Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional del Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).
Históricamente, ¿cuándo se han necesitado líderes?
Según Ronald A Heifetz, en su libro Leadership Without Easy Answers, “El liderazgo está orientado por la tarea de hacer trabajo adaptativo”. Es decir, los líderes son necesarios cuando las soluciones tradicionales a los problemas producen un resultado inferior al deseado. Los líderes inspiran a otros a ofrecer soluciones creativas a nuevos desafíos o a los problemas que continúan a pesar de los intentos de resolverlos.
¿Dónde se necesitan hoy los líderes?
Donde veo que el cambio y el desafío se entrecruzan es en las tendencias de los estudios de K-12 (kínder a grado 12) y la educación superior de las minorías, particularmente entre los hispanos, en los Estados Unidos.
El cambio: el porcentaje de graduados de la preparatoria hispanos está aumentando lenta pero constantemente, de aproximadamente uno de cada diez alumnos en 1998 a una proyección de tres de cada diez alumnos en la próxima década (National Center for Education Statistics).
El desafío: un informe anual publicado por ACT (The Condition of College & Career Readiness 2015), encontró que solo uno de cada cuatro estudiantes hispanos estaba “preparado para la universidad”. Y para estudiantes afroamericanos la situación es peor: sólo uno de cada diez lo están. De acuerdo con un informe de 2016 de Learning Heroes, una organización nacional que fortalece a los padres para hacerse cargo de la educación de sus hijos, el 90 por ciento de los padres hispanos quieren que sus hijos vayan a la universidad —un porcentaje más alto que cualquier otro grupo étnico— pero solamente el 42 por ciento de los estudiantes hispanos llega a la graduarse de la universidad. Aunque vemos a muchos hispanos ingresando a la fuerza laboral competitiva sin ningún título universitario —asociado, licenciatura o maestría— estos individuos pueden carecer de la ventaja competitiva (es decir, mayores niveles de educación) que muchas empresas, compañías y el público desean.
Aquí es donde el liderazgo como trabajo adaptativo entra en juego. Muchas universidades cristianas reconocen el valor (más allá del valor monetario) que la comunidad hispana contribuye a la sociedad norteamericana. En parte esto se debe a cómo valoramos la lealtad a la familia, tenemos una fuerte ética de trabajo, respetamos la autoridad, y somos religiosamente devotos. Estas universidades también reconocen que la comunidad hispana tiene el potencial de impactar significativamente a la sociedad con estos valores, y aún más cuando alcanzan mayores niveles de educación. Sin duda, los niveles más altos de logro académico pueden abrir puertas que pueden propulsarlos en mayores esferas de influencia en el mercado secular.
El consejo tradicional dado a los estudiantes hispanos de “trabajar más duro, mantenerse enfocado, obtener mejores calificaciones y no abandonar la escuela”, aunque verdadero e inspirador, no toma en cuenta las circunstancias particulares que enfrentan los hispanos. Estas preocupaciones incluyen barreras lingüísticas entre los padres hispanos de primera generación y la información educativa que sus hijos traen a casa, bajos niveles de reclutamiento universitario en las escuelas públicas urbanas e incapacidad para poder pagar la matrícula universitaria. .
Por estas razones, muchas universidades cristianas —las universidades que históricamente han tenido altas tasas de matrícula de angloamericanos— se asocian con organizaciones hispanas (como en la que yo trabajo, The Faith and Education Coalition de la Conferencia Nacional Hispana de Liderazgo Cristiano) para promover programas universitarios y proporcionar becas específicamente para estudiantes hispanos. La Universidad Bautista de Dallas, la Universidad de Cedarville y la Universidad de Shiloh son sólo algunas de las instituciones cristianas que están física y espiritualmente invirtiendo sus recursos en esta encrucijada donde un panorama hispano cambiante se enfrenta a los desafíos educativos.
Instituciones cristianas como estas están liderando el camino en una tarea que puede llevar años (por lo menos cuatro) para poder dar frutos positivos dentro de la comunidad hispana. Sin embargo, es una obra que las universidades cristianas deben liderar si queremos expandir las contribuciones positivas de los hispanos en Norteamérica y alrededor del mundo. Es una obra que las universidades cristianas deben liderar si queremos ver que los valores que los cristianos aman, y que los hispanos evangélicos comparten, continúan impregnando la vida y la cultura de quienes son líderes en las instituciones corporativas y cívicas.
Girien Salazar es subdirector de la Coalición de Fe y Educación del NHCLC. Está estudiando para su Ph.D. en estudios de liderazgo en la Universidad Bautista de Dallas.