Karam Abadi, guía turístico que trabaja para Come Taste and See Syria, no notó nada extraño cuando llegó a la iglesia ortodoxa griega de San Elías en Damasco la mañana del domingo 22 de junio.
Dos mujeres, sus clientes, pasaron la noche en el monasterio de la iglesia, una opción cómoda y asequible para los viajeros, señaló. Esa mañana, Abadi se reunió con las mujeres y las acompañó a su siguiente destino, un hotel situado a varias manzanas de distancia.
Hacia las 6:30 de la tarde, Abadi se encontraba en un servicio vespertino en una iglesia del Nazareno con sus clientes cuando escuchó una explosión. Pronto se enteró de los detalles. Un terrorista había abierto fuego durante la misa en la iglesia de San Elías, y luego detonó su chaleco explosivo, matando a 25 personas e hiriendo al menos a otras 60.
Las autoridades sirias culparon al Estado Islámico del atentado; sin embargo, un grupo yihadista menos conocido, Saraya Ansar al-Sunnah, reclamó la autoría días después.
Abadi dijo que se quedó impactado cuando supo que el grupo había atacado una iglesia. «Hemos vivido la guerra, pero nunca amenazas específicas contra los cristianos», afirmó Abadi. Christianity Today acordó no utilizar su nombre real debido al elevado riesgo al que se enfrenta.
El atentado fue el primer ataque mortal contra cristianos en Siria desde que las fuerzas islamistas derrocaron en diciembre a Bashar al-Assad, cuya familia gobernó el país durante más de cinco décadas.
El presidente interino Ahmed al-Sharaa prometió proteger a las minorías religiosas, pero una serie de ataques mortales ha puesto en duda su capacidad para controlar la red de organizaciones terroristas y combatientes rebeldes que operan en el país. En marzo, un ataque contra las comunidades alauitas de Siria dejó cientos de muertos. En abril, decenas de personas, entre ellas diez civiles, murieron en enfrentamientos entre rebeldes armados y la minoría del pueblo druso.
Los cristianos temían ser los siguientes. Abadi y su esposa han visto indicios de que los grupos islamistas han intentado influir en las normas sociales y en la sociedad durante los últimos seis meses. Los salafistas, miembros de un movimiento de avivamiento fundamentalista dentro del islam suní, han estado haciendo proselitismo en las calles de Damasco, incluso en el barrio cristiano. Abadi ha visto videos de los predicadores callejeros llamando a la gente con megáfonos para que se conviertan al islam, y su esposa fue testigo de una de sus recientes visitas.
Abadi dijo que las largas barbas y túnicas de los hombres los distinguen de sus vecinos musulmanes más moderados, entre los que se encuentran muchos que les pidieron que se marcharan del barrio. Según el Washington Institute for Near East Policy, el gobierno sirio prohibió el proselitismo no autorizado después de que los salafistas buscaran hacerlo en una zona frente a la iglesia de San Elías a finales de marzo, lo que tal vez explique por qué los yihadistas bombardearon esa iglesia en particular.
Mientras tanto, el gobierno está aplicando un código de vestimenta más estricto que el que existía cuando Assad estaba en el poder. En junio, Damasco anunció nuevas directrices que exigen a las mujeres llevar trajes de baño que cubran todo el cuerpo en las playas públicas. Abadi ha oído informes de que las autoridades golpean a los hombres que llevan pantalones cortos en público. Las nuevas leyes se aplican tanto a los musulmanes como a los grupos religiosos minoritarios, añadió.
Varios actos de violencia han sido causa de preocupación. Durante los últimos siete meses, individuos armados incendiaron un árbol de Navidad, dispararon contra el edificio de una iglesia y dañaron una cruz en una iglesia ortodoxa en Homs. «Todos los líderes de la iglesia decían: “Se tiene que hacer algo”», dijo Abadi. «Empezaron a hablar con las autoridades y con los agentes de seguridad y les dijeron: “¿Por qué no actúan y tratan de hacer su parte?”».
Sharaa, el presidente interino, fue miembro de Al Qaeda y pasó un tiempo en centros de detención estadounidenses en Irak por su participación en insurgencias locales. Tras su liberación, Sharaa creó Jabhat al-Nusra como filial de Al Qaeda en 2011. El grupo se fusionó más tarde con Hayat Tahrir al-Sham, o HTS, y bajo el mando de Sharaa, derrocó el régimen de Assad a finales del año pasado.
Desde que llegó al poder, Sharaa ha proyectado una imagen más moderada, incluyendo el nombramiento de Hind Kabawat, una mujer cristiana, en su gabinete de transición. Tras el atentado, Kabawat visitó la iglesia de San Elías y se reunió con sacerdotes y feligreses, calificando el ataque de «crimen atroz».
«Este ataque no solo fue contra los cristianos, sino contra todos los sirios», dijo Kabawat al periódico griego Kathimerini. «Nuestra comunidad cristiana es una parte esencial del tejido social y cultural de Siria».
Muchos cristianos están preocupados porque las autoridades no se están tomando en serio las amenazas contra ellos. «Mucha gente ha dicho: “No nos quieren aquí. Deberíamos irnos”», explicó Abadi. «Así que hay preocupación… de que se dé un éxodo de cristianos, lo que sería lamentable».
La población cristiana en Siria se ha reducido significativamente en los últimos años, pasando de más de un millón de personas antes de la guerra civil de 2011 a aproximadamente 300 000 en la actualidad.
Desde el atentado contra la iglesia, algunos cristianos tienen miedo de reunirse para asistir a los servicios. Un grupo de cristianos kurdos que actualmente viven en Alepo ha suspendido sus servicios religiosos, según Majeed Kurdi, un pastor kurdo iraquí que vive en Estados Unidos y que colabora con Freedom Seekers International para proporcionar ayuda a ese grupo.
«El pastor me dijo que están muy frustrados y muy asustados», afirmó. «La mayoría de las iglesias no se atreven a reunirse». Dijo que, incluso antes del ataque a la iglesia, las mujeres y los niños rara vez asistían por motivos de seguridad. Ahora, los hombres solo se reúnen en pequeños grupos y sin notoriedad pública.
El grupo, procedente de la ciudad de Afrin, al norte del país, estaba compuesto originalmente por unos 500 cristianos kurdos que forman parte de la iglesia no denominacional del Buen Pastor. Cada vez que evacuaban una ciudad o un campo de refugiados, más kurdos se unían al grupo. Actualmente son alrededor de 1200 personas, incluyendo algunos no cristianos.
Kurdi dijo que no han podido regresar a Afrin porque el gobierno no los ha protegido de los grupos terroristas que gobiernan su ciudad. Viven en casas sin terminar en Alepo y enfrentan escasez de alimentos.
En Damasco, las iglesias siguen celebrando servicios «a pesar de las amenazas y de todos los mensajes que transmiten los radicales», dijo Abadi. El día después del atentado, cristianos de distintas denominaciones se reunieron en la iglesia de San Elías y oraron juntos, coreando «Jesús ha resucitado».
Esta semana, la administración Trump revocó las sanciones a Siria y retiró la designación de organización terrorista extranjera al HTS. El Secretario de Estado Marco Rubio dijo que dicha decisión «reconoce las medidas positivas adoptadas por el nuevo Gobierno sirio bajo el presidente Ahmed al-Sharaa».
Abadi dijo que los sirios anhelan mejores relaciones con Occidente y quieren que se levanten las sanciones, pero se preguntan si Occidente presionará o no a Damasco para que proteja a los grupos minoritarios. «Esperamos y oramos por resultados e impactos positivos, pero creo que también es una esperanza cautelosa», dijo Abadi.