La luz que nos guía a casa

Una lectura de Adviento para el 13 de diciembre.

Juan 8:12

Juan 8:12

Christianity Today December 13, 2022
Stephen Crotts

Tercera semana de Adviento: La Luz del mundo


La Escritura usa el tema de la oscuridad y la luz para describir al Prometido. Jesús se identificó a sí mismo como esta luz sobre la cual se había profetizado. En Él experimentamos salvación e iluminación espiritual. Pero Jesús no solo es la luz para nosotros como individuos, Él es una luz para todas las naciones. Jesús es la Luz del mundo.

Lea Juan 8:12

El pintor inglés del siglo XIX J. M. W. Turner fue famoso por su asombroso uso de la luz. Si mira fijamente piezas como Snow Storm, Frosty Morning y, mi obra favorita, Fishermen at Sea, tendrá la sensación de que Turner estaba pintando con fuego tanto como con óleo y acuarelas. El pastor y artista Michael Milton señala: «En Turner no solo hay luz, sino luz que conduce al espectador en busca de significado». En la obra de arte de este maestro, la luz no es el final, es una invitación hacia la esperanza, la belleza y el significado mismo.

Cuando caminamos por nuestro vecindario en las noches frías durante la temporada de Adviento, nos deslumbran las luces navideñas. En los últimos años, verlas a través de los ojos de mis dos hijos pequeños despertó algo en mí que había perdido ante el cinismo sutil e insidioso que a menudo se establece con la edad: el anhelo. La luz es una maravilla por su promesa de que hay algo brillante velado detrás de la oscuridad, esperando a ser encontrado, palpitante con vida, a punto de desplegarse ante nosotros.

En Juan 8:12 leemos: «Una vez más Jesús se dirigió a la gente, y les dijo: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”». Estas palabras por sí solas son lo suficientemente poéticas, pero esta no era solo una metáfora pegadiza. Al anunciarse a sí mismo como la Luz del mundo, en este lugar particular y en este momento particular, Jesús estaba haciendo una declaración audaz y hermosa sobre lo que está oculto detrás de la oscuridad y, lo que es más importante, sobre su propia capacidad y deseo de llevarnos allí.

Jesús pronunció estas palabras durante la Fiesta de los Tabernáculos, un festival judío de una semana de duración centrado en la celebración del éxodo, cuando Dios sacó a su pueblo de la esclavitud en Egipto y lo llevó a la libertad en la Tierra Prometida. Durante su largo viaje por el desierto, Yavé se había revelado al pueblo como una columna de nube durante el día y una columna de fuego durante la noche (Éxodo 13:21–22; 40:38). Para recordar este acto de guía divina durante la Fiesta de los Tabernáculos, en los patios del templo se encendían llamas sobre dos pilares de 75 pies de altura para simbolizar el pilar de luz en el éxodo. Es en este mismo escenario que Jesús se para en los patios del templo, probablemente a la luz de estos pilares, y declara: «Yo soy la luz del mundo».

Jesús es la luz que nos guía a través del desierto de nuestra desesperación, nuestro dolor y nuestra pérdida. Él es la luz que deshace la oscuridad de nuestro miedo, nuestra ansiedad y nuestra incertidumbre. Él es la gran Luz del mundo, la luz que nos guía a casa.

Jay Y. Kim es pastor principal en la iglesia WestGate. Es autor de Analog Church y Analog Christian. Vive en Silicon Valley con su familia.

Reflexione sobre Juan 8:12. Opcional: Lea también Juan 9:5 y 12:46.


¿Qué imagina usted que pensaron o imaginaron los primeros oyentes de Jesús cuando Jesús dijo esto? ¿De qué manera el contexto de la Fiesta de los Tabernáculos enriquece su comprensión de esta afirmación de Jesús?

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¿Educación pública, privada o en casa? Las opiniones de los cristianos son diversas

En medio de cambios a causa de la pandemia y preocupaciones sobre planes de estudios controvertidos, muchas familias cristianas han optado por la educación privada o por la educación en el hogar. Pero muchos otros creen que deben permanecer en el sistema.

Christianity Today December 12, 2022
Ilustración por Mallory Rentsch / Source Images: Pexels

Cuando notó que las escuelas de su comunidad no tenían suficientes fondos, el pastor Clark Frailey intervino para ayudar a proporcionar materiales como toallas desinfectantes, papel y marcadores. En ese momento, Oklahoma recibía menos fondos para la educación que la mayoría de los estados en los Estados Unidos [los enlaces redirigen a contenidos en inglés].

Pero pronto se dio cuenta de que el problema era mucho más grande que los armarios de suministros vacíos. Los edificios de las escuelas desarrollaron moho negro. Los maestros estaban encuadernando libros de texto que tenían décadas de antigüedad. Los niños de kindergarten se amontonaban en clases de hasta 30 estudiantes.

Entonces, en 2016, Frailey y otros pastores bautistas lanzaron una iniciativa, Pastors for Oklahoma Kids, para abogar por los estudiantes y las escuelas en todo el estado.

«Nos encontramos con mucha demonización en ese momento», le dijo a Christianity Today. «Las personas decían que nuestras escuelas eran marxistas, socialistas y ateas. Y eso simplemente no era lo que nosotros habíamos experimentado como pastores de iglesias locales».

Estos pastores conocían a los directores, maestros y superintendentes que lideraban las escuelas locales; el personal de las escuelas asistía a sus iglesias y se ofrecían como voluntarios para servir en la escuela dominical y la guardería. Los argumentos de otros cristianos que alegaban una ideología radical en el sistema escolar, «se sentía como una narrativa falsa», dijo Frailey. «Había un fuerte movimiento para desacreditar la educación pública en Oklahoma».

Ese movimiento ha atacado la educación pública en comunidades de todo el país.

La educación en el hogar y la educación privada han aumentado a un ritmo sin precedentes desde que las escuelas hicieron la transición a la educación en línea durante los primeros meses y años de la pandemia. Las preocupaciones sobre los planes de estudios también aumentaron, ya que se difundieron historias de escuelas públicas que enseñan la teoría del género, fomentan el transgenerismo y promueven la teoría crítica de la raza.

A pesar de los titulares, muchos educadores cristianos le dijeron a CT que no han visto motivo de indignación en sus propios sistemas escolares y se sienten convencidos de permanecer en el aula.

«No he experimentado aquello que causa que mi iglesia y tal vez algunos de los miembros de la iglesia estén enojados y molestos», dijo Brittany Braun, maestra de tercer grado que ha enseñado en escuelas públicas durante 14 años. «No siento que me hayan pedido que guarde silencio con respecto a mi fe o que impulse una agenda de temas en los que no creo».

Braun dijo que su propia experiencia como estudiante cristiana en una escuela secundaria pública, rodeada de personas de diversas creencias y antecedentes, fue «super formativa» en su fe, y fue un campo de entrenamiento para la universidad. Sus dos hijos, de 5 y 7 años, asisten a la escuela de su distrito.

«Cuando llegó mi momento de tener hijos, me pareció que habría sido hipócrita enviar a mis propios hijos a una escuela privada si yo misma estaba trabajando intencionalmente para que la educación pública fuera lo mejor posible», dijo. «Si no le confiara a mis propios hijos al sistema de escuelas públicas al que doy mi vida todos los días, entonces, ¿qué estaría haciendo?».

Braun regresó al salón de clases este otoño después de ausentarse parte del año escolar pasado debido a un tratamiento por cáncer de mama, ansiosa por volver con los estudiantes a los que se siente llamada a enseñar y servir.

Incluso cuando las escuelas públicas han desarrollado una reputación negativa entre algunos cristianos, grupos como Christian Educators continúan ofreciendo apoyo con oración, recursos e incluso asesoramiento legal para aquellos preocupados por proteger sus trabajos. La asociación profesional afirma que su objetivo es «alcanzar a la próxima generación de embajadores de Cristo en nuestras escuelas».

«Nuestra luz debería brillar en los lugares más oscuros», dijo Micah Walls, maestra de escuela primaria en Lapel, Indiana. «Si no tenemos cristianos en el sistema de escuelas públicas tratando de amar a estos niños, ¿quién lo hará?».

A pesar de un aumento en la matriculación en escuelas cristianas y en la educación en el hogar, la investigación sugiere que todavía hay un gran apoyo entre los cristianos evangélicos. PDK International, una organización que apoya a los maestros, encontró en su encuesta que los padres tienen una visión más favorable de la escuela de sus hijos y de las escuelas locales de su comunidad que con respecto a las escuelas públicas del país. Los cristianos que se identificaron como políticamente conservadores reportaron mayor frustración con el sistema.

«En resumen», escribió Marilyn Anderson Rhames, «el desencanto con la educación pública parece tener mucho más que ver con la ideología política que con la religión».

Los padres cristianos que sacan a sus hijos de las escuelas públicas pueden no estar de acuerdo con ciertas lecciones, particularmente sobre sexo y género, o bien, temen no saber a qué información estarán expuestos sus hijos a través del plan de estudios o con sus compañeros de clase.

«Creo que la solución se encuentra en la creación de un diálogo saludable en el hogar», dijo Mandy Majors, madre cristiana y fundadora de nextTalk, organización que asesora a los padres sobre cómo mantener a los niños seguros en línea. Su filosofía de comunicación abierta se basa en Deuteronomio 6:6-7, que dice que debemos hablar con nuestros hijos «… cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.».

Algunas familias cristianas, como los Groen en Minnesota, han reconsiderado recientemente sus suposiciones sobre la escuela pública. Como ambos padres asistieron a escuelas cristianas privadas, Jenny Groen tenía la intención de hacer lo mismo con sus seis hijos.

Pero algunos de sus hijos no pudieron asistir a la escuela privada debido a problemas de salud, así que Groen los educó en casa durante un año al comienzo de la pandemia. La experiencia le hizo darse cuenta de «lo aislados que habíamos estado viviendo» dentro de una «burbuja cristiana muy pequeña y aislada».

«Sentimos que no estábamos siguiendo lo que dicen las Escrituras cuando nos llaman a “vivir en el mundo, pero no ser del mundo”», dijo a CT. «Después de un año de educación en el hogar, decidimos enviar a nuestros seis hijos a la escuela pública local, y estoy muy feliz de poder decir verdaderamente que todos están prosperando».

En un estudio, el investigador de religión Tyler VanderWeele encontró poca diferencia en los resultados finales de fe entre los niños que asistieron a una escuela religiosa privada y los que asistieron a la escuela pública. Sin embargo, aquellos que recibieron educación en el hogar resultaron tener un 51 por ciento más de probabilidades de asistir con frecuencia a servicios religiosos en la edad adulta.

Hadley Heath Manning, una madre en Colorado, describió su relación con las escuelas públicas como «frágil». Le preocupa que lo que ve como una oscilación negativa en las escuelas se deba en parte a que los cristianos «se hayan retirado de la esfera pública».

Como cristiana, dijo que se siente presionada a sacar a sus hijos de la escuela pública, pero también cree que los cristianos deberían ser parte de la discusión sobre las políticas y el plan de estudios de las escuelas públicas.

«Si bien hay algunas cosas a las que no quiero que mis hijos estén expuestos, como malos mensajes sobre género y sexo, sí quiero que mis hijos estén expuestos a familias de una variedad de orígenes», dijo. «Si puedo establecer confianza con el maestro, estar presente en el aula como voluntario y tener transparencia sobre lo que están aprendiendo mis hijos, entonces no solo me siento bien con la elección de enviar a mis hijos a esta escuela, sino que también espero que mi familia puede ser una influencia y una bendición para otros niños y maestros».

La oración es un factor importante. Manning y sus hijos oran juntos cada mañana antes de ir a la escuela. Stacy Callender, líder de Moms in Prayer, un grupo cristiano que ora por las escuelas ha visto un aumento en la membresía desde la pandemia.

La batalla por los niños en las escuelas de hoy se ha intensificado, dijo Callender, y hay menos necesidad de «convencer a las mujeres de que nuestras escuelas necesitan oración».

«El lugar más seguro para nosotros y para nuestros hijos es la voluntad de Dios, y esta puede ser [que asistan] a escuelas públicas», dijo Callender, quien dijo que ha visto a administradores escolares darle la bienvenida a organizaciones paraeclesiásticas a fin de que ayuden a manejar la reciente avalancha de problemas de salud mental.

Teachers in Prayer es otra organización basada en la oración por las escuelas y también ayuda a los maestros a navegar con preguntas sobre libertad religiosa en la educación pública.

Algunos líderes de la iglesia como Maggie Mobley, de la Iglesia Cristiana Sherwood Oaks en Bloomington, Indiana, ven una ventaja misional en enviar a los niños a las escuelas públicas en lugar de a escuelas cristianas.

«Queremos estar en medio de este caos», dijo Mobley, pastor de conexiones de Sherwood Oaks. «Podemos ministrar a otros si nos ponemos en una posición en la que podemos compartir a Jesús con personas que no lo conocen».

Mobley dijo que ella y su esposo han tenido conversaciones difíciles con sus hijos sobre cosas que escucharon en la escuela, pero que tienen una base sólida en su fe. Les recuerdan a sus tres hijos: «Sean una influencia; no se dejen influenciar» y «dejen que brille la luz de Dios».

En entrevistas con CT, tanto los padres como los maestros cristianos se refirieron al llamado de las Escrituras a ser «sal y luz» en las escuelas públicas.

Sin embargo, otros han cuestionado si el trabajo de un niño es ser lanzado a la misión o si los padres deberían priorizar su desarrollo espiritual en el hogar mientras son jóvenes. (Un artículo anterior de CT abordó un debate similar que involucraba a los hijos de los misioneros).

«Nuestros hijos tienen un trabajo. Y es ser NIÑOS. Es ser educado por sus padres. Es guardar la palabra de Dios en su corazón. Cuando sean mayores, estarán mejor equipados para salir y servirle», escribe un padre cristiano que aboga por la educación en el hogar.

La maestra de Biblia y columnista de CT, Jen Wilkin, envió a sus hijos a la escuela pública, y escribió: «No intentamos posicionar estratégicamente a nuestros hijos como misioneros miniatura».

Sin embargo, ella sí vio el beneficio de las distinciones con respecto al mundo en términos bíblicos que surgieron naturalmente para sus hijos en ese entorno educativo. «La escuela pública trazó líneas claras para nuestros hijos», escribió. «Saben que son una minoría… no tenemos que convencerlos de que son extranjeros y extraños».

Amy Perry Goldsmith, cuyos cinco hijos asistieron a la escuela pública, también vio cómo la escuela pública les dio a sus hijos una visión más amplia de su comunidad y les permitió sentirse cómodos con la diversidad, las nuevas perspectivas y los problemas de equidad y pobreza.

Los estudiantes cristianos en las escuelas públicas a menudo participan en la manifestación anual de oración See You At the Pole, un movimiento anual de un día en el que los cristianos se reúnen para orar alrededor de la asta de la bandera frente a sus escuelas.

También hay ministerios, como Cru y Campus Life, que organizan reuniones y ofrecen apoyo, comunidad y recursos para estudiantes cristianos de escuelas públicas que desean conectarse con personas de ideas afines. Algunos grupos locales más pequeños, como Partner with Schools, una organización sin fines de lucro de Ohio, también ayudan a conectar las iglesias locales con las escuelas para ofrecer clubes cristianos.

Este tipo de esfuerzos fue la forma en que Frailey pensó que sus compañeros podían escuchar el evangelio hace años. Comenzó clubes bíblicos y un boletín cristiano en la escuela secundaria, con la esperanza de ser «la sal y la luz» para quienes lo rodeaban.

«Esa se convirtió en mi visión», dijo, «ir a lugares que no eran objetivamente cristianos y llevar la luz a ese lugar».

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Salvación y amor

Una lectura de Adviento para el 12 de diciembre.

Christianity Today December 12, 2022
Stephen Crotts

Tercera semana de Adviento: La Luz del mundo


La Escritura usa el tema de la oscuridad y la luz para describir al Prometido. Jesús se identificó a sí mismo como esta luz sobre la cual se había profetizado. En Él experimentamos salvación e iluminación espiritual. Pero Jesús no solo es la luz para nosotros como individuos, Él es una luz para todas las naciones. Jesús es la Luz del mundo.

Lea Isaías 42:1–14; 49:1–15; y 60:1–3

Todos hemos experimentado lo que es despertar en la oscuridad, ese momento en el que buscamos la luz para poder ver claramente el mundo que nos rodea. Tal vez usted, como yo, nunca superó por completo ese miedo a la oscuridad. La oscuridad es un miedo universal porque puede crear espacios de peligro, mientras que la luz nos guía hacia la seguridad. Especialmente antes de la invención de las luces eléctricas, la oscuridad significaba que era más probable que una persona sufriera un ataque de enemigos o animales peligrosos.

No debería sorprendernos, entonces, que la luz sea una poderosa metáfora de la seguridad y la salvación en Isaías cuando describe al siervo de Dios cumpliendo este papel. Vemos esta idea en el Nuevo Testamento cuando se describe a Jesús como la «luz del mundo» (Juan 8:12; 9:5), haciéndose eco de las descripciones del siervo de Dios como la luz que llevará salvación a todas las naciones en Isaías 42, 49 y 60.

Al describir al siervo de Dios, Isaías coloca dos ideas, una al lado de la otra: la salvación global de Dios y la intimidad profunda de Dios. Por un lado, el siervo traerá salvación a escala global. Como la luz del sol que alcanza toda la tierra de un extremo a otro, el siervo de Dios traerá salvación a todos los pueblos, a todas las tribus, a todas las naciones (42:6; 49:6; 60:3). Esta salvación es multiétnica y multicultural, y está disponible para todos.

Por otro lado, cuando Isaías describe esta salvación —es decir, la luz global del siervo—, también ancla esta vasta visión en la profunda intimidad de Dios. Este Dios formó al siervo en el vientre de su madre (49:5), grita como una mujer que da a luz a fin de conseguir la salvación de su pueblo (42:14), y se acuerda de su pueblo como la madre que cría, que se acuerda de su bebé en el pecho (49:15).

Asimismo, vemos esta combinación de salvación global e intimidad personal en Jesús. Jesús es quien trae una especie de luz que honra el pacto que Dios hizo con su pueblo (42:6). Esta luz da libertad a los que están en cautiverio (42:7) y saca a las naciones y reyes de sus tinieblas a la luz de Jesús (60:2–3).

La luz de Jesús también brinda esperanza personal y específica a aquellos que han estado sentados en calabozos oscuros esperando su liberación, así como a aquellos que experimentan ceguera (42:7). Esta luz brilla a través de vastas extensiones alrededor del mundo y se asoma dentro de los rincones más pequeños de nuestros hogares individuales. Este es el Jesús que esperamos durante el Adviento: la luz brillante que ilumina y alienta a todos en todo el mundo, y la vela que brilla en cada una de nuestras vidas, recordándonos la cercanía de Dios.

Beth Stovell es profesora de Antiguo Testamento en el Ambrose Seminary. Es coeditora de Theodicy and Hope in the Book of the Twelve y autora de los comentarios Minor Prophets I y II, de próxima aparición.

Reflexione sobre Isaías 42:1–14; 49:1–15; y 60:1–3.


¿Qué le dicen estos pasajes acerca de la naturaleza global de la luz de Dios? ¿En cuáles de ellos ve la intimidad de Dios? ¿Cómo ve a ambos en Jesús?

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Una luz ha resplandecido

Una lectura de Adviento para el 11 de diciembre.

Christianity Today December 11, 2022
Stephen Crotts

Tercera semana de Adviento: La Luz del mundo


La Escritura usa el tema de la oscuridad y la luz para describir al Prometido. Jesús se identificó a sí mismo como esta luz sobre la cual se había profetizado. En Él experimentamos salvación e iluminación espiritual. Pero Jesús no solo es la luz para nosotros como individuos, Él es una luz para todas las naciones. Jesús es la Luz del mundo.

Lea Isaías 8:21–9:7

Al crecer en un pequeño pueblo de Alaska, estaba bien familiarizado con la oscuridad. En las profundidades del invierno, unas pocas horas de luz solar al día daban paso rápidamente a las largas e impasibles noches. Y los efectos de la oscuridad iban más allá de la inconveniencia de palear la nieve para limpiar el camino de entrada bajo la luz artificial. La falta de luz solía traer consigo una falta de esperanza. Los largos inviernos de Alaska producen aislamiento, depresión y, a veces, desesperación. En la oscuridad, no hay visión, ni dirección, ni propósito.

Isaías 8 habla de un tiempo en que Israel estaba bien familiarizado con la oscuridad. Bajo la amenaza de la invasión de una superpotencia internacional (Asiria), el pueblo de Dios estaba en un lugar de temor y terror. En lugar de volverse a Dios como su esperanza, redoblaron su miedo al abrazar conspiraciones y consultar con médiums ocultistas (vv. 12, 19), lo que los llevó a una oscuridad total.

Y, sin embargo, en medio de esta angustia, el profeta Isaías proclama: «El pueblo que andaba en la oscuridad ha visto una gran luz». A pesar de sus propios intentos de salir de la oscuridad, una luz ha resplandecido sobre ellos. ¿Qué es esta luz? ¿Quién podría traer esperanza en medio de la oscuridad total? Isaías declara: «Porque nos ha nacido un niño».

Si bien un niño ciertamente no es rival para el ejército asirio, este niño es diferente. Este hijo crecerá para ser un rey que gobernará con rectitud y justicia. Aunque reinará desde el trono de David, su reino se extenderá hasta los confines de la tierra y se establecerá por toda la eternidad. A través de este niño ungido, no solo brillará la luz en medio de la oscuridad, sino que la luz la vencerá.

La promesa dada por Isaías finalmente se cumplió cientos de años después cuando un niño nació bajo la amenaza de otra superpotencia internacional. Jesús es la Luz del mundo. Y mientras nuestro mundo aún permanece en completa oscuridad, la luz del evangelio brilla intensamente en medio de la oscuridad. Porque este rey reina con gracia y gobierna con amor. Y su reino no tendrá fin.

Los inviernos en Alaska eran duros. Pero no he hablado de los veranos. En pleno verano en Alaska, hay luz del día las 24 horas del día. No hay oscuridad. Todo es luz. Hay tanta alegría. Cuando Cristo regrese, hará nuevas todas las cosas. Y el libro de Apocalipsis nos dice que, en la nueva creación, no habrá necesidad del sol (22:5), ¡porque la gloria de Dios brillará más que mil soles! Caminaremos en la luz y experimentaremos el gozo puro del reino de Cristo para siempre.

Jeremy Treat es pastor en Reality LA y profesor adjunto en Biola University. Es autor de Seek First y The Crucified King.

Reflexione sobre Isaías 8:21–9:7.


¿Cómo impacta su comprensión de esta gran promesa conocer su contexto histórico? ¿Qué mensaje le transmite para su realidad de hoy?

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Jesús es nuestra paz

Una lectura de Adviento para el 10 de diciembre.

Christianity Today December 10, 2022
Stephen Crotts

Segunda semana de Adviento: El Príncipe de Paz


En medio del dolor y la violencia de nuestro mundo, nos aferramos a esta esperanza: un día Jesús traerá la paz verdadera y definitiva. Él también nos trae paz espiritual en el presente mientras experimentamos la redención y vivimos según los valores de su reino. Jesús es el Príncipe de Paz.

Lea Juan 14:27; 16:33; y Efesios 2:14–18

Dos verdades pueden entrar en conflicto y, sin embargo, si ambas son ciertas, debemos afirmar ambas.

En primer lugar, nuestro mundo está lleno de auténtico dolor y problemas. Como advirtieron los profetas del Antiguo Testamento, nuestra rebelión contra Dios nos ha retorcido a nosotros y a nuestro mundo. Fingir lo contrario es, en el mejor de los casos, ser ingenuo, o duro de corazón, en el peor. Dios no nos pide que mintamos sobre las dificultades de la vida.

En segundo lugar, Jesús es nuestra paz, no de una forma barata o cursi, sino de una forma terrenal, trascendente y que altera el cosmos. Él es la única respuesta a este dolor y a estos problemas. Enviado por el Padre con el poder del Espíritu, el Hijo de Dios se hizo plena y verdaderamente humano. Este Dios de paz irrumpió en nuestro mundo roto como uno de nosotros e inició un mundo renovado, haciendo realidad la antigua esperanza profética. «Cristo es nuestra paz», ya que derribó «mediante su sacrificio el muro de enemistad que nos separaba», no solo entre el pecador y Dios, sino también entre el judío y el gentil, el hombre y la mujer, el esclavo y el libre, el cielo y la tierra (Efesios 2:14; Gálatas 3:28; Colosenses 1:15–22).

Y estas dos verdades entran en colisión.

Jesús es nuestra paz, no solo de forma psicológica, sino también de forma concreta e integral en todos los ámbitos de la vida. Él es nuestra paz, y nos la concede, no al hacernos insensibles, sino perdonando y sanando y envolviéndonos en su amor y en su vida. Incluso en la oscuridad de la noche y cuando la confusión, la duda y el caos se arremolinan, Jesús sigue diciendo: «La paz les dejo; mi paz les doy… No se angustien ni se acobarden» (Juan 14:27).

Reconocemos los problemas y la ruptura como algo doloroso y problemático porque no tienen nada que ver con shalom. Mientras que shalom trae armonía, bondad y un mundo floreciente, nosotros vivimos entre guerras y traiciones, asfixiados en nuestro propio ensimismamiento. Pero en respuesta a nuestra rebelión y caos, Jesús trae su paz, su shalom. «Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz … pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo» (Juan 16:33). Al conectarnos con Dios, Él es nuestro shalom. Él es la esperanza de Israel y, por tanto, la esperanza del mundo.

Así es como tenemos paz en un mundo auténticamente perturbado: Dios, desde más allá de nuestro mundo, se ha dado a sí mismo como nuestra paz. Cristo, el Dios–hombre, es nuestra paz. Él no depende de nuestras emociones y circunstancias fluctuantes. Dios no nos pide que mintamos sobre el dolor y los problemas ni sobre su bondad y presencia en Cristo. Ambas cosas son ciertas. Amados, hay problemas, pero Cristo es nuestra paz en medio de los problemas, y nos brinda refugio, fuerza y dirección para extender su paz a este mundo herido.

Kelly M. Kapic es teólogo en el Covenant College y autor o editor de numerosos libros como Embodied Hope y You're Only Human.

Medite sobre Juan 14:27; 16:33; y Efesios 2:14–18.


¿De qué manera Jesús es la paz de su vida de forma concreta e integral, en todos los ámbitos de la vida, incluso en medio de las dificultades?

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Ideas

En la batalla, Dios vence con lo que el mundo menos espera

Columnist; Contributor

Por qué Dios manda a su pueblo a la guerra con herramientas de la vida diaria.

Christianity Today December 9, 2022
Ilustración por Rick Szuecs / Source images: Envato

En la primera batalla de Armagedón, el comandante enemigo fue asesinado con el más rudimentario equipo de acampada. La especulación acerca de la siguiente ronda ha sido material para libros y películas de superventa repletas de conjeturas acerca de gobiernos mundiales, naves de guerra voladoras con son tanto langostas como escorpiones, códigos de barras, conspiraciones, la Unión Europea, armas nucleares y un meteorito gigante dirigiéndose a la tierra con Bruce Willis a bordo.

Pero la primera vez que se libró una guerra en Har-Magedon (la colina de Megido), el golpe definitivo se dio con el objeto más cotidiano imaginable. A Sísara, jefe del poderoso ejército cananeo, le atravesó la cabeza Jael, una mujer que vivía en una tienda, empuñando un martillo y la estaca de su carpa (Jueces 4:17-22).

Es una historia impactante por muchas razones. Una mujer, Débora, estaba juzgando Israel, algo que por sí solo es inusual. El hombre a cargo de liderar el ejército israelita, Barac, se negó a luchar a menos que ella fuera con él. Israel ganó la batalla a pesar de las sobrecogedoras probabilidades en su contra. Cuando se celebró la victoria con una canción (Jueces 5), los personajes principales fueron (de nuevo) tres mujeres: Débora, descrita como «una madre en Israel»; Jael, la que empuñó el martillo; y la espeluznante madre malvada de Sísara. Y la estaca en la sien es simplemente inolvidable.

No obstante, esta historia también forma parte de un patrón recurrente en las Escrituras, en las cuales Israel derrota a sus enemigos con herramientas en vez de armas. En este caso, Israel no tiene escudos ni lanzas, sino que conquista, en cambio, con una estaca y con el «mazo de trabajo» (5:26). Otro juez, Samgar, derrotó a los filisteos con una vara para arrear bueyes (3:31). Gedeón ganó con cántaros y trompetas (7:19-23). Al rey filisteo Abimélec lo mató una piedra de moler arrojada desde un muro (9:53) en la segunda vez en cinco capítulos que se describe a una mujer misteriosa reventándole la cabeza a un hombre poderoso con una herramienta doméstica. Lo muros de Jericó se vinieron abajo con el uso de un instrumento musical (Josué 6). Moisés sacó a los israelitas de Egipto utilizando un bastón diseñado para pastorear ovejas. Parece ser que a Dios le gustan las herramientas comunes: lo que se usa para cocinar, construir, labrar y crear cultura. Pero ¿por qué?

El propósito más obvio es recordarle a Israel, una y otra vez, que la seguridad militar no proviene de la fuerza, los números, la artillería o la habilidad, sino del poder de Dios que lucha a su favor. En ese sentido, la victoria de las herramientas sobre las armas se enlaza con un patrón bíblico mayor en el cual los ejércitos fuertes que adoran a falsos dioses se ven superados por ejércitos débiles que adoran al Dios verdadero.

La propia extrañeza del arma es la clave del asunto: nadie podría ganar con eso, a menos que Dios esté con ellos. Puede ser la estaca de una carpa o una vara para el ganado. Puede ser un ángel. Puede ser un hueso de quijada, un guijarro, una canción, o un altar empapado en agua que de repente prende fuego. Sea cual sea el medio para la victoria, hay que aceptar que el éxito de Israel «no será por la fuerza ni por ningún poder, sino por mi Espíritu —dice el Señor Todopoderoso—» (Zacarías 4:6).

También hay aquí un esperanzador contraste escatológico. El triunfo de las herramientas sobre las armas, del trabajo sobre la guerra, es en sí misma una declaración profética de la paz que en última instancia Dios traerá al mundo. Los mazos y las piedras de moler derrotan escudos y carretas porque, al final, el mundo se llenará de granjeros y molineros en vez de generales y ejércitos. El futuro, tal como lo vio Isaías, es uno en el que las trampas de la guerra son redundantes: «Todas las botas guerreras que resonaron en la batalla, y toda la ropa teñida en sangre serán arrojadas al fuego, serán consumidas por las llamas» (Isaías 9:5). La guerra cósmica acabará. Todos los enemigos de Cristo estarán bajo sus pies. Las espadas y lanzas serán obsoletas, de tal modo que serán convertidas en arados y hoces, es decir, en lo mejor para cosechar los campos y viñedos del nuevo mundo de Dios, y harán pan y vino con el grano y las uvas.

El contraste definitivo, sin embargo, lo encontramos en la cruz. Roma, la mayor fuerza militar que el mundo había visto, reúne a un batallón de soldados para examinar al rey de Israel. Ellos están armados; Él está desnudo. Ellos vienen con espadas y lanzas; Él viene con nada más que el nombre de Dios el Señor. Ellos llevan las armas más avanzadas disponibles. Él lleva las mismas herramientas habituales de carpintero con las que creció: clavos, martillos y tablas de madera.

Aun así, cuando la polvareda se asienta, los soldados no tienen nada que hacer frente al carpintero. Y la cabeza del enemigo es machacada, justo en la sien.

Andrew Wilson es pastor de enseñanza en la iglesia King’s Church de Londres y autor de Spirit and Sacrament (Zondervan). Síguelo en Twitter @AJWTheology.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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Nacido para ser maltratado

Una lectura de Adviento para el 9 de diciembre.

Christianity Today December 9, 2022
Stephen Crotts

Segunda semana de Adviento: El Príncipe de Paz


En medio del dolor y la violencia de nuestro mundo, nos aferramos a esta esperanza: un día Jesús traerá la paz verdadera y definitiva. Él también nos trae paz espiritual en el presente mientras experimentamos la redención y vivimos según los valores de su reino. Jesús es el Príncipe de Paz.

Lea Isaías 52:13–53:12

La expectación aumentaba mientras el pueblo de Dios esperaba la llegada de su Mesías de la misma forma en que nosotros ahora esperamos la celebración de su nacimiento. Sin embargo, este cuarto Canto del Siervo en Isaías se parece mucho más a un elogio que a un anuncio de nacimiento. Habla de alguien que no solo viene, sino de alguien que es enviado. Cada parte de la biografía del siervo está impregnada de propósito.

La historia del siervo no es una mera tragedia. Al contrario, esta canción comienza y termina afirmando el triunfo y la exaltación del siervo prometido. En la parte central de la canción se explica cómo triunfará: mediante el sufrimiento. Físicamente, el siervo quedaría marcado, traspasado, aplastado y desfigurado. Emocionalmente, su alma estaría cargada de dolor, sufrimiento y angustia. Socialmente, sería rechazado, despreciado y oprimido. Su cuerpo, su espíritu y sus relaciones serían quebrantados. Esta vida inestimable, aunque poco envidiable, se vería acortada, menospreciada y profanada. «Pero» dice Isaías, «el Señor quiso quebrantarlo y hacerlo sufrir».

Pero, ¿por qué? ¿Con qué fin? Porque «sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz». Sus hombros hundidos por el dolor cargarían con la pena del mundo, su sufrimiento eliminaría nuestra culpa, sus heridas asegurarían nuestra sanación, y su repudio y juicio comprarían nuestra paz. Como profecías mesiánicas, estos cantos apuntan a un Rey y Sacerdote apartado que un día gobernaría y haría ofrendas para el pueblo de Dios. En el Nuevo Testamento, tanto Felipe como Pedro ven a Cristo como el cumplimiento de este canto. Felipe le explica el Evangelio al eunuco etíope utilizando este pasaje (Hechos 8:26–40). Pedro utiliza esta canción para exhortar a los seguidores de Cristo perseguidos a soportar el sufrimiento, porque el camino del padecimiento fue bien recorrido por su Salvador (1 Pedro 2:22–24).

Al reflexionar sobre Jesús como Príncipe de Paz, este pasaje desafía las imágenes tranquilas e idílicas de la paz que comúnmente vienen a nuestra mente. Nuestra paz fue ganada a través de una violencia espantosa contra Jesús: le costó una vida salpicada de dolor, incomprensión y rechazo. Este sufrimiento es lo que le esperaba al bebé que traía la paz; es lo que le esperaba al bebé de nuestros villancicos.

Nuestra imagen del niño Cristo envuelto en pañales y sostenido con ternura por sus padres contrasta fuertemente con la difícil verdad de este Canto del Siervo: el Padre no solo envió al Hijo a una muerte temprana, sino que quiso hacerlo. Mientras que la mayoría de los padres humanos esperan y oran por un futuro brillante para sus hijos, aquí vemos una misión mortal impulsada por un amor que aseguraría la supervivencia de muchos. Este canto no solo nos habla del siervo enviado a sufrir, sino también del corazón del Padre: un corazón deseoso de salvar a su pueblo a cualquier precio, incluso al más alto costo personal.

Alicia Akins es estudiante de posgrado en estudios bíblicos en el Reformed Theological Seminary de Washington D.C., y autora de Invitations to Abundance.

Contemple Isaías 52:13–53:12. Opcional: Lea también el tercer Canto del Siervo en Isaías 50:4–9.


¿Cómo contrasta el sufrimiento descrito aquí con su visión de la paz? ¿Cómo la cambia o la enriquece?

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Nuestra esperanza jubilar

Una lectura de Adviento para el 8 de diciembre.

Christianity Today December 8, 2022
Stephen Crotts

Segunda semana de Adviento: El Príncipe de Paz


En medio del dolor y la violencia de nuestro mundo, nos aferramos a esta esperanza: un día Jesús traerá la paz verdadera y definitiva. Él también nos trae paz espiritual en el presente mientras experimentamos la redención y vivimos según los valores de su reino. Jesús es el Príncipe de Paz.

Lea Isaías 61:1–4 y Lucas 4:16–21

Cuando Jesús desplegó el rollo y leyó Isaías 61, sus oyentes llevaban muchas generaciones esperando al Prometido: el Príncipe de Paz, el portador de la justicia y la libertad. Habían visto innumerables guerras, sucesivos imperios ocupantes y cambios culturales que los desorientaban mientras navegaban teniendo fe aun en medio de tales circunstancias.

Nosotros también vivimos en tiempos de caos geopolítico, violencia y confusión. Nosotros también esperamos que el Príncipe de Paz venga en gloria para traer la resurrección final y la restauración a los lugares de muerte y luto. Nos duele esperar. Estamos llenos de anhelo.

Isaías 61:1–4 se refiere al año del Jubileo en Levítico 25, un mandato radical que exigía la restauración de la tierra y de las personas que habían sido vendidas como esclavas a causa de sus deudas. El año del Jubileo era el año del favor del Señor, en el que los esclavos endeudados eran liberados y se restauraban los hogares y las tierras. Dios deseaba que cada hija e hijo de Israel fuera devuelto a su hogar. Sin embargo, Isaías 61 también habla de la venganza de Dios, y Jesús dice de forma inquietante que no ha venido a traer paz, sino espada y conflicto (Mateo 10:34–36). ¿Cómo podría entonces Jesús ser el portador de la paz?

Cuando Isaías habla del Príncipe de Paz, está hablando de shalom, el cual no es solo la ausencia de violencia o maldad, sino también la plenitud de una vida buena: amar al prójimo deseando verlo prosperar y seguir a un Dios amoroso todos los días.

El sabbat semanal rompe nuestros ritmos de trabajo con descanso y shalom, y el Jubileo es el sabbat de todos los sabbats. Es la cúspide del shalom. Por eso, cuando Jesús declara la llegada del shalom jubilar, no solo ofrece la salvación del juicio después de esta vida, sino que también afirma que Él es la llegada de la liberación de la esclavitud de la deuda monetaria y espiritual y su intercambio por libertad y restauración en esta vida y más allá.

Así, el nacimiento y la vida de Jesús son más que un preludio de la cruz. De hecho, su nacimiento, su vida, la cruz y la resurrección forman parte de la historia más amplia de la liberación de su pueblo por parte de Dios: un pueblo que confía en Dios y ama a su prójimo. Así como los israelitas fueron llamados a confiar en Dios para la liberación y la provisión en el desierto, nosotros estamos llamados a apoyarnos en el Señor para lo mismo y contra todo pronóstico, ya sea en la guerra, la agitación política o cuando andamos sin destino fijo. Y estamos llamados a amar al prójimo como parte de esa esperanza activa.

Jesús inauguró el Jubileo a la sombra del Imperio romano ocupante, y nos invita, a pesar de las sombras que nos rodean, a seguirle y a vivir en su reino jubilar. Nos pide que anhelemos, esperemos y aguardemos activamente a que su poder de resurrección irrumpa de forma inesperada mientras se mueve y vive en nosotros.

Sarah Shin es estudiante de doctorado en teología sistemática en la Universidad de Aberdeen, Escocia. Es autora de Beyond Colorblind: Redeeming Our Ethnic Journey.

Considere Isaías 61:1–4 y Lucas 4:16–21.

Opcional: Lea también Levítico 25.


¿Cómo enriquece la idea del Jubileo su lectura de la profecía de Isaías? ¿Y de Jesús identificándose como su cumplimiento? ¿De Jesús como Príncipe de Paz?

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Pastor: Olvídese de las cifras, concéntrese en el discipulado

Pete Scazzero habla sobre cómo los pastores pueden identificar y formar líderes saludables.

Christianity Today December 7, 2022
Cortesía de Pete Scazzero

Pete Scazzero [enlaces en inglés] dirige el pódcast Emotionally Healthy Leader y es autor de varios libros, entre ellos The Emotionally Healthy Leader y Emotionally Healthy Discipleship. Scazzero fundó la iglesia New Life Fellowship en Queens, Nueva York, donde ha servido como pastor principal durante más de 26 años. Matthew LaPine, ministro cristiano y autor de textos sobre salud mental, habló con Scazzero acerca de un desafío apremiante que enfrentan hoy los pastores: reclutar y formar líderes en sus congregaciones.

Los pastores se sienten estresados y exhaustos emocionalmente, y muchos le han preguntado a CT cómo levantar y formar líderes en sus iglesias en este momento. ¿Cree usted que esa es la pregunta correcta que deberíamos plantear ahora mismo?

Yo creo que sí es la pregunta correcta. Cada líder necesita hacerse esa pregunta: ¿Cómo puedo desarrollar y formar líderes?

Hemos sido llamados a equipar a los santos para la obra del ministerio. Ahora mismo es una tarea enorme. Casi todas las iglesias con las que he hablado han perdido entre el 20 y el 40 por ciento de su gente. Y las personas que tienen ahora son nuevas. Así que están empezando de nuevo mientras construyen relaciones con un montón de personas. Esto lleva mucho tiempo; años, en realidad.

Pero hay un trabajo previo que se debe llevar a cabo. Primero, solamente podemos formar líderes a partir de quiénes somos antes de poder liderar a partir de lo que decimos y hacemos. No podemos dar lo que no tenemos. Debido a que el pastoreo ahora mismo es tan demandante, necesitamos prestar atención a la obra de Dios en nosotros. Necesitamos recargar fuerzas para poder liderar a partir de una copa que esté rebosante. Quizá eso signifique pasar días a solas con Dios, desarrollar nuevas reglas de vida, conseguir a alguien que nos dirija espiritualmente, empezar terapia o recibir alguna clase de capacitación avanzada. Debes evaluar: ¿qué necesito?

Lo segundo es que este momento está exigiendo una formación espiritual y un discipulado más robustos. La COVID-19 debió ser un llamado a despertar. En los últimos dos años muchas personas me han dicho que se han dado cuenta de la superficialidad de su discipulado, que los grupos pequeños no eran suficientes. Ya no podemos seguir diciendo que todo está bien solo porque tenemos a una multitud de personas en la sala.

La manera en la que hemos medido el éxito numéricamente es demasiado inadecuada. Tenemos que cultivar la madurez espiritual e integrar la salud emocional. No podemos separarlas. Es momento de tener humildad, curiosidad y apertura acerca de nuestros límites.

Esto también implica aceptar nuestra humanidad, y aceptar el dolor y la pérdida. Tendemos a medicarnos por medio de conductas adictivas. Negamos, suprimimos y minimizamos la pena.

Aceptar el duelo y la pérdida servirá para reorientar de qué modo medimos el éxito. Si estás de pie, si amas a Jesús, y si estás dirigiendo gente hacia Él como la única esperanza del mundo, entonces eres un éxito rotundo. No me importa que solo haya cinco personas en la sala. Lo estás haciendo de maravilla. Relájate.

En su libro Emotionally Healthy Discipleship [Discipulado emocionalmente sano] usted habla de la importancia de desarrollar «una teología de la debilidad». ¿Qué quiere decir con eso, y por qué es tan esencial?

Dicho de manera sencilla, una teología de la debilidad consiste en que el mismo Dios vino al mundo siendo débil; la naturaleza misma de la encarnación es débil. Jesús podría haber venido con un gran poder terrenal, pero no lo hizo. Él nos invita a establecer una relación de amor con Él, Él no la exige.

Necesitamos líderes que integren una teología de la debilidad en su discipulado. Muchas personas están agotadas. Una teología de la debilidad los refrescará y les dará perspectiva. Se ha terminado algo, pero Dios está en el trono. Está haciendo algo nuevo. Va a hacer su obra en nosotros. Podemos estar bien sin necesidad de tener el control de todo.

Aquí hay una invitación al silencio, a la quietud, y a esperar en Dios. Si solamente nos alimentamos de grandes eventos de alabanza, o si necesitamos de la alabanza del domingo para reavivarnos, como si eso fuera lo que va a ayudarnos a pasar la semana, eso no es suficiente. Tenemos que hacer discípulos.

La pregunta es: ¿Cómo recluto y formo líderes? ¿Cómo hago discípulos que sean serios? Comienza contigo mismo y empieza a juntar las piezas que faltan para llevar a tu gente a una profundidad real en la que sean transformados a fondo por Jesús.

Si los pastores se comprometen a esta clase de discipulado, ¿cuál será su fruto en cinco o diez años? ¿Y cómo contrasta esto con un enfoque apresurado que se centra ansiosamente en conseguir un repunte en las cifras de asistencia?

Si solamente quieres volver a tener las cifras de antes, no creo que vayas a desarrollar discípulos sanos. Esa no era la estrategia de Jesús. Él se invirtió a sí mismo a fin de formar el liderazgo de doce personas, y dentro de esos doce, tres en específico, y uno de los doce no funcionó. Fue realmente difícil, pero a largo plazo funcionó.

No fuimos llamados a construir una multitud: fuimos llamados a construir una iglesia. Y construimos una iglesia haciendo discípulos.

Si invertimos bien en las personas, el crecimiento es orgánico; va de abajo hacia arriba. No tengo que fabricarlo, ni esforzarme para hacer que ocurra. Si estamos dispuestos a frenar y realmente comenzar a invertir en las personas, descubriremos que Dios está obrando.

Pasé mis primeros años en el ministerio «haciendo que ocurrieran cosas». Preparaba programas y hacía que los números de la iglesia crecieran. Seguía las cifras muy de cerca. Pero no era orgánico, de abajo hacia arriba, no era un crecimiento que comenzara desde la raíz.

La imagen bíblica del crecimiento es la agricultura. Va por temporadas. Es lento, pero poderoso. Y siempre es Dios quien trae el fruto. Nosotros solamente creamos las condiciones necesarias para que la gente conecte con Jesús y crezca. Es Dios quien va a encontrarse con ellos.

Los pastores de congregaciones pequeñas se enfrentan a desafíos únicos al formar líderes mientras luchan con el estrés de la viabilidad y el número limitado de voluntarios potenciales. ¿De qué manera en las iglesias pequeñas es diferente el reclutamiento y la formación de líderes en comparación con las iglesias grandes?

Siempre buscamos las mismas cualidades, ya sea en una iglesia grande, pequeña o mediana. Buscamos personas que sean fieles, dispuestas y enseñables. El mayor desafío es crear un espacio en el que puedas hacer este trabajo. Hay muchas cosas urgentes que exigen de nuestro tiempo y esfuerzo, por lo que en realidad no tenemos tiempo para invertir en las personas.

Mi esposa y yo siempre dirigimos un grupo en nuestro sótano. Todos los años escogíamos entre 12 y 18 personas. Invitábamos al grupo a nuestra casa e invertíamos tres horas por la noche cada dos domingos. También pasábamos juntos algunos fines de semana. Era muy intenso. Pero, con el paso de los años, Dios nos bendijo con muchos líderes y pastores que surgieron de aquel sótano.

Aunque resulte difícil de creer, creo que es más difícil en una iglesia grande. Hay una demanda mayor de que tú mantengas la maquinaria en marcha.

Busca a Jesús y libérate de todos esos tentáculos que te empujan a ser esa clase de persona funcional y programática que simplemente cumple con un cargo. El discipulado requiere ir al meollo de la encarnación con las personas.

Las características fiel, dispuesto y enseñable describen una red muy amplia en la que muchos tendrían cabida. Pero ¿cómo elige usted a la gente que llega a su sótano? ¿Cómo pueden los pastores elegir en quién invertir?

Son las personas las que son guiadas para ser formadas por ti. Hay muchas grandes iglesias, ministerios y líderes en nuestra ciudad. Hay personas que ofrecen mucho más de lo que yo hago. Pero Dios trae a ciertas personas que realmente quieren estar conmigo. Siempre es un milagro, ¿cierto? Pero eso es lo que busco.

Jesús escogió a doce personas de un lugar perdido que no parecía gran cosa. Pero estaban dispuestos a aprender y a ir a cualquier parte con Jesús. Las personas que son así no son solo enseñables, están hambrientas. Están dispuestas.

Yo no busco carisma. De verdad que no. Puedo contar historia tras otra de «líderes carismáticos» que no salieron bien parados porque les faltaban muchas otras cosas, como la capacidad de aprendizaje, la humildad o la apertura. Pero ha habido muchas personas que nunca esperé que se convirtieran en líderes importantes, y lo hicieron porque su carácter resultó ser extraordinario. Fueron personas que lideraron a partir de su carácter más que a partir de sus dones.

Me gustaría hablar de los riesgos de reclutar líderes, especialmente en el contexto de las iglesias pequeñas. ¿Cuándo no se debe contratar o reclutar a un líder? ¿Cómo se enmienda un error en algo así?

Una vez que a una persona le ha sido asignado un cargo o responsabilidad, es realmente complejo sacarlo de ahí. Si es posible, es bueno tener un periodo de prueba. Debes tener tiempo para conocer a la persona mientras hace solo parte del trabajo, de ser posible. Lo bonito de una iglesia pequeña es que hay muchas más oportunidades para hacer esto.

No le des a una persona un cargo simplemente para que haga algo. Es peligroso. Estás administrando poder y dándoselo a las personas. Debes vigilar que tengan la humildad y la capacidad de aprendizaje para estar en esa posición.

Pero si has puesto a alguien en una posición que no es adecuada, le debes a esa persona y a la iglesia la honestidad para tener una conversación sincera, con respeto y amabilidad. Ser «buena gente» no es amoroso. Encuentra un modo de sacarlos de ese cargo, porque es tu error, no suyo. Pero cuando su identidad o su falso yo están atados a esa posición… vaya, es difícil.

La parte más difícil del liderazgo es el riesgo y el desafío de colocar a personas en posiciones de poder. Y, en cierto modo, es más difícil en una iglesia pequeña porque cuando una persona se va o sale de un cargo, esto tiene un efecto en todo el cuerpo.

¡Puede ser que una cuarta parte de la iglesia esté emparentada con esa persona!

¡Exacto! Así que es mejor tener mucho cuidado. Recuerda: una iglesia es un sistema familiar. Tú, como líder, tratas de cultivar un sistema familiar saludable. Necesitas pensar en esto todo el tiempo. Debes soltar a la gente lentamente a fin de que sirvan. Es mejor no tener a nadie en cierto cargo por un tiempo que ocuparlo con una persona que puede ser que no sea la persona que Dios eligió.

Conlleva pensarlo mucho; conlleva oración. Conlleva una espiritualidad lenta. La iglesia rápida no existe. Una iglesia que ha crecido hasta tener unos cuantos miles de personas en tan solo un año es una que simplemente tiene una multitud, pero no tienen una iglesia. Construir una iglesia es un parto lento. No puedes correr.

Presionar para que vaya más rápido es algo que proviene de tu carne. Suele ocurrir que proviene de tu sombra. Cuando me apresuro, sé que algo está mal dentro de mí, que me he apartado de una unión de amor con Jesús.

Ahora mismo estoy utilizando esta pequeña prueba: me pregunto, ¿Me estoy relajando en Jesús? Si voy con prisas, si voy corriendo, si doy opiniones rápidas y hablo mucho, entonces sé que no me estoy relajando con Jesús. Cuando no te relajas en tu tiempo y espacio con Jesús, entonces cometes un montón de errores.

Terminas con una gran cantidad de lo que llamamos «dolor sucio». Siempre cometeremos errores porque somos imperfectos. Pero existe un dolor limpio y un dolor sucio. Con el dolor sucio te apresuras; no reflexionas, no eres prudente, no te tomas el tiempo que deberías.

El dolor limpio es el sufrimiento que acompaña al evangelio. O puede suceder cuando alguien te deja, o cuando alguien que has formado se marcha para liderar otra iglesia. Y es bueno. Es sufrimiento que proviene de seguir a Cristo, especialmente como líder.

¿Qué palabras de aliento bíblico ofrecería a los pastores en esta época?

Yo les diría 1 Corintios 15:58: «Por lo tanto (…), manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano».

Hay momentos en los que en lo único que piensas es en renunciar. Piensas: No puedo continuar. Haré lo que sea. Trabajaré por el salario mínimo. Hay algo que decir acerca de permanecer fiel durante las épocas en las que no puedes sentir nada, cuando estás en un valle, cuando es la noche oscura del alma, cuando no hay mucho fruto en el árbol, como en Habacuc capítulo 3.

Mis palabras de aliento para pastores y líderes son estas: permanece con Jesús. Sirve como líder. Hay un tipo de sufrimiento que viene con ello. Pero te prometo que Dios va a encontrarse contigo. Aguanta durante esas épocas en las que sientes que todo lo que hay en ti pide que abandones la carrera. Quédate ahí y consigue recursos para que tengas algo que ofrecer. Un día mirarás atrás y dirás: «La época más transformadora de mi vida salió de mis fracasos, mis desgracias, y cuando pensé que todo estaba patas arriba». Permanece con Dios, porque Él va a hacer algo en ti y a través de ti.

Traducción por Noa Alarcón.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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La paz sanadora de Jesús

Una lectura de Adviento para el 7 de diciembre.

Christianity Today December 7, 2022
Stephen Crotts

Segunda semana de Adviento: El Príncipe de Paz


En medio del dolor y la violencia de nuestro mundo, nos aferramos a esta esperanza: un día Jesús traerá la paz verdadera y definitiva. Él también nos trae paz espiritual en el presente mientras experimentamos la redención y vivimos según los valores de su reino. Jesús es el Príncipe de Paz.

Lea Isaías 42:1–4 y Mateo 12:15–21

Isaías y Mateo sabían lo que significa que Jesús es el Príncipe de Paz. Cuando Mateo describió a Jesús como el cumplimiento de Isaías 42:1–4, vemos una imagen de shalom, la palabra hebrea que significa paz. A diferencia de nuestra comprensión —a menudo estrecha— de la paz como la simple «ausencia de guerra», shalom abarca una imagen amplia de cómo Dios arregla todo lo que está mal en el mundo. El concepto de shalom de Dios es una paz que trae orden al caos y reemplaza la injusticia con justicia.

Isaías 42 comienza presentando al elegido de Dios, «mi siervo». Este es el primero de lo que algunos llaman los Cantos del Siervo; los otros cantos se encuentran en 49:1–6, 50:4–9 y 52:13–53:12. Cuentan la historia del siervo de Dios que lleva la salvación hasta los confines de la tierra (en los capítulos 42, 49 y 50) y que salva al pueblo de Dios mediante el propio sufrimiento del siervo (en el 52–53).

Aquí, en 42:1–4, el siervo es el que Dios sostiene y se deleita en Él. ¡Este siervo le da gozo a Dios mismo! El Espíritu de Dios está sobre este siervo, para que pueda llevar la justicia a las naciones. No es un mensaje de paz solo para Israel, sino para todo el mundo.

Cabría esperar que este siervo lleno del Espíritu se mostrara ruidoso y orgulloso de su condición de elegido por Dios, pero en cambio se caracteriza por su humildad. No va gritando por las calles, sino que se ocupa de los que sufren. Es alguien que puede ver que una caña está quebrada —es decir, que una persona se siente pisoteada— pero no deja que se rompa. Es alguien que sostiene a una persona que se siente como una pequeña vela a punto de apagarse, y no dejará que su luz se apague. ¿Qué significa llevar la paz a los que apenas se sostienen? La búsqueda de justicia del siervo se caracteriza por su bondad. Él ve a los que experimentan vulnerabilidad y no los dejará caer.

Mateo 12 describe cómo Jesús cumple la profecía de Isaías. Al principio puede parecer que Jesús está cumpliendo esta profecía al pedir a sus discípulos que guarden silencio (v. 16), de forma similar a la tranquilidad del siervo de Isaías 42. Pero si observamos todo el capítulo, Mateo nos muestra algo diferente. Jesús, como siervo, cuida de los que necesitan sanación. En los pasajes anteriores y posteriores a los versículos 15–21, se hace hincapié en cómo Jesús sanó en sábado (vv. 1–14), en cómo Jesús «sanó a todos los enfermos» (v. 15) y en cómo sanó a un endemoniado, dándole la vista y la capacidad de hablar (v. 22).

El tipo de paz de Jesús se encuentra con nosotros en nuestros lugares más débiles, transformando la injusticia en justicia, enderezando lo que ha sido quebrado, y lo hace con la bondad y delicadeza de su toque amoroso.

Beth Stovell es profesora de Antiguo Testamento en el Ambrose Seminary. Es coeditora de Theodicy and Hope in the Book of the Twelve y autora de los comentarios Minor Prophets I y II, de próxima aparición.

Reflexione sobre Isaías 42:1–4 y Mateo 12:15–21.

Opcional: Lea también Mateo 12:1–14, 22–37.


¿Cómo ha experimentado el shalom de Jesús que describen Isaías y Mateo? ¿Qué otras escenas de los Evangelios le vienen a la mente como ejemplos de la paz de Jesús?

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