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Argentina da el siguiente paso para honrar a los evangélicos oficialmente. Ellos quieren más.

Los protestantes agradecen las celebraciones del Día de la Reforma y se preguntan si algún día obtendrán igualdad religiosa.

Eduardo Valdez (centro), presidente del ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, y Guillermo Oliveri (derecha), embajador de la Secretaría de Culto, en una reunión en la que se aprobó un proyecto de ley que tenía como objetivo establecer el Día Nacional de las Iglesias Protestantes y Evangélicas.

Eduardo Valdez (centro), presidente del ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, y Guillermo Oliveri (derecha), embajador de la Secretaría de Culto, en una reunión en la que se aprobó un proyecto de ley que tenía como objetivo establecer el Día Nacional de las Iglesias Protestantes y Evangélicas.

Christianity Today October 27, 2023
Imagen: Cortesía de ACIERA / Edición por CT

Este Día de la Reforma, 18 de las 24 provincias argentinas celebrarán a las iglesias evangélicas y protestantes.

Los líderes evangélicos esperan que, algún día no muy lejano, se una todo el país.

El mes pasado, el gobierno federal dio un paso más hacia el reconocimiento nacional de la celebración del 31 de octubre en honor de estas comunidades, cuando la Cámara de Diputados aprobó un proyecto de ley que ahora debe pasar por el Senado.

«Para muchos evangélicos aparecer en la agenda pública legislativa del país es muy importante. Responde a una aspiración de visibilidad en la comunidad», dijo Viviana Barrón, rectora del Seminario Internacional Teológico Bautista. «Años atrás, muchos decían que nuestras iglesias eran prácticamente invisibles para los gobiernos. Eso ha ido cambiando y es recibido con alegría por muchos».

«En nuestro país, los cristianos evangélicos son ciudadanos de segunda clase», dijo Joel Issachar Stefanini, presidente y fundador de la Federación Iglesias Pentecostales de Argentina.

«Estamos luchando [desde] hace más de 40 años, desde que llegó la democracia nuevamente [a] nuestro país… para que se nos reconozca como iglesia cristiana y tener igualdad de derechos».

Muchos líderes evangélicos se han sentido frustrados por lo que han interpretado como un desaire de 150 años por parte del Estado hacia su comunidad.

Según el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET), la comunidad evangélica pasó del 9 % al 15.3 % de la población entre 2008 y 2019. El mismo informe sitúa a la comunidad católica en el 62.9 %. (Argentina tiene 46 millones de habitantes).

La Corte Suprema de Argentina ha dictaminado que el país no tiene una religión oficial o estatal. Sin embargo, aunque su Constitución garantiza la libertad religiosa, también establece que «el Gobierno Federal sostiene la Fe Católica Apostólica Romana».

Aunque esta relación se ha renegociado a lo largo del tiempo mediante diversas leyes y casos judiciales, su manifestación más duradera ha sido un registro nacional de cultos implementado en 1979, durante uno de los últimos años de la dictadura del país. Según esta ley, la Iglesia católica no tiene que registrarse ante el gobierno. Mientras tanto, todos los grupos religiosos no católicos deben registrarse para disfrutar de privilegios como no pagar impuestos municipales.

«Es bueno el avance de la ley, pero eso no hace más que confirmar que tenemos una situación muy dispareja respecto a la iglesia católica, que es la que ostenta el poder político religioso y el sostenimiento oficial por parte del Estado argentino», declaró Ana Valoy, pastora y analista política de la ciudad norteña de Tucumán.

Argentina es conocida por su diversidad cultural y religiosa, escribió en 2021 Renata Viglione, psicóloga cristiana coautora del actual proyecto de ley.

«Por ello, resulta inexplicable que a varios siglos de la llegada de los primeros protestantes a territorio argentino, [y dado el] reconocimiento público sobre los aportes realizados por la comunidad evangélica argentina en su conjunto y el derecho a la igualdad religiosa garantizado por la Constitución Nacional, sigamos aguardando el primer día conmemorativo evangélico a nivel nacional», escribió.

En 2017, Entre Ríos se convirtió en la primera provincia en instituir un día anual de conmemoración de la Reforma Protestante (en la celebración del 500.º aniversario de las 95 Tesis de Martín Lutero), gracias a los esfuerzos de los líderes cristianos locales.

«Por primera vez somos oficialmente reconocidos como una religión», declaró entonces Carlos Duarte, pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.

La legislación actual surgió por iniciativa de ciudadanos como Viglione, que se pusieron en contacto con legisladores en 2014. Aunque numerosas provincias y municipios han adoptado desde entonces sus propias proclamas y leyes de reconocimiento de los evangélicos, Viglione y sus colegas tardaron años en dar a conocer el proyecto de ley entre las iglesias argentinas, y en que los distintos partidos políticos se pusieran de acuerdo sobre el lenguaje que apoyarían para la iniciativa.

«Soy optimista que el Senado [revise] el proyecto en la próxima sesión y le den sanción», dijo Dina Rezinovsky, una de las tres evangélicas en la Cámara de Diputados de 257 escaños y que impulsó el proyecto de ley junto con tres de sus colegas católicos.

Para los evangélicos argentinos, el reconocimiento político valida la labor de construcción nacional con la que se han comprometido durante décadas.

«Desde el inicio de nuestra nación, los evangélicos han colaborado al progreso del país a través de la enseñanza de principios y valores que emanan de la Biblia, la fundación de escuelas, hogares de ancianos, orfanatorios, centros de rehabilitación para drogadependientes y ayuda a los sectores más postergados de la sociedad», afirmó Ciro Pablo Crimi, quien dirige el Seminario Bíblico de Fe.

Entre otras cosas, los impuestos argentinos ayudan a sostener los salarios de obispos y sacerdotes, dice Crimi, y la frustración de los evangélicos con esta disposición los ha llevado en varias ocasiones a organizarse más formalmente en la oposición.

En septiembre de 1999, 250 000 evangélicos se reunieron frente al obelisco de Buenos Aires bajo el lema «Jesucristo por todos y para todos». Pidieron una ley de libertad religiosa que garantizara la igualdad de trato de las denominaciones, señala Crimi. Dos años después, 400 000 evangélicos volvieron a reunirse en septiembre bajo el lema «Para mi país, quiero igualdad religiosa».

«La justicia de Dios demanda una igualdad sin discriminación ni exclusiones», afirmó.

Aunque este tipo de reconocimiento valida a una comunidad con una historia tan larga como la de los evangélicos, las enseñanzas de Jesús advierten a sus seguidores sobre el peligro del reconocimiento público. Buscar la aprobación de los demás puede descalificar a las personas como ministros de Cristo, y los creyentes deben buscar agradar a Dios, no a los demás, afirma Ruben del Ré, que dirige la Sociedad Bíblica Argentina.

«Nuestro propósito debe estar alineado con lo que nuestro Señor enseñó claramente en el Sermón del Monte: que los hombres, al ver nuestras buenas obras, glorifiquen a Dios», dijo. «Por lo tanto, no se trata del reconocimiento público de nuestro trabajo, ni de lograr un mayor prestigio social. La Iglesia de Cristo nunca necesitará eso».

Además, establecer un día que celebre a los protestantes y evangélicos es más fácil que cambiar la ley de libertad religiosa. El Congreso lo intentó varias veces desde 2001 hasta 2019, señaló Rezinovsky.

«Los legisladores no quieren tratar la reforma de la Ley Nacional de Cultos, que es de los años setenta… entonces, este tipo de decisión puede ser vista como un modo de tranquilizar las discusiones de fondo que no se han dado», afirmó Barrón. «Seguimos esperando un país en el que pertenecer a un grupo religioso no dé privilegios a nadie. Pero para eso queda mucho camino por recorrer».

Viglione considera que el avance de las celebraciones del 31 de octubre y el actual éxito legislativo de su proyecto de ley son un paso a favor de la corrección de la desequilibrada relación del gobierno con las confesiones no católicas.

En Argentina, «profesamos libremente la fe, podemos hablar libremente sobre nuestra fe, podemos organizar nuestras reuniones… En ese sentido, hay libertad absoluta», dijo. «Pero necesitábamos esa igualdad, y creo que ahí está… que ellos finalmente se dieron cuenta».

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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