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«Les traigo buenas nuevas…» (Lucas 2:10, NBLA)
Con estas palabras, el ángel comenzó una impresionante proclamación del Evangelio: ¡había nacido el Salvador, el Mesías prometido, el Señor! Cuando pensamos en el Evangelio, en las Buenas Nuevas, es correcto que pensemos en la muerte y resurrección de Jesús. Pensamos en nuestro pecado, en el sacrificio de Jesús, en la salvación y en la vida eterna que Cristo ofrece. En este sentido, es natural pensar en la Pascua como la fiesta del «Evangelio», ya que narra los acontecimientos centrales que hicieron posible nuestra redención.
Sin embargo, en esta serie de devocionales le invitamos a considerar lo que la temporada de Adviento puede enseñarnos sobre las Buenas Nuevas. Muchos de los principios fundamentales del Evangelio resuenan con fuerza en las lecturas y los temas tradicionales del Adviento. En el Adviento, reflexionamos sobre el misterio de la Encarnación, sobre el propósito de Cristo como el tan esperado Mesías, sobre nuestro pecado y la necesidad del arrepentimiento, sobre las promesas de salvación y justicia de Dios, y sobre nuestra firme esperanza en el regreso de Cristo y su reino que permanecerá para siempre. Nos preparamos para celebrar al «Rey recién nacido» que «nació para que el hombre no muera más», como declara el querido villancico de Charles Wesley. Y, a lo largo del Adviento, se nos recuerda una y otra vez que el Evangelio no es solo para nosotros, sino que es un mensaje de «gran gozo para todo el pueblo» (Lucas 2:10): es una buena noticia que debe ser compartida.
Mientras lee y reflexiona en la Palabra de Dios cada día durante estas cuatro semanas de Adviento, nuestra esperanza es que renueve su compromiso con las verdades fundamentales del Evangelio y que, tal como los pastores que encontraron al niño Jesús, glorifique y alabe a Dios por todas las cosas que escuche y vea.
Kelli B. Trujillo es editora en Christianity Today.
Traducción por Sofía Castillo.
Edición en español por Livia Giselle Seidel.