En la zona de Los Ángeles ha habido incendios forestales en el pasado, pero los residentes nunca habían visto nada parecido a los incendios forestales que están arrasando su ciudad ahora, quemando maleza y edificios, y arrasando barrios enteros. Es la peor destrucción de la historia local.
No obstante, ver manzanas y manzanas de casas destruidas es algo que los residentes de Paradise han visto antes, ya que su comunidad también ardió en llamas en el incendio Camp Fire de 2018.
Los pastores conocen el dolor de una devastación tan generalizada e incomprensible, así como los retos que vienen con la reconstrucción.
«Perder tu casa y tu comunidad en unas cuantas horas, en todos los aspectos, todo a la vez, te hace pasar por un proceso de duelo», dijo Samuel Walker, pastor de Paradise, quien perdió a cinco miembros de su congregación y su casa cuando la ciudad se incendió hace seis años. «No te das cuenta: “¿Por qué es tan duro?”. Es porque estás llorando muchas pérdidas a la vez».
Hoy, a cientos de kilómetros al sur, vientos de 160 km/h avivan las llamas alrededor de Los Ángeles, con el incendio Palisades extendiéndose hacia la costa, los incendios Hurst y Kenneth dirigiéndose al noroeste de la ciudad, y el incendio Eaton ardiendo cerca de Altadena y Pasadena, al este.
Desde el martes, los incendios han destruido manzanas enteras de casas, negocios e iglesias: más de 10 000 estructuras hasta ahora. La gente tiene la garganta irritada a causa del humo, y las órdenes de evacuación cambian continuamente. A la fecha, al menos diez personas han muerto.
Los bomberos están agotados y las reservas de agua casi se han agotado en los intentos por combatir los incendios en decenas de miles de hectáreas. Los pastores locales relataron la pérdida de hogares entre los miembros de sus congregaciones. No podían dar una cifra porque los incendios seguían ardiendo y seguía surgiendo información nueva. Hasta el viernes (10 de enero) por la mañana, las autoridades dijeron que el incendio de Palisades había sido controlado apenas en un 8 % y el incendio de Eaton en un 0 %.
«Se siente como si estuviéramos perdiendo parte de nuestra ciudad. Palisades parece haber desaparecido», dijo Alex Watlington, pastor principal de la iglesia Pacific Crossroads de Santa Mónica. «No solo hay daños; simplemente ha desaparecido. Como si nunca hubiera estado allí».
Dos ancianos de la iglesia Pacific Crossroads y muchos de sus miembros que viven en Palisades y en la zona este de Los Ángeles lo han perdido todo; la iglesia está coordinando la ayuda a través de su ministerio Hope for LA.
«Todo el mundo necesita ayuda, pero no sabes por dónde empezar», dijo Watlington. «En el ministerio, cuando alguien muere y tienes un funeral, sientes que no tienes los recursos ni el equipo necesarios para participar en él. No es lo mismo, pero se parece. Te enfrentas a la pérdida de la gente, y es irreparable».
Walker recuerda ese sentimiento sobrecogedor. En 2018, Camp Fire había estado ardiendo durante más de dos semanas, había desplazado a 50 000 personas y calcinando 19 000 edificios. Lloraba desconsoladamente por un amigo íntimo que había muerto, y luego se llenó de rabia cuando se enteró de que alguien había robado de su auto los dos últimos objetos que su familia había salvado del incendio.
Pero sacar sus emociones le ayudó a estar preparado para escuchar y orar con los miembros de su iglesia. Walker estaba increíblemente enojado con Dios por haber permitido el incendio, y le pareció sano admitirlo en lugar de fingir que estaba bien.
Por eso le aconseja a los pastores de Los Ángeles: llora si necesitas llorar, y grita si necesitas gritar.
«Deja que el Señor haga lo que quiera hacer en ti, para que tú, a la vez, puedas ministrar a la gente», dijo. «Lo que más necesitará la gente de inmediato, además de las necesidades básicas… es esperanza. Alguien con quien compartir su historia».
Otros pastores que sobrevivieron a los incendios forestales de California dijeron que las iglesias de Los Ángeles deben prepararse para una recuperación larga y no lineal. Los primeros días giran en torno a cubrir necesidades básicas como alojamiento y alimentos. Pero luego empieza el duelo, así como la ansiedad que viene con mudarse o quedarse para reconstruir.
«Lo que encuentras tres o cuatro meses después, son retos espirituales: gente que discrepa sobre cuánto tiempo debe durar el duelo o que echa de menos el edificio de su antigua iglesia. Toda la carga que conlleva el dolor», dijo Josh Lee, pastor principal de la Iglesia Presbiteriana Ridge de Paradise, la cual perdió su edificio en el Camp Fire. «Ese es el tipo de cosas de las que debes ser muy consciente en el ministerio pastoral. Todo el quebranto que viene después».
Watlington, de Santa Mónica, comprende que reconstruir podría ser demasiado duro emocionalmente para algunos de los que han perdido sus casas; sabe que, en las próximas semanas y meses, inevitablemente tendrá que ayudar a la gente a mudarse para reiniciar sus vidas.
Joshua Jamison, que pastorea la iglesia Jubilee en Paradise junto a su esposa, Melissa, recuerda a los voluntarios que ayudaban a los supervivientes a tamizar las cenizas de sus casas, encontrando a veces una joya o algún recuerdo.
«La mayoría de las veces, la gente no encontraba gran cosa, pero… el tiempo que la gente pasaba tamizando las cenizas era tan poderoso», dijo. (Volver a los escombros puede suponer un riesgo para la salud, dijo, pero cree que es seguro hacerlo si se usa equipo de protección).
No hay dos catástrofes iguales, pero Paradise, que solía tener una población de unos 26 000 habitantes, tenía aproximadamente el mismo tamaño que Pacific Palisades, California. La mayoría de las iglesias de Paradise se quemaron de la noche a la mañana en el Camp Fire de 2018.
Muchas de ellas han sido reconstruidas; algunas solo abrieron sus nuevos edificios el año pasado. Una congregación que perdió su edificio, la iglesia Ridge Lifeline, se reúne ahora en un salón de juego de bolos que sobrevivió. Tras el incendio, la población de la ciudad cayó a un mínimo de 4000 habitantes, antes de recuperarse y situarse en torno a los 10 000.
«Si me hubieran dicho que íbamos a volver a fundar una iglesia en Paradise, me habría reído y habría dicho: “No, ya no existe”», dijo Lee, de la Iglesia Presbiteriana Ridge. Pero la iglesia volvió a empezar, lentamente.
«Está viva, y no sé cómo ha ocurrido», dijo Lee.
La recuperación llega de forma vacilante. Durante un tiempo, la Iglesia Presbiteriana de Ridge no tenía niños en la escuela dominical; ahora, la iglesia en recuperación tiene unos diez o quince alumnos de primaria. Lee dijo que la gente de su comunidad está preocupada por un gran aumento del seguro de la vivienda que podría obligarlos a mudarse incluso después de reconstruir.
«Pero Dios está obrando», dijo que es lo que le dirá a la gente que se está recuperando en Los Ángeles. «Confíen en ello, aunque parezca muy disperso y no lineal».
En la zona de Los Ángeles, los incendios actuales han destruido o dañado gravemente al menos una decena de iglesias.
«Si no te he respondido hoy, por favor, perdóname», escribió en Facebook el pastor de Hillside Tabernacle, G. LaKeith Kenebrew. Dijo que su propia casa y la de sus suegros habían quedado «reducidas a cenizas» y añadió: «Entre comprobar cómo estaban los miembros de la congregación, intentar que la iglesia no ardiera por completo y darme cuenta de que nuestra ciudad parece una escena sacada de una película apocalíptica… o no podía contestar o mi teléfono no tenía batería».
La iglesia Calvary de Pacific Palisades dijo que su santuario había sufrido graves daños, pero el pastor Justin Anderson calificó de «milagro» que el resto del recinto, incluido un gimnasio en el que los miembros podrían celebrar sus servicios de culto, resultara ileso. Decenas de familias de la iglesia perdieron sus casas, según Anderson, quien acaba de empezar a pastorear la iglesia esta semana.
Los supervivientes de Paradise dijeron que otras iglesias que no sufrieron daños podrían tener que acoger a personas desplazadas. En 2018, la iglesia Chico Church in Christ en la cercana localidad de Chico, California, acogió a la congregación de su iglesia hermana en Paradise cuando ardió su edificio.
Sin ningún lugar adonde ir, los habitantes de Paradise habían llevado a sus mascotas a la iglesia, dijo la directora de la oficina de la iglesia Chico Church in Christ, Christie Presswood.
Con el tiempo, Chico cambió a causa del creciente número de personas desplazadas que buscaron ahí refugio. Le aconseja a las iglesias que se encuentran en esa situación que «sean todo lo comprensivas que puedan, porque están pasando por un gran trauma».
«Al ver las noticias que estoy viendo ahora en Los Ángeles, me acuerdo de todo», dijo Presswood.
En esta fase inicial de recuperación, Jamison recomienda dar a los supervivientes dinero en efectivo, tarjetas de regalo o tarjetas de gasolina. Sabe que a la gente de la iglesia le gusta entregar comida y ropa, pero dijo que es mejor dar recursos para que la gente pueda conseguir lo que necesita.
El pastor de Paradise también instó a las iglesias a conectarse con la infraestructura existente de ayuda en caso de catástrofe, como un centro de asistencia local que coordina la ayuda en California tras los incendios. Formar parte de ese proceso preparó a su iglesia para responder a catástrofes posteriores en la zona, y ahora Jamison dirige el ministerio Hope Center de Oroville, que distribuye recursos a las personas necesitadas.
Distribuir agua también se convirtió en una importante tarea de la comunidad cristiana local. Durante dos años, Hope Center distribuyó agua a la gente de Paradise. Los contaminantes del incendio que se infiltraron en el sistema de agua hicieron que la gente no pudiera beber agua de Paradise durante un tiempo.
El proceso de recuperación ha sido lento y a veces triste.
«Era deprimente ver hacia afuera y ver edificios carbonizados y árboles quemados», dijo Walker, pastor de la Primera Iglesia Bautista de Paradise.
Durante tres años, él y su familia no tuvieron un hogar estable, pero ahora lo tienen. Mirando hacia atrás, dijo que ve cómo Dios cuidó «apaciblemente» de él y de los miembros de su congregación después de sentir tanta rabia por el incendio.
La Primera Iglesia Bautista contaba con unos 75 fieles antes del incendio. El número disminuyó después, y hubo momentos en que los dirigentes pensaron que la iglesia tendría que cerrar. Pero en los dos últimos años, la asistencia ha crecido con nuevas personas, y ahora acuden aproximadamente 100 personas los domingos.
Para los residentes de las comunidades destruidas, Walker dijo que la vida nunca volverá a ser la misma.
«Pero será buena. Será buena pero de una manera diferente», dijo. «Volverá a haber gozo, pero date tiempo para pasar por el proceso de duelo… No sientas que Dios juzga tu respuesta. No creo que lo haga. Creo que conoce nuestros corazones; sabe lo que podemos soportar, Quiere que se lo llevemos a él».
Los incendios de Los Ángeles siguen causando estragos, por lo que los pastores locales aún no están pensando en lo que será el proceso de recuperación. Están orando para que amainen los vientos y lleguen los medios de extinción para contener las llamas.
«Necesitamos un milagro apacible», dijo Watlington.
Quizá parte de ese milagro pueda venir de las iglesias reconstruidas en Paradise. Según Walker, un joven bombero que fue bautizado en la Primera Iglesia Bautista de Paradise hace un par de semanas acaba de ser enviado a luchar contra el infierno en Los Ángeles.