Después de ganar la medalla de oro en los 100 metros en los Juegos Olímpicos de Verano de 2024, el velocista del equipo estadounidense Noah Lyles hizo un kamehameha. Durante el verano, cuando Elon Musk presentó los chatbots como una nueva función de Grok (el elemento de inteligencia artificial de su plataforma de redes sociales X), una «compañera» sexualmente atractiva e inspirada en el animé llamada Ani resultó ser tremendamente popular. Y a principios de este año, los L.A. Lakers colaboraron con One Piece, incluyendo una promoción en la megapantalla jumbotron y una animación presentada durante un partido.
Si no sabes lo que es un kamehameha, atribuyes la popularidad de Ani exclusivamente a la lujuria o te sorprende la colaboración entre una liga deportiva profesional y una serie de televisión japonesa, me permitiría sugerir que has pasado por alto uno de los mayores cambios culturales de los últimos 30 años: el animé ha permeado la cultura en Occidente.
Estos tres ejemplos, y podría darte muchos más, no son momentos marginales o minoritarios para las generaciones más jóvenes. Antes bien, son señales de que hemos alcanzado un punto de inflexión cultural que se ha ido gestando durante décadas. Para la generación Z y los millennials más jóvenes, el animé se ha convertido en una influencia cultural tan significativa (y distinta de los otros grupos) como el cine, la televisión, los videojuegos y la música. Y si, como yo, trabajas en el ministerio con jóvenes de secundaria o universidad, es probable que el animé ya esté moldeando los corazones y las mentes de tus estudiantes, te des cuenta o no.
Eso no debe ser motivo de alarma. De hecho, tengo buenas noticias: ya estás preparado para atender a los aficionados al animé a los que ministras. El animé no es tan diferente de otros productos de la cultura popular como podría parecer. Pero sí necesitas comprender el alcance de este cambio cultural para poder ministrar y discipular bien a estos estudiantes.
En su forma más básica, la palabra animé se refiere a un estilo de animación japonesa. Aunque sepas muy poco al respecto, probablemente conozcas su aspecto: ojos grandes, pelo de punta y mucha acción. Piensa en Pokémon o Dragon Ball Z, dos de las primeras series de animé que llegaron a Occidente.
Pero el animé es mucho más que un género de cine y televisión. Es todo un ecosistema de medios digitales y medios físicos y productos físicos de mercadotecnia y música y ropa y turismo y mucho más. Ese ecosistema es hoy una industria global de 34 000 millones de dólares y se espera que alcance los 60 000 millones en 2030.
No es de extrañar que, dado ese crecimiento, la popularidad del animé ya no se limite al público estereotípico (principalmente jóvenes expertos en tecnología). La NFL y la MLB están colaborando con el animé lo mismo que la NBA, y la acogida ha sido positiva tanto entre los aficionados al deporte como entre los aficionados al animé.
La reciente película de Netflix K-Pop Demon Hunters combina la inspiración visual del animé con la animación estadounidense y la música pop coreana, y se ha convertido en un éxito mundial. La distribuidora de cine independiente A24 va a llevar a los cines estadounidenses la película de animación china Ne-Zha 2, influenciada por el animé, que es la película de animación más taquillera de todos los tiempos. Y Disney acaba de anunciar su primer animé oficial, una serie basada en un lucrativo juego para teléfonos móviles que sitúa a los villanos de Disney en un escenario al estilo de Harry Potter.
Para la mayoría de los jóvenes, nada de esto es una novedad. Nací en 1991 y, para muchas personas de mi edad, la pregunta que vale la pena hacerse no es si veíamos animé cuando éramos niños, sino si seguimos viéndolo en la edad adulta. Y mi experiencia como pastor de jóvenes sugiere que, para los miembros de la generación Z y los más jóvenes (cualquiera nacido después de 1996), la idea de dejar de ver animé en la edad adulta es casi un sinsentido.
Para estos estudiantes, el animé es simplemente una parte normal de la vida, un pilar de la cultura pop. Ha alcanzado niveles de saturación en la cultura tan evidentes como Friends y Seinfeld, o como lo fue la trilogía original de Star Wars para la generación X. A medida que las generaciones más jóvenes adquieren poder económico, la industria del animé está cambiando, buscando sacar provecho de su nostalgia y aprovechar sus recursos disponibles, en una tendencia similar a lo que ha hecho Disney con los adultos. Hay mucho dinero en la comercialización del animé, y el mercado no hace más que crecer.
Incluso como alguien que ha sido espectador de animé de toda la vida, me cuesta entender la amplia presencia del animé. Esa familiaridad básica me ha servido de mucho en el ministerio de jóvenes, pero, afortunadamente, no es necesario ser fanático del animé para comprender por qué los cristianos más jóvenes se interesan por el animé y cómo está influyendo en sus vidas. Aquí hay tres maneras de empezar.
En primer lugar, añade el animé a tu lista de intereses culturales. Cuando intentamos conocer a alguien, a menudo recurrimos a grandes intereses culturales (libros, películas, televisión, deportes, videojuegos, etc.) para saber qué le gusta. Si tienes algún tipo de contacto con alguien menor de 30 años, añade el animé a esa lista. Es probable que las preguntas sobre el tema susciten una opinión firme incluso entre los estudiantes que no están interesados, y una vez que añadas esta categoría a tu charla introductoria habitual, notarás de forma más orgánica cómo ha crecido la importancia del animé.
A continuación, haz buenas preguntas con interés genuino. Si un estudiante lleva una camiseta con personajes de animé o hace referencia a un animé mientras hablan (y es probable que sea una alusión a ello si no entiendes de qué habla), pregúntale al respecto. A los chicos les encanta hablar de las cosas que les gustan y quieren que los adultos les presten atención y pregunten sobre sus intereses. Las preguntas quién, qué y por qué son un buen punto de partida: ¿Qué serie es esa? ¿Quién es el personaje en tu camiseta? ¿Por qué te gusta?
Si no has crecido viendo animé, entiendo que el estilo pueda parecer infantil o poco serio: personajes con pelo de colores, demostraciones exageradas y ruidosas de fuerza o emoción, robots gigantes y otros diseños de ciencia ficción o fantasía. Pero sería un grave error suponer que el animé es superficial en cuanto a la historia y el contenido. Por el contrario, gran parte de su atractivo reside en la complejidad de sus narrativas, la frescura de sus temas y la sinceridad de su forma de contar historias. Mientras que gran parte de los medios de comunicación occidentales han caído en secuelas interminables y reinicios vacíos, el animé sigue ofreciendo ideas y personajes nuevos (o, al menos, nuevos para nosotros).
Además, muchas de sus historias son positivas y esperanzadoras, atractivas tanto para chicos como para chicas, con estructuras morales claras que no confunden el bien y el mal. Mientras que los medios occidentales suelen tratar a los niños y a los hombres como peligros que hay que evitar o problemas que hay que resolver (el libro de Richard Reeves, Of Boys and Men, nos abre los ojos al respecto), muchos animés tienen héroes masculinos inspiradores y mensajes sobre el coraje, la dedicación, el sacrificio, la persistencia y el deber. El animé puede parecer extraño a primera vista para el público occidental de más edad, pero si se analiza más profundamente, a menudo se encuentran historias notablemente impulsadas por la virtud.
Por supuesto, como cualquier medio de comunicación, el animé varía mucho en calidad. Algunos son tan superficiales como parecen. Otros son peor que superficiales: especialmente los animés que sexualizan en exceso a los personajes femeninos. La representación de las mujeres en el animé es un tema demasiado amplio para tratarlo en detalle aquí, pero basta con decir que el debate al respecto se asemeja a debates similares sobre la representación de las mujeres en los medios de comunicación occidentales.
Si me encuentro con contenido sexual al preguntar a un estudiante por sus intereses en el animé, mi enfoque es el mismo que con otros medios de comunicación: reitero que Dios nos ha llamado a la santidad, a crucificar nuestra carne con sus deseos pecaminosos en el poder del Espíritu, incluidas nuestras fantasías lujuriosas (1 Tesalonicenses 4:3). «Y si tu mano derecha te hace pecar, córtala y tírala; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo vaya al infierno» (Mateo 5:30, NBLA).
Al mismo tiempo y al igual que con los medios de comunicación occidentales, cada animé debe evaluarse de forma individual, y los líderes ministeriales deben reconocer que los estudiantes pueden expresar interés por un animé a pesar de su contenido objetable y no precisamente por dicho contenido. Adoptar una postura cerrada hacia todos los animés porque algunos de ellos incluyen imágenes excesivamente sexualizadas hará que sea imposible plantear buenas preguntas y mostrar un interés genuino.
En tercer lugar, encuentra los puntos de conexión entre los aspectos atractivos y las aspiraciones más profundas del animé con Cristo a través de la Palabra. Cualquiera que tenga una larga experiencia en el ministerio juvenil sabe que la cultura pop puede ser un punto de conexión para iniciar un discipulado profundo. Ser un buen interlocutor sobre las historias que les gustan a nuestros estudiantes y por qué les gustan es una habilidad ministerial. En este sentido, el animé no es diferente de cualquier otra historia, y puedes someter las preguntas, ideas y temas de estas historias al examen de la Palabra.
Por ejemplo, consideremos la serie de animé Death Note, que inspiró el diseño de los personajes del chatbot Ani de Elon Musk. El protagonista es un estudiante de secundaria llamado Light Yagami que descubre un cuaderno sobrenatural capaz de matar a cualquiera cuyo nombre escriba en él. Impulsado por un fuerte sentido de la justicia, Light comienza a utilizar el cuaderno para matar a decenas de personas que considera dignas de juicio: políticos, delincuentes, empresarios corruptos y otros. La ola de muertes inexplicables desencadena el pánico y una carrera para encontrar su origen, incluso cuando muchos llegan a considerar al asesino desconocido como una figura profética que libera al mundo del mal.
Death Note es una historia oscura e inquietante. Pero también aborda con seriedad cuestiones relacionadas con la ley, la justicia y la moralidad. Su narrativa al estilo de Dostoievski ha convertido a Death Note en uno de los animés más aclamados comercial y críticamente y, potencialmente, en un punto de partida para conversaciones fructíferas con los jóvenes aficionados sobre lo que significa ser justo, qué pensar cuando los malvados escapan de la justicia y por qué anhelamos vivir en un mundo donde se castiga a los culpables y se protege a los inocentes. Puede que sientas un rechazo visceral por este tipo de animé, pero si estás dispuesto a indagar por qué un estudiante ama un animé como Death Note, Dios puede usar esa perseverancia para bien.
El animé es parte de la cultura de internet, y la cultura de internet cada vez más es nuestra cultura. La iglesia necesita cristianos maduros que estén dispuestos a navegar por este enorme y nuevo mundo del consumo de medios. Pero incluso cuando la cultura cambia, las palabras de Eclesiastés son ciertas: «No hay nada nuevo bajo el sol» (1:9-10). La forma en que contamos las historias puede diferir, pero las historias que cautivan nuestros corazones siempre hablan de nuestra necesidad más profunda de Dios.
Puede que nunca «entiendas» el animé, y no hay nada malo en ello. Pero con la paciencia y el valor para aprender más sobre él, los obstáculos pueden convertirse en oportunidades. A fin de discipular a las futuras generaciones de cristianos, debemos aprovechar todas las oportunidades que se nos presenten.
Austin Gravley es el director del ministerio de jóvenes de la Iglesia Cristiana Redentora en Amarillo, Texas. Anteriormente fue director de redes sociales de The Gospel Coalition (Coalición por el Evangelio) y productor ejecutivo de Mending Division Academy para American Values Coalition. Encuentra a Austin en el pódcast What Would Jesus Tech? y en su cuenta de Substack.