Theology

«Purificaos»: Jesús y el mundo de la impureza ritual

Estos mandamientos bíblicos precisamente nos recuerdan el significado de nuestros cuerpos.

Christianity Today July 29, 2021
Illustration by Duncan Robertson

En su éxito de ventas The Year of Living Biblically [El año de vivir bíblicamente], el judío secular A. J. Jacobs se da a la tarea de seguir las leyes bíblicas [del Antiguo Testamento] literalmente durante un año. Sus aventuras apedreando a aquellos que quebrantan la ley del sabbat, batallando con las telas mezcladas, manejando serpientes y honrando a las viudas son fascinantes y a menudo hilarantes, y han conducido a la producción de una comedia para la CBS.

En uno de los capítulos explica su intento de evitar el ritual de impureza asociado con las descargas genitales mientras su mujer está menstruando (Levítico 15:19-23, NVI). No precisamente contenta con la situación, ella se dedica a sentarse en cada silla de la casa antes de que él regrese. Al final, él opta por llevar siempre consigo una silla plegable porque, de verdad, ¿quién puede estar seguro de quién se acaba de sentar en un asiento del metro o en la silla de un restaurante? (Rachel Held Evans completó un cómico desafío similar en su libro de 2012 A Year of Biblical Womanhood [Un año de feminidad bíblica]).

Parte de la razón por la que esta historia es tan graciosa es porque raya en lo absurdo, especialmente vista a través de la lente de nuestra modernidad occidental, que sin querer da forma a nuestra interpretación de las Escrituras. Encontramos raro o profundamente inapropiado actuar de manera diferente —y mucho menos preguntar— si una mujer está menstruando, y de ahí que la idea de una regulación o restricción bíblica sobre esos días del mes de una mujer parezca absurda.

Es fácil ignorar o pasar por alto el hecho de que en la Biblia, las cuestiones de pureza ritual son en realidad importantes. Lejos de ser una extrañeza legalista y arcaica del Antiguo Testamento, el compromiso con la pureza también era sumamente importante para Jesús.

El sistema de pureza ritual es una piedra angular en la vida judía del segundo templo, y las acciones de Jesús revelan que él encarna una especie de santidad contagiosa que supera las fuentes de impureza que podrían contaminar al pueblo de Dios. Si no comprendemos el modo en que el sistema de pureza ritual funciona, y cómo las acciones de Jesús evidencian la irrupción de la santidad de Dios en el mundo, nos perdemos parte del excepcional testimonio del Nuevo Testamento.

En Mateo 9:18-26, por ejemplo, leemos el relato del líder de una sinagoga cuya hija ha muerto, mismo que se interrumpe abruptamente por otra historia acerca de una mujer que «padecía de hemorragias» desde hacía doce años. El lenguaje de nuestras traducciones oscurece los aspectos clave de este pasaje que lo conectan directamente al contexto judío del primer siglo. Las historias no parecen tener nada que ver entre sí, y la composición del pasaje parece rara y azarosa. Es precisamente la comprensión del sistema de pureza ritual, y la disposición de Jesús hacia él, lo que desbloquea el significado de este curioso pasaje.

El experto en Nuevo Testamento Matthew Thiessen explica en Jesus and the Forces of Death [Jesús y las fuerzas de la muerte] que la vida comunitaria del antiguo Israel se estructuraba alrededor de dos dicotomías: lo santo frente a lo profano o común, y lo puro frente a lo impuro. Las ubicaciones principales de la santidad se encuentran en el sabbat (Éxodo 20:8-11), en el tabernáculo o el templo (Éxodo 40:34-38), y en el mismo pueblo de Israel (Levítico 11:44-45). Debido a que Dios literalmente habita en estas entidades, se deben proteger y administrar con particular cuidado.

Los estudiosos dividen la impureza bíblica en ritual y moral. La impureza ritual es inevitable, natural, contagiosa y por lo general está relacionada con «lavar y esperar» (llevar a cabo un baño ritual, seguido de cierto periodo de mantenerse alejado de los espacios sagrados).

La impureza ritual cae dentro de tres categorías: enfermedades de la piel (tsara’at en hebreo, lepra en griego, que a menudo erróneamente se interpretan de forma literal como la enfermedad que hoy en día conocemos como «lepra»), descargas genitales y cadáveres. Como explica Thiessen, cada una de estas categorías representa las fuerzas de la muerte: los poderes que actúan contra la vida humana y su prosperidad. Alguien en un estado de impureza ritual no podía entrar en contacto con la santidad de Dios, porque Dios huye de la impureza (Ezequiel 10-11). Así pues, aunque la impureza ritual no es en sí pecado, si los israelitas no la trataban con propiedad podía conducir a la falta de santidad y a un consecuente alejamiento de la presencia de Dios.

La impureza moral, por el contrario, se refiere a una conducta pecaminosa (la idolatría, el incesto, el asesinato) que da como resultado una profanación del pueblo, del santuario y de la tierra. La impureza moral es evitable, voluntaria y no contagiosa; también incita el castigo divino, requiere una expiación y, si no disminuye, conduce al exilio.

Jesús se enfrenta a las tres fuentes de impureza ritual en la historia de su extraordinario ministerio que se desarrolla en los evangelios. Al comprender las leyes de pureza ritual nos damos cuenta de que Mateo 9:18-26 (y sus pasajes paralelos, Lucas 8:41-56 y Marcos 5:22-43) están centrados en cuestiones de pureza ritual.

Lo que las traducciones ocultan sutilmente es que las «hemorragias» de la mujer son en realidad un caso de descargas genitales anormales que la hacían parecer impura y, por lo tanto, incapaz de entrar en los patios del templo, y posiblemente en la ciudad de Jerusalén. Y esto tuvo lugar durante los doce años que llevaba enferma de la hemorragia (Levítico 15:25). Para ella esto había representado una pérdida monumental en lo social y lo espiritual, dado que el templo de Jerusalén era el centro de la adoración y la vida religiosa.

Hay una pista en Mateo 9 que indica la seriedad con la que Jesús se tomaba los mandamientos del Antiguo Testamento. En la mayoría de las traducciones de Mateo 9 al español, la mujer estira la mano hacia Jesús y toca «el borde del manto» (v. 20), una traducción extraña y desfasada para los lectores modernos. Lo que dice el griego en realidad es que ella estira la mano y toca el kraspedon (los flecos) de su prenda. En Números 15, Dios ordena a los israelitas que lleven flecos para recordarle a la gente que buscaran la santidad, un mandamiento que todavía muchos judíos observan hoy en día.

En particular, cuando la misma palabra griega (kraspedon) aparece en Mateo 23:5 —donde Jesús censura a los fariseos por su vistosidad—, las traducciones al español traducen la palabra por «borlas». El contraste entre los dos capítulos oculta la conexión de Jesús con las prácticas judías y le distancia de las costumbres de los fariseos. En realidad, tanto Jesús como los fariseos llevaban borlas o flecos. Como escribe Thiessen, la realidad es que Jesús era «así de judío». Es precisamente la condición de judío de Jesús la que nos revela de qué trataba su misión y, a su vez, a qué debería parecerse nuestra comisión como sus discípulos.

La hija del líder de la sinagoga, del mismo modo, representa la impureza de los cadáveres y, por tanto, es otra fuerza opositora de la vida y el bienestar de Israel. Los cadáveres eran la fuente más poderosa de impureza ritual en el sistema de pureza sacerdotal; mientras que las otras dos fuentes se transmitían por contacto, aun la proximidad a un cuerpo fallecido podía volverle a uno ritualmente impuro (Números 19:14-16). Y, en una simbólica trilogía, la historia de Jesús sanando a un hombre de lepra precede a este pasaje en los tres evangelios sinópticos.

Según las leyes de la pureza ritual, Jesús tendría que haber entrado en un estado de impureza cuando la mujer que sangraba tocó su ropa, y cuando tocó a la niña muerta para devolverla a la vida. En realidad, ocurre todo lo contrario. En vez de que esas impurezas se transfieran a Él, su santidad contagiosa se transfiere a ellos.

A lo largo del Antiguo Testamento hay dos líneas dominantes en la narrativa de Israel. Por un lado, Israel debe guardar, preservar y administrar cuidadosamente la presencia de Dios en medio de ellos. Como le dice Dios a Moisés y a Aarón en Levítico 15:31: «Ustedes deben mantener apartados de la impureza a los israelitas. Así evitarán que ellos mueran por haber contaminado mi santuario, que está en medio de ellos».

La santidad de Dios habitaba en medio de Israel, el sabbat, el tabernáculo y el templo, señalando hacia la consumación final de la creación: la presencia de Dios sin restricciones y la eliminación de las barreras entre lo secular y lo santo. La tradición judía describe el mundo que está por venir como «un día que será sabbat por completo» [Misná Tamid 7:4; Génesis Rabá 17:5, enlaces en inglés], y a menudo las Escrituras ofrecen una visión escatológica en la que la santidad de Dios al final envuelve todo el espacio y el tiempo (Zacarías 14; Apocalipsis 21).

Aquí descansa la segunda línea de la narrativa: la santidad de Dios que habita dentro de Israel se expandirá hacia el mundo ordinario que está más allá. Esta trayectoria está presente desde el principio, y se origina en el llamado de Dios a Abram en Génesis 12:3 («¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!») y encuentra su eco a lo largo de la literatura profética.

Isaías imagina un día en el que «rebosará la tierra con el conocimiento del Señor como rebosa el mar con las aguas» (Isaías 11:9) y declara: «Yo te pongo ahora como luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra» (49:6). Zacarías 14 visualiza un día en el que la mayoría de los objetos mundanos serán tan santos como los instrumentos del templo de Jerusalén.

En la narrativa de las Escrituras hebreas, la santidad guardada por Israel coexiste con la visión de que un día la presencia de Dios fluirá mucho más allá de estos límites y parámetros prescritos.

La tensión entre la separación de Israel del mundo demandada por Dios, y su vocación de traer la santidad de Dios hasta los confines de la tierra encuentra su resolución en la vida y la obra de Jesús. En Cristo, la santidad sobrepasa las fuentes de la impureza, y la vida abundante sobrepasa las fuerzas de la muerte.

El reino de Dios se abre paso a través del toque santo y sanador de Cristo.

Cuando se le pide que autentifique su ministerio y su condición de mesías en Mateo 11, Jesús señala a lo que se puede ver y oír como resultado de su obra. Al reverberar el eco de Isaías 61, Jesús declara: «Los ciegos ven, los cojos andan, los que tienen lepra son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncian las buenas nuevas» (Mateo 11:5). La restauración física y tangible que se expande hacia el mundo a través de Cristo confirma su identidad divina.

Mientras que los cristianos occidentales a menudo viven su fe de un modo que separa nuestros cuerpos de nuestros espíritus, esta división es completamente ajena a la cosmovisión hebrea. Con demasiada frecuencia, el cristianismo ha caído preso del marco filosófico del dualismo platónico, en el que dos mundos separados —uno físico y temporal, otro invisible y eterno— se oponen entre sí.

Esta cosmovisión enseña que nuestros cuerpos pertenecen al mundo material y que por lo tanto están encadenados a los procesos físicos del cambio, el declive y finalmente la muerte. Nuestras almas, en cambio, se originan en un mundo espiritual invisible y después de la muerte regresan a él para su recompensa o su castigo.

Por el contrario, el judaísmo siempre ha sostenido una espiritualidad corpórea, donde la gente vive su fe a través de sus cuerpos, no en una especie de guerra contra ellos. De hecho, la fe es lo que los judíos ven y oyen (y también lo que comen, lo que llevan puesto, lo que recitan y declaran). La Torá enseña a los judíos cómo ordenar sus vidas, cosa que necesariamente implica lo que hacen con sus cuerpos.

Como explica Daniel Boyarin, historiador judío de la religión, generalmente el cristianismo ha concebido a los seres humanos como almas en cuerpos, mientras que el judaísmo los ha concebido como cuerpos con alma. Según la definición judía, el cuerpo no es una condición accidental de nuestra humanidad; más bien constituye el fundamento de lo que significa ser humano.

Con respecto a esto, el judaísmo tiene mucho que enseñarnos acerca de nuestra corporeidad y lo que significa comprometer nuestros cuerpos a la adoración y el discipulado. De hecho, tiene mucho que enseñarnos acerca de cómo leer el Nuevo Testamento, así como el Padre Nuestro. Para algunos, las palabras son tan familiares que fácilmente podemos ignorar el proceso de entrar y meditar de verdad en su significado.

Observen «venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo» (Mateo 6:10). El texto no dice: «Llévanos al cielo, para que podamos estar en el lugar donde se hace tu voluntad». La imaginería es la de un movimiento hacia abajo del reino de Dios; su presencia y su realidad irrumpiendo en este mundo, no nosotros trascendiendo este mundo físico y material. Este mundo es al que Dios quiere que su reino venga, y a nosotros se nos encarga ser embajadores de ese reino: aquí y ahora, en estos cuerpos.

El evangelio de Jesús trata del reino de Dios, su poder y presencia en medio de nosotros. Trata del no final y definitivo de Dios a todas las fuerzas que obran contra la vida humana y su prosperidad. Para nosotros, se trata de vivir en ese reino, de conformar nuestras vidas alrededor del mismo, y de señalar a los demás hacia él. Se trata de la expansión de la santidad que Jesús encarnó.

Esta visión se refleja en el encargo que Jesús les hace a sus discípulos en Mateo 10. ¿A qué exactamente envía Jesús a sus primeros discípulos? «Dondequiera que vayan, prediquen este mensaje: “El reino de los cielos está cerca”. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los que tienen lepra, expulsen a los demonios. Lo que ustedes recibieron gratis, denlo gratuitamente» (vv. 7-8). Comprensiblemente, esta comisión a muchos nos incomoda. Después de todo, ¿cuándo hemos resucitado nosotros a los muertos?

Aun para la gran mayoría de nosotros que no llevamos a cabo resurrecciones, a nosotros, al igual que a Jesús, se nos llama a luchar contra las fuerzas tangibles de la muerte en nuestra cultura. ¿Cuáles son exactamente esas fuerzas? Son todo aquello que oprime al pueblo de Dios y obra contra la irrupción de su glorioso Reino en nuestras vidas y comunidades.

Ser embajadores de este reino significa preocuparse profundamente de los cuerpos y de las fuerzas de la muerte que se oponen a ellos. Si Dios está obrando activamente para redimir este mundo, entonces el modo en que comprendemos nuestra misión y el servicio al reino puede que sea mucho más amplio de lo que habíamos imaginado.

Jennifer M. Rosner es profesora adjunta de Teología Sistemática en el Seminario Teológico Fuller y autora de Finding Messiah: A Journey Into the Jewishness of the Gospel (IVP, 2022).

Traducción por Noa Alarcón

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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Lo que Dios nos enseña sobre el quebrantamiento de los votos matrimoniales

La Iglesia puede ofrecer gracia a los divorciados en lugar de cargarlos con culpa.

Christianity Today July 27, 2021
Illustration by Mallory Rentsch / Source Images: Yohann Libot / Leighann Blackwood / Unsplash

Esta es una versión revisada y corregida de la traducción publicada en marzo de 2014.

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Muchos cristianos divorciados han sentido que entran a la iglesia con una letra «D» en color rojo escarlata como insignia. La autora Elisabeth Corcoran era una de ellos. Después de que su matrimonio de casi 19 años se deshizo, Corcoran tuvo que lidiar con el dolor, la confusión y la vergüenza. Esos sentimientos se incrementaron cuando, poco después de su divorcio, le pidieron amablemente que cancelara su participación en un evento femenil navideño donde iba a dar un mensaje. Por supuesto, la petición se hizo procurando no hacer mucho ruido.

Después de la publicación reciente de su libro, Unraveling: The End of a Christian Marriage [Deshilachado: El final de un matrimonio cristiano], Lea modera un grupo para divorciados en Facebook. Ha escuchado cientos de historias similares. Los divorciados suelen escuchar estas palabras: «Dios aborrece el divorcio». Al escuchar eso, una mujer divorciada respondió escribiendo: «Lo sé, yo misma no soy una aficionada del divorcio».

Mientras que las investigaciones muestran que los matrimonios entre creyentes que practican su fe activamente tienen mejores resultados que otros matrimonios, el porcentaje de divorcios dentro de la iglesia es alarmantemente alto. Y tristemente, en lugar de experimentar la iglesia como un lugar donde se encuentra consuelo y restauración, los divorciados frecuentemente encuentran respuestas que los llenan de sentimientos de culpa.

Las diferencias de interpretación en cuanto a en qué circunstancias la Biblia permite el divorcio (y si lo permite), hace que algunos cristianos nos sintamos atados de manos cuando lo que añoramos es extenderlas en compasión. Además, la creencia tan profundamente enraizada de que «se necesitan dos» para que un matrimonio funcione, se traduce erróneamente a la conclusión de que «se necesitan dos» para que un matrimonio se rompa. Por consiguiente, pensamos que la culpa es de los dos.

Sin embargo, la verdad es que solo se necesita uno para destruir un pacto, como podemos aprender cuando vemos la relación de Dios con el reino del norte de Israel.

Nuestro entendimiento del matrimonio está modelado en el pacto que Dios mismo hizo con su pueblo. Como explica David Instone-Brewer en Divorce and Remarriage in the Church [Divorcio y segundos matrimonios en la Iglesia], Dios era el esposo de Israel (Isaías 54:5), quien la tomó como suya e hizo un voto de alimentarla, vestirla, amarla y ser fiel a ella (Ezequiel 16). En contraste radical a la fidelidad y el cuidado de Dios, Israel y Judá ignoraron el pacto sin vergüenza alguna: fueron negligentes con Dios, abusaron de Él y lo traicionaron. En repetidas ocasiones, los profetas denunciaron su comportamiento como el quebrantamiento de un pacto: lo llamaron adulterio (Ezequiel 23:37; Jeremías 5:7).

El pacto matrimonial de Dios con el reino del norte de Israel había sido quebrantado por la conducta del pueblo producto de su duro corazón, y en Jeremías 3:8 escuchamos estas palabras: «… y vio también que yo había repudiado a la apóstata Israel, y que le había dado carta de divorcio por todos los adulterios que había cometido» (NVI). En Isaías 50:1 pregunta: «A la madre de ustedes, yo la repudié; ¿dónde está el acta de divorcio?».

Dios quiere que la apóstata y adúltera Judá aprenda una lección del ejemplo de Israel. Ambas naciones hermanas habían sido infieles y habían quebrantado el pacto con Dios, pero mientras que Dios se divorció de Israel, a Judá le estaba ofreciendo una segunda (y tercera, y cuarta) oportunidad de obtener misericordia. Su oferta de restauración fue bellamente interpretada por Oseas en su matrimonio con la infiel Gomer, y finalmente llegó a su cumplimiento en el matrimonio inquebrantable entre Cristo y la Iglesia.

Con frecuencia yo había notado el paciente perdón de Dios y la renovación del pacto en Oseas, pero la descripción que Dios hizo de su propio divorcio del reino de Israel me sorprendió grandemente. Yo había internalizado la frase «el pecado del divorcio». Independientemente de la forma en que yo interpretara las palabras del Señor sobre el tema, si Dios mismo había experimentado esta infidelidad, yo necesitaba repensar mi entendimiento del pecado y del divorcio.

Permítame hablar con claridad: El pacto matrimonial fue diseñado para ser un pacto permanente, y siempre que un matrimonio termina en divorcio es a causa del pecado. Cometemos pecado cuando quebrantamos nuestros votos, y el matrimonio exige la práctica regular de la confesión y el perdón por los fracasos y los descuidos entre los cónyuges. Sin embargo, hay una diferencia entre los errores menores y no intencionales, y la violación voluntaria de los votos matrimoniales. En el primer caso, debemos perdonar y «soportarnos los unos a los otros en amor». En el caso de una violación seria del pacto, Dios le da la oportunidad a la víctima de escoger: permanecer en la relación y perdonar como Él lo hizo con Judá, o divorciarse cuando el pacto ha sido quebrantado por «dureza de corazón», tal como sucedió con Israel.

El pecado en el divorcio descansa en el quebrantamiento de los votos matrimoniales, no necesariamente en el divorcio mismo. El divorcio de Dios fue completamente provocado por el pecado de la dureza del corazón de Israel. Dios fue la víctima inocente en ese divorcio. Cuando Dios dice «aborrezco el divorcio» (Malaquías 2:16), no lo dice apuntando el dedo furiosamente como un juez, sino con el corazón quebrantado de Uno que ha experimentado el efecto devastador del rechazo y la traición de manos del ser amado.

El divorcio no es la voluntad ni el deseo de Dios para nosotros. Incluso en los casos en que el divorcio se permite, no es mandatorio, y aun así es una tragedia. El divorcio deja devastación y víctimas en su camino.

El hecho de que Dios mismo se haya divorciado de Israel, a pesar de Su fidelidad perfecta al pacto, nos invita a un entendimiento más matizado del matrimonio y del divorcio. En nuestros propios matrimonios, Dios nos llama a seguir su ejemplo de fidelidad al pacto, y nos ha demostrado lo mucho que se necesita la gracia y el perdón para mantener una relación frente a la pecaminosidad humana. El ejemplo de Dios dos da un marco para hablar profundamente sobre el compromiso y la gracia, y al mismo tiempo poder decir que en situaciones de dureza de corazón y quebrantamiento deliberado del pacto, el divorcio era permitido como la manera en que Dios declaraba que un pacto quebrantado quedaba oficialmente terminado.

Encontramos sabiduría cuando analizamos temas controvertidos desde el punto de vista más amplio de las Escrituras. Una conversación sobre la pureza no debe ser solamente sobre si la persona era virgen cuando se casó (aunque hizo «todo lo demás excepto eso»), sino también sobre cómo ha manejado responsablemente su sexualidad a lo largo de toda su vida. Similarmente, la prueba máxima para saber si una persona ha sido fiel al pacto matrimonial no debe basarse solamente en si la persona se divorció (aunque hizo «todo lo demás excepto eso»), sino sobre cómo hemos manejado responsablemente nuestro matrimonio y como diariamente intentamos modelar la fidelidad de Dios en nuestro trato con nuestro cónyuge.

Dios nos llama a un pacto de fidelidad. Necesitamos lamentarnos de los pecados que cometemos cuando fracasamos en el cumplimiento de nuestros votos a nuestro cónyuge antes de lamentarnos por «el pecado del divorcio». Sostener y honrar el matrimonio no se va a lograr avergonzando a los divorciados y oponiéndose al divorcio. Por el contrario, ese honor se logra por medio del compromiso firme y lleno de gracia por guardar los votos de amor, cuidado, apoyo y fidelidad que se hacen el día de la boda. Somos llamados a considerar un pacto de fidelidad mucho antes de considerar el divorcio, y somos llamados a la gracia en el trágico caso cuando ocurre un divorcio.

Bronwyn Lea estudió en la facultad de derecho y en el seminario en su país natal, Sudáfrica, antes de mudarse a California. Es madre de tres pequeñitos y se dedica a cuidarlos. También es escritora y conferencista. Ha contribuido a Think Christian, Sojourners, Start Marriage Right e (in)courage, y pertenece al grupo de escritores Redbud Writers Guild. Bronwyn escribe en www.bronlea.com, y puede comunicarse con ella en Facebook o Twitter.

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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News

Iglesia de David Platt, McLean Bible Church, afectada por un movimiento divisivo. Demanda en curso por parte de la oposición

El reciente conflicto dentro de la megaiglesia ubicada en los suburbios de DC por temas raciales y políticos es sintomática de una grieta evangélica más amplia.

Christianity Today July 26, 2021
Jim Watson / AFP via Getty Images

La megaiglesia del área de Washington dirigida por el autor de best sellers, David Platt, ha confirmado la elección de tres nuevos ancianos tras haber pasado por una discusión pública sobre temas políticos, raciales y un supuesto desvío liberal, además de una demanda presentada por los disidentes.

El conflicto en la iglesia McLean Bible Church (MBC, por sus siglas en inglés) es significativo, no solo por el tamaño y la influencia de la congregación (con varios miles de asistentes y un lugar prominente en el panorama eclesiástico de Washington, DC), sino también porque el incidente es la última muestra de un enfrentamiento mayor que está teniendo lugar dentro del evangelicalismo estadounidense.

Después de que los nuevos ancianos nominados no lograran su elección por primera vez en la historia de la iglesia, Platt dijo a la congregación en un sermón a principios de julio: «Un pequeño grupo de personas dentro y fuera de esta iglesia coordinó un esfuerzo divisivo, buscando utilizar la desinformación con el fin de persuadir a otros a votar en contra de estos hombres como parte de un esfuerzo más amplio para tomar el control de esta iglesia».

En la reunión del 30 de junio, los nominados Chuck Hollingsworth, Jim Burris y Ken Tucker no obtuvieron la mayoría del 75 % requerida para la elección de ancianos. El resultado estaba justo por encima o justo por debajo del 75 %, dependiendo de si se contaban o no las boletas provisionales, por lo que se celebró una segunda votación el 18 de julio, en la que los tres nominados recibieron al menos el 78 % de los votos.

Las semanas entre las dos votaciones fueron tumultuosas. Platt dijo en su sermón del 4 de julio [enlaces en inglés] que los disidentes les dijeron a los miembros con capacidad de voto, en persona y por correo electrónico, que los ancianos nominados venderían el local de la iglesia ubicado en Tysons para que en su lugar se construyera una mezquita, y que los ingresos irían a la Convención Bautista del Sur (SBC, por sus siglas en inglés).

En diversas publicaciones de blogs y Facebook, así como en correos electrónicos, se acusó a Platt de impulsar la teoría crítica de la raza, de revisar la enseñanza bíblica sobre la sexualidad, y de alinearse con la SBC a pesar de la prohibición constitucional de la iglesia MBC de afiliarse a cualquier denominación.

Los opositores al liderazgo actual de la iglesia escribieron en un blog publicado en el sitio de derecha Capstone Report que Platt, quien se convirtió en pastor de la iglesia a tiempo completo en 2018, estaba tratando de «purgar a los miembros conservadores».

Platt también describió un correo electrónico que circulaba entre los miembros de la iglesia afirmando: «La MBC ya no es la “Iglesia Bíblica McLean”, sino ahora es la “Iglesia Bíblica de la Melanina”».

«Yo sé que es feo y doloroso siquiera escuchar [esto que está sucediendo], pero quiero hacer notar el enfoque que está siendo utilizado por las personas que dan el liderazgo a este grupo en estas reuniones», dijo a la congregación, calificando las afirmaciones hechas sobre él y los ancianos entrantes como «incuestionablemente falsas, y en muchos casos completamente irracionales».

Platt, de 42 años de edad y autor del libro Radical, es conocido por su apasionado llamamiento a la evangelización, las misiones y las Escrituras. Lo que los opositores afirman que es la política «liberal» o «woke» de Platt, sus partidarios lo ven como su compromiso con Cristo por encima de todo.

«No nos disculparemos por nuestra creciente diversidad ni por nuestro compromiso de abordar humildemente las cuestiones raciales a partir de la Palabra de Dios mientras nos unimos en una gloriosa misión para proclamar esta buena Palabra, y a nuestro gran Dios, en una ciudad en la que más de cinco millones de hombres, mujeres, niños y niñas están en un camino que conduce a un infierno eterno y necesitan las buenas noticias del amor de Dios por ellos», dijo.

Mientras que Platt planteó la preocupación de que el grupo opositor engañara a los miembros de la sede de Tysons para que votaran en contra de los nuevos ancianos, una demanda presentada el 15 de julio alega que los líderes de la iglesia prohibieron ilegalmente a algunos de sus opositores votar en la segunda vuelta para la elección de ancianos. La demanda está pendiente a pesar del resultado de la votación anunciada. «El corazón de la queja presentada realmente se reduce a la verdad, la transparencia y un proceso libre, abierto y sin coacción», dijo el abogado de los demandantes, Rick Boyer a RNS.

Sarah Merkle, abogada y parlamentaria profesional, dijo que el incidente pone de relieve la importancia de establecer y seguir procedimientos de votación adecuados en cualquier iglesia. Añadió que no está familiarizada con las políticas y procedimientos específicos de la iglesia MBC.

«Cuando no se siguen las reglas y esto tiene un efecto en una votación consecuente, se crea una enorme distracción de la misión [verdadera]», dijo Merkle. «Si eres la Cruz Roja, eso es problemático. Si eres la Iglesia de Jesucristo, eso es realmente problemático».

Los líderes de la iglesia dicen que la actual ronda de conflictos es anterior al pastorado de Platt. Él se convirtió en pastor de enseñanza en 2017, cuando dejó la presidencia de la Junta de Misiones Internacionales de la SBC para dedicar su ministerio a la iglesia MBC a partir del año siguiente.

Bajo el pastor fundador, Lon Solomon, la MBC se asoció con la Junta de Misiones de América del Norte de la SBC en 2016 para crear una iniciativa de plantación de iglesias, mientras que la iglesia se mantuvo sin denominación. Mientras Solomon se preparaba para dejar el liderazgo después de un pastorado de 37 años, la MBC hizo importantes cambios en su presupuesto, reduciendo el porcentaje de ingresos gastados en personal, e incentivando una reducción en el número de personal. Ambas medidas plantearon dudas entre algunos de los miembros.

«Durante los últimos años, hemos visto a David tomar la iglesia —la iglesia que construimos, la iglesia que amamos, la iglesia en la que hemos vertido nuestros corazones, almas y vidas—, y convertirla en una versión política y diluida de lo que solía ser», escribió el ex anciano Mark Gottlieb, quien está alentando a los miembros de un grupo llamado Save McLean Bible Church a «admitir la derrota y alejarse» después de la votación del 18 de julio.

Bajo Solomon, la congregación había sido conocida como «un destino sagrado para los senadores del GOP y los ayudantes de Bush». Las tensiones aumentaron en los últimos dos años en medio de la agitación política en el área de Washington, DC y en todo el país.

En junio de 2019, el entonces presidente Donald Trump se presentó en un servicio de adoración y Platt oró por él desde el escenario, lo cual provocó críticas de algunos en la iglesia. Un año después, Platt y el pastor afroamericano la MBC, Mike Kelsey, participaron en una marcha cristiana tras la muerte de George Floyd, lo que fue interpretado por algunos como un apoyo a la organización Black Lives Matter. McLean declaró en una sección de su sitio web que el hijo de Kelsey sostenía un cartel que decía: «Las vidas negras le importan a Dios».

El libro de Platt de 2020, Before You Vote [Antes de que votes], también suscitó críticas de algunos miembros de la iglesia por considerarlo blando en cuestiones evangélicas tradicionales como el aborto y la sexualidad.

Las acusaciones de que los líderes estaban tratando de unirse a la SBC en violación a la constitución de la iglesia llevaron a que la iglesia suspendiera todas sus contribuciones a las causas de la SBC este mes.

En su sección de preguntas y respuestas, McLean afirma que no pertenece a la SBC y presenta el enlace a una carta sin fecha de una empleada del Comité Ejecutivo de la SBC, Ashley Clayton, en la que se afirma: «El Comité Ejecutivo de la SBC reconoce que McLean Bible Church (MBC) es una iglesia independiente y no denominacional, y que no está afiliada a la SBC».

Sin embargo, Baptist Press, el servicio de noticias de la SBC, declaró en un artículo del 21 de julio: «La Iglesia McLean Bible Church es una iglesia que colabora con la Convención Bautista del Sur, pero, como todas las iglesias bautistas del sur, sigue siendo independiente y autónoma en su funcionalidad y gobierno».

Para algunos observadores, el conflicto en la MBC parece una repetición de otros episodios recientes del evangelicalismo estadounidense, en los que los líderes cristianos que apelan a las Escrituras para abordar cuestiones sociales son acusados de liberalismo teológico o de influencia secular, aunque sigan manteniendo opiniones cristianas tradicionales. El nivel de sospecha en torno a estos líderes parece haber crecido durante la administración Trump y durante el ajuste de cuentas sobre el racismo tras la muerte de George Floyd el año pasado.

La iglesia College Park de Indianápolis fue acusada en un blog esta primavera de ceder a la «creciente infiltración de la justicia social». El pastor de Dallas, Matt Chandler, y el ex presidente de la SBC, J. D. Greear, han sido acusados de ser «woke», a la vez que la emergente Red Bautista Conservadora (CBN, por sus siglas en inglés), que se ha formado como una subdivisión de la SBC, ha acusado a algunos líderes de la convención de defender la teoría crítica de la raza y de restar importancia a la suficiencia de la Biblia. El candidato Mike Stone, apoyado por la CBN, recibió el 48 % de los votos en las elecciones presidenciales de la SBC que tuvieron lugar el mes pasado, quedando en segundo lugar tras el pastor de Alabama, Ed Litton.

Chuck Hannaford, un psicólogo clínico de Memphis que ha ayudado a diversas iglesias a mediar en los conflictos durante 30 años, dijo que los problemas de la MBC son la última iteración de un conflicto más amplio entre cristianos reformados jóvenes y las generaciones más antiguas de evangélicos blancos.

«Hay cierta resistencia por parte de lo que algunos considerarían “la vieja guardia” de los círculos evangélicos hacia los jóvenes». Se les acusa de ser blandos en la doctrina en un esfuerzo por alcanzar una audiencia más diversa, dijo Hannaford. Algunos evangélicos mayores «lo ven como una especie de asonada».

Mientras tanto, líderes como Platt ven la oposición como otro tipo de asonada, y siguen preocupados por la influencia de la oposición alimentada en las redes sociales y los blogs de vigilancia.

«Queremos que la iglesia MBC sea un lugar en el que puedan prosperar personas con todo tipo de convicciones en cuestiones de conciencia», afirma la sección de preguntas y respuestas. «Así que siempre que sea posible, queremos trabajar juntos para avanzar juntos en la misión, incluso con nuestras diferentes perspectivas».

Hannaford aconseja a los pastores no hacer cambios demasiado rápido y recomienda la cooperación de ambas partes, permitiendo a los creyentes diferir en cuestiones doctrinales y éticas secundarias. También advierte que no es recomendable permitir que las tensiones aumenten.

«Hay que abordar el conflicto intencionadamente» y «cara a cara», dijo Hannaford. «Postergarlo sólo va a empeorar la situación. Nunca desaparece por sí solo».

De vuelta a McLean, Platt y sus compañeros ancianos están instando a la iglesia a avanzar en esa dirección.

«Hemos atravesado días tumultuosos durante el último año en el mundo, aflorando muchos desafíos en nuestras vidas, familias, nuestro país, el mundo y la iglesia», dijo Platt a CT. «Todos necesitamos la gracia de Dios para amarnos bien y vivir para difundir Su amor en un mundo que necesita desesperadamente lo que solo Él puede dar. Y mientras caminamos fielmente con Dios durante estos días, manteniendo nuestros ojos fijos en Él, confío en que Él dispondrá todas estas cosas para nuestro bien y, en última instancia, para su gloria».

David Roach es reportero y pastor de la Iglesia Bautista Shiloh en Saraland, Alabama.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel

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Concurso internacional de ensayo de Christianity Today

Comparta su sabiduría, perspectivas y entendimiento teológico. Nosotros lo traducimos.

Christianity Today July 26, 2021
Illustration by Mallory Rentsch / Source Images: Nguyen Dang Hoang / Unsplash / WikiMedia Commons

En el último año, hemos publicado más de 500 traducciones de artículos de Christianity Today en 14 idiomas. Nos entusiasma mucho saber que tantos de nuestros ensayos y noticias han resonado con lectores alrededor del mundo. Ahora, queremos hacer un esfuerzo a la inversa: queremos llevar la sabiduría, perspectiva y comprensión teológica escrita en su idioma a nuestros lectores de habla inglesa.

En CT estamos organizando un concurso de ensayos en cuatro idiomas: español, portugués, francés e indonesio. Usted puede participar escribiendo un ensayo en su idioma, el cual será juzgado por entre tres y cinco líderes cristianos y teólogos de países de habla hispana. Los ensayos ganadores se traducirán de español a inglés, y se publicarán en el sitio web de Christianity Today en ambos idiomas.

Los ensayos que se presenten al concurso deben tener como base una investigación sólida y, como sugiere nuestro título, estar vinculados al cristianismo moderno. Buscamos ensayos que estén bien escritos y fundamentados, que ofrezcan una perspectiva nueva y que vinculen el mensaje eterno del Evangelio con las tendencias, la cultura, los acontecimientos o las noticias actuales. En vez de decir a otros cristianos qué es lo que deberían hacer, buscamos artículos que inviten a otros hermanos en Cristo a pensar su fe a un nivel más profundo y su aplicación a un acontecimiento o asunto en concreto.

Nos interesa leer argumentos únicos y sorprendentes que comuniquen el punto de vista del Evangelio sobre un tema en particular; que despierten la curiosidad de los lectores y los inviten a hacer una pausa, a meditar y a considerar otras perspectivas.

Los artículos que estén escritos en primera persona deben aplicar su experiencia personal a un concepto más amplio de la fe y la verdad bíblica. Nos interesan sobre todo las historias de cristianos que viven su fe de manera única, que tienen un impacto para mejorar el mundo y que comunican la verdad de una manera profunda, matizada y desafiante.

A continuación se presentan tres temas a elegir:

Encarnación

Explique un aspecto de la Encarnación que le parezca especialmente poderoso en 2021. Por ejemplo:

  • ¿Qué acontecimientos actuales le han hecho pensar de forma diferente sobre la encarnación de Cristo?
  • ¿Cómo ha influido en sus relaciones interpersonales un estudio más profundo de la Encarnación?
  • ¿Tiene su cultura o tradición una perspectiva única sobre la Encarnación que pueda bendecir de forma especial a la iglesia global?
  • ¿Por qué la encarnación de Cristo es significativa en la evangelización, particularmente en su propio contexto cultural actual?
  • ¿De qué manera una experiencia, relación o acontecimiento particular de su vida puede servir de ventana para una reflexión más profunda sobre la Encarnación?

Restauración y reconciliación

Cuéntenos algo sorprendente que Dios esté renovando en 2021 y cómo lo está llevando a cabo. Por ejemplo:

  • Teniendo en cuenta la fuerte polarización política y el resurgimiento de los discursos de odio en muchos contextos del mundo, ¿cómo cree usted que los cristianos podrían contribuir a desarrollar un ministerio de reconciliación que una a las personas en nombre de Jesús, en lugar de separarlas?
  • ¿Qué es lo que el resto del mundo necesita saber acerca de algo que usted ha observado cambiar, sanar o crecer?
  • ¿Piensa que la iglesia local ha causado algún daño en el contexto específico en el que usted vive? ¿Cómo está trabajando la iglesia local para abordar el daño que ha causado?
  • ¿Cómo podría un pasaje específico de las Escrituras hablar de la restauración de una manera que sea particularmente relevante en su contexto cultural hoy en día?
  • ¿Hay algún testimonio convincente de restauración (persona, grupo, evento, etc.) que pueda transmitir verdades poderosas a la iglesia global?
  • ¿Hay algo que Dios no esté restaurando y que en ocasiones lo ha llevado a dudar acerca de su fe? ¿Cómo ha luchado con esto?
  • ¿Cómo anima el Espíritu Santo la obra de restauración? ¿Cómo ha visto al Espíritu Santo obrar para traer sanación y plenitud en medio de la ruptura?

Esperanza

Cuéntenos qué ha observado respecto a la esperanza de los cristianos en esta época. Por ejemplo:

  • ¿Qué es lo que le da esperanza en medio de la oscuridad? ¿Cómo se ve la esperanza para un cristiano en tiempos de dificultad?
  • ¿Hay momentos en los que los cristianos deben perder la esperanza? ¿Por qué?
  • ¿En qué se diferencia la verdadera esperanza cristiana de una visión meramente sentimental y emocional de la esperanza?
  • ¿Qué hace falta para que los cristianos ganen credibilidad para poder invitar a su prójimo no cristiano a tener esperanza?
  • ¿Cómo entendía usted la esperanza antes de la pandemia? ¿Cómo han cambiado los acontecimientos recientes esta visión?
  • ¿Qué significa para una iglesia tener esperanza colectiva?
  • ¿Cómo encontramos esperanza cuando consideramos el tema del cambio climático?
  • Comparta una historia real o un ejemplo de su contexto que ejemplifique la esperanza

Criterios de evaluación

  • Claridad con la que se presenta la idea.
  • Originalidad de las reflexiones, ideas o aportes del autor.
  • Estructura argumentativa.
  • Profundidad teológica.
  • Nivel de investigación.
  • Matiz.
  • Relevancia para la comunidad hispanohablante.

Información sobre el envío

Envíe su ensayo por correo electrónico a gseidel@christianitytoday.com antes del 30 de septiembre de 2021.

Asunto: “Concurso de ensayo Nombre y Apellido(s)”

Envíe su ensayo como un documento en formato de texto editable con espaciado sencillo (no PDF). Puede enviar su ensayo como un enlace o como un archivo adjunto.

Si desea enviar más de un ensayo, por favor envíe cada ensayo por separado.

El nombre del documento deberá seguir el siguiente formato: Apellido(s) Nombre – Título

Incluya su nombre completo tal como desea que aparezca en caso de ser publicado, y una breve biografía en el correo electrónico (50 palabras o menos).

Indique el número total de palabras de su ensayo.

Detalles

Todos los ensayos deben tener entre 1200 y 1500 palabras.

Puede presentar más de un trabajo para el concurso. Podemos publicar más de un ensayo por persona, pero solo un ensayo por persona estará entre los ganadores y finalistas.

No podemos aceptar envíos tardíos para el concurso, pero sí los tendremos en cuenta para su posible publicación.

Todo el contenido debe ser original.

Es de suma importancia hacer uso adecuado de la ortografía, la gramática y la sintaxis de la lengua española. Si tiene dudas, le sugerimos hacer una búsqueda en el sitio de la Real Academia Española, la Academia de la Lengua Española de su país y la Fundéu.

Los ensayos elegidos para publicación serán revisados y editados por Christianity Today antes de su publicación. Tome en consideración que los títulos pueden ser modificados.

Premios

Habrá un solo ganador por idioma. Si su ensayo no resulta ganador, es posible que CT lo elija para publicación. Al enviar su artículo, usted autoriza y acepta que su ensayo sea considerado por los editores de Christianity Today para su futura publicación, aun cuando usted no resulte ganador del concurso.

Los ganadores del concurso de este año ganarán:

  • 250 USD.
  • La publicación de su ensayo en el sitio web de Christianity Today.
  • Una suscripción de tres años a Christianity Today.
  • Una tarjeta de regalo de 25 USD de Amazon.

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Un truco fácil para saber si está leyendo bien la Biblia

Yo sabía que las Escrituras eran infalibles e inspiradas por Dios, pero no les había permitido guiarme a la devoción.

Christianity Today July 23, 2021
Illustration by Mallory Rentsch / Source Images: WikiMedia Commons

San Agustín dijo que hay una manera de verificar o comprobar si comprendemos o no la Biblia. Si la lee bien, dijo, producirá «un amor doble: a Dios y al prójimo».

De hecho, «quien encuentre allí (en la Biblia) una lección útil para la edificación de la caridad, aun si no ha dicho exactamente lo que el autor tenía la intención de demostrar en ese lugar, de ninguna forma se ha engañado, ni está mintiendo de ninguna manera». [Caridad o amor, en referencia a Primera de Corintios 13:1-3. Algunas traducciones dicen amor, otras caridad.]

Leí estas palabras en su libro Sobre la doctrina cristiana en el otoño del 2008 y supe que tenía un problema. Había pasado los dos años anteriores estudiando Exégesis Bíblica en Wheaton College Graduate School, y no estaba seguro de que toda mi formación en hebreo, griego y exégesis hubiera fomentado ese «doble amor» en mí. Entendía la importancia de la Escritura, sabía que era inspirada por Dios, pero ¿había permitido que me influenciara de la manera en que debía?

No pensaba que el problema fuera mi griego o hebreo. Sabía que tampoco lo eran las Escrituras mismas. Sospechaba que era mi teología.

Me enseñaron todos los versículos que explican cómo la Palabra es inerrante, infalible, inspirada y más cortante que una espada de dos filos, pero estas palabras parecían estériles y estáticas al describir el libro que sabía que era diferente a todos los demás libros. Las pruebas de la inspiración bíblica eran lo suficientemente sólidas, pero no tenía una imaginación social dinámica para animar mi vida cristiana hacia el estudio y la devoción.

Agustín tenía razón: debería amar más a Dios y a mi prójimo después de leer las Escrituras. Entonces, ¿cómo sería esto? ¿Habría un paradigma bíblico —y no solo versículos que sirvieran para fundamentar doctrina— que pudiera ayudarme? Encontré un camino a seguir en Juan 5.

En Juan 5:1-18, Jesús sana a un hombre en Betesda que estuvo enfermo durante 38 años. Fue en sábado, lo que generó controversia. Jesús respondió dando testimonios de quién es Él realmente. No testificó sobre sí mismo, ya que «Si yo testifico en mi favor, ese testimonio no es válido» (Juan 5:31, NVI). En cambio, como lo requiere Deuteronomio 19:15, llamó a testigos.

Primero, está Juan el Bautista, que «él dio un testimonio válido» (Juan 5:33). En segundo lugar, la «tarea que el Padre me ha encomendado que lleve a cabo… es la que testifica que el Padre me ha enviado» (Juan 5:36). En tercer lugar, Jesús dijo: «el Padre mismo que me envió ha testificado en mi favor» (Juan 5:37).

Finalmente, Jesús dijo que las mismas Escrituras apuntan a Él. Aquí, creo, Jesús ofrece un ajuste importante a mi punto de vista, (y creo que el punto de vista evangélico estándar) de lo que significa «entender correctamente las Escrituras».

Él dice: «Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio de Mí! … Porque si creyeran a Moisés, me creerían a Mí, porque de Mí escribió él» (Juan 5:39 y 46, NBLA).

No es suficiente decir simplemente que la Escritura es infalible. Debemos entender su propósito y referente último. Jesús está diciendo en este texto que sus contemporáneos no pudieron entender su ministerio, porque entendieron mal la naturaleza referencial de las Escrituras. Se trata de Él. Moisés y todos los profetas escribieron sobre Él. De la misma manera, malinterpretamos las Escrituras si pasamos por alto el hecho de que están testificando acerca del Cristo que vino, murió y resucitó.

Somos tan propensos a malinterpretar el propósito de la Escritura como las personas en el primer siglo, (o tal vez más).

Necesitamos recuperar el testimonio de la Biblia. Cualquier uso de la Palabra que no concuerde con su propósito testimonial será insuficiente, puesto que no alcanzará el propósito mismo de las Escrituras.

Recuperar esta teología de la Escritura como testimonio de Cristo podría cambiar nuestra vida cristiana de dos maneras. Primero, podría recordarnos que amamos la Biblia porque amamos a Jesús, y animarnos a sumergirnos de nuevo en las Escrituras.

Una marca distintiva de los cristianos que dan prioridad a la naturaleza primaria de las Escrituras como testimonio será su inmersión en las Escrituras porque aman a aquel de quien testifican. Somos increíblemente privilegiados de tener el testimonio escritural completo de la persona y obra de Cristo, incluidos los evangelios y el testimonio apostólico completo del Nuevo Testamento. Como Thomas Cranmer oró con elocuencia hace tanto tiempo, debemos «leer, marcar, aprender y digerir internamente» las Escrituras.

En segundo lugar, podríamos seguir los pasos de Juan el Bautista, quien fielmente dio testimonio de Cristo como dijo Jesús en Juan 5:33.

Recuerdo el famoso retablo de Isenheim, pintado por Matthias Grünewald. En él, Juan el Bautista está representado en la crucifixión (una imagen descabellada y maravillosamente anacrónica, ya que Juan fue decapitado mucho antes de la muerte de Cristo), y él está de pie a un lado, con un dedo huesudo apuntando a Jesús. Allí encontramos las palabras: «Él debe crecer, pero yo debo disminuir».

¿Qué hay en su otra mano? Una Biblia abierta. Este, creo, es el patrón que se supone que debemos imitar. Como Juan, con las Escrituras en una mano y señalando a Cristo con la otra, somos hechos para dar testimonio de Cristo. Toda nuestra lectura, estudio, lucha, debate, vida y hasta nuestra muerte puede estar animada por esta tarea: testificar de Cristo.

Y luego, como nos enseña Agustín, es fácil comprobar si hemos comprendido bien las Escrituras: ¿Tengo un doble amor por Dios y por mi prójimo?

Si no tengo caridad…

Traducción por Sergio Salazar

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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Benny Hinn es mi tío, pero el evangelio de la prosperidad no es para mí

Como parte del imperio familiar, vivía en el lujo. Luego empezaron a surgir las dudas.

Christianity Today July 21, 2021
Tom Kubik

Esta es una versión revisada y corregida de la traducción publicada en septiembre de 2017.

Hace casi 15 años, parado en una playa a las afueras de Atenas, Grecia, me sentía completamente confiado en mi relación con el Señor y mi trayectoria ministerial. Viajaba por el mundo en un jet Gulfstream privado, trabajando en el ministerio del «evangelio» y disfrutando de todo lujo que el dinero podía comprar. Después de un vuelo cómodo y mi comida favorita (lasaña) hecha por nuestro chef privado, nos preparamos para un viaje ministerial descansando en el suntuoso hotel Grand Resort Lagonissi. Orgulloso de mi propia villa con vista al mar de poco más de 2000 pies cuadrados [185 m2] con piscina privada, me senté a descansar sobre las rocas a la orilla del mar y me regocijé en la vida que estaba viviendo. Después de todo, yo estaba sirviendo a Jesucristo y viviendo la vida abundante que él prometió.

No sabía que la costa en la que me encontraba era parte del mar Egeo, las mismas aguas que el apóstol Pablo navegó mientras difundió el evangelio de Jesucristo. Había un solo problema: no estábamos predicando el mismo evangelio que Pablo.

Estilo de vida lujoso

Crecer en el imperio de la familia Hinn era como pertenecer a algún híbrido entre la mafia y una familia real. Nuestro estilo de vida era lujoso, nuestra lealtad era impuesta y nuestra versión del evangelio era un gran negocio. Aunque Jesucristo era parte de nuestro evangelio, era más un genio mágico que el Rey de Reyes. Frotándolo de la manera correcta —dando dinero y teniendo suficiente fe— él liberaría su herencia espiritual. El objetivo de Dios no era su propia gloria sino nuestra ganancia. Su gracia no tenía como objetivo liberarnos del pecado, sino hacernos ricos. La vida abundante que ofrecía no era vida eterna: era para vivirla ahora. Vivíamos el evangelio de la prosperidad.

Mi padre era pastor en una pequeña iglesia en Vancouver, Columbia Británica. Durante mi adolescencia, viajaba casi dos veces al mes con mi tío, Benny Hinn. La teología de la prosperidad pagaba increíblemente bien. Vivíamos en una mansión de 10 mil pies cuadrados [casi mil m2] custodiada por una portón privado, conducíamos dos vehículos Mercedes Benz, íbamos de vacaciones a destinos exóticos y comprabamos en las tiendas más caras. Además de eso, compramos una casa con vista al mar que costó 2 millones de dólares en Dana Point, California, donde otro Mercedes Benz se unió a la flota. Las bendiciones fluían en abundancia.

A lo largo de esos años nos enfrentamos a innumerables críticas tanto dentro como fuera de la iglesia. Dateline NBC, The Fifth Estate (un programa canadiense de noticias) y otros programas realizaron trabajos de investigación. Conocidos líderes del ministerio usaron la radio para advertir a la gente acerca de nuestras enseñanzas y los pastores locales dijeron a sus congregaciones que se mantuvieran alejados de los púlpitos ocupados por un «Hinn». En ese momento, yo creía que estábamos siendo perseguidos como Jesús y Pablo, y que nuestros críticos estaban celosos de nuestras bendiciones.

Dentro de la familia, no toleramos la crítica. Un día le pregunté a mi padre si podíamos ir a sanar a mi amiga de la escuela que había perdido su cabello a causa del cáncer. Él respondió que debíamos orar por ella desde casa en lugar de ir a sanarla. Pensé dentro de mí: ¿No deberíamos estar haciendo lo mismo que hicieron los apóstoles si tenemos el mismo don? En ese momento, no cuestioné nuestra capacidad para sanar, pero dentro de mí comenzaron a surgir dudas sobre nuestros motivos. Solo sanábamos a la gente en las cruzadas, donde la música creaba cierta atmósfera, el dinero cambiaba de manos, y la gente se acercaba a nosotros con la cantidad «correcta» de fe.

Surgieron otras dudas. ¿Qué sucede con los intentos fallidos de sanación? Aprendí que era culpa de la persona enferma por dudar de Dios. ¿Por qué hablamos en lenguas sin interpretación? «No apagues al Espíritu», me dijeron, «Él puede hacer lo que quiera». ¿Por qué muchas de nuestras profecías contradicen la Biblia? «No intentes poner a Dios en una caja». A pesar de las preguntas, confié en mi familia porque éramos muy exitosos. Decenas de miles de personas nos siguieron y millones llenaban los estadios anualmente para escuchar a mi tío. Curamos a los enfermos, realizamos milagros, nos codeamos con celebridades y nos hicimos muy ricos. ¡Dios debía estar de nuestro lado!

Antes de ir a la universidad, tomé un año de descanso y me uní al ministerio de Benny como asistente personal y catcher (alguien que se pone detrás de la gente para recibirlos cuando «caen en el espíritu»). Este era una especie de rito de iniciación en mi familia, ya que casi todos los sobrinos trabajaban para él en algún momento. Era una muestra de lealtad y gratitud. Ese año fue un torbellino de lujo: estadías en suites reales de 25 mil dólares por noche en Dubai, hoteles en la costa de Grecia, tours en los Alpes suizos, villas en el Lago Como en Italia, baños de sol en la costa dorada de Australia, compras compulsivas en Harrods en Londres, y numerosos viajes a Israel, Hawai y muchos otros lugares. El sueldo era muy bueno, volamos en nuestro Gulfstream privado, y conseguí comprar trajes hechos a mi medida. ¡Todo lo que tenía que hacer era recibir a la gente cuando se caía y aparentar ser espiritual!

Un versículo que cambió el resto de mi vida

Después de graduarme de la universidad y regresar a casa, conocí a mi esposa, Christyne. No tenía ni idea de que Dios la usaría para traer mi salvación. De hecho, mi familia y yo estábamos nerviosos porque ella no hablaba en lenguas. Nos propusimos arreglar ese problema haciéndola asistir a una de las cruzadas de Benny, pero no sucedió nada. Luego, asistió a un servicio en la iglesia de mi padre en Vancouver, pero tampoco funcionó. Finalmente, ella recibió un poco de entrenamiento en una conferencia para jóvenes, pero no logró más que murmurar unas cuantas sílabas. Realmente pensé que nunca podría casarme con ella a menos que algo cambiara.

Entonces, un día ella me mostró un versículo que yo nunca había visto: «¿Tienen todos dones para sanar enfermos? ¿Hablan todos en lenguas? ¿Acaso interpretan todos?» (1 Corintios 12:30, NVI). Me sacudió hasta lo más profundo de mi corazón. Ahí estaba, tan claro como el agua: no todo el mundo tiene que hablar en lenguas. Muy pronto comenzó para mí el efecto dominó. Otras creencias que había sostenido durante años no pasaron la prueba bíblica. Dejé de creer que el propósito de Dios era hacerme feliz, sano y rico. En cambio, vi que Él quería que viviera para Él, independientemente de lo que yo pudiera obtener de Él.

Mientras luchaba por entrar en el ministerio, recibí una llamada de un pastor y amigo que estaba plantando una iglesia en California, ofreciéndome una posición de pastor de jóvenes a tiempo parcial. Parecía un lugar perfecto para aprender y crecer, así que Christyne y yo empacamos y dimos un paso de fe como recién casados.

Poco después de unirme al equipo, Dios puso la grieta final en mi sistema de creencias falsas, y la verdad surgió a borbollones como una ola de gracia. Uno de mis primeros encargos fue predicar sobre Juan 5:1-17, la sanación en Betesda. Mientras estudiaba para el sermón, mi amigo pastor me dio un comentario bíblico confiable. El Espíritu Santo se hizo cargo del resto. ¡El pasaje dice que Jesús sanó a un solo hombre en medio de una multitud, el hombre no sabía quién era Jesús, y el hombre fue sanado al instante!

Esto dejó en harapos tres creencias que yo antes atesoraba. ¿Es siempre la voluntad de Dios sanar? No, Jesús solo sanó a un hombre en medio de una multitud de enfermos. ¿Es verdad que Dios solo cura a las personas si tienen suficiente fe? No, este hombre lisiado ni siquiera sabía quién era Jesús (y mucho menos podía tener fe en él). ¿La sanación requiere un sanador ungido, música especial y una colección de ofrendas? No, Jesús sanó instantáneamente con un mero mandato. Lloré amargamente por mi participación en la codiciosa manipulación del ministerio, y por mi vida de falsas enseñanzas y creencias, y le di gracias a Dios por su misericordia y gracia a través de Jesucristo. Mis ojos estaban completamente abiertos.

Estoy agradecido de que mi esposa estuvo dispuesta a cuestionar mi insistencia en que ella hablara en lenguas, y de que mi pastor me amó lo suficiente como para discipularme y ayudarme a salir de la confusión del evangelio de la prosperidad. He visto cómo Dios usa el evangelismo y el discipulado para transformar almas perdidas en santos que han sido encontrados por Dios. La mayor habilidad de un cristiano es su disponibilidad. Cuando el pueblo de Dios está dispuesto a dar un paso de fe y decir la verdad en amor, las vidas son transformadas y Dios es glorificado. Usted nunca sabe a quién Dios va a salvar a través de su fidelidad.

Costi Hinn es pastor ejecutivo en la Mission Bible Church en el Condado de Orange, California.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel

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Por qué no debemos abandonar a nuestros amigos cuando no están de acuerdo con nosotros

El afecto puede mantenernos unidos, aun si las ideas no lo hacen.

Christianity Today July 21, 2021
Illustration by Mallory Rentsch / Source Images: Josue Escoto / Unsplash / Khoa Vo / Pexels / MirageC / Getty Images

Mi esposo y yo teníamos poco tiempo de casados ​​cuando nos mudamos a Minnesota, donde teníamos exactamente cero amigos. Eso tardó algo en cambiar. Mis clases en el seminario no comenzaron de inmediato, y ambos trabajábamos desde casa, de modo que no había compañeros de trabajo ni compañeros de clase que se compadecieran de nosotros. Fueron meses solitarios. Soy naturalmente reservada, y el eslogan «Minnesota Amable» no significa «Minnesota de veras quiere hacer una estrecha amistad con usted».

Luego encontramos nuestra iglesia y, gracias a ella, encontramos también más buenos amigos que lo que nos habíamos imaginado. Estos amigos han limpiado nuestras aceras, han tejido suéteres para nuestros hijos y nos han hecho banquetes.

También son amigos con los que tenemos grandes desacuerdos tanto en teología como en política; desacuerdos que hemos ventilado extensamente, a veces con ira, a veces con lágrimas. «En el papel, estamos muy separados», observó un amigo durante nuestra letanía de eventos de despedida. Sin embargo, compramos casas en el mismo vecindario para poder estar cerca todo el tiempo.

No menciono estas amistades para presumir. Después de todo, yo solo represento a un lado. Pero hay algo que celebrar aquí. Las relaciones en nuestros tiempos con demasiada frecuencia viven o mueren dependiendo de lo que dice el periódico. La amistad es siempre voluntaria, pero en nuestra sociedad posmoderna tendemos cada vez más a tratar nuestras amistades como alianzas ideológicas, vínculos muy contingentes, espacios para afirmar mutuamente nuestras elecciones y pensamientos en común, y como oportunidades para el beneficio propio.

Un controvertido artículo del New York Times [todos los enlaces de este artículo redirigen a contenidos en inglés], por ejemplo, proporcionaba una explicación aprobatoria de cómo «deshacerse de las relaciones insatisfactorias y que no llenan» y dedicar mayor esfuerzo a los amigos que «nos hacen sentir mejor con el mundo y con nosotros mismos».

De forma más tajante, Marie Kondo, una gurú de la organización, ofrece una guía en su sitio web para «limpiar» las relaciones. Si, después de una introspección, «usted determina que los valores de la otra persona son fundamentalmente diferentes o están en conflicto con los suyos, debería considerar dejar esa relación», aconseja.

El individualismo posmoderno no es nada nuevo, pero durante décadas nuestros círculos sociales se han vuelto cada vez más pequeños. Los hogares se encogen y las organizaciones locales están en declive desde hace tiempo. El círculo social se reduce solamente a mí y a los pocos con quienes elijo, por ahora, pasar mi tiempo. Y puede ser solo «por ahora» si la alianza deja de ser mutuamente beneficiosa.

La amistad en este modelo es demasiado ligera, algo de lo que se puede prescindir si se convierte en más problemas que los que vale, arrojándola por la borda como a Jonás: para calmar la tormenta. Si un amigo hace o profesa algo incorrecto, algo que se cree inadecuado, grosero, dañino o frustrante, especialmente si implica algún peso moral real, o algo teológico o político, probablemente haya que deshacerse de él; tal vez incluso denunciar su ignorancia, mala conducta o error en algún espacio público para que todo el mundo sepa que usted no es así y que no aprueba ese comportamiento. No es coincidencia que más de una cuarta parte de los estadounidenses informen haberse alejado de un familiar cercano.

Entiendo esta mentalidad. Las relaciones con serias diferencias sobre asuntos importantes a menudo son tensas, mientras que puede ser maravilloso tener un amigo que esté de acuerdo con uno en las grandes cuestiones de cómo es el mundo y qué se debe hacer al respecto. La simplicidad de las relaciones bien avenidas, en las que no hay que preguntarse si se ha dejado sin cumplir alguno de los deberes para conservar al amigo, es relajante y necesaria.

Pero tener un amigo que no está de acuerdo con uno en cosas importantes también puede ser maravilloso, porque se ayudan mutuamente a madurar (Proverbios 27:17). A veces también puede ser difícil y moralmente caótico. Pero si renunciamos a ese tipo de amistad en nuestro afán de tener aliados políticos, ¿dónde terminamos?

Probablemente muy cerca de donde estamos ahora. La epidemia de soledad de nuestra sociedad es ampliamente reconocida y luchamos por tener conversaciones significativas sobre temas importantes. Aproximadamente cuatro de cada cinco estadounidenses informan que han tenido pocas o ninguna conversación sobre la fe en el último año, y muchos mencionan el deseo de evitar «tensiones o discusiones», así como el temor de ofender como una razón para no participar.

Somos igual de cautelosos con otras conversaciones sustanciales, como la política: «El estadounidense promedio tiene solo cuatro contactos sociales cercanos», escriben Nicholas A. Christakis y James H. Fowler en su libro Connected (2011). «Lamentablemente, el 12 por ciento de los estadounidenses informa que no tiene a nadie con quien discutir asuntos importantes o pasar el tiempo libre. En el otro extremo, el cinco por ciento de los estadounidenses informa que cuenta con ocho de esas personas». (Según ese estándar, supongo que yo exagero).

Esta reticencia tiene sentido si su objetivo es evitar el rechazo, pero no es así como la amistad debería funcionar, en particular la amistad cristiana. El vínculo debe ser más fuerte (Eclesiastés 4:9-12), capaz de resistir la tensión del desacuerdo, e incluso la discusión y la ofensa (1 Pedro 4:8-10).

Recientemente revisé las famosas reflexiones de C. S. Lewis sobre la amistad en su obra Los cuatro amores. La amistad, reconoce, es en realidad voluntaria y no está ligada a la obligación que conllevan otras relaciones cercanas. «No tengo el deber de ser amigo de nadie y ningún hombre en el mundo tiene el deber de ser el mío», escribe Lewis. «La amistad es innecesaria, como la filosofía, como el arte, como el universo mismo, porque Dios no necesitaba crear. No tiene valor de supervivencia; más bien es una de esas cosas que le dan valor a la supervivencia».

Pero luego volví a lo que él escribe sobre otro tipo de amor, que Lewis llama «afecto». Este amor, dice, tiene que ver con la familiaridad. No se elige de forma particular, y tiende a darse por sentado. Sin embargo, «puede penetrar en los otros amores y colorearlos por completo y convertirse en el medio mismo en el que operan día a día. Quizás no se llevarían muy bien sin él», escribe. «Hacer un amigo no es lo mismo que volverse afectuoso. Pero cuando un amigo se ha convertido en un viejo amigo, todas esas cosas sobre él que originalmente no tenían nada que ver con la amistad se vuelven familiares y queridas gracias a la familiaridad».

El afecto, he comenzado a sospechar, es lo que les falta a muchas de nuestras relaciones. Su ausencia es la razón por la que no las llevamos muy bien, por qué luchan por soportar la presión de la polarización política, la división teológica y otras diferencias ideológicas. Quizás por eso estemos perdiendo el afecto en esta época de transición irritable y aislante: porque no permanecemos en las relaciones el tiempo suficiente para que este se acumule. Siempre hay otra persona, lugar o publicación en redes que compite por nuestra atención.

Ese contexto es el que me tiene tan agradecida por el afecto que hemos podido acumular en Minnesota ahora que nos preparamos para partir. Creo que es lo suficientemente sólido como para que cuando hablemos de nuestros «viejos amigos», no nos refiramos a «antiguos conocidos» sino a «familiares».

THE LESSER KINGDOM [El reino menor]. Una visión profética, ecléctica y humilde de temas de actualidad, políticas públicas y eventos políticos con pensamientos sobre el compromiso fiel.

Bonnie Kristian es columnista de Christianity Today, editora colaboradora de The Week, miembro de Defense Priorities y autora de A Flexible Faith: Rethinking What It Means to Follow Jesus Today (Hachette).

Traducción por Iván Balarezo

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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Por qué definir el chisme es importante en la respuesta de la Iglesia contra el abuso

¿Hemos domesticado demasiado la lengua? Los cristianos se esfuerzan por recuperar una comprensión bíblica de la crítica saludable en contraposición a los rumores dañinos.

Christianity Today July 14, 2021
Illustration by Andrea Ucini

Heather Fulk no puede recordar si siquiera había oído hablar de la política de «cero chismes» de Dave Ramsey antes de que su esposo, Jon, fuera despedido de la compañía del gurú financiero cristiano en mayo de este año.

Pero aquellos dentro de Ramsey Solutions, y los millones que siguen sus enseñanzas sobre el liderazgo, saben que tiene poca tolerancia a la negatividad entre posiciones. Ramsey define el chisme [enlaces en inglés] como «discutir cualquier cosa negativa con alguien que no puede ayudar a resolver el problema». Eso significa que la crítica tiene que ir directamente al liderazgo; quejarse con otros empleados es «deslealtad».

Las personas que trabajan en Ramsey pueden tener sus quejas, desde cosas pequeñas como criticar a los oradores invitados en sus devocionales semanales hasta preocupaciones más grandes acerca de su lugar en la empresa— pero deben tener cuidado de no compartirlas con otros empleados que puedan reportarlos.

«Tienes un poco de precaución al entrar en nuevas relaciones para darte cuenta de quién es una persona segura, dijo un exempleado que salió de la compañía este año y pidió no ser nombrado por temor a represalias.

Para algunos, la reticencia se extiende más allá de la empresa. «Sienten que hablar con sus cónyuges o hablar con amigos también es chisme», dijo otro.

Saben que no deben hacer lo que Heather Fulk hizo. En los primeros meses de la pandemia el año pasado, ella compartió en su página personal de Facebook su preocupación por la reapertura de la oficina de «la compañía de Jon». Un compañero de trabajo reportó la publicación de tan solo tres oraciones a Ramsey Solutions, y el esposo de Fulk fue despedido en menos de un mes.

En la entrevista de salida, la directora de recursos humanos de Ramsey confirmó que la publicación en las redes sociales fue la razón de su decisión, según una grabación. Su esposo comentó: «Obviamente no estamos de acuerdo en la definición de la palabra chisme».

Después del despido de su esposo, ella recibió una carta en la que se le solicitaba «cesar y desistir», por lo que mantuvo vagas las actualizaciones a sus amigos de Facebook, diciendo que podían enviarle un mensaje si querían saber por qué su esposo ya no estaba en Ramsey.

Ella todavía estaba procesando su culpa por lo sucedido cuando una líder de su iglesia se le acercó. Fulk asumió que le iba a ofrecer apoyo, y las dos se reunieron en el pórtico de su casa. En cambio, la líder desafió su reciente publicación: «Parecía que solo querías chismear», le dijo, según Fulk.

Los cristianos tienen razón al prestar atención a las advertencias de las Escrituras sobre chismes, secretos y mentiras. Sin embargo, la iglesia estadounidense también ha visto un patrón de líderes que hacen referencia a tales enseñanzas para silenciar y desacreditar a las víctimas y a los denunciantes.

Uno de los primeros miembros del equipo en el ministerio de Ravi Zacharias en mencionar internamente preocupaciones sobre el comportamiento de su fundador en el extranjero fue penalizado [enlace en español] por «difundir rumores». De las mujeres que presentaron acusaciones de mala conducta sexual contra el fundador de la Iglesia Willow Creek Community Church, Bill Hybels, se dijo que tenían una campaña para derribar la iglesia con «acusaciones falsas».

En la década desde el lanzamiento de su libro Resisting Gossip [Resistir el chisme], el pastor Matthew Mitchell también ha notado el patrón. Hace dos años, Mitchell escribió en una publicación de blog que le preocupaba que los líderes controladores usaran su libro para derribar a los críticos dentro de sus iglesias.

A medida que los movimientos #MeToo y #ChurchToo han llevado las perspectivas de las víctimas a la vanguardia, Mitchell le dijo a CT que ha tenido más oportunidades de considerar «lo difícil que es dar un paso al frente y hablar cuando alguien en posición de autoridad te ha maltratado, y luego tener la presión adicional de ser acusado de chismoso». El instinto de tachar de mal comportamiento a quienes expresan sus preocupaciones puede ser una luz roja de que existe una cultura de abuso.

Pero la respuesta, de acuerdo con Mitchell y otros expertos, no es que la iglesia deje de predicar y enseñar contra los peligros de los chismes. Por el contrario, debe comenzar con la comprensión correcta de lo que es el chisme en primer lugar.

William Vanderbloemen, cuya compañía consulta con empleadores cristianos sobre la contratación y la cultura en el lugar de trabajo, dice que cada vez más de sus clientes están agregando cláusulas de «cero chismes» a sus manuales, particularmente a medida que las redes sociales le dan a las personas un mayor alcance para transmitir información potencialmente dañina. Para hacer cumplir las reglas, tienen que navegar por las fronteras subjetivas de lo que cuenta como chismes o establecer parámetros para el término desde el principio.

«Llamarlo simplemente una “necesidad de oración” no impide que sea un chisme, porque así es como se enmascara», dijo Vanderbloemen, quien fue pastor en Houston.

El chisme y Mateo 18

Según Karen Ehman, conferencista del ministerio Proverbs 31 y autora de Keep It Shut [Manténla cerrada], la Biblia no nos ofrece una sola definición para esta palabra y usa múltiples palabras para referirse a lo que nosotros llamamos chisme. En el Antiguo Testamento, los términos típicamente se refieren a una persona —un «cuentacuentos» o «alguien que comercia secretos»— en lugar de a una acción en sí. Los términos del Nuevo Testamento para chisme, dice, se refieren al discurso vacío, al parloteo (1 Timoteo 6:20) y a susurros (2 Corintios 12:20).

«De algún lado hemos obtenido este concepto de que “hablar a espaldas de alguien” es chisme, pero la verdad es que tal vez lo sea, o tal vez no», dijo Ehman, quien pasó cinco años estudiando lo que las escrituras dicen acerca del discurso y del habla para frenar su propio hábito de meterse en problemas con las palabras. «Si lo que estoy diciendo es cierto, y no lo estoy haciendo de una manera calumniosa o maliciosa, entonces no es realmente un chisme. Eso es simplemente hablar de alguien cuando no está presente».

Para los cristianos, el chisme no es tanto una categoría de discurso, sino más bien la motivación detrás de lo que se dice. A veces los chismes son alimentados por nuestro propio egoísmo y adoración fingida: queremos atención y ser vistos como los que estamos al tanto. A veces la falta de amor hacia los demás es el motivo, un deseo de representarlos incorrectamente, o de revelar un secreto que dañaría su reputación.

Decir que cualquier información negativa o sensible es un chisme es impreciso.

«A veces tenemos que decirle a otra persona algo malo que sabemos que es cierto sobre alguien que no está presente para advertirles con respecto a esa persona, porque queremos evitar que sean lastimados de la misma manera», dijo Mitchell, citando la línea de Pablo en Segunda de Timoteo 4 sobre el daño hecho por Alexander el herrero. Pablo escribió: «Tú también cuídate de él, porque se opuso tenazmente a nuestro mensaje» (v. 15, NVI).

Como parte de un movimiento hacia una mejor transparencia, confianza y responsabilidad, las instituciones cristianas están analizando más cuidadosamente si han ofrecido vías para aquellos que con razón quieren hablar para decir la verdad, revelar el pecado y proteger a otros del daño.

De alguna manera, el trabajo remoto durante la pandemia de COVID-19 obligó a los empleadores cristianos a comunicarse más claramente y a generar más confianza, según Al Lopus, CEO del instituto Best Christian Workplaces.

Las iglesias cristianas, los ministerios y las empresas quieren crear una cultura positiva en el lugar de trabajo donde se espera que los empleados demuestren los frutos del Espíritu, pero eso no significa evitar la negatividad por completo.

«Motivamos a nuestros socios ministeriales a crear un ambiente donde las personas se sientan libres de expresar sus opiniones», dijo Lopus, y agregó que la comunicación abierta también hace que las organizaciones sean más innovadoras. «Existe algo que podríamos llamar “conflicto saludable” cuando la gente no está de acuerdo en torno a temas e ideas».

Los cristianos frecuentemente son etiquetados como «chismosos» por discutir el comportamiento pecaminoso de otra persona sin ir a ellos directamente de acuerdo a los lineamientos de Mateo 18.

«He pensado mucho acerca de esa acusación referente a los chismes», dijo Sandra Glahn, quien ayudó a una iglesia a cuidar a una serie de mujeres a proceder con sus historias de abuso sexual y acoso por parte de sus diáconos. «Cuando uno tiene en cuenta el poder diferencial, la guía bíblica que se puede aplicar más directamente es la Primera Epístola a Timoteo, donde el apóstol le dice a su protegido: “No admitas ninguna acusación contra un anciano, a no ser que esté respaldada por dos o tres testigos. A los que pecan, repréndelos en público para que sirva de escarmiento”» (1 Timoteo 5:19-20).

Para enfrentar casos de abuso por parte de líderes en entornos eclesiásticos se debe involucrar a otras personas, en lugar de hacer que una víctima se reúna con su presunto abusador a solas.

«Los dos o tres deben tener una conversación antes de la confrontación. Esa conversación no es un chisme», dijo Glahn. «Los dos o tres también podrían necesitar consejería espiritual. Eso amplía aún más el círculo. Esa conversación grupal tampoco es un chisme».

Estas conversaciones no sólo son permisibles, sino que también representan una forma de rendición de cuentas.

«Hemos visto, particularmente en los últimos años, a personas en posiciones de poder que han sido capaces de dañar a otros, a veces en el transcurso de muchos años, y salirse con la suya, en parte porque las víctimas estaban aisladas y no sabían de su mutua existencia, y en parte porque la organización protegió a sus líderes de críticas que en realidad eran apropiadas», dijo Stephen Witmer, un pastor de Massachusetts que ha escrito sobre los chismes en la iglesia.

Quién es invitado a ese círculo es importante. Ya sea planteando grandes preocupaciones o simplemente pequeñas críticas, los cristianos deben buscar a alguien que pueda hacer más que simplemente escuchar las historias.

«Cuando hablamos con un tercero sobre un problema que percibimos en alguien, debemos considerar a ese tercero como un participante involucrado, no un receptor pasivo, y, por lo tanto, elegirlos con cautela», dijo Witmer. «Tal vez nos ayuden a pensar qué decir cuando nos acercamos a la persona. Tal vez vayan con nosotros a hablar con la persona. No deberían ser simplemente los receptores de las historias contadas».

Para las víctimas que han mantenido sus experiencias en silencio por miedo, que lo han pensado y se han preocupado y se culpan a sí mismas hasta el punto de que están al límite de su capacidad espiritual, ese pequeño grupo de oyentes de confianza puede ser un salvavidas. También puede proveer evidencia de un patrón de abuso, una comprensión simultáneamente desgarradora y reconfortante de que, a pesar del aislamiento que sintieron en silencio, no están solos.

«Cuando lo llaman chisme, cuando no permiten procesar y desempacar lo sucedido, no hay probabilidad de que entonces nadie entienda lo que les está sucediendo», dijo Melissa Hogan, una de las más de una docena de exempleados y cónyuges de Ramsey Solutions que hablaron con CT. «Necesitas eso. Necesitas gente cerca de ti».

En otras palabras, no es solo el jefe o el departamento de recursos humanos quienes pueden administrar bien tus preocupaciones; también es la persona a tu lado que puede escuchar o decir: «Yo también».

El exmarido de Hogan, Chris Hogan, era una de las principales personalidades de Ramsey Solutions, y la compañía supervisó un «proceso de restauración» cuando la pareja tuvo dificultades matrimoniales a causa de la infidelidad de él. Dave Ramsey le dijo a su personal en el 2019 que Melissa Hogan se acercó a él y, enojada, «acusó a Chris de hacer todo tipo de cosas», luego la compañía se mantuvo del lado de Chris durante lo que Ramsey llamó «un divorcio desagradable». Chris Hogan salió de la compañía en marzo por «acciones y comportamientos» que no iban «en línea con los valores fundamentales de Ramsey Solutions».

Melissa Hogan dice que «es todo una cosa de Dios» el haberse conectado hace cinco años con un círculo de mujeres a través del club de esposas de la compañía. Alrededor del momento de su divorcio, Hogan sintió que no podía abrirse a ellos debido a una «orden tipo mordaza» de Ramsey. Ahora, ellas son su sistema de apoyo —intercambiando mensajes en la aplicación Voxer, estudiando juntas el abuso espiritual y creando conciencia con la esperanza de que otros puedan escapar de entornos manipuladores.

Wade Mullen, el autor de Something's Not Right: Decoding the Hidden Tactics of Abuse—and Freeing Yourself from Its Power [Algo no está bien: Cómo decodificar tácticas secretas de abuso, y cómo liberarse de su poder], describe cómo las organizaciones abusivas y tóxicas temen la acción colectiva que puede surgir cuando alguien le cuenta a otro lo que les sucedió y se da cuenta de que no son las únicas.

«Una forma de represalia es cuando los líderes responden a la exposición de la verdad con una tergiversación de las razones morales y éticas del que cuenta la verdad, y representándolos como personas amargadas que solo están difundiendo rumores», dijo. «En algunos casos, he visto a líderes religiosos atribuir esas revelaciones de abuso a esfuerzos satánicos para destruir la obra de Dios. Etiquetan las revelaciones como chismes y luego argumentan que el chisme, y por extensión el chismoso, está siendo utilizado por el diablo mismo para atacar a la iglesia o a el ministerio».

Lopus, de la organización Best Christian Workplaces, dice que trabajar en un ambiente cristiano «es el único lugar donde las personas pueden llevar todo su ser al trabajo». Como resultado, los empleados pueden desarrollar conexiones más profundas con las personas con las que trabajan y tener más altas expectativas del liderazgo.

Incluso los casos de mala administración en el lugar de trabajo tienen ramificaciones espirituales, provocando a las personas a culparse a sí mismas o a comenzar a sentir resentimiento contra los líderes cristianos que, en su opinión, no representan el corazón de Jesús.

«Hablar desde la verdad, el amor y la justicia»

Algunos recursos cristianos están dirigidos a ayudar a los pastores a protegerse a sí mismos y a sus iglesias de chismes o calumnias, de lo cual Vanderbloemen dijo que se está convirtiendo en una amenaza mayor en la era de una cultura de cancelación e historias salaces que se tornan virales en las redes sociales. «Ahora que todo el mundo es su propia red de transmisión… eso podría ser una especie de nueva arruga, ya que los chismes son un fenómeno antiguo», comentó.

Mientras las Escrituras pueden dirigir a las personas a denunciar el pecado de los líderes ante la iglesia, anteriormente no había manera de hacerlo instantáneamente ante multitudes más allá de su propia comunidad. (Y los líderes no tenían el alcance global de la popularidad de los pastores, autores y líderes ministeriales de hoy en día).

«Sé que hay algunos estudios de casos realmente malos de “Esta persona no se atrevió a hablar porque pensó que perdería su trabajo, y resulta que el tipo había sido algo así como un depredador sexual durante años, años y años”. Sé que esas historias existen, así que no quiero restarles importancia», dijo. «Pero también sé que el poder de los chismes es más alto que nunca. Puedes arruinar la vida de una persona sin decir un ápice de verdad».

Vanderbloemen dijo que en los últimos cinco años, las cláusulas de no-menosprecio, que generalmente han sido parte de los acuerdos de despido, se están expandiendo para aplicarse también a los miembros de la familia, como una forma de evitar chismes, especulaciones e insultos en las redes sociales.

Dice que, en la mayoría de los casos, se han cometido errores en ambas partes y tales acuerdos permiten a las iglesias seguir adelante sin tener que resolver el conflicto en público. Desde un punto de vista legal, los acuerdos están destinados a proteger a las personas en ambos extremos de la responsabilidad —un exempleador no saldrá a criticar al miembro del personal que se marcha por la forma en que las cosas terminaron si el empleado y su familia acuerdan hacer lo mismo.

Pero la atención hacia el uso por parte de las iglesias y los ministerios de las cláusulas de no- menosprecio y los acuerdos de no divulgación (NDA, por sus siglas en inglés) ha levantado preocupaciones sobre ocultar la mala conducta. Vanderbloemen aclaró que «Una buena NDA siempre incluirá algún lenguaje que diga que si algo criminal ha surgido, tienes absolutamente todo el derecho de mencionarlo», lo que permite a las personas denunciar la mala administración de fondos, el maltrato o el acoso sexual.

Las iglesias también han sido silenciadas por las políticas de no-menosprecio; una nueva ley en Texas, requirió ser aprobada a raíz de la crisis de abuso en las iglesias de la Convención Bautista del Sur (Southern Baptist), para que las iglesias allí pudieran revelar, sin riesgo de responsabilidad, a potenciales empleadores la razón por la que se le pidió a un exempleado o voluntario que se fuera.

Karen Ehman dijo: «Dar tu opinión honesta cuando te preguntan sobre alguien para una referencia de trabajo» no es un chisme, sino más bien información útil dirigida a alguien que necesitaría saber.

Pero, ¿qué hay con revelar información poderosamente dañina para que todos sus seguidores de las redes sociales, o todo el internet, la vean?

Algunos argumentan que los líderes que han abusado de su poder están a un nivel más alto, y debido a su influencia deben ser abordados en público, incluso si se han arrepentido. Glahn recuerda la enseñanza de Primera de Timoteo de confrontar a los ancianos pecadores «en público» como una advertencia.

Pero nuestras motivaciones y las posturas de nuestros corazones son factores por los que nosotros también hemos caído en el chisme en casos similares. Mitchell advierte a todos, víctimas y espectadores, contra el riesgo de ver como una fuente de diversión el drama en tales conflictos, es decir, en el esfuerzo por derrocar a un líder.

«Los vulnerables todavía deben tener cuidado con la forma en que hablan de los que están en poder; no es excusa para hacer cosas sucias» dijo. «Incluso los abusados necesitan hablar desde la verdad, en amor y justicia, y no por un deseo de venganza, deseo de quejarse, o incluso por entretenimiento».

Como cristiano enfocado en los chismes, Mitchell escucha a los pastores cuyas iglesias han sido divididas por chismes. Pero la razón por la que desea librar a su iglesia de chismes es para que sea un lugar saludable para el rebaño, dice, no para que el pastor no tenga que lidiar con las críticas.

«Esto debe funcionar al revés en el liderazgo cristiano. El que está en una posición más alta está llamado a agacharse más, y eso podría significar recibir más golpes de los que quisieras sin defenderte, pero esa es la alegría del liderazgo cristiano», dijo Mitchell, quien ha pastoreado la Iglesia Lanse Evangelical Free Church en Pennsylvania durante los últimos 23 años.

Los pastores están obligados a enfrentar el rechazo y los susurros que provienen de las bancas —un año de requisitos de mascarillas y restricciones polémicas acerca de las reuniones presenciales, demostraron eso, cuando menos— pero tienen que decidir cuándo hacer caso omiso de un comentario y cuándo darle seguimiento.

«A lo largo de mis años como pastor, he escuchado muchas críticas sobre mí mismo en tono de chisme. Por lo general, he hecho caso al consejo de Charles Spurgeon de que los pastores deben tener un ojo ciego y un oído sordo, y deben poner el ojo ciego y el oído sordo hacia los chismes», dijo Witmer, pastor principal de Pepperell Christian Fellowship. «He ignorado los informes anónimos de insatisfacción que recibo de segunda mano o le he pedido a quien reporta las críticas que dirija a esas personas a tener una conversación frente a frente conmigo».

Para Heather Fulk en Tennessee, la insinuación de su amiga, y exlíder de la iglesia, acerca de que ella estaba tratando de provocar más chismes sobre Ramsey, todavía duele.

«Solo estaba pensando en lo dañino que era eso», dijo Fulk, de cara al aniversario del despido de su esposo. Ella ha llegado a verse a sí misma como una víctima de trauma, todavía tambaleándose por el repentino despido de su marido y el temor a nuevas represalias mientras hablaba.

Los Fulks ahora están en una nueva congregación, después de haberse conectado con un grupo pequeño para ver la adoración en línea juntos durante la pandemia. Ella ha podido tener conversaciones regulares con los pastores y el personal de la iglesia sobre las importancia de la sensibilidad para cuidar bien a las víctimas.

«Estamos tan acostumbrados a decir cosas en un sentido espiritual que son en realidad cosas profundamente abusivas», dijo Fulk. «Se ve bonito porque le ponen un versículo de la Biblia, pero ahora por fin pienso: “No, no creo que eso es lo que eso signifique”».

Traducción por Jenilee Rebarber

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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El camino de la debilidad

Lo que mi lucha contra la ansiedad y la depresión me enseñó acerca del poder de Dios.

Christianity Today July 13, 2021

Acababa de pasar de liderar un ministerio universitario a servir como pastor de enseñanza en la RockHarbor Church (RH), una vibrante y joven iglesia recién plantada. Me sentía honrado e impresionado por la oportunidad que Dios había puesto frente a mí, y quería dar la mejor impresión ante todos aquellos que habían confiado en mí para este papel.

Cuatro días antes de empezar en RH me lesioné la rodilla jugando al baloncesto y me encontré cojeando con una lesión en el ligamento cruzado anterior, el posterior y el colateral medio. La cirugía se llevó a cabo cinco semanas más tarde. La primera noche que volví a casa después de la operación no pude dormir. Todavía no estoy seguro de lo que ocurrió, pero sentí como si me estuviera ahogando. Sentía un peso demoledor en el pecho y sentí cómo mi corazón comenzó a acelerarse. No podía concentrarme. Era incapaz de relajarme. Me sentía aterrorizado de forma absoluta e irracional.

Me las arreglé para pasar la noche con el letargo inducido por la vicodina, pero la ansiedad no se iba. Empeoraba conforme pasaba el tiempo, y pasé el día siguiente con una sensación de nerviosismo que no disminuía. Nunca me había sentido tan extraño. Nada me parecía placentero, y no había manera de distraerme de lo que estaba sintiendo. Me daba vergüenza mostrar mi debilidad delante de mi esposa y de aquellos que pasaban a visitarnos. La noche siguiente fue tan miserable como la primera y para el segundo día yo era un desastre.

Comencé a llorar incontrolablemente. Me despertaba todos los días con una sensación constante de pánico. No sabía qué hacer. Orar, escribir mi diario o leer la Biblia no ayudaban. Todo aquello de lo que normalmente disfrutaba había perdido el brillo y se convirtió en nada más que otro recordatorio de lo oscuro que se había vuelto todo.

Intenté explicárselo a algunos de los líderes de mi nueva iglesia, pero yo no comprendía lo que me estaba ocurriendo lo suficientemente bien como para expresarlo. Solo sabía que entré en el quirófano siendo una persona y salí siendo otra. Así que cuando me mostré reticente a reiniciar mis prédicas, naturalmente ellos se sintieron un poco confundidos. Recuerdo una dolorosa conversación en un parque local donde se me dijo que había gente que había seguido predicando mientras moría de cáncer, así que ¿por qué yo no podía predicar?

Además de la ansiedad constante, una profunda sensación de vergüenza se instaló en mí. Me sentía humillado por mi lucha. Estaba en el punto más bajo que había estado nunca, mucho más allá de mi capacidad para disimularlo.

Viví con esta carga durante los tres meses siguientes consiguiendo de algún modo enseñar, pastorear y tratar de entender qué me estaba ocurriendo. En la mañana de Pascua, tres meses después de mi cirugía, la ansiedad se marchó. Así, tal cual.

Durante los siguientes años, la ansiedad y la depresión regresaban rugiendo, aparentemente de la nada, y desaparecían después de un tiempo. Batallaba contra ellas lo mejor que podía, pero la situación estaba pasando factura a mi esposa y a mis colegas de RH. Recuerdo vívidamente un sábado por la noche, dando vueltas por mi patio trasero bajo la lluvia, llorando y clamando a Dios por ayuda. Tenía que predicar al día siguiente sobre el quebrantamiento y en verdad odiaba ser yo la ilustración. Hubo veces en las que simplemente quería huir de la iglesia durante los servicios de los fines de semana, en vez de tratar de predicar en la situación en la que me encontraba.

Finalmente, algunos amigos me convencieron de ir a ver a un profesional cristiano en consejería. También visité a un médico que me prescribió ansiolíticos y medicamentos para dormir. No había querido tomar medicamentos antes por temor a “engancharme”, y también me resistía a creer que Dios no me sanaría. Finalmente cedí, y casi de forma inmediata gané veintitrés kilos [50 libras] y perdí todo interés en el sexo. Sentía menos ansiedad, pero mi sensación de vergüenza no dejaba de crecer. RH había crecido de manera sustancial y yo parecía Jabba el Hut. Le pregunté a mi médico al respecto y me dijo que tenía que elegir: podía ser gordo y feliz, o delgado y deprimido. Si esas eran mis opciones, entonces escogería con alegría mi nuevo físico de Jabba.

Con el tiempo encontré un nuevo medicamento que no tenía tantos efectos secundarios: ahora solo parecía el hijo de Jabba el Hut. Traté de suspenderlo por completo hace un par de años, pero terminé de nuevo llorando en el sofá el mismo día en que lo intenté.

Dios ha continuado caminando conmigo. Hasta hoy, la batalla no ha desaparecido. Pero a través de ella he aprendido algunas lecciones inestimables acerca de seguir el camino de Jesús.

No estoy solo

Fui sincero con mi lucha en nuestra comunidad de la iglesia. Lo sorprendente fue ver cuánta gente en nuestras iglesias —tanto líderes como miembros— han pasado por problemas similares. He leído muchos artículos (algunos en Leadership Journal) que cuentan historias similares a la mía. Cada vez es más común escuchar de personas en nuestras iglesias que sufren diversos problemas de salud mental. Y he conocido a muchos que aprecian a aquellos de nosotros que hemos facilitado que otros en la comunidad de fe acepten su situación y se presenten tal como son en su debilidad.

Sin embargo, sigue habiendo estigmas y estereotipos. Algunos no se sienten cómodos con mi sinceridad. Temen que esté contribuyendo a esta cultura que lo cura todo con pastillas y me animan a simplemente orar más y a leer más la Biblia. Se preguntan si es que no he tenido suficiente fe, perseverancia o coraje. Pero esa no ha sido mi experiencia. Esperé años antes de empezar a tomar medicamentos. Ayuné, oré contra las fuerzas demoniacas, hice ejercicio… hice todo lo que pude para lidiar con el problema. No fue sino hasta que tomé un enfoque holístico, uno que trataba a la vez mi cuerpo, mis emociones, mi cerebro y mi espíritu, que encontré ayuda. Trabajé mis emociones con un consejero, mi vida de oración con un director espiritual y mi química cerebral con un psiquiatra. Y he hecho ejercicio todos los días. He hecho mi mejor esfuerzo por encargarme de lo necesario en cada área de mi vida para recuperarme.

Ojalá esta lucha fuera más popular (como cuando te rompes un brazo en el colegio y todo el mundo quiere firmarte la escayola [yeso]). He tratado de vivir y predicar lo más abiertamente posible a lo largo de esta batalla. Y he experimentado el poder y la gracia de Dios en medio de ello.

Para aquellos que estén pasando por esto, hay esperanza. No te sentirás tan mal para siempre. Las cosas sí mejoran, aunque puede que lleve un tiempo. Necesitas encontrar a alguien que pueda mirarte mientras describes esto y diga: “A mí también me pasa”. Recuerdo a un amigo cercano que simplemente venía a mi casa y se sentaba conmigo en silencio mientras esperaba a que el pánico, la depresión y la ansiedad se apaciguaran. Encuentra a esas personas, y después comienza a tratarte a ti mismo como una persona entera e integrada, no solo como un alma atrapada en un cuerpo que necesita más oración y más estudio bíblico.

La bendición de la debilidad

Más allá de los estigmas asociados con la salud mental, está la presión para que cumplas tus compromisos en las reuniones públicas. Intentar ponerme en pie para enseñar y no defraudar a nadie, cuando lo que realmente quería era arrastrarme hasta un agujero y morirme, me enseñó mucho acerca de la relación entre la fortaleza y la debilidad. Estamos familiarizados con la lucha de Pablo en 2 Corintios 12. Después de rogarle al Señor tres veces que le quitara su “aguijón” en la carne, Dios responde: “Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad” (12:9, NVI). En Powers, Weakness and the Tabernacling of God [Poderes, debilidad y el tabernáculo de Dios], Marva Dawn defiende que la traducción acostumbrada para este versículo es incorrecta. Dawn escribe que el versículo debería traducirse así: “Mi gracia es suficiente para ti [Pablo], porque [tu] poder se lleva a su fin en la debilidad”. Sin hurgar más en los detalles de su argumento, encuentro que su traducción es muy convincente tanto en lo intelectual, como en lo que tiene que ver con la experiencia.

A lo largo de mi viaje con la ansiedad y la depresión, he llegado al final de mi propio poder. Y fue ahí donde la gracia de Dios descansó sobre mí. Perdí la esperanza en mi carisma y mi encanto personales; en mis dulces historias o mis ilustraciones ingeniosas para los sermones. Estaba al final de mi capacidad. No tenía los recursos para enfrentarlo. Y es en ese punto en el que Pablo dice que Dios puede obrar de la mejor forma: “Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:9-10). Pablo presume de su debilidad porque sabe que, cuando su poder se acaba, el poder de Cristo descansa sobre él. En otras palabras, nuestro poder debe limitarse para que se pueda contemplar mejor el poder de Dios. El poder de Pablo se agota en la debilidad; por consiguiente, Pablo exalta su debilidad, porque a través de su existencia, Cristo es capaz de revelar su presencia en él.

Lo sabemos, al menos en teoría. Pero ¿cuánta de la cultura eclesial en Occidente está construida sobre la fortaleza y no sobre la debilidad?

Los cristianos de Corinto despreciaban a Pablo porque él no demostraba las credenciales de un superapóstol. Creían que los líderes cristianos debían ser carismáticos, poderosos, con grandes y atractivas personalidades. Sus modelos culturales prevalentes estaban construidos alrededor del rango, el estatus y los logros. Ese es el lenguaje de “jactancia” que utiliza Pablo en esta carta. Se consideraba adecuado que la gente se jactara y demostrara su estatus y su poder a los demás. Pablo se mueve enteramente en la dirección opuesta. Enumera su debilidad, sus persecuciones y sufrimientos, y entonces revela por qué es así. Dios consigue sacar lo mejor, dice Pablo, cuando nosotros estamos en el límite de nuestra propia capacidad.

La obra de Dios a través de la debilidad humana es un tema central de la Biblia. Dios utiliza la edad de Abraham y la infertilidad de Sara para dar a luz al comienzo de la gran nación que se le había prometido a Abraham. Moisés no era muy elocuente y estaba lleno de excusas cuando Dios lo llamo a liberar a la nación de Israel de la esclavitud. David no era más que un niño cuando se enfrentó a Goliat. Pedro fue el líder de la iglesia solo después de haber negado a Jesús tres veces.

A lo largo de todas las Escrituras, esta es la manera en que Dios obra. Lleva a las personas a un lugar de debilidad para que él pueda usarlas para su gloria. Limita activamente la capacidad de estas personas para que Su poder divino se pueda mostrar. No es que Dios llegue y nos haga fuertes y entonces nos use. Más bien, Dios nos lleva al final de nuestras fuerzas, nuestra sabiduría y nuestra confianza en nosotros mismos, para que realmente tengamos que confiar en él y no en nada (o en nadie) más. Esta es la paradoja de la fuerza y la debilidad: que soy más fuerte cuando soy más débil; que cuando más se me puede usar es cuando no puedo más; y que cuando yo estoy al límite es cuando Jesús está más presente.

El camino de Dios no se trata del triunfalismo, o de ser más grandes que la propia vida. No se trata de alcanzar un lugar en el que la debilidad ya no exista. Más bien, se trata de tener mi propia capacidad limitada de tal modo que pueda descubrir cómo Dios hace uso de mi debilidad. Si usted es como yo, naturalmente se resiste a las limitaciones. Yo quiero hacer que las cosas sucedan, abrirme paso a través de los problemas. Estaba condicionado para superar los obstáculos, no para reconocer mi debilidad y admitirla.

Sin embargo, Pablo dice que el objetivo es que nuestra capacidad se agote. ¿Cómo podría experimentar el poder de Dios a menos que se limitara el mío?

Poder limitado

Es posible que usted haya escuchado el cliché: “Dios nunca le dará más de lo que pueda soportar”. Es una frase que usamos para reconfortarnos… y creo que deberíamos dejar de usarla. Sé que Pablo dice: “Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar” (1 Corintios 10:13). Aunque ciertamente es verdad, no es lo mismo que decir que Dios nunca nos dará más de lo que podamos soportar. De hecho, creo que las Escrituras demuestran que Dios nos da más de lo que podemos soportar para que tengamos que confiar en él.

Por eso es que la enseñanza de Pablo acerca de la debilidad es tan profunda para el viaje de la fe. Pensamos que la fe debería protegernos de caer en un lugar de tanta desesperación, pero Pablo sugiere que la fe es ese punto de desesperación: que precisamente ese el lugar en el que dan inicio la fe y la confianza en Dios.

Sin embargo, gran parte de la vida moderna está diseñada para alejarnos de ese punto. Yo no quiero ser débil. Quiero ser heroico, poderoso e importante. Se me condiciona (¡incluso en la iglesia!) para superar los obstáculos, no para abrazar mis limitaciones.

La cuestión es: el deseo de Dios es obrar a través de la vulnerabilidad humana en vez de superarla.

Nunca veremos su poder si nos negamos a que el nuestro se limite. La forma de obrar de Dios no es apartarnos de los problemas, sino consolarnos con su presencia en medio de ellos e intercambiar nuestra “fortaleza” por la suya frente a esto. Así es como Dios realiza sus propósitos para el mundo. Él coloca el tesoro “en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros” (2 Corintios 4:7). Por medio de nuestra unión con Cristo, y a través de nuestra debilidad, exponemos la gloria de Dios.

Dios muestra su verdadera grandeza al usar lo más bajo y despreciado del mundo para realizar sus propósitos en la historia humana. En sus manos, nuestro quebrantamiento puede ser hermoso.

Él hace esto para que ninguno de nosotros vivamos bajo la ilusión de que podemos hacerlo todo por nuestra cuenta. Él diseña las circunstancias para que nos sintamos sobrepasados. Elige a personas improbables para que él se lleve el crédito y la gloria. Nos lleva al final de nuestra suficiencia para que podamos descansar en la suya. Nosotros lo odiamos. Queremos que se nos vea como expertos. Quizá sea por eso que la iglesia está tan enamorada de las herramientas, las técnicas y la mercadotecnia. La iglesia actual a menudo comparte la obsesión con la gloria y el poder de la cultura que la rodea. Una de las razones por las que nuestros ministerios son tan ineficaces es porque no dejamos espacio para el poder de Dios, puesto que estamos demasiado enamorados del nuestro. No dejamos espacio para la debilidad: todo en nuestras iglesias debe ser dinámico y excelente. Así que lo planeamos todo al minuto, ensayamos nuestras transiciones y oraciones, buscamos las series, los currículos y los programas más novedosos. Y mientras tanto, Jesús está obrando a través de personas que no tienen nada más que a él.

El sueño de la posmodernidad es vivir en nuestra fortaleza; el sueño de Dios es que vivamos en nuestra debilidad. El uno es completamente opuesto al otro. Pero si realmente deseamos ver a Dios moverse de maneras poderosas y abrazar completamente la vida que Jesús tiene para nosotros, entonces debemos llegar al límite de nuestra capacidad. Como dice Dallas Willard: “La vida cristiana es lo que haces cuando te das cuenta de que no puedes hacer nada”.

Esta ha sido una lección muy dura de aprender para mí. Yo no la hubiera elegido. No obstante, ahora no me puedo imaginar la vida de otro modo. Estoy agradecido por los médicos y las medicinas, y llevo un estilo de vida que contrarreste la ansiedad —mucho tiempo de sueño, ejercicio y luz natural—, pero la lucha nunca se va del todo. Es parte de lo que soy, y parte de mi viaje de fe. Por la gracia de Dios, Jesús se ha hecho más grande y yo más pequeño.

Y por esa razón me uno a Pablo al jactarme de mi debilidad, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Mike Erre es pastor de la Primera Iglesia Evangélica Libre de Fullerton, en California.

Traducción por Noa Alarcón

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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News

Los solicitantes de asilo entran a Estados Unidos agradeciendo a Dios por los milagros

Con el fin de la política “Permanezcan en México” de Donald Trump, nuevas necesidades desafían a los ministerios cristianos que ayudan a los migrantes.

Christianity Today July 13, 2021
John Moore / Getty Images

Cuando la hondureña llegó al apartamento de Alma Ruth en McAllen, Texas, tomó una ducha.

Ella tenía nueve meses de embarazo y era la primera ducha real que se daba en más de un año y medio desde aquel día de 2019 cuando ella, su esposo y su hijo pequeño huyeron de la violencia que se ha desatado en Centroamérica.

Ella dio gracias a Dios por el agua limpia y caliente, y por las personas que la habían ayudado en el camino.

“Dios siempre nos sorprende con sus milagros”, dijo a CT en español. “El resto de mi vida no será suficiente para agradecerle por todos los milagros que ha hecho por mi familia y por mí”.

La mujer, a la que se le permitió entrar a Estados Unidos en marzo, es una de los 68 000 solicitantes de asilo que ahora tienen permiso para esperar sus audiencias judiciales en Estados Unidos, tras la revocación de los “Protocolos de Protección Migratoria” (MPP, por sus siglas en inglés) de Donald Trump por parte del Presidente Joe Biden.

La política MPP del expresidente, mejor conocida como “Permanezcan en México”, fue suspendida en enero. La administración de Biden le puso fin oficialmente en la primera semana de junio, resultando en una victoria para los solicitantes de asilo, (incluida la mujer que se duchó, quién solicitó que no se utilizara su nombre porque su caso de solicitud de asilo sigue pendiente), y para sus defensores, como la dueña de la ducha, Alma Ruth.

Ruth, fundadora y presidenta de Practice Mercy, está preocupada por los nuevos retos que enfrentarán los solicitantes de asilo una vez en los Estados Unidos. “Terminan una vía dolorosa” dijo, “y comienzan otra”.

Los migrantes en el improvisado campo de refugiados en Matamoros, al norte de México, se encontraban en una especie de tierra de nadie, “ni de aquí ni de allá”, con pocos abogados, pocos trabajadores sociales y pocas misiones cristianas y grupos de apoyo que les ayudaran mientras esperaban para solicitar asilo. Ahora, cuando finalmente salen del campamento y entran a Estados Unidos, ¿caerán aún más en las grietas que hay entre los ministerios cristianos?

La necesidad en los campamentos

Originalmente, Ruth se sintió llamada a ejercer el ministerio alrededor del mundo, trabajando en Cuba y Jerusalén. Con nacionalidad mexicana, se trasladó a la ciudad fronteriza de McAllen en 2012 y empezó su trabajo con la comunidad internacional.

Cuando el programa “Permanezcan en México” comenzó en 2019, Ruth pronto se dio cuenta de que la necesidad en su patio trasero era demasiado grande como para ignorarla. Comenzó a visitar los campamentos a medida que aumentaban de tamaño. Ayudaba a las familias a adquirir artículos de primera necesidad y oraba con los muchos cristianos que estaban desesperados por recibir ánimo espiritual.

Según Ruth, la mayoría de los hispanohablantes que buscan asilo son creyentes. Aquellos que viven en los campamentos han empezado a formar sus propias iglesias, reuniéndose en tiendas de campaña. Pero mientras Ruth iba y venía cruzando la frontera, empezó a preguntarse: ¿dónde estaba la iglesia?

A veces las iglesias y los ministerios donaban artículos más grandes e incluso los visitaban, pero en lo que respecta a una presencia cristiana continua en el campamento de Matamoros, dijo Ruth, la participación era escasa. Esta comunidad desordenada y transitoria no parecía encajar en la mayoría de los planes ministeriales.

“Se pueden contar con los dedos las organizaciones religiosas que estuvieron involucradas en ayudar al campo de refugiados de Matamoros”, dijo Ruth. “Muchas oportunidades para tomar fotos, pero personas de fe sirviendo semanalmente… se pueden contar con los dedos”.

Una vez en los Estados Unidos, hay más ministerios cristianos que cuentan con sistemas para ayudar a los inmigrantes y sus familias; se reúnen con ellos en las estaciones de autobuses, los contactan con servicios comunitarios y, en algunos casos, ofreciendo ministerios en su propio idioma. Pero para aquellos que están fuera del país, la ayuda ha sido escasa.

Durante la pandemia por COVID-19, incluso las pocas iglesias que visitaban y las misiones a corto plazo dejaron de asistir. Sin embargo, aquellos que estaban comprometidos con los campamentos continuaron yendo y viniendo a diario, orando, entregando alimentos y realizando monitoreos de salud.

Ruth buscó a mujeres y niños, dando especial atención a las mujeres embarazadas, quienes eran especialmente vulnerables durante la pandemia, el intenso calor del verano, las inundaciones provocadas por el huracán Hanna y las peligrosas condiciones de la tormenta invernal Uri. Una mujer dio a luz fuera del campamento. Otra cruzó el río Grande en un colchón de aire durante el parto y tuvo al bebé en una celda de la patrulla de aduanas y fronteras.

Unas cuantas mujeres fieles

La mujer de Honduras cruzó a Estados Unidos con su esposo y su hijo pequeño a finales del 2019. La joven familia esperaba encontrar seguridad y protección en Estados Unidos y vivir cerca de los familiares de su esposo en Minnesota.

De acuerdo con la ley estadounidense, ellos tenían que estar en el país para solicitar asilo, así que cruzaron la frontera, pero la mujer y su familia fueron enviados de vuelta a México con otros miles de solicitantes de asilo donde se sumaron a una masa de gente apiñada y en constante crecimiento, y se les dijo que esperaran.

“Soportamos hambre, frío, calor y racismo durante mucho tiempo” dijo la mujer. “Sufrimos muchas injusticias”.

La poca ayuda recibida no provenía de organizaciones humanitarias bien financiadas, ministerios internacionales o grandes iglesias estadounidenses, sino de personas que habitualmente permiten que sus vidas sean interrumpidas para colarse en las grietas y puntos ciegos que tiene la iglesia, y van en busca de aquellos que están en riesgo de ser olvidados.

Ruth inició Practice Mercy, una organización cristiana sin ánimo de lucro que le permitió recibir apoyo financiero de las iglesias estadounidenses. Ella dice que la iglesia cristiana debe cambiar su forma de pensar acerca de la forma en que ministra a aquellos atrapados en el caótico sistema de inmigración del país, en el que la planificación y la previsibilidad son un lujo.

Cuando la tormenta de invierno Uri cubrió las templadas ciudades fronterizas de hielo y nieve, Ruth trajo mantas a los migrantes. Cuando la mujer de Honduras quedó embarazada, la “hermana Alma” estuvo allí para ayudar.

“Agradezco a Dios por ponerla en nuestro camino” dijo ella. “Ella fue y continúa siendo un ángel para nosotros”.

Cuando el gobierno de Estados Unidos empezó a trasladar a los solicitantes de asilo a Texas, a principios de año, Ruth comenzó a trabajar para llevarlos a su destino. Las donaciones permitieron que su ministerio cubriera los gastos de alquileres de Airbnb mientras los inmigrantes esperaban los preparativos para su viaje. Ocasionalmente, les permitía ducharse en su apartamento.

“Para muchos de ellos, era la primera vez que tomaban una ducha real en dos años”, dijo Ruth.

Pronto quedó claro que, con la terminación de la política “Permanezcan en México”, habría necesidades adicionales. Los solicitantes de asilo suelen tener familia o amigos que los esperan en una ciudad de destino, pero muchos de ellos son también inmigrantes recientes. Cuando la pandemia devastó el sector de los servicios y la hostelería, muchos de los recién llegados se encontraron en situaciones financieras precarias.

Pocos podían permitirse pagar un viaje en avión o en autobús para toda una familia que necesitaba trasladarse de Texas a Minnesota o a cualquier otro lugar de Estados Unidos, dijo Ruth. “Nos dimos cuenta de que esas redes de apoyo son extremadamente frágiles”.

En las redes sociales, Practice Mercy empezó a difundir peticiones de ayuda en las ciudades estadounidenses de destino de las mujeres y los niños solicitantes de asilo. Ruth pedía ayuda para el viaje de los migrantes, y también que se les brindara apoyo una vez que llegaran.

Cuando a la mujer embarazada de Honduras se le permitió volver a entrar a Estados Unidos en marzo, Ruth se enteró de que estaba a punto de tener a su bebé y que necesitaría un apoyo real, no solo una comida, o un traslado a un albergue. Ruth acogió a la familia en su apartamento y empezó a trabajar para que llegaran a su destino en Minnesota lo antes posible.

Esta vez, Ruth no confió en Instagram, sino que llamó a una colaboradora, Melissa Carey, quien casualmente vivía en la zona de las Twin Cities [Las ciudades gemelas de Minneapolis y Saint Paul].

“Como creyente, estás llamado”

Carey emigró de Perú con su familia a los 10 años. Ella recuerda la sensación de nerviosismo que conlleva recibir el estatus legal temporal. Ella y sus hermanos no se inscribieron en los programas de almuerzo gratuito en la escuela, incluso cuando tenían hambre, porque temían que de alguna manera esto fuera contrario a los términos de su visa.

“Cuando lo has experimentado tú mismo, conoces ese pavor de intentar hacerlo todo bien para que no te echen”, dijo Carey. “Eso controla tu vida”.

Mantener su cabeza agachada es ahora su segunda naturaleza, pero cuando Carey se convirtió en ciudadana hace 11 años, se sintió obligada a defender a aquellos que viven con miedo.

“Como creyente”, dijo ella, “estás llamado a ser la voz de los que no tienen voz”.

Ella comenzó a trabajar como voluntaria y se involucró en una campaña para que los migrantes indocumentados pudieran obtener permisos para conducir. Descubrió que, como cristiana con muchos valores conservadores, podía hablar con algunos legisladores de una manera que otros no podían, y pronto empezó a trabajar con el movimiento de inmigrantes de Minnesota.

Carey, voluntaria y también madre a tiempo completo, ha encontrado un nuevo nicho ayudando a las personas en crisis. Ella responde con regularidad a llamadas de emergencia, ayudando a familias a conseguir comida o refugio para pasar la noche, mientras se pone en contacto con una red de comunidades religiosas para ver si es posible conseguir un apoyo a largo plazo. Cuanta más gente ayuda, más probable será que reciba la siguiente llamada.

Las emergencias de inmigración no se producen según un calendario, explicó. No hay una base de datos de necesidades y oportunidades regulares que alguien pueda consultar cuando le resulte conveniente. Por el contrario, aquellos que están comprometidos a ayudar deben estar disponibles en todo momento. Tienen que ser constantes en medio de la inconsistencia.

“Debes tomar la decisión de involucrarte en una comunidad y acudir a ellos continuamente”, dijo Carey. “Gran parte del servicio y la ayuda consiste en tener comunión con tus vecinos”.

En marzo, una de esas llamadas de emergencia fue de Ruth, a quien Carey había estado siguiendo y apoyando desde lejos. Ruth le contó a Carey de la mujer embarazada y su familia, y Carey comenzó a buscar ayuda. Llamó a la iglesia Faith City en Saint Paul para ver si ellos podrían cubrir los gastos de los vuelos. Aceptaron hacerlo, y además se comprometieron a seguir apoyando a la familia mientras se instalaba.

Llevó más tiempo encontrar parteras que hablaran español y pudieran brindar a la mujer la atención que necesitaba después de haber pasado todo su embarazo en un campo de refugiados improvisado sin atención prenatal. A Carey no le bastó con encontrar a alguien que le hiciera una revisión médica, dijo. “Ella necesitaba que la cuidaran”.

Carey estableció una conexión justo a tiempo para que las parteras guiaran a la mujer hondureña en un parto difícil que habría sido peligroso tanto para la madre como para el niño sin la experiencia y los conocimientos de las parteras.

“Nosotros, los privilegiados, no nos damos cuenta de los recursos que tenemos”, dijo Carey.

Preocupados por el futuro

Madre e hijo están sanos y salvos, y viven en Minnesota mientras esperan a que el gobierno escuche sus argumentos acerca de por qué no sería seguro para ellos regresar a Honduras.

Los campamentos de larga duración a lo largo de la frontera se han desocupado en su mayor parte, pero siguen existiendo campamentos más pequeños, así como refugios llenos de personas que esperan entrar mientras el gobierno de Biden intenta regular los procedimientos de entrada, que hasta ahora han sido irregulares. La solicitud de asilo es también una parte habitual de la frontera sur de Estados Unidos, y las personas más necesitadas seguirán subiendo a los aviones y autobuses que salen de McAllen, El Paso, San Diego y otras ciudades para empezar una nueva vida en el país.

Ruth y Carey afirman que la iglesia debe desempeñar un papel más activo tanto en las crisis agudas como en el caos a largo plazo del proceso de asilo, donde los retrasos en los tribunales y las prácticas de detención mantienen a las familias en un limbo de desconexión durante años.

Dicen que aquellos que quieran participar en el ministerio a los “más pequeños” tienen que ser flexibles y fieles, próximos y consistentes, conscientes de las necesidades y recursos de la comunidad, y dispuestos a hacer llamadas solicitando ayuda.

Para la mujer embarazada, bastaron unos cuantos cristianos fieles para marcar la diferencia.

“Doy gracias a Dios por las hermosas personas que nos han ayudado tanto y siguen haciéndolo”, dijo. “Dios siempre nos sorprende”.

Traducción por María Stephania Vélez

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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