Ronald J. Sider, organizador de la izquierda evangélica y autor de Rich Christians in an Age of Hunger (Cristianos ricos en la era del hambre), murió el miércoles a los 82 años. Su hijo le informó a sus seguidores que Sider sufrió un paro cardíaco repentino [enlaces en inglés].
Durante casi 50 años, Sider llamó a los evangélicos a preocuparse por los pobres y a considerar la pobreza como una cuestión moral. Defendió una comprensión amplia del pecado para incluir las estructuras sociales que perpetúan la desigualdad y la injusticia, e instó a los cristianos a ver cómo su salvación debería obligarles a cuidar de su prójimo.
«La salvación es mucho más que una nueva relación correcta con Dios mediante el perdón de los pecados. Es un estilo de vida nuevo y transformado, visible en el cuerpo de los creyentes», dijo. «El pecado es una categoría bíblica. Teniendo en cuenta una lectura cuidadosa del mundo, de la Biblia y de nuestros patrones de donación, ¿cómo podemos llegar a otra conclusión que no sea la de decir que estamos desobedeciendo rotundamente lo que dice el Dios de la Biblia sobre la forma en que quiere que su pueblo se ocupe de los pobres?».
Sider fue un facilitador clave de la izquierda «nacida de nuevo» que surgió en la década de 1970, pero vivió lo suficiente para ver cómo los evangélicos estadounidenses se apartaban en gran medida de las preocupaciones sobre la guerra, el racismo y la desigualdad. Sin embargo, siguió alzando la voz y se convirtió, como lo describió una vez un escritor de Christianity Today, en la «espina en la montura ética» del caballo blanco evangélico.
Su libro de referencia, Cristianos ricos en la era del hambre, inspiró a generaciones de jóvenes cristianos, tras haber vendido 400 000 ejemplares en nueve idiomas. CT lo clasificó como uno de los títulos evangélicos más influyentes del siglo XX, justo después de Knowing God de J. I. Packer y The Living Bible de Kenneth Taylor.
Rich Stearns, presidente emérito de World Vision, llamó a Sider «una gran alma cristiana y un apasionado guerrero de la justicia». Adam Russell Taylor, presidente de Sojourners, dijo que era «un amigo y aliado desde hace mucho tiempo» y «un incansable defensor de la paz y la justicia». Ambos hicieron referencia al impacto del libro de Sider en sus vidas.
Sider nació en Fort Erie, Ontario, en septiembre de 1939. Criado en una granja de 275 acres, su padre era agricultor y pastor de la Iglesia de los Hermanos en Cristo, una tradición anabaptista y wesleyana que combinaba la preocupación por la santidad, el compromiso con la paz y una lectura literal del Sermón de la Montaña.
Sider fue el primero de su familia en cursar estudios superiores, pero llevaba consigo la convicción de que la fe cristiana no era un mero asentimiento intelectual: la verdadera fe debe conformar toda tu vida.
Estudió historia con el apologeta cristiano John Warwick Montgomery en la Universidad Luterana de Waterloo, en Ontario, y luego fue a la Universidad de Yale para estudiar la Reforma con el historiador Jaroslav Pelikan. Sider escribió su tesis sobre Andreas Karlstadt, un contemporáneo de Martín Lutero que renunció a los títulos académicos, vistió ropas de campesino y predicó la sencillez en la iglesia.
Sider estaba aprendiendo a adoptar un radicalismo similar en su propia vida. En lugar de vivir con los demás estudiantes de posgrado de Yale, encontró un hogar para su joven familia en el límite de un barrio negro de New Haven, Connecticut. Luego se trasladó al centro de la comunidad afroamericana, donde lloró con sus vecinos el asesinato de Martin Luther King Jr. en 1968 y se involucró en la lucha local por los derechos civiles. Cuando no estaba leyendo latín y alemán para su disertación, Sider ayudaba a los activistas negros a registrar votantes y reclutó estudiantes de la comunidad InterVarsity de Yale para que se unieran a él.
Tras obtener su grado, Sider aceptó un puesto como profesor en el campus de Filadelfia del Messiah College y luego en el Seminario Teológico Palmer de la Eastern University. Se trasladó al barrio afroamericano de Germantown y centró sus clases en el racismo, la guerra y la pobreza.
Sider también se volvió más activo políticamente. Hizo campaña a favor de George McGovern y fundó Evangélicos por McGovern para recabar apoyo para el senador antibélico de Dakota del Sur, que fue calumniado por sus numerosos oponentes como el candidato del «ácido, la amnistía y el aborto».
Según el historiador David Swartz, Evangélicos por McGovern fue el primer grupo evangélico después de 1945 que apoyó a un candidato presidencial. Los grupos de la Derecha Religiosa, como la Mayoría Moral y la Coalición Cristiana, aún no se habían organizado, y aunque muchos líderes destacados como Billy Graham apoyaban al presidente Richard Nixon, la política evangélica en ese momento parecía estar «disponible y en juego». Sider, junto con personas como Tom Skinner, Jim Wallace y Richard Mouw, querían apoderarse de ella. Creían que los cristianos que amaban a Jesús y odiaban el pecado debían ejercer su voluntad política para oponerse a la guerra de Vietnam, a la política de la ley y el orden, y a las políticas económicas que empeoraban la pobreza.
Tras la aplastante derrota de McGovern, Sider organizó un grupo de unas 50 personas para reunirse en un sótano de la YMCA en Chicago antes del Día de Acción de Gracias de 1973 y redactaron juntos una declaración de «preocupación social evangélica».
«Reconocemos nuestras responsabilidades cristianas de ciudadanía», decía. «Por lo tanto, debemos desafiar la confianza que la nación ha puesto equivocadamente en el poderío económico y militar, una confianza orgullosa que promueve una patología nacional de guerra y violencia con la que se victimiza a nuestros vecinos tanto dentro como fuera del país. Debemos resistir la tentación de hacer de la nación y sus instituciones objetos de una lealtad casi religiosa».
En 1977, Sider publicó Rich Christians [Cristianos ricos], argumentando que la pobreza es una cuestión moral y no solo económica. Los cristianos que se toman la Biblia en serio deberían oponerse a la distribución desigual de la riqueza, decía, y ver la injusticia que hay detrás de las estructuras sociales que benefician a los poderosos a costa de los pobres.
«La hambruna y la inanición acechan la tierra», escribió. «Sabemos que el problema es que los recursos del mundo no están distribuidos uniformemente. Los norteamericanos viven en una isla de prosperidad en medio de un mar de humanidad hambrienta».
Los cristianos evangélicos habían predicado durante mucho tiempo contra algunos de los pecados que conducen a la pobreza, como el abuso del alcohol. Pero habían ignorado otros, especialmente cuando la condena suponía una responsabilidad corporativa.
«Si la palabra de Dios es cierta, entonces todos los que habitamos en las naciones ricas estamos atrapados en el pecado. Nos hemos beneficiado de la injusticia sistémica», escribió Sider. «Somos culpables de una escandalosa ofensa a Dios y al prójimo».
El libro fue duramente criticado por el reconstruccionista cristiano Gary North, que acusó a Sider de ser un «manipulador de la culpa», y por el filósofo de la cosmovisión cristiana Francis Schaeffer, quien dijo que Sider había sucumbido al humanismo secular y se había centrado demasiado en los problemas materiales de la sociedad.
No obstante, el libro encontró un público entusiasta entre muchos evangélicos. Fue especialmente popular entre los estudiantes de InterVarsity y en los ministerios universitarios de Estados Unidos y del extranjero. Rich Christians se tradujo al alemán, al holandés, al portugués, al japonés y al coreano, y siguió circulando entre los evangélicos de izquierda durante décadas.
«Sider se convirtió en una bujía», según un perfil de CT de 1992, «en medio de un pequeño grupo de evangélicos interesados en cuestiones sociales y políticas, la mayoría de los cuales eran jóvenes, bien educados, muy idealistas y compartían la preocupación por la justicia social y racial, así como por una vida sencilla».
Sider fundó Evangelicals for Social Action (ahora Christians for Social Action) en 1978. Sin embargo, las esperanzas de un fuerte movimiento evangélico progresista se vieron pronto anegadas por la popularidad de Ronald Reagan y los éxitos de la Derecha Religiosa. Los líderes republicanos cortejaron activamente a los evangélicos blancos, encontrando causas comunes, desde la Corte Suprema hasta el consejo escolar local. Mientras tanto, los principales demócratas —muchos de los cuales consideraban que el moralismo de Jimmy Carter era juicioso y ofensivo— evitaban o desechaban las preocupaciones religiosas y a los votantes religiosos.
No obstante, Sider continuó hablando y escribiendo sobre las preocupaciones morales evangélicas, incluyendo libros populares sobre la vida sencilla y estudios históricos sobre las enseñanzas holísticas de la iglesia primitiva a favor de la vida. Su organización Evangelicals for Social Action presionó para que se impusieran sanciones a la Sudáfrica del apartheid, puso en marcha una red evangélica a favor del medio ambiente, e hizo campaña a favor de normas más estrictas de eficiencia del combustible en los automóviles.
Sider también protestó por el apoyo estadounidense a los dictadores latinoamericanos en la década de 1980 y se opuso a la Guerra del Golfo en 1991 y a la invasión estadounidense de Irak en 2003.
«Sider se negó a aislar el aborto de las cuestiones de violencia e injusticia, instando a los evangélicos conservadores a ser “completamente pro-vida”», escribió el historiador Brantley Gasaway. «La carrera de Sider parece agridulce… un amargo recordatorio de lo que la política evangélica moderna podría haber sido, pero no llegó a ser».
Sider siguió proclamando a voz en cuello desde el desierto a los evangélicos hasta las elecciones de 2020, cuando editó una colección de ensayos políticos cristianos titulada The Spiritual Danger of Donald Trump [El peligro espiritual de Donald Trump].
Dijo que publicó el libro «con profunda tristeza y persistente esperanza», llamando a los cristianos estadounidenses de todo el espectro político a demostrar su «compromiso con la verdad, el respeto a los oponentes y la voluntad de negociar un compromiso bipartidista razonable». Entre los escritores de la colección se encuentran el ex editor jefe de CT, Mark Galli, el filósofo evangélico Michael Austin, el teólogo Samuel Escobar y el ex congresista republicano Reid Ribble.
«Creemos que los cristianos pueden contribuir enormemente a preservar un buen futuro para nuestros hijos y nietos», escribió Sider, «orando para que Dios nos guíe, sometiéndonos incondicionalmente a los principios bíblicos sobre la verdad, la justicia y la integridad moral, y aplicando fielmente estos principios bíblicos en todas nuestras decisiones políticas».
En marzo de 2021, anunció que padecía una forma agresiva de cáncer de vejiga y que iba a iniciar tratamientos de radiología y quimioterapia. Sider dijo que oraba para tener 10 años más de vida, pero también seguía cantando un himno de su infancia:
Paz, paz, maravillosa paz,
¡que viene del Padre de lo alto!
Desciende sobre mi espíritu para siempre, te lo ruego,
¡En insondables oleadas de amor!
«En Christians for Social Action sentimos la pérdida de este hombre humilde, amable y profético», dijo Nikki Toyama-Szeto, directora ejecutiva de la organización. «Mientras pasa la sorpresa inicial, guardamos una profunda gratitud por las formas grandes y pequeñas en que Ron dio testimonio del corazón de Dios, y por cómo siempre nos mostró una imagen más completa de lo que significa seguir a Jesús».
Toyama-Szeto dijo en un comunicado que, mientras Sider trabajaba en su autobiografía, «no temía a la muerte, seguro de que le esperaba una historia aún mejor».
El 28 de julio, el hijo de Sider, Ted, compartió en Facebook y en Substack que su padre había muerto repentinamente de un paro cardíaco y pidió a sus seguidores: «por favor, únanse a nuestra familia en duelo por él».
Le sobreviven su esposa de 59 años, Arbutus Lichti Sider, y tres hijos.
Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.