¿Quién pagará las facturas médicas de África?

Los lugareños cada vez abren más hospitales misioneros en África. El siguiente desafío: conservar donantes extranjeros.

Christianity Today July 29, 2022
Ilustración por Sarah Gordon / Source Images: Wikimedia Commons

Un día de marzo, Yowati Nthenga, el jefe de contabilidad del Hospital Misionero de Nkhoma, estaba sentado en su escritorio preguntándose de dónde sacaría el dinero para pagar las horas extra y las bonificaciones que se debían a los casi cuatrocientos empleados del hospital. Afortunadamente, ya había pagado los salarios, pero el personal contaba con esa prestación adicional que debería haberse entregado hace algunos días.

La oficina de Nthenga está junto a la puerta del hospital rural de 250 camas, que ofrece sus servicios a una región con una población de cerca de 460 000 personas en el centro de Malawi. Aquel día los pacientes llegaban en motocicleta, a pie y en minibuses: mujeres en trabajo de parto, ancianos con hipertensión, un niño con daño renal, etc. El hospital cuidó de ellos y les brindó los servicios necesarios; después, Nthenga y otros administradores tendrían que averiguar cómo pagarlo. Si los pacientes no pueden pagar las bajos costos subsidiados por el hospital —una consulta cuesta alrededor de 90 centavos de dólar estadounidense—, el personal de Nkhoma calcula una cantidad que los pacientes puedan pagar, o encuentran algún programa de caridad que cubra el costo. Su política es no negarle a nadie el tratamiento. Pero, al final, la atención se debe pagar de algún modo.

La Iglesia Presbiteriana de África Central, una denominación malauí, dirige el hospital. Puesto que es el único hospital que funciona en el distrito rural de Nkhoma, el gobierno malauí ayuda a financiar los salarios del personal. Sin embargo, el sistema de salud del condado recae en gran medida en recursos del extranjero, al igual que el hospital misionero. Y Nthenga ha observado cómo las donaciones del extranjero van a la baja.

Esto está ocurriendo en hospitales misioneros de toda África que atienden a poblaciones rurales y pobres. Las donaciones de las iglesias y organizaciones occidentales han disminuido, mientras que la necesidad de atención médica va creciendo conforme lo hace la población. La pandemia empeoró esta tendencia, dicen los administradores del hospital misionero, porque las iglesias de Estados Unidos se centraron en sus propias necesidades y las necesidades de sus comunidades inmediatas.

Mientras el mundo de las misiones médicas celebra [enlaces en inglés] que los hospitales misioneros están pasando cada vez más a ser dirigidos por iglesias africanas, con médicos y administradores africanos, muchos de estos hospitales enfrentan una paradoja: dejar de depender de médicos extranjeros ha sido el sueño durante mucho tiempo, pero alcanzar ese sueño a veces significa perder recursos que vienen del extranjero.

Nthenga está acostumbrado al estrés monetario: el hospital debe encontrar cerca de cuarenta mil dólares al mes en algún lado para cubrir los gastos de funcionamiento. El personal se reúne cada dos semanas para revisar los libros de cuentas y decidir qué pagos son prioridad.

Nthenga lleva doce años trabajando en Nkhoma, y de alguna manera los déficits mensuales siempre se solucionan. Los hospitales de la iglesia, históricamente, conseguían sus fondos de las denominaciones estadounidenses, pero ahora suelen buscar ayuda de organizaciones internacionales como Samaritan’s Purse y, en el caso de Nkhoma, African Mission Healthcare.

Aun así, los dos años de la pandemia han sido los más duros que él y otros administradores del Hospital de Nkhoma recuerdan. Los proveedores comenzaron a pedir dinero en efectivo por adelantado porque el hospital se retrasaba con sus pagos. El hospital ha estado trabajando en ideas para generar ingresos, pero hasta ahora ha estado funcionando en déficit.

«La realidad es que no podemos funcionar sin donantes», dice Nthenga.

Frank Dimmock ha trabajado con Nkhoma y en Malawi durante años y sirve como enlace entre el histórico hospital presbiteriano y la Iglesia Presbiteriana de EE. UU. (PCUSA, por sus siglas en inglés). Dice que las donaciones de la PCUSA para los gastos operativos del hospital se estancaron durante la pandemia, aunque unos cuantos presbiterios dieron cantidades importantes para que el hospital pudiera responder a la crisis de la COVID-19.

Los hospitales misioneros «están todos sufriendo, a menos que sus iglesias hermanas del extranjero sigan cubriéndolos», dice Dimmock. Pero el número de socios extranjeros disminuye. En 2011, él llevó a cabo una investigación con asociaciones médicas cristianas de toda África. Grupos desde Togo hasta Malawi informaron que las donaciones extranjeras estaban cayendo. Una asociación en Chad le dijo a Dimmock: «[Los europeos] nos piden que nos centremos en las oportunidades locales de recaudación de fondos».

Desde entonces, dice Dimmock, las iglesias extranjeras no mandan tantos misioneros —expatriados que a menudo traen con ellos visitantes y dinero— como solían.

Los hospitales misioneros son clave para el sistema de salud del África subsahariana, donde la mayor parte de la población es rural, pero las infraestructuras médicas se suelen concentrar en las ciudades capitales. Los hospitales religiosos como Nkhoma tienden a operar en áreas más remotas. En Malawi, el 70 por ciento del cuidado de la salud rural viene de clínicas y hospitales de la iglesia. Nkhoma también es un hospital universitario que forma a enfermeros, estudiantes de medicina, médicos de familia y cirujanos malauís.

Sin embargo, proporcionar personal capacitado y una infraestructura hospitalaria en lugares remotos es caro, y las poblaciones a las que atienden los hospitales misioneros no tienen el dinero para financiarlo. Una compilación de encuestas domiciliarias de catorce naciones africanas publicada en la revista médica The Lancet en 2015 mostraba que las instalaciones médicas religiosas tenían el mayor porcentaje de pacientes provenientes del quintil económico más bajo.

Una pintura del Hospital de Nkhoma de un artista local.Pintura por Eddie Amtonyo
Una pintura del Hospital de Nkhoma de un artista local.

En Nkhoma, la economía de la población para la que trabaja el personal era evidente: algunos pacientes venían descalzos, y una madre trajo a su frágil bebé de tres meses con el pelo cobrizo y las lesiones cutáneas características de la malnutrición, así como a su hijo de tres años que pesaba menos que un niño de uno. El hospital rehabilitó a los niños durante once días y después les dio el alta. En un control médico tres semanas más tarde, el bebé al que se le veían los huesos había ganado un kilo de peso (dos libras), y estaba rollizo y saludable.

En los últimos años, los desafíos económicos se han agravado y han puesto a prueba el temple de Nkhoma.

Durante la pandemia, las hospitalizaciones de corta estancia descendieron un ochenta por ciento. Según el personal del hospital, los pacientes tenían miedo de contagiarse de coronavirus en el hospital, y debido a los confinamientos tampoco tenían dinero para los servicios.

El kwacha malauí también se devaluó durante la pandemia, haciendo que los suministros fueran aún más caros. El personal del hospital también esperaba que la guerra en Ucrania afectara a su balance, haciendo que fuera más difícil obtener productos.

El precio de las medicinas, la partida presupuestaria más cara después de los salarios, ha subido. Hubo escasez de sulfato de magnesio, que el hospital utiliza para tratar la preeclampsia, y de diazepam, utilizado para tratar convulsiones. Decidir qué medicamentos tener a mano es difícil. Algunos son demasiado caros como para tener existencias de dicho medicamento para enfermedades poco comunes, y algunos caducan demasiado rápido para un hospital rural con un presupuesto limitado.

«Cada vez que vamos a pedir presupuesto para un mes o dos meses de medicamentos, siempre tienen nuevos precios. Los precios no solo suben un diez o un veinte [por ciento], sino un cuarenta, un cincuenta por ciento», dice Agness Nyanda, administradora del hospital. Pero los precios de las consultas y los tratamientos permanecen iguales.

Para recortar costos, el hospital comenzó a limitar el uso de sus vehículos, lo cual incluía a veces cancelar visitas que no fueran de urgencia a pacientes en aldeas. Intentaron reutilizar las batas protectoras sumergiéndolas en cloro (lejía), pero eso no funcionó, así que cambiaron a tejidos lavables.

En enero y febrero, los ciclones se sumaron a los problemas del hospital. Dejaron fuera de funcionamiento una de las cuatro plantas hidroeléctricas que proporcionan energía al país, desatando apagones continuos que duraban horas y continuaron durante meses. Las lluvias persistentes dañaron el cableado subterráneo que conectaba con uno de los generadores del hospital, obligando al hospital a confiar durante varios días en un generador de refuerzo demasiado pequeño.

Durante su noveno día en funcionamiento, el generador de refuerzo se apagó. El hospital se apresuró a traer tanques de oxígeno para los pacientes de COVID-19 y generadores portátiles para apoyar a los bebés prematuros de la sala de neonatología. Evacuaron un caso de cirugía urgente a otro hospital. Hubo mujeres que dieron a luz bajo la linterna de los celulares.

Por fortuna, ningún paciente murió. Pero Nyanda dice que reparar el cableado subterráneo le costó al hospital cerca de seis mil dólares. Cuando se presente otra emergencia como esta, es posible que el hospital tenga que retrasar otros pagos, como los pagos a los trabajadores. Aunque el personal es consciente de que hay que hacer sacrificios al trabajar en un hospital rural, donde puede ser que sus familias no tengan tantas oportunidades laborales o educativas, los retrasos en los salarios se suman a un estado de ánimo ya agotado.

Pero entonces, algo nuevo —algo esperanzador— ocurrió durante la pandemia, a principios de 2021.

El hospital hizo una llamada de emergencia a las iglesias locales, diciendo que estaba en problemas y necesitaba ayuda. Las iglesias respondieron con la mayor cantidad que hayan dado jamás: reunieron un total de 13 000 dólares estadounidenses. Fue muy significativo, aunque fuera suficiente para cubrir apenas una pequeña parte de los gastos mensuales del hospital.

«Dios nos ha ayudado», dice Nyanda.

El día que Nthenga trataba de averiguar qué hacer con los pagos del personal, el hospital recibió dos donaciones sin designar expedidas desde Estados Unidos. Una era por 12 000 dólares, proveniente de una iglesia presbiteriana de Seattle. Su problema estaba resuelto. Si los fondos hubieran estado designados, no podría haber pagado los salarios. Ordenó una transferencia de dichas donaciones directamente hacia la cuenta bancaria del hospital, que sumó el dinero suficiente para permitir los pagos al personal.

«Así que la cuestión es: ¡¿Qué pasará el mes que viene?!», dice Nthenga con una risa sincera. «Avanzamos por la gracia de Dios, y los años pasan. A veces me hace gracia y me sorprende: ¿Qué nos hizo superar el 2019? ¿Qué nos hizo superar el 2020? ¿El 2021, 2022? La gracia de Dios está sobre nosotros, pero nosotros también hacemos nuestra parte».

Emily Belz es reportera para Christianity Today. Reside en Nueva York.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Ideas

Los cristianos deberían abrir camino en materia de diversidad e igualdad

Nuestra fe nos llama a recibir a otros con los brazos abiertos, de la misma forma en que nosotros fuimos recibidos.

Christianity Today July 28, 2022
Edición por Christianity Today / Source Image: Juan Moyano / Getty

Para aquellos que creemos ser salvos por la fe y a quienes nos importan los demás como un elemento fundamental de lo que creemos, sabemos que lo primero debe preceder a lo último; sin embargo, aun así es fácil dejar que las tareas y los deberes se conviertan en las estrellas que guían nuestro camino.

Con un perfil de personalidad 3 en el eneagrama, entiendo muy bien con qué facilidad la búsqueda del progreso y los logros hacen que olvidemos por qué siquiera estamos en el camino. El reto viene cuando permitimos que nuestro qué y nuestro cómo sustituyan nuestro porqué, y rápidamente podemos comenzar a sentir la carga de la presión por completar nuestra «lista de tareas».

Al hacerlo, descuidamos la profunda transformación del corazón que se necesita para atender el quebrantamiento y el sufrimiento presente en nuestros vecindarios, nuestras comunidades y la sociedad en general.

Este es el problema al que se enfrentan hoy en día los que trabajan en áreas de diversidad, igualdad e inclusión (en adelante DII). Por ejemplo, un artículo [enlaces en inglés] sobre liderazgo de Forbes presentó cuatro razones por las cuales los programas de DII fallan: todos ellos están centrados en las tareas. Sin embargo, como cristianos, sabemos que hay mucho más en esta cuestión.

La diversidad, la igualdad y la inclusión deberían importarnos porque son la realización de una verdad importantísima arraigada en lo profundo de la fe cristiana. La verdad es que, a pesar de nuestras diferencias, todos hemos sido hechos iguales a imagen y semejanza de Dios y, en última instancia, le pertenecemos a Dios y nos pertenecemos mutuamente. Este es el porqué detrás de todo lo que hacemos, el combustible que mantiene nuestros ministerios en movimiento.

Sin embargo, el enfoque no solo debería estar en la DII, sino en la diversidad, la igualdad y la pertenencia (DIP), donde la palabra «inclusión» se reemplaza por un sentido más integral de pertenencia, algo que yo creo que es el eje central sobre el cual deben girar la diversidad y la igualdad.

Creo que los cristianos están en la mejor posición para hacer avanzar iniciativas DIP y movimientos que sobrevivirán al paso del tiempo y servirán como testimonio ante el mundo. Pero no podremos hacerlo sino hasta que hayamos asumido las dos realidades centrales de por qué debemos ver y elevar las voces y las vidas de los que no son como nosotros.

Primero, pertenecemos a Dios

Durante varios años, la comunidad a la que pertenezco ha tenido que mirarse seriamente al espejo para comprender de qué modo estábamos transmitiendo un sentido de pertenencia a aquellos llamados a servir bajo nuestro estandarte. Nuestro objetivo es introducir a personas provenientes de muy diversos ámbitos de la vida y ayudarlos a crecer en su fe, de tal modo que sientan y sepan que pueden prosperar en su llamado individual.

Para ese fin, hemos buscado establecer el fundamento para lo que esperamos que sea un trabajo sostenible a la hora de elevar e incluir a quienes provienen de diferentes trasfondos y experiencias. Yo tengo una profunda convicción al hacer esto porque creo que las iniciativas DIP están en el centro mismo del evangelio.

La razón es sencilla: hacemos este trabajo porque Cristo murió para que cada uno de nosotros —sin importar nuestras diferencias— pudiéramos pertenecer de nuevo al reino de Dios. Las Escrituras no dicen que Cristo murió por algunos según cierta jerarquía (p. ej.: por los blancos más que por los no blancos, por los ricos más que por los pobres, por los hombres más que por las mujeres, etc.).

En su bondad, Dios nos ofrece a todos una pertenencia verdadera: una sensación familiar de comunidad y la comprensión de que pertenecemos a Él y nunca tendremos que estar solos. El corazón de nuestro deseo de asegurar que la gente sea vista y escuchada no es que sintamos la urgencia de unirnos al momento cultural, sino reflejar la verdadera naturaleza de un Dios que ama a todo el mundo y que, por lo tanto, ama la diversidad.

Dios quiere que confiemos en Él, que nos acerquemos a Él y que seamos parte de su familia. Somos sus hijos. Cuando Él puso su impronta sobre nosotros, estaba afirmando que le pertenecemos.

¿Cuántos de nosotros necesitamos escuchar ese mensaje hoy? ¿Cuántos en nuestro prójimo, gente de piel negra y marrón, mujeres, discapacitados, pobres y abandonados necesitan saber que le pertenecen a Alguien que, en vez de juzgarlos y burlarse de ellos por lo que son, por cómo se ven, o por lo que la sociedad piensa de ellos, busca en cambio abrazarlos en Cristo?

Dios sabe algo que nosotros no sabemos (¿en serio?): las diferencias que vemos en los demás —y que a veces despreciamos— son un recordatorio de lo extravagantemente intencional, creativo, hermoso, generoso y desprendido que es nuestro Dios. La semejanza no es una virtud en la economía de Dios. Por el contrario, la semejanza en realidad limita nuestra capacidad para ver y apreciar toda la magnitud de la belleza del mosaico de diversidad que es la creación de Dios.

En The Next Evangelicalism [El próximo evangelicalismo], Soong-Chan Rah escribe: «Aunque nuestro individualismo occidental centra nuestra atención en el reflejo de la imago Dei en el individuo, necesitamos ver la imagen de Dios expresada como un reflejo colectivo». Es solo en nuestra diversidad que manifestamos la totalidad de la belleza de la imagen de Dios.

¿Cuál es la conclusión? Los brazos abiertos de Dios en señal de bienvenida no tienen límites. Como cristianos, nosotros mismos hemos experimentado la pertenencia a Dios y, por lo tanto, debe ser nuestro deseo que todas las personas lo experimenten: de parte de Dios y de parte de las personas.

Segundo, nos pertenecemos unos a otros

Los lemas existen por una razón. Cuando la pandemia golpeó en 2020, ¿cuántos escuchamos la expresión «nueva normalidad» hasta que ya no aguantábamos más? Y, aun así, esa era la expresión que necesitábamos en ese momento. Hoy en día, un término que he escuchado mucho es «proximidad»: la importancia de la cercanía en el espacio, el tiempo o las relaciones.

Creo que, simplemente, nunca conseguiremos que las iniciativas DII salgan bien sino hasta que cultivemos una sensación de proximidad entre nosotros y aquellos que nos rodean: cerrando las brechas de entendimiento entre nuestras experiencias y las personas de diferentes trasfondos (p. ej. étnico, racial, económico, generacional, etc.).

Aun a riesgo de sonar controvertido, a veces me pregunto si los creyentes convertimos ciertos temas o ideas en monstruos sin cabeza solo porque estamos buscando una manera sencilla de deshacernos de las conversaciones difíciles y de las tensiones. ¿Cuántos de nosotros hemos visto cómo se termina una conversación en cuanto aparecen términos como «teoría crítica de la raza» o «progresismo»?

La verdad es que ciertos aspectos de la teología estadounidense occidental no han conseguido darnos las herramientas para aceptar la tensión y la incomodidad. Esto puede hacer que seamos tristemente incapaces de apoyarnos en la dura realidad que la búsqueda de pertenencia requiere que veamos e integremos. Es mucho más difícil para nosotros ahondar en nuestros puntos de conflicto y explorar juntos nuestras diferencias.

En su libro Think Again [Piensa de nuevo], el psicólogo Adam Grant explica que a menudo escuchamos los puntos de vista «que nos hacen sentir bien, en vez de ideas que nos hacen pensar más» y «favorecemos la comodidad de la convicción por encima de la incomodidad de la duda». Vaya.

La realidad del reino de Dios es que todos nos pertenecemos unos a otros y, por lo tanto, no podemos ignorar las conversaciones difíciles que buscan honrar la imago Dei en todos nosotros. Ocurre demasiado a menudo que nos vemos a nosotros mismos y a los demás solo como individuos. Pero la obra de Dios en nosotros también es algo colectivo y comunitario: Él nos ha colocado en el contexto de una familia en el cuerpo de Cristo.

Por esto es que pensar en términos de DIP importa: porque el hecho de que todos trabajemos y vivamos juntos es importante para Dios. Él nos ha creado para vivir en comunidad con los demás y así reflejar su imagen en este mundo.

Extiendo una invitación a que reflexionemos no solo en el qué y el cómo de la diversidad, la igualdad, la inclusión y la pertenencia, sino también en el porqué elevamos estos valores. Como cristianos, debemos comenzar nuestra búsqueda de iniciativas DIP mientras permanecemos firmes sobre el fundamento que Dios ya ha establecido para nosotros.

Somos un pueblo que le pertenece a Él, y a su vez nos pertenecemos unos a otros, y Dios desea que esto sea cierto para todas las personas, en todos los lugares. Las Buenas Nuevas consisten en que Dios nos invita a participar en ayudar a que los que nos rodean experimenten esta verdad y descubran que también ellos pertenecen a su reino.

Arthur L. Satterwhite III es el vicepresidente de diversidad, pertenencia y estrategia de Young Life.

Speaking Out es una columna de opinión para invitados de Christianity Today y (a diferencia de un editorial) no necesariamente representa la opinión de la publicación.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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History

La evangelización en China comienza con el Big Bang

Mirar al pasado puede ayudar a los cristianos a entender y practicar la apologética de mejor forma.

Matteo Ricci (izquierda) y Xu Guangqi (en chino: 徐光啓) (derecha).

Matteo Ricci (izquierda) y Xu Guangqi (en chino: 徐光啓) (derecha).

Christianity Today July 26, 2022
WikiMedia Commons

En la primavera de este año, un ministerio canadiense organizó un bu dao hui o «encuentro de evangelización» para la diáspora china. Su tema: la ciencia y la fe. Durante una hora, los asistentes aprendieron a través de una transmisión en línea cómo la teoría del Big Bang demuestra el comienzo del tiempo y el espacio, y cómo la extrema complejidad de los sistemas biológicos y de codificación genética indican claramente la existencia de un creador y diseñador del universo y de la vida humana. Escucharon una explicación sobre la «revelación general» y la «revelación especial». Y recibieron una invitación a creer en el Evangelio.

Al final de la conferencia por Zoom, se le pidió a los más de 200 espectadores que indicaran cuál era su condición colocando una letra en la pantalla. Aparecieron numerosas «C», que indicaban «ya soy cristiano». Sin embargo, también hubo varias «A», que significaban «He aceptado a Cristo como mi salvador y Señor esta noche».

El uso de la ciencia como un imán para compartir el evangelio ha sido durante mucho tiempo una forma común en que los cristianos chinos de Norteamérica comparten su fe con sus amigos no creyentes. Un número importante de los evangelistas chinos más conocidos tienen una formación científica y suelen hablar en las iglesias sobre la relación entre la ciencia y el cristianismo. Muchas iglesias creen que las conferencias y debates relacionados con la ciencia atraen la atención de quienes buscan respuestas, convicción a la que han llegado tras una larga historia de cambios en los sentimientos de los intelectuales chinos sobre la relación entre la ciencia y la fe cristiana en el país.

La llegada de los misioneros

Mucho antes de que la Iglesia Católica Romana comenzara a enviar misioneros a China en el siglo XVI, la filosofía y la visión del mundo en ese país estaban dominadas por el confucianismo, el budismo (con características chinas) y el taoísmo. Los intelectuales y funcionarios chinos no valoraban la ciencia y la tecnología, y la ciencia estaba especialmente subdesarrollada [enlaces en inglés]. Aunque había habido avances significativos en algunas áreas de la tecnología en la historia primitiva del país, por ejemplo, en la dinastía Tang (618-907 d.C.), China se había quedado muy atrás en materia de ciencia y tecnología antes de la dinastía Ming (en el siglo XIV).

Cuando Matteo Ricci y sus compañeros misioneros jesuitas llegaron a China por primera vez en 1583, se hicieron rápidamente conocidos por su celo en la introducción de los conocimientos científicos en China. Los misioneros católicos (los más conocidos, además de Ricci, son Adam Schall y Ferdinand Verbiest) utilizaron esta estrategia para conseguir abrirse paso entre la élite china (que deseaba fortalecer a China aprendiendo de Occidente) y a la vez lograr el objetivo final de difundir su fe.

Entablaron amistad con los oficiales de alto rango de la corte del emperador y dialogaron con los eruditos oficiales confucionistas chinos que contaban con un alto nivel educativo (el más famoso de los cuales fue Xu Guangqi, que posteriormente se convirtió al catolicismo). Se ganaron el respeto por sus impresionantes conocimientos de astronomía, calendarios, matemáticas, hidráulica y geografía, y entraron como expertos en comisiones imperiales especiales en campos científicos y tecnológicos. Su contribución al desarrollo de China hizo que muchos simpatizaran con el cristianismo, y su influencia positiva en la sociedad y la cultura chinas sigue siendo recordada por los intelectuales chinos en la actualidad.

De izquierda a derecha: Ferdinand Verbiest, Matteo Ricci y Adam Schall.WikiMedia Commons
De izquierda a derecha: Ferdinand Verbiest, Matteo Ricci y Adam Schall.

Los misioneros protestantes empezaron a llegar a China a principios del siglo XIX y rápidamente comenzaron a construir hospitales y universidades. Por su creencia en una estrategia de misión holística, ayudaron al desarrollo de la ciencia y la tecnología en la China de las dinastías Ming y Qing, especialmente en la ciencia médica y la educación científica. Muchas de las mejores universidades y hospitales en China hoy en día tienen sus raíces en universidades y hospitales históricos establecidos por misioneros protestantes.

Oposición y persecución

A pesar de estas contribuciones, durante las dinastías Ming (1388-1644) y Qing (1644-1912), los intelectuales chinos, en su mayoría, consideraban al cristianismo como una «religión extranjera» perjudicial para la cultura y las creencias tradicionales chinas, y a los misioneros como «herramientas de la invasión cultural imperialista occidental» con una agenda oculta. En tiempos de agitación política, los gobernantes podían atizar los movimientos nacionalistas y fomentar la hostilidad hacia los misioneros occidentales. En la «Rebelión de los Bóxers» de 1900, decenas de misioneros occidentales protestantes, católicos y ortodoxos y miles de cristianos chinos fueron masacrados en todo el norte de China.

En la década de 1920 estalló en China el Movimiento Anticristiano, provocado por la adopción de las ideas occidentales de democracia y ciencia por parte del Movimiento del 4 de mayo de 1919. Influidos por el marxismo y otros pensamientos occidentales no cristianos, muchos intelectuales progresistas consideraban que el cristianismo era antidemocrático y anticientífico.

Después de que el Partido Comunista Chino (PCC), dirigido por Mao Zedong, tomara el poder en 1949, el gobierno comunista creó las llamadas iglesias de las «Tres Autonomías» (autogobierno, autosuficiencia y autopropagación) que estaban dispuestas a separarse de las fuerzas «imperialistas» y a cooperar con el PCC. Las iglesias de las Tres Autonomías se convirtieron en las iglesias sancionadas por el gobierno, y este persiguió y encarceló a los pastores y líderes eclesiásticos que se negaron a unirse al sistema.

Las iglesias que no se conformaron a las nuevas reglas terminaron por convertirse en iglesias clandestinas que se reunían en casas. Durante la Revolución Cultural (1966-1976), tanto las iglesias que se reunían en hogares como las iglesias de las Tres Autonomías fueron prohibidas y destruidas bajo el argumento de que eran «vieja basura imperialista». El cristianismo fue criticado y tachado de imperialista y anticientífico e, irónicamente, incluso la «ciencia capitalista occidental» fue considerada «reaccionaria». Para la iglesia perseguida china de esta época, la ciencia no era, comprensiblemente, una cuestión prioritaria.

Tras la muerte de Mao, China abrió sus puertas a Occidente. Las iglesias que se reunían en casas comenzaron a crecer a un ritmo asombrosamente rápido en las décadas de 1980 y 1990 y se expandieron desde el campo a las ciudades que estaban pasando por un rápido proceso de desarrollo. Las iglesias urbanas tenían una proporción significativamente mayor de intelectuales y profesionales entre sus miembros. Los cristianos de estas iglesias heredaron el pietismo y el fundamentalismo de los cristianos tradicionales de las iglesias rurales, pero al mismo tiempo tenían mucho más contacto con el mundo exterior (especialmente después de que se popularizara el internet) y fueron fuertemente influenciados por la teología y la filosofía occidentales.

La llegada del internet

Tras la represión del movimiento democrático de la Plaza de Tiananmen de 1989 por parte del PCC, muchos jóvenes intelectuales chinos desilusionados y desanimados emigraron a EE. UU. y Canadá, y un número importante de ellos se convirtió al cristianismo. La mayoría de estos inmigrantes eran estudiantes de posgrado y eruditos en ciencias naturales, por lo que tenían un interés específico en la relación entre la ciencia y el cristianismo.

Cuando el acceso a internet se generalizó en la década de 1990 (y antes de la creación del Great Firewall), los sistemas BBS y los foros en línea se convirtieron en un destino popular que los cristianos chinos de todo el mundo utilizaron para dialogar con los no creyentes y practicar la evangelización y la apologética por internet. Los debates más acalorados giraban en torno a la ciencia frente al cristianismo, especialmente en torno a la evolución frente a la creación, y la cuestión de si «la ciencia ha refutado a Dios». La controversia no es sorprendente si se tiene en cuenta que la ideología oficial de China ha sido el marxismo-maoísmo (el cual también fue conocido como «socialismo científico») y que la educación oficial en China había adoctrinado a los estudiantes con dogmas antirreligiosos.

Durante las dos últimas décadas, el libro de apologética más influyente en la iglesia china ha sido Song of a Wanderer [Canción de un viajero] (You Zi Yin), escrito por Li Cheng, un evangelista con un doctorado en biología. El libro contiene notablemente muchas discusiones sobre la ciencia y la fe, especialmente la crítica a la teoría de la evolución, y ha servido como la primera elección en materia de apologética cuando las iglesias chinas y los cristianos buscan un libro para regalar a amigos que se encuentran en busca de la verdad, muchos de los cuales tienen una formación científica.

Apologética y evangelización en la actualidad

En la actualidad, las iglesias urbanas de China que se reúnen en hogares (que ahora enfrentan una persecución aún mayor) y las iglesias chinas de la diáspora fuera de China siguen enfrentándose a los desafíos del secularismo y el materialismo. En su evangelización y apologética, los cristianos chinos siguen encontrando a menudo la oposición del cientificismo y otros pensamientos modernistas, así como del posmodernismo.

En la sociedad en general, la mayoría de los científicos de China siguen considerando el creacionismo cristiano (especialmente el creacionismo que defiende la teoría de la Tierra Joven) como un disparate religioso anticientífico que niega la verdad de la evolución. Sin embargo, la actitud hacia la apologética cristiana relacionada con la ciencia entre los intelectuales chinos actuales no es del todo hostil.

En julio de 2021, se publicó en internet la transcripción de un video del famoso físico Chen-Ning Yang, uno de los pocos chinos galardonados con el Premio Nobel y uno de los científicos más respetados entre los chinos. En el video, Yang respondía a una pregunta del público: «¿Existe Dios?».

«Si te refieres a un “dios” antropomorfo, no creo que tal ser exista. Pero si me preguntas si existe un Creador del Universo, creo que sí», dijo. «Porque no es casualidad que el mundo tenga una estructura tan delicada… Las leyes de la naturaleza están perfectamente ordenadas, pero las combinaciones son aleatorias, por lo que cualquier producto creado con un propósito debe ser producto de un diseño inteligente».

Aunque no hay ninguna otra prueba que indique que Yang se haya convertido al cristianismo, parece que se ha convertido en teísta o deísta debido a los nuevos descubrimientos científicos.

Dentro de las iglesias chinas, nacionales o de la diáspora, hay diversidad de opiniones de los cristianos chinos sobre la creación frente a la evolución. El creacionismo de la Tierra Joven sigue siendo el más aceptado por los cristianos chinos en China y en el extranjero. El año pasado, ReFrame Ministries tradujo al chino dos libros que discuten el debate creación vs. evolución. Un libro presenta las diversas perspectivas cristianas sobre la cuestión, y otro se centra más en el Diseño Inteligente.

En julio de 2022, la organización publicará otro libro, Above All Things: The Romance and War of Christianity and Science [Sobre todas las cosas: el romance y la guerra entre el cristianismo y la ciencia], escrito en chino en coautoría por Xiao Zao y Jidian (yo mismo), ambos evangelistas chinos con formación científica (química y física).

Todavía queda trabajo por hacer para que los cristianos chinos superen la mentalidad anticientífica (en su mayoría arraigada en el fundamentalismo) y para que el campo de la apologética aprenda a aprovechar los propósitos modernos de evangelización científica. La apologética y la evangelización cristiana deben ser específicas para cada persona y ser especialmente sensibles a los antecedentes culturales e históricos de aquel que está buscando respuestas. A su vez, los argumentos estratégicos de la apologética científica pueden tener un peso especial, específicamente cuando se trata de atraer a los intelectuales chinos. Espero que reflexionar sobre la historia narrada en este artículo pueda beneficiar a los cristianos a la hora de contextualizar sus esfuerzos apologéticos y de evangelización.

Sean Cheng es editor de CT Asia.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Church Life

Bill Maher, Donald Miller y John Piper tienen algo en común

De diferentes maneras, Dios los usó para guiarme a Cristo.

Christianity Today July 21, 2022
John Boal

Yo era un típico niño estadounidense, hasta que todo cambió. En la escuela secundaria, mi vida giraba en torno a los deportes y la popularidad. Más tarde obtuve una beca para jugar béisbol en la universidad Virginia Commonwealth. Al terminar la universidad, la mayoría de las personas estaban listas para asumir las responsabilidades de la edad adulta. Yo no.

Con cada año que pasaba, mi vida se salía cada vez más de control. Las fiestas de fin de semana de mi primer año en la universidad, en el último año se convirtieron en fiestas de una semana, mientras que la bebida casual se convertía lentamente en alcoholismo.

Sin dirección y sin aspiraciones, salí a la calle. Y durante los siguientes cinco años, perdí por completo el control de mi vida. Un amigo de la universidad con el que fumaba hierba con regularidad me puso en contacto con su traficante y comencé a vender drogas. Para complementar mis ingresos, comencé a trabajar en restaurantes como mesero y cantinero. Esto me permitió seguir de fiesta toda la semana, y además me brindó una base de clientes instantánea.

También me introdujo a la cocaína. Y la cocaína me robó el alma. Tan pronto como me la presentaron, me enganché. Salí tanto de fiesta que me despidieron de varios trabajos de barman. Luego comencé a vender cocaína. Me convertí en un monstruo: un mentiroso y un ladrón. Usé todo y a todos para servirme a mí mismo. No me importaba a quién lastimaba.

Casi toqué fondo una noche de verano de 2005. Acababa de regresar a mi casa después de hacer algunas ventas. Me estacioné, miré por el espejo retrovisor y vi un Crown Victoria negro detenerse de golpe. Supuse que estaba a punto de ser asaltado, arrestado o asesinado.

Mientras me dirigía a la puerta trasera de la casa, escuché que alguien me gritaba que me detuviera. Fingí estar hablando por teléfono. Gritó de nuevo. Me di la vuelta para ver a un hombre vestido con un abrigo negro de piel y jeans. Le dije que no sabía quién era. Así que sacó una cadena gigante de debajo de su suéter, revelando una placa de policía dorada. Me dijo que íbamos a entrar juntos en mi casa y que necesitaba abrir la puerta. Traté de ocultar que me temblaban las manos, pero quise cooperar. Tan pronto como giré la llave en la cerradura, dijo: «Está bien, todo está bien».

Me explicó que había informes de que alguien había iniciado incendios en los basureros de los callejones de mi zona y quería asegurarse de que yo realmente vivía allí. De lo que no se dio cuenta fue que justo del otro lado de mi puerta trasera había una mesa con pilas altas de cocaína que estaban listas para la venta. Celebré la ocasión consumiendo muchísima cocaína.

Para este momento, la fiesta constante se había convertido en una forma de evitar el gran agujero en mi alma. No podía conservar un trabajo. Había ahuyentado a todos los que se preocupaban sinceramente por mí. Era profundamente infeliz y, lo que es peor, no sabía cómo detenerme.

Intentos de cambio

Decidí hacer cambios drásticos en mi vida y en 2007 me alisté en la Guardia Costera de los Estados Unidos. Y aunque el campo de entrenamiento me dio la estructura y la disciplina que tanto necesitaba, no pudo cambiar mi corazón. Eso se volvió dolorosamente evidente cuando, después de presentarme para el servicio en Oregón, volví a caer en la misma forma de vida y comencé a luchar contra la depresión y la ansiedad.

Entonces Dios puso a Art Thompson en mi vida. Art era un joven patinador del norte de California que acababa de unirse a la Guardia Costera. Art amaba a Jesús, y también me amaba a mí. Él compartió fielmente el evangelio conmigo, siempre insistiendo en decir: «Jesús te ama, hermano». Me invitaba regularmente a cenar con su esposa e hijas, y en nuestras reuniones describía cómo Jesús había cambiado su vida. También me invitó a la iglesia, y aunque nunca fui (porque solía tener mucha resaca), nunca dejó de amarme. Art tenía una alegría sincera y profunda que yo quería en mi propia vida. Simplemente, no sabía cómo conseguirla.

En marzo de 2008, fui reubicado a California. Y a pesar del cambio de escenario, los mismos problemas con el alcohol y las drogas me siguieron hasta allá. Pero esta vez, también lo hizo Dios. Puso a un par de cristianos más en mi vida, uno de los cuales puso libros de Donald Miller en mis manos. Uno en particular, Blue Like Jazz, tocó una fibra sensible en mi corazón. Me hizo desear una relación con Dios como nunca antes.

Empecé a asistir a la iglesia, aunque de manera irregular, y salí pensando que ser cristiano significaba hacer cosas buenas. Entonces, comencé a hacer cosas buenas, como entrenar un equipo de béisbol de ligas menores y ser voluntario en eventos de servicio comunitario. Pero en realidad no estaba cambiando. Todavía iba a los clubes tanto como antes. Todavía mentía y usaba a la gente sin pensarlo dos veces.

En octubre de 2008, fui reubicado una vez más, esta vez a Baltimore. Sin amigos, pasaba la mayor parte del tiempo bebiendo, jugando al póquer en línea y viendo películas.

A principios de 2009, alquilé el documental Religulous de Bill Maher. Sus objeciones al cristianismo me llamaron la atención porque cuestionaron algunas de las doctrinas fundamentales que Art me había explicado el año anterior. Después de verlo, me conecté a internet y busqué en Google «debate cristiano», con la esperanza de encontrar a alguien que pudiera responder a estas objeciones. Encontré a Ravi Zacharias. Durante los siguientes seis meses, vi cada uno de sus videos y escuché cada una de sus charlas. Memoricé los argumentos a favor de la existencia de Dios. Sabía cómo responder a las objeciones al cristianismo. Llegué a creer en mi mente que todo era verdad.

Sin embargo, el problema era que todavía concebía el Evangelio como un llamado a cambiarme a mí mismo mediante el ejercicio de la fuerza de voluntad. Y durante la segunda mitad de 2009, en verdad comencé a convertirme en una mejor persona. Dejé de consumir alcohol y drogas, y comencé a ejercer autocontrol. Mi vida estaba en orden por primera vez desde la escuela secundaria. Yo me había salvado a mí mismo.

Mis cadenas cayeron

Y luego, mi suelo se hundió. Mientras celebraba la víspera de Año Nuevo con algunos viejos amigos, una ronda de bebida informal se convirtió en un atracón total. Estaba tan borracho que me desmayé, lo que no me había sucedido en años. Al día siguiente, mis amigos expresaron su preocupación por mi comportamiento imprudente.

Conduje a casa en un estado de total desesperanza, convencido de que nunca podría cambiar realmente. Al regresar, pensé en escuchar algún sermón para despejarme la mente. Un par de semanas antes había escuchado por primera vez de un predicador llamado John Piper, y pensé que valdría la pena escucharlo.

Empecé a desempacar mientras escuchaba el sermón, pero unos minutos más tarde me encontré de pie en la sala, cautivado. La predicación de Piper sobre Dios, el pecado, la justicia y el infierno no se parecía a nada que hubiera escuchado antes. Por primera vez entendí que era culpable de algo más que hacer «cosas malas»: había pecado contra Dios y merecía su juicio.

Dos noches después, escuché otro sermón de Piper, uno sobre Juan 3:16. Piper describió cómo el versículo contiene algunas de las verdades más importantes de las Escrituras. Dependiendo de cómo respondamos a ello, predicó, pasaremos la eternidad con Dios en el cielo, o separados de Él en el infierno.

Recuerdo claramente que el tiempo se desaceleraba mientras lo escuchaba decir esas palabras. Los últimos diez años de mi vida comenzaron a pasar por mi mente: la mentira, la embriaguez, el consumo de drogas y todos mis otros terribles pecados contra un Dios santo. Sentí su peso aplastante y supe que iba de camino al infierno. Y entonces, pude ver que eso no era necesariamente cierto.

La carga de mi pecado se desvaneció en un instante, cuando fue reemplazada por el conocimiento de que Jesús era el Señor, y Dios me había salvado. Ese momento provocó un cambio inmediato y radical en mi vida, ya que Dios quitó mi corazón de piedra y me dio un corazón de carne. Él me había liberado de mi pecado.

John Joseph es pastor principal de la Iglesia Bautista Cheverly en Bladensburg, Maryland.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Theology

El evangelio no siempre tiene que venir con la llave de la casa

El poder de la hospitalidad introvertida en el extrovertido ministerio de la iglesia.

Christianity Today July 20, 2022
Ilustración por Mallory Rentsch / Source Images: Panuwat Dangsungnoen / the_burtons / Getty

Como cristiana introvertida y esposa de pastor, quizá el área más difícil para mí ha sido el llamado bíblico a la hospitalidad, así como la interpretación de ese llamado en nuestra cultura.

Las discusiones cristianas más populares acerca de la hospitalidad a menudo giran en torno a las mujeres, especialmente las amas de casa, e incluyen elementos claramente vinculados a una personalidad extrovertida, tales como extender invitaciones a vecinos y extraños, preparar comidas para mucha gente, instaurar una política de puertas abiertas, y abrazar el ruido y el desorden.

Aunque yo me he beneficiado y he sido desafiada por estas posturas, a menudo siento que establece estándares imposibles que yo nunca llegaré a cumplir.

Sin embargo, entonces recuerdo que Jesús no tuvo hogar en la tierra al cual invitar a otros. Cuando se sentó con la mujer junto al pozo o cruzó el mar para liberar a un solo hombre de sus demonios, no estaba tratando de atraer a la gente a una fiesta vecinal. A veces, nadie podía encontrarlo: se alejaba solo, exponiendo tendencias sospechosamente introvertidas.

Y, aun así, Él encarnó la hospitalidad —que se traduce de la palabra griega que significa amar al extraño— en todo lo que hizo y con todo el que se encontró.

Henri Nouwen escribió en Reaching Out: The Three Movements of the Spiritual Life [traducido como Abriéndonos: Los tres movimientos de la vida espiritual] que el término hospitalidad «no debería limitarse a su sentido literal de recibir a un extraño en casa —¡aunque es importante no olvidarse nunca de ello ni dejar de hacerlo!—, sino como una actitud fundamental hacia otros seres humanos, que se puede expresar de una gran variedad de maneras».

Cuando pensamos en Jesús, el concepto de hospitalidad quiebra el molde que lo envuelve y se revela como lo que realmente es: los ojos para ver a los marginados y los solitarios, el corazón para abrazar a los dolidos, y la capacidad para ofrecer una presencia amable y sin prisas en un mundo que va corriendo a toda velocidad mientras atiende sus muchas ocupaciones. Esto es algo que podemos y debemos cultivar como creyentes, sin importar nuestra personalidad o temperamento.

Ser introvertida no me excluye de seguir a Cristo al amar a mi prójimo; sin embargo, tampoco significa que tenga que amar a los demás de la misma forma en que lo hacen los extrovertidos. El evangelio no siempre viene con la llave real de una casa, pero siempre tiene que venir con una llave a nuestro corazón.

El ideal extrovertido de hospitalidad

En su libro Quiet: The Power of Introverts in a World that Can’t Stop Talking [En silencio: El poder de los introvertidos en un mundo que no puede parar de hablar], Susan Cain traza el crecimiento del ideal de la extroversión a lo largo de la historia y en muchas culturas.

Como cultura, hemos llegado a ver el ideal del yo como una persona gregaria, enérgica, orientada a la acción y que brilla con toda su fuerza cuando se encuentra rodeada de otras personas. «La introversión, junto con sus primos la sensibilidad, la seriedad y la timidez, ahora son vistos como rasgos de personalidad de segunda clase», escribe Cain.

Las discusiones acerca de la hospitalidad cristiana a menudo se inclinan hacia los mismos ideales de extroversión. Por ejemplo, The Turquoise Table [La mesa turquesa] de Kristin Schell desató un movimiento por todo el país que invitaba a colocar una mesa de picnic en el patio delantero con el objetivo de conectar con vecinos y extraños. Otros libros y artículos llaman a los cristianos a organizar cenas con frecuencia y a emitir una invitación permanente a todos los niños del vecindario.

Escritoras más introvertidas como Rosaria Butterfield, quien escribió The Gospel Comes with a House Key [El evangelio viene con la llave de la casa], reconoce que es posible que los introvertidos necesiten «prepararse [para el ministerio] de manera diferente que otros», pero sigue argumentando a favor de los mismos estilos de vida extrovertidos con comidas nocturnas con la comunidad, fiestas vecinales y hospedaje frecuente para las familias sin hogar.

No voy a decir que estas cosas tan «radicalmente habituales» no sean recomendables: lo son, muchísimo. Pero todas parecen sugerir que la única manera de mostrar hospitalidad fielmente es transformar nuestros hogares en cierta clase de comunas cristianas, o al menos apoyar activamente a aquellos que lo hacen.

En nuestro hogar todos somos introvertidos, y nuestro breve experimento de invitar feligreses a nuestra casa cada semana fracasó espectacularmente. ¿Qué podría significar una vida de hospitalidad habitual y radical para nosotros? Para personas como yo, que sufrimos incluso síntomas de enfermedad física tras someternos a periodos de interacción social prolongada, ¿es acaso la única respuesta ajustarse a un estilo de vida extrovertido un poco menos intenso compensado con más tiempo personal?

El poder de la hospitalidad introvertida

En una entrevista, Rosaria Butterfield habla sobre sus vecinos Ken y Floy Smith, quienes fueron piezas clave en su camino hacia la fe e inspiraron su propia visión de la hospitalidad. «En su hogar la puerta estaba abierta. Siempre había gente entrando y saliendo de la casa: gente de la iglesia y gente que no era de la iglesia». Ken, un pastor, recibía con calidez a todo el que llegaba a su casa.

Esto es hospitalidad extrovertida en su mejor y más bella expresión. Pero yo diría que no es para todo el mundo, y no es la única manera.

Por el contrario, recuerdo a mi amiga Rebekah. Cuando estaba en la universidad me tomé un año sabático para vivir y servir en un orfanato en Corea del Sur. Los primeros meses fueron los más difíciles de mi vida, porque tuve que lidiar con la soledad y la depresión.

Durante este tiempo tuve una amiga en Seúl llamada Rebekah a quien visitaba de vez en cuando. En su pequeño apartamento, me sentaba en su sofá amarillo y miraba por la ventana mientras ella hacía cosas en la habitación de al lado. A veces ponía un poco de música suave. Salíamos a caminar juntas por el hermoso otoño coreano y teníamos conversaciones profundas en cafeterías tomando té. Leíamos libros, veíamos películas y comíamos juntas. Su silenciosa amistad fue un bálsamo para mi alma.

Tanto Rebekah como yo somos introvertidas. Si ella hubiera abierto su casa a un torrente constante de interrupciones y hubiera invitado a una decena de sus amigos cada vez que la visitaba, su hospitalidad rápidamente habría perdido profundidad, poder e intimidad. Su puerta estaba protegida, y eso amplificó su capacidad de ofrecerme el tipo de hospitalidad que yo necesitaba en aquel momento. Ella fue un modelo de cómo una vida de amor puede fluir desde los ritmos y los salvaguardas de la soledad.

Al recordar a amigas como Rebekah, mi marido y yo hemos aprendido a darnos permiso para aceptar nuestra propia introversión en la hospitalidad y el ministerio. En vez de forzarnos a ser anfitriones de cenas semanales, llevamos la conversación fuera de casa y, en gran medida, lo hacemos durante la jornada de trabajo.

Cada mes le preguntamos a Dios hacia quién nos está dirigiendo, y entonces buscamos desarrollar amistades espirituales en lugares tales como senderos en la naturaleza, cafeterías o algún rincón tranquilo en la iglesia. Y realmente disfrutamos de estos momentos con amigos queridos, tanto nuevos como viejos.

Cuando invitamos a personas a venir a nuestra casa, es intencional, casual, planificado, informal y normalmente en grupos pequeños. Equilibramos esto con tiempo a solas y tiempo con nuestra familia, cuidando de nuestros horarios lo mejor posible, y dejando espacio para ser flexibles. Nuestra puerta no está siempre abierta, pero nuestros vecinos y amigos saben que estamos aquí para ellos con todo nuestro corazón cuando nos necesitan.

La introversión no es una desafortunada desventaja para el ideal de hospitalidad extrovertida de nuestra cultura: es una forma especialmente poderosa de hospitalidad en sí misma. Como introvertidos, compensamos con profundidad lo que nos falta en amplitud. Nos encontramos con el hombre solo al otro lado del mar y con la mujer en el pozo, en vez de con los miles en las colinas o las multitudes que levantaban el tejado.

Somos conscientes del modo en que Dios nos ha creado y no nos da vergüenza aceptar nuestra necesidad de pasar tiempo a solas. Nuestra soledad no solamente nos resulta vivificante, sino que rebosa en vida hacia el mundo. Nuestra clase de hospitalidad es vital para la salud de la iglesia.

El llamado comunitario y la tienda móvil de la hospitalidad

A menudo hacemos de la hospitalidad un llamado muy individualista; sin embargo, la iglesia tiene el llamado de practicarla de forma grupal: necesitamos extrovertidos, introvertidos y todos los que están en medio.

Quizá tú, como yo, no seas la mejor opción para el comité de bienvenida de la iglesia y te resulte difícil invitar a los vecinos a tu casa. Pero quizá seas un administrador, y tienes la habilidad para organizar eventos para que otros se reúnan. Quizá eres un artista que crea belleza que deja salir los deseos del corazón.

Quizá seas alguien que escucha con atención y estás abierto a interrupciones de parte de tus colegas como oportunidades para mostrar compasión. Quizá seas un profesor que ofrece un espacio para que tus estudiantes no solo aprendan, sino que sean escuchados y amados. Quizá lo tuyo sea siempre detenerte a hablar con las personas sin hogar que encuentras por la calle.

Sea cual sea tu temperamento, tu vocación o don, todos necesitamos una visión más grande de la hospitalidad: una que se extienda más allá de los muros de nuestros hogares. Necesitamos una visión de la hospitalidad que se parezca más a Jesús.

Cuando nos liberamos del concepto que tienen los demás de hospitalidad, podemos ser libres para descubrir nuestra manera única de bendecir a los que nos rodean. Y podemos comenzar a llevar el corazón de la hospitalidad adonde sea que vayamos.

Nunca olvidaré cuando mi familia y yo estábamos sentados en la habitación de un hotel una mañana, mientras estábamos de vacaciones, cuando el ama de llaves entró a limpiar. Ella tenía una actitud desagradable hacia nosotros mientras hacía las camas, y sentí que mi corazón comenzaba a enfurecerse. Mi suegra, introvertida también, había estado observando en silencio desde una esquina.

De pronto, mi suegra se levantó, tomó la otra esquina de la sábana y le dijo con una sonrisa: «Permítame que le ayude». La limpiadora se quedó sin habla, como yo. Esto era un corazón hospitalario en acción, y derritió en un instante la negatividad del ambiente con poder y belleza.

Jesús ha prometido que cuando lo amamos y le obedecemos, Él hace su hogar en nosotros (Juan 14:23). Por sobre todas las cosas, es a este hogar, al que invitamos a los demás cuando los recibimos con un espíritu de generosidad, bienvenida y cuidado. El hogar de Cristo en la tierra se parece más a una tienda de campaña que a una mansión establecida. Esta tienda va con nosotros a donde sea que vayamos, y Él es el tierno anfitrión de todos los que entran.

Gracias a Dios por su iglesia, y por la variedad de maneras en que Él muestra hospitalidad a un mundo solitario y hostil. Gracias por la gran mesa de su gran festín, que podemos degustar incluso ahora: ya sea en una casa llena de gente o en un silencioso apartamento de Seúl.

Sara Kyoungah White es editora en jefe del Movimiento de Lausana. Tiene un grado universitario por la Universidad de Cornell y ha trabajado como editora independiente, periodista y escritora. Vive en Grand Rapids, Michigan, con su marido Brian y sus dos hijos.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

Las plantas nucleares de Alemania están cerrando, pero muchas preguntas éticas sobre la energía nuclear siguen vigentes

¿Cuál es la postura cristiana sobre los accidentes radioactivos, la tecnología y el reemplazamiento de los combustibles fósiles?

Christianity Today July 13, 2022
Sean Gallup / Getty

Emmy Janssen comprende la mecánica de la fisión nuclear. Como estudiante de Física en la Universidad Freie en Berlín, dice que las matemáticas pueden ser desafiantes, pero ama el modo en que sus estudios la enfrentan a lo que ella llama «la profundidad y la anchura del cosmos creado por Dios».

Pero como cristiana, no está tan segura de comprender sus responsabilidades éticas. Se pregunta acerca de «nuestro papel como hijos de Dios al traer al mundo la energía nuclear, en primer lugar».

Janssen no es la única. En todo el país, los evangélicos alemanes están sopesando la ética de la energía nuclear.

El gobierno se ha propuesto cerrar sus tres últimos reactores nucleares para finales de 2022. El cierre de Isar 2, Emsland y Neckarwetheim 2 completará el atomausstieg de la región, es decir, «el desplazamiento de la energía nuclear» y pondrá fin a toda una generación de debates políticos. Sin embargo, los debates, al igual que las partículas radiactivas, tienen lo que se conoce como una «semivida», y los evangélicos de Alemania siguen discutiendo los problemas de los residuos, los riesgos de accidentes catastróficos y los beneficios potenciales de la energía nuclear.

Definir una posición cristiana no es tan fácil como encender un interruptor de luz.

«Hay gente indiferente. Hay gente que está totalmente convencida de que la energía nuclear es sucia y peligrosa. Hay quienes la ven como una posibilidad de proteger el planeta y desarrollar una energía más limpia», dijo Matthias Boehning, director del Centro de Sostenibilidad de la Alianza Evangélica Mundial en Bonn.

Algunas de las diferencias parecen ser generacionales. Las perspectivas evangélicas más antiguas se vieron fuertemente influenciadas por la historia de la Guerra Fría, cuando los Estados Unidos y la URSS planeaban ataques y contraataques nucleares, así como por el recuerdo de los accidentes nucleares.

El programa alemán de energía nuclear arrancó en la década de 1950, produciendo energía para la nación mientras pasaba por el proceso de reconstrucción después de la Segunda Guerra Mundial. El movimiento antinuclear alemán surgió más o menos en la misma época, exponiendo su preocupación acerca del potencial destructivo de las bombas atómicas y la increíble dificultad de lidiar con los residuos nucleares.

Pero, según los historiadores políticos [enlaces en inglés], la mayoría apoyaba el programa nuclear hasta 1986, año en que la tragedia de Chernobyl tuvo lugar.

Para Markus Baum, metodista de 59 años de edad y comentarista de radio en ERF Medien, ese accidente fue un punto de inflexión. Recuerda escuchar las noticias de que el reactor, en lo que ahora es Ucrania, se había derretido y quebrado, expulsando nubes de contaminación a la atmósfera. Hubo avisos de lluvia radioactiva. Él nunca volvió a pensar en la energía nuclear del mismo modo.

«Después de Chernobyl vimos las complicaciones, los peligros», dijo. «Decidimos que la senda nuclear por la que habíamos caminado no tenía futuro».

Creció la preocupación por la energía nuclear. El partido político de los verdes comenzó a argumentar la necesidad de un cierre inmediato de los reactores del país. «Chernobyl está en todas partes», decían. Solamente obtuvieron unos cuantos votos, pero el argumento se convirtió en una parte permanente del discurso político alemán.

En 1998, una coalición de gobierno entre los socialdemócratas y los verdes se comprometió a alejar a Alemania de la energía nuclear. La eliminación gradual comenzó en 2002.

Sin embargo, cuando Angela Merkel se convirtió en canciller en 2006 dijo que cerrar los reactores nucleares era «absurdo». Las plantas nucleares no solo eran «tecnológicamente seguras», sino que no emitían carbono, el cual es el culpable del cambio climático. Merkel, política de centroderecha, previamente había obtenido un doctorado en física cuántica. Ella comprendía la ciencia detrás de todo ello y creía en la seguridad de la energía nuclear.

Sin embargo, Merkel cambió de parecer en 2011. Un terremoto y un tsunami produjeron tres accidentes nucleares, tres explosiones de hidrógeno y contaminación radioactiva considerable en Fukushima, Japón, lo cual demostró de manera radical que sin importar lo segura que sea tecnológicamente, la energía nuclear siempre es peligrosa.

Merkel anunció que todas las plantas nucleares se cerrarían para finales de diciembre de 2022.

Algunos de los evangélicos más jóvenes del país, sin embargo, piensan que Merkel probablemente tenía razón al principio. Conocen los peligros de la energía nuclear, pero perciben que son menores comparados con el daño permanente causado todos los días por el uso de combustibles fósiles.

Al adoptar lo que se ha llamado una posición «ecomodernista», la generación Z y los millennials que buscan defender la Creación señalan que debe haber un aumento en los protocolos de seguridad, tecnologías aún más avanzadas y la urgente necesidad de una alternativa al carbón y al petróleo.

«Para ellos, la energía nuclear ofrece la posibilidad de producir energía limpia», dice Boehning, de la Alianza Evangélica Mundial. «Ellos están razonando de forma menos ideológica, más pragmática y más orientada hacia el presente».

Caroline Bader, cofacilitadora de GreenFaith’s International Network y coordinadora con las comunidades de fe alemanas, dice que esta clase de perspectiva tiene visión de corto plazo. La preocupación por el cambio climático no es una buena razón para regresar al poder nuclear, dice ella.

«Exigimos acceso universal a energías limpias y accesibles para todo el mundo, y la energía nuclear es dañina en ambos sentidos», dice ella. «Es cara, peligrosa, y no tan limpia como sus defensores sugieren».

Aun si no hubiera accidentes, señala Bader, las plantas nucleares producen desperdicios tóxicos y los alemanes tendrán que lidiar con ese gran problema técnico durante los próximos siglos.

Es posible que estos problemas se resuelvan con el avance de la tecnología, pero los problemas morales relacionados con la energía nuclear seguirán siendo complicados. Según el físico Robert Kaita, evangélico que ha trabajado en el Laboratorio de Física de Plasma de Princeton durante cuarenta años, esto se debe a que «como seres humanos creados a imagen de Dios, tenemos un tremendo poder para crear y destruir, para dar vida y quitarla».

Comprender la creación a un nivel atómico no es suficiente para que los cristianos acepten las cuestiones éticas de los reactores, dice él. Como científico, no desprecia las preocupaciones acerca de la energía nuclear. Más bien, ora por sabiduría y compasión.

«La energía nuclear no es inherentemente malvada», dice Kaita, «pero tenemos que ir más allá de los problemas técnicos y considerar las ramificaciones morales de lo que estamos haciendo».

Gerald Fink, especialista en protección contra la radiación que trabajaba para la Asociación de Técnicos de Inspección de Alemania, está de acuerdo. Dice que, como cristiano, quiere asumir una «perspectiva cosmológica», y señala a la narrativa de la creación de Génesis.

«El cristianismo forma parte de un proyecto muy grande de restauración y compleción. Nosotros somos una parte importante de esto, pero no se trata solo de nosotros», dice él.

Fink cree que las preguntas acerca de la tecnología, las energías limpias y la energía nuclear se pueden enfocar de manera más sabia y minuciosa si se empieza desde la perspectiva bíblica sobre la creatividad y el propósito humanos.

«Debes tener esta perspectiva en mente cuando llegas a la cuestión de la energía nuclear», dice, «y entonces te das cuenta de que se trata de algo más que solo separar o combinar átomos».

Fink sabe que esto no siempre responde a la pregunta de una cristiana de veinte años que estudia física en Berlín. Pero mientras que el gobierno alemán cierra sus últimas plantas nucleares y el debate político comienza un nuevo capítulo, este pasa a ser un punto desde donde los creyentes pueden comenzar su análisis.

Ken Chitwood es escritor y experto en religión global, y vive en Alemania.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Ideas

Abuso en la iglesia: lo que podemos aprender del camino a Jericó

President & CEO

No fue a los ladrones a quienes Jesús reprendió en la parábola del buen samaritano. Fue a los líderes religiosos.

Christianity Today July 13, 2022
Edición por Christianity Today / Source Image: WikiMedia Commons

La parte más dolorosa del informe sobre el comité ejecutivo de la Convención Bautista del Sur (SBC, por sus siglas en inglés) puede que sea el resumen de las entrevistas con los supervivientes de abuso sexual. Christa Brown habla con desgarradora elocuencia de las consecuencias, no solo del abuso en la iglesia, sino de la insensible falta de humanidad con la que los supervivientes fueron recibidos al intentar contar sus historias.

«Para la mayoría de la gente de fe», dice ella, «su fe es una fuente de solaz», una reserva de paz y un recurso que les ayuda a sanar. Para ella, sin embargo, la fe está «interconectada neurológicamente con una pesadilla». Fue violada repetidamente por su pastor cuando era niña y enfrentó un torrente de hostilidad cuando contó la verdad. «No solo es devastador física, psicológica y emocionalmente», dice, «sino que es espiritualmente destructivo. Es un asesinato del alma».

El patrón se repite por todo el informe. Un individuo sufre el horrible mal del abuso y después sufre el segundo mal de la monstruosa indiferencia de las autoridades religiosas. El segundo mal es particularmente desolador. Una cosa es sufrir a manos de un nefario hipócrita aislado. Otra cosa es cuando la compañía de los grandes y los santos te trata como si tu sufrimiento no significara nada.

Este mismo patrón, por supuesto, también se encuentra en una de las parábolas más amadas de Jesús. La parábola comienza con un viajero inocente en el camino entre Jerusalén y Jericó. En este sendero difícil y estrecho los ladrones lo asaltan, le quitan las ropas y lo golpean hasta casi dejarlo muerto. Un sacerdote pasa por allí, lo evita y lo deja a morir solo y desnudo. Un levita, un hombre cuyo servicio es la alabanza a Dios en el templo, hace lo mismo.

Entonces un samaritano, la última persona que la audiencia de Jesús hubiera esperado, le muestra misericordia al viajero. Derrama aceite y vino en sus heridas, le pone vendas, lo carga en su propio burro hasta una posada y lo atiende durante la noche. Le dio dinero al posadero y le dice: «Cuídemelo, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva» (Lucas 10:35).

Algunos paralelos con nuestras circunstancias presentes son obvias. El cuerpo de la iglesia está plagado del cáncer del abuso. Nunca se trató solo de la Iglesia Católica Romana. Seguramente no serán solo las iglesias bautistas del sur. Como han dejado tan dolorosamente claro las voces de los supervivientes y los defensores, hay ladrones y bandoleros entre nosotros que asaltan a los vulnerables y los dejan humillados, abusados y luchando por su vida.

La existencia de ladrones, sin embargo, casi se da por hecho en la parábola. Aunque debemos hacer todo lo que podamos para detenerlos, mientras siga habiendo pecado seguiremos teniendo abusadores entre nosotros. En la parábola, a quien se condena más duramente es a los líderes religiosos. El sacerdote y el levita no solo no hicieron lo correcto: se unieron a los ladrones en su deshumanización del abusado. Puede que hayan hecho una profesión de fe elocuente en los terrenos del templo, puede que hubiera multitudes esperándolos en Jericó, puede que tuvieran cosas más importantes que hacer. Pero tu fe será real tanto como trates a la imagen de Dios que tienes frente a ti.

Cuando alguien le preguntó a Jesús quién era el mayor en el reino de los cielos (Mateo 18:1-14), Él llamó a un niño y lo puso frente a Él. Les dijo a sus discípulos: «no menosprecien a uno de estos pequeños», sino que sean como el pastor que dejó a las noventa y nueve ovejas en la colina para buscar a la única oveja perdida y vulnerable. El reino de los cielos nunca descuida el sufrimiento de una persona para poder salvar a muchos. No descuida al número más pequeño, ni a la persona más pequeña. «El que recibe en mi nombre a un niño como este», dice, «me recibe a mí».

Ahora, imaginemos a la persona herida que vieron el sacerdote y el levita. Imaginemos que clamó por misericordia, pero no recibió nada de parte de estos hombres que se suponía que representaban el amor de Dios. ¿Cómo pudo esto haberlo afectado? ¿Puede ser que le hiciera cuestionarse todo lo que pensaba acerca de quiénes eran los justos y quiénes los malvados?

O imaginemos que la persona herida comienza a contar la verdad de lo que vio. Se corre la voz de la dureza del corazón del sacerdote y el levita, la inhumanidad de estos hombres putativos de Dios que sirven en el templo del Creador, pero muestran desprecio por la corona de su creación. Sin embargo, la persona herida no puede probarlo. ¿Acaso el sacerdote y el levita objetarían que «el mundo» los está atacando porque es hostil para con los justos? ¿Lo llamarían «plan satánico» para distraerlos de su misión?

Después de todo, es más fácil atacar al mundo que reconocer nuestro pecado. Quienes encuentran poco de qué culparse a sí mismos, tienden a culpar al mundo. Los que no ven la viga en su ojo se enfurecen contra la paja en el ojo secular. Son nuestros propios pecados los que deberían dolernos más. Son únicamente nuestros pecados, el haber perdido nuestro primer amor, lo que podrá destruir de verdad el testimonio de la iglesia, que es la esperanza del mundo.

Así que podemos vituperar contra «el mundo» hasta que perdamos la voz. Así es precisamente como la perdemos, de hecho, o al menos así es como perdemos cualquier voz que merezca la pena ser escuchada. Cuidado con el profeta que tiene más que decir acerca de los pecados del mundo que acerca de los pecados del pueblo de Dios. No fue «el mundo» el que abandonó al sufriente a la orilla del camino. Tampoco fue «el mundo» el que se opuso a la visión de Jesús del reino de Dios hasta llevarlo a la muerte. Fue «el justo». Fueron las autoridades religiosas.

Es decir, fuimos nosotros. Muchos de nosotros.

O imaginemos otro giro de la historia. La maldad del sacerdote y el levita (porque se trata de maldad) fue atestiguada por testigos. Pero las autoridades religiosas los rodearon y demandaron silencio. La verdad, decían, podía dañar la reputación del sacerdocio. Dañaría a la institución del templo. La verdad nunca debería salir a la luz. Era mejor sacrificar el alma rota de la víctima de abuso que socavar la fe de millones.

En nuestra época, hemos presenciado el sacudimiento de los cimientos de numerosas instituciones cristianas: desde megaiglesias hasta ministerios de apologética, pasando por centros de campamentos y denominaciones enteras. Pero recuerden esto: aunque las instituciones de la cristiandad se supone que deben servir al reino de Dios, ellas no son el reino de Dios. «El cuerpo mortal no puede heredar el reino de Dios, ni lo corruptible puede heredar lo incorruptible» (1 Corintios 15:50). El reino de Dios es una irrupción del cielo en la tierra; una inversión del orden normal de las cosas en donde los primeros se convierten en los últimos y los últimos en los primeros y donde los perdidos son encontrados y los heridos sanados. Es el reino del Amor y la Verdad en persona.

Puede que la verdad dañe a la cristiandad, pero nunca hará daño al Reino. No es el reino de Dios cuando se abusa de un niño. No es el reino de Dios cuando los líderes religiosos denuncian y deshumanizan a ese niño cuando se convierte en adulto y cuenta la verdad. Es el reino de Dios cuando protegemos a nuestros niños: «El reino de los cielos es de quienes son como ellos» (Mateo 19:14). Es el reino de Dios cuando vendamos al herido, como hizo el samaritano con el que sufría en el camino. Es el reino de Dios cuando defendemos la verdad incluso cuando requiere sacrificio, porque una fe que puede ser derribada por la verdad no es fe en Jesucristo.

El posadero recibe menos atención en la historia, pero su papel es importante. Desde Ireneo y Orígenes, pasando por teólogos como Ambrosio y Agustín, se reconoce la idea de que el buen samaritano se parece mucho a Jesús, y el posadero se parece a la iglesia. Después de todo, Jesús es el gran médico. Solo Jesús puede sanar las heridas que han infligido estos ministros. Él se encuentra con el que sufre, el abusado, el humillado y abandonado en este camino pedregoso, donde parece que todo el mundo los ha abandonado. Solo Él los puede sanar con aceite y vino.

El sanador lleva al sufriente a la posada, cuida de Él y le da al posadero dos denarios, el equivalente a la paga de dos días de trabajo. Cuídemelo, le dice, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva. El posadero, entonces, en palabras [enlaces en inglés] de Bruce Longenecker, se vuelve «vulnerable a la pérdida». Asume el riesgo. Retoma el trabajo que comenzó el sanador. Proporciona refugio, seguridad y un hogar. Escucha la historia del que sufre y cuida de él hasta que sana. Desea amar al sufriente que el sanador ama.

A menudo nos gusta creer que nosotros somos los buenos samaritanos. Pero no somos nada buenos. No todavía. Hoy no. Pero podemos ser el posadero. Podemos inspirarnos en las acciones de un Sanador que es bueno más allá de lo que imaginamos para cuidar de sus enfermos hasta que Él regrese.

Merece la pena recordar por qué Jesús contó esta parábola, en primer lugar. Un «experto en la ley» le pregunta qué debe hacer alguien para heredar la vida eterna (Lucas 10:25). Jesús le da la vuelta a la pregunta, y el experto sugiere que debes amar a Dios completamente y a tu prójimo como a ti mismo. Pero entonces pregunta: « ¿Y quién es mi prójimo?» (v. 29).

Lo que él desea —como hacen a menudo los expertos en la ley— es definir los límites de la responsabilidad religiosa. En vez de preguntar hasta dónde puede extender su amor, pregunta hasta dónde debe llevarlo. Es fácil escuchar el eco de esta pregunta en nuestro tiempo. ¿Debo amarlos —a los abusados, los violados, los despreciados— o puedo encontrar alguna manera de evadirme de esta responsabilidad? ¿Cómo puedo poner límites al amor que Dios me exige? El experto en la ley pregunta quién merece ser llamado su prójimo. Jesús responde a una pregunta diferente: ¿Cómo puedo ser yo el prójimo de otros?

Tal vez esta sea la lección que debemos aprender de la parábola mientras reflexionamos sobre la enfermedad del abuso dentro de la iglesia. A veces la maldad viene con una sonrisa lasciva. A veces viene con el disfraz de un villano, un ladrón que se aprovecha de los vulnerables. A menudo también, sin embargo —si acaso no es más común—, la maldad viene vestida de justicia. Con un poco de impertinencia, una ceja alzada y un sinfín de afirmaciones de preocupación. La maldad viene en la forma de un sacerdote y un levita en el camino a Jericó. Viene en la forma de aquellos que escuchan los gritos de los abusados y abandonados, y deciden seguir con su camino.

La justicia bíblica, por otro lado, viene de lugares inesperados. Rara vez es del área de los grandes y poderosos. La bondad es Cristo en el camino solitario, y quizá amar a los heridos que Él pone en nuestro camino sea nuestro honor y lo mínimo que podemos hacer. No necesitamos preguntar si el que sufre merece que le hagamos caso. Necesitamos preguntar cómo nosotros podemos ser dignos de él.

Timothy Dalrymple es presidente, CEO y editor jefe de Christianity Today.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

República Dominicana: Evangélicos piden una reforma policial

Y otras noticias breves de los cristianos de todo el mundo.

Christianity Today July 12, 2022
Spencer Platt / Staff / Getty

La Confraternidad de Pastores e Iglesias Evangélicas de Ocoa está solicitando una reforma policial en la capital de la provincia, después de que un hombre de 32 años muriera bajo custodia policial. El personal médico había dicho inicialmente que José Gregorio Custodio había muerto por una golpiza policial, pero luego cambió su evaluación y dijo que los moretones en el cuerpo del fallecido habían sido causados por una reacción alérgica. «Cuando se detiene a un ciudadano, no hay que maltratarlo, y mucho menos asesinarlo», dijo el pastor Andrés Febles.

Anglicanos pierden 14 propiedades en litigio judicial en Carolina del Sur

La Corte Suprema de Carolina del Sur dictaminó que la Iglesia Anglicana de América del Norte deberá devolver 14 de 29 propiedades parroquiales en conflicto a la Iglesia Episcopal. Las congregaciones se habían separado de la Iglesia Episcopal en 2012 y se habían llevado consigo unos 500 millones de dólares en propiedades eclesiásticas después de que una convención general votara por permitir la bendición de las uniones entre personas del mismo sexo. El tribunal estatal falló a favor de las congregaciones escindidas en 2017, pero la decisión fue apelada. En una segunda revisión, el tribunal decidió que 14 de las parroquias desafiliadas habían aceptado un estatuto previo de 1979 que decía que mantenían sus propiedades en fideicomiso para la denominación.

Estados Unidos: Falleció mujer que alegaba haber sido bautizada bajo coerción

La Oficina de Investigaciones de Tennessee está investigando la muerte de una mujer de 42 años que había demandado a un oficial de la comisaría por obligarla a bautizarse. Cuando Shandle Marie Riley fue detenida en un control de tránsito en 2019, le dijo al oficial Daniel Wilkey que llevaba un cigarrillo de marihuana. Ella afirmó que el oficial le ofreció dos opciones: ser arrestada o bautizarse. Riley eligió el bautismo. El ritual religioso fue filmado por un segundo oficial. Posteriormente, Riley presentó una demanda alegando que los agentes de la ley habían violado su libertad de religión. Un juez de Tennessee dictaminó en abril de este año que su demanda podía avanzar. Una semana después del dictamen, Riley fue encontrada muerta. Wilkey también ha sido acusado de registrar a la gente a la orilla de la carretera, ha recibido múltiples demandas civiles y ha sido acusado de cargos penales en Chattanooga.

Trinidad y Tobago: Escuela de Asambleas de Dios enfrenta auditoría financiera

El gobierno de Tobago está investigando las finanzas de una escuela secundaria perteneciente a Asambleas de Dios que cerró repentinamente. La escuela secundaria de la Fundación Luz y Vida, de denominación pentecostal, cerró en el mes de abril, un día después del inicio del ciclo escolar, y 23 de los 27 docentes de la institución abandonaron las instalaciones debido a preocupaciones por el estado del edificio. Otras dos escuelas que cerraron de forma similar, una católica y otra de los Adventistas del Séptimo Día, también serán sujetas a una investigación. La escuela de Asambleas recibe del gobierno un monto equivalente a unos 88 000 dólares por trimestre, parte del cual supuestamente es destinado al mantenimiento del edificio. El director de la escuela dijo que se trata de problemas de larga data, y criticó a la ministra de educación por hacer públicas sus preocupaciones en las redes sociales.

Francia: La libertad religiosa debe ser vigilada ‘como la leche al fuego’

Los evangélicos franceses han pedido al presidente Emmanuel Macron que priorice la libertad de religión en su segundo mandato. Thierry Le Gall, miembro del Consejo Nacional de Cristianos Evangélicos de Francia, dijo que «la libertad de expresión religiosa necesita ser vigilada como la leche al fuego», porque las recientes leyes dirigidas a los musulmanes han llevado a la nación a «pasar de un pacto republicano de tolerancia a una política de vigilancia de las religiones». Las encuestas muestran que la mayoría de los evangélicos apoyó a Macron, quien es agnóstico, frente a su oponente nacional conservadora Marine Le Pen.

Suiza: Cristiano solicitante de asilo gana apelación

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó que las autoridades suizas no evaluaron correctamente el riesgo al que un converso del Ejército de Salvación se enfrentaría en caso de ser deportado a Pakistán. Aunque tuvieron en cuenta la persecución contra las iglesias, no consideraron los riesgos que los conversos enfrentan de forma individual. Los gobiernos europeos han tenido dificultades para desarrollar un sistema viable para evaluar la legitimidad de las conversiones de los solicitantes de asilo.

Nigeria: Pastores debaten sobre el matrimonio ‘bíblico’

El actor nigeriano Yul Edochie anunció su matrimonio con su segunda esposa, lo que provocó un debate a nivel nacional sobre la poligamia. Reno Omokri, exasesor del presidente Goodluck Jonathan y ministro independiente, dijo que en las Escrituras muchos hombres piadosos son polígamos y que la práctica solo está prohibida para obispos y ancianos de la iglesia. Según Omokri, la aceptación en África de la «construcción occidental» de la monogamia ha llevado a la aceptación social del adulterio y del matrimonio entre personas del mismo sexo. Kingsley Okonkwo, un pastor que aborda con frecuencia las relaciones de pareja, objetó que, a pesar de que algunos hombres de la Biblia tuvieron más de una esposa, las Escrituras claramente indican que ese nunca fue el plan de Dios para el matrimonio.

Israel: Homenaje a policía asesinado

Judíos ultraortodoxos colmaron autobuses para asistir al funeral de un policía árabe cristiano y honrarlo como un «héroe de Israel». Amir Khoury, de 32 años, acudió a la escena de un tiroteo terrorista en la ciudad de Bnei Brak, cerca de Tel Aviv. Él y su compañero intercambiaron disparos con un palestino de 27 años que, al parecer, estaba enfadado porque una mujer de su familia había sido atacada por los pobladores. El palestino y Khoury fallecieron en el tiroteo. Los cristianos de Israel han tenido conflictos recientemente con las autoridades. Algunos afirman que el gobierno no los quiere en el país.

Corea del Sur: Cristianos envían 1 millón de dólares para inmigrantes judíos en Israel

Cristianos surcoreanos donaron un millón de dólares para ayudar a los judíos etíopes y ucranianos que emigran a Israel. La donación, que será recibida por la Agencia Judía para Israel, fue organizada por One New Man Family, un ministerio cuyo objetivo es reunir a judíos y gentiles para «celebrar la segunda venida de Cristo», según su página oficial de internet. La mayoría de los cristianos surcoreanos creen que la iglesia de Cristo es la nueva Israel, pero el pastor Eun Soo Seol —también conocido como el pastor Joshua— quiere persuadirlos de que «vean a Israel como el Israel de la Biblia».

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¿Estamos perdiendo de vista el punto de Mateo 18?

Se trata de mucho más que la disciplina de la iglesia. Se trata de una comunidad floreciente.

Christianity Today July 11, 2022
Illustration by Duncan Robertson

Un pastor se entera de que un hombre casado que forma parte de un grupo de estudio bíblico está teniendo una relación extramarital con una mujer casada dentro del mismo grupo. Los detalles apenas comienzan a salir a la luz. Según las Escrituras, ¿cómo debe abordar esto el pastor?

O imagine esto: un copastor en una iglesia recién plantada se comporta cada vez de forma más errática. Está mostrando signos de narcisismo clásico, dejando una estela de personas dañadas que han tenido que enfrentar el despotismo de su liderazgo. ¿Cómo debería manejar esto el otro copastor?

O pensemos en algo más sencillo: dos estudiantes de secundaria en el grupo de jóvenes comenzaron a mostrar interés romántico el uno por el otro. Los padres del niño estaban ansiosos por la situación, por lo que trabajaron duro para apagar la relación. Como resultado, los padres de la niña quedaron heridos y molestos. Ahora hay una tensión creciente entre los padres, y las acusaciones surgen de ambos lados. El pastor es llamado para negociar. ¿Qué pasos debe tomar?

Aquellos que han estado en el ministerio por algún tiempo no necesitan mucha imaginación para reconocer estos escenarios: la mayoría de los pastores han experimentado alguna versión de estas circunstancias. Las variedades de pecado son infinitas, pero también predecibles. No son solo los pobres a los que siempre tendremos con nosotros, como Jesús nos recuerda, sino también a seres humanos que hacen cosas malas, incluidos los cristianos.

¿Cuestión de disciplina?

Durante los últimos 25 años, he tenido el privilegio de servir como pastor y profesor, y actualmente como ambos a la vez. En mi experiencia, es mucho más difícil ser pastor que profesor, en gran parte debido a la complejidad de las relaciones interpersonales en la iglesia.

Aunque los conflictos van y vienen en una congregación, nunca desaparecen para siempre. Tan solo en el último año, puedo recordar múltiples casos de sentimientos heridos, malentendidos, ansiedad explosiva y conflicto entre cristianos en nuestra iglesia; incluso entre el personal. He sido llamado para ayudar en algunas situaciones, he estado al tanto de otras, y me he visto personalmente involucrado y afectado por algunas.

No debería sorprenderme. No debería sorprendernos. Esta es la vida real y normal que vivimos juntos dentro de la iglesia de Cristo. Nuestras vidas en convivencia están en conflicto constante porque somos seres humanos limitados y quebrantados, pero aun así debemos vivir en comunidad.

A lo largo de la historia, la iglesia ha utilizado una serie de enfoques para abordar este tipo de situaciones, que han incluido reacciones radicalmente distintas tales como la excomunión, el encubrimiento destructivo, y procesos de mediación y restauración. En muchas iglesias de los Estados Unidos hoy en día se pone gran énfasis en la necesidad de «disciplina de la iglesia» para tratar con el pecado y sus efectos. Para proteger la pureza de la iglesia, se establecen procedimientos disciplinarios para abordar el pecado atroz o continuo.

Un pasaje clave es fundamental en la mayoría de las enseñanzas sobre la disciplina de la iglesia: Mateo 18:15-20. Estos versículos se han convertido en el texto de referencia acerca de la disciplina en la iglesia. Se utilizan como la estrella polar y como el mapa que guía a los pastores en los pasos necesarios para manejar los casos de fracaso moral. Esto es comprensible y no está completamente equivocado.

Pero una lectura cuidadosa de Mateo 18 nos da una visión diferente de lo que Jesús está enseñando en estos versículos. En lugar de ver este pasaje estrictamente en términos de disciplina, podemos verlo como parte de las instrucciones prácticas y constructivas que Jesús nos da para guiar los conflictos que enfrentamos todos los días mientras vivimos en comunidad cristiana. Más que de manejar los problemas de la iglesia, Mateo 18 se trata de crear comunidades florecientes.

El gran libro del discipulado

Hay una frase popular en inglés que dice: «El contexto es rey». A mi hijo le gusta bromear diciendo: «El contexto es rey, pero Jesús es Señor». El viejo tópico de la necesidad del contexto literario es cierto cuando se trata de entender Mateo 18. Este famoso capítulo no es el único de ese libro. Es solo una parte de lo que muchos eruditos consideran el libro mejor estructurado de toda la Biblia: el Evangelio según Mateo.

Una de las muchas razones por las que Mateo ha estado durante mucho tiempo a la cabeza del canon del Nuevo Testamento es porque proporciona un programa claro y poderoso para convertir a las personas en seguidores de Jesús. Mateo es el gran libro del discipulado. Y lo es gracias a su estructura literaria sofisticada que está claramente diseñada con el objetivo de formar discípulos.

En el mundo antiguo, la gente escribía biografías de grandes maestros y filósofos para elogiar sus enseñanzas y los modelos de sus vidas. Esto es, en esencia, lo que son nuestros Evangelios: narraciones salpicadas con discursos de enseñanza que invitan a las personas a convertirse en discípulos de Jesús.

Para lograr su objetivo de hacer discípulos, Mateo agrupa la mayor parte de la enseñanza de Jesús en cinco bloques principales de instrucción (capítulos 5–7, 10, 13, 18 y 23–25). Cada uno de estos famosos discursos está organizado en torno a un tema, proporcionando lecciones para formar discípulos que son fáciles de memorizar. El objetivo de Jesús a través de sus enseñanzas es dar un nuevo entrenamiento a las sensibilidades, los amores, los hábitos, los comportamientos y los pensamientos de sus seguidores para transformarlos conforme al reino venidero de Dios revelado a través de Él mismo. Esto es lo que significa ser un discípulo: tomar sobre nosotros el yugo de la sabiduría de Jesús y aprender su manera muy diferente de habitar el mundo (11:25-30).

Cuando reconocemos que Mateo 18 es solo una parte de las instrucciones del Evangelio para hacer discípulos y que el objetivo general del libro es la formación de discípulos, podemos leer los dichos de Jesús en el capítulo 18 con mayor claridad. Aunque disciplinar a los miembros de la iglesia que han errado puede ser una aplicación de las instrucciones de Jesús, esta lectura es limitada en el mejor de los casos y potencialmente equivocada. Lo más importante que hay que entender acerca de Mateo 18:15–20 es que no es principalmente un manual de instrucciones para la disciplina de la iglesia, sino una pequeña parte de un programa más amplio y constructivo destinado a moldear la forma en que los discípulos cristianos viven en comunidad.

Un código para el hogar

Mi erudito y muy paternal tío siempre bromeaba diciendo que el día en que se usa una palabra alemana no es un día desperdiciado. Aquí hay una buena, de la mente del mismo Martín Lutero, que describe acertadamente el propósito de Mateo en los capítulos 18-20: haustafel, o «código para el hogar». Un código doméstico da instrucciones sobre cómo los diversos miembros de una unidad familiar más grande deben relacionarse entre sí y qué actitudes deben valorarse y practicarse. Otros ejemplos bíblicos de un código doméstico incluyen Efesios 5:22–6:9 y Colosenses 3:18–4:1.

Mateo 18–20 cumple el mismo propósito para el «hogar» o la «familia» de la iglesia, es decir, para el pueblo de Dios recién formado en Jesucristo. Explora una variedad de situaciones interpersonales para instruir al pueblo de Cristo sobre a quién y qué deben honrar. En esta sección, vemos el valor de los niños y los vulnerables (18:1-14; 19:13-15), la importancia de que los hermanos y hermanas cristianos se perdonen mutuamente (18:15-35), la alta estima de Dios por el matrimonio (19:1-12), y la exaltación de aquellos que siguen el camino del sufrimiento de Cristo sobre aquellos que son ricos y tienen solo una apariencia de justicia (19:16-30).

En conjunto, estos capítulos brindan una visión de una nueva forma de habitar el mundo juntos, explicada a través de descripciones de cómo deberían ser nuestras relaciones. Este es el contexto integrado de Mateo 18:15-20, y lo perdemos de vista cuando vemos unos cuantos versículos de forma aislada. La enseñanza de Jesús aquí es solo un ejemplo del tenor único que tienen las relaciones dentro de la iglesia de Cristo.

La marca principal

Este texto de supuesta «disciplina de la iglesia» es realmente parte del gran tema del perdón como la marca principal de la comunidad cristiana. La exhortación ética central en Mateo es el llamado a ser misericordioso. Al modelar la acción misericordiosa (como la misericordia mostrada a María por José en 1:19) y a través de las enseñanzas directas de Jesús, Mateo enfatiza los llamados de Jesús para que sus discípulos sean personas misericordiosas.

Mostrar misericordia es una virtud que tiene dos caras: compasión misericordiosa hacia los necesitados (6:2-4; 9:12-13; 12:7) y perdón misericordioso hacia quienes nos han agraviado (5:7, 9; 6: 14-15; 18:21-35). Y este segundo sentido de misericordia es el marcador principal que indica quiénes son los seguidores de Cristo y quiénes no. De hecho, la falta de perdón es una de las razones por las que algunos pueden ser expulsados ​​de la iglesia siguiendo los pasos descritos en 18:15-20, porque no están dispuestos a reconciliarse con otro creyente, a pesar de la exhortación del cuerpo de la iglesia a hacerlo.

Este tema de la misericordia como perdón se enfatiza doblemente en la larga parábola que Jesús relata inmediatamente después de 18:15-20. La parábola del siervo que no perdona (en los vv. 21-35) es una de las enseñanzas más convincentes y enérgicas de Jesús. Ilustra y pone de relieve la enseñanza central: los cristianos deben perdonarse unos a otros.

No es que Mateo 18:15-20 no aborde formas prácticas de lidiar con el pecado en la comunidad cristiana, lo hace. Pero cuando ampliamos nuestra lectura para abarcar todo el contexto, vemos que la disciplina no es el enfoque principal, sino crecer como una comunidad caracterizada por la misericordia y la gracia de Cristo.

El juego interminable

A lo largo de Mateo 18–20, también vemos la realidad persistente e inevitable del conflicto dentro de la comunidad cristiana. Este pasaje crea expectativas apropiadas para nuestra conflictiva vida juntos. Las instrucciones de Jesús son necesarias debido a que los humanos por naturaleza actúan mal: desprecian a los niños, causan daño a los vulnerables, se divorcian sin razón, pelean por quién es el mayor y, lo más importante, pecan unos contra otros y no se perdonan.

Es importante notar que Jesús no indica conmoción o sorpresa en estas situaciones. Tampoco espera que no sucedan. Más bien, Jesús sabe que esta es la experiencia humana normal y, por lo tanto, la experiencia cristiana normal en comunidad.

Una comunidad floreciente no es una comunidad libre de conflictos, sino una en la que los cristianos valoran y practican la manera muy distinta en que Jesús les enseñó a vivir en el mundo. Y este es el propósito principal y la meta de hacer discípulos en Mateo 18:15-20.

Salud en el contexto de la iglesia no significa falta de conflicto. La salud de la iglesia luce como un grupo de cristianos que manejan colectivamente el conflicto como un asunto serio con el objetivo de la reconciliación. Este es el camino de Cristo.

Así, los pastores pueden aprender a tomar el conflicto como un hecho dado e inevitable. Como todos sabemos bien, tarde o temprano ocurrirán situaciones que necesitarán la sabiduría de Mateo 18–20. La función de estos textos es normalizar tales experiencias dentro de una comunidad eclesial y dar pasos prácticos para vivir juntos en el camino del amor. Este principio rector se aplica tanto a la relación adúltera, como al pastor narcisista y a los padres en conflicto.

Como pastores, estamos llamados a jugar el juego interminable de enseñar al pueblo de Cristo lo que Él valora en Mateo 18–20. Cuando ocurren conflictos y fallas morales de todo tipo, las cuales sabemos que ocurrirán, no debemos sorprendernos. En cambio, podemos ver estas situaciones como una oportunidad para enseñar el camino de Cristo.

Un pastor puede utilizar los pasos que Jesús enseñó y que están orientados a fortalecer la comunidad y a buscar la reconciliación en las relaciones. Al hacerlo, ayudamos a las personas a crecer como una hermosa comunidad alternativa. Modelamos su forma de vivir en el mundo, sirviendo como la luz que alumbra en las tinieblas.

Jonathan T. Pennington es profesor de Nuevo Testamento en Southern Seminary y pastor de formación espiritual en Sojourn East Church en Louisville, Kentucky. Es autor de varios libros, entre ellos Jesus the Great Philosopher.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Church Life

Falacia: Los occidentales deben liderar las misiones en el resto del mundo

Es responsabilidad de la iglesia global llevar el evangelio a todo el mundo.

Christianity Today July 11, 2022
Ilustración por Jared Boggess / Source Images: NSA Digital Archive / Volody Myrzakharov / Getty

Después del horror de la Segunda Guerra Mundial, la actitud a nivel global con respecto a las cuestiones raciales comenzó a cambiar radicalmente, y líderes tanto seculares como religiosos hicieron un llamado para defender los derechos civiles, así como para poner fin al dominio de la raza blanca. Aunque los historiadores suelen relatar el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos con escasa referencia a los acontecimientos en el resto del mundo, los líderes religiosos y laicos de la época entendieron los derechos civiles estadounidenses como parte de una iniciativa más amplia contra el racismo a nivel mundial.

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La ideología de la superioridad étnica tuvo una fuerte presencia en todo el mundo occidental, y el dominio blanco en las colonias era considerado una expresión de la visión racista del mundo. En 1942, un grupo de líderes protestantes comenzó a reclamar la igualdad «de otras razas en nuestra propia tierra y en otras» [enlaces en inglés]. En 1947, dos años después del fin de la guerra, el teólogo luterano Otto Frederick Nolde elaboró una serie de ensayos en los que abogaba por la igualdad racial en el mundo e instaba a la Iglesia a liderar la causa:

El evangelio cristiano concierne a todos los hombres, independientemente de su raza, lengua o color de piel. (…) No existe ningún argumento cristiano que apoye la supuesta superioridad intrínseca de una raza por sobre las demás. Los derechos de todos los pueblos de todas las tierras deben ser reconocidos y salvaguardados. La cooperación internacional es necesaria para crear las condiciones en las que estas libertades puedan hacerse realidad.

El llamado a la igualdad racial formaba parte de un movimiento mundial que exigía la libertad para «todos los pueblos de todas las tierras». En 1948, la comunidad global adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), un acontecimiento decisivo en la batalla global contra el racismo. Los misioneros protestantes estadounidenses ejercieron una gran influencia en el lenguaje de la DUDH y se convirtieron en firmes defensores de la libertad religiosa, así como de los derechos humanos a nivel global. La actitud había comenzado a cambiar en el mundo occidental y los misioneros estaban ayudando a liderar el camino. W. E. B. Du Bois, quien quizás es más conocido como activista de los derechos civiles en Estados Unidos, es considerado más bien como una voz profética que reclamaba el fin del racismo global y la opresión por parte de la raza blanca. A pesar de que era ateo, Du Bois trabajó junto a los misioneros occidentales en la adopción de la DUDH en 1948 y expresó su creencia de que los misioneros occidentales tenían un importante papel que desempeñar para poner fin al racismo mundial.

Sin embargo, el racismo siguió siendo un pecado aceptable después de la Segunda Guerra Mundial, incluso entre muchos cristianos evangélicos. El problema de la segregación racial continuó siendo un problema entre algunas sociedades misioneras cristianas durante la primera mitad del siglo XX.

Durante mis estudios de doctorado, examiné la organización que se convirtió en la mayor agencia misionera protestante de ese siglo en el continente africano. En la década de 1950, la organización se vio inmersa en una gran confusión sobre cómo abordar la cuestión de la integración racial. Los ejecutivos se resistieron a la sugerencia por parte de algunos de sus misioneros de aceptar a los «evangélicos de color» como miembros de pleno derecho de la comunidad misionera. Los funcionarios de la oficina central se preguntaban en voz alta (sobre todo en reuniones a puerta cerrada) cómo abordarían la cuestión de la igualdad de remuneración, así como los problemas que surgirían cuando los hijos de los misioneros negros estadounidenses quisieran asistir a la escuela con los hijos de sus colegas blancos. Las autoridades misioneras sugirieron que tal vez podrían crear estaciones misioneras separadas que «fueran atendidas enteramente por personas negras» en África.

De este modo, algunos misioneros estaban trabajando para lograr un cambio en las actitudes racistas en el extranjero, mientras que otros se enfrentaban a ese tipo de actitudes en sus propias filas. Sin embargo, pude notar algo más mientras estudiaba incansablemente aquellos polvorientos archivos: esas mismas actitudes cambiantes sobre los derechos humanos en el mundo y el dominio de la raza blanca se convirtieron en una crisis para algunos misioneros y sociedades misioneras, aun cuando intentaban seguir centrados en su labor principal que era la proclamación del Evangelio.

Por ejemplo, la obra misionera con la que más me familiaricé se vio obligada a reubicarse debido al aumento del nacionalismo y cierta aprehensión en contra de las personas de raza blanca en la década de 1950, durante la Rebelión del Mau Mau (alrededor de 1952–56). Los cambios que se produjeron en el continente africano crearon una presión política para «africanizar» todas las esferas de la sociedad, incluida la iglesia. En la década que siguió a la independencia de Kenia de Gran Bretaña (el proceso comenzó aproximadamente en 1958 y la independencia se anunció en 1963), la obra misionera —cuyo personal estaba conformado únicamente por personas de raza blanca— se resistió inicialmente a la presión de los líderes eclesiásticos africanos a fin de que traspasaran pacíficamente sus propiedades y su poder. A pesar de recibir garantías de lo contrario, los misioneros temían que se les presionara a abandonar el país, lo cual pondría fin a su labor.

La obra misionera finalmente renunció a su autoridad en la década de 1970 después de que los líderes de la iglesia africana amenazaran con una toma de posesión hostil, aunque no fue sino hasta 1980 que se produjo un traspaso completo debido a las exigencias de un incansable obispo de la iglesia africana, que se cansó de lo que llamó una «mentalidad de la estaciones misioneras». (Se refería al hecho de que los misioneros no se «integraran» plenamente en la iglesia africana). El control extranjero por parte de las personas de raza blanca —ya sea de las sociedades misioneras, de la iglesia o del país— no iba en sintonía con la época. Incluso las organizaciones misioneras que no habían asimilado del todo los cambios que trajo la descolonización se vieron obligadas a adaptarse.

Es importante que los cristianos occidentales que participan en las misiones mundiales comprendan que la supremacía blanca en todas sus formas ha sido rechazada por el mundo no occidental. A finales del siglo XX, los misioneros que servían en el mundo no occidental eran muy conscientes de este estado de ánimo global. En todo el continente africano, durante la segunda mitad del siglo XX, las colonias se rebelaron contra sus amos occidentales, animadas por la lucha por la libertad humana y el fin del racismo global. A medida que las antiguas colonias se independizaban, los misioneros occidentales de diversas denominaciones, tanto católicos como protestantes, se vieron obligados a renunciar a la autoridad eclesiástica.

La transición «de misión a iglesia» (denominada «devolución») en varias denominaciones fue a menudo tensa y desigual. Las voces progresistas dentro de los círculos misioneros exigían la devolución lo antes posible. Max Warren (1904–77), que fue vicario de la iglesia Holy Trinity, en Cambridge, de 1936 a 1942, y secretario general de la Church Missionary Society de 1942 a 1963, fue especialmente persuasivo a la hora de convencer a la comunidad misionera mundial de que se ajustara a los cambios que se estaban produciendo en el mundo durante el proceso de descolonización.

En la mayoría de los casos, los misioneros y las sociedades misioneras respondieron con presteza, preparando a los líderes locales para ocupar puestos de autoridad lo antes posible, a menudo debido a la preocupación de que se vieran obligados a abandonar el país por los nuevos regímenes gubernamentales que podrían ser hostiles con los occidentales (como sucedió en China en 1949 y en el Congo Belga en 1960).

En las nuevas naciones independientes en las que las sociedades misioneras recibieron autorización para continuar su labor, los misioneros a veces se sentían obligados a ceder el control eclesial por temor a ser percibidos como antigubernamentales o incluso racistas. Las condiciones en Sudáfrica eran aún más complejas, ya que la Iglesia y el Estado a menudo traslapaban sus funciones en las esferas pública y privada, y las tensiones raciales continuaron mucho más allá del fin del apartheid (1994), extendiéndose hasta la actualidad. Para el año 1950, en China e India la mayoría de los misioneros occidentales ya habían sido presionados para regresar a su país de origen debido a la actitud antioccidental, y las sociedades misioneras no tuvieron más remedio que ceder la dirección de la iglesia a los líderes nativos. En América Latina, aunque las naciones habían gozado de la libertad política por más de cien años, a mediados del siglo XX las frustraciones aumentaron a causa del elitismo demostrado por la jerarquía eclesiástica.

Los líderes cristianos, tanto católicos como protestantes, expresaron su solidaridad con los pobres y los oprimidos mediante la adopción de la teología de la liberación entre los años 1950 y 1990. Esta forma de teología, basada en la historia del libro de Éxodo, sostenía que Dios está obrando para cumplir la misión de liberar a su pueblo, no solo espiritual, sino también políticamente. La retórica de la teología de la liberación era a menudo antioccidental, y algunas de las críticas de los teólogos de la liberación eran dirigidas en contra de los misioneros occidentales, puesto que los percibían como neocolonialistas. Desde la década de 1940 hasta la de 1990, las sociedades misioneras occidentales se vieron presionadas a adaptarse a los rápidos cambios que estaban teniendo lugar en el mundo a su alrededor. El «dominio blanco» en todas sus formas estaba siendo rechazado en África, Asia y América Latina.

Durante mi año sabático en Kenia en 2006, aprendí sobre el crecimiento del cristianismo en el mundo no occidental, y también sobre las actitudes de los cristianos no occidentales hacia los misioneros occidentales. Un proyecto de investigación que llevé a cabo durante mi estancia en Kenia demostró que los africanos no solo estaban resentidos por el legado de control y racismo de Occidente (esto no me sorprendió), sino que también creían que las sociedades misioneras habían mostrado actitudes de superioridad cultural y racial. Muchos africanos creían que la reticencia de los misioneros occidentales a brindar una preparación ministerial adecuada a los líderes locales había puesto de manifiesto una presunción de superioridad racial y cultural.

Mientras daba clases en el departamento de historia de la iglesia en la Evangelical School of Theology de Nairobi ese año, un pastor de Ukambani (cerca de Machakos, Kenia) pasó por mi casa una noche para entregar una copia de la obra maestra literaria Muntu, de Joe de Graft. La obra africana fue puesta en escena en 1975 en la reunión del Consejo Mundial de Iglesias en Nairobi y en la actualidad es considerada un clásico de la literatura africana.

En la obra, el Pueblo del Agua llega al lugar donde los hijos de África se están peleando entre sí sobre cómo gobernar sus propios asuntos. El primer «Hombre del Agua» es un misionero cristiano que ha llegado a África para hacer conversos, el segundo es un comerciante que establece una tienda de compra y venta, el tercero es un colono blanco en busca de tierras, y el cuarto es un administrador colonial con planes de construir una vía de ferrocarril para exportar oro.

Los Hombres del Agua blandían mosquetes, e incluso el misionero demostró ser un excelente tirador. El pastor africano que me entregó la obra me explicó que la obra de Graft me ayudaría a entender la mentalidad de muchos africanos, especialmente de los que tenían estudios universitarios. Los cristianos africanos, según aprendería después, recuerdan que el misionero occidental había llegado junto con el invasor, el comerciante y el administrador colonial, a menudo en los mismos barcos. Los cristianos más perspicaces, me informó este pastor, interpretaban que el misionero tenía otros objetivos. Sin embargo, continuó, era importante que entendiera que había surgido una nueva generación de líderes africanos que no estaban dispuestos a tolerar nada que se pareciera a la superioridad occidental. Lo que este pastor intentaba mostrarme era que el fin del dominio blanco en las naciones no occidentales significaba también el fin de cualquier atisbo de dominio blanco en la iglesia africana.

Los cristianos de África, Asia y América Latina quieren (y merecen) trabajar con la iglesia del mundo occidental como iguales en el Evangelio por la causa de las misiones globales. Los líderes de las iglesias del mundo no occidental son muy conscientes de la historia de subyugación que ellos y sus antepasados han sufrido. No quieren que la iglesia occidental los ignore, los pase por alto, los desprecie o los trate con condescendencia, ni que llegue a su país a realizar el trabajo de forma independiente, como si no existiera ya una iglesia africana, asiática o latinoamericana. Quieren que la iglesia occidental sirva junto con ellos compartiendo el mismo testimonio. También desean ser reconocidos, respetados y escuchados por los líderes de la iglesia occidental. Quieren que los cristianos occidentales entiendan primero sus necesidades y luego vengan a servir junto a ellos.

Es fácil confundir la hospitalidad ofrecida por los pueblos del mundo no occidental a los visitantes occidentales con un servilismo voluntario. Sin embargo, resulta fundamental comprender que la actitud hacia los norteamericanos y los europeos ha cambiado durante el siglo XX, y que incluso los anfitriones hospitalarios son conscientes de la larga historia de superioridad cultural y racial.

El obispo Oscar Muriu es un influyente líder cristiano en el continente africano que también se ha convertido en mi amigo personal. He recibido su amable hospitalidad en muchas ocasiones, y ha sido huésped en mi casa en más de una ocasión. Hemos tenido muchas discusiones francas durante buenas comidas. En un intercambio reciente, le pedí su consejo sobre un asunto relacionado con las misiones, y opinó (otra vez) sobre «todos los blancos de Occidente… que sueñan [con las misiones] en los otros dos tercios del mundo».

Nuestros hermanos quieren que los occidentales nos involucremos en la obra misionera, pero no quieren ser ignorados, ¡especialmente si estamos planeando iniciativas misioneras en su propio territorio! Como dijo el activista y fotoperiodista keniano Boniface Mwangi en un artículo de opinión publicado en 2015 en The New York Times: «Si quieres venir a ayudarme, primero pregúntame qué es lo que quiero… luego podemos trabajar juntos». La «carga del hombre blanco» no es salvar al mundo; más bien, es responsabilidad de toda la iglesia llevar todo el evangelio a todo el mundo.

Adaptado de World Christianity and the Unfinished Task, por F. Lionel Young III. Utilizado con permiso de Wipf and Stock Publishers, www.wipfandstock.com.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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