Los misioneros inmigrantes

Los inmigrantes latinos están haciendo ministerios en sus patrias y redefiniendo calladamente las misiones norteamericanas.

Sólo cuatro familias tienen casa propia en la congregación de Mario Salamanca, que sin embargo gasta miles de dólares en misiones cada año.

Sólo cuatro familias tienen casa propia en la congregación de Mario Salamanca, que sin embargo gasta miles de dólares en misiones cada año.

Christianity Today June 22, 2017
Zachary Bako

El golpe en la puerta levantó a valentín salamanca de la cama alrededor de las 4 a.m., no estaba durmiendo de todos modos. Temía que vinieran, y ahora lo habían hecho.

Valentín caminó a unos pasos de su habitación y abrió la puerta principal a un hombre con un pasamontañas negro que sostenía un rifle de asalto, exigiéndole que viniera con él. Aunque el hombre parecía estar solo, Valentín podía oír otras voces en la oscuridad.

El pastor que frisaba en los 60 años supervisaba un creciente ministerio en el oeste de El Salvador. Había plantado 26 iglesias con una asistencia combinada de más de 900. La congregación que Valentín dirigía personalmente, un grupo pentecostal de 130, estaba terminando un nuevo edificio y planeaba otro para albergar un programa de patrocinio para alrededor de 75 niños.

Hasta cierto punto, era víctima de su propio éxito —un pastor en la primera línea de batalla de un floreciente hermanamiento internacional entre una iglesia de inmigrantes en los Estados Unidos y un ambicioso esfuerzo misionero en El Salvador. Se llevaron años para llegar a este punto.

Valentín había conocido a Cristo después de que llegó a los Estados Unidos en 1988 y finalmente abrió una iglesia en el centro de Los Ángeles. Trabajó en la construcción hasta que una lesión lo sacó de comisión. Cuando regresó con su esposa a El Salvador en 1995, su hijo, Mario, se hizo cargo de la iglesia de Los Ángeles.

Valentín Salamanca
Valentín Salamanca

En El Salvador, Valentín plantó una nueva iglesia cerca de la ciudad de Santa Ana, fijando su mirada en la multitud de jóvenes que estaban siendo atraídos por las pandillas violentas que invadían su país. Mario y su congregación estadounidense comenzaron a invertir generosamente en la iglesia de Valentín, pioneros en lo que los estudiosos de misiones llaman “ministerio transnacional”.

Para el 2010, padre e hijo tenían un hermanamiento próspero aunque humilde. “Somos un solo cuerpo”, dijo Valentín. La iglesia en Los Ángeles, un grupo de inmigrantes obreros, donde algunos diezman de las ganancias de la venta de chatarra, envió un total de 20.000 dólares para la nueva iglesia y edificio en El Salvador. Los miembros también patrocinaron a niños salvadoreños con alrededor de 20 dólares al mes, donaciones que la iglesia recaudó y le envió a Valentín para financiar el programa para los niños después que salen de clases todos los días.

Valentín y Mario le dieron crédito a Dios por el éxito del ministerio —éxito que las pandillas habían notado. Valentín había recibido amenazas antes. Los pastores conocían los riesgos de operar en El Salvador. Pero pocos ministerios estaban llegando a los pandilleros, y los dos sintieron el llamado de Dios para hacerlo.

El secuestro del 2010 duró aproximadamente siete horas. Con los ojos vendados y con una pistola en la cabeza, Valentín fue conducido a lo largo de caminos que serpenteaban a través de granjas de café y subían a las montañas. Sus captores lo dejaron libre en el lado de una carretera no lejos de su casa, con órdenes de entregar 6.000 dólares en 24 horas.

Valentín empeñó parte del equipo de adoración de su iglesia. Cuando se cumplieron las 24 horas, sólo había conseguido 500 dólares y, en lo que sólo se puede considerar un milagro, la pandilla le dejó vivir. “Verdaderamente Dios me salvó”, dijo.

El incidente —y otra amenaza de muerte dos años después— llevaría a los pastores a reconsiderar la manera en que estaban desempeñado las misiones. Su experiencia también ofrece un vistazo a un creciente movimiento entre inmigrantes latinos en los Estados Unidos que está redefiniendo las misiones al navegar los peligros en el país y en el extranjero.

La iglesia del pastor Mario Salamanca, ubicada cerca de Los Ángeles, está llegando a los pandilleros en El Salvador con la plantación de iglesias y otros ministerios.Zachary Bako
La iglesia del pastor Mario Salamanca, ubicada cerca de Los Ángeles, está llegando a los pandilleros en El Salvador con la plantación de iglesias y otros ministerios.

El motor económico y de oración que impulsa el ministerio de Valentín es un sitio comercial común donde los visitantes entran por una puerta trasera en un callejón industrial, la única puerta con una alfombra de bienvenida. La iglesia de Mario, Ministerio a la Luz de la Palabra, está en East Compton, donde la pintura se descolora y la hierba crece en las hendiduras de la acera. La congregación alquila, a un precio que es una ganga, un teatro en un centro comercial que casi se había quemado totalmente cuando los voluntarios derrumbaron el interior en 2008 y lo volvieran a construir en un templo. Es la sexta ubicación en 20 años para la iglesia de las Asambleas de Dios, algo común para las iglesias mayormente formadas de inmigrantes azotados por los enormes precios de bienes raíces del sur de California. “No podemos mantener un código postal”, dijo Mario. Según sus cálculos, el 90 por ciento de su congregación de 200 miembros es indocumentada, la mayor parte oriundos de El Salvador y México. El ingreso promedio por hogar es de 20.000 dólares. Cuatro familias tienen casa propia.

Mario, de 44 años, tiene un doctorado de ministerio de Fuller Theological Seminary y compara su iglesia con la iglesia de Antioquía, dispersa por la persecución pero sirviendo al prójimo cercano y lejano. Ha impulsado los ministerios en El Salvador y al mismo tiempo ha desarrollado esfuerzos locales de alcance. El banco de alimentos de la iglesia atrae una fila de personas que se extiende a lo largo del callejón cada sábado. “Lo extraño es que no tenemos dinero”, dijo. “Si estamos aquí, es porque el Señor nos abrió la puerta para que estuviéramos aquí”.

La discusión pública a menudo ha clasificado a los inmigrantes en los extremos: ya sea como protectores del sueño americano para ser ayudados y protegidos, o como un caballo de Troya para mantener a raya. Pero Mario no se ve en ninguna de las dos historias. Con poca ayuda externa, ha construido un ministerio que abarca dos países y se inclina a bendecir a ambos.

Los programas de misiones como el suyo han alcanzado su máximo esplendor en la última década a través de Estados Unidos, más visiblemente en ciudades como Los Ángeles, donde los inmigrantes de primera generación se organizan alrededor de lazos familiares y redes sociales para difundir el evangelio y servir a los pobres en sus países de origen.

Los esfuerzos misioneros de inmigrantes latinos no son algo nuevo. Se remontan a más de un siglo y están estrechamente ligados al pentecostalismo —nacidos, por ejemplo, del avivamiento de la calle Azusa en Los Ángeles en 1906 y del crecimiento de la población puertorriqueña de Nueva York a principios del siglo XX. Tampoco son sus esfuerzos los únicos entre las misiones de inmigrantes; sin lugar a dudas, otras comunidades tienen sus propios ministerios transnacionales conectando Chicago a Nigeria, Seattle a Corea, Miami a Haití.

Pero las misiones entre los latinos, el grupo de inmigrantes más grande del país, son una categoría en sí misma. Dirigidas en gran parte por congregaciones formadas de la clase obrera, la mayoría de estas iniciativas —carentes de folletos en color o catálogos de regalos de navidad— son modestas y sencillas: plantación de iglesias a pequeña escala, patrocinio infantil y programas de cuidado de ancianos. Su creciente huella ha coincidido con el creciente sentimiento anti-inmigrante en los Estados Unidos, enfocado principalmente en la comunidad latina. Para algunos expertos, estos esfuerzos dirigidos por los inmigrantes parecen ser el futuro de las misiones. Son informales y altamente relacionales, operando fuera de las estructuras de misiones tradicionales. Son, en cierta forma, una versión extrema de proyectos de misiones evangélicas tradicionales en congregaciones más ricas que también están apartándose de la formalidad.

“Las iglesias locales están dejando de enviar personas y dinero a organizaciones misioneras", dijo Enoch Wan, profesor de estudios interculturales en el Western Seminary. “Quieren tener un contacto más directo con las iglesias en el extranjero”.

Pero si las misiones de inmigrantes son un vistazo al futuro, sus propias perspectivas se sienten inciertas. Dichas asociaciones internacionales se enfrentan a múltiples amenazas: la relación volátil de los Estados Unidos con los inmigrantes, el interés menguante de las segundas y terceras generaciones que tienen poca memoria de su patria y los inevitables errores que cometen los misioneros en su etapa inicial y poco organizada.

Mario había comenzado a darse cuenta de algunos de sus errores. No supo del secuestro de su padre hasta que había pasado, cuando su padre por fin le llamó. Tal vez los nuevos edificios habían cruzado la raya. Tal vez en los viajes que hicieron de ida y vuelta a América fueron descuidados en un país con una de las tasas de asesinatos más altas del mundo —un lugar donde los niños matan a hombres por usar tenis rojos. “Si ven que usted tiene dinero, si trae algo a El Salvador, ellos cobrarán algo", dijo Mario. "Mi país está en estado de destrucción”.

Esto es lo que puede suceder después de escapar de un secuestro en El Salvador: siente un alivio abrumador y se olvida. Luego dos años después, se despierta para encontrar una nota que deslizaron bajo su puerta.

En el caso de Valentín, la nota de la pandilla exigía 6.000 dólares de nuevo —cada centavo esta vez. No se podía ignorar la amenaza. No había ni siquiera tiempo, pensó Valentín, para empacar. De prisa metió a su esposa en su coche y salieron de la ciudad a un lugar a salvo, para nunca volver más a la iglesia o ministerio más que para una visita rápida y furtiva. Con Valentín fuera del panorama, la congregación de Mario dejó de enviar dinero y el programa de patrocinio se detuvo en el 2012.

La iglesia de Mario Salamanca se reúne en un sitio comercial común en Compton, California.Zachary Bako
La iglesia de Mario Salamanca se reúne en un sitio comercial común en Compton, California.

En su totalidad, los inmigrantes forman la mayor fuerza de ayuda extranjera en los Estados Unidos. Construyen casas, cubren las cuentas médicas, proveen para los niños en la escuela y ponen comida en la mesa para millones de personas en su país de origen. El dinero que los inmigrantes envían al extranjero —remesas— empequeñece todos los demás gastos internacionales del gobierno, los grupos humanitarios y las organizaciones misioneras. En el 2014, los inmigrantes estadounidenses enviaron más de 108.000 millones de dólares a los países en desarrollo —México encabeza la lista. En contraste, las organizaciones benéficas privadas gastaron alrededor de 44.000 millones de dólares en países pobres y el gobierno otros 33.000 millones de dólares.

Los inmigrantes cristianos pueden estar especialmente involucrados en ayudar a los pobres en el extranjero. Un estudio realizado en el 2009 por la Grand Valley State University encontró que los inmigrantes protestantes en los Estados Unidos tienen más probabilidades que otros migrantes de enviar dinero a nivel internacional, y las probabilidades son mayores si asisten a la iglesia frecuentemente.

En cierta forma, el movimiento misionero inmigrante es una santificación de las remesas. Las iglesias inmigrantes tienden a dar ayuda internacional y hacer esfuerzos de alcance a través de las redes existentes de envío familiar, enviando giros de persona a persona como lo hace Juanita Cabrera con su mamá. Cabrera, de 53 años, ayuda a coordinar las misiones en Templo Bethel, una iglesia de las Asambleas de Dios en Ontario, California, a una hora al este de Los Ángeles.

Ella es también un salvavidas financiero para su madre en un pueblo en Guerrero, México. Cuando las tormentas tropicales azotaron la costa mexicana hace unos años, Cabrera observó cómo los turistas extranjeros eran trasladados y a los nativos se les dejó batallando entre los escombros. “Dios, ¿qué quieres que haga por mi pueblo?”, Oró, y Dios le dio la historia de Ester, “para una ocasión como esta”.

Cabrera no podía viajar, su condición legal es complicada, pero podía enviar dinero. Vivió prácticamente en la cocina de su iglesia durante tres meses, haciendo tamales y otros alimentos con ingredientes donados por miembros de la iglesia. Algunos la ayudaron a vender la comida: dentro de la iglesia, en la calle, a los vecinos, a los trabajadores locales. Cuando una crisis nerviosa le obligó a parar, Cabrera había ganado unos 3.000 dólares. Ella giró el dinero y trabajó a través de contactos mexicanos para repartirlo a 36 familias alrededor de su madre entre aquellos que fueron más azotadas por las tormentas.

Ahora se está preparando para hacerlo de nuevo, esta vez para apoyar a las personas mayores en la comunidad de su madre que perdieron sus ingresos después de que sus hijos y nietos que estaban proveyendo para ellos fueran deportados de los Estados Unidos. “Es devastador”, dijo Cabrera. “Muchos de estos ancianos están llorando”. Según ella, también está ofreciendo esperanza a las familias separadas del evangelio, viviendo en una ciudad controlada por los cárteles de la droga y prohibida a los misioneros extranjeros. “Hay tanta gente que no conoce a Cristo”, dijo. “No hay pastor allí. Solo está mi mamá [y] alguna gente en la que confiamos, y lo hacen todo en secreto”.

Los expertos en desarrollo internacional se han preocupado durante mucho tiempo sobre las formas de utilizar mejor las remesas para las comunidades pobres. El enviar a la abuela unos cuantos cientos de dólares para la medicina es bueno, pero ¿qué pasa si un grupo de personas juntan su dinero para construir, por ejemplo, un nuevo parque en un lote abandonado al lado de la casa de la abuela para expulsar a los traficantes de drogas?

Los inmigrantes de países católicos a menudo se han organizado alrededor de iglesias católicas en los Estados Unidos. Ellos forman lo que los académicos llaman “asociaciones de la ciudad natal” para financiar proyectos más grandes en sus comunidades de origen —haciendo reparaciones a la iglesia católica del pueblo o un nuevo pavimento en la entrada de la ciudad o una fiesta anual para un santo patróno.

Pero los proyectos protestantes similares han recibido menos atención. Si bien nadie sigue estas cosas, el rápido crecimiento de los inmigrantes en la comunidad evangélica de los Estados Unidos está casi seguramente animando la participación de los inmigrantes protestantes en las misiones. Entre los latinos, el porcentaje que se identifica como cristiano evangélico —o nacido de nuevo— aumentó del 12 por ciento en el 2010 al 16 por ciento en el 2013, según el Pew Research Center. Otros grupos de inmigrantes han tenido cambios similares. En un estudio del 2012, el 17 por ciento de los asiáticos estadounidenses dijeron que se criaron protestantes, mientras que el 22 por ciento dijeron que son protestantes en la actualidad.

La presencia cada vez mayor de inmigrantes evangélicos en el ámbito de las misiones estadounidenses ha sido dirigida por grupos pentecostales y neo pentecostales, según Juan Martínez, profesor de cultura hispánica en Fuller. “Es un fenómeno global”, dijo Martínez. “La iglesia apenas empieza a reconocerlo”. A diferencia de la mayoría de los esfuerzos católicos o seculares, los inmigrantes evangélicos generalmente diseñan proyectos misioneros en torno al evangelismo y a la acción comunitaria dirigida por la iglesia.

Muchos son informales: los venezolanos en una iglesia del sudoeste de Chicago ayudan a las comunidades en su país de origen y como a unos nueve kilómetros de distancia, los nigerianos hablan de cómo donar para los misioneros a través de cuentas bancarias personales en Nigeria.

Pero los proyectos más formales también tienden a desarrollarse fuera de las estructuras de misiones de las denominaciones. En la extensa red de misiones de la diáspora, se cruzan y edifican unas sobre otras.

Como por ejemplo, Mario Salamanca. En el 2008, mientras estaba recaudando fondos para la iglesia de su padre en El Salvador, también viajaba mensualmente a un lugar rural de México para ayudar a un compañero pastor a abrir un instituto bíblico.

Mario y Eliud Cortés se conocieron en una clase bíblica en el área de Los Ángeles. Cortés es el copastor de la Iglesia Cristiana Peniel, una iglesia en un tramo de Wilmington, California, escondido entre las grúas del Puerto de Los Ángeles.

Estima que 270 de las 300 personas en su congregación proceden de su ciudad natal Urequío, una estación de paso en el estado central de Michoacán, donde el gobierno mexicano contó como unos 700 habitantes la última vez que intentó contarlos. “Trajimos a nuestra comunidad y la trasplantamos aquí”, dijo Cortés. “Somos muy unidos”.

Wilmington, California, el pastor Eliud Cortés ayudó a su congregación a lanzar un instituto bíblico en su ciudad natal Michoacán, México.Zachary Bako
Wilmington, California, el pastor Eliud Cortés ayudó a su congregación a lanzar un instituto bíblico en su ciudad natal Michoacán, México.

La Iglesia Peniel es una extensión de la iglesia que lleva el mismo nombre en Urequío, la única iglesia protestante en el pueblo. Los miembros crecieron juntos en el pueblo mexicano antes de venir uno por uno a los Estados Unidos. Recuerdan días lejanos cuando casi no había protestantes, cuando a los convertidos, en el molino local se les arrojaba su maíz al suelo y les decían que no eran bienvenidos.

Ahora, los evangélicos son la mayoría en Urequío, con la Iglesia Peniel en su centro. La iglesia en Wilmington ha financiado remodelaciones y reparaciones en la iglesia en México. Apoya un programa de misiones locales que envía evangelistas y plantadores de iglesias a comunidades cercanas. En el 2008, cuando la economía estadounidense tuvo contratiempos, los líderes de la iglesia creyeron que había llegado el momento de hacer los esfuerzos de plantación de iglesias de Michoacán más autosuficientes lanzando un instituto bíblico en Urequío. Allí “preparan líderes para impactar a Michoacán”, dijo Cortés. “Queremos que las personas estén preparadas para compartir el evangelio y liderar”.

Fue entonces cuando Cortés seleccionó a Mario para que ayudara a lanzar el instituto. Mario viajó mensualmente para enseñar al grupo inicial de 15 estudiantes en un programa de dos años y medio que cubre Biblia, teología y liderazgo. Las iglesias proporcionan los libros, artículos para la clase y el espacio para las reuniones (en total, la iglesia de los Estados Unidos envía alrededor de 1.500 dólares al mes para financiar misiones y un programa de cuidado de ancianos). Los alumnos graduados del instituto se hicieron cargo de la enseñanza de sus dos clases semanales para que los instructores no tuvieran que viajar desde los Estados Unidos. “Queremos que se independicen, con un mínimo apoyo de nosotros”, dijo Cortés.

Mario no lo sabía entonces, pero algún día recurriría a una estrategia similar para salvar su programa de misiones en El Salvador.

En algún momento de los últimos cinco años, la diáspora apareció como un tema candente en el estudio de las misiones en EE.UU. Fue como si se hubiera prendido el switch de la maquinaria de la academia, y los inmigrantes y los refugiados se convirtieron en el instrumento para el evangelio digno de sus propios estudios y marcos analíticos.

Una vez que esto sucedió, Wan, el profesor de misiones de Western Seminary, vio que su trabajo se hacía más fácil. Ha escrito 10 libros sobre estudio de las misiones de la diáspora. Los primeros ocho fueron auto-publicados. Justo hace dos años, los seminarios de todo el país por fin habían reunido suficiente profesorado para hablar sobre el tema, y dejaron de llamarle cuando los estudiantes querían hacer una investigación sobre la diáspora.

“Cuando propuse por primera vez este paradigma de estudio de misiones de la diáspora, recibí mucha resistencia de los estudiosos que usaban el enfoque tradicional”, dijo Wan de 69 años. Ese paradigma pone al revés casi todas las facetas de lo que él llama las misiones “desde el Occidente hacia el resto del mundo”.

Donde las misiones tradicionales tienden a separar los ministerios de palabra y los ministerios de obra, las misiones de la diáspora los integran. Donde los enfoques tradicionales se apoyan en organizaciones establecidas que envían a misioneros de naciones ricas a pobres, las misiones de la diáspora generalmente pasan por alto el establecimiento y parecen prosperar en medio de escasos recursos. Y casi sin excepción, las misiones de la diáspora son “glocales” —las fronteras nacionales son más un fastidio que un rasgo que define la obra misionera. “Simplemente, es una manera totalmente diferente de pensar”, dijo Wan.

El campo misionero es todo un laberinto —como suele serlo también la migración global. El término diáspora evoca el exilio de los israelitas después de que Babilonia y Asiria conquistaron su tierra, pero la misiología de la diáspora hoy abarca todas las maneras imaginables de llevar el evangelio del país A al país B: estudiantes, refugiados, inmigrantes indocumentados, profesionales, mochileros.

Los esfuerzos ministeriales de las iglesias de inmigrantes de primera generación generalmente encajan en la categoría que Wan cataloga como “misiones de la diáspora”, que es una porción de la tendencia misionera más amplia. Pero a medida que los Estados Unidos lucha contra el nacionalismo y la acalorada retórica pública en torno a la inmigración, esta sección particular tiene un enfoque especial.

Las entrevistas con más de dos docenas de líderes misioneros revelaron una imagen de un movimiento creciente pero tenue. En las iglesias latinas en particular, donde una vasta franja de fieles son indocumentados, el espectro de la deportación ha enfriado muchas actividades externas y forzado a pastores a centrar la atención en sus congregaciones para consolarlos. “Mi trabajo como pastor es muy difícil”, dijo Mario. “Tienen miedo, y constantemente predico sobre eso”.

Tan consecuencial como la reciente represión contra los inmigrantes, son las reiteradas amenazas del presidente Donald Trump de cancelar las remesas —o al menos imponer impuestos sobre ellas— a México y a otros países. Casi todos los programas de misiones en este artículo dependen en gran medida de las transferencias personales de dinero.

“Siempre que ha habido oleadas de sentimientos anti-inmigrantes —y particularmente anti-latinos— [el movimiento] ha sido frágil”, dijo Martínez. “Pero también es frágil por la naturaleza misma de la gente involucrada. Siempre están en movimiento, siempre están buscando la próxima oportunidad”.

Incluso si los proyectos de misión de inmigrantes pueden sobrellevar el actual zeitgeist (espíritu del momento) nacional, no hay garantía de que la próxima generación desee llevarlos adelante. Las congregaciones de inmigrantes de primera generación luchan con un interés menguante por parte de los líderes jóvenes que algún día asumirán las riendas de las misiones, algo similar a la crisis del “éxodo silencioso” que aterrorizó a las iglesias coreano-americanas a finales de los años noventa.

En el último recuento, el pueblo de Urequío tenía 700 habitantes.Alicia Vera
En el último recuento, el pueblo de Urequío tenía 700 habitantes.

En Peniel en Wilmington, la iglesia está planificando su primer viaje misionero de la juventud a la ciudad donde sus pastores crecieron y todavía visitan regularmente. “La nueva generación no va a Urequío”, dijo Cortés. Quiere inspirar en ellos una nueva pasión por las misiones. “Los jóvenes ahora viven sus vidas cómodas, y no se dan cuenta de la pobreza que existe allá”.

En cuanto a la generación actual, muchos estudiosos de misiones tienen algo de lo que quieren desahogarse.

“Quisiera que la iglesia en el norte estuviera atenta a lo que Dios está haciendo en otro lugar, y no suponer que si no aparecemos, las cosas no suceden”, dijo Martínez de Fuller.

Argumenta que el crecimiento más rápido de las misiones está ocurriendo ahora entre los esfuerzos de los pobres hacia los pobres, o en sus palabras, de la periferia a la periferia. “Los cristianos pobres de todo el mundo nunca recibieron la noticia de que necesitaban dinero para poder hacer obra misionera”, dijo.

Esto, resulta, es un estribillo entre los pensadores de las misiones de la diáspora.

“Una de las narrativas erróneas más prevalentes es esta noción de que los inmigrantes están llegando a nuestras puertas, y que por eso tenemos la oportunidad de evangelizar o hacer algo por ellos”, dijo Matthew Krabill, un estudiante de doctorado en Fuller.

Krabill creció en Côte d'Ivoire y sirve en el personal de una iglesia africana en Pasadena. Ha visto un buen número de programas de misiones para los inmigrantes —una iglesia nigeriana, por ejemplo, que subvenciona un albergue para la recuperación de niños soldados en Nigeria y ora por ellos durante los servicios de adoración transmitidos por Skype. Piensa que demasiados cristianos estadounidenses —por más que se esfuercen por ver las cosas en una manera diferente— siguen actuando como si tuvieran todo el poder y que necesitan hacer algo para salvar a los inmigrantes. “La mayoría de los inmigrantes no se ven a sí mismos en las caracterizaciones que la mayoría de los evangélicos hacen de ellos”, dijo.

Wan lo expresa así: si hay algo que los evangélicos norteamericanos pueden aprender de esta crítica académica, es que deben “darse cuenta de lo que está pasando y acogerlo como una oportunidad divina”.

En la opinión de Wan, el movimiento de las misiones para inmigrantes es acogido siempre que una iglesia de mayoría anglo sajona permanece en un barrio a pesar de los cambios demográficos, y siempre que una iglesia ofrece clases de inglés y capacita a los nuevos inmigrantes para asumir papeles de liderazgo.

Krabill trabaja en estrecha colaboración con el comité de misiones de la Conferencia Pacífica Suroeste de la Iglesia Menonita de los Estados Unidos, donde las estadísticas demográficas de las iglesias han cambiado dramáticamente en las últimas décadas (hoy 35 de sus 40 iglesias son congregaciones de inmigrantes de primera generación).

Por su parte, quiere que las denominaciones encuentren nuevas formas de llevar los esfuerzos misioneros dirigidos por inmigrantes bajo su paraguas de misiones formales, lo que puede significar buscar llegar a un acuerdo cuando las estrategias de misiones tradicionales y de base difieren. En el caso de los menonitas, Krabill dijo que las iglesias de inmigrantes a menudo tienen diferentes enfoques para el establecimiento de la paz que las congregaciones antiguas. “Algo en la denominación tiene que hacer espacio para ese tipo de relaciones”, dijo.

O no. Martínez piensa que algunos esfuerzos de las misiones de inmigrantes serían aplastados bajo el peso de la burocracia y se pregunta qué fuerzas del evangelio se desatarían si los filántropos cristianos se sentaran en las bancas de las iglesias de inmigrantes y discretamente colocaran cheques en el platillo de la ofrenda. “Estas iglesias no necesitan un millón de dólares; no podrían manejarlo si lo tuvieran”, dijo Martínez. “Pero con 1.000 dólares pueden hacer mucho —podrían construir una casa entera en algún lugar junto con una iglesia local”.

Los entusiastas de la diáspora dicen que los riesgos son sorprendentemente altos para un movimiento misionero que sigue siendo invisible para la mayoría de los evangélicos estadounidenses. A medida que muchas organizaciones de misiones tradicionales se fusionan o cierran sus puertas (ver "Cuando el ayudar daña a los ayudados", página 13), los esfuerzos de las misiones de inmigrantes pueden ser la mejor esperanza de sostener la próxima generación de misiones de los Estados Unidos. “La mayoría del crecimiento de la iglesia en todo el mundo vendrá de misioneros informales” como estos, dijo Martínez.

La iglesia de Cortés ha financiado generosamente a la Iglesia Cristiana Peniel en Urequío, México. “Somos muy unidos”, dijo.Alicia Vera
La iglesia de Cortés ha financiado generosamente a la Iglesia Cristiana Peniel en Urequío, México. “Somos muy unidos”, dijo.

Para el 2013, Valentín Salamanca se había establecido en otra región de El Salvador donde podría construir una nueva iglesia y relanzar el ministerio transnacional con su hijo. Mario y la iglesia estadounidense comenzaron a recaudar fondos para comprar una propiedad, pero la congregación estaba nerviosa por los riesgos de seguridad.

Pero en ese entonces la esposa de Mario, Kenelma, fue diagnosticada con leucemia aguda.

Es una historia agotadora que implica una búsqueda global de un donante de médula ósea y momentos en que creían que podría morir en cuestión de semanas. Pero termina bien: recibió un trasplante y, en total, fue hospitalizada por casi tres meses, pero nunca pasó una noche sola. Porque una mujer tras otra de su iglesia se ofrecieron a dormir a su lado, Kenelma tuvo una idea: estas mujeres podrían salvar la obra de misiones que ellos habían empezado.

El ministerio de las “Maestras del Bien” comenzó como una simple serie de clases para capacitar a las mujeres de la iglesia con conocimiento bíblico, formación espiritual, habilidades básicas de consejería y visión empresarial. Vendieron pupusas y tamales para financiar microcréditos para un puñado de mujeres en el programa. Una tomó un préstamo de 500 dólares y comenzó a vender joyas de bajo costo en el centro de Los Ángeles; ahora es propietaria de su propia casa.

Es un programa clásico pentecostal, con un presupuesto muy reducido, sin pretensiones y que no requiere de títulos avanzados. Hay artesanías involucradas. Y se ha extendido como el fuego entre las redes de la iglesia. El año pasado, las Maestras del Bien graduó su primera clase de 20 en una iglesia en El Salvador, en una ceremonia oficial y con su apropiado vestuario, otorgando formalidad a cosas que de otra manera serían informales. Las iglesias de Tijuana, México, han adoptado el programa y han graduado docenas de mujeres, muchas de las cuales nunca terminaron la escuela secundaria y ahora tienen fotos de sí mismas en toga y birrete.

“He visto tantas mujeres que cobran vida”, dijo Kenelma, quien dirige el programa en expansión junto a otra mujer en la iglesia. “No creo que yo realmente existía antes de esto.”

El programa es la nueva fibra del plan de Mario y de su padre para reconstruir sus ministerios de compasión en El Salvador. Este año o el próximo, la iglesia expandirá el componente de micro préstamos a Tijuana y, esperan, a El Salvador. Ellos todavía tienen la intención de construir un nuevo templo, pero en lugar de construir un centro de patrocinio infantil, ellos llevarán a cabo su programa de desarrollo a través de la creciente red de mujeres laicas que ya conocen sus comunidades y serán capacitadas para ayudar. La estrategia, diseñada para pasar desapercibida por las pandillas, requiere pocos viajes desde los Estados Unidos y sólo es posible gracias a las conexiones transnacionales de gran alcance de las iglesias.

“Tenemos que reconsiderar cómo hacemos nuestro ministerio”, dijo Mario. Y de esta forma, Mario y su padre ven el secuestro como algo providencial, forzando otra migración que está estimulando nuevas maneras de difundir el evangelio. Valentín dejó una red de iglesias vibrante en una parte de El Salvador y tiene la intención de construir otra. “Si usamos a la gente local, si los entrenamos y les enseñamos, ellos desarrollarán un ministerio”, dijo Mario.

William Rodríguez es un amigo de Mario de la universidad bíblica y ha estado reconsiderando sus ministerios, también. Rodríguez, que también es de El Salvador, pastorea una iglesia mayormente de inmigrantes en un barrio de clase obrera del noreste de Los Ángeles. Inició la Iglesia Pentecostal Esmirna en una antigua imprenta, donde su rebaño de 60 agregó más capas de pintura en el santuario para cubrir las paredes llenas de tinta. Hoy día predica a más de 300 personas a la semana en un llamativo edificio estilo capilla que la congregación alquila con espacio de sobra .

Al igual que la iglesia de Mario, la iglesia de Rodríguez tiene despensa de alimentos. También dirige un programa después de la escuela para jóvenes de bajos ingresos. El orgullo de su programa de misiones internacionales, sin embargo, es un proyecto lanzado por una pareja de la iglesia en la ciudad fronteriza mexicana de San Luis Río Colorado. Hace como unos cinco años, la pareja se fue de Los Ángeles y se trasladó a este pueblo en la encrucijada del desierto, la ciudad natal de la esposa, para dirigir una iglesia y un programa de desarrollo infantil.

La congregación de Rodríguez financió el edificio de la iglesia en México y construyó la mayor parte a mano, amontonándose en una resistente van blanca que ha hecho el viaje de cinco horas aproximadamente 40 veces. En un reciente domingo por la noche, llevaron al santuario bolsas de ropa y comida donadas para el próximo viaje.

William Rodriguez, pastor en Los Ángeles, cree que los inmigrantes latinos están despertando a las misiones. “Podemos dar. Podemos hacerlo nosotros mismos”, dijo.Zachary Bako
William Rodriguez, pastor en Los Ángeles, cree que los inmigrantes latinos están despertando a las misiones. “Podemos dar. Podemos hacerlo nosotros mismos”, dijo.

El programa de México ayuda a alrededor de 50 niños al día con comida y actividades después de la escuela. También es financiado por la congregación de Rodríguez a través de patrocinios de 20 dólares al mes y, naturalmente, vendiendo pupusas en la calle frente a la iglesia. Rodríguez calcula que alrededor de 200 personas se han convertido a través de los ministerios conjuntos.

Pero su iglesia tiene un problema de dependencia. “Si no enviamos el dinero, el programa no existiría”, dijo Rodríguez. “¿Qué pasará si algo nos sucede aquí y ya no podemos ayudar? Entonces sufrirán”.

Esto acepta él: a lo largo de la jornada del movimiento misionero inmigrante, inevitablemente tomará algunas de las mismas vueltas equivocadas que tienen los misioneros constituidos y probablemente algunas nuevas.

Una crítica común a las remesas de los inmigrantes —y, por extensión, a los esfuerzos de ayuda extranjera de los inmigrantes— es que crean dependencia en las comunidades pobres y no empoderan. Es también, para ser justos, una crítica dirigida a los esfuerzos de las misiones estadounidenses desde que Adoniram y Ann Judson, considerados por muchos los primeros misioneros norteamericanos, abordaran un barco para Birmania en 1812.

Rodríguez ha estado leyendo últimamente sobre la fe y la economía —e incluso ha asistido a algunos seminarios sobre esos temas. Le pide a Dios sabiduría para saber cómo los proyectos misioneros de su iglesia pueden ayudar a las personas a ayudarse a sí mismas. Porque si alguien siente el dolor y los peligros de la dependencia, son los hombres y mujeres en sus bancas. Son los financieros de cada soñador que dejaron atrás.

“Creen que soy un banco”, se quejó uno de los miembros.

“¿Creen que aquí recogemos dinero de los árboles?”, preguntó otro.

Pero analizar las necesidades no es simple —no lo es para un equipo anglo sajón de misiones a corto plazo de Kansas, ni tampoco para aquellos que tienen todas las herramientas culturales y habilidades lingüísticas para saber mejor. “Dicen que no tienen nada que comer”, dijo Rodríguez. “¿Qué pasa si es verdad y yo soy el único que puede ayudar? Nos hace sentir mal —porque aquí estamos comiendo bistec”. Por ahora, Rodríguez y muchos de los pastores de su red se contentan con improvisar el enfoque de sus misiones: como pentecostales, siempre se han aferrado más a la dirección del Espíritu Santo que a estrategias formales. Pero en un reciente domingo por la tarde, Rodríguez predicó a su congregación sobre el crecimiento personal. Habló sobre la visión y sobre hacer planes para lograrlo, planes que tienen sentido para una iglesia de inmigrantes, una iglesia que vende tamales para salvar almas.

“Porque muchos vienen de familias muy pobres, nos vemos como el campo misionero y no como los misioneros. Estamos cambiando esa mentalidad a ‘podemos dar. Podemos hacerlo nosotros mismos’”, dijo Rodríguez. “Y esperamos hacer mucho más en el futuro”.

Andy Olsen es editor de Christianity Today.

“Si solo hubieras podido estar aquí”

Aun cuando pensamos que Dios no está con nosotros, sí lo está.

Christianity Today June 1, 2017
Inbetween / Lightstock

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional del Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

La muerte es siempre un tema sobre el cual no nos sentimos cómodos de hablar. Algunos tenemos miedo de nuestra propia muerte y de la nuestros seres queridos. Como capellán de hospital, me senté con muchas personas al pasar de esta vida. Algunos resisten la muerte amargamente mientras que otros encuentran consuelo pensando que ya se van a encontrar con su Salvador. Estos creyentes se dan cuenta que Dios siempre está con nosotros incluso en la muerte.

A menudo me he preguntado lo que Marta y María deben haber sentido cuando Lázaro murió. Después de todo, eran amigas muy cercanas de Jesús. Él había visitado su casa para compartir su mesa y para enseñar. Por lo tanto, le enviaron un mensaje diciéndole que Lázaro —su hermano y amigo— estaba gravemente enfermo. Y luego, esperaron. Un día. Dos días. Tres días. Cuatro días. Y para entonces ya era demasiado tarde. El funeral ya había terminado.

De hecho, ya habían pasado más de la mitad de los siete días de intenso luto que se acostumbraban en la tradición judía. Por cierto, para cuando Jesús decidió ir a Betania para visitarlos, ya había pasado el punto de no retorno. Sin duda, las hermanas se sentían miserables.

Cuando Marta oyó que Jesús estaba cerca, silenciosamente y discretamente dejó su casa y a su hermana. Sus amigos y otros dolientes habían venido a consolarlos. Sólo puedo imaginarme el estado de Marta mientras corría. ¡Oh, sí! Estoy seguro de que ella corrió para encontrar a Jesús. Su corazón estaba adolorido y casi a punto de estallar. Marta quería atacar con palabras amargas. Y lo hizo. En cuanto vio al Señor, preguntó apresuradamente: “¿Dónde estabas, Jesús? Tú sabes que si hubieras estado aquí, Lázaro no habría muerto.”

Sus palabras eran punzantes. Había estado reprimiendo su dolor. Jesús con calma y con cariño le dijo: “Tu hermano se levantará otra vez.” A lo que ella sarcásticamente respondió: “¡Sí, sí, lo sé!” Pero con cada latido de su corazón, ella realmente estaba diciendo, “quería que estuvieses aquí para prevenir este horrible evento.”

Mientras tanto, Jesús respondió: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” Entonces Jesús le hace una pregunta directa: “Marta, ¿crees esto?” A lo que Marta respondió, “Sí, señor. Yo creo.”

En la escena siguiente, Marta está susurrando al oído de María. Le dice a su hermana que acaba de encontrarse con Jesús y que pedía verla. Sin decir una palabra, María salta y se pone de pie y corre fuera de la casa. Esto es lo que había estado esperando. No es que María fuese desconsiderada con sus amigos que estaban en su casa. Simplemente, su corazón y su alma —preocupada como estaba— necesitaban cuidado. Necesitaban alivio. María necesitaba ver a Jesús. Sus amigos naturalmente asumieron que María había salido para ir a la tumba. Así que, la siguieron.

Cuando María se encontró con Jesús cayó de rodillas delante de él. Sólo me puedo imaginar sus lágrimas corriendo por sus mejillas ya agrietadas cuando mira a Jesús y audazmente declara: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”. En su dolor, culpó a Jesús por la muerte de Lázaro. Tanto ella como su hermana creían que se hubiera podido evitar la muerte de su hermano. Murió, así que María dejó salir sus palabras atropelladoras.

El Dr. Tomás Rivera, uno de los amigos de mi padre, escribió mucho sobre su vida de migrante durante las décadas de los 40s y 50s. Cuando era joven, Tomás y su familia viajaban desde nuestra ciudad de Crystal City a buscar trabajo en “las piscas”. A pesar de su éxito posterior como profesor, nunca olvidó sus años formativos. En su libro, Y no se lo tragó la tierra, Tomás habló en una manera muy personal sobre el tema de la muerte en su familia.

Tomás culpaba a Dios por sus problemas. De hecho, maldijo a Dios cuando su padre casi muere por insolación debido a los soles intensos. Cuando su padre estaba en recuperación, Tomas se negó obstinadamente a arrepentirse. “Miró hacia el suelo y le dio una fuerte patada y dijo: ‘¡Todavía no, todavía no me puedes tragar!’”

Tomás, María y Marta no se dieron cuenta que Dios está presente con nosotros en todo momento, incluso durante momentos de dolor y duelo. El Evangelio de Juan dice que Jesús lloró frente a la tumba de Lázaro. Jesús se entristeció al ver a sus amigos en tanta agonía. Él hizo la pregunta que cualquiera de nosotros hace cuando un buen amigo ha muerto. “¿Dónde se le puso? ¿Dónde está?” Mientras Jesús caminaba con Marta y María a la tumba se turbo y se conmovió profundamente. Los espectadores declararon abiertamente, “¡Mira cómo lo amaba!”

La tumba era tan solo una cueva con una piedra muy grande en la entrada. Jesús les mandó: “Quiten la piedra.” Marta, la hermana práctica, se comienza a inquietar y a preocupar. Cuando ya no puede guardar silencio, le dice a Jesús, “¿Realmente piensas que deberíamos hacerlo? Señor, va a oler mal.”

¡Hay tanta vida en esa cueva como en el valle de los huesos secos de Ezequiel! Sin embargo, Jesús habla palabras de vida con una potente voz. “¡Lázaro, ven adelante!”

Tengo plena confianza de que María y Marta guardaron el aliento sin saber qué decir. Sin siquiera pestañear, deben haber fijado sus ojos sobre la apertura de la cueva. ¿Era posible? ¿Las engañaban sus oídos? ¿Escuchan verdaderamente el arrastrar de los pies vendados? Algunos de los espectadores se deben haber desmayado. Otros se deben haber quedado con las bocas abiertas —los ojos tan grandes como platillos— mientras que otros gritaban con alegría al ser testigos de que su amigo, que había muerto, salía de la oscuridad de la cueva a la luz del sol.

Me puedo imaginar las primeras palabras de Lázaro resonando desde la boca de la cueva: “¡De lo profundo, oh Jehová, he clamado a ti!” Lo que sucedió después dejó a todos en estado de shock. Nadie pensó en liberarlo de sus lazos. ¡Qué escena debe haber sido! La muerte, por mandato de Jesús, retiró el reclamo que tenía sobre Lázaro, y este fue restaurado a la vida! ¡La tierra no se lo tragó!

En nuestros momentos más oscuros, podemos responder con resentimiento dando patadas al suelo y agitando los puños delante de Dios. O podemos poner nuestra fe en el Mesías —el Señor sobre la vida y la muerte. No tenemos que ser testigos de una resurrección, como María y Marta. Tenemos la certeza de que Dios siempre está con nosotros. Podemos poner nuestra confianza en las palabras de Jesús quien prometido: “He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.

Rev. Thelma Herrera Flores, MAR, es una diaconisa ordenada de la Iglesia Metodista Unida. Enseña sobre las religiones del mundo a nivel universitario en el departamento de filosofía del Tarrant County College en Fort Worth, Texas.

Tres disciplinas que hacen (o deshacen) a la líder latina

Como los corredores que se preparan para un maratón, las líderes latinas necesitan entrenarse para ser eficaces.

Christianity Today June 1, 2017
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Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional del Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Imagínese que alguien quiere correr en un maratón, sin embargo, no está en condición física. Lo mejor que podemos hacer es comenzar a entrenar para perfeccionar nuestras habilidades físicas y mentales, y así aumentar nuestra posibilidad de tener éxito en el maratón. En otras palabras, este corredor necesita practicar la disciplina —la preparación para realizar una tarea— para lograr el objetivo.

La misma idea se aplica en el contexto del liderazgo en la iglesia. He estado en muchos puestos de liderazgo, y he descubierto que las siguientes disciplinas son vitales para ser una líder eficaz y exitosa.

¿Disciplinas? Desafortunadamente, a menudo esta palabra tiene connotaciones negativas. Por ejemplo, el diccionario Merriam-Webster define disciplina de seis maneras, y tres de ellas tienen connotaciones negativas, tales como el castigo, el control o una regla. Dos de las otras definiciones hablan de la disciplina de estudio o instrucción, y otra menciona que la disciplina es “entrenamiento que corrige, moldea o perfecciona las facultades mentales o el carácter moral”. Esta última definición comunica el significado más positivo, y es la que se aplica a la vida de la líder latina.

En particular, hay tres áreas de la vida en que la disciplina es clave:

1. La disciplina espiritual

Para la líder cristiana, la disciplina espiritual es la base para el resto de su vida. Esta disciplina la lleva a someterse a Jesús como la fuente de vida y energía. Él dijo que aparte de él no podremos hacer nada, ni dar ningún fruto (Juan 15:4-5). Además, el Espíritu Santo es quien nos sostiene y empodera para cumplir nuestro llamado (Hechos 1:8 y Juan 14). Asimismo, el fruto del Espíritu Santo es el que nos permite vivir la vida cotidiana con la actitud correcta (Gálatas 5:22).

El someterse a la sabiduría, dirección, y poder de la Trinidad es el único camino al éxito.

No debemos “usar” a Dios con el fin de garantizar nuestro éxito. No, es una relación que se moldea de acuerdo a Mateo 6:33 “Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.” Es una disciplina motivada por la alegría de relacionarse con Dios, y el resto es una consecuencia. ¿Cómo cultivamos esta disciplina? La oración, la lectura de la Biblia y la meditación son los pasos a seguir.

Pero en el caso de las mujeres, la disciplina espiritual implica también tener una relación con una Santa Trinidad que está a favor de las mujeres y no en contra de ellas. Desafortunadamente, algunas iglesias exaltan el liderazgo masculino, y los dones de liderazgo de las mujeres son subestimados. Una buena disciplina espiritual debe llevarnos a reconocer que Dios levantó muchas mujeres líderes en la Biblia, y que Él ha creado a las mujeres con habilidades de liderazgo.

Como por ejemplo, está Deborah, una jueza en Israel, que le dijo a Barak que el Señor Dios de Israel le ordenó dirigir un ataque contra las fuerzas de Jabín, rey de Canaán y su comandante militar Sísara (Jueces 4:6-7). O la reina Ester, cuyo valor e iniciativa salvaron a su pueblo de la destrucción (vea el libro de Ester).

El Espíritu Santo reparte los dones según le place, y no se basa en categorías de género. (1 Corintios 12:11).

2. La disciplina personal

Normalmente las vidas cotidianas de las mujeres están llenas de ocupaciones. Pasan el tiempo cuidando de sus familias, laborando en trabajos seculares y sirviendo en la iglesia y organizaciones comunitarias. Dado que la comunidad latina está centrada en la familia, las mujeres de este grupo muchas veces cuidan no tan sólo de la familia nuclear sino también de la extendida. Este estilo de vida tan ocupado puede conducirlas a sentirse exhaustas. Por lo tanto, en este contexto, la disciplina personal implica al menos dos cosas: conocerse a sí misma y sus límites, y aprender a cuidarse mejor.

Cada mujer es diferente. El conocerse a sí misma le llevará a ser capaz de cuidarse a sí misma de una manera adecuada y óptima. ¿Es usted extrovertida o introvertida? Basándose en este conocimiento, ¿qué necesita para renovar su energía? ¿Tiempo a solas (introvertida) o tiempo con otras personas (extrovertida)? ¿Qué es lo óptimo en relación a su peso, comida, horas de sueño y rutina de ejercicios? ¿Qué consejos médicos tiene que seguir para mantenerse saludable? ¿Qué tipo de límites físicos y emocionales necesita establecer para ser una líder satisfecha y productiva?

El conocerse y cuidarse a sí misma son disciplinas fundamentales que le permitirán ser una mejor líder. ¿Por qué? Dios nos ha dado un solo cuerpo, por lo que debemos ser buenas mayordomas de éste. Además, cuando este cuerpo está dispuesto a cooperar con nosotras para alcanzar estas grandes metas de liderazgo, tendremos el éxito que Dios quiere.

3. La disciplina financiera

Una buena líder debe tener una economía saludable tanto en sus finanzas personales como organizacionales. Éste es un reto para toda mujer, pero lo es especialmente para la líder latina porque la comunidad latina tiende a tener muchos desafíos en esta área. Además de esto, la cultura común nos anima a vivir muy por encima de nuestro nivel y que lo hagamos pidiendo dinero prestado.

Sin embargo, una buena líder debe reconocer que el estrés financiero le roba mucha energía creativa y la distrae de las verdaderas tareas que está llamada a realizar. Por lo tanto, la disciplina financiera es un requisito para un liderazgo exitoso. Aquí no estoy hablando de ser rica, sino de tener una economía saludable para que las preocupaciones por el dinero no interfieran en el desempeño del liderazgo.

Frecuentemente se supone que nuestra vida privada no tiene nada que ver con nuestra vida pública, sin embargo, no es así. Si nuestras vidas privadas están en orden, no a la perfección, pero en el mayor orden posible, hay más posibilidades de que podamos convertirnos en líderes exitosas.

Qué Dios nos ayude a ser disciplinadas en las áreas espiritual, personal y financiera de nuestras vidas, para así de esta manera construir una base sólida y llegar a ser líderes exitosas. ¡Amén!

La Dra. Nora O. Lozano es directora ejecutiva del Instituto de Liderazgo para Latinas (Latina Leadership Institute – www.latinaleadershipinstitute.org), y profesora de estudios teológicos en la Universidad Bautista de las Américas (Baptist University of the Américas) en San Antonio, Texas.

Ayudando a los estudiantes a superar la ansiedad y la inseguridad

El enemigo quiere que nuestros hijos sientan vergüenza: aquí encontrará maneras para defenderse contra ella.

Christianity Today June 1, 2017
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Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Yvette Santana es apasionada por el ministerio y la educación. Tiene una maestría en psicología educativa y ha servido como consejera para jóvenes en alto riesgo en un ambiente de escuela pública urbana. Hoy la hermana Santana sirve como coordinadora de discipulado de mujeres para la región del suroeste de la Iglesia de Dios y como asesora de liderazgo para la Coalición de Fe y Educación.?

Andrea Ramírez, directora ejecutiva de la Coalición de Fe y Educación-NHCLC, entrevistó recientemente a Santana sobre el tema que es un desafío común para los estudiantes: superar la inseguridad.

¿Por qué es importante como cristianos, abordar el tema de la inseguridad, en lo que se refiere a la educación??

El tema de la vergüenza ha plagado a los hijos de Dios desde Génesis, cuando Adán y Eva se escondieron de Dios en el huerto. Tal vez sea la manera del adversario de destruirnos, no permitiéndonos avanzar hacia nuestros propósitos en Dios.

Podemos ayudar a los niños pequeños a sobreponerse a lo que empieza como inseguridad, pero que se convierte en un problema de vergüenza más tarde. Tal vez no leen tan bien como otros alumnos de primer año, o tal vez un niño puede no ser tan alto como otros niños del jardín de niños. Pero si podemos ayudarles a entender su valor en los primeros años, entonces su inseguridad puede transformarse en seguridad duradera. Al equipar a los estudiantes para reconocer su valor en Cristo, conquistamos un área donde el enemigo quiere ganar terreno.

Por ejemplo, si un niño aprende a sentir vergüenza por su tamaño físico, comienza a compararse con los demás, lo que daña su relación con otros niños. Puede evitar que reconozcan la intimidación y mantengan su terreno. Los maestros están a menudo en la línea de frente para observar cuándo y cómo sus estudiantes comienzan a caer en estos patrones.

¿Cómo podrían los padres ver esto manifestarse en casa?

Cuando su hijo dice que no quiere ir a la escuela, tiene un dolor de estómago constante por la mañana, algo inusual y repetitivo, es aconsejable investigar un poco más. Consulte a su pediatra si sospecha un problema médico. Pero a menudo, especialmente para los estudiantes de edad de escuela primaria, simplemente no saben cómo articular lo que están sintiendo. Por lo tanto, sus emociones pueden expresarse como una molestia física.

También puede preguntarle al maestro si su estudiante tiene alguna dificultad en el salón o con otros estudiantes. Usted puede darse cuenta que algo le está causando estrés en la escuela, y entonces podría tratar en casa esa ansiedad o inseguridad.

Otra manera en que los padres pueden abordar el tema es a través de compartir con los niños lo que a ellos personalmente les causó temor o inseguridad en la niñez. Al compartir cómo Dios le ayudó a superar el miedo, su hijo puede pensar: "¡Si mamá y papá lo hicieron, tal vez yo también lo pueda lograr!"?

¡Absolutamente! Y usted puede orar con ellos sobre sus áreas de inseguridad y miedo. Soy gran creyente en la oración antes de acostarse. Lea esa historia de la hora de acostarse y luego haga la oración por ellos: "Padre, hoy te agradecemos por cuidarnos, y mañana permite que Jimmy tenga un gran día, que confíe en ti con todo su corazón. Qué pueda estar atento cuando esté en clase." La oración es esencial.

Los niños que se quejan de dolores de estómago, o lo que sea, cada día de escuela ¿cómo puede usted investigar un poco más?

Encuentro que las conversaciones grandes con los niños pequeños ocurren mientras que usted está jugando un juego de mesa o cuando está en el automóvil. Los niños bajan la guardia cuando juegan y usted puede preguntar: “M’hijo, cuéntame sobre tu amigo Kevin, te vi en el patio de recreo después de la escuela hoy, y parecía que quizá estaban discutiendo. ¿Está todo bien? Esas conversaciones suaves les ayudan a sentirse seguros.

Incluso mientras estén en el asiento trasero del automóvil cuando usted conduce, las conversaciones son un poco más fáciles, ya que no están cara a cara. Haga preguntas abiertas en vez de "¿Cómo te fue?" Este tipo de pregunta ofrece una respuesta de una sola palabra: "Bien". Tal vez usted pueda preguntar "¿Qué fue lo mejor que pasó hoy?" ¿Qué fue lo peor que pasó hoy? ¡Esos tipos de preguntas requieren una respuesta que sea por lo menos una oración larga!

¿Qué inseguridades ve usted como un patrón para las niñas en particular??

Bueno, para las jovencitas, la inseguridad normalmente aumenta alrededor de los años de la escuela intermedia, del sexto año para arriba. Usted necesita observar los problemas de figura y autoconcepto de su hija. Nuestra cultura y nuestra sociedad ofrecen una imagen de belleza que refleja al 2% de nuestra población.

Puede abordar con sus hijas estas ideas sobre las imágenes distorsionadas de la belleza. Muéstreles el proceso que se usa en las revistas y carteleras para editar y retocar las fotos para que las modelos se vean mejor. Ayúdelas a valorar sus propios cuerpos y corazón y dones. Ayúdelas a sentirse seguras en su valor como hijas del Rey.

Una vez más, puede comenzar con un tiempo de oración, en conversaciones tranquilas donde usted dice, "tu valor no está en lo que otros piensan de ti. Tu valor está en lo que Cristo piensa de ti". Dígales tantas veces como pueda lo hermosas que son, no tan sólo a sus ojos, sino también a los ojos de su Padre Celestial.

¿Qué otras inseguridades son comunes para la mayoría de los estudiantes?

Una vez que salen de la escuela primaria, a menudo se encuentran en aulas más grandes, sintiéndose que pasan desapercibidos. Tienen varios maestros en lugar de uno solo, esto hace más difícil que realmente lleguen a conocerlos y amarlos.

Puede haber mucha inseguridad en tomar las pruebas. ¡Tan sólo la palabra tiende a aumentar la presión arterial! Sugiero descomprimir la ansiedad sobre la prueba por adelantado —y en línea. La Internet puede ser la mejor amiga de los padres. Recomiendo mucho los recursos como los consejos de "Listo para la prueba" en www.LearningHeroes.com.

Los estudiantes pueden sentirse inseguros sobre si encajan. Desde la vida académica hasta la vida social, la escuela intermedia y secundaria pueden ser lugares difíciles para encajar. Si hay un momento en que sus hijos necesitan oración, será en esos años de la adolescencia cuando las opciones para las amistades positivas pueden ser limitadas.

Eso me parece muy interesante, porque los aspectos emocionales y sociales realmente afectan la forma en que un niño aprende en la clase. A medida que los niños crecen, ¿cómo pueden los padres continuar involucrados en el ambiente escolar de sus estudiantes?

Cada padre tiene que ir a su escuela a preguntar cómo pueden ayudar mejor. La mayoría de las escuelas secundarias e intermedias, necesitan ayuda. Los fondos son limitados, y si le gustaría ser voluntario todos los lunes, les encantaría tener su ayuda quizás para cortar papel, hacer carteles, ir al correo, etc. Hágase amigo de su escuela. Vaya y diga: "¿Qué puedo hacer? Tengo un par de horas, ¿dónde me necesita?"

¿Qué pensamientos le gustaría ofrecer para concluir?

A los padres cristianos les diría: el enemigo quiere robarnos nuestra identidad de hijos de Dios, así que es importante tener conversaciones diarias con sus hijos o hijas. Obsérvelos. Sea sensible y permita que el Espíritu Santo le dé discernimiento si su hija o hijo no puede verbalizar sus inseguridades. Creo que el Señor nos lo revelará también a los padres.

Y animaría a estos padres a decirles a sus hijos: Busca sólo la aprobación de Dios. No se trata de lo que está haciendo el estudiante en el escritorio que está a tu lado. Se trata de ti y el Señor. Haz lo mejor que puedas. Trabaja arduamente.

No importa nuestra edad, nuestra identidad está enraizada en el amor de Dios por nosotros y en nuestra relación como sus hijos e hijas. El descansar en nuestra verdadera identidad es la mejor defensa contra los pensamientos ansiosos e inseguridades.

El ministerio de mujeres no es sólo para “hermanas”

Las mujeres jóvenes, casadas o solteras, necesitan un lugar en la mesa junto a las mujeres mayores en la iglesia.

Christianity Today May 4, 2017
Nicolas Castro / Lightstock

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional del Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Cuando le dije “lo prometo” a mi esposo, yo estaba consciente de los nuevos títulos de esposa, nuera, y cuñada; pero nadie me advirtió que llevaría el nuevo título de “hermana” en la iglesia. Crecí con la norma cultural de dirigirme a las mujeres mayores de la iglesia por “hermana.” Antes de que levanten sus cejas, permítanme establecer que “mayor” no significa anciana en edad, sino con más experiencia o madurez en la fe. Las “hermanas” eran las que estaban encargadas de los estudios bíblicos de mujeres, retiros de fines de semana, y en hacer comidas para los enfermos. Yo no esperaba que al casarme calificaría como “hermana.” Aunque el que me llamaran "hermana" era algo nuevo para mí, servir en el ministerio de las mujeres no lo era. Estoy agradecida por las mujeres en mi vida que entendieron el modelo de discipulado en Tito 2 y me invitaron a formar parte del liderazgo en el ministerio de mujeres cuando todavía era soltera. Incluso en aquel entonces, este fue un cambio cultural para mí, ya que creía que el ministerio de las mujeres era para las "hermanas".

No hay una forma exacta de cómo se recibe este título; sin embargo, parece existir una clasificación cultural de una mujer madura cuando uno llega a ser esposa. Una niña se gradúa del ministerio de niños al ministerio de jóvenes basado en su nivel escolar. Sin embargo, cuando una mujer joven se recibe de la escuela preparatoria, muchas veces se le sigue considerando parte del grupo de “jóvenes” hasta que se casa. Algunas iglesias hispanas tienen ministerios para adultos jóvenes, pero este ministerio muchas veces se combina con el ministerio de jóvenes. Esta perspectiva cultural envía el mensaje de que el ministerio de las mujeres es para las casadas o las que son madres. Los desafíos surgen cuando las mujeres jóvenes no tienen un lugar en la mesa del ministerio de las mujeres. Frecuentemente vemos que las mujeres jóvenes dejan la iglesia hispana en busca de una iglesia con un ministerio universitario y profesional, o abandonan la iglesia por completo. Las oportunidades limitadas para ministrar a las mujeres jóvenes contribuyen a la brecha generacional en las iglesias hispanas. Las mujeres jóvenes, casadas o solteras, necesitan un lugar en la mesa junto a las mujeres mayores. Cuando esto sucede, compartimos el gozo del salmista David: “¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía!” (Salmo 133:1). Fui testigo de tres cambios importantes que transformaron mi perspectiva sobre cómo las mujeres hispanas se involucran juntas en el ministerio de las mujeres.

1. Invitar a las mujeres jóvenes al equipo de liderazgo

Una iglesia que ministra a las mujeres de todas las edades debe incluir a mujeres jóvenes y mayores en el liderazgo. Cuando se acercaron a mí por primera para servir en el liderazgo del ministerio de mujeres, dudé en aceptar porque sentí que todavía no era mi lugar. Aunque crecí en la iglesia y dirigí la Escuela Dominical de los adultos jóvenes, pensé que serviría en el ministerio de las mujeres más adelante en la vida. Lo que las otras mujeres en el liderazgo vieron fue la necesidad de que las mujeres jóvenes participaran en el ministerio. Ellas querían enseñar y aconsejar a las mujeres jóvenes (Tito 2:4).

Cuando existe este tipo de liderazgo en la iglesia, las que lideran a las jovencitas no deben dirigirse exclusivamente a las mujeres jóvenes, ni las que lideran a las mujeres mayores deben dirigirse exclusivamente a las mujeres mayores. El propósito y objetivo final es la unidad entre todas las mujeres en la iglesia. La representación más joven no tan sólo trae una perspectiva generacional diferente a la mesa, sino que también provee una oportunidad para enseñar a las mujeres jóvenes las cualidades de la sana doctrina.

2. Afirmar los dones de las mujeres jóvenes

Pablo entendió las dificultades que su hijo en la fe, Timoteo, encontraría debido a su juventud espiritual. Sin embargo, Pablo aun así animó a Timoteo a usar sus dones y a no permitir “que nadie te menosprecie por ser joven” (1 Timoteo 4:12). Como hombre mayor en la fe, Pablo afirmó los dones de Timoteo, un hombre más joven en la fe. Así mismo, cuando Pablo escribe a Tito con respecto al ministerio en Creta, habla de la relación de enseñanza que debe existir entre las mujeres mayores y aquellas que son más jóvenes en la fe (Tito 2:3-4).

Es posible que las mujeres jóvenes necesiten ayuda en cómo usar sus dones espirituales. Las mujeres mayores en la fe tienen la oportunidad de acercarse a las mujeres jóvenes y mostrarles cómo usar sus dones. Tanto mi madre como la esposa del pastor vieron el don de liderazgo en mí. Estas dos mujeres estaban a mi lado para hacer la tarea de discipulado y enseñarme cómo usar ese don para la gloria de Dios. Las mujeres jóvenes que nos rodean necesitan escuchar la afirmación de sus dones espirituales y tener oportunidades para que los practiquen.

3. Cultivar la comunidad entre todas las mujeres

Cuando María, por conducto del ángel Gabriel, se enteró de su embarazo, fue de prisa a Elisabet y se quedó con ella unos tres meses (Lucas 1:39, 56). ¿Por qué esta mujer joven tenía urgencia en ir a una mujer que era avanzada en años? Porque María sabía las palabras de bendición y enseñanza que recibiría de Elisabet. Este es el tipo de comunidad que necesitamos en nuestras iglesias. Necesitamos mujeres mayores con buena voluntad y capacidad para enseñar a las mujeres jóvenes. También necesitamos mujeres jóvenes con una disposición para aprender. Esta relación de maestro-estudiante provee gran edificación y unidad en la iglesia.

Mi oración es que el modelo de discipulado que se encuentra en Tito 2 opere hoy en nuestras iglesias hispanas. Agradezco a las "hermanas" que me invitaron por primera vez al liderazgo del ministerio de las mujeres, afirmaron mi don de liderazgo, y cultivaron un sentido de comunidad en mí. Qué gozo sería ver a más mujeres jóvenes experimentar este tipo de discipulado para que todos continuemos en la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo (Efesios 4:12).

Irene Gallegos es la directora del ministerio de mujeres en la Iglesia Bautista Getsemaní en Fort Worth, TX.

Ya tenía once años, y todavía no sabía leer

‘¡Le pedí a Dios que me enseñara a leer y lo hizo!’

Christianity Today May 4, 2017
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Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Bianca Juárez Olthoff es Narradora Principal para The A21 Campaign, Directora Creativa para Propel Women, oradora popular y autora de Play with Fire. Bianca ha pasado los últimos diez años movilizando el pueblo de Dios al lado de su esposo Matt Olthoff, Director Ejecutivo y pastor del Proyecto Europa.

La Dra. Andrea Ramírez, Directora Ejecutiva de la Coalición de Fe y Educación – NHCLC, escuchó a Bianca hablar en la Reunión IF 2017: Reunión sobre el poder de Dios para cambiar vidas. Esta conversación con la Dra. Ramírez relata cómo Dios contestó la oración de Bianca, de once años de edad, de aprender a leer. La repuesta de Dios a esa petición ha abierto puertas a un ministerio internacional como oradora y autora.

¿Cómo formaron su niñez la pobreza y la fe?

Me crie en la jungla urbana del este de Los Ángeles, pero mis padres creían en la oración y en los milagros cuando se trataba de nuestra educación. Comprometido a nuestra familia y comunidad, mi padre, un inmigrante mexicano, dirigió grupos misioneros y trabajó varios empleos para darle de comer a su familia de seis. Mi madre puertorriqueña nos enseñó a todos en casa. Cuando no había comida, con mucha confianza orábamos por comida y Dios proveía.

Cada noche mi padre pedía bendiciones sobre su familia antes de que nos acostara. Al besarnos la frente y apagar la luz, nos decía que éramos bellas y amadas. Así como yo creía en mi padre biológico, sabía que tenía que confiar en mi Padre celestial.

Sabía que Dios me amaba y que tenía un plan para mi vida aunque mi infancia no era tradicional. Toda nuestra familia compartía una casa pequeña, sin aire acondicionado, al lado de un vecino esquizofrénico que vendía drogas desde su patio. Comprábamos en las segundas y en las tiendas que tenían contenedores de gangas. A nuestra casa se metieron a robar varias veces, personas adictas a las drogas buscando robar algo para su próxima necesidad. Pero aun así, sabía que era escogida. Sabía que se me había prometido una vida que era diferente a la que veía.

¿Específicamente, como impactó la Escritura su perspectiva de la vida?

Los hijos de Israel confiaban en las promesas de Dios incluso cuando las situaciones no tenían sentido —así es como mi maestro de Escuela Dominical, el señor Charles, lo explicaba. Bajo el dedo de Faraón, el adorado gobernante de Egipto, los israelitas soportaron más de 400 años de esclavitud. Trabajaron sin parar y fueron maltratados y no valorados. Pero, como nos enseñó el señor Charles, el libro de Deuteronomio detalla la vida de los israelitas, el pueblo escogido por Dios para ser su pueblo elegido.

El ser escogido no necesariamente quería decir estar cómodo. La opresión que sufrieron los israelitas, los abusos que sufrieron, y el abandono que debieron sentir, penetró profundamente sus corazones. Pero esto es lo que sé ahora: el pueblo escogido de Dios clamó a Dios para que los rescatara. Pidieron lo que necesitaban. Empecé a creer que las promesas en la Biblia no eran sólo para gente bonita, pulida y perfecta. Eran para mí también.

¿Y cómo es que esta verdad se aplicó a la vida de una niña de 11 años?

Es fácil verlo ahora; cuando yo clamé a Dios, Él me escuchó. No experimenté un sacudir, ni una luz del cielo, pero sentí algo dentro de mí como lo sentí cuando mi maestro de Escuela Domincal habló sobre la libertad —era un sentir profundo en mi corazón y muy dentro de mis huesos.

A los 11 años era obesa y analfabeta. Oré una gran oración —la más grande oración que esta niña de once años pudo haber hecho. Le prometí a Dios que si Él me daba las palabras, yo le daría mi voz. No tenía idea de lo que eso realmente significaba, pero se oía bonito. Le confesé que no quería ser esa niña tonta y gorda, y creí sencilla y honestamente que Dios podía ayudarme.

¿Cómo contestó Dios su petición?

En los próximos meses, mi mamá quedó sorprendida al ver el cambio repentino en lo que yo comprendía y retenía de la lectura. No me malentienda: no era un genio, pero mi habilidad en la lectura aumentó rápidamente. En las noches me quedaba despierta tarde leyendo con una linterna en la cama, llevaba libros conmigo cuando mi mamá hacía sus mandados, y escogía leer en casa en vez de jugar con los otros niños del vecindario.

Ya que supe que podía leer, me sentí empoderada. Un mundo nuevo se me abrió y descubrí que si lo podía leer, lo podía aprender. El conocimiento se convirtió en poder, y consumía los libros como si fueran pan calientito. Iba a cambiar mi vida. Ya no iba a ser la niña tonta.

¿Cómo cambió esto su vida?

Aunque nuestra madre tomó nuestra educación muy en serio, los métodos formales de la educación no eran su énfasis. Una "hippie" de corazón, mi mamá se basaba en las creencias del Dr. Raymond Moore y su libro: Más vale tarde que temprano. No se preocupaba de los exámenes estatales cuando nos enseñaba utilizando proyectos de arte y experimentos científicos prácticos.

La primera vez que tomamos los exámenes estatales, mi hermana y yo recibimos calificaciones vergonzosamente bajas, sin embargo, no estoy segura de que mi mamá se preocupaba porque sus gemelas de 11 años no sabían leer.

Cuando meses después llegó el momento de tomar los exámenes estatales otra vez, me senté nerviosamente en un pequeño escritorio en un cuarto grande, con otros 40 niños que habían sido educados en casa. Miré a los otros niños en el cuarto y traté de no preocuparme que parecieran más inteligentes que yo. Le pegaba al escritorio con mi lápiz —un escape para mi ansiedad— y oré rápidamente. Desesperadamente, puse lo que había aprendido y el examen mismo en las manos de Dios. Todavía con mis ojos cerrados, escuché a la maestra decir, “empiecen clase”, le pedí a Dios que continuara la obra que había empezado en mí, y empecé con el examen.

Semanas después llegaron los resultados por correo y esperamos a que llegara mi papá para abrir los dos sobres con nuestros resultados. Ansiosamente abrí el primer sobre y les leí los resultados a mis padres. Confundida, mi mama pidió ver la carta para leer ella misma lo que decía. No tan sólo había mejoras en la comprensión y retención, sino que mi nivel de puntuación estaba a la par de los estudiantes en el grado 11. Con mucho orgullo y gozo, mi mamá me dio los resultados y sentí que estaba tomando en mis manos una carta directa de Dios, una prueba tangible de que Dios había escuchado mi oración. Tal como escuchó el clamor de los Israelitas cuando estuvieron oprimidos por los egipcios, Él escuchó a una niña con grandes sueños.

Me di vueltas, descalza en la cocina y le di un gran abrazo a mi sonriente madre diciéndole, “¡Le pedí a Dios que Él me enseñara a leer y lo hizo!” Oí las palabras del señor Charles resonar en mi mente, “Así es. No hay nada que nuestro gran Dios no pueda hacer.”

“Si Tú me das las palabras,” le había prometido, “yo te daré mi voz.” Y allí en esa cocina, dancé en agradecimiento por la fidelidad de Dios y alabé Su santo nombre.

Ese examen reveló su crecimiento en la lectura, y su corazón reveló su crecimiento espiritual. ¿Qué le gustaría compartir con otros estudiantes que se sienten ansiosos a causa de la lectura o los exámenes?

Les diría que oren grandes oraciones —que le pidan a Dios lo que necesitan. Ya sea ayuda con la lectura o las matemáticas o por comida sobre la mesa. ¡USTED le importa, así que pídale ayuda! También animaría a los que luchan a pedir ayuda; no tan sólo de Dios, sino de adultos dispuestos a ayudarles. No hay vergüenza en pedir ayuda. Por último, empiece a mantener prueba de la fidelidad de Dios (¡escriba cómo Dios ha contestado!). Si tiene fecha y tiempo de cuándo Dios suplió su necesidad, le recordará que Él puede y quiere —y lo hará otra vez.

El llamado del clarín a ser luz

Se hace un llamado para que cada creyentes individualmente y la iglesia se levanten y confronten la oscuridad en cada aspecto de sus vidas.

Christianity Today May 4, 2017
Josh Boot / UpSplash

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional del Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Mientras el presidente Trump se aproxima a sus primeros cien días en el cargo, hablamos con el Dr. Rdo. Samuel Rodríguez sobre su lectura bíblica en la investidura presidencial y lo que él describe como el llamado del clarín para que cada creyentes individualmente y la iglesia se levanten y confronten la oscuridad en cada aspecto de sus vidas, que es el mensaje de su exitoso libro, Ser luz.

Ya que el Rdo. Rodríguez es el primer pastor evangélico hispano que ha sido invitado a participar en una investidura presidencial, escogió leer sobre el Sermón del Monte, y concluyó con el llamado de Cristo a Sus seguidores para ser la luz del mundo.

Con solounos minutos para hablar en la investidura, ¿qué lo motivó a leer del capítulo cinco de Mateo?

De una manera muy real, vi esta oportunidad, este honor, de ser invitado a ser parte de la plataforma política por excelencia del planeta como un momento distintivo en la historia, para que la Palabra de Dios traspasara el ruido y la confusión y hacer un llamado una vez más a cada creyente para ser luz —en nuestras familias, comunidades, nación y el mundo.

Creo que nuestra nación está al borde de otro Gran Despertamiento. Aunque debemos participar políticamente, debemos hacerlo como un acto de testimonio profético. El cristianismo holístico no sacrifica la verdad en el altar de la conveniencia política. Dios me recalcó de que le recordara a todos lo que Él verdaderamente considera que es la forma de compartir nuestra luz y ser una bendición para tantos que están bajo el manto de la desilusión que se cierne en nuestros días.

Nuestra nación se enfrenta a tantos problemas y amenazas internas y del exterior, y todo pinta un cuadro oscuro. ¿Cómo podemos ser luz en estos tiempos y qué lo llevó a escribir Ser luz?

No podemos negar que vivimos en tiempos oscuros. Como creyentes, es muy fácil perder de vista la verdad de que la batalla en los Estados Unidos no es entre republicanos y demócratas o liberales y conservadores. A pesar de la tentación de involucrarnos en estas disputas sin importancia, sabemos que la verdadera batalla es entre el cielo y el infierno, las tinieblas y la luz.

Hace algún tiempo, estuve predicando, escribiendo y teniendo conversaciones sobre la creciente oscuridad que invade y amenaza nuestra sociedad y cultura. Como tantos de nosotros, vi ataques en un número creciente de frentes. Pero hubo un momento en mi sala cuando Dios cambió mi energía y mi enfoque de criticar la oscuridad —incluso maldecirla— a simplemente encender la luz. Ese cambio fue el génesis de la jornada que me condujo a escribir Ser luz.

Sabemos que Cristo nos llama a ser luz, pero ¿qué implica ser luz?

Ser luz es una frase engañosamente simple, pero contiene una increíble profundidad y riqueza para ser explorada conforme al mandato divino. La primera declaración poderosa la encontramos en Génesis 1:3, cuando Dios dice: “¡Que exista la luz!”. Luego la encontramos en Mateo 5:14, donde Jesús nos dice que somos la luz del mundo. Esto no es una analogía casual.

Cómo nos definimos a nosotros mismos tiene mucho que ver con la forma en que reflejamos a Jesús, la luz del mundo. En una sociedad que quiere definir quiénes somos —ya sea simplemente otra institución religiosa o un anticuado sistema de creencias que ya no es aplicable a un mundo de redes sociales— debemos tener la claridad, la convicción y el valor para levantarnos y declarar que somos la luz del mundo. Somos esa ciudad en una colina.

Cuando exploramos conceptos como refracción, difracción, interferencia y dispersión, estamos más cerca de entender nuestra identidad como personas de luz. Dios siempre empieza encendiendo las luces.

En Ser luz, usted proporciona una jornada de 30 días para los lectores. Descríbanos esa jornada.

En el libro, invito al lector a tomar 30 días para profundizarse en lo que significa ser llamados a reflejar la luz de Dios. Es una oportunidad para descubrir y comprometerse con los pasos prácticos, espirituales, emocionales y relacionales necesarios para responder a Su llamado.

La mayoría de nosotros estamos familiarizados con el qué de ser luz. Quería exponer el cómo, los principios que nos guían para ser luz. ¡Cuando la luz se enfrenta a la oscuridad, la luz siempre triunfa!

Emitimos lo que absorbemos. La vida requiere luz. Nuestra fe requiere luz, y es transparente, trascendente y transformadora. El problema número uno en América hoy es una iglesia apática. Dios quiere encender la luz en nuestra vida, no tan sólo para revelar nuestros fracasos, sino también para traer sanidad. Creo que estamos al borde de otro Gran Despertamiento.

Cuéntenos sobre lo que usted llama la rúbrica de Ser luz.

Estas son cinco verdades que me encienden el corazón cada día, seguidas de preguntas clave que me impulsan.

Primero, la complacencia de hoy es el cautiverio de mañana. ¿Cuáles son esas cosas que estoy permitiendo hoy en mi vida que debo repudiar?

En segundo lugar, eres lo que toleras. Cuando reconozco que estoy tolerando algo —un hábito, una actitud, una idea o una inclinación negativa —tengo el poder para decir que no.

En tercer lugar, no hay tal cosa como un “cristianismo de conveniencia”. Debo ser un cristiano por convicción, no por conveniencia. Debo ser transformado por la obra expiatoria de Cristo.

En cuarto lugar, nunca debemos sacrificar la verdad en el altar de la oportunidad política. No importa la naturaleza de la tentación, la verdad debe triunfar.

Y quinto, necesitamos alinear nuestra escatología con nuestra “misionología”. Mientras la iglesia está esperando que Jesús descienda, Cristo está esperando a que la iglesia se levante.

Si nos sometemos a una auditoría diaria para determinar cuánta oscuridad hemos estado acomodando, a qué y quiénes hemos permitido que nos definan, y reconocer que la adversidad a la cual nos hemos enfrentado podría convertirse en la unción que Dios usa, entonces la luz que emitimos será magnificada exponencialmente.

Puede ser que estemos viviendo en la hora más oscura, pero también puede ser la mejor hora para ser luz si deseamos servir bajo el manto de gloria y luz al cual Dios nos ha llamado.

Es hora de que el Cuerpo de Cristo encienda su luz.

El Dr. Samuel Rodríguez sirve como Presidente/CEO de la Conferencia Nacional de Líderes Hispanos Cristianos (NHCLC).

Joel Ceballo es escritor y consultor para editoriales de libros cristianos. Es miembro de la Junta de la NHCLC.

News

El mensaje de Pedro a los cristianos en pánico político: hablar de algo más

Un extracto de ‘This Is Our Time’ [‘Este es nuestro tiempo’].

Christianity Today April 6, 2017
Image: Pearl / Lightstock

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

En octubre de 2015, un pistolero solitario entró en Umpqua Community College en Roseburg, Oregón, y creó una escena de carnicería y desesperación antes de volver su arma contra sí mismo. En cuestión de horas, el fuego político de nuestro país estaba en su mayor intensidad. Algunos culparon la falta de leyes de control de armas. Sin importar su posición política, todas las voces tenían una cosa en común: su imaginación se mantuvo cautiva a la idea de que el único lugar donde el cambio puede ocurrir es en la legislatura o el palacio de justicia. Todo el mundo suponía que, o el gobierno era culpable, o el gobierno era nuestra única esperanza.

El evangelio desafía este mito. Nos dice que la esfera política es sólo un área en la que el cambio puede tener lugar.

“No todas las olas de entusiasmo político merecen la atención de la iglesia”, dice el estudioso británico Oliver O'Donovan. “La adoración que los principados y los poderes buscan sacar de la humanidad es una especie de excitación febril. La primer tarea de la iglesia es negarles esa adoración. Hay muchas veces … cuando la crítica política más acertada es hablar de otra cosa”.

Veo ese tipo de crítica en la carta de Pedro a la iglesia primitiva. Imagínese que usted está escribiendo una carta para alentar y exhortar a los cristianos en apuros. Sus lectores ocupan los márgenes de la sociedad; son calumniados y falsamente acusados. Algunos de ellos enfrentan encarcelamiento, y algunos han muerto como mártires. ¿Qué diría usted? “Queridos hermanos”, escribe Pedro, “les ruego como a extranjeros y peregrinos en este mundo que se aparten de los deseos pecaminosos que combaten contra la vida”.

Ahora imagínese su sorpresa cuando descubre que el enfoque de Pedro no está en la batalla que libran contra ellos las autoridades incrédulas. Pedro comienza con la lucha diaria en sus corazones. Pedro no dice: “¡La guerra ha empezado! ¡Defiéndanse del mundo!”

En lugar de eso, dice: “Absténgase de los deseos de la carne que están librando la guerra contra su alma”. En otras palabras, “Estoy menos preocupado por lo que los incrédulos harán a su cuerpo que lo que el pecado hará a su alma.” Para actualizar ese mensaje para los cristianos en pánico en el siglo veintiuno: “Estoy menos preocupado por lo que el gobierno puede hacer con los impuestos de su iglesia que lo que el compromiso y la complacencia harán con su congregación”.

Pedro enfoca nuestras expectativas. Deberíamos estar más preocupados por esta guerra que por cualquier guerra cultural. Eso no quiere decir que no haya problemas reales que nos presionan y requieren nuestra atención. Es simplemente para recordarnos la espantosa perspectiva de los cristianos que podrían ganar la guerra cultural y perder sus almas. Nuestro enfoque en el florecimiento humano y el bien común es de poco valor si, mientras nos centramos en la moralidad en el mundo, dejamos de perseguir la santidad en nuestros propios corazones.

El secreto del arco romano en el liderazgo pastoral

Las ventajas que se consiguen por incluir los laicos en el ministerio pastoral nos deben dar pausa.

Christianity Today April 6, 2017
Imagen: Zvonimir Atletic / Shutterstock

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Hace unos años mi esposa y yo viajamos a la Tierra Santa con varios pastores de la Conferencia Nacional de Líderes Hispanos Cristianos (NHCLC por sus siglas en inglés). Nos trataron amablemente como invitados especiales del Ministerio de Turismo de Israel. Además de visitar los lugares tradicionales de peregrinación, nos dieron acceso a algunos lugares fuera de la red.

Uno de los lugares más increíbles que visitamos fue Caesarea Marítima, la estación balnearia de Herodes en el Mediterráneo. En el paisaje se destaca el magnífico acueducto romano que data aproximadamente de la época de Jesús de Nazaret. El objetivo era llevar agua dulce varias millas a lo largo de la carretera desde el Monte Carmelo hasta Caesarea Marítima.

Fue emocionante caminar al lado de este antiguo canal artificial que ha resistido los duros asaltos del tiempo, de la naturaleza y de la humanidad. Más tarde, nuestro grupo fue al parque arqueológico de Jerusalén, cerca del Monte del Templo. “El Arco de Robinson” fue construido para ayudar a los peatones a cruzar una carretera pavimentada cerca del Monte del Templo.

El Señor Jesucristo, en uno de sus discursos más famosos, señala hacia el templo diciendo: “No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada” (Mateo 24.2; Marcos 13.2). Esta profecía se cumplió cuando el general Tito saqueó a Jerusalén en el año 70 de nuestra era. En un acto final de arrogancia, el emperador Domiciano erigió el Arco de Tito en Roma, para conmemorar su victoria sobre Israel.

Hoy día, el templo de Herodes –junto con todas sus glorias pasadas– es poco más que un montón de piedras. Sin embargo, el Arco de Robinson permanece casi intacto. Aunque estas estructuras se construyeron por diferentes razones y con distintos materiales, comparten el mismo componente estructural básico –el Arco Romano. Aunque me siento triste por la destrucción de la Ciudad Santa, no puedo dejar de maravillarme del genio de la ingeniería romana.

Comencé a hacerme esta pregunta: ¿Cuál es el secreto del arco?

En un edificio típico, las paredes y puentes de apoyo están construidos de dos columnas perpendiculares conectadas en la parte superior por una viga horizontal llamada dintel. Como todas las cargas físicas son verticales, la carga de peso descansa directamente sobre el dintel. Mucho antes de los romanos, los arquitectos antiguos aprendieron que podían fortalecer sus estructuras reemplazando la viga horizontal por una que es una viga o arco ascendente. El beneficio de este diseño es que “las cargas inducen tanto el esfuerzo de flexión como el de compresión directa” (“Arch”, Enciclopedia Científica de Van Nostrand, pp. 316-317). En otras palabras, el trabajo de carga en un arco se comparte horizontal y verticalmente. Esto da lugar a uno de los dispositivos estructurales arquitectónicos más fuertes conocidos al mundo antiguo. De repente me di cuenta de que el arco romano es la ilustración ideal para una organización sana. Permítame explicarle.

En muchas de nuestras iglesias el pastor es la persona clave de la organización. Esto es análogo con la estructura tipo dintel. El pastor propone la visión y la congregación sostiene la programación contribuyendo en alcanzar los objetivos que se han propuesto. Esto puede ser de mucha satisfacción para los pastores que prosperan logrando una victoria tras otra.

En cambio, cuando surgen problemas, la mayor parte del peso descansa sobre los hombros del pastor. La mayoría de los pastores aguantan estas tormentas con éxito, pero incluso el pastor más fuerte puede ser sometido a una prueba que está más allá de sus fuerzas. Tristemente, vemos a algunos pastores que han claudicado y han dejado el ministerio.

En casos extremos, la incapacidad de hacer frente a una situación puede manifestarse como una forma de fracaso psicológico o moral. Todos hemos presenciado a muchas congregaciones que se desmoronan al tener divisiones y se disuelven eventualmente.

Ahora, tomemos una visión bíblica, y retrospectiva del liderazgo. ¿Recuerda lo que pasó cuando Moisés estaba siendo abrumado? Jetro, su suegro, le sugirió un sistema de gerentes para manejar los problemas menores (Éxodo 18:24).

Ahora vamos a avanzar rápidamente al tiempo después del exilio de Jerusalén. Después de que Nehemías reconstruyó la ciudad, Esdras se puso a leer del Libro de la Ley de Moisés delante de su congregación. Pero antes de que él presidiera, sabiamente formó un grupo de líderes con varios representantes del pueblo. Como una salvaguardia adicional contra ser mal interpretado, él empleó un equipo de levitas para explicar su mensaje (Nehemías 8). ¿Ve usted un patrón aquí?

Tanto Moisés como Esdras utilizaron a miembros laicos para fortalecer su ministerio compartiendo la carga. Nosotros también podemos usar el principio del arco de la misma manera. Los laicos son invitados a formar parte del liderazgo pastoral. El lado ascendente del "arco" representa el liderazgo laico compartiendo la responsabilidad de la traducción y la implementación de la visión que tengamos a una realidad posible. Ellos comparten tanto en los éxitos como en los fracasos.

El siguiente punto es vital para el éxito de este modelo. La pieza central que une ambos lados a la cima se llama la piedra angular.

A diferencia de las otras partes del arco continuo, esta no es cuadrada. Es un trapezoide invertido, o sea una figura de cuatro lados con un lado corto en la parte inferior. Por sí sola, no llama mucho la atención. Sin embargo, cuando se monta correctamente en el arco, se transforma en un poderoso mecanismo que asegura la estructura. Este es el secreto del arco.

Ahora, apliquemos el principio del arco al liderazgo. El pastor es la piedra angular que unifica la organización, mientras que los laicos proveen apoyo al pastor. El liderazgo laico comparte el peso vertical normativo del ministerio y lo protege de posibles ataques inesperados. Ambos lados de la columna desde su nivel superior hasta la base hacen su parte para mantener la estabilidad y la continuidad de la visión y la misión. No hay una garantía de que las iglesias que usen el “principio o sistema del arco” nunca fallen. Sin embargo, las ventajas que se consiguen por incluir a los laicos en el ministerio pastoral nos deben dar pausa.

¿Qué clase de estructura organizacional representa mejor a su congregación? ¿Está su pastor llevando la carga más pesada del ministerio? ¿O están los laicos compartiendo la responsabilidad? Recuerde el secreto del Arco.

El Dr. Daniel F. Flores es un ministro ordenado, presbítero, de la Iglesia Metodista Unida nombrado para el ministerio educativo en Tarrant County College en Fort-Worth, Texas. Con frecuencia imparte cursos teológicos para Pastores en el Caribe y las Américas.

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Desafíos que enfrenta una mujer hispana al liderar una organización ministerial

Hay varias lecciones que las mujeres hispanas debemos aprender de Ester al estar viviendo en este país que hemos adoptado como nuestro.

Christianity Today April 6, 2017
Imagen: Kamira / Shutterstock

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional del Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Soy mujer y latina. Dirijo un ministerio cristiano internacional que sirve en todos los lugares en donde se habla español. Porque soy mujer miro la vida desde la perspectiva femenina, lo que significa que a veces lloro, que me enternece un bebé, que me gusta tener flores cerca de mí, que mis decisiones generalmente son más guiadas por mis emociones que por mi racionalidad, en fin, no puedo dejar de lado quien soy al expresarme y desenvolverme en la vida. Pero, también soy latina lo que significa que disfruto la música nuestra, los colores nuestros y especialmente relacionarme a través de largas conversaciones que sabemos cuándo empiezan, pero nunca cuando terminan. Soy mujer y latina viviendo y sirviendo en un ministerio que se radica en un país que no es el mío. Acá he aprendido que además soy hispana y eso me hace diferente de otras mujeres aun sin serlo. El ser hispana me da un “apellido” que me identifica con una cultura, idioma e incluso conexiones que quiero que se preserven para las futuras generaciones.

El ser hispana en un país que no es latino y ejercer un liderazgo en un ministerio multinacional trae tremendos desafíos. Estos desafíos son a veces culturales asociados al machismo propio de ser latinos, a veces son de género pues existe la idea de que la mujer por su femineidad no puede ejercer funciones propias de un jefe sobre hombres y mujeres, e incluso a veces son desafíos culturales internos producto de la manera en que fuimos formadas en nuestro hogar pues la mujer latina/hispana aprende que es ella la que sirve la mesa y calienta las tortillas mientras que el hombre espera para ser servido.

Muchas veces en el ejercicio profesional dentro de este ministerio donde el Señor me ha puesto como mujer hispana, en un país que no es el mío me hace identificarme con la historia de la reina Ester en el Antiguo Testamento. Ella también era mujer ejerciendo un tremendo liderazgo que no buscó, en un país que no era el suyo. El color de su piel, las costumbres, el idioma, las comidas e incluso la ropa que se usaba en su país de adopción eran distintos al del país donde ella creció y se formó como mujer.

Pero estaba en este lugar “para un tiempo como este”. Ester 4:14

Creo que hay varias lecciones que las mujeres hispanas debemos aprender de Ester al estar viviendo en este país que hemos adoptado como nuestro. Algunas de ellas, las puedo enumerar así:

Primero: Debemos reconocer que Dios tiene un plan para nuestras vidas, no importa donde estemos ni cuán diferente nuestro entorno sea a lo que reconocemos como nuestro. Dios quiere usarnos para su gloria no importa donde estemos ni cual sea nuestro trasfondo.

Segundo: Debemos tener fuerza para responder a los desafíos que se nos presentan. Ester dijo luego de que se le presentara el gran desafío de defender a su pueblo: “Y si perezco, que perezca”. Ester 4:16. A veces estos desafíos están relacionados con nuestra cultura o con nuestra condición de mujer, pero cualquiera que sea debemos ser fuertes y valientes para responder sabiendo que Dios nos llama y capacita para ejercer lo que Él espera de nosotras.

Tercero: La oración y el ayuno traen claridad a nuestras decisiones. Es interesante que la palabra Dios nunca es mencionada en el libro de Ester, sin embargo, Su presencia es visible a través de toda su narración. Ester necesitaba tomar una decisión muy importante y luego actuar conforme a ella, por lo que llama a quienes la conocían a acompañarla en estas disciplinas espirituales tan necesarias cuando se ejerce liderazgo. En mi propia experiencia sé que no podría seguir adelante si no tomara tiempo para detenerme y venir ante el Señor frente a las decisiones pequeñas y grandes que debo tomar para el bien de nuestro ministerio. La realidad es que estas decisiones pueden afectar las vidas de las personas que interactúan conmigo directamente, pero también a personas que no conozco y que quizás nunca conoceré. Por lo que lo único que me da tranquilidad es saber que puedo orar y depender del Señor.

Cuarto: Dios nos usa a todos para cumplir sus propósitos. No importa donde estemos, el color de nuestra piel ni menos nuestro género. Esto me emociona mucho pues me muestra a un Dios todopoderoso que toma a alguien como yo para ponerlo en el lugar que él piensa que pueda servir mejor y usarlo para su Gloria.

Ester fue una muchacha que fue sacada de su país y llevada a otro lugar lejos de su familia, donde su color de piel, idioma y comidas eran tan diferentes, para ser usada por Dios “en un tiempo como este”. ¡Que parecida a nuestra propia historia como mujeres hispanas!

Creo que nosotras también somos llamadas a preservar nuestra diversidad cultural, a tomar los grandes y pequeños desafíos con fuerza, a confiar en nuestras habilidades y ayudar a las generaciones que vienen detrás nuestro a conocer nuestra historia y por, sobre todo, también a depender de Dios por sobre todas las cosas.

Raquel Contreras es chilena, abogada y desde hace tres años directora general de Editorial Mundo Hispano/Casa Bautista de Publicaciones.

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