Según su perfil de Spotify, Solomon Ray es un «cantante de soul originario de Misisipi que lleva el avivamiento de la música soul sureña al presente». Su último lanzamiento, un EP navideño titulado A Soulful Christmas, incluye temas con títulos como «Soul to the World» y «Jingle Bell Soul».
Ray es un artista verificado en la plataforma de streaming, atrae a más de 324 000 oyentes mensuales y se ha convertido en el artista más popular de la lista de los 100 álbumes cristianos y gospel más vendidos de iTunes de la semana pasada.
Pero Solomon Ray (al menos, este Solomon Ray) no es una persona real. Su personalidad, voz, estilo interpretativo y letras han sido creados con inteligencia artificial (en adelante IA).
La música generada por IA ya no es motivo de risa ni un interés tecnológico minoritario. Cada vez más oyentes se encuentran con canciones creadas por algoritmos y máquinas, ya sea por elección propia o por casualidad.
La semana pasada, una canción generada por IA, «Walk My Walk» de Breaking Rust, encabezó la lista de ventas digitales de canciones country de Billboard y alcanzó los 3 millones de reproducciones en Spotify. Los entusiastas de la música ahora se preguntan si su nueva canción o artista favorito es real.
Spotify publicó un comunicado en septiembre en el que se comprometía a reforzar la protección contra la suplantación de identidad de los artistas, mejorar el «filtro de spam musical» e intensificar el control del «contenido engañoso». Sin embargo, estas políticas siguen permitiendo que creadores anónimos publiquen perfiles de artistas y música generados por IA.
Cuando The Velvet Sundown, una banda generada por IA, apareció durante el verano engañando a una multitud de oyentes con su rock retro al estilo de los años 70, las plataformas de streaming no implementaron funciones para etiquetar el contenido como generado por IA. Cuando se trata de distinguir la música generada por IA, los oyentes están solos.
Meta, la empresa matriz de Facebook e Instagram, amplió el año pasado sus políticas de moderación de contenidos generados por IA, exigiendo que se etiquetaran dichos contenidos.
Un video publicado en la cuenta de Instagram de Solomon Ray en el que se interpreta «Silent Night» muestra a un hombre de raza negra que lleva una cruz de oro al cuello, un traje color granate y un sombrero fedora marrón claro cantando frente a cálidas luces navideñas.
Hay algunos indicios de animación generada por IA que los espectadores podrían pasar por alto. Una pequeña nota en la parte inferior del video lo designa como «información de IA». Al hacer clic en ella, aparece una ventana emergente que indica que el propietario del perfil ha añadido una etiqueta de IA al video y que «la IA puede haber sido utilizada para una amplia gama de fines, desde el retoque fotográfico hasta la generación de contenido completamente nuevo».
Un espectador del video musical comentó: «¿Tu música es IA?». Otro escribió: «Esto es IA. La letra es preciosa, pero me parece muy mal que provenga de algo sin alma».
A principios de esta semana, un líder de adoración llamado Solomon Ray empezó a recibir mensajes de texto de amigos que le preguntaban por su nueva música y se maravillaban de lo rápido que estaba subiendo en las listas de popularidad de música cristiana. Ese Solomon Ray es una persona real, que también ha lanzado recientemente un álbum y un single navideño.
«Al principio, no entendía lo que estaba pasando», dijo Ray, que dirige la alabanza en la iglesia Fresh Life Church de Kalispell, Montana. También graba música como «Solo Ray» y ha trabajado como productor independiente y músico de sesión para artistas de culto como Phil Wickham, Elevation Worship, Chris Tomlin y Pat Barrett.
«Algunos amigos me enviaron mensajes y me llamaron porque les pareció divertido; otros se pusieron en contacto conmigo porque pensaban que realmente era yo».
El repentino éxito en las listas cristianas de popularidad de un artista generado por IA ha desatado un debate en internet sobre la ética y la teología del arte generado por una computadora. Después de que el EP de Solomon Ray alcanzara el número 1 en la lista de iTunes, Forrest Frank (que también lanzó un sencillo navideño la semana pasada) dio su opinión en las redes sociales.
«Como mínimo, la IA no tiene al Espíritu Santo en su interior», dijo Frank. «Así que creo que es muy extraño abrir tu espíritu a algo que no tiene espíritu».
La persona real detrás del personaje de Solomon Ray es Christopher «Topher» Townsend, un artista de hip-hop conservador vinculado a Veterans for Trump, quien actuó en un mitin que coincidió con el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021. Tras el evento, la canción de Townsend, «The Patriot», fue retirada de Spotify, e Instagram le prohibió aparecer en directo en la plataforma.
En un video publicado en Instagram el 19 de noviembre, Townsend se autodenominó «el hombre detrás de la máquina». No estaba de acuerdo con la afirmación de Frank de que la música de Solomon Ray «no tiene espíritu», y dijo: «Esto es una extensión de mi creatividad, por lo que para mí es arte. Sin duda, está inspirada por un cristiano. Puede que no la interprete uno, pero no sé por qué eso importa realmente al final».
Townsend dijo que Dios puede utilizar cualquier medio para llegar a la gente, incluso la IA, y acusó a Frank de estar más preocupado por el control que por la edificación.
El verdadero Solomon Ray intervino en el video de Frank. «¿Deberíamos Forrest y yo recuperar la Navidad de [manos de] los robots?», preguntó.
Ray dijo que la última semana había sido divertida, pero también un poco desalentadora. «Me deprime ver cómo la IA engaña a la gente», declaró a CT.
Como músico y productor, Ray dijo que se dio cuenta inmediatamente de que el otro Solomon Ray había sido generado por IA cuando escuchó la música. Pero sabe que la mayoría de los oyentes no necesariamente percibirían esos detalles.
«Hay algo en los agudos de la voz que lo delata», dijo Ray. «Y las decisiones creativas suenan a IA. Hay tanta precisión que está claro que realmente no se están tomando decisiones creativas».
Como líder de adoración, Ray dice que, en su opinión, la música generada por IA nunca ofrecerá lo que la iglesia necesita. «¿Cuánto de tu corazón estás poniendo en esto? Si dejas que la IA lo genere por ti, la respuesta es “nada”. Dios quiere una adoración costosa».
Mucho antes de la IA, los cristianos ya debatían sobre hasta qué punto se debía incorporar la tecnología a la música y la adoración.
Las tradiciones cristianas como la Iglesia de Cristo se han opuesto históricamente al uso de instrumentos musicales mecánicos en la música congregacional. Las iglesias con una adoración contemporánea de alta producción tienen que lidiar con el uso de herramientas como el autotune y las pistas de clic.
La música cristiana generada por IA introduce nuevas facetas en el debate que parecen tener más que ver con el propósito de la música. Townsend refleja una visión utilitaria de la música cristiana: que es, ante todo, un vehículo para el evangelio. Frank se toma más en serio el potencial «inspirador» de la música cristiana como un elemento que cultiva encuentros trascendentales con Dios.
Para los artistas cristianos y los conocedores de la industria, la conversación sobre la música generada por IA también trata sobre la comunidad y el valor creativo de hacer música, que puede ser transformadora y espiritualmente significativa para los seres humanos involucrados.
Sin embargo, históricamente, la industria de la música cristiana y sus fans se han inclinado hacia una visión utilitaria de los medios cristianos. La historiadora Leah Payne escribió que la música cristiana contemporánea siempre ha sido «en parte negocio, en parte actividad devocional y en parte instrucción religiosa». Quizás la música generada por IA sea simplemente otro avance tecnológico, como la radio, la televisión o las redes sociales, que se puede aprovechar para la difusión del entretenimiento centrado en el evangelio.
En su nuevo libro AI Goes to Church, Todd Korpi sugiere que «la mayor amenaza para la creatividad a manos de la IA es cómo sigue alimentando nuestro apetito por el consumo y el progreso». La música generada por IA es más rápida y fácil de producir que un álbum de estudio que requiere músicos, compositores e ingenieros de sonido reales, la parte relacional de la creación musical. Korpi advierte que el uso de la IA podría «continuar la tendencia de desconexión y preferencia por la comodidad de la interacción incorpórea que ha caracterizado la última década».