Los valores comunes que aumentan la confianza entre la ciencia y la fe

Elaine Howard Ecklund examina la curiosidad, el ‘shalom’ y otras virtudes que los científicos y los cristianos tienen en común.

Christianity Today April 16, 2021
Illustration by Mallory Rentsch / Source Images: WikiMedia Commons / Alex Kondratiev / James PT / Unsplash

En medio de la pandemia global, algunos enfoques cristianos con respecto a la ciencia han recibido especial atención por su desconfianza hacia las vacunas contra el COVID-19 o por su oposición al uso de mascarillas [todos los enlaces en este artículo redirigen a contenido en inglés]. Esta lucha no es una novedad. A lo largo de los años, diversas encuestas realizadas en los Estados Unidos a nivel nacional han observado una profunda desconfianza de parte de los cristianos hacia la ciencia, particularmente en temas como el calentamiento global causado por el hombre, la evolución y otros temas, lo cual muchas veces ha llamado la atención del público en temas controversiales. Sin embargo, muchos cristianos no solo han encontrado una armonía entre la fe y la ciencia, sino que también han seguido el llamado a vivir en ese espacio de tensión.

Con el propósito de satisfacer la necesidad de una mayor cooperación y colaboración entre las comunidades científicas y religiosas, la socióloga Elaine Howard Ecklund, de la Universidad Rice, busca resaltar los aspectos que tienen en común, en vez de las diferencias, como el camino que debemos seguir.

Ecklund ha dedicado más de una década a informar sobre lo que los científicos creen sobre la religión, y sobre lo que las personas religiosas, especialmente los cristianos, creen sobre la ciencia. A pesar del hecho de que casi el 50% de los científicos se consideran religiosos, persiste una desconfianza entre cristianos y científicos, quienes muchas veces ven al otro como una amenaza.

En su libro más reciente, Why Science and Faith Need Each Other: Eight Shared Values That Move Us Beyond Fear [Por qué la ciencia y la fe se necesitan mutuamente: Ocho valores que nos llevan más allá del temor], Ecklund sostiene que los cristianos y los científicos pueden encontrar un terreno en común en ocho virtudes que cumplen un rol vital tanto en la fe como en la práctica de la ciencia: la curiosidad, la duda, la humildad, la creatividad, la sanidad, la admiración, el shalom y la gratitud.

Christopher Reese habló con Ecklund sobre el libro y algunos de los otros desafíos concernientes a la relación entre el cristianismo y la ciencia.

¿Por qué es importante encontrar un terreno en común para el cristianismo y la ciencia?

Diversas investigaciones muestran que la percepción que la gente tiene sobre la relación entre la religión y la ciencia tiene implicaciones importantes. Como argumenté en mi libro, puede tener influencia sobre el voto de la gente y, en consecuencia, sobre los fondos públicos que se asignan a la investigación científica. Las percepciones sobre la relación entre religión y ciencia también pueden influenciar al individuo al decidir si asiste o no a la iglesia, y en el caso de los jóvenes para decidir si permanecen en la iglesia. La investigación muestra que muchos jóvenes hoy abandonan la iglesia porque perciben un conflicto inconciliable entre el cristianismo y la ciencia.

¿Por qué persiste la desconfianza entre los cristianos y los científicos?

Hay muchas razones por las que persisten el temor y la desconfianza. En las iglesias que he visitado, he conocido a cristianos que no dejan que sus hijos vayan a ciertas clases de ciencia por temor a que la educación científica suscite dudas en ellos y al final los aleje de su fe. Hay padres cristianos que, al ayudar a sus hijos a elegir una universidad o facultad, se preocupan acerca de lo que los científicos dirán sobre la fe.

Los cristianos que provienen de comunidades minoritarias, sobre todo los cristianos negros e hispanos, se preocupan acerca de ser parte de los campos de la ciencia y de la tecnología donde no solo su raza o etnicidad es minoritaria, sino también su fe. Las mujeres y niñas cristianas que quieren seguir una carrera científica se preguntan si serán marginadas en sus comunidades cristianas por sus aspiraciones científicas, y si serán también marginadas en la comunidad científica tanto por su género como por su fe.

Algunos cristianos se preocupan por algunas tecnologías e investigaciones médicas, sobre si son éticas y si consideran el carácter único del ser humano, y lo que significa ser hecho a la imagen de Dios. He conocido a muchos cristianos que tienen temor al impacto de la ciencia sobre su fe y cómo los científicos ejercerán su influencia en la religión y en el lugar de esta en la sociedad.

¿Deberían las iglesias promover la ciencia? Si es así, ¿de qué manera pueden hacerlo?

¡Por supuesto! A menudo sucede que si las iglesias abordan el tema de la ciencia en algún momento, tienden a hablar de los temas más polémicos, tales como la evolución, el cambio climático y las tecnologías de la genética en la reproducción humana, por nombrar algunos ejemplos. Pero para promover la ciencia, los jóvenes, y en realidad toda la congregación, necesitan escuchar a científicos que son cristianos (y también a los que no lo son) hablar sobre su trabajo científico y sobre el gozo que encuentran al dedicarse a la ciencia, la belleza de la ciencia. Las iglesias podrían dedicar más tiempo a hablar sobre lo que las comunidades científicas y de fe tienen en común.

Cuando comencé a escribir este libro, busqué por toda mi casa un cuaderno que había usado en una clase hace más de veinte años, cuando era estudiante de licenciatura en la Universidad Cornell. En esa clase, dictada por Norman Kretzmann sobre el filósofo Tomás de Aquino, comencé a pensar profundamente sobre las virtudes y los valores cristianos, los cuales Aquino veía como prácticas o hábitos que tienden hacia el bien.

Mientras estudiaba, entrevistaba y trabajaba tanto con cristianos como con científicos, me impactó el hecho de que parecían compartir muchas de las mismas virtudes. Descubrí que las virtudes centrales que guían la práctica y los hábitos de la ciencia y la religión son más parecidas de lo que pensamos, aunque también hay algunas diferencias fundamentales. Tengo un nuevo enfoque para discutir sobre la relación entre la ciencia y la fe. Veo la ciencia y la fe no como simples conjuntos de ideas, sino como grupos de personas, y estoy convencida de que los científicos y los cristianos tienen virtudes en común que, si son traídos a la luz, permitirán encontrar un terreno común. También estoy convencida de que, si reconocemos cuáles son las virtudes que la ciencia y la fe tienen en común, y cuáles son los valores en los que difieren, nosotros como cristianos podemos comenzar a desarrollar una relación más significativa y efectiva con la ciencia y los científicos.

¿Podría ahondar acerca de las diferencias fundamentales entre la práctica y los hábitos de la ciencia y la religión?

Obviamente los científicos, sean creyentes o no, plantean preguntas sobre el mundo biológico y natural, cosas que se pueden ver y poner a prueba. La mayoría de los científicos dicen que su trabajo no brinda tanto conocimiento sobre las cosas que están fuera del mundo natural.

¿Qué consejo le daría a jóvenes cristianos que creen que tienen que elegir entre la ciencia y su fe cristiana?

En resumen, no tienen que elegir. Hay ejemplos maravillosos de científicos que son cristianos y que encuentran maneras de no solo integrar su identidad religiosa y científica, sino que también estas identidades se nutren la una a la otra. Lo que necesitamos es tener más ejemplos de cristianos de diferentes trasfondos, géneros y grupos étnicos que nos ayuden a ver que una gran variedad de cristianos pueden ser científicos.

De las ocho virtudes que mencionó que el cristianismo comparte con la ciencia, ¿cuál le parece la más fascinante?

Shalom. En las entrevistas que realicé a científicos cristianos, muchos se inspiraban en los conceptos de shalom y mayordomía. Shalom es una palabra hebrea que viene de la raíz que significa «completitud» y «perfección», y consiste en la paz, la armonía, el bienestar y la prosperidad que resultan del florecimiento de toda la creación. Shalom puede referirse a involucrarse en el desorden del mundo, intentar combinarlo con estructuras que no son justas, para hacerlas más justas.

La mayordomía, o el cuidado del mundo, en el sentido de protección del medio ambiente, a menudo es considerada como una virtud científica, pero también es una virtud profundamente cristiana, una práctica que nos acerca más al shalom. La mayordomía cristiana abarca la idea de la singularidad humana, de que fuimos creados por Dios y que por ende tenemos una responsabilidad de cuidar y proteger al resto de la creación de Dios.

Algunos de los científicos cristianos que entrevisté también mencionaron abiertamente su preocupación acerca de incrementar la representación y la igualdad en el campo de la ciencia como uno de sus objetivos, y como una de las maneras por medio de las cuales alcanzar el shalom a través de su trabajo como científicos. Algunos de estos científicos conectan concretamente su fe con sus esfuerzos para aumentar las oportunidades para aquellos que no están representados en el campo de la ciencia.

Como socióloga y cristiana a la vez, estudiar y promover la diversidad en la ciencia es un campo que me apasiona de forma especial. Algunas de las personas que entrevisté para mis estudios también compartían esto conmigo. Una bióloga, por ejemplo, habló sobre su experiencia como miembro del comité de su gremio que busca promover y representar la diversidad en su campo científico, y cómo la lucha por la diversidad en la ciencia es una parte importante de la fe individual, no solo para ella, sino también para otros en el comité.

Si una científica no creyente comparte con su amigo cristiano su asombro ante la complejidad del universo, y el cristiano expresa su admiración ante el poder creativo de Dios, ¿puede una interacción de este tipo llevar a un punto en común?

Pienso que sí, en algunos casos, si se hace con cuidado y a conciencia. Muchos científicos (tanto creyentes como no creyentes) hablan sobre cómo ver la belleza del mundo natural a través de su trabajo los llena con un sentimiento de maravilla y asombro, lo cual tienen en gran estima. Desmenuzar, examinar y entender el mundo natural, incluso sus partes más diminutas y complejas, solo aumenta su asombro, admiración y apreciación.

¿Hay organizaciones o instituciones donde usted vea hoy en día a cristianos y científicos entablando un diálogo productivo?

Existen algunas organizaciones que son realmente fantásticas. BioLogos, fundada por Francis Collins, es uno de los programas más prominentes que busca ayudar a los cristianos a «ver la armonía entre la ciencia y la fe bíblica». Y creo que Science for the Church (Ciencia para la Iglesia) también es muy sólida. Hay además otras organizaciones que no se dirigen específicamente a cristianos, pero que brindan herramientas útiles que los cristianos pueden usar, tales como el programa Diálogo sobre Ciencia, Ética y Religión de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia. Y también pienso en los programas de Ciencia para Seminarios, como el que ofrece la Universidad Howard. En la actualidad, hay muchos espacios que pueden animarnos respecto al tema de la ciencia y de la fe.

Christopher Reese es editor jefe en The Worldview Bulletin, es cofundador de la Christian Apologetics Alliance, y editor general de Three Views on Christianity and Science (Zondervan, 2021).

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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