribuyó una guía de estudio para satisfacer la desesperada necesidad de recursos bíblicos.

Su panfleto, titulado ABC bíblico, apuntaba a las raíces religiosas del nazismo. La cartilla comenzaba con la importancia del nombre de Dios, que Miskotte veía como la «piedra angular» de toda «resistencia» contra el autoritarismo y la decadencia de la verdad. «Cuanto más firmemente creemos en el Nombre», escribió Miskotte, «más incrédulos nos volvemos hacia los poderes primordiales de la vida».

Miskotte esperaba que al reencontrarse con este Dios vivo y reimaginar lo que significa ser bíblico, los cristianos holandeses pudieran cultivar una «mejor resistencia» contra la ocupación nazi.

De este modo, Miskotte veía la santificación cristiana como una forma de sabotaje. El Dios de Israel revelado en la Biblia y en Jesucristo, dijo Miskotte, «es, desde el principio, un saboteador». Jesús no solo destruye nuestras ideas humanas sobre Dios y la religión, sino que la santificación nos coloca en el santo sabotaje continuo de nuestras vidas y los mundos sociopolíticos que las definen. La santidad bíblica, argumentó Miskotte, no es solo virtud moral sino sabotaje santificado.

En su ensayo sobre la obra de Miskotte, el teólogo Philip G. Ziegler dice que una clave para «la santificación del Nombre es la incredulidad y la desobediencia activas en contra de los poderes religiosos que habitan el inframundo y que impulsan la vida natural».

Sin embargo, incluso esta forma de resistencia teológica no violenta es a menudo considerada como una subversión real por parte de los poderes activos del sistema político —especialmente por personas cuyas visiones de paz, justicia y grandeza entran en conflicto con las del reino de Dios—.

Por ejemplo, cuando Jan Koopmans, uno de los pastores holandeses compañeros de Miskotte, publicó un panfleto similar en el que confesaba: «Primero somos cristianos, después holandeses», las SS holandesas marcaron el expediente de Koopmans y lo etiquetaron como un peligroso «saboteador». Miskotte aprovechó esa acusación y se la apropió subversivamente para la iglesia holandesa.

El discipulado fiel siempre ha planteado un riesgo para los poderes activos en el sistema político, comenzando en el mundo romano del siglo I. En ese tiempo, proclamar «Jesús es el Señor» significaba cuestionar la afirmación de autoridad total del César y, por lo tanto, esa confesión era vista como sabotaje y subversión indirecta del orden romano y de la violencia que lo construyó.

Kornelis Heiko MiskotteAlamy
Kornelis Heiko Miskotte

Incluso la palabra cristiano surgió por primera vez como una forma usada por las autoridades romanas para codificar a los primeros creyentes como agitadores políticos peligrosos y enemigos de la Pax Romana, y no fue sino hasta más tarde que los creyentes se apropiaron del término.

Así como la devoción de los primeros cristianos hacia el Mesías judío perturbó la soberanía de César, los «saboteadores» como Miskotte y la Iglesia Confesante amenazaron la supremacía de Hitler en Europa. Y si bien esto hace que parezca como si la herencia cristiana estuviera asociada con rebelión y activismo político abierto, la forma de sabotaje de Dios en última instancia no es de este mundo, aun cuando está en este mundo.

El sabotaje santo no se produce por el poder de crucificar sino por el poder de aquel que fue crucificado. Esto se traduce en una presencia política que, según Stanley Hauerwas, existe «para que el mundo sepa que existe una alternativa a la violencia que caracteriza las relaciones entre los pueblos y las naciones».

Ser cristiano es confesar que solo Jesús es el Señor, un Dios que no tendrá rivales, ni credos contrarios, ni palabras deshonestas contra la Palabra. Este Saboteador divino no nos deja con nuestra ira, naciones, causas o principios, todos los cuales son elementos que nos preparan hacia la violencia. Más bien, nos aparta para sí mismo.

Más aún, Dios nos aparta a todos juntos. Dondequiera que nos reunamos, nos convertimos en una iglesia insurgente: un pueblo y un lugar donde las historias y los lemas de nuestro mundo social y político son vaciados de su poder y crucificados en la cruz. La vida en común de la iglesia es, por su propia naturaleza, un testimonio público al mundo: una invitación a renunciar a nuestros métodos naturales, a menudo violentos, de construcción del imperio, a fin de abrazar la provisión sobrenatural de Jesucristo.

Sin embargo, la misión comunitaria de la iglesia a menudo se extingue en tiempos de relativa paz y piedad. Miskotte notó que la ocupación nazi en Amsterdam puso de relieve la prolongada decadencia de las iglesias holandesas insulares, así como sus facciones internamente opuestas. «Tenemos la iglesia y tenemos creyentes individuales», dijo, «pero no tenemos comunidades».

En medio de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, Miskotte proclamó: «… el mundo piadoso de lo que se ha venido llamando ‘vida de iglesia’ debe llegar a su fin». Y, entre sus ruinas, estaba naciendo una nueva iglesia. En su reseña del ABC bíblico, Koopmans habló del colapso de la iglesia nacional y del avivamiento de los grupos de estudio bíblico que se reunían en hogares: «A través de esta guerra, Dios nos enseña a pedir más de la Biblia… ya casi no tenemos una Iglesia separada de la forma en la que esta aparece en la Biblia».

Como escribió Miskotte: «El misterio de la iglesia es que algo sucede allí». Ese «algo» surge de un hambre renovada por la Palabra de Dios.

De la misma manera, resistir la violencia política en nuestros días requiere que la iglesia renueve su identidad como comunidad de la Palabra de Dios. La iglesia estadounidense hoy está dividida por lealtades a varias causas partidistas, lo que está conduciendo a lo que parece ser el colapso de nuestra vida común como cristianos. Hemos descuidado la instrucción de Pablo de esforzarnos «por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz» (Efesios 4:3). Y si la teología pastoral ha de unir a la iglesia y revivir su ministerio público, debe alentar a los feligreses a practicar la devoción al Espíritu de Jesús, no al espíritu de un partido.

Resistir la violencia política no significa ser llamados o reconocidos por otra causa, sino ser renovados juntos como el cuerpo de Cristo. Esta es nuestra principal resistencia teológica contra todos los poderes del mundo que buscan dividirnos, reclamar nuestra lealtad o llamarnos a tomar las armas. Como nos recuerda Miskotte, «la iglesia es la iglesia por la fe al convertirse en iglesia, una y otra vez».

En lugar de seguir la «opción de Bonhoeffer» y su anómalo permiso para la violencia, los cristianos estadounidenses pueden redescubrir la sabiduría de la teología pastoral en Miskotte y, más cercano a nuestro tiempo, en testigos similares como Martin Luther King Jr., quien durante el boicot a los autobuses de Montgomery instruyó a los participantes a «orar por guía divina y comprometerse a la total no violencia, tanto en sus palabras como en sus acciones al subir al autobús… Si te maldicen, no devuelvas la maldición. Si te empujan, no empujes de vuelta. Si te golpean, no devuelvas el golpe; más bien, demuestra amor y buena voluntad en todo momento».

Como nos recuerda Miskotte, la santificación cristiana implica ser parte del santo sabotaje de Dios sobre este mundo y sus mecanismos de violencia. La tarea profética de la iglesia es dar testimonio de la paz de Cristo, que reconcilia y sostiene al mundo. Una humanidad restaurada solo es posible en la Cruz, no por la espada. Y como discípulos disidentes, pasamos de contrabando este mensaje subversivo como testigos en, por y para un mundo hostil que se está reconciliando con Dios, pero que aún no lo ha reconocido.

Como saboteadores santificados bautizados para la vida de Dios, decimos con valentía: «Antes de ser estadounidenses, somos cristianos», de conformidad con nuestra confesión primordial de que Jesús es el Señor.

Jared Stacy es un teólogo y especialista en ética cristiana que se desempeñó durante casi una década como pastor de congregaciones evangélicas en Nueva Orleans, Los Ángeles y el área de Washington, DC.

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Evangélicos le dan la bienvenida a los turistas olímpicos

Evangélicos franceses colaboran para mostrarle a Jesús a la gente en los Juegos Olímpicos de 2024.

Christianity Today July 29, 2024
Ilustración por Blake Cale

Para muchas personas que viven en París, los Juegos Olímpicos de verano van a suponer un problema. De hecho, aunque el comienzo de la olimpiada no estaba previsto sino hasta finales de julio, los parisinos comenzaron a prepararse desde la primavera.

El precio del pasaje del metro se duplicó, por ejemplo, y algunos se preguntan si el sistema será suficiente para la afluencia prevista de 16 millones de personas. Muchos estudiantes tuvieron que dejar sus viviendas por decisión gubernamental a fin de abrir espacios para alojar al personal que planifica las Olimpiadas. El río Sena, los edificios y las obras públicas son causa de preocupación mientras se busca asegurar que la ciudad sea accesible para los atletas paralímpicos e incluso que sea segura ante el riesgo de un atentado terrorista.

El apoyo de los franceses por las Olimpiadas ha caído 11 puntos en los dos últimos años; en la región que rodea la capital, solo uno de cada cinco habitantes dice ahora que tener las Olimpiadas en París es «algo muy bueno». El 44 % dice que es malo o muy malo.

Matthew Glock no está de acuerdo.

«Yo veo los Juegos Olímpicos como un catalizador», dijo Glock, un plantador de iglesias estadounidense que ha vivido en Francia durante más de 30 años. «Abren la puerta para que iglesias y asociaciones se unan y trabajen juntas por el bien de la ciudad».

Glock ha buscado estar a la vanguardia al organizar a los cristianos evangélicos para coordinar sus esfuerzos «a fin de irradiar el amor de Jesucristo de palabra y obra» durante uno de los mayores eventos deportivos del mundo.

En París hay más de 70 iglesias evangélicas, sin contar los grupos que se reúnen en los hogares. Solo alrededor del 1 % de la población francesa es evangélica, pero ese porcentaje equivale a más de 745 000 personas.

La organización Ensemble2024 se creó a finales del año pasado para reunirlas. Esta agrupación evangélica trabaja con unos 20 grupos, entre ellos ministerios deportivos, ministerios de recursos cristianos, ministerios de evangelización, ministerios estudiantiles y ministerios musicales. El Conseil National des Évangéliques de France (CNEF), que representa a cerca del 70 % de los evangélicos franceses, está involucrado, al igual que varias organizaciones evangélicas internacionales, como Youth With A Mission, Operation Mobilization, International Mission Board y Greater Europe Mission.

«Estamos creando el marco que respalda las iniciativas que se están llevando a cabo», dijo Glock a CT, «para servir mejor a nuestra ciudad».

El grupo está planeando todo tipo de eventos, desde competencias atléticas amistosas para la comunidad, fiestas para ver los juegos y hasta una reunión para cantar himnos en una iglesia que queda «a tiro de piedra del principal complejo deportivo intramuros». Habrá capellanes a disposición de los competidores olímpicos y momentos en los que los atletas cristianos puedan compartir sus testimonios.

Sin embargo, no habrá evangelización directa. Ensemble2024 se ha comprometido a no hacer proselitismo para evitar controversias en una Francia que es oficialmente laica.

Los evangélicos, que apoyaron la secularización legal del país cuando ese proceso se instituyó en 1905, se han sentido a veces en el punto de mira de unas autoridades recelosas de cualquier actividad religiosa que pueda parecer más ferviente que el catolicismo no practicante. Hace unos años, un ministro de Estado dijo que el gobierno debía vigilar de cerca a los evangélicos, alegando sin pruebas que reciben mucha financiación extranjera. Otro coincidió y dijo que los evangélicos también exigen que se certifique la virginidad de las personas antes del matrimonio, dato que es falso.

El CNEF ha planteado ante la ONU su preocupación por la libertad religiosa, incluida la libertad de evangelización en el país. El consejo evangélico ve los Juegos Olímpicos como una oportunidad para demostrar que los evangélicos no son realmente perjudiciales para la sociedad francesa. De hecho, dijo el CNEF en una declaración oficial, los cristianos resuenan profundamente con los valores de los juegos: amistad, respeto, excelencia, determinación, igualdad, inspiración y coraje.

Los organizadores de Ensemble2024 esperan demostrar su compromiso con esos valores comunes mientras sirven a la gente durante los Juegos Olímpicos. Mostrarán a la gente a Jesús en la práctica, más de lo que hablarán de él.

«Estamos comprometidos con un enfoque que muestre bondad y satisfaga las necesidades de la gente», dice el sitio web de Ensemble2024.

El grupo paraguas espera ver iniciativas evangélicas para ayudar a las personas sin hogar, crear conciencia sobre la prostitución y el tráfico sexual, así como cuidar el medio ambiente con campañas de recolección de basura y reciclaje.

Algunas iglesias han planeado proporcionar traductores que porten etiquetas que digan «Je parle ____» («Hablo _____») para ayudar a los muchos turistas a comunicarse. Los que tienen domicilios en las principales vías peatonales, pondrán sus instalaciones a disposición de los numerosos turistas de la ciudad.

«¿Estás preparado para abrir tus puertas… y tus baños?», dice una guía de recursos de Ensemble2024. «Francia se enfrenta a verdaderos retos en términos de logística. Queremos ayudar a que muchos visitantes durante los Juegos de verano de 2024 puedan acceder a potable, ofrecer opciones de transporte para los atletas, etc. Como cristianos, queremos ante todo estar ahí para ayudar».

Mientras que la limpieza periódica de baños y la distribución gratuita de productos de higiene femenina mostrarán el amor de Cristo a los visitantes internacionales, otros esfuerzos buscarán servir específicamente en los franceses.

La Alliance Biblique Française (Alianza Bíblica Francesa), por ejemplo, ha sacado una edición en francés del Nuevo Testamento que incluye los testimonios de 16 destacadas figuras del deporte, entre ellas el campeón francés de balonmano Joël Abati y la velocista estadounidense Allyson Felix.

El Nuevo Testamento salió a la venta en abril, sin esperar hasta el verano, porque el objetivo es conseguir que más franceses lean la Biblia. La Alianza colabora con el Sindicato de Libreros de Literatura Religiosa (Syndicat des libraires de littérature religieuse) y organizó varios eventos en marzo (el «mes de la Biblia» en Francia) y abril.

«Queremos tener un discurso frente a nuestros contemporáneos, la población francesa», dijo Nicolas Fouquet, líder del proyecto Alianza Bíblica, «queremos dirigirnos a los vecinos más que a los turistas extranjeros».

Los esfuerzos de los evangélicos por coordinarse y no estorbarse mutuamente han sido notables. Algunos ministerios están incluso tomando la decisión de dar un paso atrás para dar espacio a otros.

«De hecho, estamos haciendo una pausa no oficial de un año porque hemos animado a nuestras asociaciones miembros a unirse de todo corazón a Ensemble2024», explica Tom Hawkins, que trabaja en el ministerio de deportes Go+ Francia. «Así nuestros esfuerzos están coordinados y no compiten entre sí».

Hawkins dijo que espera que los Juegos Olímpicos sienten las bases para muchas oportunidades de ministerio en el futuro. Ver reunidos a diferentes grupos cristianos le da esperanzas sobre la futura cooperación evangélica en Francia.

«Go+ y sus miembros podrán beneficiarse del legado de las asociaciones creadas para los Juegos», afirmó.

Legado ha sido una de las palabras más usadas entre los organizadores de los Juegos Olímpicos. Quieren relacionar los Juegos de 2024 con los de 1924, que también se celebraron en París, y convencer a los parisinos de que el trabajo de organizarlos y todas las molestias que conllevan merecerán la pena a largo plazo.

A mucha gente que vive en París no le convence el argumento. Pero los evangélicos, que trabajan juntos y coordinan la difusión de los Juegos, creen que las Olimpiadas dejarán sin duda algo importante.

«A nivel espiritual», dijo Glock a CT, «estamos muy interesados en ver todo lo que hacemos con la mirada puesta en “¿Cuál será el legado?”».

Kristen Vonnoh es reportera independiente en Francia.

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