Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).
Con la legalización en Colorado y en Washington del uso recreacional de la mariguana (y la inclinación de la administración del Presidente Obama de no enforzar la ley federal en contra de su uso), es sólo cuestión de tiempo para que llegue el día en que sea legal fumarse un "toquecito" de una costa a la otra del país. Esta es una gran oportunidad—no para fumar mariguana, sino para reflexionar en la verdadera naturaleza de la libertad cristiana.
Nosotros en Christianity Today creemos que los cristianos están absolutamente libres para usar la mariguana (donde sea legal); y considerando la mariguana en el contexto cultural particular nuestro, creemos que sería una insensatez hacer uso de dicha libertad.
Aquellos que crecieron dentro de un contexto legalista nada sano en sus comunidades necesitan escuchar el mensaje del apóstol Pablo: Restricciones en cuanto a que consumir o no consumir son una señal de que somos débiles en la fe, no de que somos fuertes (Ro. 14:1-12). Aquel a quien el Hijo hace libre es quien verdaderamente libre es.
Así que, todas las cosas son permitidas. Pero no todas las cosas nos ayudan (1 Co. 6:12). La libertad del creyente es un don que nos lleva a servir a los demás, con cuidado, con atención, con nuestras mejores habilidades, y con singularidad de corazón. Es una libertad que voluntariamente sacrifica placeres fáciles para poder servir. Además, si seguimos ese estándar, es difícil imaginarse que pronto llegue el tiempo en que la mariguana llegue a ser algo que nos ayude.
La mayor parte de las decisiones éticas, definitivamente las que tienen que ver con el alimento y con nuestro cuerpo, se toman no en aislamiento sino en medio de la cultura y la historia—dentro de una comunidad de personas, y dentro de una historia. Considere el alcohol, una substancia tóxica para la que el hígado sirve como centro de control contra el envenenamiento. Las bebidas alcohólicas son parte de muchas culturas, una razón es porque antes de la refrigeración moderna, el efecto tóxico del alcohol en contra de la bacteria hizo que esas bebidas fuesen más saludables para tomar.
Pero las bebidas alcohólicas no funcionan de la misma manera en cada cultura. Si usted es judío, usted forma parte de una comunidad con una propensión baja para el alcoholismo. Además, cuenta con la bendición de una historia rica que está entretejida con el regalo del vino, una de las glorias de cultivación del ser humano a través de milenios. Si usted es ruso, entonces es parte de una trágica y devastadora historia de adicción al vodka. Lo que se le permite a un cristiano en ambos casos puede ser lo mismo. Pero lo que es de mayor ayuda puede ser radicalmente distinto en cada caso.
En nuestro contexto Norteamericano, ¿cuál es la función de la mariguana? Está asociada con un placentero y superficial desprendimiento del mundo. Connota una cierta indolencia y un "desconectarse" que no es una opción para aquellos que quieren llegar a ser agentes de compasión y de amor al prójimo, sin mencionar su asociación con todo tipo de inmadurez. ¿Son estas las verdades eternas de la mariguana, la única manera posible en que se puede usar? No. Pero estas realidades culturales siguen siendo relevantes para el cristiano sabio.
Luego está la pregunta de cómo el uso de la mariguana por los cristianos afectaría a aquellos que son más susceptibles a la idolatría de nuestra cultura. Una de las grandes desigualdades de nuestro tiempo es entre aquellos cuya afluencia les ofrece una zona bastante amortiguada para permitirse vicios menores sin mayores consecuencias, y aquellos que son más vulnerables a la cultura consumista en su peor expresión, que son tentados a depender de substancias para no sentir el dolor de vidas robadas de su dignidad y de un trabajo significativo.
¿Por qué deben los cristianos presumir su libertad en asuntos con tan graves consecuencias para los pobres? Es difícil imaginarse una aplicación más directa del consejo de Pablo a los Corintios: "tengan cuidado que el ejercicio de sus derechos no se vuelva una piedra de tropiezo para el débil" (1 Co. 8:9).
Los cristianos no desprecian ninguna cosa creada. La planta de mariguana es parte de un mundo que fue declarado bueno por su Creador. Pero disfrutar de las delicias del mundo, incluyendo la amplia variedad de aromas, sabores, vistas, y sonidos, siempre debe permanecer subordinado a ser portador de la imagen de Dios o se puede volver idolatría. Ser portador de la imagen de Dios involucra relación, así que nuestro uso y gozo de la creación debe fomentar relación. Ser portador de la imagen de Dios nos invita a un conocimiento más profundo del mundo y a un mejor manejo del mismo, de tal manera que nuestro uso y gozo nos deben llevar a capacidades y aptitudes más profundas. Ser portador de la imagen de Dios nos ofrece regalos de atención y habilidad, la capacidad para contribuir a "la gloria y honor de las naciones" (Ap. 21:26).
¿Es la mariguana una celebración cultivada del mundo creado, que mejora y afila nuestra modelación de la imagen de Dios en todas sus dimensiones? ¿O simplemente es un substituto del consolar y el confortar presentes en una vida que se vive auténtica y honestamente delante de Dios y de los demás? Dentro del contexto de nuestra cultura, la respuesta parece muy clara, y el camino a la verdadera libertad es igual de claro.
Andy Crouch es editor ejecutivo de CT.