Me uní a Christianity Today como presidente y CEO en mayo de 2019. En agosto de ese mismo año llegó a mi conocimiento que uno de nuestros líderes editoriales había tratado a sus reporteras de manera poco profesional, realizando tocamientos no deseados a pesar haber recibido repetidas comunicaciones de que esa conducta era inapropiada, no era bienvenida y tenía que parar. Reuní más información acerca de la historia del problema, y quedó claro que los primeros incidentes con este individuo se habían atendido principalmente en conversaciones cara a cara.
Puesto que no encontramos advertencias escritas, nuestras opciones en agosto de 2019 eran limitadas. Lo disciplinamos, documentamos el caso, y le advertimos que sería suspendido o despedido si esto volvía a suceder. No surgieron más acusaciones de tocamientos no deseados u otras conductas inapropiadas desde entonces hasta su jubilación.
Sin embargo, en septiembre de 2021 dos empleadas se acercaron a mí y al editor ejecutivo de CT, Ted Olsen. Presentaron una narrativa más minuciosa sobre la conducta de este individuo, cuyos antecedentes se extendían a muchos años antes y continuaban incluso después de su jubilación.
Tenemos a estas mujeres en muy alta estima y nos sentimos profundamente entristecidos al escuchar sus historias. Ellas describieron comentarios altamente inapropiados y tocamientos no consentidos que las habían hecho sentir inseguras, cosificadas e indignas de respeto. Nuestra respuesta inmediata fue compartir su lamento, agradecerles su valor y comprometernos a llevar a cabo un proceso que examinara rigurosamente los errores del ministerio y lo que debíamos hacer de manera diferente en el futuro.
(También estamos enterados de una segunda historia, que también data de años atrás, en la que otro empleado de CT, que trabajaba en el área de publicidad, fue acusado de un delito sexual ocurrido fuera del lugar de trabajo y que fue despedido del ministerio lo antes posible. Deseamos examinar si también podríamos haber hecho más en ese caso).
Comprometidos a cambiar
Confrontados por el alcance de estas historias y comprometidos a cambiar, invitamos a las mujeres que informaron de esto a ser parte de la formulación de la respuesta institucional. Para nosotros era importante que ellas tuvieran voz, y han compartido su opinión e ideas en todo el proceso con sabiduría, cuidado e integridad.
También contactamos inmediatamente a Rachael Denhollander, abogada que ha demostrado ser una fuente inestimable de sabiduría en estas cuestiones. Ella ha brindado apoyo a nuestras empleadas y ha aportado sus puntos de vista con respecto al proceso que debíamos seguir. Yo informé a la junta de directores de CT de la situación. La junta apoyó una acción contundente.
Siguiendo la recomendación de Denhollander, contratamos a Guidepost Solutions, una respetada compañía que ayuda a las organizaciones a establecer mejores prácticas relacionadas con la prevención del acoso y conductas inapropiadas, así como a llevar a cabo investigaciones y a dar seguimiento al cumplimiento de las mismas. Guidepost dirigió una evaluación independiente de nuestro ministerio y su respuesta a las acusaciones que recibimos. También deseábamos saber si había un problema mayor de acoso o abuso en CT, y cómo podríamos transformar nuestra cultura, prácticas y políticas internas de tal forma que el acoso sea prevenido, identificado, investigado y disciplinado adecuadamente.
Había poco que decir públicamente antes de que esta evaluación se completara. No queríamos distorsionar o anticiparnos al trabajo de Guidepost, y teníamos el compromiso de mantener la confidencialidad de nuestros empleados y exempleados. Pero desde el comienzo nos comprometimos a publicar la evaluación de Guidepost. Sentimos una fuerte responsabilidad de actuar lo más transparentemente posible con respecto a lo que habíamos descubierto, y al modo en que pretendíamos seguir adelante.
¿Por qué es importante esta transparencia? Lo mínimo que podemos hacer por las mujeres involucradas es decirles que creemos sus historias y que sentimos muchísimo que el ministerio no consiguiera crear un entorno en el cual ellas fueran tratadas con respeto y dignidad.
También se lo debemos a nuestros lectores, a nuestros empleados y a la iglesia. Christianity Today, como ministerio, existe para servir a la iglesia, y un modo de servirla es hacer que los ministerios rindan cuentas con respecto a los ideales de nuestra fe. Por lo tanto, nosotros también debemos someternos a los más altos estándares. Y cuando no cumplimos con estos estándares, debemos demostrar transparencia, rendición de cuentas y confesión. Quizá el mejor modo de servir a la iglesia en este momento, cuando muchas iglesias y ministerios están lidiando con temas de acoso y la adecuada relación entre los sexos en el lugar de trabajo, es ser lo más abiertos posible durante el trayecto e invitar a otros a aprender con nosotros.
Una evaluación completa
Dado este compromiso, hoy publicamos la evaluación realizada por Guidepost [enlaces en inglés]. Guidepost realizó encuestas con los empleados, condujo entrevistas con muchos empleados y exempleados, y examinó numerosos documentos.
Estamos agradecidos de que Guidepost «no encontró problemas generalizados de acoso o abuso en CT». Pero lamentamos las áreas en las cuales nuestra respuesta institucional ha sido insuficiente, y agradecemos a Guidepost por identificar qué deberíamos hacer de forma diferente de ahora en adelante.
Junto con la evaluación de Guidepost también invitamos a Daniel Silliman, editor de noticias de CT, a considerar presentar un reportaje [enlace en español] sobre la situación de nuestro ministerio, de la misma forma en que ha informado de manera tan profesional sobre otros. Permitimos a Daniel y a nuestra editora sénior de noticias, Kate Shellnutt, que consideraran de forma independiente si esta era una historia que CT publicaría si las mismas circunstancias implicaran a otra iglesia o ministerio. Ellos decidieron que sí.
La investigación de Daniel fue paralela a la evaluación de Guidepost, sin vinculación entre ambas. No proporcionamos a Daniel o a Kate documentos que no podíamos compartir legalmente con nuestros propios empleados, y la primera vez que ellos verán la evaluación de Guidepost será cuando se publique hoy. Sin embargo, sí los invitamos a seguir la historia hasta donde pudiera conducirles.
Ni yo ni ningún otro miembro del equipo ejecutivo de Christianity Today ha influenciado su reportaje, y ni yo ni cualquier miembro del equipo ejecutivo verá esa noticia antes de que se publique. Creemos en el poder del periodismo que hace brillar la luz sobre la verdad y promueve la rendición de cuentas, y nosotros deberíamos someternos a los mismos altos estándares con los que analizamos a otros ministerios. Pondremos el enlace al informe de Daniel aquí tan pronto como sea publicado [enlace en español].
Lo que hemos aprendido
¿Qué hemos aprendido, entonces? La evaluación de Guidepost está llena de excelentes recomendaciones que serían de utilidad para cualquier iglesia, ministerio o negocio. Animamos a todo el mundo a leerlo.
Para Christianity Today, por la presente nos comprometemos públicamente a implementar las seis recomendaciones de alta prioridad que Guidepost hace en las páginas 5 y 6 de su informe. También nos comprometemos a informar a nuestros lectores del progreso del ministerio por medio de otro editorial que será publicado dentro de los próximos seis meses. Más allá de los (importantes) detalles de políticas internas y procesos, sin embargo, permítanme enfatizar tres cuestiones inmediatas que hemos aprendido.
Primero, nuestro ministerio sucumbió a la tentación de desdecir las conductas inapropiadas como malas interpretaciones: malas interpretaciones entre hombres y mujeres, o malas interpretaciones entre miembros de diferentes generaciones que tienen diferentes expectativas de lo que es una conducta apropiada en el trabajo. En otras palabras, como Guidepost expresa muy bien, hemos puesto mucho énfasis en la intención del perpetrador y muy poco en el impacto sobre el receptor.
Adivinar las intenciones siempre es una empresa dudosa, pero el acoso sexual es acoso sexual tenga o no una motivación sexual. Hace que la persona en el extremo receptor se sienta cosificada, manipulada y maltratada debido a su sexo. En vez de decir: «Él realmente no pretendía nada con esto», deberíamos haber escuchado: «Pero significa dolor y humillación para ella». Deberíamos haber respondido con contundencia más pronto para proteger a nuestras compañeras y comunicar que dicha conducta llegará rápidamente a su fin.
Segundo, la representación importa. Más de la mitad de los empleados de CT son mujeres. Más de la mitad de los miembros del equipo editorial son mujeres, incluyendo a algunas en posiciones intermedias de liderazgo. Sin embargo, el alto liderazgo del ministerio y el equipo editorial de CT ha sido predominantemente masculino. Vemos en nosotros mismos lo que hemos visto en incontables organizaciones: rara vez se tomarán decisiones sabias con respecto a los intereses de las mujeres cuando ellas tienen escasa o nula voz en esas decisiones.
En la actualidad, CT tiene una mujer en el equipo ejecutivo (después de haber perdido a otra por jubilación recientemente). Planeamos tener a tres mujeres en el equipo ejecutivo para finales de año y continuaremos trabajando para tener una mayor representación y diversidad en el liderazgo del ministerio y en el personal en los próximos años. Además, puesto que las mujeres con talento son el corazón de nuestro ministerio, examinaremos otros modos de asegurarnos de que nuestras empleadas se sientan valoradas y prosperen en su trabajo.
Y, tercero, la comunicación es primordial. El personal necesita escuchar del liderazgo de CT, con claridad y coherencia, que las conductas sexuales inapropiadas no serán toleradas, y que las denuncias por acoso o conductas inapropiadas se recibirán de manera amable y considerada. Nos hubiéramos ahorrado muchas dificultades, tanto para las víctimas como para el ministerio, si hubiéramos ofrecido un mecanismo de denuncia independiente y anónimo, y si nos hubiéramos comprometido más con la disciplina formal y los procesos de documentación.
Comprometidos con la verdad
Es nuestra oración que la transparencia con respecto a nuestros errores ayude a otras organizaciones a evitar los suyos.
Sabemos, especialmente en este momento de tanta polarización, que recibiremos críticas por esto. Agradecemos los comentarios. Sin embargo, hay dos posibles críticas que quiero abordar de manera preventiva.
Una parte de las críticas posiblemente argumentará que estas revelaciones socavan nuestra capacidad para denunciar casos de mala conducta en iglesias o ministerios. No creo que ese sea el caso. El equipo de reportajes de Christianity Today ha hecho un trabajo extraordinario, tanto reciente como históricamente, pidiendo explicaciones a algunos de los ministerios más poderosos cuando no han estado a la altura de su llamado. Lo que socavaría nuestra credibilidad sería si mostráramos que solo estamos comprometidos con la verdad de manera selectiva y que buscamos protegernos al ocultar el pecado en nuestra propia casa.
Hemos visto demasiados casos en los que las organizaciones cristianas encubren sus errores porque creen que la misión a la que sirven es demasiado importante como para que se descarríe por culpa de unos cuantos dolientes. Este argumento es tentador, pero desacertado. No podemos amar a los muchos siendo crueles con los pocos. No podemos servir a la verdad encubriéndola. Debido a que estamos comprometidos con el reino de Dios, nuestros intereses institucionales deben ser honestos acerca de los fracasos y compartir lo que hemos aprendido de ellos. Seguimos comprometidos con un periodismo riguroso sobre nosotros mismos y sobre los demás.
Otra posible crítica posiblemente será que estamos inclinándonos ante el feminismo radical y exagerando la reacción a conductas que no son verdaderamente dañinas. No sabemos de ningún abuso o agresión sexual, ni tampoco de ningún intento quid pro quo, o algo similar dentro del ministerio. El comportamiento inapropiado del que tenemos conocimiento, sin embargo, persistió mucho después de haberse expresado que era inaceptable y tenía que parar. Mujeres a las que tenemos en la mayor de las estimas fueron heridas porque nosotros hicimos menos de lo que el amor nos demandaba. El acoso en sí mismo las dejó con un sentimiento de que se les había quitado su dignidad como mujeres, su posición como profesionales y su habilidad para sentirse seguras y valoradas en el lugar de trabajo. Esto fue muy nocivo no solo para las dos mujeres que presentaron su denuncia en septiembre de 2021, sino también para otras mujeres. Se les dejó preguntándose si de verdad nosotros estábamos de su parte. Nos dolemos con ellas, confesamos nuestro pecado y pedimos su perdón.
Para concluir, de nuevo animamos a nuestros lectores a leer la evaluación de Guidepost [enlace en inglés] y el reportaje independiente de Daniel Silliman [enlace en español] cuando se publique. Esperamos que la iglesia se pueda beneficiar lo más pronto posible de las cosas que hemos hecho bien. Si la iglesia también se puede beneficiar de que hayamos compartido con honestidad lo que hemos hecho mal, entonces a Dios sea la gloria. Después de todo, es la gloria de Dios y no la nuestra el objetivo de todo lo que hacemos.
Tim Dalrymple es presidente, CEO y editor jefe de Christianity Today.
Traducción por Noa Alarcón.
Edición en español por Livia Giselle Seidel.