Cuando Job González tenía 21 años, sintió el llamado de Dios a dedicar su vida al ministerio de adoración. Criado en una iglesia y en una familia de habla hispana en Texas, pensó que siempre cantaría las alabanzas del Señor en español.
Desde 1980, los cristianos en el mundo hablan español más que cualquier otro idioma. Gracias al crecimiento de la iglesia en América Latina, más de 413 millones de creyentes tienen hoy el español como lengua materna, frente a 250 millones que tienen el inglés, según World Christian Database [enlaces en inglés].
Pero en EE. UU., los hispanos nacidos en Estados Unidos cada vez prefieren más el inglés sobre el español en los servicios de la iglesia. Para sorpresa de González, llegó el día en el que fue llamado a servir en una iglesia bautista hispana que tenía todos sus servicios en inglés.
En su ciudad natal, en el Valle del Río Grande de Texas, «Baptist Temple McAllen es una iglesia en la que la gran mayoría es gente hispana que, con el paso de las generaciones, dejó de usar el español», dijo González. «Cuando el Señor me llamó a servir allí, eso me asustó, porque yo jamás lo había hecho. Nunca antes había dirigido la alabanza en inglés».
En los estados del Sur con poblaciones hispanas consolidadas que abarcan cuatro o más generaciones de descendientes nacidos en los Estados Unidos, es más habitual ver que las iglesias hispanas como la de McAllen lleven a cabo sus servicios solo en inglés. Entre los inmigrantes recién llegados, las congregaciones se ciñen al español. Otras iglesias ofrecen el culto en un espectro que abarca iglesias bilingües, multilingües y multiétnicas, con traducción simultánea, o con servicios separados en inglés y español.
Los líderes de las iglesias hispanas difieren en cuanto a si la iglesia tiene un papel que desempeñar en la preservación del culto en español como distintivo de su cultura. Algunos creen que el culto en español es fundamental para su fe y sus servicios, mientras que otros creen que es un factor secundario que nunca debería causar división.
«El español es nuestra lengua materna, y está en el centro de nuestras raíces. El español es la segunda lengua [más hablada] en este país», dijo el pastor Jorge Ramos. «La verdad es que en el futuro previsible seguirá habiendo inmigración de personas que solo hablan español, y si queremos alcanzarlos, tenemos que estar aquí para ellos».
Ramos, originario de Cuba, dirige una pequeña iglesia en Hickory, Carolina del Norte, que sirve principalmente a hispanos de primera generación, y considera que los servicios en español son parte de la misión de las iglesias hispanas.
Muchos pastores de habla hispana, junto con los miembros de su iglesia, se identifican con este llamado.
«Tenemos padres en la iglesia que se acercan a nosotros diciendo: “Tenemos hijos que tienen que seguir practicando el español, así que, por favor, hagan que tomen sus lecciones bíblicas en español”», dijo Sergio Villanueva, pastor de campus de una megaiglesia urbana de Chicago.
Villanueva se crió en Torreón, México. Tras visitar Chicago a principios de los años 90, pasó un verano sirviendo en una iglesia pentecostal hispana de la ciudad, donde le ofrecieron la oportunidad de trasladarse a Chicago y ocupar un puesto a tiempo completo en el equipo de adoración. Pero la adoración en español en los Estados Unidos no había despegado en ese momento, mientras que atravesaba un gran avivamiento en América Latina. Por este motivo, Villanueva no quiso quedarse.
«El Señor había soplado nueva vida en la música de adoración en español con todo lo que hizo con Marcos Witt y Jesús Adrián Romero en México, Danilo Montero en Costa Rica, Jaime Murrel en Panamá, Marcos Vidal en España y muchos otros. Fue enorme», dijo. «Cuando llegué a Chicago, descubrí que la adoración en español en Estados Unidos no había experimentado eso todavía».
Cuando Villanueva volvió a Chicago en 1998, empezó a soñar con llevar ese espíritu de adoración a los feligreses hispanos de allí.
«Observé a los jóvenes hispanos en las iglesias. Observé cómo no se sentían ni americanos ni hispanos; se sentían atrapados en medio, casi como en una crisis de identidad», dijo Villanueva. «También vi cómo no habían experimentado ese avivamiento de la alabanza que nosotros habíamos vivido en América Latina. Y empecé a soñar con llevarles toda esa pasión. El Señor me dio un gran amor y compasión por ellos».
La congregación de Villanueva, la Iglesia Bíblica de Wheaton, fue fundada originalmente en 1929 y empezó a ofrecer servicios en español en 1990. En 2008, abrió su sede en español con el nombre Iglesia del Pueblo.
Villanueva ha visto cómo el culto en español ha profundizado su propia fe y ha bendecido a la iglesia, pero no cree que las iglesias deban tener como objetivo preservar el idioma o las prácticas culturales.
«Después de vivir un tiempo en Estados Unidos, pude observar que la iglesia hispana se había atrincherado, por un lado pensando que el trabajo era la máxima prioridad de sus vidas y, por otro, tratando de vivir en una burbuja para preservar su lengua y su cultura», dijo. «Pero esa no es la vocación de la iglesia; no se trata de preservar ninguna lengua ni ninguna cultura, sino de encontrar formas de impactar en la cultura que nos rodea con el evangelio».
Históricamente, los migrantes en general, y los que cruzan la frontera sur procedentes de distintos países de Centroamérica y Latinoamérica en particular, han sido un importante campo de misión dentro de Estados Unidos [últimos dos enlaces en español].
Los hispanos de segunda generación, como los miembros de la congregación de Villanueva en Chicago, muchas veces luchan por encontrar su propia identidad al estar rodeados de una comunidad hispana, aunque a la vez sean estadounidenses de nacimiento y asistan a escuelas de habla inglesa. Sin embargo, con el paso de cada generación, los hispanos son menos propensos a hablar español y a considerar este idioma como una parte importante de su identidad hispana.
«Muchos padres de origen hispano prefieren que sus hijos se centren en el aprendizaje del inglés —incluso los que no lo hablan o no lo hablan tan bien— porque quieren que sus hijos sean absorbidos por la cultura estadounidense», dijo González. «Los padres se preocupan tanto por el futuro de sus hijos que están dispuestos a asumir el sacrificio de no poder comunicarse con ellos en su propia lengua».
Desde 2012, González dirige los servicios de culto en inglés y en español, y cree que la iglesia tiene que ser flexible en lo que respecta al idioma.
La iglesia donde sirve ahora, Champion Forest Baptist Church de Houston, ofrece servicios para jóvenes en inglés y en español. «Les permitimos elegir», dijo. «La verdad es que solo ellos saben qué idioma conecta mejor con ellos, y lo mejor que podemos hacer como iglesia es ofrecerles la oportunidad de que ellos mismos elijan».
De 2012 a 2018, González fue líder de adoración en español en la iglesia Lakewood de Houston, sirviendo durante un tiempo en colaboración con Coalo Zamorano. Él comenzó a servir ahí poco antes de que Marcos Witt dejara el pastorado de la parte hispana. Como muchas megaiglesias que cuentan con múltiples líderes y servicios, Lakewood tiene una clara división entre los servicios en inglés y en español.
«El idioma en el que se dirige la adoración es secundario, no es doctrinal. La iglesia tiene que ser flexible y abierta en este asunto, porque la gente solo puede alabar al Señor en la lengua de su corazón», dijo González.
Villanueva cree que, al igual que con otras causas de división, todo se reduce a volver al llamado central de la iglesia.
«Tanto el esfuerzo por ser absorbido por la cultura estadounidense como el esfuerzo por promover la herencia de la cultura hispana pueden convertirse rápidamente en idolatría», dijo. «Los cristianos debemos comprender que nuestra cultura y nuestra verdadera identidad están en Cristo, independientemente de la lengua y la cultura. Antes de ser latino, soy un hijo de Dios.
»Creo que transmitir el idioma español a las próximas generaciones es muy valioso, y es algo hermoso. Pero es una decisión que hay que tomar en casa. Es una elección y una responsabilidad de los padres, no es el llamado de la iglesia».
Villanueva advierte a los padres y a los líderes de la iglesia sobre la conveniencia de poner a los niños en clases y servicios bíblicos en español con el único propósito de preservar el idioma.
«La iglesia hispana tiene que ser consciente de que su crecimiento procede principalmente de los hispanos de segunda generación, y para la mayoría de ellos el español no es la lengua de su preferencia», dijo. «Si están en una iglesia en la que su corazón no es alimentado espiritualmente en su propia lengua, nunca van a crecer».
Aunque está claro que las iglesias no deben hacer de la conservación de una lengua su principal objetivo, mientras los hispanos sigan emigrando a Estados Unidos, la necesidad de servicios en español dentro de los Estados Unidos no desaparecerá.
«Las Escrituras están llenas de migrantes. Moisés, José, Daniel, Nehemías. Incluso Jesús creció en Egipto y luego regresó a Israel», dijo Villanueva. «Los hispanos de Estados Unidos necesitan oír que su doble identidad e incluso la lucha con dos idiomas no es un problema, sino algo que Dios va a utilizar para su gloria».