Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).
Por décadas, los norteamericanos han estado escuchando que la tasa de divorcio en los Estados Unidos gira alrededor del 50 por ciento. Y dondequiera que viajo como oradora e investigadora, veo en el día de hoy un desánimo cultural sobre el matrimonio.
La sabiduría convencional también sostiene que el matrimonio es “algo difícil.” Escuchamos a los pastores y a los consejeros hacer uso de ese término y nos imaginamos a las parejas sufriendo silenciosamente en relaciones que no satisfacen ni llenan.
Se siente como esa reunión de orientación en el primer año de universidad cuando te dicen que mires a tu izquierda y a tu derecha y que te des cuenta que uno de los presentes no va a estar allí cuando llegue el último año universitario. Lo que escuchamos los casados es: “dos de cada cuatro de ustedes, como parejas, no van a estar aquí. Y los que sigan casados se van a sentir miserablemente. ¡Pero que tengan un buen matrimonio!”
Esas estadísticas hacen que las parejas miren a su alrededor y se pregunten cuáles de sus amigos van camino al inevitable fracaso. Hace que los solteros se pregunten para qué casarse. Y definitivamente hace demasiado fácil que una pareja que está luchando se dé por vencida, cuando piensa que la mitad de todos los demás tampoco pudieron hacerla.
Sin embargo, resulta que mucho de lo que creemos sobre el matrimonio y el divorcio ni siquiera es cierto. En los últimos ocho años, he estado investigando intensamente los estudios que se han hecho sobre el matrimonio y el divorcio, y he hecho un resumen de lo que descubrí en The Good News About Marriage: Debunking Discouraging Myths about Marriage and Divorce [Las buenas nuevas sobre el matrimonio: Desacreditando los mitos desilusionantes sobre el matrimonio y el divorcio.]
He visto en los estudios lo que todo consejero matrimonial sabe íntimamente: el divorcio no es la amenaza más grande al matrimonio. El desánimo lo es. Un sentimiento de “no vale la pena” lo es. Y por lo que ya ha sido demasiado tiempo, nuestra confianza en el matrimonio ha sido mermada por persistentes malentendidos y mitos dañinos.
Las buenas noticias sobre los matrimonios
La tasa de divorcio para la sociedad en general—el porcentaje de matrimonios que ha terminado en divorcio en un momento específico—nunca ha alcanzado el 50 por ciento. Existen ciertos subgrupos que tienen tasas mayores de divorcio, pero el promedio general nunca se ha acercado al 50 por ciento.
El mito ha persistido porque los investigadores principales siguen proyectando que entre el 40 y el 50 por ciento de los matrimonios terminarán en divorcio. Estas proyecciones empezaron en los años 70, cuando el porcentaje de divorcios aumentó estrepitosamente con lo que se denomina “divorcio sin culpa.” Los investigadores de aquel tiempo proyectaron que si ese ritmo continuaba, un día íbamos a llegar al 50 por ciento. Pero rápidamente, alrededor de 1980, la tasa de divorcio llegó a su cima. Y de acuerdo a toda la información disponible, ha declinado dramáticamente desde entonces.
Los principales demógrafos del día de hoy siguen proyectando que entre el 40 y el 50 por ciento de los matrimonios se divorciarán en el futuro. Aunque respeto a dichos expertos (la mayor parte de ellos me han sido de gran ayuda a través de los años) pienso que deben poner al día sus proyecciones basándose en la evidencia arrolladora de que nunca le hemos pegado a esa tasa en lo que tiene que ver con la sociedad en general.
Así que, ¿Cuáles son las verdaderas tasas de divorcio para la sociedad en general en Estados Unidos? Creo que los mejores datos nos llegan de un estudio hecho por la oficina del censo nacional que muestra que el 71 por ciento de las mujeres (y el 81 por ciento de los hombres) que han sido casados sólo una vez, ¡siguen casados con su primera pareja! ¡Además, el 29 por ciento de los que no siguen casados incluye a aquellos que han enviudado! Tomando en cuenta el porcentaje de viudez y otros factores, podemos calcular que entre el 25 y el 30 por ciento de los primeros matrimonios terminan en divorcio. Aún entre el grupo de mayor riesgo, la generación baby boomers (que nació entre 1946 y 1965) siete de cada diez siguen casados con su primer pareja. Han tenido más de 30 años de oportunidad para divorciarse, y siguen casados.
Aunque cualquier cantidad de divorcio sigue siendo demasiado alta, el saber que una mayoría preponderante de matrimonios duran toda la vida son muy buenas noticias que necesitan ser parte de nuestro entendimiento convencional y nuestra conversación cotidiana sobre el matrimonio.
Los segundos matrimonios tampoco están condenados al fracaso
Casi todos los que están en su segundo matrimonio han escuchado que los resultados son aún peores después del primer matrimonio, que el 60 por ciento (o más) de los segundos matrimonios terminan en divorcio. ¡Que si no es esta una desalentadora profecía que invita a auto cumplirse! Sin embargo, dicha estadística parece ser pura leyenda urbana. Alentadoramente, el mismo censo del 2009 muestra que el 65 por ciento de las mujeres que se han casado por una segunda vez siguen casadas con su segunda pareja—y de la misma manera, el 35 por ciento de los que restan incluyen aquellos que han enviudado. El porcentaje de personas que se divorcian en su segundo matrimonio es probablemente cerca del 30 por ciento. Estas estadísticas deben dar grandes esperanzas a aquellos que se encuentran “solteros otra vez” o que se están casando por segunda vez.
Recientemente me uní al consejo de ChristianMingle, que también reporta noticias alentadoras para padres que desean volver a casarse. Un fascinante estudio hecho por el grupo reveló que el 74 por ciento de los solteros probablemente o definitivamente se casarían con alguien que tiene hijos de su relación anterior.
El matrimonio y la iglesia
También necesitamos desacreditar el adagio que suele repetirse de que “el porcentaje de divorcio es igual dentro de la iglesia.” Cuando revisé una multitud de estudios, y en colaboración con el grupo de investigación Barna, volvimos a hacer los cálculos, pero ahora incluyendo si las parejas asistían a la iglesia o no, quedó muy en claro que las personas que asisten a la iglesia tiene un porcentaje mucho menor de divorcio—¡entre 25-50 por ciento menos!—en comparación a aquellos que no se congregan.
Afortunadamente, parece ser que muchos cristianos—tanto casados como solteros—reconocen la importancia de asistir a la iglesia. De acuerdo al estudio de ChristianMingle, más de la mitad de solteros que participaron en la encuesta creen que asistir a servicios religiosos juntos es una clave para una relación exitosa, y mi propia investigación con parejas casadas concuerda con esos datos.
Después de años de preocupación sobre la institución del matrimonio, saber la verdad de estas buenas noticias debe darnos esperanza. Podemos darle confianza a una pareja que está pasando por momentos de lucha, “¡Ustedes pueden sobreponerse a esto; la mayor parte de las parejas lo hacen!” Cuando hablemos con una pareja que no se ha casado y que dice “¿para qué molestarse con casarse?” podemos confiadamente decirle “porque en cuanto una pareja se compromete para toda la vida, tiene más y mejores posibilidades de gozar de una relación maravillosa.”
Cuando las personas tienen esperanza en el matrimonio hacen las cosas de una manera diferente. Animo a todos aquellos que se preocupan por el matrimonio a que compartan estas buenas noticias, a que restauren la esperanza, y a que ayuden a hacer que el creer en el matrimonio se vuelva la nueva normalidad.
Shaunti Feldhahn es una investigadora social, oradora popular, y autora best seller de libros como For Women Only [Para mujeres solamente] y For Men Only [Para hombres solamente] y el recién lanzado The Good News About Marriage [Las buenas noticias sobre el matrimonio]. Su investigación se menciona regularmente en medios como Focus on the Family, The Today Show, y Cosmopolitan Magazine. Reciente miembro del consejo de ChristianMingle, tiene una gran pasión por ayudar a los solteros a formar relaciones fuertes y después matrimonios saludables. Ella y su esposo, Jeff, viven en Atlanta con sus dos hijos, estudiantes de secundaria, y dos gatos que piensan que son perros. La pueden encontrar en shaunti.com.