Al menos 140 cristianos nigerianos fueron asesinados durante las fiestas navideñas [enlaces en inglés].
Los ataques contra 26 pueblos del estado de Plateau comenzaron el 23 de diciembre, dirigidos presuntamente por extremistas de entre los pastores musulmanes fulani contra comunidades agrícolas cristianas. Algunos informes de los medios de comunicación reportan casi 200 muertos y muchos desaparecidos, mientras los residentes locales huían de los hombres armados hacia los arbustos.
Grace Godwin estaba preparando la cena de Nochebuena cuando su esposo irrumpió con noticias del pueblo vecino, ordenándoles a ella y a los niños que huyeran hacia el campo. Rebecca Maska también se puso a cubierto, pero le dispararon y sangró durante tres horas hasta que por fin llegó la ayuda, mientras que a su hijo le cortaron la mano con un machete antes de escapar. Magit Macham arrastró a su hermano herido hasta un lugar seguro y se escondió durante la noche hasta que los atacantes dejaron su pueblo.
«Estos ataques se han seguido repitiendo», dijo Macham a Reuters, tras regresar a casa desde Jos, la capital regional, para celebrar la Navidad. «Quieren expulsarnos de nuestra tierra ancestral».
Durante años, la violencia ha asolado el Cinturón Medio de esta nación, donde un norte predominantemente musulmán choca con un sur predominantemente cristiano, y donde también grupos en conflicto se disputan los derechos sobre la tierra, ya que los ganaderos seminómadas ponen presión sobre las aldeas agrícolas asentadas en la nación más poblada de África.
Las masacres de Navidad fueron los peores ataques desde 2018. Una publicación local contabilizó 201 muertes más en el estado de Plateau tan solo en el primer semestre de 2023. En todo el Cinturón Medio, al menos 2600 personas fueron asesinadas en 2021, según los datos más recientes del Armed Conflict Location and Event Data Project.
El Foro de Gobernadores del Norte calificó los atentados de «censurables y atroces». También fueron condenados por la organización nacional musulmana Jama'atu Nasril Islam, que calificó los atentados de «bárbaricos», pero en el contexto de un «ciclo de violencia».
El presidente de la Asociación de Criadores de Ganado Miyetti Allah achacó «todo el problema» a un supuesto incidente de robo de ganado en el que fueron asesinados tres criadores de vacas fulani.
No obstante, el jefe de un grupo operativo de seguridad del estado de Plateau restó importancia a dicha explicación y la relacionó con un incidente inicial en el que se encontraron unas vacas pastando en un campo de papas. Ahuyentadas por los granjeros, las partes acordaron negociar un acuerdo, dijo.
«Sé que hemos tenido una serie de problemas con los pastores de la zona», declaró Mahanan Matawal, funcionario local. «[Pero] aunque se haya robado ganado en algún lugar distinto de nuestras comunidades, no se nos debe culpar por las atrocidades».
Algunos análisis han relacionado las tensiones con el cambio climático, sin embargo María Lozano, representante de la organización católica de ayuda Aid to the Church in Need declaró que es verdad que hay muchos factores en los enfrentamientos actuales, pero la temporalidad de este ataque concreto tenía «trasfondo religioso».
Polycarp Lubo, presidente de la sección de Plateau de la Asociación Cristiana de Nigeria (CAN, por sus siglas en inglés), declaró que los asaltantes enviaron cartas a los pueblos advirtiéndoles de que «no celebrarían la Navidad, sino que huirían con su arroz». Expresó su sorpresa por el hecho de que los responsables de seguridad no hayan sido capaces de actuar ante tan anticipada advertencia.
Gideon Para-Mallam, presidente de Para-Mallam Peace Foundation, expresó su exasperación ante las explicaciones laicas del conflicto.
«Se está produciendo un terrible genocidio en el estado de Plateau, pero se está disfrazando para que parezca un enfrentamiento entre agricultores y pastores», declaró. «Lamentablemente, se crean relatos falsos y engañosos mientras siguen corriendo ríos de sangre».
Calificando el ataque de apropiación deliberada de tierras con el objetivo de eliminar a la población cristiana, el exdirector regional del Movimiento de Lausana afirmó que 5000 personas fueron desplazadas y ocho iglesias incendiadas. Dos clérigos resultaron muertos, entre ellos el pastor bautista Solomon Gushe y nueve miembros de su familia.
Puertas Abiertas sitúa a Nigeria en la posición número 6 de su Lista Mundial de la Persecución de países donde es más difícil ser cristiano [enlace en español]. En 2022, contabilizó 5014 creyentes nigerianos asesinados a causa de su fe. Y desde 2009, la organización no gubernamental nigeriana Intersociety declaró que al menos 52 000 cristianos y 34 000 musulmanes moderados han sido asesinados por fuerzas yihadistas. Además, se han quemado 18 000 iglesias y 2200 escuelas cristianas.
En 2022, decenas de personas fueron asesinadas dentro de una iglesia el Domingo de Pentecostés.
Para-Mallam espera que la atrocidad del estado de Plateau sea un «punto de inflexión», y aseguró que la respuesta militar impidió que el número de muertos alcanzara los miles. Aun así, la política de seguridad debe pasar del control de daños a la prevención proactiva de conflictos.
El obispo católico Mathew Hassan Kukah hizo un llamado al presidente nigeriano, Bola Tinubu, quien asumió el cargo el pasado mes de mayo.
«[Ya] tienes lo que orabas, lo que soñabas, lo que anhelabas», declaró Kukah. «Ahora es tiempo de cosecha… Bajo tu mandato, debemos poner fin a la espantosa instrumentalización de las identidades religiosas, étnicas o regionales».
Tinubu ordenó inmediatamente el envío de ayuda humanitaria a la zona y aseguró que «estos enviados de la muerte, el dolor y la pena no escaparán a la justicia».
Sin embargo, la oficina de Amnistía Internacional en Nigeria pidió una investigación independiente, afirmando que las promesas de Tinubu de combatir la inseguridad han resultado hasta ahora vacías. Tales «fracasos descarados», acusó, «se están convirtiendo poco a poco en la norma».
Y según algunos análisis, la respuesta por parte de los responsables de seguridad ha exacerbado aún más violencia. En una acción no relacionada en la región noroeste de Nigeria, se acusa a los soldados de quemar las casas y aldeas de combatientes terroristas. Pero en cuanto el ejército abandona la zona, los combatientes envalentonados aplican su venganza sobre los residentes inocentes.
Otras 16 personas fueron asesinadas en Navidad en el estado septentrional de Sokoto.
Sin embargo, el estado noroccidental de Kaduna fue testigo de un evento festivo que ilustra tanto la dificultad de la disuasión militar como la cuestionada armonía religiosa. A principios de diciembre, más de 100 musulmanes murieron cuando el ejército atacó por error su aldea en una campaña de bombardeos contra terroristas.
En Navidad, los sobrevivientes encontraron consuelo al celebrar con los cristianos en la iglesia del barrio.
El presidente de la CAN, Daniel Okoh, lamentó algo más que la pérdida de vidas.
«Estamos de luto con las familias, los amigos y las comunidades que perdieron trágicamente a sus seres queridos», declaró. «[Esto] no es solo un acto criminal, sino también un ataque directo a nuestros valores compartidos de paz, unidad y respeto mutuo».
Ningún grupo se ha adjudicado la autoría de los atentados.
«Esta ha sido realmente una Navidad sangrienta para nosotros», declaró el gobernador del estado de Plateau, Caleb Mutfwang. «Hasta que no cortemos el suministro en términos de patrocinio, es posible que nunca podamos ver el final de esto».
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