En muchos países, los políticos intentan ganarse a los votantes religiosos destacando intereses compartidos entre su agenda y los temas que son prioridad para los fieles. Sin embargo, el gobierno que busca la reelección en Venezuela ha optado por ofrecerles a los pastores dinero en efectivo.
A menos de tres meses de las elecciones presidenciales de Venezuela, el actual presidente Nicolás Maduro está ampliando dos iniciativas dirigidas específicamente a la comunidad evangélica, que representa el 30.9 % de la población del país.
El «Bono El Buen Pastor», creado el año pasado, y el plan «Mi iglesia bien equipada» ofrecen recursos a los pastores y sus iglesias, incluyendo dinero en efectivo, sillas, materiales de construcción y equipos de sonido costosos, sin condiciones. «Mi iglesia bien equipada» forma parte de «Misión Venezuela Bella», un programa gubernamental que afirma invertir en espacios de recreación y arte, y que ha remodelado cerca de 3000 iglesias desde 2019.
A principios de marzo, Maduro reunió a 17 000 personas en un evento exclusivo para pastores en la ciudad norteña de Carabobo y anunció que 20 000 pastores adicionales se habían convertido en beneficiarios del programa «Bono El Buen Pastor», que entregaría transferencias mensuales de 495 bolívares (alrededor de $14 USD) a cada nuevo miembro. (El salario mínimo oficial en Venezuela es de 130 bolívares o $3.50 USD al mes).
Oficialmente, el gobierno dice que el programa tiene como objetivo brindar a los feligreses espacios dignos donde puedan practicar su fe. Sin embargo, hay quienes ven la generosidad del Estado con cierta sospecha.
César Mermejo, presidente del Consejo Evangélico de Venezuela y líder de la Federación de Iglesias Mizpa, calificó estos esfuerzos de Maduro como un intento de comprar el alma de los evangélicos.
«Como es normal en los procesos políticos, [los candidatos] buscan votos en cualquiera de los sectores de la sociedad», dijo. «Las iglesias evangélicas no escapan a esta realidad».
La búsqueda del apoyo de los evangélicos se remonta a la época de la revolución socialista de Hugo Chávez.
Si bien aquellos fuera de Venezuela podrían sorprenderse al ver a un gobernante socialista acercarse a los evangélicos, durante mucho tiempo el liderazgo político de este país ha recurrido a este grupo en busca de apoyo electoral.
En 2004, cuando se enfrentó a un referéndum sobre si debía permanecer en el cargo, el entonces presidente Chávez se acercó a los evangélicos. En un momento dado, se reunieron representantes de 2000 iglesias para pedir protección divina para el líder. En 2006, tras una serie de enfrentamientos con la iglesia católica, Chávez incluso se declaró evangélico.
Maduro, quien se desempeñó como vicepresidente a partir de 2012, asumió la presidencia en 2013 después del fallecimiento de Chávez tras meses de lucha contra el cáncer. Maduro continuó cortejando a las iglesias y a sus líderes en esfuerzos que al parecer llegaron a consolidarse como las dos iniciativas que ahora está ampliando.
El éxito de dichas iniciativas en las urnas es incierto, dice David Smilde, profesor de sociología en la Universidad de Tulane, quien ha estudiado la relación entre el «chavismo» (la ideología populista asociada con Chávez) y los evangélicos durante 30 años.
«No importa cuánto dinero gaste el gobierno venezolano [en estos programas]. No hay evidencia de que Maduro haya logrado controlar a los evangélicos», dijo a CT.
Para Smilde, la diversidad denominacional de la iglesia evangélica en Venezuela dificulta que esta sea manipulada por los políticos. «Los evangélicos tienen el libre albedrío en el centro de sus creencias. Esto incluye la libertad de votar por quien consideren que es mejor para su país», dijo.
Al frente de esta parte de la estrategia de reelección de Maduro está su hijo, Nicolás Ernesto Maduro Guerra, quien personalmente ha entregado sillas y equipos de sonido a iglesias, como algunos funcionarios del gobierno han publicado con entusiasmo en las redes sociales. En marzo, anunció un nuevo decreto según el cual Venezuela ya no gravaría a las nuevas organizaciones civiles religiosas, incluidos los impuestos sobre la apertura de nuevas iglesias.
«El presidente Nicolás Maduro continúa fortaleciendo la espiritualidad de nuestro pueblo y facilitando el trabajo amoroso por los más necesitados en cada rincón del país», escribió Maduro Guerra en Instagram.
Uno de los beneficiarios de estos programas gubernamentales ha sido el Ministerio Familiar Fe Renovada (también conocido como Miffer), que tiene su centro de operaciones en un antiguo edificio del centro de Caracas donado a la iglesia por el gobierno local.
El pastor de Miffer, Edgard Martínez, está agradecido por lo que los programas le han ofrecido y no cree que hayan perjudicado su capacidad de expresar su opinión políticamente.
«Creo que uno no puede maldecir aquellas cosas que son una bendición para uno», dijo. «Por haber recibido esta ayuda, no hemos abandonado el enfoque ministerial… A lo malo le diremos malo y a lo bueno le diremos bueno».
Pero el gobierno en curso no es el único culpable de querer manipular a la iglesia evangélica en estas elecciones.
Mermejo cree que los candidatos de la oposición no son inocentes y también están tratando de cortejar a las iglesias para obtener apoyo político.
«Para mí, lo más preocupante en ambos casos es la facilidad con la que el discurso opositor y gubernamental suelen crear las condiciones para lograr esta conquista, tratando de convertir al pueblo evangélico en “tontos útiles”», afirmó.
Por razones similares, Gabriel Blanco, pastor de Comunidad de Fe Valientes, una iglesia joven en Valencia, ha tratado de mantener la independencia de su iglesia.
«Oramos por las autoridades, bendecimos a las autoridades, pero hemos tomado la decisión de no involucrarnos en nada que tenga que ver con política ni recibir ayuda social del gobierno», dijo. «Gracias a Dios nuestra gente colabora para los eventos sociales que realizamos como iglesia, y de esta forma también mantenemos nuestra independencia».
Blanco también dirige el Festival Juventud Libre, una conferencia juvenil para la que ha contratado a artistas cristianos internacionales como Alex Campos, Christine D’Clario y Montesanto. Los políticos a menudo codician aparecer en eventos como este, que atrae a decenas de miles de jóvenes. Sin embargo, Blanco ha decidido que no vale la pena abrir el escenario a los líderes políticos.
«En nuestra organización siempre hemos resaltado que nuestros eventos son para enaltecer el nombre de Jesús y no son plataformas para enaltecer el nombre de un partido», dijo.
Martínez, por su parte, tiene argumentos para respaldar la decisión de su iglesia de recibir recursos del gobierno. Compara su caso con el de Nehemías en el Antiguo Testamento.
«Muchas veces el enemigo trabaja también para Dios sin darse cuenta. Así como Nehemías recibió ayuda del rey Artajerjes para reconstruir los muros de Jerusalén, nosotros estamos utilizando estos recursos en la reconstrucción moral de Venezuela», afirmó.
No obstante, a pesar del cortejo, es posible que Maduro no necesite el voto evangélico, en gran parte gracias a una reciente decisión de la Corte Suprema de Venezuela de prohibir las candidaturas de María Corina Machado y Leocenis García, dos de los principales candidatos de la oposición.
«El gobierno ha cometido dos actos deleznables», dijo García a CT. «Primero, un acto misógino al sacar a María Corina de la contienda, la única mujer que podía hacerles frente en estas elecciones. Y también un acto racista, al sacarme a mí, que era el único candidato negro en la contienda».
Este tipo de acusaciones de fraude se han vuelto cada vez más comunes durante las elecciones presidenciales en Venezuela.
En 2018, numerosos votantes boicotearon las elecciones y los observadores externos, incluidos los de Estados Unidos, afirmaron que las elecciones fueron fraudulentas.
Según una encuesta de marzo de la encuestadora venezolana Datanálisis, solo alrededor del 60 % de los venezolanos planea votar en las elecciones de 2024. De ellos, el 15 % dijo ser partidario del gobierno actual, el 36 % dijo ser partidario de la oposición y el 41 % dijo que no se identificaba con ninguno de los lados.
«Los evangélicos de los barrios más pobres apoyaron a Chávez cuando llegó democráticamente al poder en 1999», explicó el profesor Smilde. «Pero la crisis económica generada por el mal gobierno de Maduro lo ha convertido en un presidente tremendamente impopular. Por eso necesita desesperadamente a los evangélicos si quiere ganar la reelección sin dejar lugar a dudas».
La crisis económica y social en Venezuela ha estimulado el movimiento migratorio más significativo de toda América Latina en este siglo. Según la agencia de la ONU para los refugiados, ACNUR, en noviembre de 2023, había más de 7.7 millones de migrantes o refugiados venezolanos dispersos por todo el mundo, principalmente en América Latina y el Caribe. La población del país asciende ahora a 29.4 millones.
Un pastor por la presidencia
Tras la controvertida decisión de la Corte Suprema de retirar a Machado y García de la carrera, ocho candidatos compiten ahora por la presidencia de Venezuela. Entre ellos se encuentra Javier Bertucci, pastor evangélico y diputado a la Asamblea Nacional que se postula por segunda vez con el Partido Cristiano de centroderecha Esperanza para el Cambio. En 2018, Bertucci terminó en tercer lugar tras obtener más de un millón de votos, equivalente al 10 % del total.
En el pasado, Bertucci enfrentó procesos judiciales e incluso fue detenido brevemente tras ser acusado de contrabando. También estuvo implicado en el escándalo de los Papeles de Panamá, que expuso a personas del ámbito político y empresarial que operaban en paraísos fiscales extraterritoriales.
Bertucci señaló que, a través de las dos iniciativas, el gobierno se ha centrado en entregar ayuda a las iglesias en los barrios más pobres de las ciudades más grandes de Venezuela. Pero el hecho de que las iglesias acepten con entusiasmo estas donaciones no significa que ahora apoyen a Maduro, dice.
«Aunque los pastores reciben las cosas que [los políticos] les envían, en realidad no los están comprando», dijo. «[Los políticos] no logran traer a los pastores a su ideología política socialista».
Smilde cree que el gobierno venezolano está utilizando a Bertucci para dividir los votos de la oposición.
«[Bertucci] cree en lo que está haciendo y está convencido de que puede convertirse en el primer presidente evangélico de Venezuela», afirmó. «Sin embargo, Maduro está aprovechando su candidatura para tener un rival débil al que derrotar fácilmente el 28 de julio».
Bertucci tiene una respuesta para quienes lo critican por participar en estas cuestionadas elecciones.
«La oposición históricamente ha cometido un error al convocar a la abstención. Eso solo ha servido para facilitar la continuidad del socialismo», dijo Bertucci. «Las encuestas indican que más del 60 % de los venezolanos quieren salir a votar porque quieren un cambio de este nefasto gobierno. No participar sería fallarle a aquellas personas que creen en la posibilidad de un retorno a la democracia».
Independientemente de que Maduro sea reelegido o no en julio, las recientes estrategias lanzadas por el gobierno demuestran la importancia política de la población evangélica en Venezuela. Según una encuesta de Latinobarómetro, en 2023, la población evangélica del país creció más rápido que en cualquier otro país latinoamericano.
«Con la desaparición de la fe en los líderes políticos, tanto del gobierno como de la oposición, la gente se ha aferrado cada vez más a las creencias religiosas», dijo el excandidato presidencial García. «Eso es proporcional a los niveles de pobreza e inflación. Los políticos no pueden mover a nadie hoy, pero las iglesias sí».
Hernán Restrepo es un periodista colombiano que vive en Bogotá. Desde 2021, administra las cuentas de redes sociales de Christianity Today en Español.