Esperanza en el camino de los refugiados: Informe especial sobre los cristianos en Iraq y Grecia

CT visitó ocho campos de refugiados para saber cómo los cristianos que están en la línea de batalla recomendarían que se involucren las iglesias norteamericanas en la crisis de refugiados.

Christianity Today April 4, 2016
Antonio Masiello / NurPhoto / Corbis

Esta traducción fue publicada en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Justo más allá de la carretera de circunvalación bajo construcción en las afueras de Erbil, una entrevista de un grupo se convierte en un motín.

“Ustedes ya comprenden por qué estamos aquí,” dice uno de los 15 refugiados cristianos y musulmanes que se han reunido en el sitio de distribución de alimentos de World Vision en la capital de la región autónoma kurda en Iraq. “Todos en Norteamérica ya deberían saber de nuestra crisis: ISIS (por sus siglas in inglés).”

Este grupo está cansado de decirle a las ONG (organizaciones no gubernamentales ni de lucro) y a los periodistas el por qué huyeron de sus casas, y lo difícil y frágil que es la vida entre los edificios abandonados de Erbil.

Están especialmente cansados porque este será su segundo invierno como refugiados. Entre tanto, la ayuda alimentaria ha disminuido de $25 a $16 a $10 por mes hoy. La mayoría rehúsan dar entrevistas, a pesar del hecho de que sus historias podrían animar a los occidentales a enviar más ayuda. Si sus visitantes actuales no están allí para aumentar sus vales de despensa, entonces, dicen ellos, todos están perdiendo su tiempo.

Unos en el grupo de pie se mecen y tienen botellas de agua de 11 oz. con tapas azules y la palabra vida escrita en rojo. La i es un signo de admiración de apertura, un intento de diversión del vendedor en un escenario triste.

Pero ese signo enfatiza apropiadamente la crisis de refugiados. La cantidad—1 millón de refugiados ingresando a Europa para finales del 2015—hace mucho sobrepasaron lo concebible. La pregunta es si ellos también ya han sobrepasado la compasión.

El mundo hoy tiene más refugiados que durante la Segunda Guerra Mundial. Más allá de Europa 2.5 millones de refugiados están en Jordán, Líbano, y Turquía, entre tanto 4.5 millones de personas permanecen como refugiados dentro de Siria e Iraq, donde ISIS está más activo.

Al aproximarse el invierno, Christianity Today viajó a Iraq y Grecia para presenciar cómo los líderes cristianos están trabajando a lo largo del “camino de los refugiados” que hoy se extiende desde el Medio Oriente a Europa y Norte América. La situación es tan complicada, y los riesgos tan altos, que los líderes se encuentran en el dilema de dos estrategias de ayuda: ¿deberían ayudar a los cristianos y a otras minorías a permanecer en su tierra, o deberían ayudarlos a viajar a democracias occidentales más seguras?

Pero los líderes evangélicos kurdos y los griegos están de acuerdo en una cosa: la esperanza permanece, porque miran a Dios obrar a lo largo de todo el camino.

Hadi Ali y su familia de nueve son unos de los miles de refugiados iraquíes que hoy viven en edificios inacabados en Kurdistán.

‘Gracias, ISIS’

Desde sus escalones de entrada, Hadi Ali tiene una gran vista de la cañada serpenteante donde muchos se congregan durante Nowruz (la celebración de año nuevo) a vacacionar y de día de campo a lo largo del río que desciende del Lago Dukan, uno de los lagos más grandes de Kurdistán. Pero Ali todavía desea vivir a 300 millas de aquí. Es uno de los cientos de personas desplazadas internamente viviendo hoy en un revoltijo de casas inacabadas en las cuestas de las montañas rojas escabrosas que se elevan por encima del río.

A la sombra de una mezquita amarilla pálida que está en lo alto de la comunidad en la ladera, Ali, de 43 años de edad, elude cáscaras de granadas al subir los escalones de un edificio inacabado de concreto. Ha vivido aquí con su familia de 9 personas por los últimos 15 meses. Su esposa e hijos, de edades entre 5 a 18 años, huyeron del sur de Bagdad después de ser amenazados a punta de pistola.

“Nos quitaron nuestras casas y nuestro dinero,” le dice a CT. “Todo ha desaparecido. No sabemos cuándo regresaremos.”

Ali, que anteriormente fuera chofer de autobús escolar, vendió su autobús para trasladar a su familia. Hoy es un jornalero, que trabaja en el edificio de tres pisos de enseguida que aún está más inacabado que su propia vivienda temporal. “Siempre pienso en regresar a casa una vez que venga la paz. Desearía que fuera mañana. Pero no conocemos el futuro. Estoy esperando en Dios.”

La crisis ha durado más de lo que todo mundo anticipara—casi cinco años ya para muchas familias. Casi todas las mujeres refugiadas que CT entrevistó en ocho campos de refugiados han dado a luz después de que huyeran.

“Nos apoyamos unos a otros,” dice el jefe de Garmawa, un pueblo cristiano de 250 años a sólo 40 minutos de Mosul. Desde que ISIS se apoderara de la segunda ciudad más grande de Iraq en junio del 2014, el pueblo cercano de 70 familias ha compartido su tierra con aproximadamente 500 familias, la mayoría musulmanes. “Es parte de nuestra fe que los hospedaremos,” dice el jefe. No obstante, los habitantes de Garmawa esperaban ser anfitriones por dos meses. “Este es el segundo invierno,” dice él. “No nos imaginábamos esto.”

Los cristianos han enfrentado una persecución significantiva y bien publicitada (particularmente en Mosul y otras ciudades de las Llanuras de Nínive.) Los líderes cristianos dijeron a CT que otras minorías como los yazidis, un grupo religioso antiguo, han sufrido peor aún. Por consiguiente, muchas iglesias están ayudando más a los no cristianos que a los cristianos.

En un campo de la ONU en Khanke, siete niños yazidis se pelean por una mochila verde azulada proporcionada por el Unicef en casi toda vivienda de refugiados y colocaron su contenido en el suelo. No contiene útiles escolares sino fotografías de su difunta hermana mayor, Almas, asesinada cuando ISIS vino a su pueblo Sinjar.

Su hermana de cuatro meses de edad, nació en este cuarto de paredes de concreto y techo de lona, y ahora lleva su nombre en su honor. Su madre, Wadkha, dice que el recuerdo hace muy doloroso regresar a Sinjar, que fue liberada de ISIS en tanto que CT estaba en Iraq. “Cuando hago pan, pienso en mi hija y me pongo a llorar.”

Muchos refugiados ya no tienen la esperanza de regresar a su casa. “Los cristianos están cansados aquí,” dice Ashty Alisha, el presidente de la Alianza Evangélica en Kurdistán. En su más reciente culto, un miembro explicó cómo él está planificando partir con su familia porque no tienen dinero para alquiler o alimentos; todo lo que tienen es el recuerdo de su hijo que fue asesinado por ISIS. Alisha dice, “No estoy animando a la gente a que se marche. Pero no les puedo decir que se queden.”

El sacerdote Daniel es más franco. “El Medio Oriente está perdido para los cristianos,” dice el sacerdote de la Iglesia Mar Elia, que hospeda a 570 creyentes refugiados en su recinto triangular en Ankawa, que es un distrito cristiano de Erbil. Apenas había terminado de dirigir un culto en arameo; Mar Elia es una de las pocas iglesias que preservan el idioma que Jesús hablaba. Pero Daniel dice que él estaría bien si un día no tuviera ovejas que pastorear porque se habrían marchado a Europa o a los EE.UU.

“Deberíamos considerar las vidas y almas de estas personas,” dice. “No es tan sólo con respecto a la historia cristiana aquí. No queremos que vivan como víctimas.” Un residente recién casado del campo concurre: “Esto aquí verdaderamente es una tierra santa para nosotros. Pero ya no es la tierra del corazón.”

En contraste, Abu Karam es muy probable que sea uno de los únicos refugiados cristianos iraquíes que haya rechazado una visa para el Occidente. El pastor de Mosul de 66 años de edad vino a ser un refugiado de la ONU en Jordán y obtuvo una visa para el Canadá. Pero luego, dice, Dios en una visión le dijo que se regresara a Iraq a servir en la iglesia. Él rechazó la visa y se regresó a Mosul hasta que ISIS llegó.

En la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera en Ankawa, Karam hoy sirve a los refugiados cristianos de diversas denominaciones históricas y denominaciones nuevas. Él los anima a permanecer en Iraq. “Jesús nos dice que no será fácil seguir con nuestra religión. Pero dice, ‘No importa lo que te suceda, yo gano, así que tú también ganarás,’” dice Karam. “Desde el tercer siglo, esto ha sido nuestro cristianismo: uno de sufrimiento. Si vivimos una vida fácil, ¿cuál es nuestro mensaje?”

Los esfuerzos significantes para ayudar a los cristianos a que se queden incluyen una iglesia evangélica que alquila un edificio de cinco plantas en Erbil para 170 refugiados de Qaraqosh. El arzopispo caldeo de Erbil, Bashar Warda, está tratando de construir una universidad católica. (Él explica: “¿Cómo se quedarán a menos que les mostremos que nosotros nos quedaremos?”) En el lado de los que se “marchan,” un grupo de Slovakia—que está visitando a Mar Elia al mismo tiempo que CT—negociaron un trato para reubicar a 149 cristianos a su nación europea oriental para la Navidad.

“No es un juego de suma cero de quedarse o marcharse. Podemos ayudar a la gente a quedarse y a marcharse más segura,” dice Jeremy Courtney, el director de Preemptive Love Coalition ubicada en Iraq. “Pero si tomamos en serio el ayudar a los cristianos a que se queden, tenemos que amar a los musulmanes más de lo que odiamos y tememos al islam. Perjudicamos a los cristianos sino hacemos lo bueno para con sus prójimos.”

El hecho positivo de la crisis es que la mayoría de las iglesias evangélicas de Iraq hoy están repletas de cristianos refugiados. Ellos más que compensan por las familias que inmigraron al Occidente después de que Estados Unidos invadiera a Iraq hace 12 años. “Dios está utilizando a ISIS para sacudir a la iglesia,” dice un líder en Erbil que pidió anonimato. “Los cristianos que eran nominales hoy dicen, ‘Necesitamos ser la iglesia.’”

Asimismo, muchos pastores le dijeron a CT que la crisis presenta una oportunidad sin precedentes para el evangelismo. “Yo he estado aquí por veinte años y he compartido el evangelio con dos personas; una aceptó, la otra no.” Dijo un misionero de largo plazo de Egipto que también pidió anonimato. “En estos días, podemos alcanzar a 2,000 personas en un día. Este es el tiempo para estar aquí, de lo contrario perderemos la oportunidad. He escuchado a mucha gente decir, ‘Gracias, ISIS,’ porque lo perdieron todo pero tienen vida nueva en Jesús.”

Porque muchas iglesias se han convertido de facto en campos para refugiados, albergando en sus instalaciones tantas familias cristianas como sea posible, la mezcla de distintas denominaciones ha producido lo que Pope Francis llama un “ecumenismo de sangre.”

“Antes de que ISIS llegara, estábamos divididos. Pensábamos que éramos los mejores cristianos, y que podíamos hacerlo todo por nuestra cuenta,” dice Daniel. “Dios hace cosas con un propósito. Él ha juntado a las iglesias para que manejen la situación como una mano.”

“Desafortunadamente, fue ISIS quien nos unió. Podemos enviar un mensaje a todos los cristianos alrededor del mundo: No se esperen para que las cosas malas los unan; únanse hoy, bajo el nombre de Jesucristo.”

Paralizado por París

En el último día de CT en Iraq, el sentimiento mundial hacia los refugiados comenzó a cambiar radicalmente. Los ataques coordinados de ISIS asesinaron a 130 personas en París. Pronto, el emblema principal de la crisis de refugiados—el pequeño cuerpo ahogado en la playa de un niño sirio de tres años de edad—fue reemplazado por el espectro de terroristas inesperados.

Más de la mitad de los gobernadores de EE.UU. declararon la prohibición de que los refugiados se reubiquen en sus estados (la mayoría de Siria son musulmanes, y en total casi la mitad son cristianos). Las encuestas sugirieron que la mayoría de los evangélicos apoyaron la prohibición; sólo la tercera parte de los evangélicos protestantes anglosajones le dijeron al Pew Research Center que estaban a favor de que Estados Unidos aceptara más refugiados—y esto fue antes de lo de París. Después de los ataques, LifeWay Research encontró que el 48 por ciento de pastores evangélicos auto-identificados coincidieron que había “un sentir de miedo” dentro de sus congregaciones con respecto a que los refugiados vengan a Norteamérica.

Sin embargo un mes después de París, una reunión prominente contó una historia distinta sobre las actitudes evangélicas. En las instalaciones del Wheaton College, más de 120 líderes representando denominaciones y ministerios principales se reunieron para hablar sobre cómo las iglesias de Estados Unidos podrían aplicar el Gran Mandamiento y la Gran Comisión a la situación, y no repetir los mismos errores a lo que los oradores llamaron una respuesta tardía a la crisis VIH/SIDA.

Los organizadores de la conferencia habían esperado a que sólo una cuarta parte de la gente viniera, sin embargo el salón estaba repleto. Allí, los líderes se turnaron para dirigirse a la multitud. El presidente de Wheaton, Philip Ryken dijo que era “difícil imaginar un tópico más importante para hablar sobre una respuesta compasiva, Cristo céntrica ahora mismo.” El presidente de la Junta de Misiones Internacionales de los Bautistas del Sur, David Platt utilizó pasajes bíblicos para exhortar a los evangélicos a “actuar justamente, amar sacrificialmente, y esperar confiadamente,” ya que Dios permanece soberano sobre la crisis de refugiados.

El presidente de World Vision, Richard Stearns explicó cómo, si la crisis tomara lugar proporcionadamente en los Estados Unidos, “todos al oeste de Ohio tendrían que huir de sus casas.” Él definió sentirse “avergonzado por la retórica llena de odio” de los políticos, los medios de comunicación, y de algunos líderes cristianos. “Han tomado esta terrible tragedia y de algún modo lo han enfocado en nosotros,” dijo. “Tenemos la oportunidad a nivel mundial de mostrar lo que creemos: no miedo, sino gracia.”

El presidente de World Relief, Stephan Bauman dijo que aunque “este es un tiempo de lamento” a medida que el reasentamiento de los grupos de refugiados recibe crítica, su ministerio ha visto “más voluntarios saliendo más que nunca de las iglesias para ayudar” en sus 35 años. “No todos los norteamericanos estarán a favor,” dijo. “Pero a medida que entiendan que los hechos son nuestros amigos, y la teología es un mandato, más verán que no tenemos que tener seguridad y compasión que se excluyan mutuamente.” (Dos terceras partes de los pastores evangélicos le dijeron a LifeWay que estaban de acuerdo.)

Antes de lo de París, tres cuartas partes de los auto definidos “cristianos comprometidos” en Norteamérica dijeron que estaban dispuestos a ayudar a los refugiados sirios, de acuerdo a una encuesta Ipsos por World Vision. No obstante, sólo el 44 por ciento ya lo ha hecho.

De un cuarto por ciento de los cristianos comprometidos que no estaban dispuestos a ayudar, el 34 por ciento dijo que era porque temían que los refugiados fueran posibles terroristas, y el 24 por ciento pensaba que el problema era demasiado grande para que ellos hicieran alguna diferencia.

Esas conclusiones fueron corroboradas en Wheaton, donde los líderes tomaron parte en una encuesta extraoficial para identificar los principales obstáculos para movilizar a los evangélicos norteamericanos con respecto al cuidado de refugiados. Sólo una palabra recibió voto unánime: miedo. Los líderes cristianos concurrieron que necesitaban que mejor información circulara de mejores maneras.

Pocas iglesias evangélicas actualmente cuidan de refugiados internacionalmente (18%) o localmente (8%). Otro 8 por ciento desea involucrarse. Sin embargo más de dos tercios de las iglesias aún no han tratado el asunto.

LifeWay también encontró que sólo 1 de 3 pastores evangélicos han hablado desde el púlpito sobre la crisis de refugiados. Una encuesta anterior encontró que sólo el 2 por ciento de los evangélicos obtienen su información sobre la inmigración internacional a Norteamérica de su iglesia local, mientras que el 12 por ciento citaron la Biblia. Los dos grupos juntos fueron menos que los que dependen de los medios de comunicación. “La mayoría de los evangélicos cristianos no están pensando en esta cuestión como cristianos,” dijo Matthew Soerens, especialista en entrenamiento de iglesias de World Relief. La mayoría mira a los recién llegados como una amenaza o carga. “Sólo 4 de 10 personas miran esto como una oportunidad para el evangelio.”

“Estamos siendo contraculturales,” dijo el co-convoncante Ed Stetzer, director de LifeWay Research. “El estado de ánimo de muchos de nuestros constituyentes es en contra de los refugiados. Pero cuando respondemos con fe en medio de un ambiente de miedo, ganamos a la audiencia para el evangelio.”

Dando tanto como ellos puedan

Más del 80 por ciento de los refugiados entran a Europa cruzando el Mar Egeo de Turquía a Grecia, debido a sus muchas islas (como Lesbos) y su frontera porosa. La mayoría pasa por Atenas en camino a Alemania, Suecia, y otros refugios populares.

Los evangélicos griegos en efecto habían estado dirigiendo los ministerios para refugiados por décadas antes que el pequeño Alan Kurdi—vestido con una camiseta roja, pantalones cortos, y tenis con velcro—arrastrado por el mar a una playa turca reavivara la atención del mundo en Siria e Iraq. Y permanecen al frente, aun cuando su propia nación sufre el 25 por ciento de desempleo y una crisis de deuda que casi derribó la Eurozona.

En una cafetería en Atenas, una familia agarra sus tazas en una mesa al lado de la calle principal mientras su hijo de tres años de edad juega con una grúa amarilla de juguete entre un montón de mochilas. Está arropado para el frío, pero también trae puesto un chaleco salvavidas. Su hermana menor trae uno rojo.

Aquí en las cuadras alrededor de Piraeus, el Puerto principal de Atenas, los refugiados que sobrevivieron el cruce peligroso de Turquía a Lesbos (más de ochocientos se ahogaron en el 2015) sobrepasan en número a los griegos 4 a 1. Docenas caminan más allá de las tiendas cerradas para subirse a un autobús blanco de dos pisos que llevaba un anuncio de las Islas Griegas de dos niños sonriendo relajándose en una playa soleada. Un autobús azul pronto se detiene, le sigue uno amarillo cuando el autobús blanco se prepara para salir.

Es probable que se dirija a Victoria Square, una plaza alineada de restaurantes y árboles adornados con hileras de luces doradas de Navidad. A la puesta del sol el sábado por la noche, casi 50 personas hacen fila en un camioncito de comida. Sin embargo esto no es una comida de alta cocina de moda. Todos son refugiados, esperando aquí a los autobuses que los trasladarán a la frontera norte de Grecia con Macedonia, luego a través de los países balcánicos hacia Alemania. El camioncito pertenece a Plision, un ministerio donde los evangélicos griegos se unen con otros grupos para ofrecer ayuda. Esta noche está distribuyendo 500 tazones negros con carne de res, arroz, y frijoles hechos por voluntarios de la iglesia.

Poco después, el líder de Plision, Christos Nakis, se sienta en la mesa cubierta de plástico de la Santa Cena de su iglesia carismática, apropiadamente situada junto al mercado central de Atenas donde filas de vendedores venden productos agrícolas y carne. Él explica cómo 10 equipos de iglesias evangélicas ayudan a alimentar como a 1,700 emigrantes al día a lo largo de los tres campos de refugiados en Atenas.

Hace un mes, líderes de todas las iglesias evangélicas se reunieron con Nakis para ponerse de acuerdo en ayudar tanto a los no cristianos como a los cristianos. “Pensamos que nuestra misión como pueblo de Dios es ayudar a todos por igual. Después de todo, Dios hace que llueva sobre buenos y malos,” dice Nakis, refiriéndose a Mateo 5:45.

“La crisis de refugiados es ambas—nueva y vieja,” dice Giotis Kantartzis, el pastor titular de una de las iglesias evangélicas más grandes. “Grecia ha estado recibiendo refugiados por largo tiempo. Lo que es distinto es la intensidad.”

Lo que en una vez fueran 3,000 emigrantes por semana se ha convertido en 3,000 por día. Por lo que la Alianza Evangélica Griega reunió a todas las iglesias y ministerios que representan oficialmente a los 40,000 evangélicos de la nación ortodoxa.

“Por primera vez en nuestra historia, pudimos sentarnos y coordinar nuestros esfuerzos,” dice Kantartzis. “Algunos querían evangelizar y repartir Biblias. Otros dijeron, ‘No, sólo tengamos un aroma cristiano.’ [Esta colaboración] es algo nuevo. Y es algo bueno.”

CT viaja con ellos cuando un voluntario de la iglesia transporta la cena al Galatsi Hall, que anteriormente fuera el estadio olímpico donde Grecia hospedó los Juegos Olímpicos el verano del 2003. Había estada en ruinas modernas hasta que el gobierno lo convirtió en el campo de refugiados más grande a finales del 2015.

La mayoría de los refugiados en Galatsi provienen de Afganistán. Pasan unos cuántos días esperando dinero de sus familiares en el Occidente antes de continuar. La mayoría de los sirios e iraquíes, incluso los cristianos, tienen suficiente dinero para cruzar por Atenas el mismo día, explican los líderes.

Moinos Eleftheriou, de 53 años de edad, es alto de melena áspera y la energía que se empareja con su rol como líder de campo. Galatsi proporciona alimento, cama, ropa, suministros médicos, lección de inglés, arte-terapia—incluso una “bolsa de regalos de despedida” para los que van más lejos y más al interior de Europa una vez que obtienen el boleto de autobús para salir de Atenas. “Tenemos que ayudarles,” dice Eleftheriou. “Ellos son nuestros prójimos. No son animales; son seres humanos.” Los enormes cuartos que hospedaron a los mejores gimnastas mundiales y jugadores de tenis de mesa actualmente hospedan mayormente a mujeres y a niños afganis agrupados en cobijas. Algunos afortunados tienen tiendas de campaña para privacidad.

“Les damos lo más que podemos,” explica Eleftheriou. El regalo de despedida es una bolsa de compras llena de “cosas que les gustan”: jugo, leche, bizcochos, miel, atún, papel higiénico. Las instalaciones incluso tienen a una anciana empujando un carrito de supermercado obsequiando golosinas. “Hasta hacemos las cosas pequeñas para hacerlos sonreír.”

Abierto tan solo por 45 días, el campo ya ha hospedado a 10,000 refugiados. Una pared principal exhibe dibujos de los 3,000 niños afganis que han pasado por Galatsi. “Algunos son muy tristes. Esos no los ponemos allí,” dice Eleftheriou.

De regreso en su oficina, saca un dibujo de la familia de una niña en una lancha. En la parte superior, el sol está derramando lágrimas. Anteriormente, al caminar por el centro del pabellón de gimnasia convertido en dormitorio, una mujer con una túnica negra y pañoleta rosa se levantó de las tres cobijas de su familia e hizo una reverencia cuando él pasó. Su hijita de dos años de edad, al igual que su hermana y su sobrina de siete años de edad, se ahogaron cuando su familia cruzó el mar. Cuando por primera vez él preguntó qué necesitaba su familia, la madre le contestó con lágrimas, “Lo único que necesito es una piedra con el nombre de mi hija para el panteón.” Eleftheriou le dijo, “Haré esto para ti.”

Los griegos evangélicos reconocen que, vivir en uno de los países más “cristianos” del mundo (legal y culturalmente), ellos son los primeros creyentes que muchos refugiados de Afganistán y otras naciones mayormente musulmanes encuentran. “Yo no les puedo mostrar una película de la vida de Jesús,” dijo un líder a CT. “Pero poco a poco, todo pasará.” (Como un chofer de Plision dice, “Si ven a Jesús en nuestro rostro, es suficiente.”) Un poema de un niño en la pared de dibujos en Galatsi sugiere triunfo: “Estuve en Irán. Vi muchos musulmanes pero no vi [gente piadosa]. Cuando vine a Grecia, vi muchos no musulmanes. No obstante vi [gente piadosa].”

Sobre la pregunta que si los refugiados cristianos deberían permanecer en el Medio Oriente o salir para el Occidente, Kantartzis rápidamente rechaza la pregunta porque no vale la pena considerarla. (Esto es notable, ya que una campaña de turismo en Atenas acuña el término “philosofa” por “el hábito ateniense de relajarse y filosofar.”) “Es la pregunta errónea. Estas personas vinieron; ya se marcharon,” dijo. “La pregunta es un tipo de evasión; una coartada para eludir la responsabilidad que tenemos en frente de nosotros.”

“Es una llamada de atención,” dice. “¿Estamos listos como la iglesia para mostrar quiénes somos y lo que creemos?”

Primavera árabe de lo alto

Inspeccionando Atenas desde su cima más alta, Fotis Romeos, secretario general de la Alianza Evángelica Griega, apunta a los sitios del Nuevo Testamento enclavados entre lo moderno abajo. Él cree que los evangélicos americanos pueden aprender de sus hermanos en uno de los más grande cruces del mundo.

“El ministerio de refugiados no es algo nuevo para nosotros. Lo que es nuevo es el ritmo. Anteriormente, la mayoría de los refugiados permanecían en Grecia entre seis meses a un año para obtener sus documentos legales. Ahora ellos permanecen dos o tres días antes de seguir su camino.

“Una vez tuvimos la oportunidad de llegar a conocerlos y compartir el evangelio,” dice Romeos. Ya no es así. Así que las iglesias ahora se enfocan en “ayudarlos a sentirse humanos” a través de ofrecerles donde bañarse, juegos para niños, donde cargar sus teléfonos celulares—incluso wifi gratuito. “Los refugiados son personas, no son una casta. Podemos servirles en lo que necesitan ahora mismo,” dice. “Tenemos la primera oportunidad para relacionarlos con los mejores elementos de nuestra fe y nuestra cultura.

“Confiamos en que el Señor terminará su obra en otros países a través de los evangélicos allí,” dice Romeos. “Miramos a estas personas como residentes de largo plazo en Europa, y tratamos de enfocarnos en ser los mejores anfitriones en la entrada.”

Dado que los griegos evangélicos son pocos, con sus recursos ya sobre extendidos por la crisis económica de su país, Romeos quiere una colaboración estratégica a largo plazo con los evangélicos en Norteamérica y con otras naciones. “Es un dilema de fuegos artificiales de corto plazo o fuego de largo plazo,” dice. “No queremos encender el espectáculo de fuegos artificiales; queremos alimentar a largo plazo el reino de Dios.”

Ya que las familias sirias e iraquíes que lentamente llegan a las costas Occidentales representan sólo el 5 por ciento de la crisis de refugiados, los líderes de la iglesia en Iraq y Grecia animan a los evangélicos de EE.UU. a seguir el ejemplo de los que están más cerca de la acción.

“¿Por qué están ustedes hermanos cristianos en el Occidente con miedo? Nosotros estamos aquí en la línea de batalla y no tenemos miedo,” dijo un pastor iraquí vía video durante la cumbre de líderes en Wheaton. “Creemos en la primavera árabe, pero no es esta primavera árabe. Creemos en la que viene de arriba. Y sabemos que la primavera viene después que el invierno.”

Jeremy Weber es jefe principal de redacción de Christianity Today. Para involucrarse en la crisis de refugiados, visite wewelcomerefugees.com y refugeehighway.net.

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