¿Estamos perdiendo de vista el punto de Mateo 18?

Se trata de mucho más que la disciplina de la iglesia. Se trata de una comunidad floreciente.

Christianity Today July 11, 2022
Illustration by Duncan Robertson

Un pastor se entera de que un hombre casado que forma parte de un grupo de estudio bíblico está teniendo una relación extramarital con una mujer casada dentro del mismo grupo. Los detalles apenas comienzan a salir a la luz. Según las Escrituras, ¿cómo debe abordar esto el pastor?

O imagine esto: un copastor en una iglesia recién plantada se comporta cada vez de forma más errática. Está mostrando signos de narcisismo clásico, dejando una estela de personas dañadas que han tenido que enfrentar el despotismo de su liderazgo. ¿Cómo debería manejar esto el otro copastor?

O pensemos en algo más sencillo: dos estudiantes de secundaria en el grupo de jóvenes comenzaron a mostrar interés romántico el uno por el otro. Los padres del niño estaban ansiosos por la situación, por lo que trabajaron duro para apagar la relación. Como resultado, los padres de la niña quedaron heridos y molestos. Ahora hay una tensión creciente entre los padres, y las acusaciones surgen de ambos lados. El pastor es llamado para negociar. ¿Qué pasos debe tomar?

Aquellos que han estado en el ministerio por algún tiempo no necesitan mucha imaginación para reconocer estos escenarios: la mayoría de los pastores han experimentado alguna versión de estas circunstancias. Las variedades de pecado son infinitas, pero también predecibles. No son solo los pobres a los que siempre tendremos con nosotros, como Jesús nos recuerda, sino también a seres humanos que hacen cosas malas, incluidos los cristianos.

¿Cuestión de disciplina?

Durante los últimos 25 años, he tenido el privilegio de servir como pastor y profesor, y actualmente como ambos a la vez. En mi experiencia, es mucho más difícil ser pastor que profesor, en gran parte debido a la complejidad de las relaciones interpersonales en la iglesia.

Aunque los conflictos van y vienen en una congregación, nunca desaparecen para siempre. Tan solo en el último año, puedo recordar múltiples casos de sentimientos heridos, malentendidos, ansiedad explosiva y conflicto entre cristianos en nuestra iglesia; incluso entre el personal. He sido llamado para ayudar en algunas situaciones, he estado al tanto de otras, y me he visto personalmente involucrado y afectado por algunas.

No debería sorprenderme. No debería sorprendernos. Esta es la vida real y normal que vivimos juntos dentro de la iglesia de Cristo. Nuestras vidas en convivencia están en conflicto constante porque somos seres humanos limitados y quebrantados, pero aun así debemos vivir en comunidad.

A lo largo de la historia, la iglesia ha utilizado una serie de enfoques para abordar este tipo de situaciones, que han incluido reacciones radicalmente distintas tales como la excomunión, el encubrimiento destructivo, y procesos de mediación y restauración. En muchas iglesias de los Estados Unidos hoy en día se pone gran énfasis en la necesidad de «disciplina de la iglesia» para tratar con el pecado y sus efectos. Para proteger la pureza de la iglesia, se establecen procedimientos disciplinarios para abordar el pecado atroz o continuo.

Un pasaje clave es fundamental en la mayoría de las enseñanzas sobre la disciplina de la iglesia: Mateo 18:15-20. Estos versículos se han convertido en el texto de referencia acerca de la disciplina en la iglesia. Se utilizan como la estrella polar y como el mapa que guía a los pastores en los pasos necesarios para manejar los casos de fracaso moral. Esto es comprensible y no está completamente equivocado.

Pero una lectura cuidadosa de Mateo 18 nos da una visión diferente de lo que Jesús está enseñando en estos versículos. En lugar de ver este pasaje estrictamente en términos de disciplina, podemos verlo como parte de las instrucciones prácticas y constructivas que Jesús nos da para guiar los conflictos que enfrentamos todos los días mientras vivimos en comunidad cristiana. Más que de manejar los problemas de la iglesia, Mateo 18 se trata de crear comunidades florecientes.

El gran libro del discipulado

Hay una frase popular en inglés que dice: «El contexto es rey». A mi hijo le gusta bromear diciendo: «El contexto es rey, pero Jesús es Señor». El viejo tópico de la necesidad del contexto literario es cierto cuando se trata de entender Mateo 18. Este famoso capítulo no es el único de ese libro. Es solo una parte de lo que muchos eruditos consideran el libro mejor estructurado de toda la Biblia: el Evangelio según Mateo.

Una de las muchas razones por las que Mateo ha estado durante mucho tiempo a la cabeza del canon del Nuevo Testamento es porque proporciona un programa claro y poderoso para convertir a las personas en seguidores de Jesús. Mateo es el gran libro del discipulado. Y lo es gracias a su estructura literaria sofisticada que está claramente diseñada con el objetivo de formar discípulos.

En el mundo antiguo, la gente escribía biografías de grandes maestros y filósofos para elogiar sus enseñanzas y los modelos de sus vidas. Esto es, en esencia, lo que son nuestros Evangelios: narraciones salpicadas con discursos de enseñanza que invitan a las personas a convertirse en discípulos de Jesús.

Para lograr su objetivo de hacer discípulos, Mateo agrupa la mayor parte de la enseñanza de Jesús en cinco bloques principales de instrucción (capítulos 5–7, 10, 13, 18 y 23–25). Cada uno de estos famosos discursos está organizado en torno a un tema, proporcionando lecciones para formar discípulos que son fáciles de memorizar. El objetivo de Jesús a través de sus enseñanzas es dar un nuevo entrenamiento a las sensibilidades, los amores, los hábitos, los comportamientos y los pensamientos de sus seguidores para transformarlos conforme al reino venidero de Dios revelado a través de Él mismo. Esto es lo que significa ser un discípulo: tomar sobre nosotros el yugo de la sabiduría de Jesús y aprender su manera muy diferente de habitar el mundo (11:25-30).

Cuando reconocemos que Mateo 18 es solo una parte de las instrucciones del Evangelio para hacer discípulos y que el objetivo general del libro es la formación de discípulos, podemos leer los dichos de Jesús en el capítulo 18 con mayor claridad. Aunque disciplinar a los miembros de la iglesia que han errado puede ser una aplicación de las instrucciones de Jesús, esta lectura es limitada en el mejor de los casos y potencialmente equivocada. Lo más importante que hay que entender acerca de Mateo 18:15–20 es que no es principalmente un manual de instrucciones para la disciplina de la iglesia, sino una pequeña parte de un programa más amplio y constructivo destinado a moldear la forma en que los discípulos cristianos viven en comunidad.

Un código para el hogar

Mi erudito y muy paternal tío siempre bromeaba diciendo que el día en que se usa una palabra alemana no es un día desperdiciado. Aquí hay una buena, de la mente del mismo Martín Lutero, que describe acertadamente el propósito de Mateo en los capítulos 18-20: haustafel, o «código para el hogar». Un código doméstico da instrucciones sobre cómo los diversos miembros de una unidad familiar más grande deben relacionarse entre sí y qué actitudes deben valorarse y practicarse. Otros ejemplos bíblicos de un código doméstico incluyen Efesios 5:22–6:9 y Colosenses 3:18–4:1.

Mateo 18–20 cumple el mismo propósito para el «hogar» o la «familia» de la iglesia, es decir, para el pueblo de Dios recién formado en Jesucristo. Explora una variedad de situaciones interpersonales para instruir al pueblo de Cristo sobre a quién y qué deben honrar. En esta sección, vemos el valor de los niños y los vulnerables (18:1-14; 19:13-15), la importancia de que los hermanos y hermanas cristianos se perdonen mutuamente (18:15-35), la alta estima de Dios por el matrimonio (19:1-12), y la exaltación de aquellos que siguen el camino del sufrimiento de Cristo sobre aquellos que son ricos y tienen solo una apariencia de justicia (19:16-30).

En conjunto, estos capítulos brindan una visión de una nueva forma de habitar el mundo juntos, explicada a través de descripciones de cómo deberían ser nuestras relaciones. Este es el contexto integrado de Mateo 18:15-20, y lo perdemos de vista cuando vemos unos cuantos versículos de forma aislada. La enseñanza de Jesús aquí es solo un ejemplo del tenor único que tienen las relaciones dentro de la iglesia de Cristo.

La marca principal

Este texto de supuesta «disciplina de la iglesia» es realmente parte del gran tema del perdón como la marca principal de la comunidad cristiana. La exhortación ética central en Mateo es el llamado a ser misericordioso. Al modelar la acción misericordiosa (como la misericordia mostrada a María por José en 1:19) y a través de las enseñanzas directas de Jesús, Mateo enfatiza los llamados de Jesús para que sus discípulos sean personas misericordiosas.

Mostrar misericordia es una virtud que tiene dos caras: compasión misericordiosa hacia los necesitados (6:2-4; 9:12-13; 12:7) y perdón misericordioso hacia quienes nos han agraviado (5:7, 9; 6: 14-15; 18:21-35). Y este segundo sentido de misericordia es el marcador principal que indica quiénes son los seguidores de Cristo y quiénes no. De hecho, la falta de perdón es una de las razones por las que algunos pueden ser expulsados ​​de la iglesia siguiendo los pasos descritos en 18:15-20, porque no están dispuestos a reconciliarse con otro creyente, a pesar de la exhortación del cuerpo de la iglesia a hacerlo.

Este tema de la misericordia como perdón se enfatiza doblemente en la larga parábola que Jesús relata inmediatamente después de 18:15-20. La parábola del siervo que no perdona (en los vv. 21-35) es una de las enseñanzas más convincentes y enérgicas de Jesús. Ilustra y pone de relieve la enseñanza central: los cristianos deben perdonarse unos a otros.

No es que Mateo 18:15-20 no aborde formas prácticas de lidiar con el pecado en la comunidad cristiana, lo hace. Pero cuando ampliamos nuestra lectura para abarcar todo el contexto, vemos que la disciplina no es el enfoque principal, sino crecer como una comunidad caracterizada por la misericordia y la gracia de Cristo.

El juego interminable

A lo largo de Mateo 18–20, también vemos la realidad persistente e inevitable del conflicto dentro de la comunidad cristiana. Este pasaje crea expectativas apropiadas para nuestra conflictiva vida juntos. Las instrucciones de Jesús son necesarias debido a que los humanos por naturaleza actúan mal: desprecian a los niños, causan daño a los vulnerables, se divorcian sin razón, pelean por quién es el mayor y, lo más importante, pecan unos contra otros y no se perdonan.

Es importante notar que Jesús no indica conmoción o sorpresa en estas situaciones. Tampoco espera que no sucedan. Más bien, Jesús sabe que esta es la experiencia humana normal y, por lo tanto, la experiencia cristiana normal en comunidad.

Una comunidad floreciente no es una comunidad libre de conflictos, sino una en la que los cristianos valoran y practican la manera muy distinta en que Jesús les enseñó a vivir en el mundo. Y este es el propósito principal y la meta de hacer discípulos en Mateo 18:15-20.

Salud en el contexto de la iglesia no significa falta de conflicto. La salud de la iglesia luce como un grupo de cristianos que manejan colectivamente el conflicto como un asunto serio con el objetivo de la reconciliación. Este es el camino de Cristo.

Así, los pastores pueden aprender a tomar el conflicto como un hecho dado e inevitable. Como todos sabemos bien, tarde o temprano ocurrirán situaciones que necesitarán la sabiduría de Mateo 18–20. La función de estos textos es normalizar tales experiencias dentro de una comunidad eclesial y dar pasos prácticos para vivir juntos en el camino del amor. Este principio rector se aplica tanto a la relación adúltera, como al pastor narcisista y a los padres en conflicto.

Como pastores, estamos llamados a jugar el juego interminable de enseñar al pueblo de Cristo lo que Él valora en Mateo 18–20. Cuando ocurren conflictos y fallas morales de todo tipo, las cuales sabemos que ocurrirán, no debemos sorprendernos. En cambio, podemos ver estas situaciones como una oportunidad para enseñar el camino de Cristo.

Un pastor puede utilizar los pasos que Jesús enseñó y que están orientados a fortalecer la comunidad y a buscar la reconciliación en las relaciones. Al hacerlo, ayudamos a las personas a crecer como una hermosa comunidad alternativa. Modelamos su forma de vivir en el mundo, sirviendo como la luz que alumbra en las tinieblas.

Jonathan T. Pennington es profesor de Nuevo Testamento en Southern Seminary y pastor de formación espiritual en Sojourn East Church en Louisville, Kentucky. Es autor de varios libros, entre ellos Jesus the Great Philosopher.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Church Life

Falacia: Los occidentales deben liderar las misiones en el resto del mundo

Es responsabilidad de la iglesia global llevar el evangelio a todo el mundo.

Christianity Today July 11, 2022
Ilustración por Jared Boggess / Source Images: NSA Digital Archive / Volody Myrzakharov / Getty

Después del horror de la Segunda Guerra Mundial, la actitud a nivel global con respecto a las cuestiones raciales comenzó a cambiar radicalmente, y líderes tanto seculares como religiosos hicieron un llamado para defender los derechos civiles, así como para poner fin al dominio de la raza blanca. Aunque los historiadores suelen relatar el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos con escasa referencia a los acontecimientos en el resto del mundo, los líderes religiosos y laicos de la época entendieron los derechos civiles estadounidenses como parte de una iniciativa más amplia contra el racismo a nivel mundial.

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La ideología de la superioridad étnica tuvo una fuerte presencia en todo el mundo occidental, y el dominio blanco en las colonias era considerado una expresión de la visión racista del mundo. En 1942, un grupo de líderes protestantes comenzó a reclamar la igualdad «de otras razas en nuestra propia tierra y en otras» [enlaces en inglés]. En 1947, dos años después del fin de la guerra, el teólogo luterano Otto Frederick Nolde elaboró una serie de ensayos en los que abogaba por la igualdad racial en el mundo e instaba a la Iglesia a liderar la causa:

El evangelio cristiano concierne a todos los hombres, independientemente de su raza, lengua o color de piel. (…) No existe ningún argumento cristiano que apoye la supuesta superioridad intrínseca de una raza por sobre las demás. Los derechos de todos los pueblos de todas las tierras deben ser reconocidos y salvaguardados. La cooperación internacional es necesaria para crear las condiciones en las que estas libertades puedan hacerse realidad.

El llamado a la igualdad racial formaba parte de un movimiento mundial que exigía la libertad para «todos los pueblos de todas las tierras». En 1948, la comunidad global adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), un acontecimiento decisivo en la batalla global contra el racismo. Los misioneros protestantes estadounidenses ejercieron una gran influencia en el lenguaje de la DUDH y se convirtieron en firmes defensores de la libertad religiosa, así como de los derechos humanos a nivel global. La actitud había comenzado a cambiar en el mundo occidental y los misioneros estaban ayudando a liderar el camino. W. E. B. Du Bois, quien quizás es más conocido como activista de los derechos civiles en Estados Unidos, es considerado más bien como una voz profética que reclamaba el fin del racismo global y la opresión por parte de la raza blanca. A pesar de que era ateo, Du Bois trabajó junto a los misioneros occidentales en la adopción de la DUDH en 1948 y expresó su creencia de que los misioneros occidentales tenían un importante papel que desempeñar para poner fin al racismo mundial.

Sin embargo, el racismo siguió siendo un pecado aceptable después de la Segunda Guerra Mundial, incluso entre muchos cristianos evangélicos. El problema de la segregación racial continuó siendo un problema entre algunas sociedades misioneras cristianas durante la primera mitad del siglo XX.

Durante mis estudios de doctorado, examiné la organización que se convirtió en la mayor agencia misionera protestante de ese siglo en el continente africano. En la década de 1950, la organización se vio inmersa en una gran confusión sobre cómo abordar la cuestión de la integración racial. Los ejecutivos se resistieron a la sugerencia por parte de algunos de sus misioneros de aceptar a los «evangélicos de color» como miembros de pleno derecho de la comunidad misionera. Los funcionarios de la oficina central se preguntaban en voz alta (sobre todo en reuniones a puerta cerrada) cómo abordarían la cuestión de la igualdad de remuneración, así como los problemas que surgirían cuando los hijos de los misioneros negros estadounidenses quisieran asistir a la escuela con los hijos de sus colegas blancos. Las autoridades misioneras sugirieron que tal vez podrían crear estaciones misioneras separadas que «fueran atendidas enteramente por personas negras» en África.

De este modo, algunos misioneros estaban trabajando para lograr un cambio en las actitudes racistas en el extranjero, mientras que otros se enfrentaban a ese tipo de actitudes en sus propias filas. Sin embargo, pude notar algo más mientras estudiaba incansablemente aquellos polvorientos archivos: esas mismas actitudes cambiantes sobre los derechos humanos en el mundo y el dominio de la raza blanca se convirtieron en una crisis para algunos misioneros y sociedades misioneras, aun cuando intentaban seguir centrados en su labor principal que era la proclamación del Evangelio.

Por ejemplo, la obra misionera con la que más me familiaricé se vio obligada a reubicarse debido al aumento del nacionalismo y cierta aprehensión en contra de las personas de raza blanca en la década de 1950, durante la Rebelión del Mau Mau (alrededor de 1952–56). Los cambios que se produjeron en el continente africano crearon una presión política para «africanizar» todas las esferas de la sociedad, incluida la iglesia. En la década que siguió a la independencia de Kenia de Gran Bretaña (el proceso comenzó aproximadamente en 1958 y la independencia se anunció en 1963), la obra misionera —cuyo personal estaba conformado únicamente por personas de raza blanca— se resistió inicialmente a la presión de los líderes eclesiásticos africanos a fin de que traspasaran pacíficamente sus propiedades y su poder. A pesar de recibir garantías de lo contrario, los misioneros temían que se les presionara a abandonar el país, lo cual pondría fin a su labor.

La obra misionera finalmente renunció a su autoridad en la década de 1970 después de que los líderes de la iglesia africana amenazaran con una toma de posesión hostil, aunque no fue sino hasta 1980 que se produjo un traspaso completo debido a las exigencias de un incansable obispo de la iglesia africana, que se cansó de lo que llamó una «mentalidad de la estaciones misioneras». (Se refería al hecho de que los misioneros no se «integraran» plenamente en la iglesia africana). El control extranjero por parte de las personas de raza blanca —ya sea de las sociedades misioneras, de la iglesia o del país— no iba en sintonía con la época. Incluso las organizaciones misioneras que no habían asimilado del todo los cambios que trajo la descolonización se vieron obligadas a adaptarse.

Es importante que los cristianos occidentales que participan en las misiones mundiales comprendan que la supremacía blanca en todas sus formas ha sido rechazada por el mundo no occidental. A finales del siglo XX, los misioneros que servían en el mundo no occidental eran muy conscientes de este estado de ánimo global. En todo el continente africano, durante la segunda mitad del siglo XX, las colonias se rebelaron contra sus amos occidentales, animadas por la lucha por la libertad humana y el fin del racismo global. A medida que las antiguas colonias se independizaban, los misioneros occidentales de diversas denominaciones, tanto católicos como protestantes, se vieron obligados a renunciar a la autoridad eclesiástica.

La transición «de misión a iglesia» (denominada «devolución») en varias denominaciones fue a menudo tensa y desigual. Las voces progresistas dentro de los círculos misioneros exigían la devolución lo antes posible. Max Warren (1904–77), que fue vicario de la iglesia Holy Trinity, en Cambridge, de 1936 a 1942, y secretario general de la Church Missionary Society de 1942 a 1963, fue especialmente persuasivo a la hora de convencer a la comunidad misionera mundial de que se ajustara a los cambios que se estaban produciendo en el mundo durante el proceso de descolonización.

En la mayoría de los casos, los misioneros y las sociedades misioneras respondieron con presteza, preparando a los líderes locales para ocupar puestos de autoridad lo antes posible, a menudo debido a la preocupación de que se vieran obligados a abandonar el país por los nuevos regímenes gubernamentales que podrían ser hostiles con los occidentales (como sucedió en China en 1949 y en el Congo Belga en 1960).

En las nuevas naciones independientes en las que las sociedades misioneras recibieron autorización para continuar su labor, los misioneros a veces se sentían obligados a ceder el control eclesial por temor a ser percibidos como antigubernamentales o incluso racistas. Las condiciones en Sudáfrica eran aún más complejas, ya que la Iglesia y el Estado a menudo traslapaban sus funciones en las esferas pública y privada, y las tensiones raciales continuaron mucho más allá del fin del apartheid (1994), extendiéndose hasta la actualidad. Para el año 1950, en China e India la mayoría de los misioneros occidentales ya habían sido presionados para regresar a su país de origen debido a la actitud antioccidental, y las sociedades misioneras no tuvieron más remedio que ceder la dirección de la iglesia a los líderes nativos. En América Latina, aunque las naciones habían gozado de la libertad política por más de cien años, a mediados del siglo XX las frustraciones aumentaron a causa del elitismo demostrado por la jerarquía eclesiástica.

Los líderes cristianos, tanto católicos como protestantes, expresaron su solidaridad con los pobres y los oprimidos mediante la adopción de la teología de la liberación entre los años 1950 y 1990. Esta forma de teología, basada en la historia del libro de Éxodo, sostenía que Dios está obrando para cumplir la misión de liberar a su pueblo, no solo espiritual, sino también políticamente. La retórica de la teología de la liberación era a menudo antioccidental, y algunas de las críticas de los teólogos de la liberación eran dirigidas en contra de los misioneros occidentales, puesto que los percibían como neocolonialistas. Desde la década de 1940 hasta la de 1990, las sociedades misioneras occidentales se vieron presionadas a adaptarse a los rápidos cambios que estaban teniendo lugar en el mundo a su alrededor. El «dominio blanco» en todas sus formas estaba siendo rechazado en África, Asia y América Latina.

Durante mi año sabático en Kenia en 2006, aprendí sobre el crecimiento del cristianismo en el mundo no occidental, y también sobre las actitudes de los cristianos no occidentales hacia los misioneros occidentales. Un proyecto de investigación que llevé a cabo durante mi estancia en Kenia demostró que los africanos no solo estaban resentidos por el legado de control y racismo de Occidente (esto no me sorprendió), sino que también creían que las sociedades misioneras habían mostrado actitudes de superioridad cultural y racial. Muchos africanos creían que la reticencia de los misioneros occidentales a brindar una preparación ministerial adecuada a los líderes locales había puesto de manifiesto una presunción de superioridad racial y cultural.

Mientras daba clases en el departamento de historia de la iglesia en la Evangelical School of Theology de Nairobi ese año, un pastor de Ukambani (cerca de Machakos, Kenia) pasó por mi casa una noche para entregar una copia de la obra maestra literaria Muntu, de Joe de Graft. La obra africana fue puesta en escena en 1975 en la reunión del Consejo Mundial de Iglesias en Nairobi y en la actualidad es considerada un clásico de la literatura africana.

En la obra, el Pueblo del Agua llega al lugar donde los hijos de África se están peleando entre sí sobre cómo gobernar sus propios asuntos. El primer «Hombre del Agua» es un misionero cristiano que ha llegado a África para hacer conversos, el segundo es un comerciante que establece una tienda de compra y venta, el tercero es un colono blanco en busca de tierras, y el cuarto es un administrador colonial con planes de construir una vía de ferrocarril para exportar oro.

Los Hombres del Agua blandían mosquetes, e incluso el misionero demostró ser un excelente tirador. El pastor africano que me entregó la obra me explicó que la obra de Graft me ayudaría a entender la mentalidad de muchos africanos, especialmente de los que tenían estudios universitarios. Los cristianos africanos, según aprendería después, recuerdan que el misionero occidental había llegado junto con el invasor, el comerciante y el administrador colonial, a menudo en los mismos barcos. Los cristianos más perspicaces, me informó este pastor, interpretaban que el misionero tenía otros objetivos. Sin embargo, continuó, era importante que entendiera que había surgido una nueva generación de líderes africanos que no estaban dispuestos a tolerar nada que se pareciera a la superioridad occidental. Lo que este pastor intentaba mostrarme era que el fin del dominio blanco en las naciones no occidentales significaba también el fin de cualquier atisbo de dominio blanco en la iglesia africana.

Los cristianos de África, Asia y América Latina quieren (y merecen) trabajar con la iglesia del mundo occidental como iguales en el Evangelio por la causa de las misiones globales. Los líderes de las iglesias del mundo no occidental son muy conscientes de la historia de subyugación que ellos y sus antepasados han sufrido. No quieren que la iglesia occidental los ignore, los pase por alto, los desprecie o los trate con condescendencia, ni que llegue a su país a realizar el trabajo de forma independiente, como si no existiera ya una iglesia africana, asiática o latinoamericana. Quieren que la iglesia occidental sirva junto con ellos compartiendo el mismo testimonio. También desean ser reconocidos, respetados y escuchados por los líderes de la iglesia occidental. Quieren que los cristianos occidentales entiendan primero sus necesidades y luego vengan a servir junto a ellos.

Es fácil confundir la hospitalidad ofrecida por los pueblos del mundo no occidental a los visitantes occidentales con un servilismo voluntario. Sin embargo, resulta fundamental comprender que la actitud hacia los norteamericanos y los europeos ha cambiado durante el siglo XX, y que incluso los anfitriones hospitalarios son conscientes de la larga historia de superioridad cultural y racial.

El obispo Oscar Muriu es un influyente líder cristiano en el continente africano que también se ha convertido en mi amigo personal. He recibido su amable hospitalidad en muchas ocasiones, y ha sido huésped en mi casa en más de una ocasión. Hemos tenido muchas discusiones francas durante buenas comidas. En un intercambio reciente, le pedí su consejo sobre un asunto relacionado con las misiones, y opinó (otra vez) sobre «todos los blancos de Occidente… que sueñan [con las misiones] en los otros dos tercios del mundo».

Nuestros hermanos quieren que los occidentales nos involucremos en la obra misionera, pero no quieren ser ignorados, ¡especialmente si estamos planeando iniciativas misioneras en su propio territorio! Como dijo el activista y fotoperiodista keniano Boniface Mwangi en un artículo de opinión publicado en 2015 en The New York Times: «Si quieres venir a ayudarme, primero pregúntame qué es lo que quiero… luego podemos trabajar juntos». La «carga del hombre blanco» no es salvar al mundo; más bien, es responsabilidad de toda la iglesia llevar todo el evangelio a todo el mundo.

Adaptado de World Christianity and the Unfinished Task, por F. Lionel Young III. Utilizado con permiso de Wipf and Stock Publishers, www.wipfandstock.com.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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News

La esposa del pastor: consejos básicos para encontrar el balance entre el ministerio y la salud

Guardar ciertos límites y precauciones es esencial para que el ministerio prospere.

Christianity Today July 8, 2022
Pearl/ Lightstock

Este artículo es una versión revisada y corregida de la traducción publicada en marzo de 2017.

Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Es más rápida que una bala, capaz de brincar edificios altos de un solo salto. Ella representa la verdad, la justicia y el modelo de vida al que debemos aspirar. ¿Saben a quién me refiero?

Como declara Proverbios 31: «¡Levanta la voz por los que no tienen voz! ¡Defiende los derechos de los desposeídos! ¡Levanta la voz, y hazles justicia! ¡Defiende a los pobres y necesitados!» (vv. 8-9, NVI). Ella es la compañera de vida de un solo hombre: su marido. Ella es el pilar de su familia y el corazón de su iglesia. Esta mujer intrigante y llena de gracia no es una heroína con superpoderes. Esta mujer es la esposa del pastor.

La esposa del pastor desempeña muchos papeles en su vida diaria, y lo hace con destreza como si estuviera haciendo girar platos chinos sin perder el ritmo. Su esposo, su familia, su congregación, su trabajo y su comunidad dependen de ella cada semana para satisfacer necesidades, consolar corazones rotos, sanar rodillas heridas, orientar a futuros líderes, y debe hacerlo todo con la sonrisa y la fuerza de una mujer biónica.

Cada año que pasa, los deberes del pastor se vuelven más complejos y desafiantes, y la participación de su esposa en el ministerio también puede llegar a extenderse al punto de hacerla perder el balance en las otras áreas de su vida.

Si la esposa del pastor no mantiene en equilibrio las cuatro áreas principales de su vida, será más susceptible de caer en el desánimo, la depresión, la frustración, e incluso en la enfermedad.

Las esposas de los pastores deben guardar ciertos límites y precauciones para asegurarse de mantener un equilibrio saludable dentro del ministerio, así como en los cuatro ámbitos de su vida personal: espiritual, mental, físico y emocional.

La vida espiritual de la esposa del pastor puede tornarse complicada, puesto que las líneas pueden parecer borrosas y es fácil que llegue a pensar que el ministerio es la principal prioridad. Sin embargo, su prioridad debe ser siempre su relación personal con Jesucristo, seguido del tiempo que dedica al estudio de la Biblia, la oración y la meditación.

La esposa del pastor no debe confundir el ministerio con el crecimiento personal en la fe, la aplicación y la devoción. Debe pasar tiempo cada día en la Palabra de Dios meditando y alimentándose de su verdad y de sus promesas para su vida personal. Ella debe comunicarse con el Señor en oración durante todo el día para mantener encendida la llama de la fe, e incluso hacerla crecer. Pasar tiempo en oración con su esposo también es crucial y fundamental, tanto para su matrimonio como para su ministerio. Es necesario orar por protección diaria para su esposo y su familia, así como mantener la disciplina del ayuno y la oración. Al permitir que su espíritu sea alimentado diariamente por la Palabra de Dios y fortalecido por el Espíritu Santo, no se sentirá sola en sus múltiples tareas ministeriales.

La esposa del pastor debe procurar cuidar su salud mental en todo momento. Muchas veces está expuesta a las opiniones negativas y las expectativas poco realistas de otros. A veces puede sentirse desamparada cuando permite que su mente se llene con pensamientos y sentimientos negativos sin comentarlo con nadie —pensando que esto es una parte normal de su papel como ayuda idónea para su marido—. El enemigo ataca principalmente por medio de amenazas y acusaciones que comienzan en nuestros pensamientos. Cuando dejamos que nuestras mentes vaguen por el camino que requiere menos resistencia —el negativo— podemos deslizarnos fácilmente hacia el abismo de las heridas pasadas, las penas y las oportunidades perdidas. Sin darnos cuenta, nuestras mentes nos llevan a lugares que nunca pensamos ir. Si permitimos que nuestras mentes piensen carnalmente y sin restricciones, nos llevarán de viaje por mares de arrepentimiento y decepción. Romanos 12:1-2 afirma que debemos ser «transformados mediante la renovación de [nuestra] mente».

La renovación mental cada día —y en ocasiones, a cada hora— es esencial para mantener pensamientos saludables y evitar que surjan actitudes negativas que nos derrumben. La esposa del pastor también necesita, al igual que todos, tener una persona de confianza a quien rendirle cuentas, de tal forma que pueda mantener sus pensamientos puros y su mente centrada en el Señor y en su verdad.

La esposa del pastor también debe cuidar de su vida emocional. Esta área de su vida es especialmente sensible porque las mujeres somos seres emocionales. Las mujeres fuimos creadas para nutrir, amar y expresar nuestros sentimientos. A veces nos desviamos debido a experiencias del pasado, abuso emocional, sentimientos de insuficiencia o falta de autoestima. Es imperativo cuidar y prestar atención a nuestras emociones para no reaccionar de una forma inadecuada a los ojos del Señor o de nuestros esposos. Algunas preguntas que toda esposa de pastor debe considerar: ¿Eres una esposa que crea conflictos con facilidad y se preocupa por todo? ¿Eres el común denominador de la disensión y el conflicto en tu hogar? ¿O eres una esposa que brinda ayuda y apoyo? ¿Estás construyendo tu hogar por la gracia de Dios para que, bajo la dirección de tu esposo, sea un testimonio para la gloria de Cristo? ¿O estás destruyendo tu hogar con tus propias manos a causa de tu necedad, como dice Proverbios 14:1?

Si eres esposa de un pastor y necesitas ayuda en esta área, busca a una mujer cristiana como mentora que te pueda instruir sobre lo que enseña Tito 2 sobre la estabilidad emocional necesaria para desempeñar bien tu papel. La salud emocional es muy importante para quien brinda apoyo o consejería a otras mujeres en la iglesia. Es importante recordar que para aconsejar a otros debes tener estabilidad emocional tú misma. Tu mentora puede mantenerte emocionalmente fundamentada en la Palabra de Dios y mostrarte aquellos puntos ciegos que no puedes ver por ti misma para ayudarte a crecer en la forma en que reaccionas emocionalmente. La salud emocional también puede estar vinculada con la salud física. Asegúrate de informar a tu médico sobre cualquier cambio emocional repentino o severo para asegurarte de que estás cuidando esta parte vital de tu vida.

Finalmente, la esposa del pastor debe cuidar de su salud física, la cual se ve afectada grandemente por las otras áreas en la vida de la mujer. Cuando las otras áreas no están en equilibrio o han sido descuidadas, a veces eso se manifiesta en una dolencia o enfermedad física que los médicos no pueden explicar o tratar. El mayor problema físico para la esposa del pastor es el estrés. El estrés puede provocar varias afecciones, tales como enfermedades cardíacas, que actualmente son el mayor causante de mortalidad en las mujeres en Estados Unidos. Otras grandes preocupaciones físicas son las enfermedades como la diabetes, los problemas de tiroides, el cáncer de mama, cervical y ovárico, la osteoporosis y la demencia. La esposa del pastor debe cuidar de su cuerpo por medio de exámenes y estudios médicos anuales, así como hacer ejercicio regular que la mantenga en movimiento. También necesita sueño, descanso de su rutina diaria, una dieta saludable que consista en proteínas de alta calidad, carbohidratos complejos, mucha agua, y limitar en la medida de lo posible los alimentos procesados y el azúcar.

El Señor nos ha dado todo lo que necesitamos para vivir una vida santa. Nos ha dado acceso a información sobre la salud y la nutrición, nos permite consultar a profesionales de la salud que nos pueden asesorar sobre planes de salud y guías de nutrición que colaboran con nosotros en la pérdida de peso y el tratamiento de diversas enfermedades. ¡No somos nuestros propios dueños! La Palabra de Dios nos enseña a honrar a Dios con nuestros cuerpos. Hipócrates, padre de la medicina, dijo: «Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina». También dijo que caminar es la mejor medicina. ¿Qué podemos aprender de esto? Que debemos comer alimentos que nos nutran, en lugar de recurrir a dietas restrictivas. También es necesario mantenernos en movimiento. La actividad física y un torrente sanguíneo saludable son fundamentales para la reparación de nuestro cuerpo.

Otro aspecto importante de la salud y el equilibrio para la esposa del pastor es el descanso y el reposo. Es importante tomar vacaciones con su esposo y su familia que no estén vinculadas con el ministerio. Pasar un tiempo de vacaciones sin trabajar en la iglesia es fundamental para despejarse y renovar fuerzas. La esposa del pastor necesita tomarse un tiempo para descansar y disfrutar de las bendiciones de Dios para su familia y para ser eficaz en el hogar y en el ministerio.

Tú y tu esposo comparten una vida juntos. Como esposa de pastor, dale prioridad a estas cuatro áreas de su vida y mantenlas en equilibrio para disfrutar de tu esposo, tus hijos y tu ministerio. ¡Diviértete al máximo en el proceso!

Rhoda Sanchez-Gonzales sirve en North Dallas Family Church donde su esposo Vince es pastor.

Edición en español por Sofía Castillo y Livia Giselle Seidel.

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Ser provida es más que una postura política

Decidir a favor de la vida siempre implica sacrificio. Los cristianos también debemos asumirlo.

Christianity Today July 5, 2022
Petri Oeschger / Getty

Justo hoy que estoy redactando este ensayo, tengo planes para salir a cenar con una amiga, una médica de profesión originaria de Canadá. Sin duda, nuestra conversación de esta noche girará rápidamente en torno a la reciente decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos, Dobbs vs. Jackson Women's Health. No hay duda de que cada una de nosotras defenderá enérgicamente sus opiniones opuestas sobre el aborto.

Mi amiga, que afirma no tener ninguna fe religiosa, defiende firmemente el derecho de la mujer a elegir el aborto. Me dirá, como lo ha hecho a lo largo de los once años que llevo viviendo en Canadá, que muchas mujeres casadas confirman embarazos no deseados en la sala de urgencias.

A veces, me dice mi amiga, estas pacientes están preocupadas por las dificultades económicas que impondrá la adición de otro hijo en su familia. En otras ocasiones, ya han pasado por un embarazo difícil, o incluso han enfrentado peligro de muerte, y no pueden concebir el riesgo de otro embarazo. A veces, estas madres ya están cuidando a sus padres ancianos o a un niño con necesidades especiales, y simplemente no pueden imaginarse asumiendo la responsabilidad de una vida más.

«Muchas de estas mujeres no quieren abortar, pero no pueden concebir la alternativa», me dirá, pidiendo que comprenda el predicamento de estas mujeres. Escucharé con simpatía las historias que mi amiga me cuente y reconoceré que los temores de sus pacientes son reales y válidos.

Independientemente de cuál sea la opinión de una mujer sobre el aborto desde un punto de vista ético, es posible que ella decida poner fin a su embarazo porque no puede imaginar una historia en la que tanto ella como el bebé tendrán una vida próspera. Como informa Lifeway Research, casi el 16 % de los abortos son solicitados por cristianos evangélicos, muchos de los cuales pueden considerar que es un mal necesario, o sentir que no tienen otra opción [enlaces en inglés].

Sea cual sea la situación legal del aborto, nuestra batalla continua es concebir un mundo en el que el aborto no sea la única opción. No podemos limitarnos a cambiar las leyes: debemos rehabilitar el imaginario colectivo. Pero eso requerirá de sacrificio por parte de quienes creemos en esta causa.

Quizá esta noche sea yo quien le cuente a mi amiga una historia, la de otra amiga, quien emigró a Canadá hace años en pleno invierno mientras estaba embarazada de gemelos. En aquel momento, ella tenía un sinnúmero de razones para considerar el aborto como una medida que podría salvar la vida de su familia. Ella y su hijo pequeño fueron enviados a dicho país por un marido y padre que prometió seguirlos y nunca lo hizo.

Empezando por la fría noche en que esta mujer y su hijo salieron del aeropuerto de Edmonton —sin dinero, sin abrigos de invierno, sin la documentación adecuada, sin teléfono móvil y sin un lugar donde alojarse—, sus dificultades fueron muchas. Pero era una mujer de fe cristiana, y buscó refugio en comunidades de fe cristiana.

Y Dios proveyó.

Proveyó la iglesia de Edmonton, la cual le brindó alojamiento a esta pequeña familia de dos, y luego recaudó fondos para pagar por sus pasajes a Toronto, donde ella tuvo que defender su caso ante las oficinas de inmigración. Proveyó la agencia cristiana de reasentamiento de refugiados que le proporcionó un alojamiento temporal cuando llegó a aquella ciudad, y luego la puso en contacto con Safe Families Canada, una alternativa cristiana a los servicios gubernamentales de acogida.

Proveyó una familia que ofreció su hogar para cuidar de su hijo pequeño en las semanas que siguieron al nacimiento prematuro de los gemelos, y luego reunió a un grupo de personas dispuestas a ofrecer su ayuda para satisfacer las necesidades diarias de esta joven madre y sus tres pequeñitos durante los años siguientes.

Yo llegué a involucrarme en la historia de esta joven madre por medio de Safe Families Canada hace varios años. Vi las necesidades de su familia publicadas en la red de Familias Seguras, incluyendo peticiones muy simples de pañales y comida.

Para mi inmensa vergüenza, mi primer pensamiento al recibir estas peticiones fue: no quiero formar parte de esta historia tan complicada. Temí que llevar pañales y comida me llevaría a involucrarme más allá de mi capacidad. Y justo eso fue lo que sucedió. Sin embargo, el punto aquí no es recordar mi reticencia. Mi objetivo es poner de relieve que independientemente de qué tan teóricamente comprometida yo afirmaba estar con los principios provida, en la práctica me resistí a dedicar tiempo a una familia en crisis.

En nuestra cultura, el tiempo es el equivalente a las dos moneditas de la viuda: la ofrenda que es increíblemente difícil de sacrificar. La verdad es que yo podría haber dado dinero con mucha más facilidad. Pero el tiempo era demasiado valioso para mí. No quería la interrupción constante de mi vida personal. No quería invertir en la vida de alguien más a largo plazo. No quería involucrarme en celebraciones de cumpleaños y compras semanales de alimentos. No quería viajes mensuales a la oficina de inmigración. No quería ofrecer el tiempo que requiere la presencia.

Me sorprenden sobremanera, por supuesto, los argumentos temporales a favor del aborto. Algunos argumentan que es cruel pedirle a una mujer que considere llevar a término un embarazo no deseado, es decir, sacrificar nueve meses de su vida por un bebé al que podría abortar en una visita a una clínica esa misma tarde. Mi amiga probablemente expresará su opinión de esa forma esta misma noche: que no tengo derecho a imponer tal obligación a una madre que no está dispuesta a hacerlo.

Pero, como cristiana provida, yo le responderé que mis convicciones van mucho más allá de simples argumentos de eficacia. Quiero un mundo en el que hagamos cosas difíciles, en el que incluso renunciemos a ciertas libertades, por el bien de nuestro prójimo más vulnerable.

Sin embargo, supongo que si le pedimos a las mujeres que den nueve meses de su vida para traer un niño al mundo (y tal vez muchos años más, si deciden quedarse con el bebé), los provida debemos estar dispuestos a dar eso y mucho más para garantizar el bienestar de ese niño. Supongo que tendremos que confrontar nuestro apego al preciado individualismo, ese mundo soñado en el que nunca nos molesta la necesidad del otro.

Hace poco, los gemelos de mi amiga celebraron su cumpleaños. Les llevé globos, y no tardaron en comenzar a jugar a golpearlos y a gritar con todas sus fuerzas. Mi amiga parecía agotada. Me contó que sus médicos la habían diagnosticado recientemente con deficiencia de hierro. «Quieren hacerme infusiones. ¿Qué piensas al respecto?». Le dije que era una buena idea, un tratamiento seguro. Y se quedó tranquila.

Me he acostumbrado a estas conversaciones de fin de semana en torno a la pequeña mesa de la cocina de mi amiga, y por la frecuencia con la que la visito, desearía haber vencido la resistencia a presentarme. Pero eso aún no ha sucedido.

Pero una cosa ha cambiado: ahora tengo evidencia que me ayuda a imaginar que otro mundo es posible. Un mundo en el que el trabajo de muchas manos aligera los esfuerzos del amor: por las madres, por sus hijos y por este ruidoso regalo de Dios llamado vida.

Jen Pollock Michel es escritora, presentadora de pódcast y conferencista residente en Toronto. Es autora de cuatro libros y está trabajando en un quinto: In Good Time: 8 Habits for Reimagining Productivity, Resisting Hurry, and Practicing Peace (Baker Books, 2022).

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Ideas

No todos los provida están celebrando

El profeta Jeremías nos enseña que el lamento bíblico por el aborto no es apático ni tiene aires de triunfalismo.

Christianity Today June 29, 2022
Ilustración por Mallory Rentsch / Source Images: British Library / Unsplash / WikiMedia Commons

Coloquialmente tendemos a usar dos palabras para referirnos a la indiferencia: ambigüedad y ambivalencia. Pero de acuerdo con el diccionario ninguna de estas palabras significa «falta de sentimiento». Ambivalencia significa tener una combinación de varios sentimientos, mientras que ambigüedad indica falta de claridad.

Parte de la confusión se debe a que, a menudo, lidiamos tanto con una gran variedad de sentimientos como con falta de claridad. En el primer caso, te vuelves indiferente como una manera de solucionar el conflicto entre ideas contrarias o paradójicas; en el segundo, la indiferencia viene como resultado de no poder identificar con exactitud qué es lo que se siente. Y cuando nos sentimos abrumados o sumergidos en la incertidumbre, a menudo es más fácil ignorar nuestros sentimientos por completo.

Sin embargo, me parece necesario para nuestro crecimiento espiritual que aprendamos a vivir con la ambivalencia que conlleva tener ideas y sentimientos encontrados, especialmente en estos tiempos de debates acalorados y opiniones candentes y superficiales.

Hace poco releí el libro de Lamentaciones y me sorprendió la ambivalencia del profeta Jeremías. Su recuento del asedio babilonio a Jerusalén en 586 a. C. está repleto de emociones, realidades devastadoras y verdades que a primera vista parecen disparatadas.

Por años, el pueblo de Israel se había rebelado contra Jehová, desobedeciendo sus mandamientos y haciendo cosas que no aprueba el Señor: «Aplastar bajo los pies a todos los prisioneros de un país, privar del derecho a un hombre en presencia del Altísimo, defraudar a un hombre en su litigio…» (Lamentaciones 3:34-36, NBLA). Debido al juicio divino, Jerusalén finalmente sucumbió ante sus enemigos. El asedio fue tan intenso que en un intento por sobrevivir (Lamentaciones 2:20), las mujeres se vieron obligadas a consumir a sus propios hijos (Jeremías 19:9).

A lo largo de su libro, Jeremías da voz a su agonía personal y a la de su pueblo.

Él reconoce y confiesa que todo aquello por lo que están pasando es consecuencia de sus actos, pero también clama por la misericordia de Dios, afirmando que su castigo es más de lo que pueden soportar. Jeremías representa a Jerusalén como una mujer promiscua y argumenta que sus enemigos se aprovecharon de ella. Ella confió en gente que terminó por abusarla y degradarla, gente que solo le trajo dolor y sufrimiento.

Sin embargo, lo que me resulta interesante es que si había alguien que se había mantenido puro en medio de esta situación y, por lo tanto, tenía el derecho a pronunciar el juicio de Dios sobre Israel con una visión justa, ese era Jeremías.

Por años, él previno a su gente de la destrucción inminente, pero fue perseguido y encarcelado por hacerlo. Y aun así, Lamentaciones no contiene ni el más mínimo atisbo de triunfalismo. No hay ningún «se los dije», «miren lo que han hecho» u «obtuvieron lo que cosecharon».

Parte de la razón por la que el lamento de Jeremías es tan poderoso es precisamente que no intenta encontrar culpables. El objetivo del libro de Lamentaciones es confesar e implorar por la misericordia de Dios. Así que, en vez de señalar con el dedo a otras personas, Jeremías se cuenta a sí mismo entre los culpables y confiesa como suyos pecados que él no cometió. El resultado es una respuesta humilde, compleja y profundamente humana. También es ambivalente, llena de sentimientos contradictorios: lamento, culpa, vergüenza, arrepentimiento, anhelo, fe y esperanza.

La habilidad de Jeremías de vivir en medio de la tensión de realidades que parecen dispares es una de las señales más importantes de una mente y un espíritu maduros. En su libro, Surprised by Paradox [Sorprendida por la paradoja], Jen Pollock Michel escribe [enlaces en inglés]:

«Permitir la paradoja no implica un acercamiento débil a la teología. Por el contrario, permite una teología robusta, una que está llena de asombro y que no solo considera a Dios como más maravilloso de lo que podemos concebir, sino que también despierta en nosotros el deseo… de verlo tal como es».

He pensado en todo esto a la luz de la anulación del fallo Roe vs. Wade, el caso histórico de la Corte Suprema que elevó el aborto (incluido el aborto por elección) al nivel de derecho constitucional durante casi 50 años en los Estados Unidos. Muchos provida están viendo esta decisión como la respuesta a décadas de oración, activismo y fuerza política.

Pero otras respuestas han sido más complicadas, y —me atrevo a decirlo— ambivalentes.

Considere estas palabras, escritas de manera anónima, por un pastor provida cuya hija quedó embarazada tras una violación:

«Hay muchas mujeres, tanto cristianas como no cristianas, que han tomado la decisión de preservar la vida del bebé en el vientre de su propia autonomía y que, sin embargo, no comparten la euforia del movimiento político provida, a pesar de que muchas de ellas creen firmemente que la vida es siempre la única decisión sabia. Muchas incluso creen en alguna forma de legislación que pastoree a las mujeres para que lleguen por sí mismas a la elección correcta; sin embargo, ellas no están en los desfiles de victoria con políticos, activistas y moralistas que creen que han ganado una gran batalla».

Los cristianos provida que tienen sentimientos ambivalentes sobre la decisión de la Corte Suprema no son indiferentes. No ven el aborto como algo ambiguo o poco claro. De hecho, para muchos de ellos, las cosas están excepcionalmente claras. Ellos entienden que debemos continuar el trabajo por leyes justas y ecosistemas sociales que apoyen la vida. Nosotros debemos valorar por igual a las mujeres y a los niños no nacidos.

Pero aun cuando reconocen lo que está claro, también reconocen que claridad no es lo mismo que simplicidad. Y, por tanto, habitan en la ambivalencia del momento mientras abrazan una multitud de respuestas.

Duelo por las vidas perdidas. Gozo por las vidas salvadas. Vergüenza por la prontitud con que adoptamos medios mundanos para alcanzar ciertos fines. Ira por la misoginia no confrontada tanto en los púlpitos como en las oficinas más importantes del país. Decisión para trabajar por una sociedad justa que valore la vida de todos los seres humanos desde el vientre hasta la tumba. Y sí, incluso preocupación por las nuevas leyes estatales que no serán escritas con el suficiente cuidado como para proteger la vida de las mujeres.

Como Jeremías, debemos reconocer que todos los pensamientos y realidades dispares pueden ser verdaderos al mismo tiempo. Debemos mantenerlos en tensión y rehusarnos a optar por la solución más fácil, ya sea el triunfalismo o la apatía.

También debemos admitir que somos parte de algo más grande que nosotros mismos. Porque así como fue cierto para las mujeres de Jerusalén, la aniquilación infantil muchas veces es el resultado de pecados más grandes y colectivos.

La fidelidad de Dios es siempre más grande que nuestra complicidad. Si bien es cierto que el libro de Lamentaciones modela ambivalencia, su mensaje principal es la esperanza libre de incertidumbres.

Jeremías escribe: «Ciertamente mi alma lo recuerda y se abate mi alma dentro de mí. Esto traigo a mi corazón, por esto tengo esperanza: que las misericordias del Señor jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es tu fidelidad!» (Lamentaciones 3:20-23).

Si nuestro testimonio público como cristianos dependiera de nuestra habilidad para preservar ciertas posturas morales, o incluso de nuestra habilidad para actuar conforme a ellas, este sería un testimonio muy pobre. Nuestro testimonio público descansa en la firmeza de nuestras propias convicciones.

Al contrario, un testimonio público claramente cristiano consiste en señalar siempre hacia la fidelidad de Dios a pesar de nuestras fallas morales. Al hacer esto, aprendemos que podemos elegir cosas difíciles y contraintuitivas debido a quién es Él.

Ese pastor anónimo cuya hija eligió la vida de su bebé a pesar del dolor de su violación describió el poder de esa decisión: «(Estas mujeres) encontraron dentro de sí una humanidad que refleja a Dios por ser sacrificial, valiente y empoderante. Ellas eligieron tener un bebé, traer al mundo una nueva creación. De su propio vacío, ellas formarían algo nuevo».

Lo que se describe aquí es el camino de la cruz. Es el camino del sufrimiento, de dar la vida de uno por alguien más. Es el camino de Jesús y el camino de Jeremías.

La tradición nos dice que Jeremías sufrió con su gente. Él no estuvo exento del sufrimiento ni fue llevado a un lugar seguro. Él ni siquiera fue llevado a Babilonia con la promesa de que sus descendientes regresarían (Jeremías 29:10-11). Al contrario, Jeremías estuvo preso en Jerusalén, soportó el asedio de los Babilonios y eventualmente, fue llevado por la fuerza a Egipto con el resto de sus conciudadanos. Y allí, según se dice, murió.

Jeremías murió en el exilio sin presenciar el rescate del pueblo de Israel. Él murió como vivió: en la ambivalencia. Reconociendo lo que fue prometido y lo que todavía faltaba por cumplirse.

Pero también murió con esperanza: murió creyendo.

«“El Señor es mi porción”, dice mi alma, “por tanto en Él espero”. Bueno es el Señor para los que en Él esperan, para el alma que lo busca. Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor» (Lamentaciones 3:24-26)

Hannah Anderson es la autora de Made for More, All That’s Good y Humble Roots: How Humility Grounds and Nourishes Your Soul.

Traducción por Hilda Moreno Bonilla.

Edición y adaptación en español por Livia Giselle Seidel.

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News

Adiós a ‘Roe vs. Wade’: Evangélicos provida celebran el fallo que habían estado esperando

Corte Suprema: El histórico caso del derecho al aborto fue «atrozmente incorrecto y en camino a colisionar con la Constitución desde el día en que se decidió».

Activistas provida se reúnen frente a la Corte Suprema en vísperas del dictamen de Junio que anuló el dictamen del caso Roe vs. Wade.

Activistas provida se reúnen frente a la Corte Suprema en vísperas del dictamen de Junio que anuló el dictamen del caso Roe vs. Wade.

Christianity Today June 25, 2022
Drew Angerer / Getty Images

Este artículo fue publicado originalmente en inglés el viernes 24 de junio de 2022 a las 09:00 am.

Roe vs. Wade, la decisión de la Corte Suprema que movilizó a generaciones de activistas provida y dio forma a la participación política de los evangélicos durante medio siglo, ha sido revocada. [Los enlaces de este artículo redirigen a contenido en inglés].

Millones de personas han marchado, protestado, presionado y orado por el fin del histórico fallo sobre el derecho al aborto. Después de 49 años y más de 63 millones de abortos, el momento ha llegado.

Líderes cristianos calificaron el fallo como «una vez impensable» y calificaron el día de hoy como «el día que todos hemos estado esperando» y «uno de los días más importantes en la historia de Estados Unidos».

«Sostenemos que los casos Roe y Casey deben ser revocados», escribió el juez Samuel Alito a nombre de la mayoría. «La Constitución no hace referencia al aborto, y dicho derecho no está protegido implícitamente por ninguna disposición constitucional».

La decisión de Dobbs vs. Jackson en materia de salud de la mujer obtuvo como resultado un 6 a 3, con el presidente de la Corte Suprema, John Roberts, de acuerdo con la mayoría. La opinión del tribunal se parecía mucho a un borrador preparado por Alito y filtrado el mes pasado.

La decisión es el resultado del nombramiento de un trío de jueces conservadores durante la presidencia de Donald Trump: Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett.

Los evangélicos han sido el grupo religioso más opuesto al aborto y el más ansioso por ver el fallo del caso Roe revocado. Si bien el aborto nunca fue el único problema de los evangélicos, en las casillas de votación a menudo superó todas las demás preocupaciones. Algunos apoyaron a Trump a pesar de sus recelos morales con la esperanza de que cumpliera su promesa de nombrar jueces que finalmente anularan Roe y la posterior decisión de la Corte Suprema que afirmó el derecho al aborto, Planned Parenthood vs. Casey.

El cálculo político parece haber dado fruto. Los tres nuevos jueces se unieron a Alito y Clarence Thomas en una decisión audaz que afirmó que la Corte se había equivocado.

«Este día pertenece a las muchas personas que han trabajado mucho y muy duro para que esto suceda, y al presidente Trump, quien merece nuestro agradecimiento por cumplir una promesa que no pensé que cumpliría», dijo Matthew Lee Anderson, especialista en ética cristiana y profesor de religión de la Universidad de Baylor.

Ed Whelan, miembro principal del EPPC, se refirió al fallo como el «logro culminante del movimiento legal conservador».

La opinión mayoritaria reflejó los argumentos de los grupos evangélicos y católicos provida que presentaron escritos como «amigos de la corte» (amicus curiae). Estratégicamente, muchos de ellos se centraron menos en los argumentos a favor de la humanidad y el derecho a la vida de los fetos, y más en los problemas detrás del razonamiento legal del fallo Roe.

«El fallo Roe fue decidido erróneamente y mal razonado», escribieron los abogados de Americans United for Life. «Numerosos errores adjudicativos durante las deliberaciones originales, especialmente la ausencia de cualquier registro probatorio, han contribuido a hacer que Roe sea inviable… Hay una búsqueda constante de una justificación constitucional para el caso Roe, y la Corte aún no ha dado una justificación razonada para la regla de viabilidad».

Los abogados del Centro para la Ética y Políticas Públicas (EPPC, por sus siglas en inglés) argumentaron en torno al mismo punto: «En lo tocante al texto y la historia de la Constitución, no es ningún secreto que Roe no solo está equivocado, sino que lo está gravemente. El fallo Roe fue criticado rotundamente como incorrecto el día en que se decidió, y ha recibido oposición enérgica tanto dentro como fuera de la Corte desde entonces, y ningún juez en funciones ha defendido los méritos de su razonamiento en sí».

El caso Dobbs consideró la constitucionalidad de una ley de Mississippi de 2015 que prohíbe los abortos después de las 15 semanas, una prohibición más restrictiva que la permitida por Roe. La única clínica de aborto del estado, Jackson Women’s Health, demandó a funcionarios del departamento de salud estatal, incluido Thomas Dobbs. Alliance Defending Freedom (ADF) sirvió en el equipo de defensa legal del estado.

«Mississippi le pidió a la Corte que revocara a Roe porque ese caso era atrozmente incorrecto y no tenía base en el texto, la estructura o la historia constitucional. Además, los estándares cambiantes de Roe han sido inviables durante mucho tiempo, lo cual ha causado que tantas leyes provida terminaran en los tribunales», dijo Kristen Waggoner, asesora general de ADF. «También falló en tomar en consideración los avances de la ciencia, la cual demuestra que la vida comienza en la concepción».

Cómo se decidió el dictamen de Roe

La decisión de la Corte en 1973 se basó en el argumento de que la vida fetal no goza de protección constitucional. Los abogados involucrados en el caso señalaron que, tradicionalmente se entiende que los derechos comienzan al nacer. La 14.ª Enmienda, por ejemplo, extendió la ciudadanía a todos aquellos «nacidos… en los Estados Unidos», no a aquellos concebidos dentro de las fronteras de la nación. De manera similar, un feto no puede ser dueño de propiedades.

Los jueces dijeron, sin embargo, que el estado tenía un interés imperioso en proteger la vida fetal. Pero ese interés imperioso tenía que equilibrarse con el derecho de la mujer a la privacidad.

La «privacidad» nunca se menciona en la Constitución, pero la 9.ª Enmienda dice que los derechos no mencionados en la Constitución no deben ser negados por defecto. Y la 14.ª Enmienda garantiza el debido proceso legal, que según la Corte indicaba un derecho a la privacidad, incluido el derecho a tomar decisiones sobre el aborto sin interferencia estatal, al menos hasta cierto punto.

Los jueces debatieron ese punto. Después de algunos intercambios internos, se decidieron por la viabilidad fetal como el elemento determinante.

El autor de la histórica decisión, el juez Harry Blackmun, vio Roe vs. Wade como una concesión dada con cautela.

«La Corte no sostiene hoy que la Constitución imponga el aborto a pedido», escribió. «Hoy no se pronuncia que una mujer embarazada tenga derecho absoluto al aborto. Sin embargo, para el primer trimestre del embarazo, arroja la decisión del aborto y la responsabilidad de este sobre el médico tratante».

No obstante, como ha señalado el historiador Daniel K. Williams, Blackmun estaba equivocado. Roe no aceptó ninguno de los argumentos del movimiento provida y entregó una victoria decisiva a los defensores del derecho al aborto. La decisión obligó a 46 legislaturas estatales a reescribir sus leyes de aborto, alineándolas con lo que había sido, hasta entonces, la ley sobre el aborto más liberal de la nación.

La mayoría de los cristianos evangélicos en ese momento lo vieron como una decisión espantosa que no tomó en cuenta el derecho inalienable de la vida. «Esta decisión va en contra, no solo de las enseñanzas morales del cristianismo a través de los siglos, sino también del sentido moral del pueblo estadounidense», argumentó CT en 1973.

La Convención Bautista del Sur, las Asambleas de Dios, la Alianza Cristiana y Misionera, la Iglesia Presbiteriana en América y otras denominaciones aprobaron resoluciones provida en la década posterior a Roe.

En su influyente libro Whatever Happened to the Human Race? [publicado en español como ¿Qué le pasó a la raza humana?], el evangelista Francis Schaeffer y el cirujano pediátrico C. Everett Koop llamaron al aborto el «primer tema crucial», la «piedra angular» para proteger la dignidad de la vida humana.

«Imploramos a aquellos de ustedes que son cristianos que ejerzan toda su influencia para luchar contra la creciente pérdida de humanidad a través de la legislación, la acción social y otros medios a su disposición», escribieron en 1979. «Si no tomamos una posición aquí y ahora, ciertamente no podemos afirmar que somos la sal de la tierra en nuestra generación».

El movimiento casi logró la victoria en 1992. Cinco clínicas abortivas y un médico independiente demandaron a Pensilvania por sus restricciones al aborto, incluido un periodo de espera obligatorio y la notificación al cónyuge o padre. En ese momento, ocho de los nueve jueces habían sido nombrados por los republicanos, aunque se sabía que al menos tres de ellos apoyaban el derecho al aborto.

En la víspera del fallo del caso Planned Parenthood vs. Casey, el presidente de la Corte Suprema, William H. Rehnquist, redactó una opinión mayoritaria votada 5 a 4 que anulaba a Roe.

Luego, en el último minuto, el juez Anthony Kennedy cambió de bando. Se unió a Sandra Day O’Connor y David Souter para elaborar una concesión que permitiría a los estados regular el aborto hasta cierto punto, pero también defender la validez de Roe. Consiguieron que los dos jueces más liberales, Blackmun y John Paul Stevens, firmaran.

Aunque puede haber sido concebido como una «concesión», la decisión de 5 a 4 en Casey fue de hecho una reafirmación de la postura central de Roe, mientras que abandonaba casi por completo su razonamiento legal. La Corte decidió que era crucial reconocer el precedente establecido por Roe, adhiriéndose a la doctrina legal de stare decisis.

La autoridad del precedente en tela de juicio

Cada uno de los tres jueces más nuevos de la Corte planteó preguntas sobre este estándar en los argumentos orales en Dobbs en diciembre.

«Al pensar en stare decisis, que obviamente está en el centro de este caso, ¿cómo deberíamos pensar en ello?», preguntó Barrett.

La juez católica reconoció los beneficios de un sistema que se basa en precedentes, pero argumentó que «parte de nuestra doctrina stare decisis [es] que no es un mandato inexorable y que hay algunas circunstancias en las que la anulación es posible». Ella sacó a relucir múltiples ejemplos, incluyendo un caso de derechos civiles y un caso de derechos LGBT.

Roberts parecía buscar una manera de modificar los fallos anteriores y tal vez establecer un estándar diferente sobre cuánto el aborto podría regularse sin rechazar completamente el derecho constitucional al aborto. Los abogados de ambas partes, sin embargo, indicaron que pensaban que el caso era todo o nada.

«Leí sus escritos», dijo Alito al abogado que defendía los casos Roe y Casey. «Sus informes [dicen] que las únicas opciones reales que tenemos son reafirmar a Roe y Casey tal como están o anularlos en su totalidad. Usted dice que “aquí no hay mediciones a medias”. ¿Es esa una comprensión correcta de su informe?».

Ella estuvo de acuerdo. Y Alito, poco después de la audiencia, comenzó a redactar una decisión audaz que anulaba los fallos de Roe y Casey por completo.

«Anular un precedente es un asunto serio. No es un paso que deba tomarse a la ligera», escribió. «En este caso, cinco factores pesan fuertemente a favor de anular a Roe y Casey: la naturaleza de su error, la calidad de su razonamiento, la “viabilidad” de las reglas que impusieron al país, su efecto disruptivo en otras áreas de la ley y la ausencia de confiabilidad concreta».

La decisión no criminaliza el aborto, pero devuelve la cuestión de la regulación a los estados, donde los votantes y las legislaturas decidirán cuándo una mujer puede o no elegir la interrupción de un embarazo. Algunos estados han aprobado «leyes de activación» que ponen las restricciones en vigor de inmediato.

«Durante demasiado tiempo, las decisiones de los casos Roe y Casey han permitido a nuestra nación hacerse de la vista gorda ante la crítica situación de aquellos que no tienen voz, ante la percepción de estas vidas como una carga en lugar de una bendición. Si bien este fallo es un paso significativo hacia el establecimiento de una verdadera cultura de la vida, el tema del aborto ahora será enviado a los estados», dijo Chelsea Sobolik, directora de políticas públicas de la Comisión de Ética y Libertad Religiosa Bautista del Sur (ERLC, por sus siglas en inglés).

«Debemos continuar usando nuestro tiempo, talento y recursos para proteger a los niños que aún no han nacido, cuidar a sus madres y abogar por leyes estatales que los protejan a ambos».

Al darse a conocer la decisión el viernes por la mañana, los líderes evangélicos se refirieron a la misma como uno de los días más significativos en la historia del país.

«Estoy agradecido con Dios por este día histórico… un día para celebrar la vida», dijo Doug Clay, superintendente general de las Asambleas de Dios. «[Un día] no para alardear, sino para regocijarse y dar gracias al Señor de la vida. Para continuar nuestros esfuerzos en la creación de una cultura de vida en las comunidades a las que servimos».

Focus on the Family dijo: «Después de 50 años de luchar por los no nacidos, nuestras oraciones han sido respondidas». Las Asociaciones Médicas y Dentales Cristianas lo llamaron una «victoria muy necesaria para la vida y para la atención médica». Y el líder interino de ERLC declaró: «ha comenzado un nuevo capítulo en el movimiento provida».

Los expertos indican que el fallo resultará inmediatamente en una reducción del 10 al 15 por ciento en el número de abortos. A largo plazo, el impacto previsto es menos claro.

«No pretendemos saber cómo responderá nuestro sistema político o nuestra sociedad a la decisión de hoy», escribió Alito. «Solo podemos hacer nuestro trabajo… Por lo tanto, sostenemos que la Constitución no confiere el derecho al aborto».

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Ideas

Cuando Satanás nos invita a un camino atractivo, nosotros obedecemos a Dios

Columnist; Contributor

La humildad es una de las herramientas más eficaces para resistir al diablo.

Christianity Today June 24, 2022
Pablo Heimplatz / Unsplash

En Segunda de Corintios 2:11, el apóstol Pablo dice: «…pues no ignoramos sus artimañas [de Satanás]». Siempre perdonamos a la gente, dice en el versículo anterior, porque sabemos lo que el diablo está tramando, y no caemos en sus trampas. Una lógica similar subyace en la insistencia de Pablo en que los cristianos se pongan la armadura de Dios «… para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo» (Efesios 6:11, NVI). Satanás tiene un plan, pero nosotros lo sabemos, y estamos preparados para poder enfrentarnos a él.

No estoy seguro de cuántos cristianos occidentales hoy en día podrían hacer eco de los sentimientos de Pablo. Muchas iglesias, ansiosas por no parecer espeluznantes, raras o preocupadas de forma insana por el diablo, tiran al bebé junto con el agua de la bañera. Apenas si lo mencionan, y mucho menos le enseñan a la gente cómo planea destruirlos y qué deben hacer al respecto. Más de un puñado de personas que profesan ser cristianos no creen en él en absoluto, y justo eso es lo que él quiere. «El mayor truco que ha hecho el diablo», bromea Verbal Kint en The Usual Suspects [Los sospechosos de siempre], «es convencer al mundo de que no existe».

Obsesionarse con el diablo nos vuelve temerosos y paranoicos, pero ignorarlo por completo nos hace ingenuos y desprevenidos. Por eso es significativo que dos de los cuatro Evangelios nos ofrezcan relatos detallados de la campaña de guerrilla de Satanás contra el Señor Jesús (Mateo 4:1-11, Lucas 4:1-13). Reflexionar sobre cómo Satanás atacó a Jesús —y cómo nuestro Señor se mantuvo firme— puede resultar esclarecedor.

Según Mateo, inmediatamente después de ser bautizado, «Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo» (4:1, NBLA). (Merece la pena recordar esto al pensar en la reciente controversia sobre el Padre Nuestro y sobre si Dios alguna vez metería a su pueblo en tentación). Como han señalado algunos comentaristas, el Espíritu estaba conduciendo a Jesús «hacia abajo»: desde Galilea hasta el Jordán, luego hacia el agua, y después aún más abajo hacia el desierto. El diablo, en cambio, quería llevarlo «hacia arriba»: a la ciudad santa, al pináculo del templo (v. 5), a un monte muy alto (v. 8). ¿La lección? A Satanás le encanta elevar a las personas antes de tiempo —para poder tentarlas mejor por medio de su orgullo, su desempeño personal, o haciéndolas ceder ante el mundo—, y tenemos que protegernos de él mediante la humildad y el servicio. Cuando Satanás nos invita a un camino alto y atractivo, nosotros seguimos el camino bajo en obediencia a Dios.

El primer ataque explícito de Satanás llegó con su primer reto: «Si eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan» (4:3). Jesús acababa de escuchar a su Padre declarar: «Este es mi Hijo amado en quien me he complacido» (Mateo 3:17), pero desde que eso sucedió, Jesús fue conducido al desierto, y no comió nada en cuarenta días. Así que Satanás no solo atacó su hambre, sino su calidad de Hijo. Si Dios realmente te amara tanto como dice, no te haría pasar tanta hambre, ¿verdad?

La siguiente salva de Satanás comenzó con la misma insinuación, pero apuntó a la confianza de Jesús en las Escrituras: «Si eres Hijo de Dios, lánzate abajo, pues escrito está…» (Mateo 4:6). El teólogo F.D. Bruner señala que mientras que la primera tentación se centró en la debilidad de Jesús (el hambre), la segunda se centró en su fuerza (la fe). Dices que confías en la Biblia, pero ¿lo haces realmente? ¿Qué pasa con los textos difíciles o que te traerán un costo personal? ¿Pondrás tu dinero como prueba de que crees en lo que dices?

El tercer ataque fue el más descarado: «Todo esto [reinos] te daré, si te postras y me adoras» (4:9). El diablo había intentado provocar en Jesús orgullo, inseguridad e incredulidad; en esta ocasión intentó hacerlo caer en la idolatría: elevar la misión (en el caso de Jesús, el Reino) por encima de Dios. Pero una vez más, Jesús se mostró decidido. Por tercera vez, respondió citando el mismo libro de Deuteronomio: «Porque escrito está…» (v. 10). Inmediatamente, Satanás lo dejó, y Jesús recibió comida y ángeles, justo lo que Satanás le había ofrecido en las dos primeras pruebas. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas (Mateo 6:33, NVI).

Si queremos saber quién es nuestro enemigo, Mateo 4 es un buen punto de partida. Satanás odia la humildad, nuestra calidad de hijos de Dios, las Escrituras y la adoración. Hará todo lo que pueda para corroerlos como ácido, y es mucho más probable que se salga con la suya si no sabemos lo que pretende. Pero, gracias a Dios, no ignoramos sus artimañas. Está escrito.

Andrew Wilson es pastor de enseñanza en la iglesia King's Church en Londres, Inglaterra, y es autor de Spirit and Sacrament (Zondervan). Síguelo en Twitter @AJWTheology.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Ideas

Cómo debemos responder los cristianos tras la anulación del caso ‘Roe’

President & CEO

Una respuesta fiel a la decisión de la Corte Suprema debe incluir nuevas prácticas de atención y cuidado.

Christianity Today June 24, 2022
Ilustración por Joe Anderson

Una de las mejores partes de asistir a la iglesia Perimeter Church al norte de Atlanta era observar el estacionamiento especial para familias jóvenes. Furgonetas de tamaño industrial entraban cada domingo repletas de niños. No se trataba de servicios de transporte que recogían niños de los barrios locales para llevarlos a la iglesia, sino de furgonetas unifamiliares llenas de niños que habían sido adoptados nacional e internacionalmente, muchos de ellos con necesidades especiales.

Las familias de la iglesia Perimeter han adoptado a más de 100 niños en los últimos 13 años, debido en gran medida a un ministerio incubado dentro de la iglesia. Llamado así por la declaración del Salmo 68:6 de que «Dios hace habitar en familia a los solitarios», Promise686 ha apoyado casi 500 adopciones mediante subvenciones y otras ayudas. El ministerio apoyó la adopción de mi hija, cuyo defecto cardíaco congénito probablemente habría sido fatal de haber permanecido en el sistema estatal de orfanatos de China.

Ministerios como Promise686 serán fundamentales ahora que la Corte Suprema de Estados Unidos ha anulado el dictamen del caso Roe contra Wade (Roe). Celebramos la sentencia del caso Dobbs contra Jackson. La santidad y la dignidad de toda vida humana sigue siendo la cuestión moral más importante de nuestro tiempo, y cinco décadas de decir que lo malo es bueno ha distorsionado la visión moral de nuestra cultura. La anulación de Roe es un testimonio de una larga fidelidad, transmitida por generaciones de padres a hijos, en la lucha por la vida y la dignidad de las personas en todas las etapas de su desarrollo. Podría ser el logro moral más importante de una generación.

Pero, ¿cómo deberá verse una respuesta fiel a este éxito? La anulación de Roe le regresa a cada estado la libertad de decidir su propia política pública en cuanto al aborto, y muchos prohibirán —o ya han prohibido— el aborto. En palabras de Jedd Medefind, presidente de la Christian Alliance for Orphans [Alianza Cristiana por los Huérfanos], «nacerán muchos niños que de otra forma habrían sido abortados», y muchos de ellos serán recibidos por padres «que están exhaustos y luchando».

¿Es la adopción la respuesta? Probablemente no. En el mejor de los casos, es solo parte de la respuesta.

El movimiento cristiano de adopción en Estados Unidos fue impulsado por el mandato bíblico y el deseo compasivo de cuidar del huérfano y la viuda. Innumerables familias han hecho hermosos sacrificios y han sido bendecidos al abrir sus hogares a niños que se encontraban en gran necesidad.

Pero luego llegó otra complejidad moral. Muchos niños adoptados, separados de sus comunidades y culturas originales, crecieron, conocieron sus historias y experimentaron una profunda sensación de pérdida y desconexión. En algunos casos, la adopción había sido una decisión correcta y necesaria; pero en otros, no estaba claro si la adopción había servido bien al «huérfano» o a la «viuda» (en este caso, la madre biológica).

La gran disponibilidad de familias estadounidenses dispuestas a gastar decenas de miles de dólares en un proceso de adopción también llevó a que, en algunos países, traficantes ingresaran niños al sistema de adopción cuyas familias biológicas en realidad deseaban quedarse con ellos.

El movimiento de adopción evolucionó. Este proceso de evolución fue impulsado, en parte, por las madres adoptivas que tenían sentimientos encontrados: amaban y celebraban la adopción de sus hijos, pero lamentaban el trauma de la separación por el que habían pasado los niños y sus madres biológicas. También fue impulsado por un compromiso cada vez más profundo con el sistema de protección social de acogimiento familiar. Por un lado, había niños que sufrían abusos o negligencia grave y que claramente requerían los cuidados de una familia de acogida, o incluso ser adoptados; por otro lado, hubo casos de madres e hijos que, de haber recibido atención y cuidado, podrían haber prosperado juntos.

Promise686 sigue sirviendo en casos de adopciones, pero ahora también ha apoyado 6550 colocaciones de niños en familias de acogida, arropando a las familias de acogida con «comunidades de cuidado» para ayudarlas y animarlas, y mejorar así sus resultados.

También ha trabajado para evitar que los niños caigan en el sistema de acogida en primer lugar, apoyando a familias en crisis, y que los niños se mantengan con sus madres siempre que sea posible de forma segura. En palabras de su presidente, Andy Cook, «las iglesias son necesarias en todos los puntos del proceso continuo, desde la prevención hasta la adopción permanente, pasando por la intervención y los servicios de acogida».

O pensemos en la organización Every Mother's Advocate (EMA, por sus siglas en inglés) de Florida. Después de tres años prestando servicios de acogida y tras una adopción, la fundadora, Charlee Tchividjian, había visto suficiente de «los retos sistémicos y la ruptura a la que se enfrentan las madres una vez que sus familias se han visto involucradas en el sistema de bienestar infantil». La mayoría de los traslados de niños, dice, se deben simplemente a la incapacidad de las madres para satisfacer las necesidades fundamentales del niño. «Para una madre en crisis», dice Tchividjian, «contar con un sistema de defensa puede cambiarlo todo». EMA presta sus servicios con familias que están al borde de que sus hijos sean retirados por el sistema de bienestar infantil, y el 88 % de sus defendidos han pasado de la crisis a la estabilidad.

¿Cómo deberían entonces los cristianos provida celebrar el fin de Roe? Quizá asociándose con ministerios como éste. «Cuando se defiende a una madre», dice Tchividjian, «se preservan familias; las estadísticas del sistema de acogida se desploman; y los conductos que conducen del sistema de acogida hacia la pobreza, la prisión, la adicción y la falta de hogar comienzan a desvanecerse lentamente».

El fin de Roe honrará la santidad de la vida humana y traerá niños al mundo de forma segura. También traerá consigo dificultades reales para muchas madres. La mejor manera de celebrar a los niños que nacerán con la desaparición de Roe es amar a las madres que los criarán.

Timothy Dalrymple es presidente, director general y editor en jefe de Christianity Today.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Church Life

Cuando las iglesias se convierten en mafias

El reporte reciente de abusos de la SBC muestra que las iglesias a menudo priorizan la unidad tribal y su propia seguridad sobre la verdad.

Christianity Today June 21, 2022
Ilustración por Mallory Rentsch / Source Images: WikiMedia Commons / cyano66 / Getty

Este artículo fue adaptado del boletín de Russell Moore. Suscríbase aquí. [Los enlaces redirigen a contenido en inglés].

Si alguna vez quiere hacer algo lindo por mí, por favor no me envíe flores.

Si viera un ramo frente a mi puerta, muy probablemente tendría una respuesta suprarrenal refleja. Eso se debe a que por años, en el contexto de mi iglesia Bautista del Sur, se solía decir que había un líder en la denominación (que se creía una especie de líder partidista o incluso un obispo) que enviaba un ramo de flores con nada más que una tarjeta con su nombre a quienes habían hecho algo que no le parecía. Las flores significaban algo como «estás muerto para mí», «sé lo que hiciste» o algo parecido.

La primera vez que escuché esto, me detuve y pensé: «Espera, esto se parece a la mafia».

Debo aclarar que no sé cuántas personas recibieron las famosas flores. Cuando los jóvenes preguntaban al respecto, el líder se sonreía y miraba hacia otro lado. Tal vez la leyenda fue siempre más grande que la realidad. Pero la leyenda es más que suficiente para crear miedo e intimidación.

Y detrás de la leyenda está la realidad completa. Esa a la que el resto del mundo puede ahora echar un vistazo, después de que la publicación [enlace en español] de una investigación independiente describiera una cultura de encubrimiento, represalias y obstrucción por parte del Comité Ejecutivo de la Convención Bautista del Sur (SBC, por sus siglas en inglés) en materia de abuso sexual en la iglesia, así como de los supervivientes de abuso sexual, y los defensores y denunciantes que los apoyaron.

Desde entonces, muchas personas ajenas a la denominación que han estado viendo los procedimientos oficiales me han llamado o enviado mensajes describiendo, palabras más, palabras menos, lo escalofriante que encuentran la amabilidad sureña —con todos llamándose mutuamente «hermano fulanito»— dadas las circunstancias.

A algunas de ellas les pasé el tuit del periodista en materia de religión Bob Smietana [enlace en inglés]: «Para aquellos que son nuevos en cuanto a la política de la SBC. Hay muchas cosas detrás cuando las personas se llaman unos a otros “hermano”, cuando dicen que quieren “cambiar de dirección” o cuando le dicen a alguien “te aprecio”. De frente todo es “Dios te bendiga”, la Biblia y el manual de orden y comportamiento, pero por detrás, hay puñaladas traperas».

Puñaladas, sí. Y también ramos de flores.

No se trata solo de que una mafia de Mayberry pueda esconder tácticas habituales de obstrucción política detrás de la retórica melosa de «querido hermano» y cosas así, sino también de que este tipo de gente, muy a menudo, se aprovecha de que otros priorizan genuinamente la «unidad», la «cooperación» y el «amor filial».

Unos meses después de que salí de la denominación, un reportero me detuvo cuando estaba defendiendo a los bautistas del sur por algún motivo y me preguntó por qué lo hacía, a lo cual le respondí: «Porque los amo y el 90 % de ellos son gente increíble». Él me respondió: «Creo que las matemáticas no son tu fuerte». Tal vez haya habido algo de Síndrome de Estocolmo detrás de mis palabras, como él quiso dar a entender. Tal vez soy alguien que no puede permitirse pensar de otra manera.

Tal vez. Pero mi afirmación es verdadera, aunque quizá no sea del todo correcta matemáticamente hablando. Hay muchas buenas personas en sus bancas. La gran mayoría de ellos nunca hubieran imaginado que alguien usaría tácticas de la mafia en su nombre y sobretodo, nunca hubieran tolerado el maltrato de los supervivientes de abuso sexual en el nombre de Jesús.

Aún lo creo. Pero no importa si la gente no reconoce que detrás de bambalinas todo se maneja al estilo de la mafia, o si no entienden cómo funciona.

El primer medio por medio del cual opera es el miedo al exilio. Las flores en tu puerta —ya sean literales o metafóricas— no son una amenaza de asesinato. Son una amenaza de expulsión de la tribu, de marginar a alguien a tal punto que todos los que escuchen sientan la amenaza de exilio pendiendo sobre ellos.

Esto funciona de forma mucho más efectiva en las iglesias locales. Si un superviviente se revela como tal y habla de su experiencia, se le puede decir que está dividiendo a la congregación y entorpeciendo el testimonio de la iglesia. Quienes estén de su lado muy pronto serán llamados «generadores de controversia». A partir de allí, la gente encuentra otras maneras (más populares) de mostrarle a los demás que quienes buscan una reforma no son realmente «uno de nosotros».

Rob Downen, el periodista del Houston Chronicle que exhibió la crisis de abuso sexual en la SBC, detalló en un muy perspicaz hilo de Twitter el contexto de la crisis actual, incluyendo el uso de términos como «Teoría crítica de la raza» (CRT, por sus siglas en inglés) para demonizar a quienes son considerados muy «liberales».

De hecho, el sociólogo Ryan Burge demostró con las estadísticas de análisis de búsquedas de Google que CTR generó una controversia en la SBC dos años antes de que el concepto se visibilizara en las guerras culturales de los Estados Unidos. Hubiera sido más fácil encontrar a un hombre bautista del sur vegano en un desayuno de oración que a alguien que fuera bautista del sur y creyera en la teoría crítica de la raza. Pero es precisamente por eso que la táctica es tan efectiva.

Imaginen que en una congregación local, el hermano Tommy, uno de los diáconos, dice: «Escucha, Oh Israel, el Señor nuestro Dios, uno es». Un grupo de personas comienza a expresar su «preocupación» por el unitarismo del hermano Tommy. Ellos empiezan a compartir enlaces de wikipedia sobre qué es el unitarismo y cómo es una herejía que no llevará a nada bueno.

Incluso, puede que contraten a un ateo para decir que, efectivamente, el hermano Tommy es un unitario y eso no es compatible con la doctrina cristiana (tal vez fui muy lejos con esto último, pero dado que solo es una parábola, sigamos con ella).

El hermano Tommy está de acuerdo en que el unitarismo es una herejía; él es un firme creyente en la Trinidad. En su oración, él estaba citando un versículo de Deuteronomio 6, el cuál está en armonía total con la doctrina de la Trinidad. Cuando la iglesia comienza a decir que está preocupada por el unitarismo que está surgiendo en su iglesia, el hermano Tommy es tomado por sorpresa.

Él no está defendiendo el unitarianismo: él lo odia. Y eso no existe en esa iglesia. De hecho, él sabe que lo que sí está surgiendo es politeísmo. Pero si él trae a colación la Sociedad Politeísta que se ha venido reuniendo todos los miércoles, se le dice que «deje de ser divisivo».

Cuando él subraya el peligro de los postes de Asera que algunas personas quieren poner en el bazar de la iglesia, se le pide que deje de «traer división». Cuando él cita Deuteronomio 6 se le dice que se «olvide de la política y que se limite a predicar el evangelio». De esta manera, para acabar con el unitarismo (que nunca fue un problema real en esa iglesia en ese momento), el hermano Tommy tiene que explicar primero cómo es que Deuteronomio 6 no defiende el unitarianismo.

Entonces, las personas que pueden ver lo que hay detrás de todo esto —quienes han conocido al hermano Tommy por años y saben que no hay ningún unitario siquiera cerca de la iglesia— comienzan a hablar de cómo están «tomando una posición contra el unitarismo», con la esperanza de acallar a las multitudes y mantener una buena relación con los que están acusando a otros falsamente de unitarismo, porque, ¿qué más puede hacer uno?

Al final, el hermano Tommy es considerado demasiado «tóxico» como para tenerlo cerca, nadie está prestando ni un ápice de atención a la Sociedad Politeísta que acaba de colocar otra estatua de Zeus, y todavía no hay ni un solo unitario a la vista. Y tal vez algunas de las personas que creen en Deuteronomio —después de que se les haya dicho que ese libro defiende el «unitarismo»— podrían realmente convertirse en unitarios.

Es un laberinto de confusión. Si, además de todo eso, también les suceden cosas muy malas a personas vulnerables, bueno, ¿quién tiene tiempo para hablar de eso? Al menos los llamados «unitarios» han sido derrotados.

En un contexto eclesiástico, cualquier tipo de reforma sobre cuestiones reales puede resultar difícil porque esas cuestiones no pueden ser abordadas ni por los de dentro ni por los de fuera.

A los que se queden se les dirá —en especial si tienen un cargo en la iglesia— que no pueden mostrar deslealtad tratando de «destruirlo todo». Así que a menudo intentan el lento proceso de trabajar «a través del sistema», tratando de hacer todo de la «manera correcta» porque, si no lo hacen, eso —y no el abuso— se convertirá en el problema.

A menudo se encuentran con un obstáculo tras otro, viéndose obligados a luchar en otros quince frentes diferentes —a menudo en contra de cuestiones imaginarias o exageradas— para que luego los demás puedan decir: «Ves, siempre están intentando causar problemas».

Después de cada intento bloqueado, se les dirá: «Tengan paciencia. Confíen en el proceso. No queremos ninguna “opinión controversial” con respecto a este problema tan nuevo y repentino que descubrimos hace apenas veinte años». Detrás de todo eso habrá un llamado a la responsabilidad: «Ustedes son líderes de esta iglesia y no pueden fomentar la división. No podemos arreglar esto en el caos. Tienen que respetar a los otros líderes y superar esto».

Cuando no ocurre nada —y quienes piden la reforma sufren tantas puñaladas y obstáculos, acompañados a menudo de gaslighting, chantaje y guerra psicológica— puede que intenten hablar directo con la congregación, en los términos más educados, para anunciar que hay un problema. Y cuando la gente sigue ignorándolo, entonces tal vez se aventuren a decir explícitamente lo que han experimentado.

Pero saben que entonces el problema será la «manera» en que trataron el asunto. No deberían haberlo hecho así. Si lo dicen públicamente, se les dirá que están «destruyéndolo todo para hundir a todos junto con ellos». Si lo dicen en privado a los líderes, y otros se enteran, se les acusará de decirlo en privado sabiendo que al final se haría público.

En ese momento —después de que muchos de sus amigos y mentores finjan no conocer siquiera a los «alborotadores»— pueden concluir que simplemente no hay nada que puedan hacer. Y entonces, se irán.

Ahora, las personas que antes decían que sería inapropiado hablar porque tenían responsabilidades dentro de la iglesia, ahora les dicen que es inapropiado hablar porque están fuera. «Tú te fuiste; no tienes derecho a opinar sobre esto» o «Decir algo sobre esto sería como exclamar “te lo dije” y eso sería inapropiado». Esto puede ocurrir incluso después de que se demuestre que lo que han dicho es cierto.

Si esto le pasa a la gente con poder en una congregación, ¿cuánto peor será para quienes sufren los crímenes o los abusos, que no tienen ni voz ni poder? Uno de ellos podría ver lo que les ocurre a quienes intentan llamar la atención sobre la mafia que da poder al problema y concluir que nunca tendrá una oportunidad de salir victorioso. Incluso podría empezar a creer que los abusadores y sus protectores tienen razón y que él o ella es impío, satánico o «loco».

Y así, el mensaje que se proyecta al resto de la comunidad es: «No quieres ser ese tipo» o «No quieres ser como ella».

Este no es un problema exclusivo de los bautistas del sur. Puede ocurrir en cualquier iglesia, en cualquier congregación, en cualquier institución. En la vida de los bautistas del sur funciona bien porque ser bautista, es decir, pertenecer a los bautistas, es parte de lo que se nos enseñó desde que nacimos. Pero esto puede ocurrir en cualquier lugar.

El primer paso para conseguir algún tipo de justicia para cualquier persona es romper el poder del miedo al exilio. Y eso es difícil de hacer. Pero, con el tiempo, la gente empezará a distinguir la diferencia entre «convicción» y amenazas mafiosas, entre «resurgimiento» y política del poder, entre predicación y demagogia, entre cortesía y complicidad.

Hace casi 30 años, escuché varios buenos sermones de varias personas que hacían referencia a la advertencia de Elton Trueblood sobre una iglesia de «flores cortadas», en la que un ramo en un jarrón puede parecer vivo y encantador, pero cuando se separa de la raíz, solo tiene la apariencia de vida. Eso es cierto. Y no solo aplica a las personas que pierden su fe por el liberalismo, sino a quienes se alejan de Cristo por cualquier motivo. En cualquier contexto, las mafias, ya sean reales o metafóricas, solo funcionan si lo único que importa es la seguridad y el sentido de pertenencia.

Las flores solo pueden asustarte hasta que te das cuenta que han estado muertas todo el tiempo.

Russell Moore dirige el Proyecto de Public Theology de Christianity Today.

Traducción por Hilda Moreno Bonilla.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

Theology

El solsticio de verano nos recuerda la gracia de Dios para todos

El Señor permite que el sol salga sobre buenos y malos. Aquí su importancia.

Christianity Today June 17, 2022
Mathieu Bigard / Unsplash

En el primer día del verano del hemisferio norte, el sol permanece por largas horas en el cielo; por eso se suele llamar «el día más largo del año». En realidad, la posición del sol no será diferente a la habitual, pero nuestra percepción sí lo será debido a la inclinación de la Tierra sobre su eje cuando orbita alrededor del Sol.

Donde yo vivo, en el Atlántico medio de los Estados Unidos, disfrutaremos de más de catorce horas de luz solar, pero para los que viven mucho más al norte —en lugares como Svalbard, Noruega— el sol sencillamente no se pondrá. (La gente del hemisferio sur disfrutará del mismo fenómeno seis meses más tarde, cuando se intercambien las estaciones).

Tradicionalmente, el solsticio de verano ha sido un momento de celebración, hogueras y verbenas: ha inspirado historias como El sueño de una noche de verano de Shakespeare e incluso la construcción de maravillas arquitectónicas [enlaces en inglés] como Stonehenge y la gran pirámide de Guiza.

Para muchas culturas paganas, la mitad del verano era un tiempo de rituales y sacrificios, puesto que los humanos adoraban al sol como la fuente de la vida. Pero hay una diferencia entre adorar al sol y adorar a la luz del sol. Y, sorprendentemente, al menos para nuestra sensibilidad moderna, las Escrituras nos invitan a hacer esto último.

El Salmo 19 —el salmo que nos cuenta que «los cielos declaran la gloria de Dios»— nos llama a meditar en la órbita del sol según va trazando su camino por el cielo. El autor lo compara a un atleta que corre por un circuito:

Sale de un extremo de los cielos
y, en su recorrido, llega al otro extremo,
sin que nada se libre de su calor. (v. 6, NVI)

Para el salmista, el arco de la órbita solar (la misma órbita que hace que el solsticio de verano sea tanto posible como predecible) revela algo del carácter de Dios. En otro lugar, las Escrituras aluden al papel de la órbita solar en la definición «de los días y de los años» (Génesis 1:14-19), mientras que el paso constante de las estaciones nos habla de la fidelidad de Dios mismo. Así le promete el Señor a Noé después del diluvio:

Mientras la tierra exista,
habrá siembra y cosecha,
frío y calor,
verano e invierno,
y días y noches. (Génesis 8:22)

Encontrar verdades teológicas en los fenómenos naturales puede parecer extraño para los lectores modernos —y quizá puede que incluso dé la sensación de paganismo—, pero esta hermenéutica encaja perfectamente con la tradición de la teología natural o la revelación general.

El mundo natural es una de las primeras maneras en que Dios se reveló a sí mismo a la humanidad desde el principio de los tiempos. Y, por lo tanto, aunque estamos más acostumbrados a conocer a Dios a través de los textos sagrados y de las proclamaciones proféticas, los santos de la historia le han encontrado a través de su creación.

En un himno de principios del siglo XIII, el Cántico del hermano sol (basado en el Salmo 104), San Francisco de Asís alaba a Dios por medio de la grandeza del sol:

Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, corresponden,
y ningún hombre es digno de hacer de ti mención.
Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
el cual es día, y por el cual nos alumbras.
Y él es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Pero la revelación general también conlleva una especie de advertencia, recordándonos dónde estamos en relación con nuestro Creador. Por mucho que minimicemos nuestra vulnerabilidad o intentemos escapar de la incómoda verdad de nuestra dependencia, el mundo natural es capaz de devolvernos a la realidad.

Cuando los amigos de Job le amonestan por culpar a Dios de su sufrimiento, Job les recordó que incluso los animales saben que su bienestar descansa en las manos del Creador. «Pero interroga a los animales, y ellos te darán una lección; pregunta a las aves del cielo, y ellas te lo contarán; habla con la tierra, y ella te enseñará; con los peces del mar, y te lo harán saber. ¿Quién de todos ellos no sabe que la mano del Señor ha hecho todo esto? En sus manos está la vida de todo ser vivo, y el hálito que anima a todo ser humano» (Job 12:7-10).

Sencillamente, no podemos eludir el testimonio de la creación: somos criaturas dependientes cuya única esperanza está en nuestro Creador.

Al meditar en el solsticio de verano en nuestra tierra que gira alrededor de una abrasadora masa de gloria, no puedo evitar pensar en lo frágil que es nuestra vida en este planeta. La inclinación correcta del eje, la distancia adecuada, la longitud de órbita necesaria: todo sostenido por Aquel que lo puso en movimiento en primer lugar y lo mantiene en un acto de creación continua.

A la luz de todo esto, comprendo por qué la gente ha adorado al sol. Comprendo lo fácil que es ver al mismo sol como tu fuente de vida, darte cuenta de lo dependiente que eres de sus rayos y reaccionar al respecto. Pero nuestra dependencia solo es la mitad de la historia. El mundo natural —específicamente, el sol— también revela la bondad y la gracia del Dios del que dependemos.

Regresando al Salmo 19, David sugiere que la gloria de Dios es como el calor del sol: «sin que nada se libre de su calor» (v. 6). La presencia de Dios impregna cada recoveco y rendija de la tierra. Esta va «por toda la tierra (…) hasta los confines del mundo» (v. 4).

Pero así como Dios se revela generosamente como la fuente de nuestras vidas, también se muestra generoso y su gracia nos cambia.

En el sermón del monte, Jesús apela a la órbita solar para enseñar una nueva ética del reino de los cielos. Como hijos de nuestro Padre, dice, no solo debemos amar a nuestros amigos, sino también a nuestros enemigos, y orar por aquellos que nos persiguen. Y debemos hacerlo porque esto es lo que nuestro Padre hace.

Nuestro Padre «hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos» (Mateo 5:45). Él no diferencia entre los que se merecen los tibios rayos del sol y los que no; Él extiende la gracia de la vida a todos: incluso a los que se resisten a Él o incluso lo odian.

Cuando sentimos el brillo del sol sobre nuestro rostro, cuando festejamos bajo sus rayos extendidos, recordamos que nuestras vidas dependen de su calidez de un modo muy real y práctico. La energía que brilla desde el cielo permite que las plantas crezcan y sostiene a todos los que llaman hogar a esta tierra. Esa luz cae sobre todos —sin importar que amemos y adoremos al Creador o no— y es la misma luz que nos instruye en su camino.

Cuando la autosuficiencia y la ingratitud nos tientan a olvidarnos de la fuente de la vida (Jeremías 5:24), oramos para que la bondad de Dios, al igual que el sol, continúe brillando sobre nosotros y nos conduzca al arrepentimiento. Oramos para poder estar abiertos a lo que esta luz nos enseña y a aquello que nos hará más parecidos a nuestro Padre del cielo: un Padre tan rico y cariñoso que los rayos de su amor inundan toda la tierra, para que nada se pueda esconder de ellos.

Hannah Anderson es la autora de Turning of Days, All That’s Good, y Humble Roots: How Humility Grounds and Nourishes Your Soul.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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