Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).
Este mes, el ex dictador guatemalteco Efraín Ríos Montt fue condenado por genocidio contra los pueblos indígenas del país y por crímenes en contra de la humanidad. Visto desde el trasfondo histórico de corrupción judicial e intimidación en Guatemala, el veredicto fue monumental. Aunque el fallo ha sido anulado, el juicio sigue generando gran interés a nivel mundial.
Ríos Montt llegó al poder por un golpe de estado en Marzo de 1982 y fue derrocado por un contra-golpe en agosto de 1983. Estuvo al frente del país por 17 meses en medio de más de tres décadas de guerra de guerrillas. Ríos Montt había hecho una confesión de fe en Cristo y participaba en una iglesia pentecostal, por lo tanto en aquel entonces, los evangélicos lo presentaban como un instrumento de Dios contra los males del marxismo. Dentro y fuera de Guatemala, se veía a Ríos Montt como un testamento a la mano de Dios, narrativa que el mismo Ríos Montt afirmaba también. Su presidencia coincidió con el centenario de la llegada de los primeros misioneros protestantes a Guatemala, un país históricamente católico.
Yo, como otros que vivieron en Guatemala durante la era de Ríos Montt, me siento en conflicto. Mi madre era guatemalteca, y he pasado muchos años allí. El amor por "la tierra de la eterna primavera" fluye en mis venas. Sin minimizar las terribles atrocidades que pasaron mientras Ríos Montt estaba en el poder, me pregunto si los cargos de genocidio y crímenes contra la humanidad distorsionan la naturaleza de una guerra larga y compleja.
Los evangélicos, tanto en Guatemala como en Estados Unidos, podemos aprender de la presidencia de Ríos Montt y de las cosas terribles que ocurrieron durante ese tiempo. Por un lado, nos recuerda lo complicado que pueden ser las realidades socio-políticas. Nosotros con frecuencia ignoramos la historia, o marcamos líneas ingenuas entre el bien y el mal. Su presidencia también levanta interrogantes sobre la practica de los cristianos de abogar por la guerra como un medio para derrotar lo que percibimos como maldad.
No se piensa concienzudamente si el conflicto armado de veras refleja el evangelio del Príncipe de Paz o cómo promueve la misión de Su iglesia.
Ríos Montt subió al poder a principios de los ochentas, cuando los conflictos de la guerra fría se propagaban mundialmente y la lucha persistía dentro de Guatemala. Desde el golpe de 1954 patrocinado por EU, el gobierno guatemalteco había sido dirigido por militares o por aquellos influenciados fuertemente por las fuerzas armadas. La guerra de guerrillas nacional abarcó décadas, empezando en 1960 y terminando por fin en 1996. Algunas de las peores atrocidades ocurrieron durante la presidencia de Romeo Lucas García, el general que precedió a Ríos Montt.
Con Ríos Montt, la política de tierra quemada contra los revolucionarios y supuestos simpatizantes continuó. A través de la campaña denominada fusiles y frijoles, el presidente intentó coordinar la acción militar, la formación de patrullas civiles, y la ayuda caritativa a las áreas de conflicto. Las fuerzas de la guerrilla alcanzaron una fuerza considerable a principios de los 1980s—la estrategia del presidente fue diseñada para erradicar la amenaza de las guerrillas. Dichos esfuerzos tuvieron un alto costo humano, ahora denominado genocidio en el reciente juicio.
Técnicamente, genocidio es la destrucción intencional de un grupo étnico o religioso. ¿Fue la guerra en Guatemala genocidio en este sentido técnico de la palabra, como aseveran muchos activistas de organizaciones de derechos humanos y de respeto a los pueblos indígenas? No. No hubo una estrategia dirigida a toda la población indígena. Las fuerzas armadas enfocaron sus esfuerzos en áreas específicas. Miles de ladinos también murieron en la guerra, y algunas áreas con gran concentración indígena en el país no sufrieron la horrible suerte de otras áreas similares. ¿Fue el racismo contra los indígenas, profundamente arraigado en Guatemala, un factor en la guerra? Sin duda si lo fue, pero no fue la fuerza motriz máxima detrás del conflicto.
Sería más correcto decir que bajo Ríos Montt, Guatemala sufrió atrocidades abominables en una área específica dentro de ciertos límites geográficos de una guerra más amplia. Dichas atrocidades deben denunciarse, pero caracterizar su meta como genocidio es tomar un trozo de una guerra de 36 años para usarlo con otros fines (aunque estos sean nobles). Para muchos, Ríos Montt simboliza todo lo que fue inhumano, especialmente la masacre de los indígenas, pero las realidades son más densas y la culpa más repartida.
Los cristianos que defienden a Ríos Montt han asegurado, entonces y ahora, que las acusaciones en su contra son exageradas. Lo miran como el blanco de una agenda internacional por desacreditar a Guatemala ignorando que el país estaba en guerra en ese entonces. En medio de la lucha, las fuerzas de las guerrillas también violaron derechos humanos (aunque nadie sugiere que al mismo nivel que lo hizo el ejército). A pesar de los desacuerdos sobre la naturaleza del conflicto, no hay manera de negar sus efectos y los miles que murieron como resultado.
Aunque muchos cristianos siguen apoyando la guerra en varias instancias, Ríos Montt nos recuerda que pensemos seriamente sobre la realidad y el costo de tales conflictos. ¿No debería haber una profunda renuencia a apoyar el uso de la fuerza cuando otros, principalmente los inocentes, son los que cargan con el terrible precio de esas convicciones? Nuestras conversaciones sobre la guerra se centran en factores socio-políticos y económicos. La ideología es lo que determina principalmente la posición del cristiano en estos temas, mientras que la Biblia tristemente toma un segundo lugar. No se piensa concienzudamente si el conflicto armado de veras refleja el evangelio del Príncipe de Paz o cómo promueve la misión de Su iglesia.
Décadas después de su gobierno en Guatemala, el juicio de Ríos Montt es una oportunidad para que los cristianos vuelvan a pensar sobre sus actitudes hacia la guerra. El veredicto de genocidio debe llevarnos a reflexionar más ampliamente en por qué seguimos respaldando políticas de violencia. De ese período espantoso debemos aprender que, para aquellos que afirmamos la fe, el fin político no puede justificar el uso de medios inhumanos.
El Dr. M. Daniel Carroll R. (Rodas) es profesor distinguido del antiguo testamento en Denver Seminary y profesor adjunto en un seminario en la ciudad de Guatemala.