Los pacificadores se encuentran divididos en Tierra Santa

Muchos oramos por la paz de Jerusalén, pero la «paz» significa cosas muy distintas a ambos lados del conflicto.

Christianity Today April 23, 2024
Maya Levin para Christianity Today

Justo antes del amanecer del 7 de octubre de 2023, la esposa de Salim Munayer, Kay, lo despertó en su apartamento de Jerusalén. Su móvil no paraba de recibir alertas.

«WhatsApp se está volviendo loco», le dijo.

Munayer tomó su teléfono. Sus familiares comentaban ansiosamente que habían oído sirenas antiaéreas. Esto es algo habitual en Israel y suele durar poco. Pero esta vez, las alarmas no dejaban de sonar.

No tardó mucho en enterarse de lo que había ocurrido: los militantes de Hamás en Gaza estaban lanzando miles de cohetes contra Israel. Sobre el terreno, habían traspasado la frontera y estaban masacrando a cientos de civiles. Munayer se había despertado solo para enterarse del ataque terrorista más sangriento de la historia de su país.

Saltó de la cama y corrió a despertar a sus hijos.

Daniel Munayer, el segundo hijo de Salim, recuerda que su padre irrumpió en su habitación y gritó: «Daniel, está pasando. Es la guerra».

Daniel se puso las manos sobre la cabeza. «Oh, Señor, ten piedad. Señor, ten piedad».

Salim, de 68 años, es el fundador de Musalaha, una organización religiosa que busca la consolidación de la paz y que trabaja para restablecer las relaciones entre israelíes y palestinos utilizando lo que dice que son principios bíblicos de reconciliación. Daniel, de 32 años, es el director ejecutivo de la organización.

Fundada en 1990, Musalaha es la organización pacificadora cristiana más antigua y mejor conocida de Israel y Palestina. Su nombre significa «reconciliación» en árabe, y durante más de tres décadas su enfoque basado en la fe la ha diferenciado de otros grupos pacificadores seculares.

A ninguno de los dos les sorprendió que Hamás emprendiera un ataque contra Israel, aunque nunca previeron la sofisticación y brutalidad del ataque que asesinó a unos 1200 israelíes, ni la devastadora respuesta militar de Israel, que ha dejado más de 30 000 muertos en Gaza, muchos de los cuales son mujeres y niños. Salim llevaba años advirtiendo: «Vivimos en un statu quo violento. Si no se trabaja por la paz todos los días, el precio de la guerra será muy alto».

Hace un año, en un artículo de opinión dirigido a los cristianos, Daniel escribió en The Jerusalem Post: «No se dejen engañar cuando hay un cese al fuego. Los ingredientes para otro ciclo de violencia están siempre presentes. Es solo cuestión de tiempo». [Este artículo redirige a contenidos en inglés].

La gente no escuchó. Incluso Kay, se estaba cansando de escuchar las mismas advertencias una y otra vez. «Sigues diciendo que la situación es insostenible, pero las cosas siguen sin cambiar», le decía a su esposo Salim.

Pero las cosas seguían empeorando: el gobierno israelí se inclinaba cada vez más hacia la derecha de línea dura, el país estaba dividido en torno a la política del primer ministro Benjamin Netanyahu e Israel estaba estrechando relaciones con un número creciente de países árabes. Estaba claro que las necesidades y demandas de los palestinos iban descendiendo en la lista de prioridades de Israel.

El 7 de octubre hizo que muchos israelíes dejaran de buscar la paz. No obstante, la familia Munayer considera que la labor de Musalaha es más crítica que nunca. La prueba está en los escombros, dicen: la pacificación y la reconciliación no solo son importantes, sino esenciales. Sin embargo, Musalaha lleva más de treinta años predicando la paz y la reconciliación. ¿Puede ahora ofrecer algo que no haya ofrecido antes, cuando las relaciones entre israelíes y palestinos están en su peor estado? ¿Cuando «reconciliación» es una palabra sucia para muchos en ambos lados? ¿Siguen siendo pertinentes esfuerzos como los de Musalaha?

Pasé una semana en Israel y Cisjordania reuniéndome con cristianos palestinos y judíos mesiánicos que son pastores, líderes juveniles, líderes de la YMCA, guías turísticos, abogados y estudiantes. Muchos de ellos no son activistas profesionales por la paz, pero todos, por lo que pude observar, se toman en serio el Sermón de la Montaña de Jesús y se esfuerzan por encarnar ese llamado: «Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios» (Mateo 5:9, NVI).

El problema es que hablé con más de veinte personas sobre lo que significa hacer la paz y obtuve casi el mismo número de respuestas diferentes. Ese es el enigma de Israel-Palestina: en términos generales, para los judíos, «paz» significa seguridad y protección duraderas de Israel; significa aplastar a Hamás, incluso a costa de importantes bajas humanas. Para los palestinos, «paz» significa recuperar sus tierras y la dignidad que perdieron tras la fundación del Estado de Israel. Significa luchar por la igualdad de derechos y libertades, lo que para muchos implica apoyar a Hamás, también a costa de importantes bajas humanas.

Incluso antes del 7 de octubre, la confrontación entre estos dos bandos iba en aumento. Es una realidad que persigue desde hace tiempo a los dirigentes de Musalaha. ¿Cómo se puede buscar la paz si ni siquiera se sabe en qué consiste en realidad?

Salim Munayer aprendió dos reglas mientras crecía en la antigua ciudad de Lod: No olvides tu historia, pero no hables de ella. «Esa solía ser mi casa», le decía su padre señalando un edificio municipal. «Allí cultivábamos olivos y naranjas». «Guarda silencio», le advertía su padre. «De casa a la escuela, de la escuela a casa, no hables con nadie».

Lod, que hoy alberga el aeropuerto internacional Ben Gurion, fue durante siglos una ciudad predominantemente árabe, hasta 1948, cuando las tropas israelíes la ocuparon y expulsaron a la mayoría de los árabes. El padre de Salim fue uno de los aproximadamente 200 cristianos locales que consiguieron quedarse tras buscar refugio en una iglesia, pero perdió su casa y sus tierras de labranza. Cuando Salim nació, en 1955, la población de Lod era 30 % árabe; el resto eran inmigrantes judíos que a su vez habían sido expulsados de los países árabes.

En la escuela, Salim aprendió la historia nacional a través de un prisma sionista, una visión que empezó a cuestionar desde que estaba en la educación secundaria. Una vez, un profesor le repitió lo que siempre le habían enseñado —que los judíos llegaron y crearon un jardín en un desierto estéril, que los árabes se marcharon aunque los judíos intentaron convencerlos de que se quedaran— y Salim alzó la voz.

«Mira por la ventana», dijo. «¿Ves esos naranjales? Eso era de mi familia. ¿Ves esa iglesia? ¿Esas casas? Todo eso le pertenecía a palestinos».

Mientras tanto, Salim se hizo una idea precoz de lo que podía ser la unidad. En la década de 1970, asistió a un estudio bíblico en casa de su tío en el que participaban tanto palestinos como judíos. Muchos judíos se estaban convirtiendo a Jesús en aquella época, y como Salim hablaba hebreo con fluidez, comenzó a dirigir los estudios bíblicos para estos jóvenes creyentes judíos. El grupo pasó de unos pocos conversos a un centenar. La experiencia fue formativa. Salim estudió teología en el Seminario Teológico Fuller de California y regresó a Israel en 1985.

Un año después, empezó a dar clases en el Bethlehem Bible College de Belén en Cisjordania. Esa fue la primera vez que Salim fue testigo de la vida de los palestinos bajo la ocupación. «Me sentí profundamente perturbado», recuerda. Fue testigo de cómo miembros de las Fuerzas de Defensa de Israel golpeaban a los palestinos, los obligaban a permanecer de pie bajo la lluvia y humillaban a padres delante de sus hijos. Vio a sus amigos israelíes —la misma gente cálida con la que había pasado tiempo en la universidad— transformarse en agresores irreconocibles vestidos con uniformes color verde oliva.

La primera intifada, que significa «sacudida» en árabe, comenzó en 1987 y duró seis años. Los palestinos protestaron principalmente contra la ocupación israelí mediante boicots masivos, barricadas y desobediencia civil, pero muchos también recurrieron a la violencia, como el lanzamiento de piedras y cocteles molotov.

Los alumnos de Salim en Belén le hacían preguntas que iban más allá de su formación teológica: ¿Debemos unirnos a las manifestaciones? ¿Podemos tirar piedras a los soldados? Los colonos judíos robaron los terrenos de mi familia diciendo que Dios les dio esa tierra. ¿Qué dice realmente la Biblia?

Mientras tanto, Salim también enseñaba a estudiantes judíos israelíes en un centro de estudios bíblicos de Tel Aviv en Jaffa que luchaban con sus propios problemas de identidad: ¿Cómo podemos ser judíos y creer en Yeshúa? ¿Cómo podemos llamarnos cristianos cuando los cristianos persiguieron a nuestro pueblo durante siglos? Salim pensó que sería edificante para sus estudiantes judíos y palestinos escuchar las luchas de identidad de unos y otros, así que en 1990 organizó una reunión.

«Fue un desastre», dijo Salim. Casi de inmediato, los estudiantes comenzaron a gritarse unos a otros. Ninguna de las partes se ponía de acuerdo sobre qué lenguaje utilizar para describir los eventos actuales. ¿Era una ocupación? ¿Resistencia? ¿Terrorismo? Hablar de teología (¿Qué dice la Biblia sobre la tierra de Israel?) solo empeoró las cosas. La conversación se desintegró. Era como si las dos partes leyeran Biblias completamente diferentes, incapaces de llegar a una narrativa compartida.

Salim pensó que quizá una reunión de pastores iría mejor. Invitó a catorce pastores, siete judíos y siete palestinos, a una iglesia de Jerusalén para hablar de los eventos actuales. «El resultado fue aún peor», me dijo. Eso inquietó a Salim. ¿No podría el cuerpo de Cristo encontrar una causa común en este asunto?

Por aquel entonces, un amigo que había conocido en el centro bíblico también se sentía convencido de la creciente lucha entre creyentes palestinos y judíos. Evan Thomas era un judío mesiánico de Nueva Zelanda que había emigrado con su esposa a Israel en 1983 para apoyar a la incipiente comunidad mesiánica del país.

Antes de la primera intifada, judíos y árabes habían alabado a Dios juntos. Pero era como si el conflicto hubiera levantado una alfombra y sacado toda la suciedad escondida debajo. «Estábamos frente a frente, en el frente de batalla», dijo Thomas. A los palestinos les enfurecía que sus correligionarios en la fe se unieran a las Fuerzas de Defensa de Israel y se alzaran en armas contra su pueblo; los judíos no podían entender cómo sus correligionarios podían apoyar la intifada, que consideraban violentamente antisraelí.

Salim MunayerOfir Berman para Christianity Today
Salim Munayer

Un día, después de clase, Salim se acercó a Thomas. «Estoy preocupado por el cuerpo de Cristo», le dijo. Los grupos laicos hablaban de acuerdos de paz y resolución de conflictos, pero nadie hablaba de reconciliación. Los cristianos se preocupaban por la salvación, pero pocos abordaban las cuestiones críticas que los dividían. Salim propuso crear una organización religiosa para abordar ambas cuestiones. ¿Se uniría Thomas a él?

«Debemos hacerlo», respondió Thomas. «Debemos empezar inmediatamente».

Salim llamó a otra judía mesiánica que conocía desde la secundaria, una mujer llamada Lisa Loden que había emigrado a Israel desde Estados Unidos con su esposo en 1974 tras sentir la fuerte convicción de ser «luz y testigo».

Antes de que Salim la llamara, Loden ya estaba dolida por las desigualdades que veía entre palestinos y judíos. Vio las diferencias en los presupuestos de los municipios árabes y judíos de Israel. Vio la discriminación laboral que sufrían los palestinos israelíes. Oyó lo que algunos judíos decían de los palestinos: que eran sucios, incivilizados e indignos de confianza.

Luego conoció a algunos cristianos de Cisjordania. Un joven palestino le preguntó sin rodeos: «¿Por qué viniste a nuestra tierra?».

Esto lanzó a Loden a un inquietante viaje de investigación sobre la Nakba («catástrofe» en árabe), el nombre dado a la violenta desposesión y desplazamiento de los árabes en Palestina durante la guerra de 1948. Por eso, cuando Salim le preguntó si estaba dispuesta a unirse a él y poner en marcha un programa Musalaha para mujeres, ella dijo que sí de inmediato. «Fue una respuesta a nuestras oraciones», recuerda.

Desde el principio, Musalaha fue una colaboración intencional entre creyentes palestinos y judíos. El primer reto fue reunir a judíos y palestinos sin provocar peleas verbales. Necesitaban algo creativo, algo que desconectara a la gente del conflicto y los obligara a verse mutuamente como seres humanos vulnerables.

«Desesperados, tuvimos que hacer algo drástico», dijo Salim. Así que crearon una experiencia de retiro y llevaron a los primeros participantes al desierto en camello. Allí, rodeados de oscuridad y arena, el «encuentro del desierto» pareció funcionar. Durante cuatro días, judíos y palestinos se reunieron en torno a una hoguera y hablaron de su fe, sus familias y sus historias. Compartieron tiendas bajo un cielo salpicado de diamantes. Hicieron senderismo y oraron en las dunas. Y escucharon incómodos el dolor de los demás.

«El desierto es un lugar neutral», dice Salim. «El desequilibrio de poder desapareció en el desierto. Destruyó el concepto de “nosotros” y “ellos”».

Los encuentros en el desierto, que han continuado durante décadas —aunque ahora se encuentran en pausa a causa de la guerra—, buscan ser solo el principio. Musalaha ve la reconciliación no como un evento puntual, sino como un proceso gradual y continuo. Después de un encuentro en el desierto —que los líderes llaman la etapa de «aleluya y hummus»— se anima a los participantes a abrirse sobre sus diferencias en talleres, seminarios y viajes. Comparten sus quejas y sufrimientos en reuniones cara a cara. Discuten temas de identidad, tratando de entender cómo se ven a sí mismos, afirmar lo que los distingue de los demás y confirmar el valor de todos por igual como miembros del cuerpo de Cristo. Los participantes que lo deseen pueden ir más allá, analizando críticamente y confesando su propio papel en la injusticia y buscando la defensa de sus derechos.

En un principio, se trataba de un enfoque novedoso para abordar el conflicto palestino-israelí. La primera década de Musalaha estuvo llena de entusiasmo y optimismo. El proceso de paz de Oslo en la década de 1990 despertó esperanzas de que israelíes y palestinos pudieran algún día coexistir pacíficamente, y las reuniones de Musalaha bullían de buenos sentimientos de que Cristo podría ser el puente que uniera sus diferencias.

Daniel Munayer nació en aquellos años. Recuerda a su padre convirtiendo el sótano de su pequeño apartamento en una oficina improvisada con dos escritorios y un sofá, y encerrándose allí a investigar y escribir planes de estudio y preparar conferencias. Su madre hacía callar a los niños cuando hacían ruido.

Sin embargo, en la segunda década de Musalaha, la burbuja estalló. Las negociaciones para un acuerdo de paz entre el primer ministro israelí, Ehud Barak, y el presidente de la Autoridad Palestina, Yaser Arafat, fracasaron. La segunda intifada, un levantamiento islámico mucho más sangriento, estalló en el año 2000, dejando más de 3000 palestinos y 1000 israelíes muertos. La mayoría sintió que también destruyó la posibilidad de que se establecieran dos Estados, con una Palestina independiente.

A principios de la década de 2000, Israel comenzó a erigir lo que hoy es una barrera de 440 millas de hormigón y alambre de púas en Cisjordania, dividiendo físicamente a los dos pueblos. Los israelíes lo consideraron una medida de seguridad necesaria. Los palestinos vieron la medida como una segregación racial y una usurpación ilegal de parte de su territorio. (La barrera se construyó hasta 11 millas más allá de la Línea Verde, frontera internacionalmente reconocida entre Israel y el territorio palestino).

Daniel tomó conciencia clara de su identidad como «el otro». Como palestino israelí, él es parte de una minoría; como cristiano, de una doble minoría. Daniel y sus tres hermanos asistían a escuelas judías donde eran los únicos palestinos. Sin embargo, sus primos árabes los veían como «los primos blancos que hablan inglés», porque su madre es británica. Pero cuando viajaban a Inglaterra, sus rasgos oscuros destacaban.

Los hermanos Munayer también se sentían excluidos por su comunidad religiosa internacional. Los cristianos que visitaban Tierra Santa parecían más interesados en relacionarse con «el pueblo elegido» que con ellos, dijo Daniel.

Daniel MunayerOfir Berman para Christianity Today
Daniel Munayer

Mientras tanto, los hermanos escuchaban lo que los judíos decían de los palestinos, lo que los palestinos decían de los judíos y lo que los cristianos de fuera decían de la Tierra Prometida. En cierto modo, los hermanos eran los típicos hijos de fundadores, que evaluaban el ministerio de sus padres como participantes y como observadores arraigados en múltiples culturas. Como jóvenes adultos, solían intercambiar ideas sobre la literatura que leían: la teología de la liberación analizada por James H. Cone, Gustavo Gutiérrez y Naim Ateek, y el colonialismo de los colonos analizado por estudiosos como Edward Said, Mahmood Mamdani y Frantz Fanon.

Lo que leían tocaba los nervios de su experiencia como cristianos palestino-israelíes. Discutían enérgicamente estos temas durante la cena, en los viajes en coche y mientras bebían whisky con su padre. Y presionaban a Salim con preguntas difíciles: ¿Dónde encajan la liberación y la justicia en la reconciliación? ¿Cómo nos reconciliamos con nuestros vecinos, cuando nos colocan en un sistema que nos oprime y deshumaniza?

A medida que se deterioraban las relaciones entre israelíes y palestinos, también crecía una ruptura dentro de Musalaha, algo que sigue siendo un punto delicado para Salim y Daniel. En la última década, la organización cayó de la gracia de la mayoría de los judíos mesiánicos.

Aparte de su campamento anual de verano para niños, Musalaha ya no tiene más participantes judíos mesiánicos. Los Munayer me dijeron que se debe a que la organización no promueve la política y la teología sionistas. Thomas, el pastor judío mesiánico que formó parte de la junta de Musalaha durante 29 años, dijo que la confianza se erosionó cuando la organización se involucró con Christ at the Checkpoint (CATC), una conferencia bienal celebrada por el Bethlehem Bible College.

La primera CATC se celebró en 2010 como «una oportunidad para que los cristianos evangélicos busquen en oración una concienciación adecuada sobre cuestiones de paz, justicia y reconciliación», según el sitio web de la conferencia. También critica fuertemente el sionismo cristiano.

La mayoría de los judíos mesiánicos consideraron que la CATC no solo estaba equivocada, sino que era peligrosamente antisemita. Acusaron a la CATC de dar espacio a oradores que abrazan el supersesionismo (la idea de que la Iglesia ha sustituido a Israel en el pacto y los planes de Dios), como Sami Awad, director ejecutivo de Holy Land Trust, y Mitri Raheb, fundador y presidente de la Universidad Dar al-Kalima de Belén. One for Israel, el ministerio de medios de comunicación del Israel College for the Bible, calificó a CATC de ser un «programa político palestino unilateral y antiisraelí» que «promueve la destrucción del Estado judío en la tierra de Israel».

En 2012, grupos mesiánicos de todo el mundo publicaron una declaración conjunta contra la CATC: «Reconocemos y estamos profundamente preocupados por la lucha de los cristianos palestinos. A lo que nos oponemos es a una conferencia que es explícitamente propalestina y antisraelí, que pretende promoverse como una conferencia sobre la paz y la reconciliación». Cualquier esfuerzo por la paz y la reconciliación entre judíos y no judíos, concluía la declaración, «debe reconocer que los dones y el llamado de Dios hacia nuestro pueblo judío son irrevocables y siguen vigentes hoy en día».

El CATC invitó a Musalaha a hablar sobre la reconciliación. Tanto Salim como Thomas aceptaron, aunque Thomas recibió más tarde feroces críticas —e incluso amenazas de muerte— por ello. Pero en aquel momento, Thomas se sintió obligado a asistir. «¿Cómo no iba a estar allí?», dijo. «Soy un alto portavoz de la reconciliación. Ese es el tipo de lugar en el que debería hablar».

Pero mirando atrás, Thomas califica su decisión de presentarse en el CATC como un «grave error». La participación de Musalaha, dice ahora, fue un «momento decisivo» y «un absoluto ultraje y ofensa a toda la comunidad mesiánica». Una vez que Musalaha perdió la credibilidad de los judíos mesiánicos, «entonces perdimos a uno de nuestros socios más importantes».

Loden también estuvo en la junta de Musalaha durante 29 años hasta que renunció en 2019. A lo largo de los años, vio a las mujeres en Musalaha construir amistades. Por primera vez, muchas mujeres judías aprendieron sobre la Nakba y muchas mujeres palestinas aprendieron sobre el Holocausto y sobre los judíos que huyeron a Israel después de que muchos países les cerraran sus puertas.

Pero algunas mujeres judías también acudieron a Loden frustradas. «Aquí siempre somos las culpables», le decían. «Siempre somos las que pedimos perdón». «¿Qué hay de todos los atentados suicidas palestinos y los ataques con cohetes?», preguntaban.

«Sentían que no había un sentimiento mutuo de que ambos pueblos habían sufrido», dijo Loden. Muchas mujeres judías abandonaron el programa.

Hoy, la mayoría de los participantes en los programas de Musalaha son judíos israelíes laicos, musulmanes palestinos y cristianos palestinos. Musalaha quiere trabajar con judíos mesiánicos, me dijeron los Munayers, pero el sentimiento no es mutuo. Y si de algo se arrepiente, dijo Salim, es de no haber actuado con suficiente rapidez para incluir a los no cristianos. ¿Por qué la reconciliación debe limitarse a los creyentes?

Ese cambio de actitud provocó la dimisión de Loden. «Mi pasión es ver al cuerpo de Cristo reconciliado, caminando juntos, viviendo el reino de Dios en medio de nosotros», me decía. «Musalaha en este momento no está trabajando en esa área».

Thomas se fue por razones un tanto diferentes. En 2019, mientras guiaba a jóvenes judíos mesiánicos y cristianos alemanes por el campo de concentración de Auschwitz, releyó Juan 17:21 y tuvo una epifanía: «Me di cuenta de que la reconciliación nunca fue diseñada para ser un fin en sí misma». El objetivo de la pacificación, dijo, es dar testimonio al mundo de que Jesús es el Mesías. Entonces compartió su interpretación con Salim, quien no estuvo de acuerdo. Thomas —cuyo corazón estaba con la comunidad mesiánica— ya sentía que se había vuelto irrelevante en Musalaha, dado su giro hacia los judíos seculares. Así que dimitió.

Musalaha no solo estaba perdiendo creyentes israelíes. También perdía participantes palestinos.

Saleem Anfous era un chico palestino espiritualmente hambriento de 16 años que estudiaba para ser sacerdote católico cuando estalló la segunda intifada. El conflicto despertó su conciencia social y quebró su fe. ¿Cómo podía servir como sacerdote a sus compatriotas palestinos, señalándoles a un Dios que aparentemente favorecía a los judíos y les permitía someter a su pueblo a bombardeos, desalojos, robos de tierras, vigilancia, toques de queda y puestos de control? Así que dejó el seminario y se alejó de su fe.

Entonces Anfous decidió estudiar periodismo en Bethlehem Bible College. Allí, por primera vez, escuchó respuestas bíblicas a sus grandes preguntas teológicas. Estaba reparando su relación con Dios, pero seguía hirviendo en odio contra Israel y frustrado con la Iglesia por no hacer lo suficiente. Un día, creó un cartel gigante con imágenes de niños palestinos muertos y escombros, y escribió en él en letras grandes: «¿Dónde estás tú en todo esto?». Lo colgó en un tablón de anuncios del vestíbulo de estudiantes y estuvo a punto de ser expulsado del campus.

Muchos no se lo tomaron en serio. Pero Salim sí. Vio en Anfous un fuego juvenil que podía llegar a ser poderoso si se dirigía correctamente. Unos meses después, buscó al estudiante en su dormitorio y le preguntó: «¿Te gusta viajar?».

«Sí».

«Se acerca un viaje al desierto de Jordania. ¿Quieres venir?».

«Claro».

Por aquel entonces, en 2004, Anfous sabía poco de Musalaha. Asistió porque respetaba a Salim y porque pensó que pasar el rato en el desierto con otros jóvenes sería genial.

En su primera noche en el desierto jordano, Anfous se sentó junto a un amable joven que resultó ser un judío mesiánico que estaba terminando el servicio militar obligatorio. Y entonces Salim le asignó a Anfous compartir tienda con otro judío israelí. Esa noche, Anfous no pudo dormir, pero poco a poco, fue bajando la guardia. ¿Por qué no dejar que Cristo fuera el puente? A través de Musalaha entabló amistades con judíos israelíes que duraron años.

Saleem AnfousMaya Levin para Christianity Today
Saleem Anfous

Entonces estalló la guerra de Gaza de 2014. Los militantes de Hamás lanzaron miles de cohetes y mataron a poco más de 70 israelíes, mientras que las Fuerzas de Defensa de Israel mataron a más de 2000 palestinos. Anfous vio que sus amigos judíos en Facebook publicaban mensajes de apoyo al ejército de Israel, lo que para él equivalía a vitorear la matanza de su pueblo. Pero sus amigos judíos dijeron que tenían que defenderse. Intercambiaron mensajes acalorados que inevitablemente desembocaban en debates teológicos. Así que Anfous canceló las amistades virtuales con todos los judíos que había conocido a través de Musalaha.

«No es que Cristo no sea suficientemente concreto», me decía Anfous años después en un restaurante de shawarma en Beit Sahour, a las afueras de Belén. «Al parecer, las bases que creíamos estar construyendo no eran lo bastante concretas». Sus diferencias eran demasiado profundas, dijo. «Cuando estos problemas saltan a la vista, no puedes ignorarlos. Hay que afrontarlos en verdad. Y cuando llegó el momento de afrontarlos, la amistad no fue suficiente».

Anfous representa a una generación de palestinos hartos de los intentos de reconciliación que no subrayan la importancia de liberar a Palestina de la ocupación. Dice que le importa la pacificación; su firma de correo electrónico dice: «Señor, hazme un instrumento de tu paz». Pero su definición de paz ha cambiado. ¿Qué sentido tiene la amistad, dice, si las partes son claramente desiguales y una de ellas se empeña en mantener la desigualdad del sistema? Ese tipo de pacificación «significa guardar silencio. Eso es debilidad. Este no es momento para la debilidad. Es hora de luchar por la justicia».

Durante cinco años, Anfous fue líder de jóvenes en la Iglesia Evangélica Immanuel, una de las mayores congregaciones evangélicas de Cisjordania. Le apasiona ayudar a las generaciones más jóvenes a reconciliar su fe con su identidad palestina, y observa con consternación cuando los jóvenes palestinos se alejan de la fe cristiana. «La Iglesia no cumple su papel de iglesia en la sociedad», afirma. «Y por eso, la generación más joven ha tomado rumbos completamente distintos».

Anfous también tuvo un conflicto con su pastor principal, Nihad Salman. Salman está de acuerdo en que Israel oprime a los palestinos bajo una ocupación «malvada». Él vive en ella. Pero su prioridad como líder espiritual es «llevar a la gente a adorar a Dios a pesar de la guerra, el dolor o el sufrimiento», dijo Salman. Hay suficientes personas que piden justicia social, dice, pero muy pocos pastores que lleven a los palestinos al gozo y la paz en Dios en medio de las dificultades. Para él, hacer la paz significa reconciliar a la gente con Dios. «Entonces», dijo, «inmediatamente se reconciliarán con su prójimo».

Esta visión de la pacificación resultó frustrante para Anfous. «De acuerdo. Pero yo ya estoy reconciliado con Dios», le decía a su pastor. «¿Qué me queda entonces? ¿Debo sentarme y esperar en el banco hasta que todos los demás se reconcilien con Dios? Siento como si todavía me trataras como a un niño pequeño cuando ya me he graduado».

Desencantado, Anfous abandonó la iglesia Immanuel y se unió a la Iglesia Evangélica Luterana de Navidad, cuyo pastor actual, Munther Isaac, es el director de Christ at the Checkpoint (CATC) y miembro de la junta de Musalaha desde hace mucho tiempo.

Isaac fue un defensor de la reconciliación durante dos décadas. Empezó a dirigir viajes de encuentro en el desierto a los 20 años. «Creía en ello», me dijo en la oficina de su iglesia en Belén. «Creía que el único camino verdadero hacia la paz es creer en Jesús. Si tenemos a Jesús, tenemos paz».

En los primeros años de CATC, Isaac insistió en que la conferencia incluyera a judíos mesiánicos. «Estaba tan dedicado a ello», recuerda, que conducía durante horas hasta las casas de los judíos mesiánicos para invitarlos. «No podemos hablar del conflicto sin la voz de ustedes», les decía.

Así que escuchar las críticas de los mesiánicos de que el CATC era propaganda política antisemita lo decepcionó mucho.

Con el paso de los años, Isaac empezó a preocuparse cada vez más por la pacificación tal y como él la entendía. La gente podía estar adquiriendo conocimientos sobre diferentes perspectivas, pero los palestinos aún no habían conseguido la libertad. De hecho, la posibilidad de un Estado palestino parecía más remota que nunca: en las últimas seis décadas, más de 750 000 colonos judíos, respaldados y apoyados por el Estado israelí, han erigido complejos fuertemente armados y atrincherados por toda Cisjordania, convirtiendo lo que debería haber sido un Estado palestino en una especie de queso suizo.

A Isaac también le preocupa la teología sionista, que considera una falsa teología que deslegitima la existencia y la dignidad de los palestinos, y defiende la ocupación israelí. Cree en la importancia de la reconciliación, pero empezó a preguntarse si no estaría simplemente satisfaciendo el deseo de la gente de sentirse mejor consigo misma sin hacer nada por resolver el conflicto.

Su punto de inflexión llegó en 2016, cuando se unió a un grupo de unos treinta cristianos palestinos y judíos mesiánicos en el marco de la Iniciativa de Lausana para la Reconciliación en Israel/Palestina. Isaac, Salim y Loden ayudaron a organizar la reunión.

Durante varios días, el grupo oró y adoró a Dios en un culto conjunto en Larnaca, Chipre, para buscar la unidad en torno al conflicto. Isaac hizo una presentación en la que defendió que la promesa de Dios a Abraham y a sus descendientes ya no se aplica solo a los judíos y a la tierra de Israel, sino a todos los hijos de Dios y a toda la tierra. Jesús, argumentó, estaba interesado en el reino de Dios, no en la tierra de Israel.

Uno de los participantes del grupo de Larnaca, Jamie Cowen, abogado judío mesiánico, recuerda haberse sentido «perturbado y desafiado» por la presentación de Isaac. «No estoy seguro de que estemos leyendo la misma Biblia. Era la clásica teología del reemplazo», dijo. Cowen expresó su desacuerdo con los puntos de Isaac, y otros intervinieron. El debate se acaloró, algunos alzaron la voz y, al final, nadie cambió de opinión.

Estas opiniones divergentes sobre la teología de Tierra Santa son la razón por la que tantos intentos de paz entre judíos creyentes y palestinos fracasan. Por eso, la mayoría de los judíos mesiánicos desconfían de conferencias como la CATC, aunque hagan declaraciones en contra del antisemitismo: para ellos, la frontera entre el antisionismo y el antisemitismo es demasiado delgada. La tierra que Dios le dio a sus antepasados es esencial para su identidad y su fe.

Sin embargo, para muchos cristianos palestinos, el sionismo es una «teología política etnocéntrica» que privilegia a un pueblo a expensas de otro. Su larga presencia histórica en la misma tierra por la que caminó Jesús es motivo de orgullo y testimonio de la fidelidad de Dios.

Que el grupo consiguiera redactar y firmar una declaración en la reunión de Chipre fue «algo milagroso», dijo Cowen. Debatieron durante horas sobre si incluir o no la palabra ocupación. Algunos participantes decidieron no firmar el documento, conocido como la Declaración de Larnaca, que afirmaba la unidad de los creyentes en Cristo y enumeraba varios desacuerdos clave entre las facciones judía y palestina.

Munther IsaacMaya Levin para Christianity Today
Munther Isaac

He oído a algunos tachar la Declaración de Larnaca de intrascendente. Pero fue relevante, al menos para algunas de las personas que la firmaron. Loden, quien ayudó a organizar el evento, llamó a la reunión un «momento histórico». En cualquier caso, las declaraciones nunca pretendieron cambiar las cosas, dijo. Más bien, «las declaraciones son la crónica de la historia». Que un grupo de judíos y palestinos influyentes se sentaran juntos, redactaran algo y lo firmaran era un logro histórico en sí mismo.

A pesar de sus desacuerdos, Cowen lo calificó como una experiencia «transformadora». «De todas las cosas que he hecho aquí desde que llegué a Israel, esa ha sido, por mucho, la más significativa en la que he participado». En Larnaca pudo comprender por primera vez la experiencia palestina, y después de la conferencia siguió leyendo a historiadores como Benny Morris, que cuestionaron sus suposiciones sobre la fundación de Israel. También hizo nuevas amistades: un abogado palestino-israelí que conoció en Larnaca lo invitó a la boda de su hijo.

La reunión de Larnaca también cambió la vida de Isaac. Volvió a casa enfermo física y mentalmente. Estaba agotado tras haber tenido que explicar, defender y debatir palabras y frases que para él no eran opiniones, sino realidades. Firmó la declaración solo porque se sintió presionado a hacerlo. Pero sentía que había puesto su nombre en algo que «legitimaba la racionalización de la opresión de mi pueblo».

Decidió que eso sería todo. «No quiero volver a hacer esto nunca más».

En 2021, cuando Isaac acudió a una reunión entre judíos israelíes practicantes, judíos alemanes y palestinos, escuchó con impaciencia a personas que compartían sus diferentes relatos. Entonces perdió los estribos.

«Estoy cansado de esto», le dijo al grupo. «No estamos hablando de los verdaderos problemas, incluido el hecho de que ustedes han usado la teología para justificar la ocupación. Ustedes forman parte del sistema que expulsa a mi gente y la sustituye por la suya. ¿Y así quieres venir a hacer las paces conmigo? ¡Por favor!».

Desde la reunión de Larnaca, Isaac ha desarrollado un enfoque muy diferente de lo que significa ser un pacificador. Sigue hablando con suavidad y amabilidad; da la impresión de ser un sacerdote manso. Pero es claramente franco, sin miedo a ofender. El primer paso hacia la paz, dice, es llamar a las cosas por su nombre. Utiliza con frecuencia términos electrizantes como «limpieza étnica», «apartheid» y «colonialismo».

Intentar ser neutral, mantener ambas perspectivas en tensión, no es hacer la paz bíblicamente, dijo. «Para mí, está claro que Dios toma partido, no por una etnia, sino por los oprimidos, los afligidos, los marginados. Y si Dios toma partido por este grupo de personas, nosotros también deberíamos hacerlo».

Algunas personas le han dicho a Isaac que ha cambiado. Dicen que es demasiado conflictivo; que su enfoque no va a funcionar. Él responde: «¿Funcionó el enfoque suave?».

En 2019, no mucho después de que Isaac modificara sus puntos de vista sobre el establecimiento de la paz, Daniel Munayer regresó a Israel después de haber estudiado en Estados Unidos e Inglaterra. Había rechazado ofertas de trabajo en Londres para volver porque creía en la importancia del trabajo de Musalaha.

Entonces, en 2020, un amigo de Cisjordania le dijo a Daniel algo que provocó un giro para Musalaha. Este amigo dijo que había disfrutado su participación en los programas de Musalaha y hacer amistad con judíos israelíes. Pero cuando terminó el programa, volvió a casa, a un campo de refugiados. «Quiero vivir en paz con los israelíes», le decía a Daniel. «¿Pero cómo puedo? No quiero vivir en esta ocupación. No quiero que mi hija crezca en este campo de refugiados. Y no veo ningún futuro para mí. ¿Acaso sus programas nos están impulsando hacia un futuro diferente?».

Aquella conversación atormentó a Daniel. «No podía quitármelo de la cabeza», dijo. Sentía que su amigo tenía razón. «Lo que está haciendo Musalaha es estupendo, pero podemos retocarlo y mejorarlo. Podemos hacerlo más relevante para nuestras realidades políticas».

Aquello se convirtió en una conversación acalorada entre Salim y sus hijos. Sus hijos le presentaron el reto de hacer un replanteamiento total de Musalaha. Si Israel es un proyecto de invasión colonial, le decían a Salim, eso debería cambiar la forma en que Musalaha aborda la reconciliación.

Tal vez, le decía Daniel a su padre, Musalaha no debería ocuparse tanto de la «coexistencia» como de la «corresistencia» no violenta. Deberían seguir trabajando en la reconciliación interpersonal, pero también en la reconciliación estructural, denunciando los sistemas que oprimen y hacen casi imposible la reconciliación interpersonal.

Salim escuchó y luchó. No era fácil pensar que podía haber malinterpretado el conflicto y que el trabajo de Musalaha podía haberse visto afectado por ello. Finalmente, tras investigar y reflexionar, Salim estuvo de acuerdo con Daniel.

Hoy se ha producido un cambio de guardia. El consejo de Musalaha está más alineado con esta nueva visión. En 2022, Salim volvió a su papel de asesor y Daniel se convirtió en el nuevo director ejecutivo.

Cuando conocí a Salim en la pequeña oficina de Musalaha, en una zona industrial de Jerusalén, estaba lleno de vida, con unos ojos avellana nítidos bajo un pelo canoso. Como siempre, no se andaba con rodeos.

Al principio, dijo Salim, había imaginado a los seguidores de Jesús, judíos israelíes y palestinos, haciendo la paz en Tierra Santa, el lugar al que Jesús vino, y en el que murió y resucitó. Qué testigo y testimonio serían del deseo de Dios de traer reconciliación al mundo.

«Ese era mi sueño», me decía Salim. «Y fracasamos».

Musalaha fomentó innumerables amistades entre israelíes y palestinos. Desarrolló una metodología teológica de reconciliación que se distinguía de otras organizaciones dedicadas a la construcción de la paz. «Pero fracasamos cuando se trató de la estructura política dentro y fuera de la iglesia», dijo Salim. «Los palestinos no tienen una condición de igualdad».

Sin embargo, aún tiene esperanzas.

«De verdad, de verdad, hasta hoy creo que nuestra identidad central en Cristo supera y enriquece nuestra identidad étnica. Creo que podemos —y yo crecí con esa posibilidad— que palestinos e israelíes pueden vivir unos con otros, si —si— son iguales». La paz no consiste solo en entenderse y conciliar las diferencias. La paz debe incluir justicia, liberación e igualdad.

Salim lleva mucho tiempo defendiendo la justicia y la igualdad en el establecimiento de la paz. Escribió sobre ello en 2014 en Through My Enemy’s Eyes, libro del que es coautor con Loden. Esto no es nuevo. Pero lo que ha cambiado es que Salim enmarca a Israel como un proyecto colonialista, y ha cambiado el uso de la palabra reconciliación como «corresistencia» contra la ocupación israelí. Se trata de cambios importantes en la visión y la misión de Musalaha: ahora ven a los palestinos como la parte más oprimida, animan a los palestinos a tomar la iniciativa y respaldan una solución política específica.

Tras el 7 de octubre, la mayoría de los judíos israelíes con los que hablé no estaban centrados en las embriagadoras teorías de la pacificación, sino en la conmoción y el trauma particulares del ataque de Hamás, que incluyó la violación de mujeres, el asesinato de niños y ancianos, y el hecho de que ataron a un padre y a su hijo y los quemaron vivos. Desencadenó la profunda ansiedad existencial de un pueblo que ha sido perseguido a lo largo de su milenaria historia.

Los cristianos palestinos que conocí no intentaron justificar lo que hizo Hamás. Pero los que viven en Cisjordania apenas si mencionaron el ataque, y hablaron en cambio de los bombardeos en Gaza. Todos los palestinos con los que hablé llamaron a la guerra de Gaza un «genocidio». Cuando les pedía explicaciones, sacaban sus teléfonos y me mostraban videos de casas derrumbadas, cadáveres de niños envueltos en telas blancas, y madres llorosas y cubiertas de cenizas. ¿Habría lanzado Israel cientos de bombas de 2000 libras si los militantes de Hamás se hubieran escondido en enclaves judíos? ¿Quién podría hacer esto y esperar que Gaza sobreviviera? «Si esto no es genocidio», me preguntó Anfous, «¿qué es?».

Tras el ataque, Musalaha publicó una «carta de lamentación» con respecto a la muerte de civiles israelíes y gazatíes, y a las acciones tanto de las Fuerzas de Defensa de Israel como de los militantes de Hamás. Pero algunas declaraciones de cristianos palestinos no han reconocido el papel de Hamás en el inicio de la guerra, ni han condenado lo que supuso el mayor asesinato masivo de judíos desde el Holocausto.

Y después de que se asiente el polvo, los judíos recordarán su silencio, dijo Thomas, exmiembro de la junta.

«Si no lo reconoces, a los ojos de la comunidad mesiánica, en cierto modo, lo avalas», dijo. «No siempre es justo, ni siempre es intrínsecamente cierto. Pero así es como se percibe».

Loden, que ahora tiene 77 años, siempre ha sido optimista. Ella ha defendido la paz y la reconciliación entre judíos y palestinos a pesar de que, desde que se trasladó a Israel, ha sido testigo de seis guerras. Pero este atentado la golpeó de forma diferente. El dolor la inmovilizó durante días.

«No sé si puede haber reconciliación», me dijo en su casa de Netanya, en el centro-oeste de Israel. «Llevamos muchos años hablando: “¿Podemos construir una narrativa que sirva de puente? ¿Podemos construir una teología que sirva de puente?”. Sin embargo, todos los esfuerzos por hacerlo se han disipado».

Está dispuesta a intentarlo de nuevo. Pero no ahora. «Hay momentos en los que se puede hablar de estas cosas y momentos en los que no. Este no es el momento».

Mientras tanto, el paradigma del colonialismo —la narrativa de que los colonos judíos blancos vinieron a colonizar a los indígenas morenos en lugar de asimilarlos— está ganando adeptos entre los palestinos como Anfous, y así es como ven la guerra actual: una agresión colonial destinada a acabar con la cultura y la pertenencia nativas.

Ese tipo de lenguaje puede cerrar cualquier diálogo sobre la paz y la reconciliación. Para muchos judíos, los «colonizadores europeos blancos» de los que se les acusa ser son más bien los que asesinaron a millones de judíos en el siglo XX. Señalan que la Torá es prueba escrita de que ellos también tienen una reivindicación histórica de la tierra. Dicen que el deseo de los palestinos de que los judíos salgan de esa tierra podría equivaler a un genocidio en sí mismo.

Daniel dice a los judíos israelíes: «No estoy sugiriendo que tengamos que borrar a Israel. Lo que digo es que tenemos que replantearnos los fundamentos de nuestro panorama político, para que todos podamos vivir aquí en igualdad de condiciones; que nuestros derechos y libertades se basen en nuestra ciudadanía, no en nuestro origen étnico o religioso. Quiero un país que esté a favor de todos sus ciudadanos».

Tras el 7 de octubre, participantes de ambos lados del conflicto le han preguntado a Daniel: «¿Tiene algún sentido la reconciliación después de todo esto?».

Pero esta guerra es exactamente el punto, argumenta Daniel.

«Tenemos que proporcionar marcos en los que la gente pueda mantener conversaciones y procesar sus emociones», dijo. «Porque si no, va a ser un estallido total de rabia e ira, y solo va a traer represalias y destrucción. Y ese ha sido el ciclo continuo».

Musalaha quiere tender un puente entre dos ideas aparentemente incompatibles, me dijo Salim. Quiere fomentar la reconciliación, y a la vez aceptar la narrativa de Israel como un proyecto colonial.

«Tengo muchas esperanzas», dijo. Él ve un despertar en Israel y en la comunidad internacional sobre la necesidad de encontrar una solución para Israel-Palestina tras años de dejar la cuestión de lado. Musalaha, dijo, es una voz profética.

La cuestión ahora es si otros lo verán así.

Mientras paseaba con Anfous por la Calle de la Estrella en Belén, recibió una llamada de Daniel. Intentaba convencer a Anfous de que le diera otra oportunidad a Musalaha. «Lee nuestro último boletín», le dijo Daniel. «Vamos en una nueva dirección. Esto va a cambiar las cosas».

«Ya veremos», dijo Anfous.

Sophia Lee es escritora global de CT.

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News

La lucha por la libertad religiosa a nivel internacional se expande

La reunión anual sobre la Libertad Religiosa Internacional resaltó que la persecución de las personas de fe en todo el mundo sigue en aumento.

Cumbre sobre la Libertad Religiosa Internacional en Washington, DC.

Cumbre sobre la Libertad Religiosa Internacional en Washington, DC.

Christianity Today April 22, 2024
Matt Ryb / Cumbre IRF

El mensaje que los defensores de la libertad religiosa internacional han estado proclamando todo el tiempo —que dar prioridad a la libertad religiosa es crucial para el florecimiento humano y para la estabilidad de las naciones— está ganando cada vez más popularidad. La cumbre sobre la Libertad Religiosa Internacional (IRF, por sus siglas en inglés) de este año refleja el crecimiento de su movimiento interreligioso a nivel global en los últimos cinco años.

La cumbre, celebrada durante la última semana de enero en Washington, DC, fue parte clave del creciente impulso por llamar más la atención sobre la persecución religiosa en todo el mundo, con sesiones que este año abordaron la crisis desde Nigeria hasta Nicaragua.

«En muchas de las crisis globales en todo el mundo, hay una dimensión de libertad religiosa», dijo Jeremy Barker, director del Equipo de Acción de Medio Oriente del Instituto de Libertad Religiosa, quien ha visto un aumento en el reconocimiento de la causa de la libertad religiosa internacional en los últimos cinco años. «No es algo marginal, sino generalizado».

El año pasado se cumplió el 25.º aniversario de la Ley de Libertad Religiosa Internacional de los Estados Unidos, que exige que el Departamento de Estado haga de la libertad religiosa un aspecto esencial de su política exterior. Desde entonces, Estados Unidos ha sido testigo de victorias públicas para la causa. El expresidente Donald Trump nominó a un embajador en materia de libertad religiosa internacional en un plazo de seis meses, algo que sus predecesores tardaron muchos más meses en hacer, y elevó la posición de la oficina de la libertad religiosa internacional dentro del Departamento de Estado.

La administración Trump también organizó las dos cumbres iniciales en la materia a manera de actos ministeriales organizados por el gobierno, mismas que fueron seguidas por otras naciones, incluidas Polonia, el Reino Unido y la República Checa. (La actual Cumbre sobre la Libertad Religiosa Internacional que tiene lugar en los Estados Unidos ahora está organizada por miembros de la sociedad civil). El exembajador en materia de libertad religiosa internacional, Sam Brownback, también supervisó el lanzamiento de la Alianza Internacional por la Libertad Religiosa o las Creencias (International Religious Freedom or Belief Alliance), un grupo focal internacional que ahora incluye a 37 países miembros. [Los enlaces de este artículo redirigen a contenidos en inglés].

En la cumbre de este año, el actual embajador en materia de libertad religiosa internacional de los Estados Unidos, Rashad Hussain, dijo que se asegura de que los funcionarios en la materia estén representados en las reuniones de política exterior del Departamento de Estado para resaltar cómo la libertad religiosa es un imperativo para la seguridad nacional.

«Los países y sociedades que protegen su libertad religiosa tienen más probabilidades de garantizar su seguridad y prosperidad, y los países que no protegen la libertad religiosa tienen menos probabilidades de ser estables», dijo Hussain. «Es una parte esencial de nuestra política exterior y vemos pruebas de ello en todo el mundo».

El movimiento también ha logrado avances en el escenario global, con líderes de otras naciones que se han ofrecido a organizar mesas redondas en materia de libertad religiosa siguiendo el modelo estadounidense, con el apoyo de la recién creada International Religious Freedom Secretariat.

«Se está empezando a reconocer que estos temas son un poco más generalizados», dijo Barker. «Ciertamente, desde el lado de la administración (altos funcionarios del Departamento de Estado, de USAID) están analizando la promoción de la democracia, la lucha contra el extremismo violento… y consideran que la libertad religiosa puede tener una opinión valiosa en esos espacios».

Mientras tanto, en todo el mundo se puede observar el deterioro de las condiciones de la libertad religiosa.

En su Lista Mundial de la Persecución 2024, Puertas Abiertas informó que más de 365 millones de cristianos viven en países que experimentan altos niveles de persecución o discriminación. La organización encontró que los 50 países obtuvieron puntajes lo suficientemente altos como para registrar niveles de persecución «muy altos». Está es la cuarta vez que esto sucede desde 1993, el primer año del informe.

Hay duros ejemplos de persecución de las minorías religiosas en todo el mundo. Estados Unidos ha reconocido genocidios por motivos religiosos en China contra musulmanes uigures y en Birmania contra musulmanes rohingya.

El informe anual de 2023 de la Comisión de Estados Unidos sobre Libertad Religiosa Internacional destacó las terribles condiciones en las que viven las minorías religiosas en muchos países, incluida la toma de Afganistán por los talibanes y el ascenso del nacionalismo hindú en la India, que dio lugar a leyes discriminatorias, turbas violentas, además destrucción de mezquitas e iglesias.

En la cumbre, Brownback dijo que la libertad religiosa es esencial para el florecimiento de los derechos humanos: «¡Y vaya que necesitamos algo de florecimiento! El gran proyecto global de derechos humanos ha sufrido un declive en los últimos 20 años a causa de la expansión de regímenes autoritarios y del uso de tecnología sofisticada».

La cumbre comenzó con un «día de lucha por los derechos» el lunes en el que asistentes de diversas religiones acudieron en masa al Capitolio para reunirse con legisladores.

Durante el martes y miércoles, más de 70 oradores discutieron el deterioro de la libertad religiosa en Nigeria, India, Ucrania, Medio Oriente, América Latina y otros lugares. También discutieron cómo los conflictos militares han exacerbado la represión religiosa, desde la invasión militar rusa en Ucrania hasta el conflicto de Nagorno-Karabaj entre Azerbaiyán y Armenia.

Las sesiones de trabajo analizaron las minorías religiosas en Medio Oriente, el uso de tecnología por parte de regímenes represivos, la guerra entre Israel y Hamás, y contaron con una sesión privada que mostró imágenes sin editar del ataque terrorista del 7 de octubre.

El evento anual se esfuerza por ser bipartidista y presenta a políticos de ambos lados que hicieron un llamado a que Estados Unidos haga más para hacer uso de sus poderes y presionar a los que actúan mal.

«Esto no debería ser una cuestión partidista», dijo el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, republicano de Luisiana, sobre la brutalización por parte de China de los musulmanes uigures, que han sufrido tortura, reeducación, trabajos forzados y encarcelamiento en campos de internamiento. También condenó los informes de sustracción de órganos a budistas tibetanos y practicantes de Falun Gong.

La representante Debbie Wasserman Schultz, expresidenta del Comité Nacional Demócrata y miembro del Comité de Asignaciones de la Cámara, dijo que ha hecho un esfuerzo por priorizar una financiación sólida para los esfuerzos internacionales liderados por Estados Unidos para promover la libertad religiosa para todos, incluidos aquellos que no practican ninguna fe.

«Durante mi tiempo en el Congreso, he visto un inmenso progreso en los esfuerzos de nuestro gobierno para responsabilizar a los regímenes represivos y brindar justicia a los oprimidos», dijo.

El exvicepresidente Mike Pence argumentó que Estados Unidos debería presionar a los regímenes opresivos a través de los acuerdos comerciales existentes, y en su momento señaló a Nicaragua.

«Ha llegado el momento de que Estados Unidos le deje claro a Nicaragua que no toleraremos acciones y represión contra líderes eclesiásticos y religiosos en Nicaragua sin consecuencias», dijo en la cumbre. Desde 2004, Nicaragua tiene un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos.

El gobierno de Nicaragua ha tomado medidas enérgicas contra católicos y evangélicos desde 2018, cerrando ministerios, encarcelando a líderes de la iglesia y deportando al clero católico. Un sacerdote que había estado encarcelado bajo el régimen de Daniel Ortega habló detrás de un biombo sobre la persecución.

«Somos la economía más poderosa del mundo», dijo Pence. «Y debemos dejarle claro a Nicaragua que debe respetar la libertad religiosa de las personas de todas las religiones o nuestra relación cambiará».

Pence también hizo un llamado para que Estados Unidos que imponga presión económica a China a causa del genocidio en curso de musulmanes uigures en la región de Xinjiang del país, según es reconocido por Estados Unidos.

Otro panel destacó la «doble persecución» que enfrentan las mujeres. Lou Ann Sabatier, una veterana consultora de comunicaciones y cofundadora de la Alianza de Mujeres por la Libertad de Religión o Creencias, señaló que la persecución proviene, no solo del gobierno o de actores no estatales, sino también de comunidades y familias, haciendo invisible la opresión.

Las mujeres de religiones minoritarias experimentan persecución desde su red de relaciones cercanas en la esfera doméstica, señalaron los panelistas: son obligadas a casarse, abusadas físicamente para forzar conversiones, sometidas a violencia sexual y violaciones, y privadas del apoyo familiar si intentan convertirse.

El informe de 2023 de Open Doors en materia de género señaló que el abuso sexual «puede ser la forma más común de perseguir a mujeres y niñas cristianas» en todo el mundo.

Cada asistente u orador entrevistado por Christianity Today mencionó el deterioro de las condiciones en Nigeria. Ahí, más de 50 000 cristianos han muerto en los últimos 14 años debido al ascenso de Boko Haram, el Estado Islámico de la provincia de África Occidental y los extremistas fulani, según un grupo nigeriano de derechos civiles, la Sociedad Internacional para las Libertades Civiles y el Estado de Derecho.

Open Doors también coincidió en que el país más mortífero para los cristianos durante el último año fue Nigeria. Más de 4100 cristianos fueron asesinados en esta nación de África occidental el año pasado, lo que representa más del 80 % de los cristianos asesinados en todo el mundo. Se considera que el informe de Open Doors hace estimaciones conservadoras sobre el número de cristianos asesinados por su fe.

«Nadie conoce el número real, pero es realmente alto y supera las cifras oficiales», dijo a CT Jeff King, presidente de International Christian Concern. «Sabes, la gente entra después de estos ataques y se encuentra con personas que se esconden entre los arbustos durante días. Salen corriendo de sus casas, o salen corriendo de noche, o les disparan y los acuchillan. Entonces el conteo es mayor… Es un genocidio que avanza lentamente».

King ha abogado por los cristianos víctimas de persecución desde 2003. Su próximo libro, The Whisper, es un devocional centrado en lo que los cristianos perseguidos y los mártires pueden enseñarle a la iglesia.

«Tendemos a pensar en [los perseguidos] como nuestros primos muy pobres. Pero eso no es todo», dijo King. «Son familia. Pero son en realidad nuestros parientes más ricos y están muy por delante de nosotros».

King dijo que los testimonios de los cristianos perseguidos le han enseñado «lo que significa ser un cristiano».

«Nuestros hermanos y hermanas en la iglesia perseguida tienen sus doctorados en sufrimiento», dijo. «Fueron a seminarios llamados tortura, encarcelamiento, resistencia. Estos son los seminarios más eficaces del mundo para hacerte profundizar en Dios».

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El trabajo del pastor no consiste en cambiar mentalidades

No podemos controlar a nuestra gente, y tratar de hacerlo solo causará daño.

Christianity Today April 19, 2024
Edición por Christianity Today. Fuentes: Getty / Anthony Saint James / Chrispecoraro / Wikimedia Commons

Es martes, son las 2 de la madrugada y estoy completamente despierta.

Normalmente, puedo culpar a mis hijos por este tipo de cosas, ya sea porque tuvieron un mal sueño, o porque quieren algo de comer, o porque se les olvidó contarme un chiste que escucharon en la escuela. Cosas urgentes. Pero no esta noche. Esta noche es peor. Lo que me despertó no fueron mis hijos, sino la ansiedad provocada por un conflicto en la iglesia que pastoreo junto con mi esposo, Ike. Una decisión que tomamos no fue del agrado de alguien a quien amamos y con quien tenemos una relación cercana; alguien que conoce a nuestra familia y a nuestros hijos; alguien que ha estado en la misión con nosotros por causa del evangelio. Esta persona y su familia están tan molestos que amenazaron con irse.

Tan pronto como mis ojos se abren en la oscuridad, los pensamientos que han estado dando vueltas en mi cabeza durante días vuelven otra vez:

Tal vez si les explicara este pasaje de las Escrituras…

Quizás si lo abordara desde esta perspectiva teológica…

Tal vez si compartiera el sabio consejo que recibimos de los expertos de nuestra congregación…

Tal vez si escucharan las historias de personas heridas en nuestra iglesia…

Los pensamientos siguen y siguen.

A lo largo de mi tiempo en el ministerio, ocasionalmente he experimentado noches de insomnio inducidas por conflictos, pero, como le ha sucedido a muchos pastores, he notado un marcado repunte en los últimos años. En 2020, cuando los líderes de las iglesias en Estados Unidos enfrentaron el triple golpe de la pandemia, la tensión racial a nivel nacional y una elección presidencial que causó gran polarización, el ambiente dentro de nuestras iglesias cambió con ello. El aire de nuestros santuarios quedó contaminado por un profundo partidismo, lo que significó que cada decisión, cada declaración, cada sermón y cada publicación de los pastores en las redes sociales se interpretara a través de un filtro político. Escenarios similares han tenido lugar en muchos países alrededor del mundo.

Como el riesgo de caer en malentendidos se volvió tan alto, mi esposo y yo dedicamos mucho tiempo y pusimos especial atención en explicarlo todo y darnos a entender. Nos esforzamos por explicar las Escrituras que guiaban nuestras decisiones y fuimos transparentes acerca de las voces llenas de sabiduría a quienes estábamos escuchando. Sabíamos que esto sería necesario para infundir confianza en nuestra gente (y normalmente así sucedía); sin embargo, este enfoque también nos enseñó una dura lección.

Lo que hemos aprendido en los últimos dos años es que no importa la exégesis bíblica que uses, no importa el respaldo teológico al que apeles; no importan los datos, los expertos o tu propio historial de integridad. Simplemente no puedes convencer a la gente de algo que ellos no quieren creer.

¿Por qué? Porque la información no es tan poderosa como creemos.

En A Failure of Nerve: Leadership in the Age of the Quick Fix, el autor y terapeuta familiar Edwin Friedman describió nuestra influencia limitada de esta manera: «El malentendido colosal de nuestro tiempo es la suposición de que proveer entendimiento y perspectiva funcionará con personas que no están motivadas para cambiar».

Por mucho que deseemos que sea diferente, la información tiene mucha menos influencia de la que creemos. Descargar los «hechos» en el cerebro de otros no va a hacer que cambien de opinión mágicamente —no obstante, seré la primera en admitir que esto no me ha impedido intentarlo—. Siempre que hay personas en mi iglesia o en mi vida personal que «necesitan ser corregidas» (según yo), salgo inmediatamente con todos los argumentos que puedo emplear para persuadirlos. En segundos, puedo reunir cien puntos de conversación diferentes para convencerlos de la verdad —si tan solo pudiera sentarme con ellos para explicarlos—.

Pero Dios me está mostrando que no estoy simplemente intentando guiarlos, sino que en realidad estoy tratando de controlarlos. He caído en el error de confiar en que el conocimiento, la información y la verdad de la Palabra de Dios funcionarán como las riendas de un caballo, dirigiendo instantáneamente a otros en la dirección que quiero que vayan.

Sin embargo, el tiempo y la experiencia me están enseñando que estoy sobreestimando gravemente mi propio poder de convencimiento. Jesús mismo insinuó el poder limitado de nuestros argumentos al concluir algunas de sus enseñanzas más difíciles con la afirmación: «El que tiene oídos, oiga» (Mateo 11:15). La implicación es que algunos no escucharán. No entenderán, no porque no puedan, sino simplemente porque no lo harán. Ningún número de argumentos, por muy convincente que sea la evidencia o precisa la lógica, los hará cambiar de opinión. No si no desean cambiar de opinión.

Las investigaciones han demostrado que esto es cierto. Cuando utilizamos la información para cambiar la opinión de alguien, en algunos casos puede incluso tener el resultado contrario. El efecto contraproducente es un término utilizado en psicología para describir cómo las personas se comprometen más firmemente con una postura cuando se les presenta información que contradice sus propias creencias.

En lugar de ver la evidencia objetivamente y ajustar sus creencias en consecuencia, algunas personas afianzan aún más sus creencias erróneas. Otros estudios han demostrado que este fenómeno es probable que ocurra especialmente cuando la creencia está ligada a la identidad. Cuando una nueva información se siente como una amenaza a la propia identidad o forma de vida, uno está mucho más motivado para rechazarla.

Gracias a los últimos años de ministerio, Ike y yo hemos aprendido a discernir entre quienes son receptivos y quienes no lo son. Las suposiciones de mala fe sobre nuestros motivos o la falta de curiosidad genuina sobre nuestras decisiones son señales seguras de que nuestras explicaciones serán en vano.

Sin embargo, incluso discernir la falta de una verdadera receptividad no siempre frena mis ilusiones de influencia. A pesar de toda la experiencia que dice lo contrario, sigo teniendo una creencia profundamente arraigada en mi propia capacidad de convencer. Puedo pasar días reflexionando sobre el argumento perfecto, con todos los hechos y perspectivas posibles, hasta que me convenzo que no podrán ser refutados. Pero si hiciera esto en la vida real (abordar a la gente como abogada en lugar de como pastora) sería terriblemente contraproducente. Y ha sucedido. Como todas las formas de control, no funciona. Solo me producirá más ansiedad y tensará aún más mi relación con ellos.

Identificar esta lucha por el control me ha ayudado mucho de dos maneras específicas. La primera se refleja bien en la frase Si lo llamas por su nombre, podrás controlarlo. La tensión en mi cuello, espalda y mandíbula; la espiral de mis pensamientos llenos de ansiedad; y el insomnio que sigue son señales reveladoras de que estoy tratando de controlar algo que Dios no me ha dado para controlar. Nombrar esta tentación me ayuda a replantear lo que realmente está sucediendo: no estoy simplemente tratando de pastorear a mi gente, estoy tratando de controlarlos.

En segundo lugar, esta comprensión sobre el control ha enfatizado la prioridad de escuchar como clave para el ministerio pastoral. Nuestra cultura se ha polarizado cada vez más, en parte porque estamos experimentando el «efecto contraproducente» a escala social. Cuando intentamos controlarnos unos a otros con argumentos o intentos de persuasión, a menudo alejamos aún más a nuestros disidentes. En un ambiente como este en el que hay tanto ruido, la práctica de «estar listos para escuchar, pero no apresurarse para hablar» no solo es bíblicamente fiel (Santiago 1:19), sino también es un imperativo misional.

Tanto de manera estructurada como espontánea, Ike y yo buscamos escuchar a nuestros feligreses de manera intencional, especialmente a aquellos que puedan estar descontentos o enojados. Estos tiempos en que nos enfocamos a escuchar sirven como testimonio contracultural en una sociedad fracturada por sus problemas de control.

Confrontar mi constante tentación a ejercer control sobre otros ha sido crucial para mi propia salud espiritual como pastora. No podemos controlar a nuestra gente, e intentar hacerlo solo causará daño. Cuando encontramos los límites de nuestra influencia, podemos hacer una de dos cosas: resistir, o reconocer la situación como una oportunidad para dejar de lado una carga que nunca debimos soportar. Los límites de nuestra persuasión no son siempre una señal de la Caída. A menudo, son una señal del orden correcto de las cosas. Nos recuerdan que es hora de tomar el yugo más ligero y confiar plenamente en el Espíritu Santo —el único que realmente puede mover los corazones e iluminar las mentes—, para que haga el trabajo pesado por nosotros.

Sharon Hodde Miller sirve como líder en la iglesia Bright City en Durham, Carolina del Norte, junto con su esposo, Ike. Obtuvo un doctorado por medio de una investigación sobre las mujeres y sus vocaciones. Su último libro es The Cost of Control.

Partes de este artículo están adaptadas de The Cost of Control de Sharon Hodde Miller (Baker Books, una división de Baker Publishing Group, © 2022). Usado y traducido con permiso.

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Cuando la música de adoración no se puede traducir

Grupos como Hillsong aprendieron a dejar de lado la literalidad en favor de la colaboración creativa.

Christianity Today April 18, 2024
Daniel Knighton / Stringer / Getty

El estribillo de la canción «The Blessing» de Elevation Worship que dice «He is for you» no se traduce al español con facilidad. En la versión inglesa de la canción, la frase se repite constantemente y crece con cada repetición. Sin embargo, en español, la misma canción dice «Él te ama».

«Me alegro de que los traductores hicieran eso», dijo el músico y traductor Sergio Villanueva, que pastorea la congregación hispana de la iglesia Wheaton Bible Church en Illinois. «Para transmitir esa idea en español tendrías que usar muchas más palabras. [Podría traducirse como Él está a tu favor o Él está de tu lado]. El español es un idioma hermoso, pero nosotros usamos más palabras y más largas».

La traducción de «The Blessing» («La Bendición») refleja el creciente interés de los artistas de alabanza angloparlantes por producir traducciones de sus canciones que resulten bien pensadas, cantables y culturalmente informadas.

A menudo, los artistas se empeñan en utilizar un enfoque que se aproxime lo más posible una traducción «palabra por palabra». Pero a medida que los compositores influyentes y las megaiglesias amplían su alcance, los equipos de traductores están ayudando a producir nuevas versiones de canciones de alabanza y adoración populares que conservan cierto grado de fidelidad a la versión original, sin tratar de replicar una redacción que no resulta tan accesible o evocadora en otro idioma.

«Hay que respetar la intención del autor original, aunque eso signifique cambiar lo que dice la letra exactamente», afirma Villanueva, quien ha traducido para Keith y Kristyn Getty, Sovereign Grace Music y Kari Jobe.

La distribución y traducción internacional de música de alabanza y adoración en inglés se ha acelerado en las últimas cuatro décadas, pero no de forma constante.

En los años ochenta y principios de los noventa, Integrity Music comenzó a publicar grabaciones en español, empezando con el álbum Quiero alabarte (Maranatha!) lanzado en 1981. ¡Hosanna! Music, por su parte, estableció una audiencia internacional a través de sus ventas directas de casetes al consumidor.

Cuando la música de alabanza contemporánea despegó como género distintivo a finales de la década de 1990 y principios de la década de 2000, las canciones de alabanza de reconocidos artistas como Matt Redman, Hillsong y Tim Hughes encontraron un público entusiasta en todo el mundo.

El crecimiento del cristianismo evangélico en el Sur global coincidió con la proliferación internacional de la música de alabanza contemporánea; para 2020, el número de cristianos que hablaban (y cantaban) español era mayor que el de cualquier otro idioma.

Villanueva recuerda que el álbum de 2004 de Hillsong United, More Than Life, resonó en las iglesias latinoamericanas y aumentó el perfil del grupo en la región. «En aquellos años, todo el mundo hacía sus propias traducciones. Había innumerables versiones de “Here I Am to Worship” [“Vengo a adorarte”]. Cada quien tenía su propia versión», explica.

El álbum también llegó a ser popular en Canadá cuando Jonathan Mercier, expastor creativo de Hillsong Church Paris, pertenecía a un grupo de jóvenes en Cornwall, Ontario. Él asistía entonces a una iglesia bautista francófona que cantaba himnos tradicionales franceses. Cuando salió el álbum Mighty to Save de Hillsong United en 2006, Mercier tradujo él mismo algunas de las canciones para un campamento de jóvenes francófonos. Al traducir por su cuenta, dijo, las congregaciones tenían autonomía para crear nuevas letras que se ajustaran a su idioma y contexto cultural.

Cuando Hillsong se expandió en la década de 2000 a raíz del éxito de Darlene Zschech «Shout to the Lord» [«Cante al Señor»], la organización empezó a producir traducciones al español, francés y otros idiomas. La música de las megaiglesias ya había entrado en el mercado estadounidense a través de Integrity, que lanzó «Shout to the Lord» a través de Hosanna! Music en 1996.

Mercier recuerda haber leído algunas de estas primeras traducciones al francés durante una temporada en que hizo prácticas profesionales en la rama editorial de Hillsong. «Las traducciones existentes no eran cantables», dijo. «Eran demasiado literales».

Mercier, al igual que Villanueva, descubrió que los compositores de canciones de alabanza y adoración tendían a favorecer las traducciones que intentaban preservar la redacción exacta, a menudo a expensas del lirismo y la fluidez.

«La traducción es un arte», afirma Mercier, que ha traducido más de 100 canciones para Hillsong. «Algunas canciones son realmente fáciles de traducir; para otras es necesario mucho trabajo creativo e interpretación».

Villanueva afirma que cuando los compositores confían en los traductores para que administren sus palabras, la canción siempre sale beneficiada. El trabajo de un traductor es a partes iguales lingüístico, musical y teológico. La economía de palabras puede ser fundamental.

«Imagina que tienes una casa grande y te mudas a un apartamento», dijo. «Tienes dos opciones: puedes intentar conservar todos los muebles y vivir en un espacio hacinado, o puedes deshacerte de algunas cosas».

La decisión de traducir «He is for you» como «Él te ama» ilustra los beneficios de acercarse a una canción con un enfoque ampliado, y la flexibilidad por parte de los compositores originales, dijo Villanueva.

La frase «He is for you» evoca la protección y la defensa de Dios en nuestro favor. Subraya el mensaje de la canción de la bendición y el favor que Dios nos concede activamente. «Él te ama» tiene un tono diferente. Pero, en opinión de Villanueva, eso es algo bueno. La frase no tiene una correspondencia directa en español, y la bendición de Dios fluye de su amor por nosotros. Es una elección lógica.

La fuerte participación de un traductor puede crear complicaciones económicas. Mercier supervisó la traducción al francés y las grabaciones del proyecto Hillsong Global, una serie recopilatoria lanzada en 2012 que incluía nueve álbumes de alabanza en nueve idiomas diferentes, entre ellos español, francés, alemán, portugués, mandarín y ruso.

En algunos casos, Mercier aparece como compositor. En otros, no. El reconocimiento y la compensación no son siempre coherentes.

«Los derechos de autor son complicados debido a los acuerdos con los compositores originales», explica Mercier. «Los compositores originales tendrían que aceptar renunciar a una parte de los derechos de autor».

A Mercier no le preocupa demasiado. Él recibe un pago por su trabajo por parte de su iglesia, como muchos traductores. Pero las traducciones para una megaiglesia global como Hillsong tienen el potencial de generar ingresos sustanciales, y el trabajo de traducción está cada vez más supervisado por las organizaciones.

Algunas han optado por pagar a los traductores una suma única. Mercier forma parte del consejo editorial que supervisa el proceso de traducción en Sovereign Grace Music y ha recibido créditos como compositor en varias canciones, incluidas las que tradujo para el álbum Donde te encuentro de Kari Jobe en 2012. Él dice que, en muchos casos, ganó más al recibir un solo pago de lo que jamás vería en regalías.

La exportación de música de alabanza y adoración del mundo angloparlante se ha intensificado con la globalización y el auge de la reproducción por streaming. Las canciones de Hillsong, Kari Jobe, Chris Tomlin y Elevation aparecen en las listas que se cantan los domingos en todo el mundo. Algunos se preguntan si el ritmo actual de exportación es saludable o si roza el colonialismo cultural.

«Tiendo a desconfiar de las traducciones», afirma Marcell Silva Steuernagel, profesor adjunto de música eclesiástica en la Universidad Metodista del Sur, quien comenzó su carrera como líder de alabanza en Brasil. «La cultura nunca viaja de forma neutral».

Aun así, dijo Silva Steuernagel, hay que ser pragmático y pastoral.

«Cuando dirijo el culto en Brasil, no intento deshacerme de Hillsong. Eso es imposible», dijo. «Y podría acabar con relaciones con gente que valoro».

Villanueva coincide en que hay un lugar para las canciones importadas y adaptadas. Pero añadió que la adoración en la lengua materna tiene una fuerza única.

«Nada se compara a la lengua materna hablándole a Dios», dijo Villanueva. «Necesitamos ambas cosas. Y necesitamos sabiduría y humildad para abrazar lo que se necesita de ambas».

Kelsey Kramer McGinnis es corresponsal de música de Christianity Today.

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Los roles de género fuera de la iglesia occidental

Scott W. Sunquist llama a la iglesia estadounidense a observar la gran diversidad de eclesiologías en el mundo.

Christianity Today April 17, 2024
Ilustración de María Jesús Contreras

El reciente resurgimiento del interés en los roles bíblicos de género (cómo hombres y mujeres sirven en la iglesia y funcionan en el hogar en relación entre sí) parece centrarse en la iglesia occidental, especialmente en Estados Unidos. Christianity Today se acercó al presidente del Seminario Teológico Gordon-Conwell, Scott W. Sunquist, quien también es un misionólogo experto en cristianismo no occidental, para conversar sobre el contexto global en torno al género y la iglesia.

Esta entrevista ha sido ligeramente editada por motivos de estilo y claridad.

¿Cómo se han definido los términos del debate sobre los roles de género en la iglesia evangélica?

Dos comentarios preliminares: primero, «evangélico» se ha convertido en una categoría controvertida, por lo que cada vez que preguntamos sobre «la iglesia evangélica», debemos especificar con más detalle de qué familia o tradición estamos hablando. En segundo lugar, gran parte del «debate» sobre los roles de género ocurrió [en Estados Unidos] cuando mi familia estaba en el extranjero, por lo que nos perdimos la primera parte de la discusión en torno a las palabras complementario e igualitario. Eran conceptos nuevos que comenzaron a difundirse a finales de la década de 1980.

El debate evangélico en torno a esto ha sido muy diferente de la discusión ecuménica más amplia sobre los roles del hombre y la mujer. La Iglesia ortodoxa no ordena sacerdotisas y los católicos romanos tampoco lo hacen. Las iglesias protestantes tradicionales comenzaron a abrir todos los cargos de la iglesia a las mujeres a raíz del gran movimiento misionero, donde las mujeres dominaron el trabajo pionero. Los pentecostales desde los primeros años del movimiento reconocieron la función igualitaria de mujeres y hombres y por eso, en esa tradición, las mujeres ya plantaban y pastoreaban iglesias a principios del siglo XX.

La visión dicotómica de los roles de género que tenemos ahora surge principalmente de las tradiciones bautistas del sur, bautistas independientes y reformadas conservadoras, que defienden la claridad de dos géneros y delinean roles que son aceptables para las mujeres con la palabra complementariedad o complementarismo. Y hay que decir claramente que este discurso en particular es un enfoque estadounidense que ahora se ha exportado en parte a través del trabajo misionero.

También hay que decir que no todas las tradiciones que se identifican como evangélicas, tanto dentro de Estados Unidos como a nivel mundial, enmarcan el debate de la misma manera.

El debate complementario-igualitario es importante en Estados Unidos. ¿Cómo luce la visión de los roles de hombres y mujeres en la iglesia a nivel global? ¿Cómo se reflejan las Escrituras sobre las distinciones entre hombres y mujeres en las diferentes convicciones eclesiológicas en todo el mundo?

Como todos sabemos, la diversidad cultural (que se ve más claramente en la religión y el idioma) es algo hermoso de presenciar y algo por lo que debemos agradecer a Dios. He tenido la suerte de haber enseñado a, y aprendido de, líderes cristianos en muchos países de Asia y África. Generalmente, una vez que las mujeres se alfabetizan, sus roles cambian. El evangelio brinda alfabetización y educación a las mujeres, y esto suele ser una amenaza para los roles femeninos tradicionales en las culturas islámica, hindú y budista. Las mujeres adquieren poder a través de la alfabetización. Pueden enseñar a sus hijos, pueden hacer preguntas y evangelizar a otros.

Sin embargo, en muchas culturas del mundo, hombres y mujeres cristianos se sientan en lados diferentes del santuario, y las mujeres cuidan a los niños del lado de las mujeres. Los roles de género son culturales, pero el evangelio siempre brinda cierto grado de libertad a las mujeres en culturas donde las mujeres están oprimidas. Expresado de otra manera: cuando el evangelio entra en cualquier cultura, la mueve hacia una mayor gracia, plenitud y florecimiento para todas las personas. Las culturas están caídas [a causa de la caída de Adán], pero el evangelio rectifica los patrones culturales en los individuos, las familias y las sociedades.

¿Cómo se compara esto con las iglesias monoétnicas de Estados Unidos?

Siguiendo con tu pregunta anterior, imaginemos qué sucede cuando personas de otros países vienen a los Estados Unidos. Las iglesias coreanas (y la mayoría de las chinas) están dominadas por una ética y un orden social confucianos en la primera generación. Todo orden social en la sociedad confuciana es jerárquico: el emperador sobre los súbditos, el padre sobre los hijos, el marido sobre la esposa, etc. Por lo tanto, estas iglesias rara vez tienen mujeres en el liderazgo; sin embargo, entre bastidores, las mujeres a menudo dirigen las iglesias.

El lado positivo de esto es que un coreano entendería la iglesia como «mi iglesia con mi pueblo; el cristianismo no es una religión extranjera y puedo ir a la iglesia sin cambiar de cultura». El lado negativo de esta fuerte adhesión a patrones culturales es que a veces las mujeres no son tratadas por los hombres con el respeto y la dignidad propios del cristianismo. Esto perjudica el testimonio cristiano. Este es uno de los muchos ejemplos culturales que podemos identificar como la conversión incompleta de las culturas. Encontramos estos ejemplos en todas las culturas del mundo.

Como mencioné anteriormente, hay una rectificación que viene con la conversión a Cristo. No nos quedamos con todos los patrones pecaminosos de nuestras culturas. Muchas iglesias [con gente originaria] de la India y del Medio Oriente, aun dentro de los Estados Unidos, tienen hombres y mujeres sentados en lados diferentes del santuario. Debemos recordar que tanto las culturas indígenas locales como las enseñanzas de los misioneros occidentales a menudo influyen en el lugar y el papel de la mujer.

No existe ninguna iglesia china o negra «pura» dentro de Estados Unidos. De hecho, tampoco lo que conocemos como iglesias «blancas». Todas las culturas están hechas a imagen de Dios, pero están caídas. Es importante recordar esto, no sea que tratemos de moldear a todos los grupos étnicos a «nuestra» imagen e insistamos en nuestra definición de los roles de género para la familia y para la iglesia.

A medida que el evangelicalismo crece fuera de Occidente, ¿las controversias y discusiones sobre los roles de mujeres y hombres serán más o menos relevantes en el evangelicalismo en general?

Si por «evangelicalismo» te refieres a tradiciones de fe centradas en la autoridad bíblica, la centralidad de Cristo y la necesidad de la conversión, entonces ya ha crecido fuera de Occidente. Hoy en día, esos «evangélicos» en Occidente representan solo alrededor del 30 % de los evangélicos globales. Como solía decir Ogbu Kalu, «el cristianismo africano es cristianismo evangélico». Según la descripción mencionada anteriormente, la mayoría de las comunidades cristianas en crecimiento (incluidos los pentecostales) en China, África, el sur de Asia, el sudeste asiático y América Latina se considerarían evangélicas. El evangelicalismo no occidental a menudo tiene enseñanzas únicas en muchas iglesias africanas independientes pero, hablando en términos generales, son evangélicas y su enfoque de género sigue normas culturales.

Pero, como mencioné anteriormente, el lugar de la mujer ha mejorado. Necesitamos prestar atención y observar cómo el evangelio remodela varias culturas africanas y asiáticas, específicamente la visión y el papel de la mujer. Gran parte de su discusión sobre los roles de género en la iglesia se relaciona con la aplicación de la Biblia a sus roles culturales de género actuales, además de tener que leer libros occidentales y escuchar a los cristianos occidentales.

Cuando se trata de cuestiones no esenciales como los roles de género, los cristianos occidentales necesitan escuchar mientras, por ejemplo, los cristianos egipcios o malayos dan forma a sus eclesiologías, y a su cuidado pastoral y predicación. Los cristianos estadounidenses no son buenos para escuchar.

Fui pastor de una iglesia presbiteriana en Singapur cuando solo había una mujer ordenada en el presbiterio, y ella era de Inglaterra. La siguiente mujer ordenada fue mi alumna, quien se convirtió en pastora de una iglesia que ayudé a fundar. El cambio se produjo a lo largo de años y no se produjo por «autoridades» externas sino a través del estudio bíblico, el reconocimiento de los dones espirituales y la oración. Como en Estados Unidos, no todas las denominaciones de Singapur y Malasia ordenan mujeres. Pero la mayoría de los roles en la iglesia (ministrar como diáconos y ancianos, leer las Escrituras, enseñar, plantar iglesias, servir la Eucaristía) ahora están abiertos a las mujeres. La ordenación es la única función que no está abierta a las mujeres en todas las iglesias evangélicas a nivel mundial.

¿Qué puede aprender la iglesia estadounidense de la iglesia global en cuanto a cómo abordar los roles de hombres y mujeres? ¿Cómo podemos buscar la unidad y a la vez mantener nuestras convicciones bíblicas?

Creo que debemos reconocer que la iglesia global es diversa en términos de sus eclesiologías, porque de eso estamos hablando: quién puede predicar, ser ordenado, ministrar los sacramentos y enseñar. Los cristianos hemos llegado a muchas conclusiones diferentes sobre aspectos no esenciales, y debemos ser amables al recibir la riqueza que nos brinda nuestra comunidad global. Algunas iglesias limitan la participación de las mujeres en el culto por motivos bíblicos y/o tradicionales. Esa es su prerrogativa y debemos honrarla, siempre y cuando las mujeres sean respetadas y se les brinden formas significativas de participar en el cuerpo de Cristo.

En un mundo tan dividido, los cristianos de Occidente deberían aprender humildemente de la iglesia mayoritaria, buscar una unidad más profunda en torno a lo esencial y no permitir que aspectos no esenciales como los roles de género nos dividan. El mundo necesita ver unidad a través de la humildad cristiana, llena de gracia.

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El insólito testimonio de la primera apóstol

Dios derramó su gracia sobre María Magdalena y le dio una historia que proclamar.

Christianity Today April 16, 2024
Ilustración de Chloe Cushman

Salvo Jesucristo y su madre María, pocas figuras bíblicas tienen más prominencia en la historia del arte cristiano que María Magdalena. Las pinturas y esculturas favorecen la representación de estas dos Marías, no solo porque aparecen con frecuencia en el Nuevo Testamento, sino porque desempeñaron papeles fundamentales en la vida de Jesús.

Por supuesto, la identidad de María de Nazaret es indiscutible. Ella es la joven desposada que concibió a Jesús, el Hijo de Dios, y estuvo presente con su Hijo y sus seguidores en varios momentos a lo largo de su ministerio terrenal, perseverando hasta el fin y más allá, cuando el Espíritu Santo llevó a los fieles a difundir la noticia de su salvación. [Los enlaces de este artículo redirigen a contenidos en inglés].

Sin embargo, la identidad de María Magdalena no ha sido tan clara. Cuando rastreamos sus representaciones visuales a lo largo del tiempo, nos encontramos con una historia rica, compleja e intrigante que, en última instancia, plantea una pregunta central: ¿Quién fue María Magdalena?

Cuando el arte cristiano dirige nuestra atención a esta María, rápidamente nos damos cuenta de que no hay una respuesta única. Como revela la última historia visual de Diane Apostolos-Cappadona, María Magdalena ha sido muchas cosas para la iglesia en todo el mundo a lo largo de los siglos.

De hecho, la exposición de 2002 «En busca de María Magdalena», organizada por Apostolos-Cappadona, presentó más de 80 obras de arte y objetos que representaban a María Magdalena. Patrones repetidos dentro de la historia del arte la asocian con un frasco de unción, el cabello largo y la desnudez. Es representada como el epítome de una pecadora arrepentida y una prostituta reformada, famosa por su ferviente amor a Cristo y su humildad ante Él. Se le reconoce por su presencia frente a la cruz y en la tumba del huerto. También es recordada por sus valientes viajes misioneros como evangelista y predicadora.

La representación artística de María Magdalena permite vislumbrar las interpretaciones tradicionales de la iglesia acerca de su historia con base en el texto bíblico, así como el impacto que tuvieron las leyendas medievales.

El Instituto de Arte de Chicago acogió recientemente dos pinturas del reconocido artista italiano Caravaggio. Una de ellas, Marta y María Magdalena (pintado alrededor de 1598), ilustra las dificultades para discernir la historia de María Magdalena.

Al emparejar a María Magdalena con Marta, Caravaggio siguió las enseñanzas del siglo VI del Papa Gregorio Magno, quien absorbió las referencias bíblicas de María de Betania en la persona de María Magdalena. Bajo la dirección de Gregorio, en la mente medieval, María Magdalena se convirtió en la hermana de Marta y Lázaro. Para la época en que vivió Caravaggio, después de la Reforma, los avances en la exegética para distinguir a María de Betania de María Magdalena se habían convertido en una controversia entre protestantes y católicos romanos. ¿Había dos Marías en estos pasajes o solo una? Como ha demostrado el trabajo de Margaret Arnold, las tensiones entre la tradición de la iglesia y la sola Scriptura también giraron en torno a María Magdalena.

Examinar la pintura de Caravaggio revela otra capa de complejidad. En ella, María Magdalena mira un espejo convexo, un artículo de lujo a principios de la época moderna. Aunque en el mundo actual estamos demasiado familiarizados con encontrar nuestro propio reflejo, eso no era tan común entonces. Los espejos no se convirtieron en artículos para el hogar sino hasta el siglo XVII, y no comenzaron a reemplazar los tapices de las paredes sino hasta el siglo XVIII. Mientras tanto, el espejo convexo se asociaba con la distorsión del yo, una referencia a la autopercepción y la necesidad de confrontar el pecado humano.

Al asociar a María Magdalena con un espejo convexo, Caravaggio suscita temas de pecado y penitencia, mismos que habían enmarcado su historia durante siglos debido a su asociación con la mujer pecadora de Lucas 7. La combinación ocurre de esta manera: María Magdalena y María de Betania se unieron como una sola [por las enseñanzas de Gregorio Magno], y luego, las similitudes en los relatos de la unción (Juan 12:1-8, donde María de Betania unge a Jesús, y Lucas 7:36-50, donde una mujer pecadora anónima unge a Jesús) arrojaron una reputación de pecaminosidad sobre María Magdalena.

Recordar correctamente a María Magdalena no es una tarea sencilla. Las imágenes artísticas a menudo reflejan la confusión de las lecturas tradicionales del texto bíblico, así como capas de leyendas medievales que ampliaron su historia.

Un ejemplo más contemporáneo, la serie sobre la vida de Jesús de Dallas Jenkins, The Chosen [Los elegidos], rápidamente generó revuelo desde su primer episodio simplemente al presentar la vida de Jesús a través de dos personajes improbables y a menudo pasados por alto: María Magdalena y Nicodemo.

El creciente interés por considerar la identidad y el significado de María Magdalena debería llevarnos a analizar nuevamente el texto bíblico. Puede que no aparezca en todas las páginas de los relatos de los Evangelios, pero en las múltiples ocasiones en que aparece, ocupa un lugar destacado como testigo ocular y como receptora de gracia.

El registro del Nuevo Testamento crea un cuadro convincente de la vida y la fe de María Magdalena. Lucas la presenta de esta manera:

Después de esto, Jesús estuvo recorriendo los pueblos y las aldeas, proclamando las buenas noticias del reino de Dios. Lo acompañaban los doce y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, a la que llamaban Magdalena y de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cuza, el administrador de Herodes; Susana y muchas más que los ayudaban con sus propios recursos. (Lucas 8:1-3, NVI)

Lucas la distingue de muchas otras Marías como «a la que llamaban Magdalena». A menudo, los eruditos han asociado este título con un próspero pueblo de pescadores en el lado occidental del Mar de Galilea, supuestamente llamado Magdala por una torre que estuvo presente en su puerto en una época anterior (magdala significa «torre» en arameo). La gente (y la riqueza) habían fluido hacia aquella zona, haciéndola pasar de ser una pequeña aldea a una verdadera polis judía que rivalizaba con las ciudades de la Decápolis. Descubrimientos arqueológicos recientes han desenterrado una próspera sinagoga y baños helenísticos.

Dado que Lucas hace referencia a la generosidad de María, si ella era originaria de Magdala, probablemente fue una de las personas que se beneficiaron de esas riquezas.

Sin embargo, a pesar de su generosidad material, su experiencia de vida también incluyó un periodo de opresión. Debido a que María era una seguidora de Jesús, y dado que los escritores de los Evangelios buscan demostrar que Jesús es especialmente poderoso en la habilidad del exorcismo, se deduce que probablemente Él expulsó demonios de ella. Ella, junto con las demás mujeres que viajaban con Él, habían sido sanadas de diversas enfermedades, tanto espirituales como físicas.

En otro caso en el ministerio de Jesús, cuando los sanados quisieron irse con Él, Él se negó. Los envió de regreso a sus hogares (Lucas 8:38-39; 14:4). Pero a estas mujeres, Él les permitió seguirlo.

El alcance de la sanación de María Magdalena la distingue. En otras enseñanzas, Jesús describe a una persona con siete espíritus [malignos] para ejemplificar una situación desesperada (Lucas 11:26).

Un número de consumación o cumplimiento, el número siete indica que los demonios habían invadido toda la vida de María. Si la posesión por un espíritu produce terror, siete sería casi inimaginable. María es, entonces, un ejemplo de alguien que recibió mucho al recibir la sanidad. Y por lo tanto, de ella se requiere mucho (Lucas 12:48).

Sin embargo, ella cumple sobradamente su deuda de gratitud con Jesús. Mientras Él recorría las ciudades y los pueblos predicando las buenas nuevas del reino de Dios, ella estaba allí con Él, y era la primera entre las mujeres nombradas. Este es uno de los espacios más claros del Nuevo Testamento donde nuestra visión de los seguidores de Jesús se amplía para incluir a más que los doce discípulos. Los doce están ahí, pero no son los únicos. El círculo es más amplio.

Para mostrar su agradecimiento, María y las otras mujeres sirven al ministerio de Jesús con sus posesiones. Si alguien alguna vez se preguntó cómo sobrevivieron Jesús y sus doce discípulos cuando dejaron sus trabajos, esta es parte de la respuesta. Estas mujeres ayudaron a pagar las cuentas. En el transcurso de sus numerosos viajes, financiaron, observaron y participaron en su ministerio.

Los lectores podrían esperar que Lucas haga mención de ellas porque tiende a indicar la presencia de mujeres junto a los hombres (Lucas 23:27, 49), sin embargo, Mateo y Marcos también hacen referencia al grupo mixto de seguidores. Ambos evangelistas mencionan a las mujeres que siguieron a Jesús desde Galilea hasta Jerusalén, sirviéndolo durante ese largo viaje (Mateo 27:55-56; Marcos 15:40-41).

En las tres referencias, se menciona primero a María Magdalena. Ella era una de las seguidoras más antiguas de Jesús y estaba profundamente comprometida con su ministerio. Tenía una historia que contar sobre lo que su Señor había hecho por ella. Debido a que continuó siguiendo a Jesús hasta el final de su vida, fue testigo de los eventos que cambiaron al mundo. Ella estuvo presente para observar su muerte, sepultura y resurrección.

Mateo, Marcos y Lucas indican que un grupo de mujeres observaba a distancia cuando Jesús fue crucificado (Lucas 23:49; 24:10). El nombre de María Magdalena aparece en primer lugar en las listas de mujeres presentadas por Mateo y Marcos. Si bien ellas no negaron a Jesús como lo hicieron algunos de los otros discípulos, el que ellas miraran desde lejos tal vez no le brindó a Jesús ningún consuelo. Los intérpretes se han preguntado si los evangelistas están evocando el Salmo 37:12 de la Septuaginta (Salmo 38:11, en nuestras Biblias), donde la dificultad de quien sufre se agrava cuando sus amigos y familiares mantienen distancia.

Sin embargo, según el relato de Juan sobre la Crucifixión, María no permaneció a distancia: «Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la esposa de Cleofás, y María Magdalena» (Juan 19:25, énfasis añadido).

En algún momento, ella se aproximó para estar cerca de Jesús, lo suficientemente cerca como para poder oírlo hablar. Dado que fue crucificado como aspirante al trono, asociarse con Él podría haber implicado un alto costo. Sabemos que las primeras mujeres cristianas fueron encarceladas y perseguidas por su fe. Romanos 16:7 menciona la terrible experiencia de Junia, y una carta del gobernador romano Plinio al emperador Trajano del siglo II menciona a dos diaconisas que fueron interrogadas y torturadas. No obstante, María tuvo el valor de arriesgarse a fin de estar presente para consolar a Jesús y a su madre.

Todos los evangelios indican que María seguía estando presente después de la muerte de Jesús. Recorrió la corta distancia desde la cruz hasta la tumba para ver dónde fue colocado el cuerpo de Jesús (Lucas 23:55). Ella estuvo dispuesta a presenciar lo que suele ser la parte más difícil de una pérdida: el momento en que la muerte parece definitiva, la colocación del cuerpo de la persona en su lugar de descanso, cuando el polvo vuelve a ser polvo.

Después de guardar el resto del sábado, María y las demás mujeres regresaron a ese sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús con perfume y especias. Ungir un cadáver con aceite era común, pero las especias indicaban algo especial. Parece que María y las otras mujeres que habían estado proveyendo económicamente para el ministerio de Jesús siguieron haciéndolo, junto con Nicodemo (Juan 19:39). Los lectores pueden ver el profundo compromiso de quienes estuvieron dispuestos a realizar esta tarea.

Al estar dispuestas a cuidarlo hasta ese último momento, María y las otras mujeres presenciaron el momento más definitivo de la vida humana de Jesús. Cuando regresaron al sepulcro, no encontraron el cuerpo de Jesús. En cambio, encontraron seres celestiales vestidos de un blanco deslumbrante que las consolaron en su conmoción, les recordaron que Jesús había predicho precisamente este evento y las impulsaron a ir a contarles a los otros discípulos la noticia de su resurrección (Mateo 28:5-7; Marcos 16:6-7). Entonces Jesús mismo salió a su encuentro y les encargó que proclamaran esto a los demás seguidores (Mateo 28:10).

María Magdalena es la única de estas mujeres mencionada por nombre en los cuatro relatos de los Evangelios, lo que significa que cada uno de los evangelistas creyó que ella era lo suficientemente importante como para nombrarla. María estuvo presente con Jesús en su ministerio, muerte y resurrección, y Él le dijo que contara esa historia. Por este motivo, ha sido recordada en el cristianismo oriental y occidental como la primera apóstol.

El testimonio de María Magdalena desde la tumba y más allá habla del inmenso poder redentor de Dios que la libró de siete demonios. También da testimonio del poder sustentador de Dios, mismo que ella aceptó, para concederle el fiel ministerio de estar presente en los momentos clave de la vida de Jesús. Entonces ella fue fiel al proclamar la buena nueva acerca de Él que cambiaría al mundo, habiendo sido comisionada por el mismo Jesús para hacerlo.

De hecho, en la extensa narración de Lucas sobre el nacimiento de la iglesia, María Magdalena parece estar incluida entre los que tienen el encargo de anunciar las Buenas Nuevas, no solo a los demás discípulos, sino también a todas las personas. En Lucas 24:33, se mencionan los once discípulos y «los que estaban reunidos con ellos», que incluirían a María Magdalena y las otras mujeres que habían regresado para testificar de su resurrección (vv. 9-10). Entonces aparece Jesús y les dice a todos: «Ustedes son testigos de estas cosas» (v. 48).

Un testigo es una persona que ha visto algo y puede contar lo que vio. Jesús les instruye a sus testigos a esperar la venida del Espíritu, y Lucas deja en claro que el Espíritu Santo fue derramado tanto sobre los siervos como sobre las siervas de Jesús (Hechos 2:17-18). Al describir los acontecimientos posteriores a la Resurrección en su sermón en Antioquía de Pisidia, Pablo resume: «Durante muchos días lo vieron los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén y ahora ellos son sus testigos ante el pueblo» (Hechos 13: 31, énfasis añadido).

Debido a que María subió con Él desde Galilea a Jerusalén, porque Él se le apareció resucitado, ahora es una de sus testigos ante el pueblo.

Su constante fidelidad bien podría reflejarse en su nombre. Conversaciones recientes entre eruditos del Nuevo Testamento, impulsadas por el trabajo de Elizabeth Schrader Polczer, se han preguntado si «Magdala» no describe su ciudad natal sino su carácter. Ella es una torre de la fe que señala firmemente el camino a Aquél que le dio libertad y una misión. La iglesia también ha reconocido de esta manera el significado de su nombre, aunque no siempre lo haya recordado.

Dios les da a todos los seguidores de Jesús el desafío de abrazar el poder del Espíritu para emular la fidelidad de María tanto de palabra como de hecho. Una vez más, la revelación de las Escrituras nos declara que Dios no tiene la intención de trabajar en este mundo excluyendo a las mujeres.

La prevalencia de su representación en el arte cristiano muestra tanto una apreciación del papel fundamental que desempeñó, como la confusión sobre su identidad. La Biblia nunca menciona la naturaleza de los demonios que la afligieron o la naturaleza del pecado de la mujer anónima en Lucas 7 con quien ha estado asociada. Pensar en ella como una prostituta es leer entre líneas y más allá del texto bíblico.

Pero el espejo de Caravaggio no se equivoca. Ella había estado atrapada en la red del pecado, afligida por fuera y por dentro por los poderes de las tinieblas (como todos nosotros) y necesitaba profundamente al Salvador, Jesucristo.

A pesar de las confusiones a lo largo de los siglos, la respuesta a la pregunta «¿Quién fue María Magdalena?» es clara. Fue una pecadora redimida a quien el Espíritu de Dios le dio poder para seguir a Jesús y a quien Jesús mismo le encargó que anunciara las buenas nuevas de su resurrección en la mañana de Pascua.

Al encontrarnos con su imagen, usémosla como un espejo para vernos a nosotros mismos y ver lo que nosotros, por el poder misericordioso de Dios, podemos llegar a ser: apóstoles, enviados a anunciar las buenas nuevas de la resurrección.

Jennifer Powell McNutt preside la cátedra Franklin S. Dyrness de Estudios Bíblicos y Teológicos en Wheaton College y es autora de The Mary We Forgot (Brazos Press, octubre de 2024).

Amy Beverage Peeler preside la cátedra Kenneth T. Wessner de Estudios Bíblicos en Wheaton College y es autora de Women and the Gender of God.

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History

Dios usa los cambios climáticos para transformar sociedades

Tanto en la Biblia como en la historia, las crisis de la creación pueden conducir a la reforma.

Christianity Today April 15, 2024
Ilustración por Michael Marsicano

En septiembre de 2017, Irma, un huracán de categoría 5, azotó Barbuda y obligó a sus residentes a evacuar y dirigirse a la isla vecina de Antigua, dejando Barbuda inhabitable. Solo diez días después, otro huracán, María, pasó justo por la zona sur de Antigua, azotándola con viento y lluvia en su camino, y llegó a convertirse también en una tormenta de categoría 5.

La directora del Departamento de Medio Ambiente de Antigua y Barbuda, la embajadora Diann Black-Layne, dijo a The New York Times que la emisión de carbono de las naciones desarrolladas es una causa significativa para estas potentes tormentas. Pero también afirmó que el país insular es demasiado pequeño para resolver el problema por sí mismo. En su lugar, ofreció un sorprendente plan de acción.

Black-Layne le dijo al periodista Michael Barbaro: «Oramos. Somos personas temerosas de Dios. Creemos en el perdón y creemos en la oración. Y creemos que Dios intercederá por nosotros. Le aseguro que la oración es poderosa».

El Señor promete escuchar sus clamores (Éxodo 22:21-24). Y si Dios escucha esos clamores, el pueblo de Dios debería hacer lo mismo. Hay demasiados cristianos (y no cristianos) que piensan que el cambio climático es ante todo una cuestión política o económica. Sin embargo, también es una cuestión espiritual que requiere un enfoque bíblico.

De hecho, la Biblia tiene mucho que decir sobre el cambio climático provocado por el hombre. Específicamente, el Antiguo Testamento relata los esfuerzos de Dios para hacer que una sociedad enfocara todas sus energías para su gloria, y documenta cómo esa sociedad fracasó en obedecer ese mandato.

La enseñanza de las Escrituras debería llevar a los cristianos a anticiparse al cambio climático provocado por el hombre. Debería impulsarnos a respetar las pruebas de la crisis climática actual, aunque lleguemos a conclusiones diferentes sobre cómo interpretar esas pruebas. Además, y quizás lo más importante, es que la Biblia enseña que las crisis climáticas suelen tener un propósito reformador.

La tierra y la ley

Un clima que produce vida procede de la bondad de Dios. En esto coinciden los cristianos de cualquier postura sobre el cambio climático. Algunos incluso citan como argumento prima facie que un Dios bueno nunca permitiría que el clima se deteriore; sin embargo, está claro que el clima es vulnerable a la actividad humana. Esta lección es tan antigua como el Jardín del Edén.

El libro de Génesis presenta el Edén como un lugar bendecido con un clima favorable (Génesis 2:5-6) y también introduce la relación de la humanidad con Dios como administradores del mundo creado (2:15-19). El pecado del hombre hizo que todo lo que él administraba fuera maldecido, incluido el clima que había recibido como regalo de Dios (Génesis 3:17-19; Romanos 8:19-22).

Estos temas están presentes también en el relato del Éxodo. Dios sacó a Israel de Egipto y lo llevó a otra tierra descrita en primer lugar por su buen clima (Deuteronomio 11:9-12). Sin embargo, para que el buen clima de Canaán siguiera siendo bueno, el pueblo tenía que seguir los caminos de Dios. En Deuteronomio leemos: «Si ustedes obedecen fielmente los mandamientos que hoy les doy, si aman al Señor su Dios y le sirven con todo el corazón y con toda el alma, entonces yo enviaré la lluvia oportuna sobre su tierra, en otoño y en primavera, para que obtengan el trigo, el vino nuevo y el aceite» (vv. 13-14).

Entre las leyes que le dio a Israel, Dios incluyó reglas para el uso de la tierra y del clima para guiar su mayordomía sobre el clima. Esas leyes ofrecen sabiduría incluso para los cristianos hoy.

Una de las «reglas del medio ambiente» más llamativas del Antiguo Testamento es la ley del año sabático para la siembra de la tierra (Éxodo 23:10-11). Debido a que no había fertilizantes como los que tenemos hoy, los agricultores de la época —y muchos en la actualidad— tenían que reponer los nutrientes del suelo mediante la rotación de cultivos o dejando los campos sin cultivar durante un periodo de tiempo. Si no lo hacían, la tierra quedaba deteriorada y sin fuerza para hacer crecer las plantas, perdía su capacidad para retener la humedad, y tenía problemas con la evaporación y la lluvia.

En la antigüedad, los israelitas debían dejar sus campos en barbecho cada siete años. El libro de Levítico advierte que ignorar este principio conduce al endurecimiento del suelo y a la falta de lluvias. «Si ustedes no me obedecen ni ponen por obra todos estos mandamientos… Yo quebrantaré su orgullo y terquedad. Endureceré el cielo como el hierro y la tierra como el bronce… Mientras la tierra esté desolada, tendrá el descanso que no tuvo durante los años sabáticos en que ustedes la habitaron» (Levítico 26:14-35).

Aunque es cierto que la ley tenía funciones tanto sociales como espirituales, y creaba una ocasión recurrente para el descanso físico y para confiar en la generosa provisión de Dios, la ley también establecía una relación entre el agotamiento del suelo y la pérdida de lluvias que hoy en día es reconocida por la ciencia moderna. La inclusión de estos principios en la ley de Israel demuestra una comprensión de que la actividad humana puede afectar directamente al clima, y que Dios espera que su pueblo modere su actividad en consecuencia. La ley del barbecho no impedía totalmente el uso de la tierra, pero limitaba su producción económica para proteger el medio ambiente.

La nación de Israel en tiempos bíblicos no contaba con los avances científicos necesarios para descubrir cómo opera el clima más allá de estas nociones básicas. Aun así, Israel recibió el mandato de considerar que el clima requería protección. Otras consideraciones sobre la tierra y el clima fueron añadidas al calendario festivo de Israel.

Había tres fiestas de peregrinación que representaban el pilar del calendario de los israelitas. Cada una de ellas requería una asamblea de todo el pueblo en la ciudad de Jerusalén. Las fechas en que ocurrían y las ceremonias que se realizaban en ellas servían de guía para Israel en su administración de la tierra de acuerdo con sus estaciones y temporadas.

La primera fiesta era la Pascua. Marcaba la transición de la temporada de lluvias a la primavera, cuando la cosecha de cebada estaba lista. La fiesta de las Semanas tenía lugar siete semanas después, cuando la primavera daba paso al verano y la cosecha de trigo estaba lista. La última peregrinación, la fiesta de las Enramadas, marcaba el final del verano, cuando los frutos estivales estaban listos y se acercaba la siguiente temporada de lluvias.

Estas fiestas enseñaban a Israel a trabajar y adorar en función de las estaciones. Israel también aprendió a utilizar la riqueza que producían sus cosechas. Las familias llevaban a las asambleas los diezmos y otras ofrendas de cada cosecha estacional (Deuteronomio 16:1-17). Una parte de esos diezmos se comía durante las fiestas, sin embargo, gran parte de estos ingresos eran guardados en almacenes para sostener la asistencia social de los levitas hacia los más vulnerables (14:28-29).

Este calendario estacional enseñaba a Israel a ejercer su mayordomía sobre el clima asegurándose de que la riqueza de lo cosechado bendijera a todos los habitantes de la tierra, incluyendo a los que no poseían tierras y a los más vulnerables. Israel podía esperar seguir teniendo un buen clima mientras el pueblo obedeciera estas leyes:

«Si realmente escuchas al Señor tu Dios y cumples fielmente todos estos mandamientos que hoy te ordeno… El Señor abrirá los cielos, su generoso tesoro, para derramar a su debido tiempo la lluvia sobre la tierra y para bendecir todo el trabajo de tus manos. … Pero debes saber que, si no obedeces al Señor tu Dios … El Señor enviará contra ti … calor sofocante y sequía, y con plagas y pestes sobre tus cultivos. Te hostigará hasta que perezcas. Sobre tu cabeza, el cielo será como bronce; bajo tus pies, la tierra será como hierro. En lugar de lluvia, el Señor enviará sobre tus campos polvo y arena; del cielo lloverá ceniza, hasta que seas aniquilado» (Deuteronomio 28:1-24).

Obviamente, estas fiestas eran específicas para las estaciones y las cosechas de la tierra de Canaán. Está claro que la iglesia del Nuevo Testamento, que se extiende por todo el planeta desde los climas árticos hasta los tropicales, no debe continuar con estas prácticas de la ley antigua. Sin embargo, los cristianos todavía son exhortados a aprender de la sabiduría de la ley (1 Corintios 10:11; 2 Timoteo 3:16). Las leyes del Antiguo Testamento sobre la administración de la tierra y el clima pueden ayudar a los cristianos a apreciar tanto la importancia de la mayordomía del clima en la actualidad, como el daño climático causado por no administrar correctamente la tierra de Dios y sus frutos.

Los cambios climáticos en la Biblia

Dios le enseñó a Israel que, cuando la tierra experimenta daños climáticos, su reacción debe ser preguntarse por qué ocurren. Cuando la tierra sea «un desperdicio ardiente de sal y de azufre… Todas las naciones preguntarán: “¿Por qué trató así el Señor a esta tierra? ¿Por qué derramó con tanto ardor su furia sobre ella?”» (Deuteronomio 29:23-24).

No todas las crisis climáticas son una manifestación del juicio de Dios. Los sufrimientos de Job incluyeron fenómenos meteorológicos extraños (Job 1:16, 19), aun cuando él era inocente delante de Dios. Aun así, la respuesta de Job fue examinarse a sí mismo. Examinarse a uno mismo es una respuesta totalmente cristiana ante el cambio climático y, cuando es necesario, puede conducir a reformas tanto morales como económicas. Los profetas del Antiguo Testamento dieron ejemplo de esto.

El ejemplo más dramático es el Diluvio, en los capítulos 6 al 9 de Génesis. Dios envió el Diluvio como un juicio directo contra el pecado de los humanos. Noé tomó medidas prácticas, como construir un arca, pero también advirtió a los demás y los llamó al arrepentimiento (2 Pedro 2:5). Después del Diluvio, Noé recibió la promesa de Dios:

«Mientras la tierra exista,
habrá siembra y cosecha,
frío y calor,
verano e invierno,
días y noches» (Génesis 8:22)

Algunos cristianos interpretan este versículo como una promesa de parte de Dios de que él nunca permitiría ningún cambio climático después de los tiempos de Noé. Sin embargo, Dios eligió a Moisés, que vivió muchos siglos después, para entregar por medio de él las leyes antes mencionadas y que incluyen advertencias detalladas sobre la inestabilidad climática. Por lo tanto, aunque la promesa de Dios a Noé establece un límite a los juicios por medio del clima, no justifica nuestra negligencia hacia el clima.

Los acontecimientos de la narrativa bíblica posteriores a Moisés no hacen sino confirmar esto. En la época del rey Acab, Dios envió otra sequía que duró varios años. No obstante, luego de que Elías guiara al pueblo al arrepentimiento, «las nubes fueron oscureciendo el cielo; luego se levantó el viento y se desató una fuerte lluvia» (1 Reyes 17–18).

El profeta Isaías relacionó la inestabilidad climática con la codicia y la opresión de los pobres en su época (Isaías 32:1-20). El profeta Samuel señaló que las lluvias fuera de temporada servían de advertencia (1 Samuel 12:17-18). Los Salmos señalan que el buen orden de las estaciones depende del buen orden de la comunidad (Salmos 65, 104). Y los juicios que acompañarán el prometido regreso de Cristo también incluirán fenómenos metereológicos extremos (Marcos 13:8; Apocalipsis 6:8; 8:7; 11:19; 16:17-21).

La lección que debemos aprender está presente tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento: un buen clima es un regalo, sí, pero un clima que empeora debe hacer que nos preguntemos en qué nos estamos equivocando.

El testimonio de la ciencia

Puesto que, según las Escrituras, el cambio climático puede ser un instrumento de reprensión divina, deberíamos estar abiertos a considerar las pruebas que demuestran que esto en realidad está ocurriendo en el presente.

Según la NASA, la temperatura global aumentó 2.1° F (1.17° C) desde 1880. Quizás esta cifra no parezca significativa, pero es suficiente para derretir 428 mil millones de toneladas de hielo polar cada año. Esto contribuye a que el nivel del mar suba 3.4 milímetros por año. Este tipo de cambios provocan tormentas, sequías, inundaciones y otros desastres naturales cada vez más intensos, que actualmente vemos cada vez más seguido en los titulares de las noticias y en nuestras propias comunidades.

La Biblia no nos habla específicamente del cambio climático actual ni de sus causas, pero en realidad no necesitamos que la Biblia nos explique esas cosas con detalle. Las Escrituras son suficientes en su relato sobre las obras de Dios con su pueblo en la antigüedad, y preserva esas lecciones para guiar nuestra respuesta ante situaciones similares en la actualidad. Esto incluye las enseñanzas bíblicas sobre el clima.

Cuando reconocemos que el cambio climático es a menudo un instrumento de reprensión divina, las herramientas de la ciencia ofrecen dos tipos de ayuda en nuestra respuesta.

En primer lugar, la ciencia nos ayuda a identificar las diferentes áreas de actividad humana. Dios, en su providencia, nos lleva a examinarlas cuidadosamente. Las emisiones de carbono a escala industrial han sido identificadas como el factor que más contribuye al calentamiento global. Este hallazgo llama la atención providencialmente hacia las prácticas industriales modernas. Mientras los responsables políticos seculares se centran en las formas de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, la Iglesia debería abordar cuestiones como el orgullo, la codicia, el uso abusivo de la creación y otros pecados que pueden estar relacionados con algunas prácticas industriales. La ciencia, junto con el poder de convicción del Espíritu Santo, puede ayudarnos a reconocer aquellas áreas en las que debemos centrarnos para buscar una renovación espiritual.

En segundo lugar, la evidencia científica del cambio climático puede ayudar a que los no creyentes se percaten de la necesidad de cambiar nuestras prácticas. Muchas personas que se opondrían a la petición de reformas basadas en la rendición de cuentas ante Dios estarán más dispuestos a apoyarlas cuando la necesidad pueda ser demostrada científicamente. Los cristianos no deberíamos depender de la ciencia climática para motivarnos a abrazar nuestra mayordomía del clima. Sin embargo, disponer de datos científicos refuerza la motivación de los no creyentes para buscar una mejor mayordomía del clima.

La fe y la ciencia no son opuestas entre sí. De hecho, la política climática es un ámbito en el que el testimonio cristiano y el conocimiento científico pueden colaborar de una forma productiva.

Una influencia reformadora

Los datos recogidos por las agencias gubernamentales de Estados Unidos demuestran que las condiciones actuales son más graves que los cambios climáticos en el pasado. Sin embargo, ya han ocurrido otros cambios climáticos. Por ejemplo, a finales de la Edad Media, se produjo un descenso de la temperatura. Durante este periodo, conocido como la Pequeña Edad de Hielo, los inviernos se hicieron más largos y más fríos. Las respuestas frente a este periodo fueron variadas, pero muchas personas en toda Europa recurrieron a las Escrituras.

En su libro El motín de la naturaleza, el historiador Philipp Blom escribe: «Las interpretaciones teológicas de los fenómenos climáticos eran populares y eran ampliamente difundidas en forma impresa con regularidad. De hecho, los sermones sobre el clima se convirtieron en un género literario menor».

Por ejemplo, Juan Calvino, uno de los padres de la Reforma, se refirió a las malas cosechas en medio de los cambios climáticos de su época en su comentario sobre Génesis 3:18-19: «Debido a la creciente maldad de los hombres, el remanente de la bendición que queda disminuye y se deteriora gradualmente; y ciertamente existe el peligro —a menos que el mundo se arrepienta— de que una gran parte de los hombres pronto perezca a causa del hambre y otras miserias terribles… La inclemencia del aire, las heladas, los truenos, las lluvias intempestivas, la sequía, el granizo y todo lo que está desordenado en el mundo, son consecuencias del pecado». Calvino no se andaba con rodeos.

Los himnos sobre el clima eran otra característica de la época, escribe Blom. Por ejemplo, el himno de Paul Gerhardt «Ocasionado por una gran e inoportuna lluvia», del siglo XVII, dice:

Los elementos sobre toda la tierra
Extienden la mano contra nosotros,
Y surgen problemas del mar,
Y descienden problemas de los cielos.

La Pequeña Edad de Hielo causó, entre otras cosas, que muchos se volvieran al Señor. De hecho, el cambio climático es un componente de la Reforma que a menudo es pasado por alto. Este ejemplo puede animarnos a que seamos capaces de reconocer cuando se está produciendo un cambio climático en nuestro tiempo, y a que podamos responder con una renovación espiritual.

No todas las reacciones a la Pequeña Edad de Hielo fueron buenas. Sin sabiduría, interpretar los acontecimientos climáticos como un castigo divino puede conducir a algo desagradable. En ese mismo periodo se produjo un fuerte aumento de los juicios contra personas acusadas de practicar la brujería. Se realizaron unos 110 000 juicios por brujería en toda Europa, la mitad de los cuales acabaron en ejecuciones.

Tales tragedias son una advertencia contra la apropiación indebida de las implicaciones teológicas del cambio climático. Por el contrario, la Reforma nos ofrece un ejemplo más excelente de interpretación sana y centrada en las Escrituras.

La oportunidad actual

De un modo u otro, el cambio climático provocará cambios en nuestras sociedades. Ya sea que Dios esté castigando pecados específicos o no, las crecientes tormentas, sequías y otras consecuencias afligirán a amplios segmentos de la humanidad. Y, como suele ocurrir, los más vulnerables serán los que más sufrirán a causa de los errores de los más poderosos.

El propósito de la Iglesia en este tiempo es justamente promover la obra de la redención. Cuando los cristianos niegan o restan importancia al cambio climático, están corriendo el riesgo de desaprovechar esta oportunidad de dar testimonio.

A principios de 2021, la ONU declaró un «Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas». De 2021 a 2030, cooperativas públicas y privadas se esforzarán por recuperar 350 millones de hectáreas de tierras degradadas y eliminar hasta 26 gigatoneladas de gases de efecto invernadero de la atmósfera.

No hay razón para que la Iglesia no pueda tener visiones de renovación igual de audaces en respuesta al cambio climático. No obstante, nuestra labor debe apuntar a la reforma social y espiritual junto con la renovación ecológica. La ciencia puede poner de relieve la acción del cambio climático, y los políticos pueden regular las acciones y el comportamiento en las sociedades. Pero corresponde a la Iglesia apelar a las conciencias y hacer un llamado redentor a la cultura, porque en Cristo:

Se alegrarán el desierto y el sequedal;
se regocijará la estepa
y florecerá como la rosa…

Ellos verán la gloria del Señor,
la majestad de nuestro Dios. (Isaías 35:1-2)

Michael LeFebvre es ministro presbiteriano, académico del Antiguo Testamento y miembro del Centro de Teólogos Pastorales. Es autor de The Liturgy of Creation: Understanding Calendars in Old Testament Context.

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Cómo la FIV se abrió camino en los debates evangélicos provida

Y lo que desearía haber tenido en cuenta antes de buscar asistencia reproductiva.

Christianity Today April 10, 2024
Ilustración de Christianity Today / Fuente: Getty

Cuando los evangélicos hablan de los no nacidos, lo más común es que piensen en los bebés que se encuentran en el vientre de una madre embarazada. Incluso el mantra provida «del vientre a la tumba» presupone que hay un vientre que los contiene.

Por esa razón, a medida que continúa habiendo cifras récord de estadounidenses que consiguen tener hijos por medio de la fecundación in vitro (en adelante FIV), los cristianos que creen que la vida comienza al momento de la concepción —aun cuando eso suceda en una recipiente de cultivo— enfrentan nuevas preguntas y desafíos. En respuesta a los avances en la tecnología de reproducción artificial, los evangélicos provida están volviendo a examinar las inquietudes teológicas y éticas concernientes a la creación y al cuidado de la vida en sus primeras etapas del desarrollo.

Desearía haber considerado esto con más detenimiento en 2015, cuando comencé el tratamiento de FIV en un impulso desesperado por ser madre después de varios años de infertilidad [enlaces en inglés]. Pero incluso desde mi postura como cristiana provida, consideré primero las vidas que llevaría en mi vientre, y no en las consecuencias éticas con respecto a los embriones que potencialmente sobrarían. De hecho, ni siquiera sabía que se pueden crear muchos embriones al mismo tiempo, y los doctores en la clínica de FIV donde recibí el tratamiento no me informaron al respecto.

Otros cristianos cuyas creencias sobre la vida sí influyeron en su camino a través de la fecundación asistida han experimentado esa tensión de primera mano. Conversé con Jamie Skipper, quien consideró por primera vez hacer uso de tratamientos que podrían ayudarla a quedar embarazada hace quince años. Sus firmes convicciones provida rápidamente dificultaron el proceso.

Los Skipper estaban comprometidos a limitar el número de embriones que producirían. Si cada embrión creado era una nueva vida, ellos no querían que ningún embrión «extra» se quedara en un congelador o fuera destruido en el proceso. Pero el tratamiento de FIV es un proceso físicamente exigente y costoso, por lo que los doctores a menudo recomiendan fecundar varios óvulos para incrementar las posibilidades de que uno de ellos se desarrolle hasta convertirse en un bebé sano.

Jamie Skipper dijo que encontrar un doctor de fertilidad que fuera provida y que aceptara sus convicciones fue «como las vías del subterráneo»: una red muy secreta. Los Skipper buscaron y continuaron orando.

«La Biblia no dice: No hagas tratamientos de FIV o Haz tratamientos FIV» dijo Skipper a CT. «Lo que la Biblia sí dice es Oren sin cesar. Si tomas este camino sin oración, no podrás saber lo que Dios quiere para ti en particular».

Cuando finalmente encontraron un doctor de confianza, los Skipper decidieron dar el siguiente paso, y usaron el primer embrión para que Jamie quedara embarazada de su hija, y congelaron dos embriones más para usar más adelante.

Se convirtieron en una de los millones de familias de Estados Unidos que han acudido al tratamiento de FIV para concebir. El año pasado, Pew Research Center descubrió que el 42 % de los estadounidenses han empleado tratamientos de fertilidad como la FIV o conocen a alguien que lo ha hecho, comparado con el 33 % en 2018.

En los desgloses de la encuesta proporcionados a CT, los evangélicos blancos tenían la misma probabilidad que los estadounidenses en general de decir que ellos o algún conocido había recibido tratamientos de fertilidad. Más del 40 % de los evangélicos blancos, cristianos blancos de denominaciones tradicionales y católicos estuvieron de acuerdo, comparado con apenas el 26 % de los protestantes negros.

Aunque los evangélicos usan la fecundación asistida, a menudo la abordan de manera diferente. Algunos aspectos como los medicamentos de fertilidad para estimular la ovulación y la inseminación intrauterina (IIU) —ambos de los cuales ayudan a la concepción de un bebé en el vientre de la madre— son menos controversiales que la FIV, que crea embriones en un laboratorio antes de implantarlos en el cuerpo materno.

Cuando se trata de la FIV, una encuesta observó que la mayoría de los cristianos protestantes estaban a favor de la creación de embriones para una pareja casada, pero en contra de la donación de óvulos y esperma para los procesos de FIV. También estuvieron en desacuerdo con la prueba genética preimplantacional, que busca seleccionar cuáles de los embriones serán implantados.

Los argumentos éticos y las reservas de los evangélicos con respecto a la FIV se basan en la creencia de que la vida comienza en la concepción, que todos somos creados a la imagen de Dios, y que tenemos la responsabilidad de proteger y sostener la vida desde sus primeras etapas. Es el mismo fundamento del movimiento evangélico que se opone al aborto. Sin embargo, históricamente, la FIV ha sido excluida de la conversación sobre el aborto.

«Los evangélicos y otros grupos de protestantes han sostenido una claridad moral acerca del mal intrínseco en el aborto. Pero sigue habiendo confusión con respecto a la ética de la fecundación in vitro, un procedimiento que obtiene un óvulo del cuerpo de una mujer y lo fecunda con el esperma de un hombre en un laboratorio, y luego reinserta el embrión con vida en el útero de la mujer para el proceso de gestación», observó el teólogo y experto en ética Matthew Lee Anderson en una publicación de First Things en 2021.

Tal vez los defensores provida quisieron enfocarse más en aquellos que tenían la intención de poner fin a una vida, que en aquellos que buscaban crearla. Quizás dudaron en protestar porque conocían el dolor de la lucha de otros cristianos que habían recurrido a la fecundación asistida. De cualquier modo, los evangélicos no han sido claros en cuanto a las consecuencias éticas de la FIV como lo han sido sobre los procedimientos y los medicamentos usados en el aborto, o incluso la pastilla «Plan B».

Sin embargo, la conversación se ha ampliado, sobre todo después de la anulación del caso Roe v. Wade en 2022.

«Tengo contacto con muchas personas provida que han abierto los ojos sobre cómo la FIV viola los derechos de los niños, su derecho a la vida», dijo Katy Faust, fundadora evangélica de Them Before Us, una organización que defiende y promueve los derechos de los niños. «Creo que en la mayoría de los casos son cosas que simplemente no sabían, pero una vez que te das cuenta, no puedes ignorarlo».

Faust está en desacuerdo con la práctica de la creación no regulada de embriones en la FIV, que inevitablemente lleva a la destrucción o al abandono de embriones congelados. Cada embrión es, en términos científicos, una persona singular conformada con un código genético único, que determina cosas como el color de los ojos o el género, de la misma manera que un embrión concebido en el vientre en sus primeros días.

Faust notó cómo el fallo histórico de la Corte Suprema en 2022 reveló una conexión irrefutable entre la FIV y el aborto. «¿Por qué todos los doctores de fertilidad en los estados republicanos reaccionaron después de Dobbs?», preguntó. «Porque [quizás no puedan] continuar su negocio si no pueden destruir una vida humana».

Actualmente, las leyes contra el aborto no afectan a los embriones congelados, pero ha habido un par de proyectos de ley estatales que buscan cambiar esto. Por ejemplo, en el estado de Kansas, un proyecto de ley que criminaliza la «destrucción ilegal de un embrión fecundado» avanzó al Senado, aunque finalmente no fue aprobado.

Y sin embargo, a pesar de que la mayoría de los estadounidenses consideran que el aborto es un «asunto moral», la mayoría no piensa sobre la FIV de la misma manera. Existen pocos recursos para ayudar y guiar a los cristianos que están considerando los tratamientos de FIV. Una guía en internet ofrece este consejo: para el cristiano, «la decisión de concebir es siempre la decisión de implantar».

«Toward a Protestant Theology of the Body» [Hacia una teología protestante del cuerpo], una conferencia reciente nombrada en referencia a la catequesis pontificia sobre la sexualidad, el matrimonio, la concepción y la personalidad, abordó este tema emergente. El evento organizado por el Institute on Religion and Democracy mostró una capacidad creciente para abordar preguntas concernientes a la reproducción y el cuerpo.

«Si hablo de esto en otro lado, mucha gente simplemente asume que soy católica, porque durante las últimas décadas, los únicos que han hablado sobre esto son los católicos», dijo Faust.

Emma Waters, una investigadora asociada en The Heritage Foundation’s Center for Life, Religion and Family, dijo que ha notado un cambio en la postura de los cristianos, teólogos y pastores protestantes que han comenzado a reexaminar las cuestiones teológicas y morales relacionadas con la FIV.

«Muchas iglesias de los bautistas del sur, la Iglesia Luterana—Sínodo de Misuri, la Iglesia Anglicana de Norteamérica, y algunos dentro de la Presbyterian Church of America están trabajando para educar a sus miembros sobre el propósito del niño, y dónde los cristianos deberían establecer límites firmes sobre el uso de tecnología», Waters dijo a Christianity Today.

En los últimos años, he aprendido más sobre las cuestiones éticas de la tecnología de reproducción artificial y las verdades de la creación y mercantilización de una vida. Me ha hecho ver mi propia experiencia con la FIV de manera diferente, y me hizo desear haber estado mejor informada. A pesar de que en mi caso el tratamiento fue exitoso, y me ayudó a quedar embarazada con dos bebés sanos, los embriones que quedaron y que almacené congelados me han producido mucha angustia.

Las preocupaciones evangélicas más importantes acerca de la FIV tienden a enfocarse en la pérdida de los embriones en el proceso, a fin de que familias como los Skipper se comprometan a gestar y cuidar cualquier embrión creado.

Cuando Jamie Skipper decidió avanzar con la FIV, se preocupó por lo que pasaría con los dos embriones congelados si «moría en un accidente» o eventualmente no podía implantarlos por cualquier razón. Decidió preparar un testamento legal en el que otorgaba la custodia a unos amigos cercanos en caso de su fallecimiento. Después de terminar el testamento, los Skipper sintieron paz de que habían hecho todo lo que podían para proteger a sus hijos.

Dos años después de su primer implante exitoso, Skipper implantó los dos embriones restantes, que resultaron en el nacimiento de su segunda hija.

Actualmente, Skipper, al igual que algunos grupos evangélicos prominentes como Enfoque a la familia y Coalición por el Evangelio, apoya la FIV «ética», en la cual los embriones creados poseen el material biológico de los padres y son implantados en la madre biológica, y no se congelan ni se descartan embriones.

La verdad sobre más de un millón de embriones congelados se ha vuelto conocimiento general recientemente. Antes de eso, muchos cristianos no familiarizados con la FIV no tenían idea de esta realidad numérica. A medida que la discusión fue progresando, los partidarios provida se han vuelto más osados en su activismo contra los procedimientos de la FIV que crean embriones de más.

Hace varios años, la fundadora de Live Action, Lila Rose, que es católica, se pronunció en contra de este tipo de FIV, y muchos comentadores cristianos la criticaron por sus propias experiencias personales. Debido a que muchos cristianos han participado en tratamientos de FIV para poder procrear, puede ser difícil hablar en contra de ello en contextos provida.

Sin embargo, es más importante permanecer fiel a la convicción bíblica que evitar herir los sentimientos de otros. Quiero ofrecer a las mujeres el tipo de recurso que desearía haber tenido cuando comencé el tratamiento de FIV. Skipper y yo notamos una falta de recursos cristianos sobre la FIV, y estamos planeando escribir una guía para parejas que están considerando posibles tratamientos de FIV.

Pero algunos evangélicos tienen dudas morales que van más allá de la posible pérdida de embriones y no apoyan ninguna forma de FIV. Anderson, en una publicación para First Things, argumenta que «la doctrina del imago Dei ilumina el problema de la creación ilícita, no solo el problema del asesinato ilícito».

En su libro Conceived by Science, Stephanie Gray Connors escribe sobre cómo el proceso «mercantiliza» a los niños por medio del congelamiento y etiquetado de embriones seleccionados como «mejores» para ser implantados en el vientre materno.

«Con este motivo, la persona humana ya no es valorada como un ser único, ni por su naturaleza como portador de la imagen de Dios», escribió. «Por el contrario, la persona es valorada, querida y seleccionada por la posible utilidad que ofrece a otros».

Gray observa que el proceso de congelamiento en sí mismo presenta un riesgo para la vida del embrión, por lo que no puede ser ético «poner en peligro las vidas de algunos niños en un intento de crear otros niños».

Los cristianos que encabezan las organizaciones provida más importantes del país también están comenzando a expresar sus dudas sobre la FIV de forma más amplia.

Steven Aden, director de asuntos legales en Americans United for Life, dijo a The Guardian que cuando la gente comprenda completamente las implicaciones de la FIV tradicional, «se apartarán de esa creación y congelamiento de cientos de miles de seres humanos individuales y distintos que permanecen en un limbo para siempre o son descartados como basura».

Desde su experiencia con la FIV, Skipper se ha vuelto más apasionada en enseñar a otros sobre las verdades de la FIV y la creación excesiva de embriones. Como especialista en política nacional de cuidado de salud, Skipper se siente privilegiada de entender el negocio del cuidado de la salud. Según ella, la mayoría de la gente no conoce los detalles o las motivaciones monetarias detrás de ellos.

Las clínicas buscan tasas altas de éxito, puesto que esto atrae más fondos y pacientes.

Cuando las madres eligen rutas alternativas de FIV, como negarse a crear embriones de más, reducen las probabilidades de quedar embarazadas, y afectan a las tasas de éxito de las clínicas en general. Por eso, los evangélicos provida son malos clientes para ese negocio.

«Uno debería poder hacer preguntas específicas al especialista para asegurarse de que [todo] se haga de una manera que respeta completamente su postura provida», dijo Skipper. «Y si quieren explicarte que la ciencia no funciona de tal manera, corre hacia la puerta, porque esa es la primera señal de que no te apoyarán».

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¿Qué clase de hombre es este?

Tenemos poca información sobre la apariencia y personalidad de Jesús. Pero eso fue designio de Dios.

Christianity Today April 9, 2024
Ilustración de Chloe Cushman

No hace mucho me encontré con varios retratos de Cristo que alguien había publicado en internet. Utilizando como base la imagen de la Sábana Santa de Turín y con el uso de inteligencia artificial, las imágenes presentaban especulaciones sobre la apariencia de Jesús antes de su crucifixión.

Vi las imágenes con interés, preguntándome si producirían en mí una sensación de reconocimiento como cristiano. Sin embargo, no puedo decir que mi corazón se haya conmovido de alguna manera particular con esas imágenes.

Ciertamente no sentí lo que siento cuando alguien que me importa profundamente aparece ante mi vista. No me fue posible decir: «¡Oh, ese es Jesús! ¡Lo reconocería en cualquier lugar!».

Ninguna figura nos resulta tan familiar como Jesucristo. Al mismo tiempo, ninguna figura nos resulta tan desconocida.

Comencé a leer sobre Jesús por primera vez hace más de 50 años mientras trabajaba en el turno de medianoche en un restaurante de comida rápida. Hacía poco me había graduado de la educación secundaria y estaba tratando de decidir qué dirección debería tomar mi vida. Pensé que sería bueno tener una dimensión espiritual y exploré el misticismo oriental y el ocultismo, aunque no muy en serio.

Un día me di cuenta de que la Biblia era un libro espiritual. Entonces, durante mis descansos en el restaurante, comencé a leer el Nuevo Testamento.

No pasó mucho tiempo antes de que Jesucristo —no tanto su mensaje, sino su personalidad— captara mi atención. O tal vez debería decir que lo que me atrajo fue el misterio de su personalidad.

¿Qué clase de persona es tan convincente como para que alguien abandone su carrera o su familia para seguirlo? Estuve leyendo en los Evangelios cómo Pedro se alejó de la seguridad de sus redes de pesca y Mateo abandonó las lucrativas ganancias de la mesa de los impuestos. Aunque el Jesús que encontré en los Evangelios no era del todo nuevo para mí, era extraño.

He seguido leyendo sobre Jesús desde entonces y todavía me desconcierta. Aunque he sido pastor y profesor de un instituto bíblico, hay momentos en los que me pregunto si conozco a Jesús del todo. No quiero decir que cuestione si soy verdaderamente cristiano o si Él es mi Salvador.

Pero a menudo, cuando leo los Evangelios, el Jesús que encuentro no es el que esperaba. De pronto habla o actúa de maneras que me perturban. A veces, como los discípulos, me siento irritado y quiero preguntarle a Jesús: «¿En qué estabas pensando?». Otras veces me quedo asombrado y quiero decir: «¿Qué clase de hombre es este?».

En las relaciones ordinarias, tendemos a prestar especial atención a los tipos de detalles que las Escrituras ocultan sobre Jesús. No solo notamos el rostro y la forma, sino que prestamos atención a todos los pequeños detalles que contribuyen a la personalidad: el brillo en los ojos de alguien, la curva de una sonrisa torcida, los chistes que le hacen reír.

Personalidad es la palabra que utilizamos con más frecuencia para hablar de tales atributos. No es simplemente un sinónimo de individualidad, sino una descripción de las formas distintivas en que una persona expresa esa individualidad. La personalidad es la combinación de las características que identifican al individuo como individuo.

La Biblia tiene poco que decir acerca de esos detalles con respecto a Cristo. La información que proporciona es relativamente escasa, está dispersa a lo largo de los cuatro evangelios de forma fragmentaria, o solo puede adivinarse. El apóstol Juan podía hablar de lo que había oído con sus propios oídos, visto con sus propios ojos y tocado con sus propias manos; sin embargo, nosotros no podemos (1 Juan 1:1). Dependemos de lo que está escrito.

En consecuencia, si queremos conocer a Cristo a nivel personal, esa intimidad debe obtenerse de una manera diferente a la mayoría de nuestras otras relaciones. Al mismo tiempo, Jesús prometió una bendición especial a aquellos que aún no lo han visto y han creído (Juan 20:29).

Dios nos ha proporcionado dos vehículos principales para transmitirnos este conocimiento de Cristo.

La primera es lo que se ha registrado acerca de Él en las Escrituras. La segunda es el testimonio interno del Espíritu Santo, a quien también se le llama «el Espíritu de Cristo» (Romanos 8:9).

En 2 Corintios 4:6, el apóstol Pablo observa: «Porque Dios, que dijo: “¡Que la luz resplandezca en las tinieblas!”, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Jesucristo». Esto es algo curioso para aquellos que nunca han visto el rostro de Jesús.

Aparentemente, a pesar de la falta de una descripción detallada de la apariencia o personalidad de Jesús en la Biblia, sabemos más de lo que pensamos.

Hay una luz que brilla en nuestros corazones y que revela el rostro invisible de Cristo. Si bien no sucede en un sentido literal, es cierto que es por medio del Espíritu que llegamos a conocer a Jesús personal e íntimamente. Él, a su vez, nos muestra la gloria del Dios invisible a través de su humanidad.

Los teólogos tienen mucho que decir sobre la cualidad de persona de Dios, especialmente en relación con la doctrina de la Trinidad en la iglesia. Sin embargo, han tenido menos que decir acerca de la personalidad de Dios. Una razón para este desinterés puede ser la preocupación por no antropomorfizar a Dios. Las Escrituras afirman repetidamente que Dios no es un hombre (Números 23:19; Job 9:32; Oseas 11:9).

En su libro The Evangelical Faith, el teólogo Helmut Thielicke advierte que hacer de la persona humana un modelo de Dios es un error: «Por lo tanto, queda descartada desde el principio cualquier equiparación entre Dios y la persona, o cualquier intento de hacer de la persona humana un modelo en el pensamiento de Dios… Ecuaciones de este tipo volverían a hacer de Dios una imagen de lo creado en el sentido de religión o idolatría humana».

Sin embargo, ¿qué analogía podría ser más antropomórfica que la que Dios eligió para sí mismo? Según Génesis 1:26–27:

Luego dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga dominio sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes y sobre todos los animales que se arrastran por el suelo». Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios; hombre y mujer los creó.

Es difícil ver cómo uno podría tener una relación personal con Dios tal como Él se presenta en estos versículos sin alguna correspondencia entre la naturaleza de Dios y lo que nosotros entendemos como personalidad. Incluso si se puede demostrar que la noción de personalidad no es relevante en este contexto, no puede carecer de significado en lo que respecta a Jesucristo. Hebreos 2:17 afirma que Jesús fue hecho como nosotros en la Encarnación, «para que en todo se pareciera a sus hermanos».

Jesús no era un cascarón vacío en el que se vertió la naturaleza divina. No llevaba simplemente un cuerpo carnal. Aunque existió como persona divina antes de la Encarnación, cuando se hizo carne, el Logos adquirió una nueva dimensión (Juan 1:1,14). Jesús no dejó de ser lo que era antes, sino que añadió a su persona la naturaleza humana. Al hacerlo, ambas naturalezas conservaron su plenitud.

Jesús no es la unión de dos personas, una humana y otra divina, que cohabitan en la misma carne. Él es la única persona de Cristo que es a la vez verdaderamente humana y verdaderamente divina en todos los sentidos. Como tal, posee una personalidad. Una de las razones por las que Jesús se hizo humano fue para proporcionar una «fiel representación» del ser de Dios (Hebreos 1:3). La humanidad de Jesús nos dice cómo es Dios.

«La personalidad», escribió Francis Rogers en 1921, es «la encarnación de la individualidad». Cuando hablamos de la personalidad de alguien, normalmente hablamos de la impresión que nos deja. ¿Son amigables o antipáticos? ¿Tienen sentido del humor o son muy serios? ¿Son tímidos o extrovertidos? Los exámenes de personalidad tienden a describir estos rasgos en polaridades. ¿Eres introvertido o extrovertido? ¿Eres una persona orientada a las tareas o a las relaciones? ¿Eres un líder o un seguidor? Sin embargo, la verdad es que estas cualidades forman parte de un continuo.

La personalidad es una descripción de nuestras formas de actuar y de relacionarnos con los demás. Incluye temperamento, hábitos de comportamiento, valores y preferencias. El carácter también se expresa a través de la personalidad, pero no necesariamente es idéntico a ella.

Las gracias que moldean el carácter de un cristiano —tales como el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23)— pueden ser las mismas para todos los creyentes, pero no todos expresamos esas cualidades de la misma manera.

Cuando se trata de la personalidad de Jesús, los Evangelios revelan relativamente poco de lo que normalmente nos interesa de las personas.

No sabemos nada exacto sobre la apariencia física del Salvador y casi nada sobre el sonido de su voz. Sabemos que era constructor, pero no a qué se dedicaba en su tiempo libre además de orar, ir a cenas, bodas y tomar cuando menos una siesta. ¿Cómo actuaba cuando estaba entre amigos? Sabemos que Jesús lloró, pero no sabemos qué lo hacía reír.

Sin embargo, hay algunos momentos en los Evangelios en los que las nubes del silencio se disipan y los rayos de la personalidad de Jesús se asoman.

Los líderes religiosos le tienden una trampa a Jesús, esperando que sanara en sábado. En respuesta, Él se les queda mirando, «enojado y entristecido por lo obstinados que eran» (Marcos 3:5).

Un confundido joven cree que ya es lo suficientemente bueno para heredar la vida eterna y pregunta qué más debe hacer. En respuesta, Jesús lo mira con amor (Marcos 10:21).

Jesús toca a un leproso y le habla con ternura a una mujer tímida (Lucas 5:13; 8:48). Jesús llora, consuela, reprende y amenaza. El Dios que se nos revela a través de la humanidad de Cristo es alguien que no solo habla con voz de trueno, sino que también solloza y suspira.

La personalidad es nuestro punto de conexión con otros seres humanos. Los conocemos como individuos a través de sus personalidades. Nos vinculamos con personas que tienen personalidades similares a la nuestra. Con la misma frecuencia, tomamos nota de nuestras diferencias. La identidad no es solo una cuestión de saber quiénes somos: también nos ayuda a saber quiénes no somos.

Ante los escasos detalles de los Evangelios sobre la personalidad de Jesús, podemos sentirnos tentados a crear un modelo para hacer que él que se parezca a nosotros mismos.

En un ensayo publicado por Christianity Today en 2010 sobre el fracaso de los historiadores a la hora de reconstruir un «Jesús histórico», Scot McKnight describió cómo les dio a los estudiantes una prueba psicológica estandarizada dividida en dos partes. En la primera parte, los estudiantes respondieron preguntas sobre la personalidad de Jesús. En la segunda parte, describieron y compararon sus propias personalidades. «La prueba no se trata de respuestas correctas o incorrectas, ni está diseñada para ayudar a los estudiantes a comprender a Jesús», explicó McKnight.

Más bien, la prueba reveló que la gente tiende a pensar que Jesús es como ellos. Los introvertidos piensan que Jesús es introvertido; los extrovertidos piensan que es extrovertido.

«Si la prueba se aplicara a una muestra aleatoria de adultos», escribió McKnight, «los resultados serían considerablemente similares. En un grado u otro, todos conformamos a Jesús a nuestra propia imagen».

Nuestra imagen mental de Jesús a menudo está moldeada tanto por suposiciones culturales y experiencias personales como por las Escrituras. Es por eso que el Jesús que imaginamos a menudo nos resulta tan familiar y cómodo. Creemos que se parece a nosotros: que comparte nuestros gustos y refleja nuestras expectativas, que las verdades que defiende son aquellas de las que ya estamos convencidos, y que la vida cristiana que Jesús exige se parece a la que ya estamos viviendo. El Jesús republicano, el Jesús «concienciado», el Jesús varonil y rudo, el Jesús gentil, el Jesús mítico: todos ellos son, hasta cierto punto, versiones simuladas del Jesús bíblico.

En el mejor de los casos, pueden enfatizar ciertas características que vemos en las descripciones que los Evangelios hacen de Él. Pero, sobre todo, son imágenes que resuenan con valores que ya tenemos. En el peor de los casos, son ídolos que hemos creado a nuestra propia imagen.

No necesitamos una fotografía para ver la gloria de Dios manifestada en el rostro de Cristo, pero sí necesitamos la Palabra y el Espíritu. La revelación de Cristo sobre el Padre se da a conocer cada vez que leemos acerca de las palabras y acciones de Jesús en las Escrituras. El Espíritu de Dios usa esa Palabra para resplandecer en nuestros corazones y revelarnos tanto al Padre como al Hijo. Así como Jesús nos revela al Padre, el Espíritu Santo nos da a conocer a Cristo.

Esta comprensión, que se obtiene mediante la Palabra y se aplica por el Espíritu junto con nuestras experiencias, nos proporciona un sentido de quién es Jesús más claro que cualquier imagen, porque proporciona un conocimiento personal de Cristo que obra de adentro hacia afuera.

En este conocimiento hay mucho más que un simple conjunto de rasgos, de los cuales sin duda sacaríamos conclusiones equivocadas. Gran parte de nuestro interés en la personalidad de Jesús no surge del deseo de comprender mejor a Jesús, sino del deseo de mostrar que Jesús piensa y actúa como nosotros. En cambio, la comprensión que el Espíritu Santo proporciona va en la otra dirección.

El conocimiento de Jesús que realmente tenemos va más allá de una lista de gustos y disgustos, o del tipo de peculiaridades que normalmente atribuimos a la personalidad. Para nosotros los creyentes, conocer a Jesús implica incorporar a Cristo a nuestra manera de pensar y actuar.

En otras palabras, llegamos a conocer a Jesús personalmente, no solo al leer sobre Él, sino al llegar a ser como Él. Hay dos características importantes de esta experiencia. Una es que es progresista. Esta transformación no ocurre instantáneamente cuando nacemos de nuevo: es más bien continua y solo se perfecciona en la eternidad.

La otra es que esta experiencia se integra con la singularidad de nuestras personalidades distintivas. A medida que nos parecemos cada vez más a Cristo, nuestro carácter distintivo no desaparece. En cambio, Cristo se muestra a través de los diversos estilos de personalidad de quienes le pertenecen.

Si la personalidad es realmente la encarnación de la individualidad, uno pensaría que cada uno de nosotros conocemos nuestra personalidad mejor que nadie. Después de todo, es lo que somos. Sin embargo, la popularidad de las pruebas, tests y descripciones que prometen resumir los rasgos de nuestra personalidad parece sugerir lo contrario. Quizás sea más fácil tener conciencia de cómo son los demás que de cómo somos nosotros mismos. O tal vez hacemos estas pruebas con la esperanza de confirmar lo que ya sabemos sobre nosotros mismos, para identificarnos con un grupo social en particular.

Sin embargo, si bien las pruebas de personalidad y las encuestas pueden ser una forma valiosa de sintetizar datos sobre las personas, también pueden ser demasiado reduccionistas y no pueden contar la historia completa. En lugar de resaltar las formas únicas en que Cristo obra a través de cada individuo, pueden clasificar a los individuos en categorías que a menudo son demasiado amplias o vagas y finalmente no son útiles.

Es más, no hacen justicia a la forma misteriosa en que Dios obra a través de lo improbable para lograr sus objetivos. Dios a menudo obra a pesar de nuestras personalidades tanto como a través de ellas.

En un sermón sobre la piedrecita blanca y el nombre nuevo de Apocalipsis 2:17, George MacDonald describe que cada persona tiene una relación individual y única con Dios. «Él es para Dios un ser peculiar, hecho a su manera y a la de nadie más», dijo.

Para MacDonald, esto significa que cada persona es bendecida con un ángulo de visión distintivo cuando se trata de entender a Dios:

Por lo tanto, [cada individuo] puede adorar a Dios como ningún otro hombre puede adorarlo; puede entender a Dios como ningún otro hombre puede entenderlo. Este o aquel hombre puede entender más a Dios, quizás pueda entender a Dios, pero ningún otro hombre puede entender a Dios como él lo entiende.

A medida que la verdad se desarrolla en nuestra experiencia diaria, no solo aprendemos acerca de Jesús: lo exhibimos de una manera tan única como la idea que describe MacDonald. En palabras de MacDonald, cada uno de nosotros es «para Dios un ser peculiar, hecho a su manera y a la de nadie más». Puede que compartamos algunos rasgos con los demás, pero nadie más es exactamente como nosotros. Este conocimiento experiencial de Cristo mediado a través de nuestra propia experiencia también se refracta a través de nuestras personalidades distintivas, de la misma manera que la luz brilla a través de los vitrales.

Quizás los estudiantes que completaron el perfil psicológico sobre Jesús en la clase de McKnight tenían razón después de todo: no al pensar que Jesús era como ellos, sino al revés.

Como dice el poeta Gerard Manley Hopkins en «As Kingfishers Catch Fire»:

Cristo juega en diez mil lugares,
Hermoso de miembros y hermoso de ojos, no los suyos.
Para el Padre a través de los rasgos de los rostros de los hombres.

Aquellos que conocen a Cristo por experiencia sirven como medio a través del cual otros ven a Jesús. Sus vidas son el escenario en el que Él actúa, y su belleza se revela a través de ellas. Más que la belleza de un único perfil de personalidad, se trata de una imagen con una variedad incalculable. Y si bien Jesús es un ser humano con una personalidad real, también es el Dios que ha elegido revelarse a través de aquellos a quienes ha creado y salvado.

Mientras somos «transformados a su semejanza con más y más gloria» (2 Corintios 3:18), Jesús se muestra a sí mismo —retomando la teoría de los héroes de Joseph Campbell— como el Salvador con 1000 rostros. Reflejamos a Jesús de la misma manera que un diamante revela su gloria: en innumerables facetas.

John Koessler es escritor, presentador de pódcasts y profesor emérito jubilado del Instituto Bíblico Moody. Su último libro es When God Is Silent, publicado por Lexham Press.

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La respuesta refleja de la gracia

Jesús crea nuevos reflejos condicionados en nuestra vida incluso cuando le hemos fallado.

Bedroom. Acrylic on Wood Panel. 2022

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Christianity Today April 1, 2024
Claire Waterman

«Vengan a desayunar», dijo Jesús. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres tú?», porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio a ellos e hizo lo mismo con el pescado. —Juan 21:12-13

A principios del siglo XX, un fisiólogo ruso llamado Iván Pavlov recibió un Premio Nobel. Los perros salivan de forma natural cuando huelen la comida, pero Pavlov quería ver si podía provocar la salivación con otro estímulo. Como probablemente recuerdes de la clase de ciencias, Pavlov hacía sonar una campana antes de alimentar a los perros. Con el tiempo, el solo sonido de la campana hacía que los perros salivaran. Pavlov se refirió a esto como una respuesta condicionada.

En un grado u otro, todos somos pavlovianos. Con el tiempo, adquirimos un elaborado conjunto de reflejos condicionados. Si alguien nos da una bofetada en la mejilla, nuestra respuesta condicionada es devolverla. ¿O solo me pasa a mí?

El evangelio se trata de la obra de Jesús que restaura nuestras respuestas o reflejos por su gracia, de manera que ahora amamos a nuestros enemigos, oramos por los que nos persiguen y bendecimos a los que nos maldicen. Ponemos la otra mejilla, caminamos la milla extra y estamos dispuestos a dar la camisa que llevamos puesta. Los teólogos llaman a estas respuestas las Seis Antítesis, pero yo prefiero pensar en ellas como seis hábitos contraculturales.

En el Sermón del monte, Jesús dice más de seis veces: «Ustedes han oído que se dijo…, pero yo digo…» (Mateo 5). Jesús estaba desafiando las formas de pensar derivadas del Antiguo Testamento como «ojo por ojo» (v. 38). Estaba desafiando nuestra ética, y comenzó con el perdón.

¿Recuerdas en Mateo 18, cuando Pedro le preguntó a Jesús cuántas veces debía perdonar? Pedro pensó que estaba siendo generoso cuando preguntó si debía perdonar siete veces, pero Jesús elevó el estándar: setenta veces siete. Esta idea del perdón cobró sentido personal para Pedro en una orilla del mar de Galilea (Juan 21). La aparición de Jesús ocurrió después de la resurrección, es decir, después de la negación. Pedro había negado conocer a Jesús no una ni dos, sino tres veces, y después de la tercera vez, el gallo cantó y le recordó a Pedro lo que Jesús había predicho (Mateo 26:75).

Si se me permite hacer una observación pavloviana, me pregunto si después de su negación Pedro habrá sentido una punzada de culpa cada vez que escuchaba cantar a un gallo. Cada mañana, cuando escuchaba ese molesto canto, Pedro recordaba su mayor fracaso. Esto, hasta que una mañana Jesús le dio un nuevo condicionamiento a sus reflejos.

Pedro estaba pescando cuando Jesús le habló a los discípulos desde la orilla: «Tiren la red a la derecha de la barca y pescarán algo». La niebla de la mañana no dejó que vieran quién había hablado, pero la pesca milagrosa lo dejó claro. Juan le dijo a Pedro: «¡Es el Señor!» (Juan 21:4-7).

En ese instante Pedro saltó de la barca y nadó a la playa. Cuando llegó, Jesús estaba cocinando pescado sobre brasas encendidas. Detengámonos un momento. ¿Cómo no amar a un Dios que hace un desayuno sobre la playa para sus discípulos?

Después del desayuno, Jesús le hace una pregunta a Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?» (v. 15). No le pregunta una ni dos, sino tres veces. ¿Coincidencia? No lo creo. Tres negaciones requieren tres afirmaciones. De esa manera, en ese momento y en ese lugar Jesús le dio un nuevo condicionamiento a los reflejos de Pedro.

¿Has notado la hora del día? Juan es específico: «Al despuntar el alba» (v. 4). En otras palabras, justo cuando los gallos cantan. El canto que le recordaba a Pedro su mayor fracaso, el canto que antes había ocasionado sentimientos de culpa, ahora produciría sentimientos de gratitud. Jesús hizo más que recomisionar a Pedro. Jesús volvió a condicionar sus reflejos con su gracia.

¿Alguna vez te has sentido amado cuando menos lo esperabas y cuando menos lo merecías? Es algo transformador, ¿no crees? ¿Qué pasaría si amáramos a otros como Dios nos amó a nosotros? El regalo de Pascua revela que el pecado sin la gracia equivale a culpa, pero el pecado más la gracia equivale a la más profunda gratitud que merece ser expresada mañana, tarde y noche.

Tenemos esta tendencia a darnos por vencidos con Dios, sin embargo, Dios no hace lo mismo con nosotros. Él es el Dios de la segunda, la tercera y la milésima oportunidad. Aun cuando sintamos que le hemos fallado a Dios, Él es el Dios que nos busca y nos llama desde la orilla. Él es el Dios que prepara el desayuno sobre la playa. Es el Dios que nos da una nueva oportunidad en la vida.

Reflexiona



1. ¿De qué maneras puedes ver reflejos condicionados actuando en tu propia vida o en la vida de los que te rodean?

2. ¿De qué manera la restauración de Pedro por parte de Jesús sirve como un poderoso ejemplo de la gracia de Dios, especialmente después del fracaso?

Mark Batterson es el pastor principal de National Community Church en Washington, DC. Es autor de 23 éxitos de ventas del New York Times.

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