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El mensaje de Pedro a los cristianos en pánico político: hablar de algo más

Un extracto de ‘This Is Our Time’ [‘Este es nuestro tiempo’].

Christianity Today April 6, 2017
Image: Pearl / Lightstock

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

En octubre de 2015, un pistolero solitario entró en Umpqua Community College en Roseburg, Oregón, y creó una escena de carnicería y desesperación antes de volver su arma contra sí mismo. En cuestión de horas, el fuego político de nuestro país estaba en su mayor intensidad. Algunos culparon la falta de leyes de control de armas. Sin importar su posición política, todas las voces tenían una cosa en común: su imaginación se mantuvo cautiva a la idea de que el único lugar donde el cambio puede ocurrir es en la legislatura o el palacio de justicia. Todo el mundo suponía que, o el gobierno era culpable, o el gobierno era nuestra única esperanza.

El evangelio desafía este mito. Nos dice que la esfera política es sólo un área en la que el cambio puede tener lugar.

“No todas las olas de entusiasmo político merecen la atención de la iglesia”, dice el estudioso británico Oliver O'Donovan. “La adoración que los principados y los poderes buscan sacar de la humanidad es una especie de excitación febril. La primer tarea de la iglesia es negarles esa adoración. Hay muchas veces … cuando la crítica política más acertada es hablar de otra cosa”.

Veo ese tipo de crítica en la carta de Pedro a la iglesia primitiva. Imagínese que usted está escribiendo una carta para alentar y exhortar a los cristianos en apuros. Sus lectores ocupan los márgenes de la sociedad; son calumniados y falsamente acusados. Algunos de ellos enfrentan encarcelamiento, y algunos han muerto como mártires. ¿Qué diría usted? “Queridos hermanos”, escribe Pedro, “les ruego como a extranjeros y peregrinos en este mundo que se aparten de los deseos pecaminosos que combaten contra la vida”.

Ahora imagínese su sorpresa cuando descubre que el enfoque de Pedro no está en la batalla que libran contra ellos las autoridades incrédulas. Pedro comienza con la lucha diaria en sus corazones. Pedro no dice: “¡La guerra ha empezado! ¡Defiéndanse del mundo!”

En lugar de eso, dice: “Absténgase de los deseos de la carne que están librando la guerra contra su alma”. En otras palabras, “Estoy menos preocupado por lo que los incrédulos harán a su cuerpo que lo que el pecado hará a su alma.” Para actualizar ese mensaje para los cristianos en pánico en el siglo veintiuno: “Estoy menos preocupado por lo que el gobierno puede hacer con los impuestos de su iglesia que lo que el compromiso y la complacencia harán con su congregación”.

Pedro enfoca nuestras expectativas. Deberíamos estar más preocupados por esta guerra que por cualquier guerra cultural. Eso no quiere decir que no haya problemas reales que nos presionan y requieren nuestra atención. Es simplemente para recordarnos la espantosa perspectiva de los cristianos que podrían ganar la guerra cultural y perder sus almas. Nuestro enfoque en el florecimiento humano y el bien común es de poco valor si, mientras nos centramos en la moralidad en el mundo, dejamos de perseguir la santidad en nuestros propios corazones.

El secreto del arco romano en el liderazgo pastoral

Las ventajas que se consiguen por incluir los laicos en el ministerio pastoral nos deben dar pausa.

Christianity Today April 6, 2017
Imagen: Zvonimir Atletic / Shutterstock

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Hace unos años mi esposa y yo viajamos a la Tierra Santa con varios pastores de la Conferencia Nacional de Líderes Hispanos Cristianos (NHCLC por sus siglas en inglés). Nos trataron amablemente como invitados especiales del Ministerio de Turismo de Israel. Además de visitar los lugares tradicionales de peregrinación, nos dieron acceso a algunos lugares fuera de la red.

Uno de los lugares más increíbles que visitamos fue Caesarea Marítima, la estación balnearia de Herodes en el Mediterráneo. En el paisaje se destaca el magnífico acueducto romano que data aproximadamente de la época de Jesús de Nazaret. El objetivo era llevar agua dulce varias millas a lo largo de la carretera desde el Monte Carmelo hasta Caesarea Marítima.

Fue emocionante caminar al lado de este antiguo canal artificial que ha resistido los duros asaltos del tiempo, de la naturaleza y de la humanidad. Más tarde, nuestro grupo fue al parque arqueológico de Jerusalén, cerca del Monte del Templo. “El Arco de Robinson” fue construido para ayudar a los peatones a cruzar una carretera pavimentada cerca del Monte del Templo.

El Señor Jesucristo, en uno de sus discursos más famosos, señala hacia el templo diciendo: “No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada” (Mateo 24.2; Marcos 13.2). Esta profecía se cumplió cuando el general Tito saqueó a Jerusalén en el año 70 de nuestra era. En un acto final de arrogancia, el emperador Domiciano erigió el Arco de Tito en Roma, para conmemorar su victoria sobre Israel.

Hoy día, el templo de Herodes –junto con todas sus glorias pasadas– es poco más que un montón de piedras. Sin embargo, el Arco de Robinson permanece casi intacto. Aunque estas estructuras se construyeron por diferentes razones y con distintos materiales, comparten el mismo componente estructural básico –el Arco Romano. Aunque me siento triste por la destrucción de la Ciudad Santa, no puedo dejar de maravillarme del genio de la ingeniería romana.

Comencé a hacerme esta pregunta: ¿Cuál es el secreto del arco?

En un edificio típico, las paredes y puentes de apoyo están construidos de dos columnas perpendiculares conectadas en la parte superior por una viga horizontal llamada dintel. Como todas las cargas físicas son verticales, la carga de peso descansa directamente sobre el dintel. Mucho antes de los romanos, los arquitectos antiguos aprendieron que podían fortalecer sus estructuras reemplazando la viga horizontal por una que es una viga o arco ascendente. El beneficio de este diseño es que “las cargas inducen tanto el esfuerzo de flexión como el de compresión directa” (“Arch”, Enciclopedia Científica de Van Nostrand, pp. 316-317). En otras palabras, el trabajo de carga en un arco se comparte horizontal y verticalmente. Esto da lugar a uno de los dispositivos estructurales arquitectónicos más fuertes conocidos al mundo antiguo. De repente me di cuenta de que el arco romano es la ilustración ideal para una organización sana. Permítame explicarle.

En muchas de nuestras iglesias el pastor es la persona clave de la organización. Esto es análogo con la estructura tipo dintel. El pastor propone la visión y la congregación sostiene la programación contribuyendo en alcanzar los objetivos que se han propuesto. Esto puede ser de mucha satisfacción para los pastores que prosperan logrando una victoria tras otra.

En cambio, cuando surgen problemas, la mayor parte del peso descansa sobre los hombros del pastor. La mayoría de los pastores aguantan estas tormentas con éxito, pero incluso el pastor más fuerte puede ser sometido a una prueba que está más allá de sus fuerzas. Tristemente, vemos a algunos pastores que han claudicado y han dejado el ministerio.

En casos extremos, la incapacidad de hacer frente a una situación puede manifestarse como una forma de fracaso psicológico o moral. Todos hemos presenciado a muchas congregaciones que se desmoronan al tener divisiones y se disuelven eventualmente.

Ahora, tomemos una visión bíblica, y retrospectiva del liderazgo. ¿Recuerda lo que pasó cuando Moisés estaba siendo abrumado? Jetro, su suegro, le sugirió un sistema de gerentes para manejar los problemas menores (Éxodo 18:24).

Ahora vamos a avanzar rápidamente al tiempo después del exilio de Jerusalén. Después de que Nehemías reconstruyó la ciudad, Esdras se puso a leer del Libro de la Ley de Moisés delante de su congregación. Pero antes de que él presidiera, sabiamente formó un grupo de líderes con varios representantes del pueblo. Como una salvaguardia adicional contra ser mal interpretado, él empleó un equipo de levitas para explicar su mensaje (Nehemías 8). ¿Ve usted un patrón aquí?

Tanto Moisés como Esdras utilizaron a miembros laicos para fortalecer su ministerio compartiendo la carga. Nosotros también podemos usar el principio del arco de la misma manera. Los laicos son invitados a formar parte del liderazgo pastoral. El lado ascendente del "arco" representa el liderazgo laico compartiendo la responsabilidad de la traducción y la implementación de la visión que tengamos a una realidad posible. Ellos comparten tanto en los éxitos como en los fracasos.

El siguiente punto es vital para el éxito de este modelo. La pieza central que une ambos lados a la cima se llama la piedra angular.

A diferencia de las otras partes del arco continuo, esta no es cuadrada. Es un trapezoide invertido, o sea una figura de cuatro lados con un lado corto en la parte inferior. Por sí sola, no llama mucho la atención. Sin embargo, cuando se monta correctamente en el arco, se transforma en un poderoso mecanismo que asegura la estructura. Este es el secreto del arco.

Ahora, apliquemos el principio del arco al liderazgo. El pastor es la piedra angular que unifica la organización, mientras que los laicos proveen apoyo al pastor. El liderazgo laico comparte el peso vertical normativo del ministerio y lo protege de posibles ataques inesperados. Ambos lados de la columna desde su nivel superior hasta la base hacen su parte para mantener la estabilidad y la continuidad de la visión y la misión. No hay una garantía de que las iglesias que usen el “principio o sistema del arco” nunca fallen. Sin embargo, las ventajas que se consiguen por incluir a los laicos en el ministerio pastoral nos deben dar pausa.

¿Qué clase de estructura organizacional representa mejor a su congregación? ¿Está su pastor llevando la carga más pesada del ministerio? ¿O están los laicos compartiendo la responsabilidad? Recuerde el secreto del Arco.

El Dr. Daniel F. Flores es un ministro ordenado, presbítero, de la Iglesia Metodista Unida nombrado para el ministerio educativo en Tarrant County College en Fort-Worth, Texas. Con frecuencia imparte cursos teológicos para Pastores en el Caribe y las Américas.

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Desafíos que enfrenta una mujer hispana al liderar una organización ministerial

Hay varias lecciones que las mujeres hispanas debemos aprender de Ester al estar viviendo en este país que hemos adoptado como nuestro.

Christianity Today April 6, 2017
Imagen: Kamira / Shutterstock

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional del Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Soy mujer y latina. Dirijo un ministerio cristiano internacional que sirve en todos los lugares en donde se habla español. Porque soy mujer miro la vida desde la perspectiva femenina, lo que significa que a veces lloro, que me enternece un bebé, que me gusta tener flores cerca de mí, que mis decisiones generalmente son más guiadas por mis emociones que por mi racionalidad, en fin, no puedo dejar de lado quien soy al expresarme y desenvolverme en la vida. Pero, también soy latina lo que significa que disfruto la música nuestra, los colores nuestros y especialmente relacionarme a través de largas conversaciones que sabemos cuándo empiezan, pero nunca cuando terminan. Soy mujer y latina viviendo y sirviendo en un ministerio que se radica en un país que no es el mío. Acá he aprendido que además soy hispana y eso me hace diferente de otras mujeres aun sin serlo. El ser hispana me da un “apellido” que me identifica con una cultura, idioma e incluso conexiones que quiero que se preserven para las futuras generaciones.

El ser hispana en un país que no es latino y ejercer un liderazgo en un ministerio multinacional trae tremendos desafíos. Estos desafíos son a veces culturales asociados al machismo propio de ser latinos, a veces son de género pues existe la idea de que la mujer por su femineidad no puede ejercer funciones propias de un jefe sobre hombres y mujeres, e incluso a veces son desafíos culturales internos producto de la manera en que fuimos formadas en nuestro hogar pues la mujer latina/hispana aprende que es ella la que sirve la mesa y calienta las tortillas mientras que el hombre espera para ser servido.

Muchas veces en el ejercicio profesional dentro de este ministerio donde el Señor me ha puesto como mujer hispana, en un país que no es el mío me hace identificarme con la historia de la reina Ester en el Antiguo Testamento. Ella también era mujer ejerciendo un tremendo liderazgo que no buscó, en un país que no era el suyo. El color de su piel, las costumbres, el idioma, las comidas e incluso la ropa que se usaba en su país de adopción eran distintos al del país donde ella creció y se formó como mujer.

Pero estaba en este lugar “para un tiempo como este”. Ester 4:14

Creo que hay varias lecciones que las mujeres hispanas debemos aprender de Ester al estar viviendo en este país que hemos adoptado como nuestro. Algunas de ellas, las puedo enumerar así:

Primero: Debemos reconocer que Dios tiene un plan para nuestras vidas, no importa donde estemos ni cuán diferente nuestro entorno sea a lo que reconocemos como nuestro. Dios quiere usarnos para su gloria no importa donde estemos ni cual sea nuestro trasfondo.

Segundo: Debemos tener fuerza para responder a los desafíos que se nos presentan. Ester dijo luego de que se le presentara el gran desafío de defender a su pueblo: “Y si perezco, que perezca”. Ester 4:16. A veces estos desafíos están relacionados con nuestra cultura o con nuestra condición de mujer, pero cualquiera que sea debemos ser fuertes y valientes para responder sabiendo que Dios nos llama y capacita para ejercer lo que Él espera de nosotras.

Tercero: La oración y el ayuno traen claridad a nuestras decisiones. Es interesante que la palabra Dios nunca es mencionada en el libro de Ester, sin embargo, Su presencia es visible a través de toda su narración. Ester necesitaba tomar una decisión muy importante y luego actuar conforme a ella, por lo que llama a quienes la conocían a acompañarla en estas disciplinas espirituales tan necesarias cuando se ejerce liderazgo. En mi propia experiencia sé que no podría seguir adelante si no tomara tiempo para detenerme y venir ante el Señor frente a las decisiones pequeñas y grandes que debo tomar para el bien de nuestro ministerio. La realidad es que estas decisiones pueden afectar las vidas de las personas que interactúan conmigo directamente, pero también a personas que no conozco y que quizás nunca conoceré. Por lo que lo único que me da tranquilidad es saber que puedo orar y depender del Señor.

Cuarto: Dios nos usa a todos para cumplir sus propósitos. No importa donde estemos, el color de nuestra piel ni menos nuestro género. Esto me emociona mucho pues me muestra a un Dios todopoderoso que toma a alguien como yo para ponerlo en el lugar que él piensa que pueda servir mejor y usarlo para su Gloria.

Ester fue una muchacha que fue sacada de su país y llevada a otro lugar lejos de su familia, donde su color de piel, idioma y comidas eran tan diferentes, para ser usada por Dios “en un tiempo como este”. ¡Que parecida a nuestra propia historia como mujeres hispanas!

Creo que nosotras también somos llamadas a preservar nuestra diversidad cultural, a tomar los grandes y pequeños desafíos con fuerza, a confiar en nuestras habilidades y ayudar a las generaciones que vienen detrás nuestro a conocer nuestra historia y por, sobre todo, también a depender de Dios por sobre todas las cosas.

Raquel Contreras es chilena, abogada y desde hace tres años directora general de Editorial Mundo Hispano/Casa Bautista de Publicaciones.

4 Cosas que Beth Moore me enseñó sobre escribir

Lo que la escritora de estudios bíblicos para mujeres más famosa quiere que la próxima generación sepa.

Christianity Today April 6, 2017
Por cortesía de Beth Moore

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

En casi todas las medidas, Beth Moore es una potencia en nuestro mundo evangélico. Es prolífica y popular, con docenas de libros y estudios bíblicos que terminaron en listas de bestsellers. Ha hablado en cientos de conferencias y ha organizado un programa semanal de televisión.

Ella es Beth Moore.

Cuando alguien tiene ese nivel de éxito (por no hablar de su pelo perfecto), estamos obligados a preguntarnos si realmente ella podría ser tan sabia y maravillosa como parece. Así que estaba escéptica pero esperanzada al llegar a la conferencia de escritoras organizado por su Living Proof Ministries hace unas semanas.

La autora de 59 años lanzó el nuevo evento como una forma de llegar a un grupo que veía subutilizado en la iglesia y que necesitaba aliento: mujeres de entre 20 y 30 años que son escritoras, maestras y conferencistas. Ella reunió a una docena de mujeres a quienes ella había servido de mentora para que le ayudarán a instruir a las 800 mujeres presentes. Yo era uno de ellas, y esto es lo que aprendí.

1. Cada idea tiene su vida útil o fecha de caducidad.

Moore compara la longevidad de una idea con un tren en las vías. La primera parada son los medios de comunicación social. A veces usted está irritada por algo que exige una respuesta inmediata, por lo que dispara un tweet o un comentario en Facebook, y eso es todo. Pero los medios de comunicación social podría alimentar su pasión, y la discusión resultante alimenta la idea que se convierte en una entrada en un blog. Si la idea aún tiene más facetas que explorar, esa entrada en un blog podría convertirse en un sermón o una sesión en un discurso. Por último, cuando las ideas continúan ganando impulso a través de los medios sociales, artículos en línea y enseñanzas, se convierten en proyectos más largos como libros o estudios bíblicos.

Algunas ideas no deberían encontrar cabida más allá de las redes sociales, pocos libros podrían –o deberían– ser destilados a un solo tweet, y muchas ideas sirven un mejor propósito como sermones o entradas de blog. El truco, como Moore dijo, es tener el discernimiento de saber hasta dónde llegar con una idea. El concepto mismo, la discusión que lo rodea, y la propia competencia del escritor para abordarlo juegan un factor.

En Bird by Bird: Some Instructions on Writing and Life [Pájaro por pájaro: algunas instrucciones sobre escribir y la vida], Anne Lamott secunda este consejo para los escritores de ficción: “Si descubre que comienza una serie de historias o piezas que ni siquiera se molesta en terminar, que pierde interés o fe en ellas a lo largo del camino, puede ser que no haya nada en su centro que le apasiona”.

Cuando empecé a escribir un libro sobre la soltería, quería incluir un capítulo entero sobre citas a ciegas. He tenido una serie horrible de citas a ciegas, alrededor de 15 seguidas, pero cuando llegó el momento de escribir sobre ellas, me di cuenta que citas a ciegas funcionó para tweets ingeniosos y comentarios de Facebook, pero no dio resultado como un capítulo de libro. Así que me vi obligada a “matar a mis queridos”, como dice Stephen King, y mi libro es mejor por haberlo hecho. Cultivar conciencia de uno mismo para evaluar sus propias ideas es algo crucial.

2. Usted debe saber más de lo que escribe.

Para que nadie dudara de la investigación de Beth Moore, sacó grandes carpetas de 4 y 5 pulgadas llenas de material y las apiló sobre una mesa en el escenario. Una de ellas contenía más de 400 páginas de información de fondo y se convirtió en un libro de 150 páginas. Otra se convirtió en un libro de 100 páginas. Otra, una clase de vídeo de 4 sesiones. Moore argumentó que como escritora, tiene la obligación de saber mucho más de lo que está compartiendo. Usted debe saber todo alrededor de su tema –no solo el tema en sí– de tal manera que cuando le cuestionen sobre algo de lo que escribió, usted ha pensado las cosas cuidadosamente.

Mi hermano, que ahora trabaja en su doctorado en el Antiguo Testamento, ha compartido consejos similares. Alienta a los pastores a obtener una maestría en divinidades porque aunque ese nivel de educación no es necesario para el empleo, es útil para el servicio. Él lo llama la brecha del educador: “Para comunicar un hecho básico a través de la educación, usted necesita tener dominio de ese hecho, lo cual requiere un mayor nivel de conocimiento. Para enseñar álgebra I, necesita saber álgebra II. Para enseñar álgebra II, es necesario dominar el cálculo. Si los pastores tienen la tarea de enseñar doctrina y teología, debe haber un nivel de maestría que sea más alto que lo que ellos comunican y esperan de aquellos a quienes enseñan”.

Incluso si usted nunca va a ser una experta en un campo en particular, tiene una responsabilidad para con sus lectores de estar bien informada sobre el tema que está tratando, ya sea un sermón sobre la paz o un libro sobre la soltería. Aprendí que Jessica Simpson y Selena Gomez llevaban anillos de promesa y que el manifiesto de la relación cristiana “I Kissed Dating Goodbye” [“Le dije adiós a las citas”] vendió 1.2 millones de copias. Estos datos nunca aparecerán en mi libro, pero informan lo que escribo sobre las consecuencias de la cultura de la pureza. En resumen, saber más sobre mi tema me ayudó a hablar de ello menos y mejor.

3. Busque la retroalimentación o la retroalimentación la encontrará a usted.

Moore estructuró la conferencia para destacar los beneficios de la tutoría. Para aquellas de nosotras en la generación más joven, tales relaciones requieren que escuchemos y consideremos opiniones distintas, aunque puede ser más fácil despedir dichas opiniones como anticuadas o que no reflejan la realidad actual. Buscar mentoría significa poner mi orgullo a un lado y agarrar una pluma para tomar notas.

Su consejo: encuentre a la gente que alimenta sus ideas, que las hace mejores y que le hace a usted una mejor persona. Encuentre a aquellas personas que cuentan el éxito suyo como si fuese de ellas. Busque retroalimentación que mejore su trabajo, aunque golpee su orgullo, y encuentre a personas que estén dispuestas a darle el tipo de comentarios que le duelen al principio.

Los capítulos más sensibles de mi próximo libro tratan sobre la soltería y la sexualidad. Esta es la parte que inicialmente envío a un puñado de personas que leen con cuidado y amabilidad, pero también con un buen ojo. Limitar las críticas a las personas en las que confío me permitió escuchar sus comentarios sin ser defensiva u orgullosa. Sus notas me obligaron en última instancia a cortar párrafos, aclarar frases, y afilar mi mensaje.

Es humillante pedir ayuda, pero prefiero pedirla a aquellos que estoy seguro que la darán de buena voluntad más que a aquellos que la proporcionarán –sin que los tenga que animar– desde una perspectiva de ignorancia o inseguridad. Podemos buscar proactivamente mentores y mentoras que dan buenos consejos, incluso cuando no nos gusta.

4. Conozca su lugar y sea lo suficientemente valiente como para tomarlo.

En su TEDWomen Talk, Sheryl Sandberg describe la escasez de mujeres en la cima. De los 190 jefes de estado, 9 son mujeres. De todas las organizaciones sin fines de lucro, sólo el 20 por ciento están encabezadas por mujeres. El sector evangélico es aún menos prometedor. Las listas dominadas por hombres de influencias evangélicas nos llevan a suponer que el mundo cristiano sólo tiene espacio para unas pocas mujeres excepcionales para enseñar y dirigir. Tal vez por eso vemos a otras mujeres como competencia; convertirse en una mujer prominente en el mundo evangélico norteamericano parece ser un juego de suma cero.

En su escrito, Ann Voskamp rechaza esta idea: “Las niñas pueden competir entre sí, pero las verdaderas mujeres se avivan las unas a las otras, las niñas pueden empalarse, pero las verdaderas mujeres se empoderan mutuamente. Las chicas se pueden comparar entre sí, pero las verdaderas mujeres se defienden las unas a las otras”. En última instancia, Moore y Voskamp –tanto con sus palabras como con su amistad– apuntan hacia el principio del brillo: si brilla usted, brillo yo. Al discutir esta idea, Kate Shellnutt escribe: “No basta simplemente con resistirse a ver a otras mujeres como una amenaza y querer verlas triunfar. También nos servimos bien cuando buscamos una relación por genuina admiración (no meramente por la adulación ni por nuestra propia ambición)”.

Las amistades íntimas de Moore con otras mujeres exitosas también la convierten en un modelo importante. No muchas mujeres verán ventas de libros o conferencias llenas como Moore's o como Christine Caine o Priscilla Shirer. Durante una sesión, les dijeron a los asistentes que las probabilidades son que sólo un puñado de nosotras alguna vez recibiría un contrato tradicional de autora, y el resto de nosotras, si eso es lo que queríamos, íbamos a terminar decepcionadas. Por lo tanto, o necesitamos trabajar duro para ser una de las pocas o cambiar nuestras expectativas. De cualquier manera, no importa en qué campamento caiga yo, espero seguir celebrando el bien que hace al reino con cada acuerdo de libro, artículo, diseño y programa de amigas y compañeras, porque cuando ellas brillan, brillo yo también.

Antes de escribir mi libro, pensé que la parte más difícil sería escribir el libro –es decir, sentarse y dejar salir todo. Pero esos meses pasaron rápidamente, y me encantó el proceso. Me quedé pensando en la idea durante tanto tiempo que fue más catártico que doloroso, algo que Moore describió en la conferencia. De hecho, el momento “después del parto” de mi escrito está demostrando ser mucho más difícil para mí. ¡El libro está escrito, ¡Viva! Pero ahora viene el frenesí de finalizar el producto y planear la promoción.

Mientras continúo trabajando en mi primer libro, estoy agradecida por las escritoras que modelan el arte de ser una autora el día de hoy. Más allá del arte de escribir, una carrera exitosa y que honra a Dios requiere una manera de conducirse y de construir relaciones con otros. Independientemente de si alguna vez llegue yo a ser una persona de fama o que he escrito un bestseller, espero poder reflejar en mi obra un poco sobre la sabiduría y el corazón de Beth Moore –y aprender algunas de mis propias lecciones en el camino.

¿Sorprendido? A los latinos les importa más la educación que la inmigración

Los adultos hispanos desean escuelas excelentes en sus vecindades que ofrezcan a todo estudiante acceso a una educación de calidad.

Imagen: Phase4Studios / Shutterstock

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Christianity Today April 3, 2017
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Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Cuando el Centro de Investigaciones Pew publicó los resultados de una reciente encuesta, algunos se sorprendieron que la inmigración no fue el tema de mayor importancia para los hispanos en los Estados Unidos. ¿Qué fue lo que latinos consideraron una prioridad para la nueva administración y el Congreso? Era el mejoramiento de nuestro sistema educativo. Los adultos hispanos desean escuelas excelentes en sus vecindarios que ofrezcan a todo estudiante acceso a una educación de calidad. La cultura latina se enfoca en la fe y la familia, por lo tanto, nada es más importante para nosotros que asegurarnos que la próxima generación tenga una buena educación y la oportunidad para ser exitoso.

Desafortunadamente, tenemos mucho trabajo por delante antes que cada niño se gradué de la escuela secundaria con las herramientas necesarias para tener éxito en la universidad o en una carrera. Los estándares bajos han afectado a las familias minoritarias y de bajos ingresos. Tenemos que terminar con esta inequidad si vamos honrar el imago dei (la imagen de Dios) en cada estudiante. Nuestra fe cristiana nos impulsa a equipar y apoyar a todo joven si es que van a lograr el potencial que Dios les ha dado. También es de gran interés para los Estados Unidos que prepare bien a una comunidad creciente hispana que pronto será el grupo mayor en número.

Mi propia niñez es ejemplo de cómo los estándares educativos varían para estudiantes de color. Crecí asistiendo a las escuelas públicas de Pensilvania, un estudiante listo para aprender con una habilidad particular en la ciencia y las matemáticas. Sin embargo, mientras que se esperaba que los estudiantes con mayor ingreso familiar que no eran hispanos fueran exitosos y asistieran a la universidad, esas expectativas altas no se aplicaban para mí o para mis amigos. Vivíamos en una vecindad con desafíos, los estándares educativos correspondían con nuestro código postal.

Aunque, fui identificado para el programa de estudiantes brillantes y tomaba clases de honor, nunca se me olvidara como la consejera académica explicó que jóvenes “como yo” van a escuelas vocacionales o técnicas. Eso fue, sin duda, discriminación. Mis opciones para el futuro se veían limitadas delante de sus ojos y me lo comunico claramente, “¿quieres enfocarte en electricidad o en mecánico de autos?” Nadie en mi escuela esperaba que yo fuera a la universidad, mucho menos que llegara a ser el líder de la organización más grande de cristianos hispanos. Has oído del techo de cristal sobre la brecha que existe sobre la diferencia en los salarios, pues también hay un techo hispano sobre la brecha que existe en la educación. Nuestros hijos merecen más.

Gracias a Dios, mis padres poseían gran fortaleza spiritual y sabiduría. Aunque no fueron educados formalmente en una universidad, me ayudaron canalizar el racismo que experimenté a una determinación para comprobar que la consejera académica estaba equivocada. Aunque era el menor de la familia, fui el primero en graduarme de la universidad. Regresé a esa misma escuela preparatoria como maestro y me aseguré que trataba a mis estudiantes de una manera diferente de cómo me trataron a mí. El éxito que tuvieron estos estudiantes comprobó que todo estudiante puede ser exitoso –si se les da el apoyo necesario y si se mantienen unas expectavivas altas.

Décadas han pasado desde mi experiencia con la escuela pública pero muchos estudiantes de minorías, especialmente los pobres e inmigrantes, tienen aún más bajos estándares. Los estudiantes hispanos de preparatoria se están graduando a una tasa de más de 10 por ciento más bajo que sus pares blancos –y para aquellos que se gradúan a veces encuentran en sus diplomas una promesa vacía. A demasiados estudiantes se les dice que estaban en camino, sólo para descubrir que no están preparados para hacer el trabajo a nivel universitario. Esta es una razón por la cual los estudiantes hispanos son más propensos que sus compañeros a requerir cursos de nivelización en su primer año de universidad.

Podemos hacer algo mejor para esta generación. Invito a todos los hispanos cristianos a considerar como pueden apoyar a los estudiantes en sus hogares y comunidades. Aquí les comparto tres sugerencias prácticas:

  1. Comparta una visión para el éxito académico. Puede ayudarle a su hijos e hijas a prepararse para estándares más altos y para los exámenes. Hable de la importancia de hacer el mejor trabajo que puedan en su clase todos los días. Cree un lugar y un espacio para hacer la tarea. Asista a las conferencias de los padres con los maestros y los eventos escolares. Puede visitar LearningHeroes.org para encontrar recursos que ayudan a los estudiantes a prepararse para los exámenes de fin de año y mucho más.
  1. Comparta una visión para la vida después de la graduación de la secundaria. Hable con sus hijos y nietos sobre asistir a la universidad. Llévelos a los planteles de universidades y anímalos a tomar clases de crédito universitario mientras cursan la preparatoria. Hay más información disponible en la Christian College Guide en español producido por Cristianismo Hoy y el NHCLC.
  1. Únase a la Coalición de Fe y Educación y asiste a la conferencia anual de NHCLC (Mayo 16-17, 2017). Nuestra conferencia anual conecta a líderes de la iglesia y miembros del personal de la Coalición de Fe y Educación. Además, le vamos a informar sobre recursos como becas universitarias que se ofrecen a familias y estudiantes hispanos.

Los líderes futuros de nuestra nación están creciendo a través de esta nación, en todo código postal, con piel de todo tono de color y cada uno tiene que mantener expectativas altas para que puedan florecer y liderar. Los Estados Unidos siempre ha sido un lugar de oportunidad. Los hispano americanos tenemos que asegurarnos que nuestros hijos e hijas no sean excluidos.

El Rev. Samuel Rodriguez es presidente del National Hispanic Christian Leadership Conference.

Amar la ciencia y amar a Dios

Una entrevista con el profesor de química Daniel Romo.

Christianity Today March 9, 2017
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Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional del Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

El Dr. Daniel Romo es profesor de química en la Universidad Baylor y co-director de CPIRT Synthesis y el laboratorio Drug-Lead Discovery. Durante la Cumbre Nacional de Educación de 2016 auspiciado por la Universidad Baylor, el Dr. Romo se entrevistó con la Dra. Andrea Ramírez (directora ejecutiva de la Coalición de Fe y Educación – NHCLC) y habló de como su amor por la ciencia esta arraigada en su amor por Dios.

Estoy muy entusiasmada de introducir a nuestros lectores al Dr. Daniel Romo, un México-Americano de segunda generación, padre de cuatro hijos y esposo de Laura Romo. Es el profesor Schotts en química en la Universidad Baylor y tiene un interés particular en la intersección de la ciencia y la fe cristiana.

¿Qué le quiere usted decir a estudiantes que tienen un interés en la ciencia a una temprana edad? Y que quisiera compartir con los padres o abuelos que temen que la ciencia y la fe no pueden mezclarse.

Uno de mis héroes de la ciencia es Johannes Kepler, quien probablemente fue el primer astrónomo físico. Irrumpió en canto cuando descubrió algo maravilloso en la ciencia y la astronomía. Escribió sobre eso en una libreta dando gloria a Dios por lo que descubrió. La idea de que "exploramos el mundo que Dios creó" es importante para mí. Es esencialmente lo que hago.

Los científicos tenemos nuestra propia manera de explorar el mundo y de tratar de entender lo que Dios creó. El Creador nos dio un patio de juegos para que lo exploremos.

Nunca he escuchado que se describa a la ciencia de esa manera. Es una manera interesante de ilustrar el punto para ayudarnos a experimentar gozo en la exploración de Su creación, y ver el estudio científico como un regalo. Yo sé que usted ve la mano de Dios en la investigación del cáncer.

Así es, tenemos recursos que nos permiten hacer investigaciones en lo que tiene que ver con el tratamiento y la prevención del cáncer. Estamos interesados en identificar compuestos que puedan servir como agentes contra el cáncer.

Les puedo hablar un poco sobre los productos naturales, porque esa es mi área de especialización. ¿Que son los productos naturales? Son compuestos tomados de fuentes naturales. Por ejemplo, Dios ha creado bacterias y plantas con una capacidad increíble de hacer pequeñas moléculas que los científicos pueden utilizar para entender más sobre la célula. Estudiamos cómo funciona la célula—tanto las celulas normales como las cancerosas. Tomamos la información que Dios nos da indirectamente a través de estas moléculas. Gracias a nuestro trabajo, y el de otros, estos compuestos son usados para tratar al cáncer.

Sobre las moléculas pequeñas, ¿están en lo que comemos? ¿dónde se encuentran estas moléculas?

Estas moléculas vienen, por ejemplo, de las bacterias. Estas bacterias producen moléculas pequeñas con diferentes fines, incluso de auto-defensa. La bacteria produce compuestos como antibióticos que matan otras bacterias.

De la misma manera, las plantas han producido compuestos, productos naturales, que son usados clínicamente como tratamiento para el cáncer. Estas son moléculas pequeñas que los organismos naturales producen. Pero los seres humanos han podido utilizar esta información porque las moléculas pequeñas interactúan con las proteínas que encontramos dentro de las células.

Muchos de nuestros lectores han sido impactados por el cáncer. Mi mamá sobrevivió el cáncer y recientemente perdimos a una amiga al cáncer. El trabajo que usted desempeña está impactando a generaciones futuras—van a poder tener a sus seres queridos aquí en la tierra para disfrutar de esas relaciones y traer gloria a Dios. Las mamás, los papás y los abuelos van a poder vivir vidas saludables por más tiempo y compartir su influencia y sabiduría.

Para algunos de los jóvenes que tienen interés en la ciencia, que están en la escuela primaria o secundaria, están encontrando que Dios les está invitando a este legado de investigación enfocado en productos naturales que benefician la prevención y el tratamiento del cáncer. Es parte del patio científico de juegos en el mundo natural. Me encanta el cuadro que pintan esas palabras.

Me recuerda Ezequiel 47:12, un versículo que mi padre me enseñó hace años. Este versículo describe un río que viene de un templo y a los dos lados del río hay árboles. Dice que el fruto de los árboles es para comida y las hojas para sanidad. La Biblia menciona los productos naturales y las moléculas pequeñas. Eso me motiva a seguir explorando la ciencia en esta área.

Usted mencionó que Kepler alabó a Dios cuando descubrió algo en el mundo natural. Los cristianos pueden ser motivados por la ciencia y lo que se descubre y también alabar a Dios por Su provisión. ¿Que obstáculos enfrentó usted al entrar a este campo de estudio? ¿Nos puede compartir algo de su historia?

Una de las historias que comparto con los estudiantes es como llegué a escoger mi carrera. Cuando inicie mis estudios en Texas A&M, estaba interesado en ser dentista—no en investigaciones médicas. Sugiero que los estudiantes mantengan abiertas sus opciones para el futuro. Cuando uno inicia sus estudios, tiene una idea de lo que le gusta y lo que quisiera hacer profesionalmente, pero Dios pudiera tener un plan mejor.

En la unviersidad tomé una clase de química orgánica, y eso cautivó mi atención. Por alguna razón, se me hizo muy fácil la materia y pensé que quizás encontré lo que Dios quería que hiciera. Al poco tiempo, me di cuenta que no quería verle los dientes a la gente por el resto de mi vida. Pude empezar a hacer investigaciones junto con mi primer profesor de química orgánica y el fue de inspiración para mí.

Los obstáculos que encontré fueron las clases que tuve que tomar. Clases cómo química física, para mí, fueron muy abstractas. Pero era clase requerida, algo que tenía que tomar. Mas allá de las clases que quieres tomar, tienes que tomar otras clases para obtener una educación plena.

Esos son excelentes consejos para los estudiantes. Uno puede empujarse a crecer y lograr la excelencia aún en clases que no le gustan, porque esto nos ayuda a formar nuestro carácter y nuestra mente en maneras que quizás no nos demos cuenta hasta después. El verso lema para la Coalición de Fe y Educación se encuentra en el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento: ama al Señor con todo tu corazón, alma y mente. Al pensar sobre esto en particular, amar al Señor con toda su mente, ¿qué significa esto para usted?

Hay grandes autores en esta área de reflexión. JP Moreland, el filósofo y teólogo cristiano, escribió un libro titulado Ama al Señor tu Dios con toda tu mente. William Lane Craig, otro filósofo y apologista, también escribió sobre cómo los cristianos pueden combinar estas cosas. Me encanta como 1 de Tesalonicenses habla de probar todas las cosas y retener lo bueno. Para mí, esto es, en resumen, el método científico.

Yo veo el tener gran entusiasmo sobre la ciencia como otra manera de estar entusiasmado con Dios. Trató de trasmitir este sentir a mis hijos y a mis estudiantes.

Gracias, Dr. Romo. Animó a los lectores a que se aferren a esta visión—amar la ciencia es actualmente amar a Dios—y a que exploren este patio de juegos que Él ha provisto para nosotros.

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Una doctora de cuidados intensivos se encuentra con el gran médico

Me sentí distante de Dios hasta que fui testigo de un milagro médico.

Christianity Today March 9, 2017
Josh Andrus

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Mis ojos se lanzaron al movimiento en el monitor cardiaco. Las lagunas entre los latidos del corazón de mi paciente se alargaron. El ritmo pesado significaba que la sangre, que brotaba de debajo de su cráneo fracturado, estaba presionando fuertemente su cerebro.

El paciente tenía 22 años, y alguien lo había golpeado con un bate de béisbol mientras dormía. Su esposa, que yacía a su lado, murió durante el asalto. Su hijo de cuatro años fue testigo de todo.

La urgencia de la sala de emergencia solía sacar lo mejor de mí: el caos, las oportunidades de llegar a la gente en momentos difíciles. Sin embargo, mientras colocaba la línea venosa central de mi paciente, luché para concentrarme. Pensé en su hijo de cuatro años con su pijama infantil y en las imágenes de brutalidad que jamás podría olvidar.

Mientras luchaba con estos pensamientos, los paramédicos se precipitaban con un niño de 15 años que estaba muriendo por una herida de bala. Estaban realizando compresiones para forzar la sangre rica en oxígeno a su cerebro. En una ráfaga de adrenalina, agarré un bisturí y exploré quirúrgicamente su pecho. Capture su corazón inmóvil y revisé sus bordes con dedos temblorosos. Cuando mi mano se hundió en un ancho agujero, sostuve mi respiración. La bala le había abierto la aorta. No pudimos salvarlo.

Mientras luchaba contra las lágrimas, mi bíper de traumas volvió a sonar. Otro niño de 15 años. Otra herida de bala. Esta vez, la bala había golpeado la cabeza del muchacho.

Traté de controlarme. Lo menos que podía hacer, pensé, era reparar su herida, limpiarlo y darle a su familia un último vistazo del chico que amaban.

En medio de mi trabajo, la puerta se abrió. Levanté mis ojos a tiempo para ver a su madre entrar en la habitación. Ella se congeló, dio un grito agarrador, y se desplomó. Tiré los guantes ensangrentados de mis manos, salí corriendo de la habitación y escondí mi cara mientras lloraba.

Separada de Dios

A la mañana siguiente, mientras terminaba mi turno, vagaba como si estuviera perdida. Me desesperaba al ver lo poco que importaba la vida a la gente. Cada uno de mis pacientes había sufrido a las manos de alguien que lo miró y no vio ningún valor en él. ¿Cómo podía Dios permitir tal maldad?

Yo había crecido como una cristiana nominal. Mi familia observó ciertas tradiciones cristianas, pero nunca leíamos la Biblia o hablábamos juntos del evangelio. Entendí que el cristianismo era sinónimo de buena conducta.

Después del trabajo, manejé durante horas. A cien millas de mi casa, me estacioné en un puente que atravesaba el río Connecticut. Las montañas flanqueaban el puente, y el sol de octubre retrataba un horizonte con tonos dorados como en llamas. Debajo de mí, el río brillaba como metal pulido.

Agarré la barandilla, incliné mi rostro contra el viento, respiré y sentí . . . nada. Separé mis labios para orar, pero no llegó ninguna palabra.

Me sentí separada de Dios. Pensé que el Señor—si existía—me había abandonado.

Después, caí en el agnosticismo. La duda condujo a la desesperanza y la desesperanza a la desesperación. Soñé sobre un sueño eterno, de entumecimiento, de aniquilación. Los pensamientos de quitarme la vida me molestaron a diario. Luché contra el impulso de regresar al puente sobre el río Connecticut y lanzarme sobre la barandilla. Sólo el amor por mi marido, Scottie, me trajo a casa cada noche.

Meses después, Scottie perdió su trabajo. Mientras yo seguía luchando con entender el problema del mal, él buscó a la iglesia, entendió la Palabra por primera vez, y aceptó a Cristo como su Salvador. Scottie me invitó a unirme a él en la adoración, pero yo seguía desilusionada. Cuando finalmente asistí a la iglesia (para apaciguarlo), el santuario, el canto y la ceremonia me parecían incómodos y extraños. Él inclinaba la cabeza en oración, mientras tanto mi mente estaba en lo que pasaba fuera de las paredes de la iglesia, mi mirada desafiante.

'Esto quiebra el corazón'

Algún tiempo después, hice la transición al trabajo en la sala de cuidados intensivos. Entre mis pacientes estaba Ron (pseudónimo), un hombre de mediana edad que sufrió un paro cardiaco después de un reemplazo de cadera. Tenía una lesión cerebral grave por falta de oxígeno durante el paro cardiaco y dependía de un respirador mecánico para respirar. En un estado vegetativo, Ron abrió los ojos, pero no mostró estar consciente de lo que lo rodeaba. Los neurólogos predijeron que nunca se recuperaría.

La esposa e hijas de Ron acampaban al lado de la cama todos los días y oraban por un milagro. No podían aceptar que el hombre que acariciaban— bullicioso, amante del fútbol, ​​de cocinar piza casera, de la risa a pulmón abierto—nunca los volvería a reconocer.

Una mañana, repentinamente, se escucharon por toda la sala de cuidados intensivos melodías de los años ochenta. Encontré a la esposa de Ron junto a su cama, mientras cantaba, con su mano descansando bajo su barbilla. Ella sonrió cuando me acerqué.

"Estuve ore y ore anoche, y cuando desperté, sabía que todo estaría bien", declaró. "Dios me dijo que todo va a estar bien".

Yo admiré su convicción y su esperanza, sobre todo porque yo no tenía ninguna de las dos cosas. Sin embargo, los datos clínicos de su marido prometían que todo no iba a estar bien.

Durante la semana siguiente, todos los días, ella se aferraba a él y cantaba canciones que a los dos les gustaban. Ella oraba en voz alta. Pronunciaba bendiciones a gritos a todos en la unidad. Mis colegas y yo luchábamos por ocultar nuestra preocupación. Sacudíamos la cabeza y nos lanzábamos miradas que decían: "Esto quiebra el corazón".

Una tarde, ella y sus hijas me llamaron a gritos. Arrastrando los pies, me acerqué a la habitación, temiendo la conversación.

"Movió su dedo del pie cuando se lo pedimos", dijo la esposa de Ron.

Me incliné a centímetros de la oreja de Ron, y pronuncié su nombre. Le pedí que se moviera. ¡Nada! "Lo siento mucho. Probablemente fue sólo un reflejo ", les dije.

" No ", insistió su esposa. "Mira". Ella puso una mano en su hombro, y gritó en su oreja para que él moviera su dedo gordo derecho. Él lo hizo.

El día siguiente, volvió la cabeza hacia ellos. Luego, parpadeó para ordenar. En dos semanas, estaba despierto. En tres, se sentó en una silla.

En el mejor de los casos, nuestros neurólogos habían anticipado que él podría de vez en cuando seguir con la vista objetos móviles. Nadie esperaba que su condición se resolviera tan dramáticamente. La ciencia médica no podía explicar su recuperación.

Llevó nuestra aflicción

Yo sospechaba que había sido testigo de un milagro. Sin embargo, todavía luchaba con Dios. ¿Cómo podría otorgar tales bendiciones, pero permitir el sufrimiento? Scottie me animó a leer la Biblia. Comencé con los Evangelios, luego continué con Romanos. Las palabras me parecieron familiares, pero con mi corazón recién abierto, la lectura reveló el amor de Cristo en pinceladas que nunca había imaginado. La agonía que sufrió por nuestro bien me dejó sin aliento. Él también había sufrido la angustia y había enfrentado la cara del mal. Y él llevó tal aflicción—nuestra aflicción—por nosotros. Romanos 5: 1-8 reveló la tremenda magnitud del amor de Dios por nosotros. Él conoce el sufrimiento.

El Señor tomó mi desesperación y diseñó un lienzo para su obra perfecta. Así como Cristo resucitó a Lázaro para que otros creyeran, así redime el sufrimiento—las heridas de bala, el duelo, los trabajos perdidos, el desaliento junto a las barandillas del puente— para su gloria. En su misericordia, desciende para animarnos y para completar milagros que no podemos simular comprender. Él derrama bendiciones sobre nosotros todos los días, en los días con tonos dorados del otoño, y también en las noches difíciles con tonos oscuros—y cada suspiro entre esos dos extremos.

Kathryn L. Butler es doctora de cirugía y trauma en cuidados intensivos que recientemente dejó su práctica clínica para educar a sus hijos en casa. Ella enseña en la Escuela de Medicina de Harvard.

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5 claves que todo pastor y líder necesita en el 2017

Todo líder y pastor necesita saber cómo liderar una generación que dirige antes de seguir, cuestiona antes de contestar, y brinca antes de ver.

Christianity Today March 9, 2017
Pearl/ Lightstock

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional del Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Durante casi dos décadas, he visto un resurgimiento de hambre en la próxima generación por un liderazgo auténtico. Quieren tener una relación con Cristo más allá de la tradición para experimentar por sí mismos la plenitud de Su amor, gracia, y poder, pero necesitan un liderazgo que los dirija. Entre más los dirigimos a que lo conozcan a El cara a cara, mas corren hacia Sus pies. Quieren liderazgo que hará mas que solo inspirarlos; quieren liderazgo que camine con ellos. Este discipulado de liderazgo se construye con el tiempo a través del proceso de confianza, humildad, y responsabilidad. Y este proceso es tan sagrado como la influencia para dirigir. Más que nunca, todo líder y pastor necesita saber cómo liderar una generación que dirige antes de seguir, cuestiona antes de contestar, y brinca antes de ver. Esto es lo que he aprendido y que te ayudará.

1. Lidera desde la Fuente

Para mí, la parte más importante de liderar es proteger mi capacidad a través de disciplinas espirituales diarias y semanales que no son negociables. Independientemente de donde me encuentre en el país o de los plazos, llamadas, y juntas, la primera parte de cada mañana la paso en oración y lectura devocional de “la Biblia en un año”. Mi tiempo con Dios no es negociable ya que es en esos momentos con Dios dónde El desata la visión, imparte claridad, y confirma Su palabra para mi vida y ministerio. Este tiempo invaluable me ha permitido desacelerar mi velocímetro interior para mantener la aptitud constante para ser un pastor con el corazón para el pueblo, y al mismo tiempo, ser un esposo, padre, y abuelo con el corazón para mi familia. Líderes latinos de la próxima generación han visto a sus padres trabajar con una ética impecable, pero se han perdido del poder que hay en la pausa. Debemos dirigir con intencionalidad para darles las claves que necesitan para vivir en la faceta completa de su identidad y el potencial que Dios les ha dado.

2. Lidera con la cabeza y el corazón

Muchas veces nosotros como pastores tendemos a operar en nuestra mayor fortaleza, ya sea administrativa o creativamente. Sin embargo, he llegado a comprender mejor la necesidad de ser ambas cosas en todos los aspectos: administrativamente astuto y creativamente hábil; gobernado por gracia y dirigido por justicia; centrado en la comunidad local y consciente nacionalmente; bien centrado evangélicamente y sensible socialmente. Esta cultura intencional de intentar ser las dos cosas a la vez crea responsabilidad organizacional a tus valores, tu estándar, y tu misión y a la vez crea una atmosfera que los líderes necesitan. La próxima generación de líderes quiere se les busque no solo por lo que pueden hacer con sus manos; quieren ser incluidos por el poder latente en sus corazones y mentes. Si diriges con tu cabeza y tu corazón, vas a poder experimentar recompensas en el liderazgo más allá de lo que puedes ver, pensar y sentir. Y eso da a luz un espíritu de discipulado que refleja el verdadera estilo de liderazgo que Jesús puso de ejemplo.

3. Lidera desde abajo

Es vital construir una cultura de confianza, amor, y respeto que te cause ceder la responsabilidad regularmente a líderes de todos los niveles, “posicionar públicamente”, (con responsabilidades iniciales), en lugares estratégicos a líderes que están en proceso de desarrollo e iniciar conversaciones con personas en diferentes niveles de participación haciendo preguntas claves. Hacer preguntas organizacionales grandes y estratégicas a personas que normalmente no tienen acceso a niveles altos de liderazgo les abre la puerta para un liderazgo nuevo. Y nuevo liderazgo agrega nueva energía, nueva perspectiva, y nuevas estrategias. En nuestra iglesia, este método está ayudando a muchos hispanos de segunda generación a desarrollar su identidad de liderazgo. Empieza de una posición de fuerza y confianza para creer en el potencial que Dios les ha dado, y no los margines. Habla a su potencial, no a su circunstancia presente. Hazlos responsables al estándar de excelencia que esperas de los demás en tu iglesia. Posiciónalos públicamente, capacítalos y úsalos—y verás en lo que se pueden convertir.

4. Lidera para dejar un legado, no legitimidad personal

Como pastor o líder, no estas simplemente construyendo una iglesia y ministerio, recuerda que también estas construyendo un legado para tu familia y para todos aquellos en tu círculo de influencia. Cuando diriges para dejar un legado, podrás ver una perspectiva más amplia cuando te veas tentado a conformarte con menos. Los obstáculos, decepciones, y desafíos que tal vez mires frente a ti se pueden convertir en escaleras que otros pueden usar después. Si diriges con las diferentes generaciones en mente, veras el valor inherente en las generaciones antes y después de ti. Los próximos lideres quieren ser parte del cuadro más grande. Necesitan que les modeles que, esto de lo que son parte, es más grande que el papel que ellos juegan. Dirigir con dejar un legado en mente les permite ver más allá de su legitimidad personal para perseguir una visión mayor para sus vidas. La única manera como ellos entienden esto es siguiendo tus pasos. Juntos, levantamos no solo líderes, pero hijos e hijas quienes viven para ver avanzar la misión de la casa.

5. Lidera en compañía de otros

Liderazgo es un camino solitario si se hace sin relaciones estratégicas que te hacen crecer para que tu hagas crecer a otros. La más grande tragedia del liderazgo ocurre cuando la única víctima es el líder. El liderazgo sin relaciones—enfrente de ti, a tu lado, y detrás de ti—te llevará por el camino del riesgo. Nos necesitamos el uno al otro; y la próxima generación está buscando que dirijamos más allá de nosotros mismos. El día de hoy, cuando la comunicación es más digital que personal, la próxima generación está desesperada por aprender de ti como conocer a Dios y a otros en una manera personal e íntima. Cuando dirigen juntos, dirigen con más fuerza. Por esta razón, nuestra iglesia organiza una reunión anual de pastores, lideres, personas de influencia, y creyentes de generaciones múltiples llamada “La revolución del corazón”. Es aquí en donde nos relacionamos e interactuamos más allá del pulpito para aprender el uno del otro, para animarnos el uno al otro, y para desafiarnos el uno al otro. Miles asisten con su equipo ministerial y con otros líderes para mostrarle a las próximas generaciones que la iglesia es un cuerpo con una voz de liderazgo unida.

Liderazgo es un privilegio que todos tenemos y que necesitamos desarrollar. Trae a tu equipo a nuestra conferencia “La revolución del corazón” donde escucharás más sobre principios de liderazgo como estos de oradores como Carl Lentz, Samuel Rodríguez, Erwin McManus, Art Sepulveda, y otros más. Registra tu ministerio hoy aquí. Hay descuentos para grupos. ¡Lideremos juntos con mayor fortaleza!

Sergio De La Mora es el pastor principal de Cornerstone de San Diego, California. También sirve como presidente de la Asociación Hispana de Mega Iglesias (HMCA, sus siglas en inglés), una división del National Hispanic Christian Leadership Conference.

Un salmo para la crisis de refugiados en los Estados Unidos

Cuando nuestro gobierno se equivoca, las iglesias responden haciendo lo que es correcto.

Christianity Today February 8, 2017
Tolga Sezgin / Shutterstock

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Algo curioso pasó en lo que me despertaba hoy. Imagínese mi sorpresa cuando la primer lectura de la mañana (en el leccionario común revisado) era el Salmo 37:

No te irrites a causa de los impíos

ni envidies a los que cometen injusticias;

porque pronto se marchitan, como la hierba;

pronto se secan, como el verdor del pasto.

Confía en el Señor y haz el bien;

establécete en la tierra y manténte fiel.

Deléitate en el Señor,

y él te concederá los deseos de tu corazón.

(Salmo 37:1-4, NTV)

No necesita ni mencionarse que la orden de gran amplitud, mal planificada y cruel sobre los refugiados, para usar el lenguaje del Salmista, constituye una injusticia. (Quisiera reservar la palabra maldad para actos más atroces—por ejemplo, cuando los gobiernos matan a personas). Pero aun muchos conservadores están calificando este acto de Trump como “algo malo”. Estoy de acuerdo con Brenden O’Neill en el periodiquillo libertario spiked,

Es la forma más baja de la política del gesto: el rayón de una pluma que lleva la intención de demostrar la fortaleza Americana en todo su poder; y al mismo tiempo exhibe verdaderamente una sorprendente desconsideración del espíritu Americano de libertad y la tradición de proveer un hogar para los oprimidos del mundo.

Por supuesto, los cristianos tienen razones mucho más profundas que “el espíritu Americano de libertad” para sentirse consternados por la orden ejecutiva, pero el Salmo me hizo pensar no solo sobre lo injusto del acto sino la manera en que podemos responder. Me impresionó en especial la exhortación: “confía en el Señor y haz el bien”. Me hizo recordar una verdad muy simple: que los poderosos que hacen el mal no pueden detener a la iglesia de hacer el bien. En este caso, no hay nada que la administración presente pueda hacer para impedir que las iglesias sigan ministrando a los refugiados.

No cabe duda que será mucho más difícil hacerlo ahora—mucho más difícil. Requerirá más sacrificio de nuestra parte. Pero por el momento, no podemos contar con el gobierno para que traiga a los refugiados a nuestra puerto, así que parece que más de nosotros vamos a tener que viajar a donde están los refugiados en el mundo, dondequiera que estén amontonados. Ni tampoco podemos contar con que el gobierno nos ayude a financiar nuestros esfuerzos. Eso significa que vamos a tener que renunciar al nuevo juguetito electrónico o a la remodelación que queríamos hacer en la casa o lo que sea que tengamos que hacer para incrementar nuestro apoyo a los esfuerzos de World Relief, Samaritan’s Purse, World Vision, y otras organizaciones que ministran a nivel mundial.

Para muchos de nosotros, la puerta para ministrar a los refugiados ha sido cerrada de golpe. Pero otras puertas permanecen bien abiertas, y nos dejan ver a personas desesperadas por que les sirvamos y que les llevemos las buenas nuevas: familias de refugiados en los apartamentos al otro lado de la calle; mujeres embarazadas con pocos recursos; los que no saben leer en las ciudades y los pueblos; los adictos a las drogas; los que están confundidos sobre su sexualidad; los que han sido abusados; los prisiones—¿necesito seguir la lista? No hay nada que el gobierno pueda hacer que nos pueda detener de ayudar a alguien en algún lugar, de alguna manera, en el nombre de Cristo. La exhortación del salmista de hacer el bien no es un deseo romántico idealista sino un realismo obstinado.

En otro versículo, el salmista agrega:

Refrena tu enojo, abandona la ira;

no te irrites, pues esto conduce al mal.

Porque los impíos serán exterminados,

pero los que esperan en el Señor heredarán la tierra.

Dentro de poco los malvados dejarán de existir;

por más que los busques, no los encontrarás.

Pero los desposeídos heredarán la tierra

y disfrutarán de gran bienestar.

(Salmo 37:8-11, NTV)

El salmista, el Rey David, sabe de las encrucijadas, de los sube y baja, del gobierno. Sabe que el pueblo de Dios se va a encontrar en situaciones en las que tienen poco poder. También sabe sobre la tentación de pagar mal por mal al responder con enojo e ira. Existe el tiempo para el enojo apropiado, pero el enojo tiene la habilidad para ensuciar el alma con rapidez (quizás es por eso que Pablo dice que se le debe poner alto al enojo el mismo día—Efesios 4:26). Nos consolamos a nosotros mismos al insistir que nuestro enojo es justo, pero tengo que admitir que entre más tiempo paso alimentando mi enojo, ese pedacito de justicia en mi enojo se va ensuciando paulatinamente con un alto grado de fariseísmo. Eso no puede llevar a nada bueno.

Como nos recuerda David, hay una esperanza a la que nos aferramos: El pueblo de Dios heredara la tierra, por cierto, toda la tierra—la justicia de Dios prevalecerá. Si había un buen momento para meditar sobre esta esperanza, hoy es ese momento.

Y esto nos da perspectiva al meternos a la lucha política sobre este asunto. Y tenemos que meternos. Vivimos en una democracia, después de todo, y eso significa que siempre hay la posibilidad de un cambio en la ley. Sin embargo, no debemos engañarnos imaginándonos que una revocación del orden ejecutivo actual significa que nuestro trabajo ha terminado. No hace mucho tiempo que personas como yo estábamos amargamente (y justamente, pienso yo) quejándonos sobre la mezquindad de la administración de Obama en cuanto a la ley de los refugiados. Como lo expresó Dan McLaughlin en el National Review:

Los Estados Unidos en general, y la administración de Obama en particular, nunca tuvo una política de fronteras abiertas para todos los refugiados de todo el mundo, así que una retorica alterada sobre como Trump ha roto la promesa de la Dama de la Libertad significa comparar a Trump con un gobierno ideal que nunca existió. Por cierto, la administración de Obama paró por completo el procesamiento de refugiados de Iraq por seis meses en 2011 por preocupaciones de infiltración terrorista.

No éramos exactamente la gran luz de las naciones en la administración anterior.

Tristemente, las naciones son fundamentalmente entidades egoístas, preocupadas principalmente por proteger y defender su poder y su soberanía. Ese es el punto principal del gran clásico de Reinhold Niebuhr, Hombre moral y sociedad inmoral. Aun con lo generoso que ha sido Estados Unidos con los inmigrantes y refugiados—y ha sido más generoso que la mayor parte de las otras naciones—ha sido y seguirá siendo ambiguo en cuanto a este compromiso. En tiempos de crisis, o de la percepción de crisis, hará las cosas más crueles con el fin de proteger y extender sus intereses personales, desde importar africanos hasta excluir chinos e internar a japoneses.

Esta última orden ejecutiva nos recuerda que no, no vivimos en una nación cristiana que está comprometida a una ética cristiana. Lo hemos visto con respecto a la vida de los que todavía no han nacido, la sexualidad humana, el maltrato de las minorías, y demás. No debe sorprendernos que nuestra nación alternadamente les da la bienvenida a los refugiados y luego les retira dicha bienvenida, dependiendo del humor en que se encuentre la nación. Sigamos poniendo presión para que la nación sea lo más generoso posible, pero también recordemos con quien estamos lidiando. O’Neill lo expresó muy bien al dirigirse a los liberales que, de acuerdo a muchos de los reportes, han reaccionado con histeria y temor. Pero sus palabras, pienso, pueden servir de precaución útil para la iglesia cuando se ve tentada a tener temor:

Esto es lo espantoso de lo que ha ocurrido este fin de semana: Trump ha expuesto su rasgo autoritario, y los de la izquierda han expuesto su inhabilidad para oponerse a este tipo de autoritarismo en una manera real, positiva, y que nos conecte. Tenemos el teatro con Trump el hombre fuerte jugando su papel, y la histeria de una posición radical desde la política del miedo. Entre el teatro y la histeria, debe haber algo más: razón, quizás, y principios, y un verdadero caso moral— ausente de temor—a favor de la libertad.

Aquellos que han sido hechos libres en Cristo son, mejor que nadie, personas apasionadas por abogar un “caso moral a favor de la libertad”, no sólo para nosotros mismos, sino para todos aquellos que vienen huyendo de la tiranía opresiva. Y dada nuestra confianza en Dios y nuestro llamado seguro en Cristo, nosotros, mejor que nadie, podemos hacer nuestra labor con argumentos razonados en la plaza pública—y hacerlo libres de temor.

Mark Galli es editor en jefe de Christianity Today.

Ser más como Cristo

Una perspectiva cristiana hacia el éxito académico.

Christianity Today February 8, 2017
Rick Birkbeck / Lightstock

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

¿En qué piensas cuando escuchas el término “éxito académico?” ¿Te imaginas ceremonias de graduación o un diploma universitario? En los Estados Unidos, sólo uno de tres adultos tiene educación universitaria y sólo ocho de cien personas (8 por ciento de la población) han obtenido una maestría. Obviamente, esta es una forma de pensar sobre el significado del éxito académico.

Por supuesto, una persona puede obtener éxito académico obteniendo títulos y ser un fracaso en la vida. Pensé sobre esto hace algunos años cuando mi esposa Mary Ann y yo tuvimos la oportunidad de viajar a Camboya donde nuestra hija mayor y su esposo estaban trabajando para una organización cristiana de desarrollo. Quizá se recuerde lo que sucedió en Camboya en los 1970 donde el 40 por ciento de la población fueron asesinados (los maestros y líderes cristianos fueron los primeros que asesinaron).

Durante nuestra visita fuimos al Museo del Genocidio donde muchas de las matanzas ocurrieron. Vimos torres de 30 pies de alto con solo cráneos humanos dentro de ellas y un árbol inmenso llamado el Árbol de la Muerte, donde los líderes de Khmer Rouge llevaban a los bebés para matarlos. Me provocó mucha emoción saber que la mayoría de esos líderes asesinos fue educada en las mejores universidades. Eran personas brillantes con títulos tras sus nombres, pero llegaron a ser de los individuos más déspotas del siglo 20.

Obviamente, el éxito académico no puede ser medido solo con títulos y debería incluir la mente de la persona y su alma también. ¿Qué es una perspectiva cristiana del éxito educativo? Consideremos Lucas 2:52 que dice “Y Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba del favor de Dios y de toda la gente.” Este corto versículo aclara que Jesús creció en cada dimensión de su vida, la intelectual, la física, la social y la espiritual. Sugiero que este versículo puede servir como paradigma para definir el éxito en la educación. Provee el criterio para el éxito académico en cuatro dimensiones.

Primero, vemos la dimensión intelectual: Jesús crecía en sabiduría. Por supuesto la educación, se trata de conocimiento y el intelecto. Pero, sabiduría es la habilidad de tomar el conocimiento que hemos recibido y aplicarlo a cada área de nuestra vida. Es la habilidad de tomar buenas decisiones en medio de las complicaciones, y a veces, las conflictivas demandas éticas de la vida.

Segundo, hay una dimensión física en la vida: Jesús creció en estatura. Quizá se le hace raro que el escritor mencione la dimensión física de Jesús. Después de todo, cuando muchos piensan en religión, piensan en algo que no es físico en naturaleza, algo removido de lo rutinario de la vida. La Escritura nos dice que nuestros cuerpos son el templo del Espíritu Santo, y por lo tanto, lo que hacemos dentro y a través de la dimensión física le importa mucho a Dios. Podemos hacer bien con la mente, con el intelecto, y aun con la sabiduría, pero si no cuidamos del cuerpo y del mundo que nos rodea, no tendremos éxito. El enfocarnos en la mente solamente nunca nos permitirá vivir una vida floreciente.

Muchas escuelas y universidades cristianas se están dando cuenta que cuando hablas de educación cristiana, incluye el lado físico de la vida, y por eso se enfatizan los programas de educación física, fisioterapia, descubrimiento de la naturaleza, programas médicos y de salud, y muchos más. La dimensión física se extiende a cuidar la creación de Dios. Eso también, fue parte del mandato del Creador en Génesis.

La tercera dimensión de la educación es aprender a cómo relacionarnos con otros, cómo sobrellevar el conflicto, cómo comunicarse bien, y cómo escuchar bien. La dimensión social: Jesús cada vez gozaba más del favor de toda la gente. Tenemos que aprender a vivir nuestra fe en un mundo quebrantado y complejo como seres sociales. Esto quiere decir que trabajamos arduamente en contra de prejuicios y racismo, buscando justicia para el pisoteado y oprimido, cuidando del pobre, porque todos fuimos hechos a la imagen de Dios. Un día, en la gloria como creyentes en Cristo, nos reuniremos alrededor del trono del Cordero juntos.

A diferencia de algunos hombres y mujeres santos y de significado en la historia, Jesús no era un ermitaño, desasociándose de la gente. Durante su vida, la dimensión social de ser humano fue muy importante. Fue, como dijo el teólogo Dietrich Bonhoeffer, un hombre para todos. Dios nos hizo para ser criaturas sociales. Génesis 2:18 dice, “no es bueno que el hombre esté solo.” Fuimos creados para interactuar. Fuimos creados para estar con gente y para la gente y ser sostenidos por la gente. Sabemos esto, no tan sólo bíblicamente, sino también a través de disciplinas académicas tal como sociología, psicología, economía, historia, educación, negocio y estudios de administración de empresas. Podríamos añadir otros a la lista. Todos nos apuntan a vivir la vida juntos.

La cuarta dimensión es espiritual: Y Jesús creció en favor con Dios. Aunque Jesús era Dios, entró a este mundo y dio atención a lo que comúnmente llamamos las disciplinas espirituales. Oró, y no sólo cuando las cosas estaban difíciles, y lo fueron para Jesús. Leyó y meditó en la Escritura. Frecuentemente se levantó temprano para estar a solas con el Padre. Ayudó a su prójimo. Apuntó a otros al Reino de Dios y a sí mismo como Salvador y Señor. Si Jesús, siendo el hijo divino de Dios, necesitaba practicar estas disciplinas espirituales, ¿cuánto más nosotros? Hemos sido creados como criaturas espirituales, destinadas a vivir con Dios, para Dios, habilitados por Dios, para conocerlo personalmente y para vivir nuestras vidas desde esta relación fundamental. Podemos tener gran intelecto, ser muy fuertes físicamente, tener habilidades sociales extraordinarias, pero si la dimensión espiritual falta, algo fundamental falta en la vida de esa persona.

Quizá usted puede imaginar su vida como una rueda con cuatro rayos: el intelectual, el físico, el social y la dimensión espiritual. En el centro de todo está Cristo. Lo que necesitamos saber sobre el éxito académico es que una vida Cristo céntrica quiere decir que puede jugar un deporte, estudiar matemática, literatura, historia, educación, negocio, las ciencias, que puede reír y pasar tiempo con amistades, que puede tocar un instrumento musical o cantar, puede crear arte, puede tener trabajo, y todo tiene un propósito más alto. El marco de referencia para nuestra educación tiene que ser Cristo céntrica y todo para la honra de Dios. Esto es lo genial de una educación cristiana, y no se compara con nada en el mundo.

“Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba del favor de Dios y de toda la gente.” Qué así mismo sea en nuestras vidas, en nuestras iglesias y en nuestras instituciones.

El Dr. Dennis Hollinger es Presidente de Gordon-Conwell Theological Seminary y profesor distinguido de Ética Cristiana. Durante la Cumbre Nacional Hispana de Educación, compartió una presentación sobre el valor de la educación cristiana y la verdadera medida del éxito académico.

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